REDACCIÓN
Comité cientíco Argentina: Lila Almirón (Universidad Nacional de Corrientes); Marce-
lo Cetkovich Bakmas (Universidad Favaloro); Jorge Nazar (Universidad
Nacional de Cuyo); Jorge Pellegrini (Universidad de La Punta); Lía Ricón
(Universidad de Buenos Aires); Sergio Rojtenberg (Instituto Universita-
rio de Salud Mental); Analía Ravenna (Universidad Nacional de Rosario);
Eduardo Rodríguez Echandía (Universidad Nacional de Cuyo); Alberto
Sassatelli (Universidad Nacional de Córdoba); Carlos Solomonoff (Con-
sultor independiente); Manuel Suárez Richards (Universidad Nacional de
La Plata); Miguel Ángel Vera (Universidad Nacional del Comahue); Hugo
Vezzetti (Universidad de Buenos Aires).Bélgica: Julien Mendlewicz
(Universidad Libre de Bruselas). Brasil: Joao Mari (Consultor indepen-
diente); Colombia: Rodrigo Noel Córdoba (Universidad del Rosario).
Chile: Andrés Heerlein (Universidad del Desarrollo); Fernando Lolas
Stepke (Universidad de Chile). España: Rafael Huertas (Consejo Supe-
rior de Investigaciones Cientícas); Valentín Baremblit (Centre d’aten-
ció, docència i investigació en Salut Mental). Francia: Thierry Tremine
(Consultor independiente); Bernard Odier (Fédération Francaise de
Psychiatrie). Italia: Franco Rotelli (Centro de Estudios e Investigación
sobre Salud Mental). México: Sergio Villaseñor Bayardo (Universidad
de Guadalajara). Perú: Renato Alarcón (Universidad Cayetano Heredia).
Reino Unido: Germán Berrios (Universidad de Cambridge). Suecia:
Lenal Jacobsson (Umeå University). Suiza: Nelson Feldman (Hospital
Juan Carlos Stagnaro (Universidad de Buenos Aires).
Santiago Levín (Universidad de Buenos Aires).
Martín Nemirovsky (Proyecto Suma).
Martín Agrest (Proyecto Suma).
América Latina: Cora Luguercho (Asociación de Psiquiatras Argentinos,
Argentina).
Europa: Dominique Wintrebert (Asociación Mundial de Psicoanálisis,
Francia), Martín Reca (Association Psychanalitique de France, Francia),
Eduardo Mahieu (Cercle d’etudes psychiatriques Henri Ey, Francia),
Federico Ossola (Hôpital Psychiatrique Paul Guiraud, Francia).
EE. UU. y Canadá: Daniel Vigo. (University of British Columbia, Canadá).
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Director
Sub-directores
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Vertex Revista Argentina de Psiquiatría. (2025). 36(170): 6-166. Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, es una publicación de Polemos SA. Los artículos
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REDACCIÓN
Martín Agrest (Proyecto Suma), Norberto Aldo Conti (Hospital “José
T. Borda”), Juan Costa (Hospital de Niños "R. Gutiérrez"), Gabriela S.
Jufe (Consultor independiente), Eduardo Leiderman (Universidad de
Palermo), Alexis Mussa (Consultor independiente), Esteban Toro
Martínez (Cuerpo Médico Forense de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación), Fabián Triskier (PAMI e INECO), Ernesto Walhberg
(Consultor independiente), Silvia Wikinski (CONICET, Universidad de
Buenos Aires).
Consejo de redacción
Comité de redacción Secretario: Martín Nemirovsky (Proyecto Suma, Buenos Aires, Argentina).
Daniel Abadi (Proyecto Suma, Buenos Aires, Argentina); Adriana Bula-
cia (Universidad de Buenos Aires, Argentina); Julián Bustin (Universidad
Favaloro, Argentina); José Capece (Consultor independiente, Argentina);
Pablo Coronel (Cuerpo Médico Forense, Argentina); Sebastián Cukier
(Consultor independiente, Argentina); Irene Elenitza (Consultora in-
dependiente, Argentina); Laura Fainstein (Hospital “C. G. Durand”, Ar-
gentina); Aníbal Goldchluk (Consultor independiente, Argentina); Ser-
gio Halsband (Asociación de Psiquiatras Argentinos, Argentina); Luis
Herbst (Consultor independiente, Argentina); Edith Labos (Universidad
de Buenos Aires, Argentina); Elena Levy Yeyati (Asociación Mundial de
Psicoanálisis, Francia); Silvina Mazaira (Hospital “T. de Alvear, Argentina);
Mariana Moreno (Consultor independiente, Argentina); Mariano Motuca
(Universidad Nacional de Cuyo, Argentina); Nicolás Oliva (Cuerpo Mé-
dico Forense, Argentina); Federico Pavlovsky (Dispositivo Pavlovsky, Ar-
gentina); Ramiro Pérez Martín (Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil,
Argentina); Demián Rodante (Hosp. Neuropsiquiátrico "B. A. Moyano");
Diana Zalzman (Universidad de Buenos Aires, Argentina); Judith Szulik
(Universidad de Tres de Febrero, Argentina); Juan Tenconi (Universidad
de Buenos Aires, Argentina).
México: María Dolores Ruelas Rangel (Grupo Latinoamericano de
Estudios Transculturales). Colombia: Jairo González (School of Medicine
and Health Sciences, Universidad del Rosario). Venezuela: Miguel Ángel
De Lima Salas (Universidad Central de Venezuela). Francia: Eduardo
Mahieu (Cercle Henri Ey). Reino Unido: Catalina Bronstein (British
Psychoanalytic Association).
Corresponsales
Universitario de Ginebra). Uruguay: Humberto Casarotti (Universidad
Católica); Álvaro Lista (MacGill University). Venezuela: Carlos Rojas
Malpica (Universidad de Carabobo).
Comité cientíco
EDITORIAL
Aunque sigue existiendo, tanto en la práctica asistencial como en los es-
tudios epidemiológicos, una predominancia de las nosografías psiquiátri-
cas en boga, el DSM-5 (2013, American Psychiatric Association) y la CIE
11 (Organización Mundial de la Salud, 2022), el panorama en este tema,
crucial para la especialidad, se encuentra en una etapa de transición.
En efecto, dichas clasicaciones enfrentan críticas por su rigidez catego-
rial y porque no contemplan, en la opinión de muchos especialistas en el
mundo, la necesidad de incorporar modelos dimensionales, que tengan
en cuenta hallazgos neurobiológicos y factores culturales.
El DSM-5, por su lado, a pesar de los cambios introducidos como, por
ejemplo, en la descripción del espectro autista y en la eliminación del eje
multiaxial, entre otros, no ha cesado de recibir cuestionamientos por su
tendencia a inducir una excesiva medicalización, por su baja capacidad
de arribar a una validez etiológica y porque en su factura se privilegia el
método de denir criterios por consenso de expertos y no por eviden-
cia apoyada en eventuales biomarcadores.
En cambio, a la CIE 11, aunque no se la exceptúa de críticas, se le reconoce
una mayor aplicabilidad global y simplicación diagnóstica, su incorpora-
ción de categorías como el trastorno de juego y cambios en la clasica-
ción de la sexualidad; al tiempo que se le reconoce la ventaja de compa-
tibilizarse más con los sistemas de salud pública y con la epidemiología.
En todo caso, los ejes principales en torno a los cuales gira el debate actual
se centran en que persisten en muchas categorías de estas clasicaciones
muchos cuadros acuñados en la etapa de la psiquiatría clásica de nes del
siglo XIX y principios del XX; en si debe predominar una concepción di-
mensional versus una categorial, es decir, si los trastornos mentales deben
entenderse como manifestaciones secuenciales de grados en espectros
continuos (ej. depresión-ansiedad) más que como entidades discretas, o si
cuando se habla de factores culturales en la CIE 11, por ejemplo, que pre-
tende incorporar una mayor sensibilidad cultural, no sigue predominando
una perspectiva centrada en la cultura occidental.
Las tendencias bibliométricas en nosografía psiquiátrica (2010–2025)
muestran que desde 2020 el interés en las bases de datos internaciona-
les por el DSM-5 decrece lentamente y muchos trabajos se centran en
críticas. Por el contrario, las citas de la CIE 11, tuvieron, comparativa-
mente con el DSM-5, un incremento, reejando una adopción interna-
cional más amplia, especialmente en Europa y Latinoamérica, donde se
integra en los sistemas de salud.
Por otro lado, la esperanza de que la neurociencia y la genética ofrezcan
biomarcadores conables para redenir las clasicaciones está pendiente
y nada concreto y determinante se ha conseguido hasta la actualidad.
En una matriz surgida de dichas clasicaciones hegemónicas, DSM o CIE,
pero en un esfuerzo por incluir tradiciones locales y enfoques más in-
tegradores, se elaboraron otra clasicaciones que han hecho aportes
pertinentes, como es el caso de la Guía Latinoamericana de Diagnóstico
Psiquiátrico (GLADP-VR-2012) o el de la Clasicación francesa de los Tras-
tornos Mentales del Adulto (CFTM-R-2015) y la Clasicación Francesa de los
Trastornos Mentales del Niño y del Adolescente (CFTMEA-R-2020), en la que
se incluyen del nacimiento a los tres años de vida.
A pesar de esa situación, las nosografías psiquiátricas actuales se mantie-
nen en la práctica como herramientas de consenso clínico y epidemio-
lógico y, aunque su validez cientíca y cultural está sensiblemente cues-
tionada, en la clínica y en políticas de salud mental, se siguen utilizando,
principalmente el DSM-5 y la CIE 11 con diversas adaptaciones críticas.
Al mismo tiempo han surgido en los últimos años otras propuestas de
investigación con el propósito de servir como base a futuras nosografías
más útiles para aplicar en la clínica y diseñar terapéuticas más especícas.
Esas iniciativas pretenden, ambiciosamente, integrar modelos dimensio-
nales (por ejemplo los Research Domain Criteria (RDoC), impulsados
por el National Institute of Mental Health de los EE. UU., desde 2010),
incorporar hallazgos neurobiológicos sin perder la dimensión subjetiva,
reconocer diversidad cultural y social en la clasicación de los trastor-
nos y evitar la inación diagnóstica que lleva a la medicalización de pro-
blemas de la vida cotidiana. En otras palabras, apuntan a diseñar sistemas
híbridos que combinen dimensiones biológicas, psicológicas y sociales,
con mayor sensibilidad cultural y menos rigidez categorial. Los trabajos
sobre los RDoC, escasos si se tiene en cuenta la gran inversión de recur-
sos aplicados a impulsarlos, se concentran en revistas de investigación
básica más que en las de clínica aplicada.
Otros proyectos alternativos emergentes (como la HiTOP (Hierarchical
Taxonomy of Psychopathology) y el análisis de redes buscan superar las
limitaciones categoriales.
En suma, el estado actual de las nosografías psiquiátricas reeja un plu-
ralismo en transición: el DSM-5 persiste en su hegemonía clínica y la CIE
11 se expande como estándar internacional mientras los RDoC y los
modelos dimensionales, como la HiTOP y el análisis de redes abren un
horizonte de investigación con resultados aún inciertos.
EDITORIAL
Juan Carlos Stagnaro
ÍNDICE
7
14
Editorial
Artículos
Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida
en hospitales generales y especializados en Argentina.Daniela Emilce Bonanno, José
Martín Turriani, Paula Morra, Florencia Maite Badano, Joaquín Castro Valdez, Leandro
Ochoa, Silvina Bernasconi, Sara Ardila-Gómez
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y espe-
cicidad en una muestra clínica argentina. Sebastián H. Cukier, Ana Maglio, Jonathan
Berman, Marco Arduini, Natalia Barrios, Maranada Ngue, Cecilia Montiel, Mónica Elsa
Ferrea, Karina Gutson, Emilio Zieba, Marcela Menassé, David Grodberg
Algunas consecuencias psicosociales de las medidas de aislamiento y distanciamiento
preventivo obligatorio, implementadas durante la pandemia por COVID-19, en mujeres
con internaciones prolongadas en un hospital neuropsiquiátrico argentino. Julieta L. De
Battista, Marisel Hartel, Natalia Osella, Nadia M. Percovich.
Perles cognitivos en las demencias. Edith Labos, Diana Cristalli, Florencia Deschle,
Liliana Colli, Waleska Berrios, Guido Dorman, María Cecilia Fernández, Silvina Frontera,
Marcelo Katz, Carlos Mangone, Fernando Márquez, Oscar Porta, Valeria Rubiño, María
Julieta Russo, Juan Ollari.
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador.
José Enrique Gutiérrez-Jurado, Sonia Janeth Romero Martínez
Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéu-
tica. Gustavo Vázquez, Verónica Grasso, Micaela Dines, Carolina Hernandorena, Daniel
Sotelo, Bárbara Hofmann, Marcelo Cetkovich-Bakmas
Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias.
Primera parte: introducción, metodología de trabajo, escenario actual y algoritmos
diagnósticos. Pablo M. Bagnati, Ricardo F. Allegri, Ignacio Demey, Gastón Bártoli, Yanina
Bérgamo, Jorge Campos, Diego Castro, Patricio Chrem Méndez, Diana Cristalli, Cecilia
Fernandez, Maria Laura Fernández, Juan Pablo García Lombardi, Janus L. Kremer, Nahuel
Magrath Guimet, Juan Ollari, Emilia Osa Sanz, Galeno Rojas, Maria Julieta Russo, Diego
Sarasola, Ezequiel Surace, Silvia Vazquez, Marcela Waisman Campos, Daniel Zuin
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia: segunda parte.
Consideraciones clínicas y diagnósticas. Alejo Corrales, Andrea Abadi, Asociación de Ayu-
da de Familiares de Personas con Esquizofrenia (AAFE), Gastón Bartoli, Carlos Benavente
Pinto, Adrián Cabrera, Sebastián Camino, Ricardo Corral, Guillermo Delmonte, Gerardo
García Bonetto, Cristian Javier Garay, Damián Gargolo, Pedro Gargolo, Anibal Gold-
chuk, María Florencia Iveli, Gabriela Jufe, Fabián Lamaison, Eduardo Leiderman, Andrea
López Mato, Eliana Marengo, Tomás Maresca, María Delia Michat, Carlos Morra, Cintia
Prokopez, Julieta Ramírez, Federico Rebok, Eduardo Rubio Domínguez, Daniel Sotelo, Sergio
Strejilevich, Esteban Toro Martínez, Gustavo Vázquez, Juan José Vilapriño, Manuel Vilapri-
ño, Marcela Waisman Campos, Veronica Grasso, Marcelo Cetkovich-Bakmas
31
41
64
76
85
103
3
ÍNDICE
Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio.
Ezequiel Mercurio
Inteligencia articial en salud mental: evaluación temprana del riesgo suicida con res-
ponsabilidad ética. Jorge Hernández Navas, Luis Dulcey Sarmiento, Jaime Gómez Ayala,
Juan erán León, Javier Alonso Vesga, Oscar Daniel López
El rescate y la memoria
De la Revolución Francesa a la Medicina Cientíca: Pierre-Jean-Georges Cabanis. Rela-
ciones entre los físico y moral del hombre (1802). Norberto Aldo Conti
Carta de Lectores
Clozapina: actualización imperiosa de la normativa nacional de farmacovigilancia intensiva.
Julieta Ramírez; Alejo Corrales; Federico Rebok; Manuel Vilapriño Duprat; Cintia Prokopez;
Pedro Damián Gargolo
Lecturas
Lecturas. Diez historias de vida, sufrimiento y amor. Juan David Nasio. Martín Reca
154
146
157
165
167
Investigación original
7
Resumen
Introducción: Los registros sanitarios cumplen una multiplicidad de funciones en los servicios y sistemas de
atención en salud mental, abarcando un abanico que va desde el trabajo clínico individual hasta la construcción
de políticas públicas. No obstante lo anterior, el registro como parte de las prácticas cotidianas de trabajo
presenta una serie de barreras y obstáculos. Inscripto en un estudio más amplio sobre consultas por lesiones
autoinigidas en hospitales generales y neuropsiquiátricos en Argentina, se presenta un análisis realizado sobre
los registros de tales consultas. Métodos: Se tomaron los registros del mes de febrero de 2023 y se evaluaron
con una cha que contemplaba cinco dominios: legibilidad, comparabilidad, normalización documental, acce-
sibilidad y contenido. También se realizaron entrevistas con informantes clave de las áreas de gestión, estadís-
tica y clínica de las instituciones participantes. Resultados: Los resultados indican la necesidad de aanzar en
la normalización documental; es decir, en contar con campos predenidos a ser completados, y de reducir y
denir más claramente los datos mínimos requeridos para la noticación de intentos de suicidio, sobre lo cual
el trabajo presenta una propuesta concreta. Conclusiones: Se destaca la necesidad de reforzar en la formación
del personal de salud, su apropiación del registro como parte central y no accesoria a su tarea y a la calidad
de la atención brindada.
Palabras clave: registros médicos, servicio de urgencia en hospital, intento de suicidio, sistemas de informa-
ción en salud
Abstract
Introduction: Health records play multiple roles within mental health care services and systems, from supporting
individual clinical work to informing public policy development. Despite this, record-keeping as part of routine practice
faces numerous barriers and challenges. As part of a larger study on consultations for self-inicted injuries in general
Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro
sobre conducta suicida en hospitales generales y especializados
en Argentina
Registering is also caring: Analysis of documentation practices on suicidal behavior in general
and specialized hospitals in Argentina
Daniela Emilce Bonanno1, José Martín Turriani2, Paula Morra3, Florencia Maite Badano4,
Joaquín Castro Valdez5, Leandro Ochoa6, Silvina Bernasconi7, Sara Ardila-Gómez8
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.940
RECIBIDO 28/10/2024 - ACEPTADO 14/2/2025
1.Magíster en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud. Investigadora Adjunta. Instituto de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional del Oeste,
Argentina. https://orcid.org/0009-0000-7750-5662
2.Lic. en Comunicación Social. Dirección de Salud Mental. Ministerio de Salud de Entre Ríos, Argentina.
3.Especialista en Epidemiología.
4.Licenciada en Sociología. Sociedad Argentina de Epidemiología. Argentina. https://orcid.org/0009-0000-2322-3168
5.Licenciado en Psicología. Centro de Estudios Legales y Sociales, Argentina. https://orcid.org/0009-0007-9405-6468
6.Magíster en Epidemiología, Gestión y Políticas de Salud. Sociedad Argentina de Epidemiología. Argentina. https://orcid.org/0009-0009-6792-1035
7.Especialista en Epidemiología. Psicóloga de Planta Hospital General de Agudos Cosme Argerich, CABA, Argentina. https://orcid.org/0009-0004-7083-8041
8.Doctora en Salud Mental Comunitaria. Investigadora Adjunta. CONICET. Instituto de Investigaciones, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos
Aires, Argentina. https://orcid.org/0000-0002-0022-7438
Autora correspondiente:
Sara Ardila-Gómez
sara.ardila@psi.uba.ar
Institución en la que se realizó la investigación: Ministerio de Salud de la Nación, Argentina.
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.940
8
Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13.
Introducción
Desde hace varios años nuestro equipo estudia el fe-
nómeno del suicidio en Argentina desde una perspec-
tiva epidemiológica, analizando la relación entre fenó-
menos sociales macro, como las crisis económicas y
sociales, con el comportamiento de los suicidios (Bo-
nanno, Ochoa, Badano, Bernasconi & Alfani, 2022;
Bonanno, Ochoa, Orzuza, Fernández, Morra, Castro
Valdez,… Ardila-Gómez, 2022). Especícamente, a
partir de la pandemia nos propusimos analizar lo ocu-
rrido en los servicios de emergencia en relación a la
demanda de casos con intentos de suicidio: ¿aumen-
taron signicativamente las consultas, como sugerían
los medios de comunicación? ¿Los métodos cambia-
ron? ¿Las personas que consultaban por conducta
suicida presentaban características sociodemográcas
similares antes, durante y después de la pandemia?
A partir de dos estudios multicéntricos nanciados
por las becas “Salud Investiga” del Ministerio de Salud
de la Nación, buscamos responder tales interrogantes
(Ardila-Gómez, 2021; Ardila-Gómez, 2024). En el pri-
mero analizamos los registros de servicios de urgen-
cias, buscando caracterizar las consultas por intentos
de suicidio antes y durante la pandemia. En el segundo,
y a partir de observaciones preliminares que parecían
indicar un posible aumento de las consultas tras la pan-
demia, decidimos ampliar el período de análisis. Adi-
cionalmente, en el segundo estudio decidimos analizar
la fuente misma de donde extraíamos los datos, motiva-
dos por diversas fallas y dicultades en los registros que
encontramos durante el primer estudio.
Sabemos que los registros sanitarios son un com-
ponente esencial de los sistemas de salud, siendo im-
portantes a nivel micro y macro: para el trabajo clí-
nico-asistencial, la organización de los servicios, y la
planicación y evaluación de políticas públicas (OMS,
2010). Además, deben cumplir con las normativas que
protegen la privacidad del paciente y la condenciali-
dad de la información sanitaria (Ley 26.529). Se des-
tacan como funciones de los registros: actuar como
documento de trabajo del registro de las intervenciones
con los pacientes; permitir al profesional comunicarse
con otros profesionales y consigo mismo, sirviendo de
memoria de las decisiones tomadas; identicar aspec-
tos a ser considerados como factores de riesgo por otros
profesionales o en otros momentos de atención; infor-
mar en instancias médico-legales; servir de base para
procesos de evaluación de la atención; aportar datos
para investigaciones; aportar a la construcción del con-
junto de datos de vigilancia epidemiológica a nivel ju-
risdiccional, nacional y global (Pullen y Loudon, 2006).
El registro que hacen los trabajadores de los ser-
vicios de salud tiene un impacto muchas veces no di-
mensionado en su importancia por quienes consignan
los datos. El registro, que sería la materialización de la
recogida de datos, es el primer paso para la construc-
ción de sistemas de información en salud, y en el caso
particular que nos convoca, de sistemas de informa-
ción en salud mental (OMS, 2010).
Especícamente, en lo referido a los suicidios, se
ha planteado la necesidad de fortalecer la calidad de
la información disponible sobre la conducta suicida.
Se sabe que por cada persona que se suicida, hay va-
rias que intentan hacerlo, y que un intento de suicidio
previo es un factor de riesgo de importancia. También
se ha señalado la necesidad de desarrollar análisis
más especícos, según características sociodemográ-
cas de quienes presentan conductas suicidas, a n de
desarrollar intervenciones focalizadas más efectivas
(WHO, 2024). Finalmente, se ha planteado la impor-
tancia de mejorar la calidad de los datos sobre suici-
dios, dadas sus múltiples fallas, asociadas a la debili-
and neuropsychiatric hospitals in Argentina, this paper presents an analysis of the corresponding records. Methods:
Records from February 2023 were reviewed using a structured form encompassing ve domains: readability, compa-
rability, documentary standardization, accessibility, and content. In addition, interviews were conducted with key infor-
mants from the management, statistics, and clinical departments of the participating institutions. Results: The ndings
highlight the need to strengthen documentary standardization—particularly through the implementation of predened
data-entry elds—and to streamline and clearly dene the minimum data required for reporting suicide attempts. The
study offers a concrete proposal in this regard. Conclusions: The results emphasize the importance of enhancing staff
training, promoting a stronger sense of ownership of record-keeping as a core (rather than supplementary) professional
responsibility, and ensuring the quality of care provided.
Keywords: medical records, emergency service, hospital, suicide attempt, health information systems
9
Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13.
dad de los sistemas de información en muchos países,
y al estigma asociado al suicidio, que se traduce en
subregistro (WHO, 2021).
En Argentina, adicionalmente, muchas jurisdiccio-
nes se encuentran en transición del registro en papel
al registro informático, con los potenciales benecios
pero también dicultades de dicho proceso. Se agrega
la complejidad de la segmentación y fragmentación
de nuestro sistema de salud, que se reproducen en los
sistemas de información y formas de registro. Además,
los servicios para la atención de urgencias e internación
por salud mental en hospitales generales se han ido
incrementando en los últimos años, siendo necesario
incluir dentro de las dimensiones de análisis de dicho
cambio, los procesos de registro de las intervenciones.
A partir de lo anterior, el objetivo de este trabajo,
enmarcado en un estudio multicéntrico sobre consul-
tas por lesiones autoinigidas en servicios de urgen-
cia, fue analizar los sistemas de registro sobre intentos
de suicidio utilizados en las instituciones incluidas en
la investigación.
Metodología
El estudio se realizó durante el año 2023 en tres hospi-
tales generales y tres hospitales neuropsiquiátricos per-
tenecientes al subsector público y localizados en cua-
tro jurisdicciones de Argentina. En cada institución se
analizaron los instrumentos utilizados para registrar las
consultas por lesiones autoinigidas en los servicios de
guardia. Se tomó como mes de análisis febrero de 2023.
Se elaboró para el análisis de los registros una cha a
partir de una revisión de la literatura respecto a evalua-
ción y auditoría de registros (Terry, Stewart, Cejic e al,
2019; Renau, Pérez-Salinas, 2001), y de la cha de noti-
cación de intentos de suicidio del Sistema Nacional de
Vigilancia de la Salud (Ministerio de Salud, 2023). La
cha de análisis constó de cinco dominios: legibilidad,
comparabilidad, normalización documental, accesibili-
dad y contenido. Los cuatro primeros se construyeron
a partir de la revisión documental sobre auditoría de
registros, y la quinta (contenido), a partir de la cha de
noticación de intentos de suicidio. La respuesta para
cada uno de los ítems era dicotómica (sí/no), siendo el
criterio para responder “no” que tal dominio o variable
no fuera observable en 20% o más de los registros del
período analizado. Adicionalmente, cada ítem tenía la
opción de agregar observaciones y comentarios.
También se realizaron entrevistas con informantes
clave de cada institución. Se planicó entrevistar por
institución a un informante del área de estadística,
uno del área clínica y otro del área de gestión. De las
18 entrevistas planicadas se realizaron 15. Las entre-
vistas faltantes corresponden al área de estadística (2)
y de gestión (1), todas en hospitales generales. La en-
trevista indagaba por la perspectiva sobre las prácticas
de registro en cada institución, las dicultades perci-
bidas y las posibles recomendaciones para su mejo-
ramiento. El análisis de las entrevistas fue cualitativo,
a partir de una matriz para organizar las respuestas,
material que fue analizado de modo independiente
por dos investigadores y después discutido en reunio-
nes del equipo general. El análisis se hizo por tipo de
informante, con un análisis comparativo posterior en-
tre tipos de informante. Los participantes brindaron
su consentimiento para las entrevistas, y el protocolo
del estudio fue evaluado por los comités de ética del
Hospital Interzonal de Agudos Evita de Lanús, y por
el Comité Central de Bioética en la Práctica y en la
Investigación Biomédica del Ministerio de Salud de la
Provincia de Entre Ríos.
Resultados
Análisis de los registros
En dos instituciones se analizaron libros de guardia;
en tres, las historias clínicas; y en una, ambos. En cin-
co instituciones los registros estaban en formato en
papel y en una, en formato electrónico.
Legibilidad: En las instituciones que llevaban registros
en papel, éstos fueron legibles en su mayoría, aunque
presentaban variaciones según el profesional que dili-
genciara el registro. Cabe señalar que la no legibilidad
puede enlentecer, e incluso imposibilitar, el análisis de
registros; por lo cual, de no ser adecuada, constituye
una barrera para la generación de información de ca-
lidad.
Comparabilidad: Hace referencia a que los registros
contengan la misma información a n de posibilitar
la comparación entre casos. Sólo en un hospital neu-
ropsiquiátrico no se cumplió con este criterio, pues los
datos variaban considerablemente según el profesio-
nal que hiciera el registro. En el caso de la institución
con registro electrónico, los campos a completar es-
taban predeterminados, siendo comparables, pese a
que los datos consignados resultaban escuetos. En las
instituciones con registro en papel, aunque era posible
recolectar y comparar mínimamente la mayoría de los
datos, se observó variación entre profesionales respec-
to a la descripción de la situación de cada paciente.
Adicionalmente, en dos instituciones (un hospital ge-
neral y uno neuropsiquiátrico) los registros contaban
10
Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13.
con una carátula pre-denida de datos de identica-
ción básicos de la persona consultante.
Normalización documental: Se reere a que los regis-
tros sigan la misma estructura en términos de conte-
nido informativo. En los tres hospitales generales y
en un neuropsiquiátrico (el que cuenta con registros
electrónicos) se cumplió con esta dimensión. En tres
de las instituciones, el registro constaba de una cará-
tula cuyos datos se consignaban, aunque no siempre
siguiendo el orden indicado. Sin embargo, la informa-
ción adicional a lo solicitado en la carátula no seguía
la misma estructura.
Accesibilidad: En todas las instituciones los registros
fueron accesibles, una vez cumplidos los requisitos y
permisos para realizar la consulta de éstos.
Contenido: Los datos solicitados por la cha de noti-
cación obligatoria de intentos de suicidio del Ministerio
de Salud de la Nación (MSal) se agrupan en: identica-
ción de la persona, referente vincular, caracterización
del intento de suicidio, información clínica e informa-
ción sobre el tratamiento. Se evaluó en qué porcentaje
de las instituciones se registraban los datos de la cha
MSal, considerándose como “adecuado” cuando se en-
contraba registrado en 5 o más, “parcialmente adecua-
do” cuando se registraba entre 3 y 4 de las instituciones,
e inadecuado cuando se registrado en dos o menos de
las instituciones. La tabla 1 resume los hallazgos.
Como se observa, sólo 3 de los 23 datos de la -
cha de noticación obligatoria de intentos de suicido
se observaron consignados en la mayoa de las ins-
tituciones analizadas. Cabe agregar que una observa-
ción derivada de la revisión de los registros en todas
las instituciones fue la ausencia de registro de datos
negativos” o de la ausencia de un factor de riesgo;
es decir, sólo se registraba un antecedente si era con-
siderado como de relevancia para el caso particular,
pero no se registraba si tal antecedente estaba ausente.
Por ejemplo, no se registraba si la persona no acudía
acompañada, o si no tenía antecedentes de conductas
autolesivas o si no consumía sustancias.
Perspectivas de actores sobre los registros
Dicultades
La falta de tiempo para realizar un registro adecuado
fue destacada principalmente por los entrevistados
del área clínica y de gestión, quienes señalaban que los
servicios de guardia requieren de un accionar rápido,
en el cual los trabajadores priorizan la atención por
sobre el registro. Vinculado a lo anterior, los entrevis-
tados de las áreas de gestión y de estadística señalaron
que el registro no es visto por los trabajadores como
Tabla 1. Grado de cumplimiento del registro de contenido según datos de la cha de noticación obligatoria de
intentos de suicidio
Grado de cumplimiento Dato
Adecuado
Registrado en 5 o 6 instituciones
Tipo de documento
Número de documento
Fecha de ocurrencia del evento
Parcialmente Adecuado
Registrado en 3 o 4 instituciones
Cobertura Social
Sexo Legal
Fecha de nacimiento
Lugar de residencia
Teléfono
Referente vincular: parentesco
Referente vincular: DNI responsable a cargo
Mecanismo o modalidad del intento de suicidio
Lugar de ocurrencia del evento
Estaba bajo el efecto de alguna sustancia
Situaciones clínicas relevantes
Presenta alguna condición discapacitante
Presenta antecedentes de consumos problemáticos previos
Diagnóstico diferido problemática de salud mental
Tratamiento (derivado del intento) por problemáticas de salud mental
Primera consulta
Tratamiento (derivado del intento) por cuidados clínicos
Internado (sí/no)
Inadecuado
Registrado en 2 o menos instituciones
Referente vincular: teléfono
Clasicación del caso (con o sin resultado mortal)
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Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13.
parte central de su tarea, sino como algo adicional, lo
cual conduce a que se registre poco y mal, al no enten-
derse las consecuencias de dicha acción.
Otras dicultades se vinculan al tipo de registro,
esto es, si es electrónico o en papel. Como dicultades
para el registro electrónico los informantes subraya-
ron la escasez de computadoras, lo cual hace que los
trabajadores lleven un doble registro y utilicen tiem-
po extra laboral para la carga de datos en las pocas
computadoras disponibles. Desde el área de gestión se
agregó que la homologación de registros en institu-
ciones generales de salud va en detrimento de datos
relevantes para la atención en salud mental. En cuanto
a las dicultades del registro en papel, desde el área de
gestión se planteó que los registros suelen archivarse
en otros lugares de los hospitales, lo que enlentece el
acceso. A ello se suma que los horarios de trabajo en-
tre las áreas de archivo y de guardia pueden no coinci-
dir, dicultando el acceso oportuno al registro.
Sugerencias
Desde todas las áreas se enfatizó la necesidad de con-
tar con más y mejor equipamiento informático, pues
la tendencia es hacia la generalización del registro
electrónico. Desde el área clínica, se mostró una ac-
titud favorable hacia esta implementación, sugiriendo
que sea acorde al tipo de trabajo de un dispositivo de
urgencias, es decir, un registro fácil y rápido de dili-
genciar. Desde las áreas de gestión y de estadística se
sugirió el desarrollo de capacitaciones para los traba-
jadores sobre el uso de registros, la importancia de su
diligenciamiento correcto, y de la tarea del registro
como central y no accesoria al trabajo en servicios
de salud. En este sentido, desde todas las áreas hubo
acuerdo en que el desarrollo de registros con ciertos
campos predenidos ayudaría a su uso correcto, y re-
duciría la variabilidad en las formas de registro, vincu-
ladas a la alta rotación del personal.
Finalmente, desde el área de gestión se agregó
como sugerencia el seguimiento y supervisión de los
registros, vinculado a las capacitaciones ya menciona-
das. Señalaron así que los coordinadores de las áreas
de guardia puedan monitorear cómo se va llevando a
cabo el registro, a n de poder intervenir de manera
oportuna ante posibles dicultades.
Discusión
De los resultados presentados, cabe empezar conside-
rando las diferencias entre los registros electrónicos y
en papel. Es claro que los primeros abonan a una mayor
calidad de los registros en diferentes indicadores (legi-
bilidad, normalización documental, comparabilidad,
disponibilidad) y que por ello es necesario que se con-
tinúe invirtiendo en su implementación en el país. Pero
su implementación requiere de las inversiones necesa-
rias para contar con equipos accesibles a los trabajado-
res, ya que la falta de estas plantea, inclusive, un retroce-
so respecto al registro en papel, al generar mayor carga
de trabajo al tener que diferir el registro a momentos
en los cuales se cuenta con computadoras disponibles.
Otras dicultades identicadas para los registros
electrónicos es que son escuetos y que no contemplan
información considerada necesaria para el análisis clí-
nico y epidemiológico en salud mental. Esto es parti-
cularmente relevante en hospitales generales, ya que
son un servicio privilegiado para la atención de ur-
gencias en salud mental según la normativa nacional
en esta materia. En línea con lo anterior, un scoping
review reciente acerca del impacto de los registros
electrónicos en las prácticas en salud mental, encon-
tró que aunque los registros electrónicos mejoran la
estandarización de cierta información, tenían como
problema que ante información considerada sensible
por los profesionales, o bien se omitía o se llevaban
registros paralelos. A su vez, los registros electróni-
cos generan dicultades en salud mental en tanto el
estilo de registro tradicionalmente era más de tipo
narrativo (Kariotis et al., 2022). Una alternativa sería
agregar solapas, campos de texto abierto o registros
adicionales que contengan esta información que se re-
quiere especícamente en la atención en salud mental.
Es indispensable, no obstante, que tales registros sean
diseñados de manera centralizada, a n de evitar la
multiplicidad de versiones difícilmente comparables
entre instituciones o entre jurisdicciones.
En cuanto al contenido de los registros, el contras-
te entre lo observado como efectivamente registrado
según el análisis aquí presentado, y lo que propone la
cha de noticación de intentos de suicidio al Sistema
Nacional de Vigilancia de la Salud, permite señalar la
imperiosa necesidad de que los instrumentos de vi-
gilancia se construyan tomando en mayor considera-
ción a las prácticas reales de los servicios. Es cierto que
un sistema de vigilancia puede apuntalar a un mayor
y mejor registro, pero si el desfasaje entre la meta y el
punto de partida es muy amplio, como en el caso de
los intentos de suicidio, el sistema de vigilancia puede
encontrarse con severos obstáculos para su exitosa im-
plementación.
Un punto que quisiéramos destacar de los resulta-
dos, es que se observó una marcada falta de registro de
la ausencia de un factor de riesgo o “datos negativos.
12
Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13.
Esto señala un problema preocupante de los sistemas
de información locales a resolver, dada su incidencia
en el diseño de estrategias de intervención, y particu-
larmente, de prevención.
Por lo anterior, proponemos simplicar los datos
mínimos a registrar en casos de consultas por intentos
de suicidio, tal y como se muestra en la tabla 2. Toma-
mos como base la cha del MSal y lo observado en los
registros analizados.
Finalmente, un aspecto que trasciende la cuestión
del formato de diligenciamiento, se reere a que los
trabajadores de la salud contemplen al registro como
parte fundamental de su tarea. Éste es central por
cuestiones estadísticas y epidemiológicas, de gestión,
legales, clínicas y de continuidad de los cuidados; por
lo cual, la calidad del registro impacta en la calidad
de los procesos de atención, aunque muchas veces
los profesionales perciben que no es una práctica que
les corresponda o que tenga tanta importancia como
otras tareas. Por ello es necesario reforzar en la forma-
ción de grado, posgrado y en la capacitación continua
en los servicios, acerca de los procedimientos para
diligenciar registros de calidad y, a su vez, aanzar la
idea de que los registros bien diligenciados son una
parte central de los indicadores de calidad en la aten-
ción en salud mental. En tal sentido, apoyar en la for-
mación la noción de que se debe asumir que la calidad
de los registros son un reejo de la calidad de la aten-
ción brindada (OMS, 1994; OMS, 2012; Pullen, Lou-
don, 2006). Así, compartimos lo señalado por Pullen
y Loudon (2006): los buenos registros son más que un
apoyo al buen cuidado de los pacientes: son esenciales
y un componente que hace a éste.
Conicto de intereses: los autores declaran no tener
conictos de intereses.
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Tabla 2. Datos mínimos para registro de consultas por intento de suicidio
Variable Valores de la variable
Documento Tipo y número
Fecha de nacimiento Día/mes/año
Sexo Legal Varón; Mujer; Otro
Estado Civil Soltero; Casado/Unión de Hecho; Separado/Divorciado; Viudo
Cobertura Social Únicamente Pública; Obra Social (especicar cuál); Seguro Privado de Salud
(especicar cuál)
Fecha de ocurrencia del evento día/mes/año
Mecanismo o modalidad del intento
de suicidio
Envenenamiento; Ahorcamiento, estrangulación y sofocación; Arma de fuego; Objeto cor-
tante; Saltar desde lugar elevado; Arrojarse o colocarse delante de objeto en movimiento;
Colisión de vehículo a motor; otro
Antecedentes de lesiones
autoinigidas previas
Sí (antecedente de lesión autoinigida previamente)
No (sin antecedente)
Factores señalados como
estresores o desencadenantes
Pérdida de red vincular (separación, muerte, migración).
Pérdida laboral o nanciera
Otro
Tipo de egreso Alta; derivación; Óbito, Abandono contra indicación médica
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Registrar también es cuidar: Análisis de las prácticas de registro sobre conducta suicida...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 7-13.
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Investigación original
14
Resumen
Introducción: El examen del estado mental en autismo (AMSE, por sus siglas en inglés) es un instrumento bre-
ve completado por el clínico que estructura la observación y documentación de los signos y características
socio-comunicativas y conductuales del autismo. En su versión original en inglés demostró alta precisión en la
identicación del trastorno del espectro autista (TEA). El presente estudio explora la sensibilidad y especici-
dad de una versión de AMSE en lengua española en una muestra argentina de 313 sujetos, frente al diagnóstico
de consenso clínico utilizando los criterios del DSM-5. Materiales y métodos: Se calcularon los valores de corte
mediante el análisis de la curva ROC (Característica Operativa del Receptor por sus siglas en inglés: Receiver
Operating Characteristic), identicando la sensibilidad, especicidad, valor predictivo positivo (VPP) y valor
predictivo negativo (VPN) correspondientes. La homogeneidad interna de los ítems fue evaluada a través del
coeciente alfa de Cronbach. Asimismo, se calculó el coeciente Kappa de Cohen para estimar la conabilidad
interevaluador. Resultados: Los hallazgos indican una sensibilidad optimizada del 90,71 % y una especicidad del
92,17 % para esta muestra de 313 pacientes. AMSE mostró una consistencia interna aceptable de .75 y una
alta conabilidad entre evaluadores (K = .97). Discusión y conclusiones: AMSE se perla como una herramienta
prometedora para la evaluación diagnóstica de TEA en niños, adolescentes y adultos en riesgo, destacándose
por su alta utilidad clínica. Su aplicación es especialmente relevante en regiones como América Latina, donde
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español:
sensibilidad y especicidad en una muestra clínica argentina
Validation of the Autism Mental Status Exam in Spanish: sensitivity and specicity in an
Argentine clinical sample
Sebastián H. Cukier1, Ana Maglio2, Jonathan Berman3, Marco Arduini4, Natalia Barrios5,
Maranada Ngue6, Cecilia Montiel7, Mónica Elsa Ferrea8, Karina Gutson9, Emilio Zieba10,
Marcela Menassé11, David Grodberg12
RECIBIDO 7/6/2025 - ACEPTADO 8/9/2025
1.Médico especialista en Psiquiatría infantojuvenil, Jefe de Salud Mental y Psicopatología, Hospital Pediátrico “Pedro de Elizalde”, CABA, Argentina,
Co-director médico de Fundación Ados. https://orcid.org/0000-0002-1497-4709
2.Directora Fundación Equipo de Terapia Cognitiva Infantojuvenil, Profesora Titular Psicología Clínica de niños y adolescentes, Universidad Favaloro.
3.MBA, Former Fulbright Researcher, US Fulbright Program, Atlanta, EE. UU.
https://orcid.org/0009-0005-3287-4583
4.Médico especialista en Psiquiatría. Hospital infantojuvenil “Dra. Carolina Tobar García”. https://orcid.org/0009-0005-4556-8796
5.Médica especialista en Psiquiatría. Perito ocial del Ministerio Público Fiscal de la Nación. Argentina. https://orcid.org/0000-0003-0687-4510
6.Harvard University, Doctor of Dental Medicine Degree Candidate, University of Pennsylvania School of Dental Medicine.
7.PhD, Profesor Titular, University of Texas Rio Grande Valley (UTRGV), EE. UU. https://orcid.org/0000-0002-4293-5416
8.Médica neuróloga infantil. Coordinadora del Centro de rehabilitación infantil, Fleni, sede Escobar, Argentina. https://orcid.org/0000-0002-9673-9170
9.Pediatra especialista en Desarrollo Infantil (UBA). Médica de planta, Centro de Rehabilitación, Hospital de Día, Fleni, sede Escobar, Argentina. https://
orcid.org/0000-0001-5083-7798
10.Psiquiatra infantojuvenil. Fundación Ados, CABA, Argentina. https://orcid.org/0009-0008-0222-3554
11.Licenciada en Psicología. Centro de Desarrollo Infantil, Municipalidad de San Carlos de Bariloche, Río Negro, Argentina.
12.M. D. Assistant Clinical Professor, Yale School of Medicine, New Haven, Connecticut, EE. UU. https://orcid.org/ 0000 0003 1961 9252
Autor correspondiente:
Sebastián H. Cukier
sebastiancukier@gmail.com
Institución en la que se realizó la investigación: Fundación Lucha contra la Enfermedad Neurológica Infantil (Fleni), Fundación Ados (Ciudad de
Buenos Aires), Centro de Desarrollo Infantil (Municipalidad de San Carlos de Bariloche), Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de
Rosario (CPENI -Rosario), Programa Argentino para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones del Espectro Autista (Martínez)
y Hospital Nacional en Red “Lic. Laura Bonaparte” (Ciudad de Buenos Aires).
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.941
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.941
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Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
Introducción
El trastorno del espectro autista (TEA) es una condi-
ción del neurodesarrollo caracterizada por desafíos
en el funcionamiento social y comunicativo, compor-
tamientos repetitivos e intereses restringidos, hiper o
hiposensibilidad a diferentes estímulos sensoriales, y
por tener una manifestación temprana (durante las
primeras etapas del desarrollo) (APA, 2022). Una vez
considerado raro, con una prevalencia de 4-5/10,000,
el autismo hoy en día tiene una prevalencia en el ran-
go de 1.09/10,000 a 436/10,000, con una media de
100/10,000 (Zeidan et al., 2022). A nivel mundial, el
análisis longitudinal de datos a lo largo de los años
dentro de las mismas áreas geográcas conrma el
aumento de las estimaciones de prevalencia que ha
llamado repetidamente la atención de los cientícos
en los últimos veinte años (Chiarotti et al., 2020).
Los niños, adolescentes y adultos con TEA tienen
una presentación muy heterogénea y requieren un
enfoque diagnóstico estandarizado que sea factible
en todos los entornos clínicos. La evaluación del TEA
ha sido investigada durante las últimas décadas y se
han generado varios instrumentos complementarios
para estandarizar y facilitar la evaluación diagnósti-
ca. La Guía de Observación Diagnóstica del Autismo
(ADOS) es hoy en día un instrumento principal en los
esquemas de evaluación para el TEA en todo el mun-
do (Lord et al. 2001; Lord et al., 2012). ADOS requie-
re una formación profesional especíca extensa antes
de su uso, materiales especícos y un entorno clínico
adecuado en el que se pueda realizar. También es un
proceso que insume un tiempo prolongado para im-
plementar y puntuar (frecuentemente más de 1 hora)
y tiene un costo elevado. Por estas razones, aunque re-
lativamente preciso y conable, ADOS es inaccesible
para muchas personas en Argentina y otros países de
la región. Numerosas familias deben viajar grandes
distancias (a veces más de 100 kilómetros) para una
evaluación diagnóstica porque no hay herramientas
de evaluación estandarizadas para apoyar la impresión
clínica en su área de residencia (Paula et al., 2020).
Con el propósito de validar una herramienta de
diagnóstico accesible en entornos clínicos y de investi-
gación para individuos remitidos para evaluación neu-
ropsiquiátrica, incluyendo tanto ítems de observación
el acceso a la capacitación y uso de las escalas que son estándar de oro es limitado. Estos resultados respaldan
el uso de AMSE como una herramienta diagnóstica breve, conable y culturalmente adaptada para apoyar el
diagnóstico clínico de autismo en contextos de habla hispana con recursos limitados.
Palabras clave: Examen del estado mental del autismo, trastorno del espectro autista, evaluación diagnóstica
del autismo, Argentina, Latinoamérica
Abstract
Introduction: The Autism Mental State Exam (AMSE) is a brief clinician-completed instrument that structures the
observation and documentation of the social, communicative, and behavioral signs and characteristics of autism. In its
original English version, it demonstrated high accuracy in identifying autism spectrum disorder (ASD). This study explo-
res the sensitivity and specicity of a Spanish version of AMSE in an Argentine sample of 313 subjects, against DSM-5
clinical consensus diagnosis as the primary outcome. Materials and methods: The cutoff values were calculated using
the receiver operating characteristic (ROC) curve, identifying the sensitivity, specicity, positive predictive value (PPV),
and negative predictive value (NPV). The internal homogeneity of the items was determined using Cronbach's alpha,
and the Cohen Kappa coefcient was calculated for inter-rater reliability. Results: Findings indicate an optimized sensi-
tivity of 90.71% and a specicity of 92.17% for this sample of 313 patients. AMSE exhibited fair internal consistency
(alpha coefcient of .75) and high inter-rater reliability (.97) in this sample of subjects evaluated for ASD in Argenti-
na. Discussion & conclusions: AMSE is emerging as a promising tool for diagnostic assessment of ASD in children,
adolescents and adults at risk, standing out for its high clinical utility. Its application is particularly relevant in regions
like Latin America, where access to the Autism Diagnostic Observation Schedule training, materials and use is limited.
These results support the use of AMSE as a brief, reliable, and culturally adapted diagnostic tool to support the clinical
diagnosis of autism in Spanish-speaking contexts with limited resources.
Keywords: Autism mental status exam, autism spectrum disorder, autism diagnostic assessment, Argentina, Latin America
16
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
como información obtenida de los padres o cuidadores,
Grodberg et al. (2012) desarrollaron el Examen del Es-
tado Mental del Autismo (AMSE). AMSE estructura la
evaluación de signos y síntomas autistas complemen-
tando el criterio de los clínicos e investigadores que
evalúan a individuos con riesgo de TEA, abordando
la falta de evaluación observacional estandarizada en
poblaciones clínicas desatendidas y con pocos recursos
(Grodberg et al., 2012).
AMSE es un instrumento estandarizado breve, fá-
cil de usar y gratuito, basado en la observación clínica
directa y el informe de los padres, que tiene como ob-
jetivo apoyar el juicio clínico en el proceso diagnós-
tico del TEA. Se compone de ocho categorías que se
puntúan individualmente con 0, 1 o 2 y se suman para
obtener una puntuación de hasta 14 (Grodberg et al.,
2012). AMSE puntúa los siguientes ocho ítems: con-
tacto visual, interés en los demás, habilidades de se-
ñalización, nivel de lenguaje, pragmática del lenguaje,
comportamientos repetitivos y estereotipados, preo-
cupaciones inusuales o persistentes, y sensibilidades in-
usuales. Todos estos rasgos pueden observarse durante
un chequeo regular del paciente, lo que facilita al traba-
jador de la salud y a la familia llegar a un diagnóstico es-
tandarizado más preciso. AMSE no añade trabajo extra
a un encuentro con el profesional evaluador, no requie-
re materiales o actividades especícas, sino que propor-
ciona un método claro y cuantitativo de documentar
comportamientos observados y reportados durante la
entrevista clínica (Grodberg et al., 2016).
La versión original de AMSE (en inglés) ha sido va-
lidada en relación con el diagnóstico de consenso del
DSM-5, con el ADI-R, así como con ADOS, y se ha de-
mostrado que tiene buena conabilidad, con una tasa
de sensibilidad y una tasa de especicidad que superan
el 80 % en comparación con estos instrumentos (según
las normas de validación de Cicchetti et al. (1995). Un
estudio que aplicó AMSE a una población de alto ries-
go de 45 niños pequeños de 18 meses a 5 años, mostró
que una puntuación de corte de 6 produjo una sensi-
bilidad del 94 % y una especicidad del 100 % en la
identicación de niños con TEA según los criterios del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos
Mentales, quinta edición (APA, 2013) (Grodberg et al.,
2016). También un estudio con adultos (18 a 45 años)
con lenguaje verbal uido y sospecha de TEA mostró
una sensibilidad de 91 % y una especicidad de 93 % al
compararlo con el diagnóstico nal de consenso según
criterios del DSM-5 (Grodberg et al., 2014).
Se han realizado estudios de validación de AMSE
en diferentes países. Un estudio en Suecia validó AMSE
utilizando los criterios diagnósticos de la Clasicación
Internacional de Enfermedades, décima edición (CIE-
10) basado en una entrevista con el Cuestionario Diag-
nóstico para los Trastornos Sociales y de Comunica-
ción (DISCO-11) con padres/cuidadores en un grupo
de 124 niños derivados para evaluación. La capacidad
intelectual o índice de desarrollo, y la capacidad de len-
guaje expresivo de los participantes se compararon con
los resultados de AMSE y del cuestionario Vineland-II
(completado por los padres). Según este estudio, existe
buena correlación entre AMSE y los criterios de la CIE-
10 para TEA. Para los niños que no cumpan los cri-
terios para TEA, sus puntuaciones medias de AMSE
fueron signicativamente más bajas en comparación
con los niños con TEA. Además, puntuaciones medias
más altas de AMSE se correlacionaron con puntuacio-
nes estándar más bajas de funcionamiento adaptati-
vo global en Vineland-II. En este estudio con pobla-
ción sueca, el nivel de corte óptimo para un probable
TEA se encontró en una puntuación de 7 puntos en el
AMSE, con una sensibilidad del 75 % y una especici-
dad del 78 % (Cederlund, 2019).
Øien et al. (2018) exploraron las posibles diferen-
cias sexuales en el puntaje de la escala AMSE y las
observaciones de 123 niños noruegos derivados para
evaluación del autismo. Los resultados indicaron que
la puntuación de AMSE fue similar en la identica-
ción de TEA y no-TEA en mujeres en comparación
con hombres (Øien et al., 2018). Otro protocolo de
Noruega investigó el rendimiento de AMSE en la
detección de TEA en una muestra de 45 niños con
síntomas de trastorno por décit de atención e hipe-
ractividad (TDAH) y TEA. El análisis de la curva de
características operativas del receptor (ROC) indicó
una fuerte sensibilidad y especicidad en esta pobla-
ción, concluyendo que AMSE tiene potencial como
herramienta de evaluación de TEA en niños con sín-
tomas de TDAH y TEA (Øien et al., 2020).
Betz et al. (2019) exploraron la viabilidad de AMSE
tanto en muestras de pediatría del desarrollo como en
atención primaria en Estados Unidos. Cincuenta y tres
niños pequeños con TEA y otras condiciones del desa-
rrollo fueron evaluados usando AMSE y comparados
con 55 niños pequeños con desarrollo típico. Las pun-
tuaciones de AMSE diferían signicativamente entre
los grupos TEA, discapacidad del desarrollo no TEA y
neurotípicos. Un punto de corte en AMSE de ≥5 para
TEA maximizó la sensibilidad (81.2 %) y la especici-
dad (90.5 %). Las diferencias de puntuación entre los
grupos sugirieron que AMSE también puede ser útil en
un entorno clínico para ayudar a identicar a los niños
pequeños con posible TEA (Betz et al., 2019).
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AMSE también se investigó en una muestra bra-
sileña de 260 niños de 3 a 18 años, de los cuales 130
cumplían criterios de autismo según la escala de pun-
tuación del autismo infantil (CARS-BR). Los partici-
pantes se sometieron tanto a AMSE como a CARS-BR,
que se utilizó para aproximar la severidad del autismo
y el punto de corte en AMSE. AMSE mostró buena
consistencia interna (.74), sensibilidad (.91) y especi-
cidad (.98); y alta correlación con el CARS-BR (r =
.91, p < .01) (Galdino et al. 2020). En Chile se realizó
un estudio con 64 niños de entre 15 meses y 17 años
(52 de ellos con TEA) que consultaron por desafíos en
la comunicación y el lenguaje, en el que compararon
los resultados de AMSE con los de ADOS-2, encon-
trando una sensibilidad de 79 % y una especicidad
de 92 % (Irarrázaval et al., 2023).
Un estudio chino de 2023 evaluó AMSE en una
muestra de 66 niños de entre 2 y 11 años con riesgo de
TEA, comparándolo con los criterios del DSM-5. El
análisis de la curva ROC arrojó un área bajo la curva
de 0.98. El valor de corte óptimo de la versión china
se estimó en 6, produciendo la mayor sensibilidad del
98 % y una especicidad del 87 % (Yang et al., 2023).
Los hallazgos preliminares de estos estudios su-
gieren que AMSE tiene propiedades psicométricas
prometedoras como herramienta de evaluación para
identicar síntomas de TEA y apoyar la toma de deci-
siones diagnósticas en la población de diferentes paí-
ses y culturas.
El objetivo de este estudio fue examinar la validez
de la versión en español de AMSE en una muestra de
niños, adolescentes y adultos residentes en Argentina,
comparando su rendimiento con el diagnóstico clíni-
co de consenso y, secundariamente, con los resultados
de ADOS.
El objetivo especíco primario fue determinar una
puntuación de corte de AMSE que proporcione una
sensibilidad y especicidad óptimas al diferenciar en-
tre personas con TEA y controles sin TEA. Con este
objetivo la muestra fue estraticada por sexo, edad,
nivel de lenguaje y capacidad cognitiva, para analizar
diferentes puntos de corte según estas características.
El segundo objetivo del estudio fue comparar los re-
sultados de AMSE con los resultados de la Guía de
Observación Diagnóstica del Autismo (ADOS) en la
diferenciación entre TEA y no-TEA en un subgrupo
de los sujetos participantes.
Tabla 1. Estudios previos de validación del AMSE en diferentes países
1er autor / año Población Nro. casos Comparación con Resultados principales
Grodberg 2014 Población de riesgo de 18 a 45 años 50 Criterios DSM-5
Sensibilidad 91 %
Especicidad 93 %
Punto de corte ≥5
Grodberg 2016 Población de alto riesgo de 18
meses a 5 años 45 Criterios DSM-5
Sensibilidad 94 %
Especicidad 100 %
Punto de corte ≥6
Cederlund 2019 Niños 2-5 años derivados para
evaluación 124
Criterios CIE-10
basado en DISCO-11 a
padres y Vineland II
Sensibilidad 75 %
Especicidad 78 %
Punto de corte ≥7
Betz 2019 Niños 18-68 meses: con TEA vs con
CND no-TEA vs desarrollo típico 108
Dx clínico usando la
Checklist for Autism
Spectrum Disorder
(CASD
Sensibilidad 81.2 %
Especicidad 90.5 %
Punto de corte ≥5
Øien 2020 Niños 3-12 años con síntomas de
TDAH y TEA 45 Criterios DSM-5 utili-
zando ADOS y ADI-R
Sensibilidad 93 %
Especicidad 77 %
Punto de corte ≥5
Galdino 2020
Niños de 3 a 18 años con TEA (130)
u otros diagnósticos psiquiátricos
(130)
260 Criterios DSM-5 y
CARS-BR
Sensibilidad 91 %
Especicidad 98 %
Punto de corte ≥4
Irarrázaval 2023
Niños de entre 1 y 17 años con de-
safíos en la comunicación o riesgo
de TEA
64 ADOS-2
Sensibilidad de 79 %
Especicidad de 92 %
Punto de corte ≥6
Yang 2023 Niños 2-11 años con riesgo de TEA 66 Criterios DSM-5
Sensibilidad 98 %
Especicidad 87 %
Punto de corte ≥6
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Materiales y métodos
Participantes
La muestra de este estudio estuvo conformada por ni-
ños y jóvenes que consultaron por preocupaciones so-
bre su desarrollo socio-comunicacional, y que fueron
evaluados en la Fundación Lucha contra la Enferme-
dad Neurológica Infantil (Fleni – Sede Escobar y Sede
Belgrano), la Fundación Ados (Ciudad de Buenos Ai-
res), el Centro de Desarrollo Infantil (Municipalidad
de San Carlos de Bariloche), el Programa Argentino
para Niños, Adolescentes y Adultos con Condiciones
del Espectro Autista (Martínez), la Facultad de Ciencias
Médicas de la Universidad Nacional de Rosario (CPE-
NI - Rosario) y el Hospital Nacional en Red “Lic. Lau-
ra Bonaparte” (Ciudad de Buenos Aires), en Argentina
entre abril de 2017 y marzo de 2020. La muestra del es-
tudio, incluyó a todas las personas (o bien sus padres o
cuidadores) que consintieron participar en el protocolo.
Procedimiento
En los seis centros participantes se aplicó un protocolo
de evaluación diagnóstica con un enfoque estandariza-
do que incluyó múltiples componentes. Primero, se rea-
lizó una evaluación diagnóstica clínica, que fue llevada
a cabo por un psiquiatra, pediatra del desarrollo o psi-
cólogo clínico con extensa experiencia en el diagnósti-
co de TEA y otras condiciones del desarrollo. Esta eva-
luación incluyó una entrevista clínica semiestructurada
con los padres o cuidadores y una observación basada
en el juego/conversación con el sujeto. La entrevista se-
miestructurada relevó el motivo principal de consulta,
la historia de la enfermedad actual, el funcionamiento
ecológico actual y los antecedentes psiquiátricos, médi-
cos y de desarrollo del sujeto. Los criterios del DSM-5
fueron utilizados para guiar la formulación diagnóstica
clínica de TEA versus no-TEA.
AMSE se administró en el contexto de la prime-
ra evaluación clínica o inmediatamente después. La
puntuación fue cargada en un formulario Google y
no fue utilizada otra vez por el examinador hasta el
procesamiento de los datos del estudio. Cuando fue
factible, un segundo evaluador se ubicó en la sala con
el evaluador principal durante las entrevistas clínicas
y utilizó AMSE para co-evaluar al paciente de manera
independiente con el n de medir la conabilidad en-
tre evaluadores. Las puntuaciones no se compartieron
en ningún momento entre los dos evaluadores.
Todos los clínicos habían recibido la capacitación
para implementar AMSE utilizando el curso de for-
mación en línea (original en inglés), que incluía ins-
trucciones sobre la puntuación y cuatro casos de prác-
tica (http://autismmentalstatusexam.com). Además,
realizaron una sesión de puntuación de delidad, a
distancia utilizando videoconferencia, con el primer
autor de este estudio, que incluía tres casos más. Para
el estudio actual, todos los clínicos que administraron
AMSE habían establecido previamente una conabili-
dad inter-evaluador del 95 %. Los clínicos entrenados
completaron AMSE basándose en el manual de pun-
tuación adaptado y traducido al español por el primer
autor, sin conocer el diagnóstico nal del niño ni los
resultados de otras evaluaciones estandarizadas. Los
clínicos que realizaron la puntuación de AMSE no
habían recibido ninguna capacitación especíca sobre
la herramienta antes de la formación para el estudio.
Sin embargo, AMSE había sido utilizado por el primer
autor en entornos clínicos durante aproximadamente
tres años antes del estudio, por lo que el autor estaba
familiarizado con el instrumento antes de su imple-
mentación en la investigación.
Cuando la evaluación clínica no era suciente para
llegar a un diagnóstico claro según los criterios del
DSM-5, la persona regresaba a la clínica para que un
neuropsicólogo independiente, sin conocimiento de la
puntuación de AMSE ni de las impresiones diagnósti-
cas del admisor, le administrara ADOS. Todos los datos
recibidos de la evaluación ADOS fueron transportados
al sistema de base de datos utilizando solo el diagnósti-
co categórico (TEA o no TEA) para simplicar el aná-
lisis, dado que la muestra incluía sujetos con amplios
rangos de edad y niveles de lenguaje. Todas las evalua-
ciones con ADOS fueron realizadas por evaluadores
con amplia experiencia en el campo neuropsicológico.
Este estudio se llevó a cabo de manera ciega, ya que
diferentes examinadores independientes puntuaron
AMSE y ADOS. Los evaluadores clínicos que comple-
taron AMSE no conocían las puntuaciones de corte
para el TEA, ya que estas se determinaron después
del análisis estadístico. El consenso clínico nal del
diagnóstico según los criterios del DSM-5 se alcanzó
considerando la información recopilada de la entre-
vista clínica y la historia del desarrollo, con los aportes
de un neuropsicólogo y un psicólogo especializados,
y considerando la información de ADOS cuando es-
tuviera disponible, pero sin considerar la información
de AMSE, solo conocida por el clínico admisor.
También se utilizaron evaluaciones de funciona-
miento adaptativo, de coeciente intelectual y de co-
municación y lenguaje, según estuvieran indicados
para guiar las decisiones de diagnóstico o tratamiento
y las recomendaciones, así como para estraticar la
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muestra para este estudio. El nivel de funcionamien-
to se determinó utilizando la segunda edición de la
Escala de Comportamiento Adaptativo de Vineland
(Vineland-II Cuestionario de Evaluación para Padres/
Cuidadores -VABs-2) en la mayoría de los centros. El
cuestionario de evaluación Vineland-II se distribuyó a
los padres/cuidadores por correo electrónico para ser
devuelto por el mismo medio al equipo de evaluación.
Las puntuaciones del cuestionario de evaluación para
padres/cuidadores de VABs-2 fueron procesadas en
el programa de datos Vineland-II por el investigador
para obtener las puntuaciones estándar para el Fun-
cionamiento Adaptativo Global. Cuando no se dispo-
nía de VABs-2, el nivel de funcionamiento se basó en
la puntuación de escalas de evaluación cognitiva o de
desarrollo estandarizadas; especícamente, una de las
escalas de Wechsler, es decir, Escala de Inteligencia de
Wechsler para Preescolar y Primaria, Cuarta Edición
(WPPSI-IV), Escala de Inteligencia de Wechsler para
Niños, Cuarta Edición (WISC-IV), Escala de Inteli-
gencia para Adultos de Wechsler (WAIS-IV), Escala
Mullen de Aprendizaje Temprano, o Escala Leiter de
inteligencia no-verbal, tercera edición (Leiter-3). Para
los participantes para quienes no se realizó una prue-
ba formal de nivel de inteligencia o de funcionamien-
to adaptativo, el nivel de funcionamiento fue estimado
clínicamente en la visita a la clínica utilizando infor-
mación sobre habilidades de desarrollo adquiridas de
evaluaciones y reportes previos (por ejemplo, reportes
escolares). A partir de esto los participantes se estrati-
caron según el nivel de funcionamiento, la capacidad
intelectual o el nivel de desarrollo en los siguientes
niveles: (1) Discapacidad intelectual (DI) profunda
o severa o nivel de funcionamiento adaptativo muy
descendido (CI 0–34 o equivalente), (2) DI modera-
da a leve o nivel de funcionamiento adaptativo bajo
(CI 35–69 o equivalente), (3) Inteligencia normal baja,
normal, o por encima del promedio o funcionamien-
to adaptativo promedio-bajo a muy superior (CI ≥ 70
o equivalente). La clasicación del nivel de lenguaje
del niño se basó en los niveles de lenguaje expresivo
presentados en la escala AMSE (es decir, “No verbal
- Palabras sueltas” para una puntuación de 2, “Frases
- Oraciones no desarrolladas” para una puntuación de
1, y “Puede hablar de otro tiempo y lugar - lenguaje
uido” para una puntuación de 0).
Aprobación ética y consentimiento informado
El estudio fue aprobado por la Junta de Revisión de la
Fundación Lucha contra la Enfermedad Neurológica
Infantil (Fleni). Durante la visita inicial a las clínicas,
se proporcionó a los participantes y a los padres o cui-
dadores un resumen de la investigación y formularios
de consentimiento para llevar al hogar y revisar. Si la
persona o el padre/cuidador decidía participar, rma-
ban el formulario de consentimiento y lo devolvían al
examinador, quien lo enviaba al investigador princi-
pal. Los participantes adultos rmaron el consenti-
miento informado previamente a ingresar al estudio,
los menores de 18 años o aquellos mayores con di-
cultades para comprender los términos del consen-
timiento, fueron consentidos por un padre o tutor, y
proporcionaron asentimiento verbal cuando fue apro-
piado. Los participantes y sus familiares recibieron re-
troalimentación junto con un informe detallado de la
evaluación diagnóstica.
Instrumentos de medición
Examen del Estado Mental del Autismo - AMSE
AMSE es una herramienta de observación diagnóstica
breve y gratuita que sirve para diferenciar el TEA de
otras condiciones del desarrollo. Fue desarrollada ori-
ginalmente por un equipo dirigido por el Dr. David
Grodberg, incluyendo psiquiatras infanto-juveniles,
pediatras del desarrollo y neurólogos pediátricos en
el Centro Seaver de Investigación y Tratamiento del
Autismo, en la Escuela de Medicina del Monte Sinaí.
AMSE estructura las observaciones directas por parte
del examinador para los ocho ítems incluidos, y pro-
porciona la oportunidad de registrar la información
clínica recibida del cuidador durante la evaluación.
Los primeros 3 ítems son puntuados únicamente por
el investigador y se relacionan con observaciones di-
rectas del niño, y los ítems 4-8 se puntúan basándose
tanto en la presentación del niño en la consulta como
en la información proporcionada por el cuidador. Las
puntuaciones más altas reejan una mayor severidad
de los síntomas. Los síntomas o comportamientos ob-
servados para los ítems 5, 7 y 8 se puntúan más alto
(2p) en comparación con la información sólo propor-
cionada por el cuidador (1p). Cada ítem se puntúa
con 0, 1 o 2 puntos dependiendo de la severidad de
los síntomas como se especica a continuación. Los
ocho ítems incluyen (1) Contacto visual (observado)
(≥ 3 segundos: 0 puntos, Fluctuante: 1p, Ninguno:
2p); (2) Interés en los demás (observado) (Inicia in-
teracción con el examinador 0 puntos, Solo responde
pasivamente 1p, Sin interés: 2p); (3) Habilidades de
señalamiento (observado) (Puede señalar o gesticular
hacia un objeto: 0 puntos, Solo sigue el señalamiento:
1p, Ninguno: 2p); (4) Lenguaje (reportado u observa-
do) (Puede hablar sobre otro momento o lugar: 0p,
Palabras sueltas/frases (≤ 3 palabras)/oraciones no
complejas: 1p, Sin lenguaje verbal: 2p); (5) Pragmática
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del lenguaje (reportado u observado) (No deteriorado
o No aplica: 0p, No puede manejar turnos o mantener
reciprocidad en los tópicos, o Entonación monótona
o extraña, reportados: 1p, observados: 2p); (6) Com-
portamientos repetitivos, estereotipias (reportados u
observados) Ninguno: 0 p, Comportamientos com-
pulsivos o insistencia en rutinas: 1p, Movimientos
repetitivos, Ecolalia o Habla estereotipada: 2p); (7)
Preocupaciones inusuales o persistentes (reportado
u observado) (ninguna: 0 puntos, Presente reporta-
do: 1p, observado: 2p); y (8) Sensibilidades inusuales
(reportado u observado) (Ninguna: 0p, Sensibilidad
aumentada o Alta tolerancia al dolor reportada: 1p,
observada: 2p) (Grodberg et al. 2012).
Con la autorización del Dr. David Grodberg,
AMSE fue traducido del inglés al español rioplaten-
se por el primer autor de este estudio, quien pulió la
traducción para que fuera más culturalmente apro-
piada y fácilmente comprensible, lo que se reejó en
el borrador nal de la versión en español de AMSE.
El trabajo de retro-traducción fue completado por un
traductor profesional que desconocía la versión origi-
nal en inglés y recibió la aprobación del Dr. Grodberg.
La versión en español de AMSE se estableció en 2016
después de este ciclo de traducción y retro-traducción y
posteriormente se utilizó para este estudio. Para asegu-
rar el uso adecuado de la versión en español de AMSE,
se realizó una capacitación especíca para todos los in-
vestigadores y clínicos que la deseen utilizar. Detalles
adicionales sobre el uso y la puntuación de AMSE en
español estarán disponibles en el sitio web https://ilina.
com.ar en el que estará subido el curso en línea gratui-
to. Este incluye casos simulados en video y viñetas en
texto, adaptadas del curso original en inglés (ya dispo-
nible en http://autismmentalstatusexam.com). AMSE,
al igual que cualquier otra herramienta de evaluación,
no puede ser utilizado de manera independiente para
diagnosticar TEA, sino que debe ser utilizado como
instrumento estandarizado de observación directa para
apoyo al juicio clínico del experto en el proceso diag-
nóstico de autismo y condiciones del desarrollo.
Guía de Observación para el Diagnóstico de
Autismo – ADOS y ADOS 2
ADOS es un instrumento observacional estandariza-
do y semiestructurado diseñado para ayudar a diag-
nosticar a individuos con trastorno del espectro au-
tista (Lord et al. 2000). La evaluación dura entre 45
y 60 minutos y se divide en cuatro módulos según el
nivel de lenguaje del individuo. ADOS combina juego
no estructurado con actividades estructuradas y pre-
guntas de entrevista para indagar en las característi-
cas sociales, comunicativas y conductuales asociadas
con el TEA. ADOS-2 (Lord et al., 2012) es la segunda
edición de la guía ADOS. ADOS-2 comprende cinco
módulos basados en la edad y la capacidad lingüística
(Módulo T para Niños Pequeños y Módulos 1-4). Exis-
ten dos puntuaciones límite: autismo y espectro autista.
En este estudio, se utilizaron los criterios de corte del
espectro autista en comunicación, socialización y pun-
tuaciones totales de comunicación y socialización para
determinar la clasicación diagnóstica en ADOS.
Escala de Comportamiento Adaptativo Vineland,
Segunda Edición (Vineland-II) Cuestionario de
Evaluación para Padres/Cuidadores
Se trata de un cuestionario de evaluación para padres/
cuidadores que ofrece una evaluación integral del
comportamiento adaptativo en tres áreas principales:
(1) Comunicación (receptiva, expresiva, escrita) (2)
Habilidades de la Vida Diaria (HVD) (personal, do-
méstica, comunitaria) y (3) Socialización (relaciones
interpersonales, juego y tiempo libre, habilidades de
afrontamiento). Además, se incluye un dominio de
Habilidades Motoras. A partir de las puntuaciones de
estas escalas, se puede derivar una puntuación están-
dar de Funcionamiento Adaptativo General (GAF)
(Sparrow et al. 2016).
Pruebas de inteligencia y desarrollo
Escala de Inteligencia de Wechsler para Preescolar y
Primaria, Cuarta Edición (WPPSI-IV): Es una prue-
ba de inteligencia diseñada para niños de 2 años y 6
meses a 7 años y 7 meses, que proporciona subescalas
y puntuaciones compuestas que representan el funcio-
namiento intelectual en comprensión verbal, capaci-
dad visual-espacial, memoria de trabajo, razonamien-
to uido y velocidad de procesamiento, así como una
puntuación compuesta que representa la capacidad
intelectual general del niño (Wechsler 2012).
Escala de Inteligencia de Wechsler para Niños, Cuarta
Edición (WISC-IV): Prueba de inteligencia diseñada
para niños de 6 años a 16 años y 11 meses, que propor-
ciona subescalas y puntuaciones compuestas que repre-
sentan el funcionamiento intelectual en comprensión
verbal, razonamiento perceptivo, memoria de trabajo y
velocidad de procesamiento, así como una puntuación
compuesta que representa la capacidad intelectual ge-
neral del niño (Wechsler, 2003).
Escala de Inteligencia para Adultos de Wechsler, Cuarta
Edición (WAIS-IV): es una prueba ampliamente utili-
zada diseñada para medir la capacidad cognitiva y la
inteligencia de adultos y adolescentes mayores entre
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Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
los 16 y los 90 años. Consta de 10 subescalas básicas
y 5 complementarias, que en conjunto proporcionan
una evaluación completa del funcionamiento inte-
lectual de un individuo. La prueba arroja varias pun-
tuaciones, incluido el coeciente intelectual, escala
completa (FSIQ), que se deriva de las subescalas prin-
cipales (Wechsler, 2008).
La Escala de Mullen de Aprendizaje Temprano: es una
herramienta de evaluación que mide el desarrollo
temprano de los niños desde el nacimiento hasta los
5 años y 8 meses. Este sistema evalúa varias áreas del
desarrollo, incluyendo habilidades motoras gruesas,
recepción visual, habilidades motoras nas, lenguaje
expresivo y receptivo (Mullen, 1995).
Leiter-3: La Escala de Desempeño Internacional Lei-
ter es una prueba de inteligencia no verbal diseñada
para evaluar las habilidades cognitivas sin depender
de la comunicación verbal. Esto la hace especialmen-
te útil para personas con discapacidades del habla o
de la audición, hablantes no nativos y aquellos en el
espectro autista. La versión más reciente, Leiter-3, cu-
bre un rango de edad de 3 años a 75+ años e incluye
tareas que miden diversas funciones cognitivas como
la memoria, la atención y el razonamiento no verbal
(Gordon & Miller, 2013).
Métodos estadísticos y análisis de datos
Para validar esta versión en español de AMSE, se eva-
luaron la abilidad inter-evaluadores, la consistencia
interna y el rendimiento diagnóstico del instrumento
tomando como referencia el diagnóstico de consenso
según los criterios del DSM-5. Además, se analizaron
variables como edad, sexo, nivel de funcionamiento
adaptativo (o en su defecto la capacidad intelectual /
índice de desarrollo) y nivel de lenguaje expresivo de
los participantes en comparación con las puntuacio-
nes obtenidas en AMSE. El propósito de este análisis
fue la estraticación de la muestra para evaluar si se
podría mejorar la sensibilidad y especicidad varian-
do los puntos de corte en función de la edad, el sexo,
el lenguaje o el nivel de funcionamiento.
El conjunto de datos original recopilado fue ingre-
sado en un formulario de Google para cada partici-
pante y exportado a una hoja de cálculo de Excel y
de allí al paquete estadístico para las ciencias sociales
SPSS en su versión 27. El análisis de datos incluyó el
cálculo de medidas de tendencia central, variabilidad
y distribución de frecuencias; las estadísticas descrip-
tivas se presentan como media, desviación estándar,
mediana, mínimo y máximo para las variables con-
tinuas y como números y porcentajes para las varia-
bles categóricas. El sexo del individuo (masculino,
femenino u otro) se trató como variable categórica;
el índice de funcionamiento y el nivel de lenguaje se
trataron como ordinales; y la edad como una variable
continua. Las comparaciones de grupos se realizaron
utilizando pruebas de chi-cuadrado para variables di-
cotómicas, chi-cuadrado de Mantel-Haenszel para va-
riables categóricas ordinales y pruebas t de muestras
independientes para variables continuas. El coecien-
te de correlación de Spearman se utilizó para analizar
la relación entre las variables. Finalmente, se calcula-
ron la sensibilidad, especicidad y valores predictivos
positivos y negativos para diferentes cortes de AMSE,
primero con la muestra completa y luego estratican-
do por sexo, edad, nivel adaptativo y de lenguaje. Se
utilizó un corte del 5 % para la signicación estadís-
tica. Se estableció un punto de corte para AMSE que
maximiza la precisión diagnóstica general (basada
en el diagnóstico clínico de consenso) y minimiza la
diferencia entre sensibilidad y especicidad. Con este
punto de corte, se calcularon la sensibilidad (porcentaje
de sujetos correctamente identicados con TEA por la
puntuación de AMSE sobre el total de niños con TEA)
y la especicidad (porcentaje de niños correctamente
identicados sin TEA sobre el total de niños sin TEA).
Se compararon las distribuciones de las puntuaciones
de AMSE entre las dos muestras (TEA y No-TEA) uti-
lizando la prueba de U de Mann-Whitney.
Luego se realizó un análisis de curva de caracte-
rísticas operativas del receptor (ROC) para medir la
discriminación dentro de la población de referencia.
Se calcularon la sensibilidad y especicidad de AMSE
utilizando el diagnóstico clínico en todos los umbrales
enteros. Se trazaron curvas ROC generales y se cal-
cularon las áreas bajo la curva utilizando el método
trapezoidal. La curva ROC es un método que ilustra
la relación entre la tasa de verdaderos positivos y la
tasa de falsos positivos de una prueba diagnóstica. El
análisis de curva ROC muestra simultáneamente la lí-
nea que representa cada punto de corte y su tasa de
verdaderos positivos (sensibilidad) y tasa de falsos po-
sitivos (1 - especicidad) asociada. El punto en la línea
que está más distante de la diagonal verdadera indica
el punto de corte con la mayor sensibilidad y especi-
cidad. El área bajo la curva (AUC, por sus siglas en
inglés “Area Under the Curve”) se utilizó para reejar
la precisión de la prueba, indicando qué tan bien la
prueba separa a los individuos con TEA de aquellos
sin TEA. Un AUC de 1.0 indica una prueba con capa-
cidad discriminativa perfecta, mientras que un AUC
de 0.5 reeja una prueba sin capacidad discriminativa,
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Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
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similar a un modelo que clasica al azar. Se realizó un
análisis post hoc de subgrupos para examinar los efec-
tos del sexo, la edad, el nivel de funcionamiento y el
nivel de lenguaje en las puntuaciones de AMSE dentro
de cada muestra. Además, se evaluó si la variación del
punto de corte según estas variables podría optimizar
la sensibilidad y/o especicidad de AMSE. En última
instancia, el presente estudio también llevó a cabo un
análisis de la curva ROC, comparando las puntuacio-
nes totales de AMSE con el resultado de ADOS (posi-
tivo o negativo para TEA) en un subgrupo de partici-
pantes (n = 249) (objetivo secundario).
La conabilidad inter-evaluador se midió median-
te el coeciente Kappa de Cohen. Kappa mide el grado
de concordancia de las evaluaciones nominales u or-
dinales realizadas por diferentes evaluadores cuando
se evalúan las mismas muestras. El valor de Kappa
varía entre -1 y 1. Un valor de 1 indica un acuerdo
perfecto, 0 indica un acuerdo equivalente al azar y -1
indica un desacuerdo completo. La consistencia inter-
na se determinó utilizando el alfa de Cronbach, con
el n de estimar la conabilidad de la prueba. Valores
de alfa de Cronbach entre .70 y .90 indican una buena
consistencia interna.
Resultados
Participantes
Como se muestra en la Tabla 2, participaron 313 suje-
tos consecutivos; se incluyeron 237 hombres (75.6 %)
y 76 mujeres (24.4 %), con una proporción hombre:-
mujer de aproximadamente 3,12:1. La totalidad de los
participantes recibieron un diagnóstico nal de con-
senso (basado en los criterios del DSM 5), resultando
dos subgrupos, un grupo con TEA (n=165, 52.72 %)
y un grupo sin TEA (n=148, 47.28 %) (ver Tabla 2).
Con edades comprendidas entre 2 y 31 años (M=6.11;
DE=4.75) al momento de la admisión. La mayoría (96
%) tenía menos de 18 años de edad, y el 68 % menos
de 6 años de edad (ver Tablas 3 y 4).
De los participantes que no cumplieron con los cri-
terios de TEA según DSM-5, 83 (56,08 %) recibieron
otros diagnósticos del DSM-5 (sin contar DI) siendo
el más frecuente el trastorno especíco del lenguaje.
De los que cumplieron criterios para TEA, 21 (12.7%)
recibieron otros diagnósticos asociados (sin contar
DI). La Tabla 5 muestra los diagnósticos para todos
los participantes. En términos de desarrollo del len-
guaje, el 71.2 % no tenía lenguaje uido (el 44.4 % era
mínimamente verbal y el 26.6 % de la muestra total
tenía lenguaje en frases); la diferencia entre los grupos
puede verse en la Tabla 6.
El nivel de funcionamiento se determinó utilizan-
do VABs-2 en la mayoría de los casos (91 %). En los
centros en los que no se utilizaba VABs-2, el nivel de
funcionamiento se estimó utilizando una de las me-
didas de coeciente intelectual o de índice de desa-
rrollo (ver “instrumentos de medición” en el apartado
de Métodos). Para 19 participantes no se realizó una
prueba formal de inteligencia o funcionamiento y su
nivel adaptativo fue estimado clínicamente en la visita
a la clínica utilizando información sobre habilidades
del desarrollo adquiridas de evaluaciones y reportes
previos (por ejemplo, reportes escolares recientes, an-
tecedentes de repitencia o de adaptaciones de conte-
nido, concurrencia a escolaridad especial o índices de
desarrollo previos). El nivel de funcionamiento adap-
tativo identicó que el 47.6 % (n=149) no tenía DI (CI
por encima de 70 o funcionamiento adaptativo en el
Tabla 2. Datos demográcos de la muestra: sexo
Sexo / Dx TEA No-TEA Total
Varón 139 84.2 % 98 65.5 % 237 75.6 %
Mujer 26 15.8 % 50 34.5 % 76 24.4 %
Otro - - - - - -
Total 165 52,7 % 148 47,3 % 313 100 %
Tabla 3. Datos demográcos de la muestra: edad
Sexo / Dx TEA (n: 165) No-TEA (n: 148) Total (n: 313)
Mínima 2 2 2
Máxima 23 31 31
Media 5.8 6.5 6.1
Desvío estándar 4 5.4 4.8
23
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
Tabla 4. Datos demográcos de la muestra: frecuencias por años de edad
Edad en años Frecuencia %
2 43 13.7
3 82 26.3
4 45 14.6
5 28 8.9
6 15 4.8
7 15 4.8
8 12 3.8
9 15 4.8
10 6 1.9
11 8 2.5
12 10 3.2
13 4 1.3
14 10 3.2
15 4 1.3
16 3 1.0
17 3 1.0
18 2 .6
19 1 .3
20 2 .6
23 2 .6
24 1 .3
26 1 .3
31 1 .3
Total 313 100.0
Tabla 5. Datos demográcos de la muestra: diagnósticos asociados (sin considerar discapacidad intelectual)
Diagnósticos asociados TEA No-TEA Total
Sin otro diagnóstico psiquiátr. 144 87.3 % 65 43.9 % 209 66.8 %
Tr. lenguaje 13 7.9 % 32 21.6 % 45 14.5
Tr. conducta 1 .6 % 12 8.1 % 13 4.1
TDAH 3 1.8 % 13 8.8 % 16 5.2
Trastorno de ansiedad 1 .6 % 11 7.4 % 12 3.8
TEPT - 0 % 3 2.0 % 3 1.0
Trastornos afectivos 1 .6 % 6 4.1 % 7 2.2
Trastorno de aprendizaje 1 .6 % 1 .7 % 2 .6
Esquizofrenia - 0 % 2 1.4 % 2 .6
Trastorno pragmático - 0 % 1 .7 % 1 .3
Trastorno de personalidad - 0 % 1 .7 % 1 .3
Trastorno de la coordinación - 0 % 1 .7 % 1 .3
TOC 1 .6 % - 0 % 1 .3
Total 165 100 % 148 100 % 313 100 %
24
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
rango normal o superior), el 38.1 % (n=120) tenía DI
leve a moderada, mientras que el 14.3 % (n=44) tenía
una DI severa a profunda o un funcionamiento adap-
tativo muy bajo (ver nivel de funcionamiento según
grupo TEA o no-TEA en Tabla 7).
La conabilidad entre evaluadores se evaluó utili-
zando el coeciente kappa de Cohen con 32 partici-
pantes (23 hombres, 9 mujeres) de edades compren-
didas entre 2 y 16 años (M = 4,06; DE = 2.76) para
diferenciar TEA de no-TEA entre 2 evaluadores inde-
pendientes, arrojando un valor de kappa de .97
Consistencia interna
La homogeneidad de los ítems de AMSE y su con-
sistencia interna se determinaron utilizando el alfa
de Cronbach. Los ocho ítems de AMSE obtuvieron
un coeciente alfa de .75, lo que sugiere una consis-
tencia interna moderada (Cicchetti, 1994). La elimi-
nación del ítem 5 (lenguaje pragmático) aumenta el
coeciente alfa a .80. Esto podría deberse al hecho de
que la puntuación del ítem 5 está condicionada por el
puntaje obtenido en el ítem 4 (nivel de lenguaje). Cada
sujeto que obtuvo un nivel de lenguaje (ítem 4) peor
que 0 (lenguaje uido) automáticamente obtuvo un 0
en el ítem 5 (tal como indica el manual de puntuación
de AMSE), lo que llevó a un mayor porcentaje de pun-
tuación de 0 en el ítem 5 en la muestra (ver Tabla 8).
Las distribuciones de las puntuaciones de AMSE
de los dos grupos, TEA y No-TEA se resumen en la
Tabla 9. Las puntuaciones totales de AMSE para los
participantes que cumplen con los criterios del DSM-
5 de TEA oscilaron entre 1 y 14 puntos (M = 7.18;
DE = 2.44); mientras que aquellos que no cumplieron
con los criterios oscilaron entre 0 y 9 (M = 1.83, DE=
1.80). Al utilizar el diagnóstico de consenso de TEA
o No-TEA, las puntuaciones de AMSE presentaron
diferencias estadísticamente signicativas (t (313) =
22.1, p < .001). Asimismo se observaron diferencias
según el nivel de funcionamiento [F (2, 313) = 51.35,
p < .001], nivel de lenguaje [F (2, 313) = 53.98, p <
.001] y el sexo (t (313) = 4.52, p < .001). Se observaron
puntuaciones más altas de AMSE en los participantes
diagnosticados con TEA, aquellos con DI, los menos
uidos en el lenguaje y los varones.
Precisión de AMSE basado en el diagnóstico
nal de consenso
La precisión diagnóstica del AMSE se evaluó mediante
la medida no paramétrica del área bajo la curva de la
característica operativa del receptor (ROC). El análisis
de la curva ROC se utilizó para determinar el punto
de corte óptimo para AMSE en comparación con un
diagnóstico nal de TEA utilizando el consenso clíni-
co basado en los criterios del DSM-5. Del total de la
muestra de 313 participantes, 165 (52 %) cumplieron
con los criterios de TEA utilizando el consenso clínico.
El área bajo la curva ROC (AUC) fue de 0,96 [inter-
valo de conanza (IC) del 95 % 0,94–0,98] (Figura 1).
El puntaje de corte de AMSE que maximizó el acuerdo
con el diagnóstico clínico y minimizó la diferencia en-
tre sensibilidad y especicidad en la muestra completa
fue mayor o igual a 5 (≥5) (ver Tabla 10, Figura 1). Con
este puntaje de corte, el AMSE arrojó una sensibilidad
del 90,71 % y una especicidad del 92,17 %.
Precisión de AMSE en comparación con el
resultado de ADOS
ADOS fue implementado para 249 individuos (79 %
de la muestra total) como parte del proceso de diag-
nóstico. La diferencia de tiempo entre la toma de
AMSE y ADOS nunca fue superior a 30 días. En 64
individuos incluidos en el estudio (20 %), no se rea-
lizó una entrevista ADOS ya que no era clínicamente
necesario (por ejemplo, la evaluación clínica fue su-
Tabla 6. Datos demográcos de la muestra: nivel de lenguaje
Nivel de lenguaje TEA No-TEA Total
No verbal–Palabras sueltas (1) 99 60.4 % 40 27 % 139 44.6 %
Frases breves (2) 35 21.3 % 48 32.4 % 83 26.6 %
Fluido (habla de otro lugar y tiempo (3) 31 18.3 % 60 40.6 % 91 28.8 %
Tabla 7. Datos demográcos de la muestra: nivel de funcionamiento
Nivel de funcionamiento TEA No-TEA Total
Normal o superior (ej.CI >70) (3) 54 32.7 % 96 64.9 % 150 47.6 %
Bajo (ej.: CI 69-40) (2) 75 45.5 % 44 29.7 % 119 38.1 %
Muy bajo (ej. CI <39) (1) 36 21.8 % 8 5.4 % 44 14.3 %
25
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
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Tabla 8. Consistencia Interna AMSE
Media DS
Correlación
elemento-total
corregida
Alfa de Cronbach
(si se elimina el
elemento)
AMSE_1. Contacto visual .3270 .54516 .570 .709
AMSE_2. Interés en los demás .5460 .64364 .558 .705
AMSE_3. Habilidad de señalamiento .4508 .74864 .531 .707
AMSE_4. Lenguaje .7556 .74479 .425 .728
AMSE_5. Pragmática del lenguaje .2635 .66565 -.028 .800
AMSE_6. Comp. repetitivos/estereotipias 1.0413 .90375 .578 .696
AMSE_7. Preocupaciones .5810 .75013 .493 .715
AMSE_8. Sensibilidades inusuales .6825 .63910 .520 .712
Tabla 9. Distribución de puntuaciones de AMSE
Ítem TEA No-TEA
x SD x SD
1. Contacto visual .57 .63 .05 .23
2. Interés en los demás .85 .66 .20 .42
3. Habilidad de señalamiento .77 .86 0.9 .32
4. Lenguaje 1.03 .77 .45 .59
5. Pragmática del lenguaje .40 .79 .12 .44
6. Comportamientos repetitivos/estereotipias 1.61 .65 .42 .71
7. Preocupaciones .97 .78 .16 .40
8. Sensibilidades inusuales .99 .56 .35 .55
Tabla 10. Sensibilidad y especicidad de los puntajes
de corte del AMSE para el diagnóstico clínico de mejor
estimación de TEA basado en los criterios DSM-5.
Punto de corte Sensibilidad Especicidad
.5 1.0 .69
1.5 .99 .47
2.5 .98 .34
3.5 .96 .20
4.5 .90 .07
5.5 .73 .03
6.5 .55 .01
7.5 .42 .01
8.5 .29 .01
9.5 .16 0
10.5 .09 0
11.5 .05 0
12.5 .03 0
13.5 .01 0
15 0 0
Figura 1. Curva ROC para AMSE basado en el diagnóstico
de consenso DSM-5
Área bajo la curva: variables de resultados de contraste
AMSE total
Área Error tip. Sig.
asintótica
Intervalo de conan-
za asintótico al 95%
Límite
superior
Límite
inferior
.962 .010 .000 .943 .982
26
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
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ciente para llegar a un claro diagnóstico según los
criterios del DSM-5) (ver Tabla 11). El 64 % (n=160)
cumplió con los criterios para el TEA según ADOS. La
relación entre las puntuaciones totales de AMSE y la
clasicación de ADOS también se examinó utilizando
un análisis de curva ROC. El área bajo la curva ROC
fue de .93 (IC 95 % [.90–.96]) (ver Tabla 12 y Figura
2) y una puntuación de ≥5 produjo un punto de corte
con una sensibilidad del 88 % y una especicidad del
85 % (ver Tabla 8). Cuando se utilizó solo el ADOS
para el diagnóstico, identicó el 95 % de verdaderos
positivos y el 90.8 % de verdaderos negativos en com-
paración con el diagnóstico clínico nal de consenso
[x2 (1, 247) = 181.85, p < 0.001].
Precisión de AMSE basado en el diagnóstico
nal de consenso estraticando la muestra
Se analizó si la variación del punto de corte según
sexo, diferentes edades, niveles de funcionamiento
adaptativo o niveles de lenguaje podría mejorar la
sensibilidad y/o especicidad de AMSE. El cambio
de punto de corte según el sexo no produjo diferen-
cias signicativas en la sensibilidad o especicidad de
AMSE en base al diagnóstico clínico nal de consenso.
Tampoco se logró optimizar la conabilidad de la esca-
la variando el punto de corte mediante la división de la
muestra según el nivel de lenguaje o de funcionamiento
adaptativo. En el caso de la estraticación por edad no
se vieron mejoras signicativas al cambiar el punto de
corte. Sin embargo, al combinar algunas de estas varia-
bles, sí se pudieron hallar subgrupos con potencialidad
para mejorar la sensibilidad o la especicidad, bajan-
do o elevando el punto de corte (respectivamente). Por
ejemplo, si para el grupo de sujetos mayores de 13 años
con nivel de funcionamiento promedio a superior se
utiliza un puntaje de corte ≥4, arroja un 95 % de sensi-
bilidad de AMSE sin disminuir la especicidad, lo cual
mejoraría la precisión al compararlo con el uso del pun-
to de corte de 5 para toda la población.
Discusión y conclusiones
Este estudio tuvo como objetivo primario investigar
la capacidad de la versión en español de AMSE para
diferenciar correctamente a los pacientes con TEA de
los no-TEA al compararlo con el diagnóstico clínico
experto basado en los criterios del DSM-5, en una
muestra de niños, adolescentes y adultos (n:313) que
consultaron en 5 servicios de salud mental en cuatro
ciudades de Argentina. Los resultados determinaron
que una puntuación total de ≥5 es el corte óptimo de
AMSE para individuos con características de TEA con
una muy buena sensibilidad y especicidad. Aumen-
tar el puntaje de corte a ≥6 mejoró la especicidad a
97 % pero redujo la sensibilidad de AMSE al 72 %.
La versión en español del AMSE identicó el 90,3 %
de los verdaderos positivos (TEA) (valor predictivo
positivo) y el 92,6 % de los verdaderos negativos (No
TEA) (valor predictivo negativo) en comparación con
el diagnóstico clínico nal de consenso [x2 (1, 313) =
214,42, p < 0,001]. Un punto de corte de ≥5 también
se determinó como el óptimo al comparar las puntua-
ciones totales de AMSE con los resultados de ADOS
en términos de diferenciar TEA de no-TEA en una
submuestra (objetivo secundario).
Se utilizó una muestra estraticada a partir de cua-
tro características, edad, sexo, nivel de lenguaje y nivel
de funcionamiento adaptativo. Se evaluó si la varia-
ción del punto de corte según estas variables podría
optimizar la sensibilidad y/o especicidad de AMSE.
Para esto, se dividió la muestra en 54 grupos, combi-
nando: cuatro categorías etarias (0-30 meses, 31 meses
– 5 años, 6-12 años y ≥13 años), dos categorías sexua-
les (varón y mujer, ya que no hubo en esta muestra
otras variantes), tres niveles de funcionamiento adap-
tativo (muy bajo, bajo y promedio a superior) y tres
niveles de lenguaje expresivo (sin lenguaje a palabras
sueltas, frases no complejas y lenguaje uido). Se ana-
Tabla 11. Diagnóstico según ADOS.
Diagnóstico
(TEA / no-TEA) Frecuencia %
% sobre los que
tienen ADOS
TOMADA
(n:249)
ADOS No puntúa TEA 89 28.3 35.7
ADOS Puntúa TEA 160 50.8 64.3
Total 249 79.0 100.0
SIN ADOS TOMADA 64 20.0
Total 313 100.0
27
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
lizó si alguna de estas 54 combinaciones (por ejemplo
“varones – preescolares – con nivel de funcionamiento
muy bajo – y nivel de lenguaje hasta palabras sueltas”)
podría tener un punto de corte diferente (por ejemplo
4) que mejore la sensibilidad o la especicidad (como
se describe en Suren -2019- para el Cuestionario de
Comunicación Social (SCQ), donde se mostró que
para los niños más pequeños, descendiendo el punto
de corte de SCQ mejoraba la sensibilidad de la esca-
la). Al analizar para cada subgrupo los resultados de
elevar a 6 o disminuir a 4 el punto de corte, casi no se
hallaron subgrupos que aumentaron la especicidad
de la escala sin empeorar la sensibilidad, ni que me-
joraron la sensibilidad sin perjudicar la especicidad.
La excepción fue el subgrupo de ≥13 años con nivel
de funcionamiento normal a superior (independien-
temente del nivel de lenguaje o sexo), en el cual un
punto de corte de 6 podría mejorar la especicidad
de la escala disminuyendo el número de falsos posi-
tivos; arrojando un 95 % de especicidad de AMSE
sin disminuir la sensibilidad, lo cual mejoraría la pre-
cisión al compararlo con el uso del punto de corte de
5 para toda la población. Sin embargo, este subgrupo
de sujetos de 13 años o más sin DI en esta muestra
es demasiado pequeño (15 casos) como para basarse
en esta submuestra para sugerir cambiar el punto de
corte para los adolescentes y adultos sin DI en la uti-
lización futura de la escala. Deberá investigarse esta
posibilidad con un número mayor de adolescentes y
adultos en un estudio futuro.
La muy buena sensibilidad y especicidad en-
contradas respalda tanto la utilidad clínica de AMSE
como su capacidad para apoyar los diagnósticos de
TEA en el contexto de protocolos de investigación. Es
importante destacar que los sujetos participantes en
este estudio fueron derivados a los centros de salud en
en base a preocupaciones en relación a la comunica-
ción social y/o la exibilidad, lo cual enfatiza la rele-
vancia clínica del instrumento, destinado a individuos
para quienes hay razones para creer que el resultado
de la prueba puede ser positivo para TEA. La cona-
bilidad inter-evaluador resultó excelente (kappa= .97)
en coincidencia con estudios anteriores (Grodberg et
al. 2012). Se trató del primer estudio de validación de
la versión de AMSE en español; el proyecto de este
estudio se presentó en el congreso de la Sociedad In-
ternacional de Investigación en Autismo (INSAR) de
2016 en Salt Lake City, los resultados preliminares en
el congreso regional de INSAR en Puerto Varas, Chile,
en 2019 y los resultados principales fueron presenta-
dos en el congreso de INSAR de 2022 en Austin, Texas.
A pesar de los resultados alentadores en cuanto a
sensibilidad, especicidad y conabilidad inter-eva-
luador, es fundamental subrayar que AMSE no debe
considerarse un sustituto de una evaluación diagnós-
tica completa. Su valor radica en su utilidad como
herramienta de apoyo al juicio clínico, especialmen-
te en contextos donde el acceso a instrumentos más
complejos como ADOS es limitado. Por ello, se reco-
mienda su uso por profesionales con experiencia en
el diagnóstico de TEA, como parte de un abordaje
diagnóstico integral que contemple múltiples fuentes
de información.
Tabla 12. Sensibilidad, especicidad y puntaje de corte
del AMSE en comparación con el diagnóstico según
ADOS.
Punto de corte Sensibilidad Especicidad
.5 1.0 .81
1.5 .99 .61
2.5 .98 .47
3.5 .94 .31
4.5 .88 .16
5.5 .73 .03
6.5 .55 .02
7.5 .42 .01
8.5 .28 .01
9.5 .14 .01
10.5 .08 .0
11.5 .05 .0
12.5 .04 .0
13.5 .01 .0
15. .0 .0
Figura 2. Curva ROC para AMSE basada en el diagnóstico
de TEA según ADOS
Los segmentos diagonales con producios por los empates
28
Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
Por último, al revisar los estudios anteriores de va-
lidación de AMSE, se observó que los respectivos aná-
lisis estadísticos arrojaron diferentes puntos de corte
óptimos (ver Tabla 1). Estas diferencias podrían de-
berse a diferencias en la composición de las muestras
(diferentes distribuciones de edad, de nivel de funcio-
namiento y lenguaje, condiciones asociadas, pacientes
con o sin sospecha de TEA, entre otros); a diferencias
culturales entre las regiones; a diferentes nosografías
y/o escalas utilizadas como estándar de comparación;
a posibles diferencias en las traducciones y adaptacio-
nes de AMSE o en los entrenamientos recibidos para
el uso adecuado de la escala; entre otros factores. Se-
ría importante realizar nuevos estudios con muestras
estraticadas con tamaños sub muestrales adecuados,
con población de diferentes regiones, teniendo en
cuenta todos estos factores.
Limitaciones
Aunque este estudio demuestra la alta precisión de la
clasicación de AMSE, se deben abordar algunas li-
mitaciones. En primer lugar, si bien los promedios de
edad son similares entre los grupos de TEA y no-TEA
en la muestra utilizada, se encontraron diferencias
signicativas entre los grupos, tanto en la distribución
entre sexos (84 % de varones en el grupo TEA ver-
sus 65 % en el grupo no-TEA), como en el nivel de
lenguaje (60,4 % sin lenguaje verbal o palabras sueltas
en el grupo TEA versus 27 % en el grupo no-TEA) y
en el nivel de funcionamiento (32,7 % del grupo TEA
tienen CI de 70 o mayor; versus 64 % en el grupo no-
TEA). Estas diferencias pudieron haber sesgado los
resultados. A su vez, la representación de adolescentes
y adultos (de 13 años o más) en la muestra es relati-
vamente baja (n:34, 11,7 %) en comparación con la
de niños (≤12 años), lo que afecta comparativamente
la conabilidad de los resultados para aquella franja
etaria (aunque en el estudio previo de Grodberg et
al. (2014) con adultos con lenguaje uido, AMSE ha-
bía mostrado muy buena conabilidad utilizando un
punto de corte de 5). Este punto deberá ser abordado
en investigaciones a futuro considerando la escasez de
herramientas conables para el apoyo al diagnóstico
en adultos y la falta de consenso para evaluar el autis-
mo en esta población (ver por ejemplo Conner et al.,
2019), teniendo en cuenta que AMSE tiene potencial
como medida estandarizada rápida para guiar el juicio
clínico en mayores de 17 años. Otra limitación es que,
si bien la muestra consta de 313 casos, la generaliza-
ción de los resultados sigue siendo limitada a partir de
que la cantidad de casos en cada subgrupo continúa
siendo reducida. Estudios futuros deben examinar el
uso del AMSE en muestras más grandes con estrati-
cación por sexo, edad, diagnósticos asociados, nivel
de lenguaje y nivel de funcionamiento cognitivo y
adaptativo, que permitan un adecuado tamaño mues-
tral para cada uno de los subgrupos resultantes de la
combinación de esas categorías.
Por otro lado, es importante mencionar que a pe-
sar de la buena conabilidad que muestran los resul-
tados de este estudio, se encontró un porcentaje de
falsos positivos y falsos negativos utilizando AMSE,
por lo cual sigue siendo crítico que en los casos en los
que un clínico no tenga experiencia en el diagnósti-
co de TEA o cuando surge una presentación clínica
complicada, AMSE no debe sustituir una evaluación
diagnóstica completa. En tales casos, se deben realizar
las derivaciones necesarias para una evaluación adi-
cional. También es importante destacar que el nivel de
sensibilidad y especicidad encontrado en este estu-
dio depende del uso conable del AMSE. Se necesita
más investigación para determinar las propiedades
psicométricas de AMSE entre los clínicos con dife-
rentes niveles de experiencia y pericia. Se recomienda
que AMSE no sea utilizado por clínicos sin experien-
cia diagnóstica especíca en TEA. Aunque los clínicos
con menos experiencia pueden tener la capacidad de
aprender rápidamente cómo administrar el AMSE, la
puntuación y la interpretación sólo pueden ser reali-
zadas por clínicos que tengan experiencia en realizar
diagnósticos de TEA en primer lugar.
Los resultados de este estudio respaldan el uso de
AMSE como una herramienta diagnóstica breve, con-
able y culturalmente adaptada para apoyar el diag-
nóstico clínico de TEA en contextos clínicos de habla
hispana. Su alta sensibilidad y especicidad, junto con
su facilidad de administración y bajo costo, lo posi-
cionan como una alternativa especialmente valiosa
en regiones donde el acceso a instrumentos como
ADOS es limitado por barreras económicas, geográ-
cas o de capacitación profesional. En este sentido, se
recomienda la incorporación de AMSE como parte
de protocolos diagnósticos escalonados, en los que
pueda utilizarse como herramienta de apoyo al juicio
clínico en la primera línea de atención. Su implemen-
tación puede facilitar la identicación temprana de
casos sospechosos de TEA, optimizando la derivación
a evaluaciones más exhaustivas cuando sea necesario.
Su implementación, puede contribuir a reducir la bre-
cha diagnóstica en autismo, especialmente en pobla-
ciones vulnerables o desatendidas.
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Validación del Examen del Estado Mental en Autismo en español: sensibilidad y especicidad...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 14-30.
Conicto de intereses: los autores declaran no tener
conictos de intereses. Este estudio no contó con nan-
ciación de ningún tipo.
Agradecimientos: a todos los participantes y a sus fa-
milias, así como a los psiquiatras, pediatras, psicólogos
y demás profesionales de la salud y coordinadores de in-
vestigación que ayudaron con la recopilación de datos,
con la corrección del manuscrito nal y con otras tareas
y apoyo logístico durante el desarrollo del estudio. En
particular queremos agradecer a Luciana Arancibia,
Soledad Burrone, Claudia Cabrera, Arianna Gervaso,
Ivana Gizzi, Ignacio Gómez de la Fuente, Brenda Gross-
kopf, Florencia Frizzera, Lorena Giselle Vetere, Pierina
Landol, Mariela López, Gabriela Lupo, Anahí Luque,
María Gabriela Morell, Ramiro Pérez Martín, Analía
Prieto, Florencia Salaberry, Silvina Schwemm, Magda-
lena Urruspuru, Damián Ursino, Bernardo Vilariño,
Antonella Zampini, Julio Cukier y Fundación Ados.
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Investigación original
31
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 31-40. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.942
RECIBIDO 2/9/2024 - ACEPTADO 28/4/2025
1.Docteur en Psychopathologie de l'Université de Toulouse. Investigadora independiente de la Comisión de Investigaciones Cientícas de la provincia
de Buenos Aires. Instituto de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Laboratorio de Investigaciones en Psicopatología y
Psicoanálisis de la Universidad Nacional de La Plata. Buenos Aires, Argentina. https://orcid.org/0000-0003-2946-8806
2.Licenciada en Sociología. Directora Asociada del Hospital Esteves. Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires. Instituto de Ciencias de la
Salud de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Buenos Aires, Argentina. https://orcid.org/0000-0003-3882-7727
3.Licenciada en Psicología. Docente investigadora de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Instituto de Ciencias de la Salud. Buenos Aires, Argentina.
4.Licenciada en Psicología. Docente investigadora de la Universidad Nacional Arturo Jauretche. Instituto de Ciencias de la Salud. Buenos Aires, Argentina.
https://orcid.org/0009-0006-8887-984X
Autora correspondiente
Julieta De Battista
julietadebattista@gmail.com
Institución en la que se realizó la investigación: Hospital Esteves. Instituto de Ciencias de la Salud. Universidad Nacional Arturo
Jauretche. Comisión de Investigaciones Cientícas de la provincia de Buenos Aires.
Resumen
Introducción: Esta investigación surgió de una situación problemática detectada por el equipo del Hospital Es-
teves: la necesidad de las mujeres internadas de relatar sus vivencias durante la pandemia y el posible impacto
que el connamiento produjo en el trabajo de externación. Objetivo: producir conocimiento sobre el abordaje
de la salud mental en contexto de pandemia por COVID-19 desde la perspectiva de las usuarias internadas
y visibilizar la situación de estas mujeres con el n de contribuir a la reducción de los estigmas. Materiales y
métodos: La investigación utilizó grupos focales, con 8 participantes, seleccionadas intencionalmente. Se realizó
proceso de consentimiento informado aprobado por comité de ética. Resultados: El análisis arrojó algunas sig-
nicaciones convergentes. Las usuarias resaltaron la sensación de encierro durante el período más restrictivo
de las medidas sanitarias. Fue notorio el padecimiento con respecto a la separación de las compañeras de sala
y a la ruptura de sus rutinas. Subrayaron la importancia de la convivencia entre ellas en el hospital y cómo el
hecho de conocerse era algo benecioso para pensar en una posible externación. Destacamos la conciencia
de situación que presentaron durante la pandemia, identicando los cuidados necesarios. Discusión y conclu-
siones: Se concluye en la importancia que tienen los vínculos establecidos en el hospital y su relevancia para
el proyecto de externación. Como hallazgo, se destaca la importancia del trabajo en pequeños grupos para la
resolución de conictos convivenciales.
Palabras clave: pandemia, mujeres, hospital neuropsiquiátrico, aislamiento
Algunas consecuencias psicosociales de las medidas de aislamiento
y distanciamiento preventivo obligatorio, implementadas durante
la pandemia por COVID-19, en mujeres con internaciones prolon-
gadas en un hospital neuropsiquiátrico argentino
Some psycho-social consequences of compulsory isolation and preventive distancing measures
implemented during the COVID-19 pandemic in women with prolonged hospitalisation in an
Argentinean neuropsychiatric hospital
Julieta L. De Battista1, Marisel Hartel2, Natalia Osella3, Nadia M. Percovich4
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.942
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Introducción
El contexto
Esta investigación se realizó en el Hospital José A. Es-
teves, una institución especializada en salud mental.
Está ubicado en el conurbano sur de la Provincia de
Buenos Aires. Fue creado en 1908 para dar respuesta a
la superpoblación del “Hospital de Alienadas, actual
Hospital Braulio Moyano. Si bien nació y conservó du-
rante muchos años características asilares, propias de
un modelo manicomial, el Esteves cuenta con una his-
toria de innovaciones en salud mental: la experiencia
del Centro Piloto en los años 60 - pionera en el país y
en la región- y el Programa de Rehabilitación y Exter-
nación Asistida (Cáceres et al., 2009; Riva Roure et al.,
2019), que funciona desde hace 24 años sosteniendo la
vida en comunidad de mujeres que han permanecido
mucho tiempo en el hospital (Ardila-Gómez, 2019).
La sanción de la Ley Nacional de Salud Mental
26657 en 2010 implicó una transformación institucio-
nal que se profundizó en 2020, año de aprobación de
los Planes de Adecuación de todos los monovalentes
de la provincia y de creación del Programa "Buenos
Aires Libre de Manicomios. Las autoridades del Hos-
pital Esteves asumieron a principios de marzo de 2020
con el compromiso de gestionar esta reforma. Dos
días después de eso, se declaró la pandemia por CO-
VID-19: una crisis sanitaria de tal magnitud que obli-
gó a tomar medidas generales para toda la población
y especícas para estas instituciones. En ese momen-
to había 619 mujeres alojadas en el hospital (Depar-
tamento de Estadística del Hospital José A. Esteves,
2020). El 57 % de ellas tenían más de 60 años y mu-
chas padecían comorbilidades clínicas complejas que
las hacían más vulnerables al COVID-19.
Es muy importante resaltar que la gran mayoría
de las internadas en los servicios de larga estadía eran
consideradas pacientes "sociales", es decir que ya no
presentaban ningún riesgo cierto e inminente que jus-
ticaría su internación según la Ley 26657, sino que
continuaban en el hospital porque no habían logrado
conformar un proyecto de vida, una red de sostén vin-
cular por fuera de la institución (Dirección Nacional de
Salud Mental y Adicciones, 2019). Eran mujeres con in-
ternaciones prolongadas: algunas de más de 15 años de
duración y vivían en el hospital en forma permanente.
Respecto a las medidas especícas implementadas
durante la pandemia, en primer lugar, se convocó a un
Comité de Crisis con representación de todos los sec-
tores. Su objetivo era monitorear la situación sanitaria
y tomar decisiones conjuntas. Se capacitó al personal
sobre los medios de bioseguridad, conforme a las re-
comendaciones del nivel central. Se constituyeron tria-
ges para trabajadores, se suspendieron las salidas de las
mujeres alojadas y se cerró el ingreso a toda persona
ajena al hospital. Esto incluyó a las acompañantes te-
rapéuticas particulares, es decir aquellas cuyos hono-
rarios eran sostenidos por los ingresos de las mujeres.
Este tratamiento de comunidad cerrada favoreció a que
los primeros meses de pandemia no aparecieran conta-
gios entre las mujeres alojadas en el hospital.
Dentro del hospital, se organizaron actividades: ta-
lleres al aire libre, charlas, cine, evitando espacios gru-
pales entre mujeres alojadas en distintas salas, soste-
Abstract
Introduction: This research project was initiated in response to a critical issue identied by the team at Esteves Hos-
pital. This issue pertains to the necessity for hospitalised women to narrate their experiences during the pandemic and
to examine the potential impact of connement on outpatient work. The objective of this study is to produce knowledge
about the approach to mental health in the context of the Coronavirus Disease 2019 (Covid-19) pandemic from the
perspective of hospitalised users. Furthermore, this study aims to make the situation of these women visible in order
to contribute to the reduction of stigma. Methodology: the research employed focus groups comprising eight users,
selected intentionally. An informed consent process approved by the ethics committee was conducted. The analysis yiel-
ded some convergent meanings. The users highlighted the feeling of connement during the most restrictive period of
the health measures. They were notably distressed by the separation from their roommates and the disruption of their
routines. They emphasised the importance of living together in the hospital and how getting to know each other was
benecial for thinking about a possible discharge. We emphasise the importance of situational awareness during the
pandemic, particularly in terms of identifying the necessary care. Discussion and conclusions: We conclude on the
signicance of the bonds established in the hospital and their relevance in the outpatient project. As a key nding, we
highlight the importance of working in small groups for the resolution of coexistence conicts.
Keywords: pandemic, women, neuropsychiatric hospital, isolation
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Algunas consecuencias psicosociales de las medidas de aislamiento y distanciamiento preventivo obligatorio...
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niendo la propuesta de “burbujas. Los contactos con
familiares se sostuvieron a través de videollamadas.
Similares reestructuraciones y optimización de los
recursos asistenciales han sido reportadas en estudios
llevados a cabo en diferentes países y en muchos de
ellos se señala que las internaciones en psiquiatría des-
cendieron durante el primer tiempo de la pandemia,
probablemente debido al miedo de la población, que
pudo haber actuado como modulador de la consulta
psiquiátrica (Ardila-Gómez et al., 2023; Solari-Heres-
mann et al., 2021).
El connamiento como estrategia a nivel nacional
entró en conicto con el horizonte de apertura hacia
la comunidad propuesto para las instituciones mono-
valentes. Tal como menciona Gómez (2021), la pan-
demia produjo situaciones totalmente diferentes a las
esperadas y, en este escenario, la tarea de transforma-
ción institucional estuvo fuertemente atravesada por
la contingencia de la emergencia sanitaria. No obstan-
te, durante 2020, se dieron 50 altas desde los sectores
de internación prolongada. Si bien más de la mitad
de las mujeres no tenían prácticamente relación con
familiares, la mayoría de las externaciones se produ-
jeron en el ámbito familiar (Bernal et al., 2021). En
algunos servicios, los trabajadores han referido que la
pandemia llevó a que varias familias retomaran con-
tacto telefónico con los equipos, generando condicio-
nes para una re-vinculación y vuelta a la comunidad.
El problema de investigación
A comienzos del año 2022, algunos equipos de traba-
jo del Hospital Esteves y sus directivos manifestaron
su inquietud acerca de las posibles consecuencias del
connamiento por la pandemia de COVID-19 en las
mujeres internadas, dado que se trataba de una po-
blación que ya se encontraba en situación de encierro
desde hacía muchos años, debido a la prolongación de
las internaciones.
Los equipos detectaron la iniciativa de algunas de
estas mujeres para hablar acerca de lo sucedido du-
rante la pandemia. De ahí que surgiera la pregunta
acerca de cómo estas mujeres, que ya se encontraban
en una situación de encierro, vivenciaron las medidas
sanitarias del connamiento y qué consecuencias tu-
vieron en su estado anímico, sus relaciones sociales y
su proyecto de externación. Estudios realizados con
anterioridad, ante brotes de enfermedades infeccio-
sas, han concluido en que hay consecuencias psicoló-
gicas perjudiciales a largo plazo -recrudecimiento de
los síntomas, aumento de la ansiedad, el miedo y el
estrés- en la población en general y que las personas
con diagnósticos de patologías psiquiátricas previas
podrían encontrarse en una situación de mayor vul-
nerabilidad aun (Brooks et al., 2020; Brunetti et al.,
2020; Shah et al., 2020). Una investigación realizada
en China encontró aumento de ansiedad, depresión,
insomnio e irritabilidad, así como síntomas de estrés
postraumático e ideas de suicidio en pacientes psi-
quiátricos durante la pandemia (Hao et al., 2020).
Desde el equipo del Esteves se leyó que la pandemia
podría haber suscitado una situación de "doble encie-
rro" para estas mujeres: por un lado, la exclusión propia
de las instituciones manicomiales y, por el otro, las res-
tricciones a la circulación dentro del predio del hospital
junto con la prohibición de ingreso de personas exter-
nas, que se indicaron como medidas preventivas para
evitar la propagación del COVID-19. Esto signicó un
notable cambio en la vida cotidiana de las mujeres, en la
medida en que muchas de las acciones previstas por los
equipos tratantes no pudieron continuarse.
Nos preguntamos entonces: ¿Cómo afectó el con-
texto de pandemia a las mujeres internadas en el hos-
pital Esteves? ¿Qué consecuencias tuvo la situación de
la pandemia en su estado anímico, sus vínculos y en el
trabajo para la externación?
El objetivo de esta investigación fue producir co-
nocimiento especíco sobre las vivencias de las mu-
jeres internadas de forma crónica en un hospital neu-
ropsiquiátrico durante la pandemia.
Entendemos que este conocimiento podría contri-
buir a incluir las voces de las mujeres internadas -his-
tóricamente relegadas en parte por su condición de
género y además por su padecimiento psíquico-, en
el diseño y gestión de las estrategias de externación en
contexto de pandemia y pospandemia, en el marco de
los nuevos planes de adecuación vigentes para los hos-
pitales monovalentes de la provincia de Buenos Aires.
Los estudios realizados se han abocado mayormente al
impacto de las medidas en la población general y en el
personal de salud.
Visibilizar la situación de las mujeres internadas
en contexto de pandemia podría aportar a la reduc-
ción de los estigmas que pesan sobre las personas en
situación de padecimiento psíquico. Esta perspectiva
está en consonancia con los estudios internacionales
acerca de la reducción del estigma y la discriminación
en salud mental, en los que se ha concluido que incluir
los relatos de personas acerca de sus experiencias en
afecciones de la salud mental resulta de suma impor-
tancia para contribuir a la mejora de las intervencio-
nes (ornicro et al., 2022).
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Materiales y métodos
Procedimientos: Diseño y técnica
Estudio observacional descriptivo de corte transversal
y perspectiva cualitativa, que no implicó intervencio-
nes ni terapéuticas, ni diagnósticas, ni farmacológi-
cas, por lo tanto, es considerado un estudio de bajo
riesgo desde el punto de vista ético. La elección del
diseño consideró especialmente el hecho de trabajar
con población altamente vulnerable por su condición
de salud mental, por su condición de género, por es-
tar en situación de encierro y por haber atravesado la
pandemia en este contexto.
La técnica elegida fue la de grupos focales. Se con-
sideró que los dispositivos grupales forman parte de
la cotidianeidad de estas mujeres en la institución y
que esto contribuye a minimizar el riesgo de que se
produzca malestar.
Conformación de los grupos y muestra
Luego de la inmersión inicial en el contexto se denió
una muestra no probabilística de participantes volun-
tarias. Se trató de una muestra por conveniencia, es
decir que se incluyeron los casos disponibles a los que
se tenía acceso en el momento de la investigación y
que eran adecuados para sus objetivos (Hernández
Sampieri, 2014). Este tipo de muestra resultó perti-
nente dado que esta investigación no tenía como n
la generalización de los resultados, sino conocer las
vivencias de un grupo de mujeres internadas en un
hospital neuropsiquiátrico durante la pandemia.
La muestra tentativa inicial terminó de confor-
marse con quienes aceptaron participar de la investi-
gación. Se utilizó la gura de informantes clave (equi-
po tratante y personal de enfermería) para detectar
qué mujeres estaban interesadas y podían realizar
una contribución al problema de investigación. Se re-
exionó en el equipo de investigación acerca del sesgo
posible en la selección inicial realizada por los infor-
mantes clave y se decidió incluir también como infor-
mantes a profesionales residentes que no formaban
parte del plantel estable de la sala. Se utilizó el proceso
de consentimiento informado para detectar posibles
sesgos en la selección de los informantes clave. Algu-
nos casos de importancia seleccionados en un inicio
no pudieron incluirse, porque algunas de las mujeres
decidieron no participar (sobre todo por razones la-
borales: algunas de ellas realizaban tareas como parte
de la estrategia de inclusión social, por ejemplo, en el
emprendimiento del Bar Cruz del Sur).
El proceso de selección tuvo en consideración: el
potencial participante -interés en la actividad, decisión
libre y revocable de participar-, la minimización de
riesgos -experiencia de participación previa en grupos
y contar con tratamiento psicoterapéutico-, la maximi-
zación de benecios -manifestación del interés por con-
versar sobre sus experiencias durante la pandemia-, la
competencia cognitiva y anímica para participar de los
grupos -evaluada por el equipo tratante-, la posibilidad
de acompañar el proceso de consentimiento informado
con un allegado de su elección (testigo).
El número de las participantes en los grupos foca-
les se denió de acuerdo con los criterios recomenda-
dos: capacidad de recolección y análisis; saturación de
categorías y entendimiento del fenómeno (Hernández
Sampieri, 2014, p. 383.)
La secuencia temática denida por el equipo de in-
vestigación fue la siguiente: 1. Vivir la pandemia en el
hospital, 2. La información y la comunicación durante
la pandemia 3. El trabajo para la externación. 4. Los
vínculos en la pandemia. Se realizaron tres encuen-
tros, de aproximadamente una hora, una hora y media
de duración, con 8 mujeres que prestaron su consenti-
miento para participar de la investigación.
Perl de las participantes
La mayor parte de las mujeres había tenido más de
una internación, en distintas salas. Los tiempos de
internación eran en promedio de entre 10 y 15 años.
Las edades de estas mujeres estuvieron comprendidas
entre los 30 y los 62 años, la mayoa de las partici-
pantes se encontraba en la quinta y sexta década de
su vida. Al momento del trabajo en los grupos, todas
las participantes estaban internadas voluntariamente
y la mayoría de ellas se hallaba en condiciones de alta,
pero permanecían en el hospital por dicultades habi-
tacionales para efectivizar la externación.
Ética
Debido a que la población que participó de esta inves-
tigación se encontraba en situación de vulnerabilidad,
tanto por su padecimiento psíquico como por vivir en
contexto de encierro, discutimos en el equipo amplia-
mente las consideraciones éticas a tener en cuenta y
las normas internacionales, nacionales y provinciales
al respecto, así como las recomendaciones para reali-
zar investigaciones en contexto de pandemia (De Ba-
ttista, 2023).
El protocolo de investigación fue evaluado y apro-
bado por el Comité Institucional de Ética en investi-
gación del H.Z.G.A.D Evita pueblo, comité acreditado
por el Comité de ética central de la provincia de Bue-
nos Aires.
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Algunas consecuencias psicosociales de las medidas de aislamiento y distanciamiento preventivo obligatorio...
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El consentimiento informado fue abordado como
un proceso: se mantuvieron dos encuentros con las
mujeres en los que pudo efectivizarse una escucha aten-
ta y activa de sus inquietudes con respecto al estudio.
Se dejó un tiempo de 10 días para que cada una con-
versara su decisión con algún allegado antes de aceptar
participar (familiares, amigos, compañeras o equipo
tratante). Es importante aclarar que, al momento de la
investigación (junio 2022), las mujeres contaban con al
menos tres dosis de vacunación y las medidas sanitarias
de ASPO y DISPO ya no estaban vigentes.
Análisis
El material obtenido fue analizado respetando la con-
dencialidad e intimidad. Se utilizó el procedimiento
de anonimización y pseudonimización, de modo tal
que no se pueda identicar a las participantes y se evi-
te generar malestar o discriminación.
Los grupos fueron coordinados por una investi-
gadora externa al hospital, que no mantenía una re-
lación de trabajo terapéutico con las mujeres y por
una psicóloga que trabajaba en el hospital, aunque no
especícamente en esa sala. También se contó con la
colaboración de una residente de psicología que en ese
momento estaba rotando por la sala. El análisis de los
resultados se realizó en conjunto con el equipo de in-
vestigación, situando convergencias y recurrencias en
el material estudiado, a partir de la construcción de
una matriz de análisis.
Resultados
Cabe destacar que, por las características de la mues-
tra y el tipo de estudio, esta investigación no buscó
una generalización de resultados, sino una mejor
comprensión de las vivencias de estas mujeres en si-
tuación de encierro durante la pandemia.
Los temas propuestos en los grupos focales resulta-
ron convocantes para las participantes y fue notorio el
incremento en la duración de los grupos a medida que
transcurrieron los encuentros. En el último grupo, ya
se había establecido cierto grado de intimidad entre
las participantes y las coordinadoras del grupo. Este
clima de intimidad pudo haber incidido en que una de
las participantes manifestara en el grupo alguna situa-
ción personal, cuyo tratamiento se derivó a su espacio
terapéutico. Salvo esa situación, en el resto del trabajo
grupal no se evidenció que las problemáticas anímicas
de cada una interrieran en la interacción grupal.
La secuencia prevista inicial contemplaba cuatro
grupos con las temáticas ya citadas. De un primer aná-
lisis realizado por el equipo de investigación sobre los
emergentes del primer grupo notamos que el tema de
los vínculos había estado muy presente: hubo muchas
referencias a las barreras que se interpusieron con los
demás. Estimamos que las mujeres tenían un buen
nivel de conocimiento acerca de las medidas sanita-
rias, que recibieron la información mayormente de los
equipos tratantes y no hubo prácticamente menciones
a los medios de comunicación. Por ese motivo decidi-
mos que el grupo 2 fuera sobre el tema vincular.
En el primer grupo el tema a focalizar fue "Vivir la
pandemia en el hospital". La interacción del grupo se
centró espontáneamente en el período de la pandemia
en el que hubo mayores restricciones. Sólo a partir de
una pregunta puntual apareció en el grupo el momen-
to de la vacunación como un tiempo diferente den-
tro de la pandemia. La distinción entre los distintos
períodos que se fueron sucediendo con respecto a las
medidas sanitarias no fue espontánea. Hubo dicul-
tad para situar la época del año en que habían ocurri-
do los distintos momentos de las medidas (aislamien-
to, distanciamiento, etc.) incluso cuando entre ellas
intentaban reconstruir el momento de la apertura, no
lograron ponerse de acuerdo acerca de en qué esta-
ción del año se había producido. La mayoa ubicaba a
la primavera como el momento en que pudieron vol-
ver a salir. Algunas señalaron que la vacunación les
permitió retomar actividades.
Esta falta de diferenciación entre momentos de la
pandemia contrasta con la claridad que presentaron
acerca de las distintas medidas que se implementaron
y las razones de estas: todas las participantes del grupo
las conocían y las hacían cumplir, conocían también
las razones de las medidas. Muchas de ellas manifes-
taron un gran temor a contagiar a otros, es decir a que
ellas mismas se volvieran posibles portadoras de la
enfermedad: signicación de gran prevalencia en el
grupo. Aparecieron en la interacción numerosos rela-
tos que, con asombro, comentaban acerca de cómo los
demás se manejaban en el afuera. Manifestaron una
fuerte desaprobación al no cumplimiento de lo re-
comendado y algunas participantes que cuentan con
familiares comentaron que ellos se habían enfermado
antes que quienes estaban internadas.
De las interacciones podía interpretarse un alto
grado de conciencia de cuidado personal y de los de-
más, a la vez que una correcta comprensión y ejecu-
ción de las medidas sanitarias: "No se podía compartir
el mate, no se podía abrazar ni dar un beso, saludar-
nos y listo, estornudar en el brazo, siempre el barbijo,
abrir las ventanas. El lavado de manos, cuidado con el
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Algunas consecuencias psicosociales de las medidas de aislamiento y distanciamiento preventivo obligatorio...
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virus porque el virus entra en cualquier lado".
Algunas participantes enfatizaron en varias opor-
tunidades lo importante que había sido para ellas
permanecer en el hospital durante la pandemia, dado
que pensaban que, de no estar allí, tal vez no hubieran
sobrevivido. El grupo ubicaba al hospital como un lu-
gar de resguardo, protección de la salud e incluso, de
"salvación". Fue recurrente también en los intercam-
bios el agradecimiento y reconocimiento a la labor del
personal de salud durante la pandemia y el temor a
contagiarlos.
La palabra "pandemia" estuvo asociada unánime-
mente para ellas a encierro; temor a contagiarse y con-
tagiar la enfermedad. "Encierro" y "encerramiento"
fueron las palabras que más repitieron, casi al uníso-
no, y en reiteradas ocasiones, también "miedo", "mie-
do a la enfermedad" y "cuidarse, no contagiar". Estas
fueron las signicaciones más prevalentes.
En la interacción fueron apareciendo las distintas
maneras en que se vieron afectadas. Una gran mayoría
destacó la pérdida de su rutina habitual en la sala (asis-
tencia a talleres, salidas por visitas o trabajo). Detalla-
ron cómo cada una de las actividades habituales de la
sala (comidas, aseo personal, toma de medicación, ta-
lleres, descanso) se vieron modicadas para adecuar-
las a las medidas preventivas. De todas las actividades,
las relativas al aseo y las comidas fueron aquellas en
las que más se detuvieron, manifestando cierta ne-
cesidad de contar los detalles de los cambios que se
habían realizado y el impacto que eso había tenido en
su vida cotidiana. Por ejemplo, algunas mencionaron
que les había afectado mucho no poder compartir el
momento de la comida con sus compañeras. Quienes
se encontraban trabajando durante el connamiento
señalaron que no poder continuar con sus tareas labo-
rales había sido algo muy difícil de sobrellevar.
En la interacción grupal surgió cierta afectación
particular con respecto al tiempo, bajo la forma de no
saber qué hacer durante todo el día, la añoranza por los
momentos que pasaban en los sectores al aire libre del
hospital, la dicultad para distinguir los momentos del
día: "No sabíamos ni qué día era. Comíamos, tomába-
mos la pastilla y a la cama, almorzábamos, tomábamos
la pastilla y a la cama y entonces estábamos en otro
mundo". Algunas participantes manifestaron indicios
de pérdida de la referencia temporal (no saber en qué
mes o día se está): "Ahí perdí la noción del tiempo en-
tonces le pregunté a la enfermera en qué día estábamos
y desde ahí empecé a armarme un almanaque mental."
Otras participantes manifestaron una organización del
día marcada por los horarios de las comidas y la toma
de la medicación: "Estaba sentada en el comedor, hacía-
mos los desayunos, esperábamos el almuerzo, después
ir a dormir, después la medicación con la merienda y
esperar la cena. Estábamos encerradas".
Muchas de ellas mencionaron las libertades indivi-
duales que tenían y habían perdido durante el momen-
to del connamiento: visitar compañeras de otras salas,
hacer mandados, recibir visitas, ir a talleres, concurrir
al trabajo, etc., y lo brusco que les resultó el cambio.
Otra vivencia que apareció con recurrencia fue la de
la angustia y la inquietud ante la separación de las com-
pañeras de la sala y el hecho de no recibir visitas: "Nos
separaron de las compañeras de trabajo y de la sala,
perdimos compañeras, no sé si fue por COVID o por
otra razón. Las enfermeras decían cuando alguien es-
taba con COVID. Era triste porque extrañábamos a las
chicas, a nuestras compañeras, las extrañaba mucho."
Cuando pudieron recibirlas, los relatos que apare-
cieron de esos momentos enfatizaban la presencia de
barreras y de distancia, junto con la vivencia del deseo
de abrazar a sus familiares y compañeras: "En larga
distancia teníamos que vernos, nos daban números
(...) Venían menos veces (...) En la reja teníamos que
ver a la familia (...) A través de un nylon, una silla acá
y otra acá".
La vivencia de extrañar a sus familiares, pero espe-
cialmente a algunas compañeras de las que habían sido
separadas, fue muy marcada en la interacción grupal.
Fue notorio también que la vivencia del encierro
quedó asociada a las medidas implementadas durante
la pandemia y no a la situación de internación pre-
via: las participantes no signicaban a la internación
como una situación de encierro, subrayando que en
el hospital pueden salir, visitar a compañeras en otras
salas y hacer sus actividades.
En el segundo grupo focal retomamos el tema de
los vínculos en la pandemia. El trabajo en este grupo
tuvo una mayor duración que en el primero. La inte-
racción fue más uida que la primera vez, tomando la
forma de una conversación que no requirió práctica-
mente de reenfoques. La mayor parte de la interacción
estuvo destinada a hablar del vínculo con otras com-
pañeras de sala y la angustia ante los traslados dentro
de los sectores que se habían conformado para poder
aislar a quienes se contagiaban.
El trabajo en el grupo permitió que, entre todas,
pudieran reconstruir qué les había pasado a algunas
compañeras: si habían fallecido a causa del COVID-19
o por complicaciones de algún cuadro de base. El afec-
to predominante en este momento pasó de la angustia
a la tristeza y al recuerdo acerca de lo que hacían junto
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Algunas consecuencias psicosociales de las medidas de aislamiento y distanciamiento preventivo obligatorio...
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con esas compañeras. Hubo también cierta conver-
gencia en la afectación que les produjo no poder estar
cerca de ellas: "Según la Psicología social necesitamos
un abrazo a veces, en cualquier momento". Una de las
participantes se denió como "acompañante" de otra
usuaria, reriéndose a que era quien se encargaba de
las tareas diarias de las dos: "Yo fui una madre para
ella, la quería como una hermana". Es notable que, si
bien maniestan vínculos muy cercanos entre ellas,
tienden a llamarse por el apellido y no por el nombre
de pila. Aunque reconocen que preeren que se las lla-
me por el nombre de pila: "Sabe qué linda la sensación
que a una la llamen por su nombre (...) el sonido más
agradable al sonido de uno es el nombre(...) Es lindo
que nos llamen por el nombre".
Otro aspecto de relevancia en la interacción de este
grupo fue el vínculo con el personal de salud: la im-
portancia de la presencia de los acompañantes tera-
péuticos que se discontinuó por las medidas preven-
tivas, el reconocimiento al esfuerzo del personal de
enfermería y los equipos tratantes: "Yo quiero hablar
de esta mujer, una enfermera. Me salvó de la muerte,
con todo eso que se ponía, parecía una extraterrestre,
ella fue importante para mí (...)".
En varias oportunidades apareció en la interacción
la idea del hospital como lugar de resguardo y protec-
ción, diferenciado del tratamiento que podrían haber
recibido estando externadas: "Yo, fue un resguardo
estar acá, para no contagiarnos, nos manejamos aden-
tro, sin salir afuera. Nunca me enfermé de COVID.
Más protegida acá. Es como si fuera que acá el virus
no entró. Estaba todo cerrado. Acá no entró (...)." In-
cluso, para algunas de las participantes era muy mar-
cada la signicación del hospital como "lugar de sal-
vación" durante la pandemia, en comparación con el
afuera: "Yo agradezco que me hayan salvado, porque
tuve COVID y si no hubiera sido por la atención que
me dieron acá tal vez no me hubiera salvado. No sé
en mi casa, vaya a saber, si estaban informados (...) Yo
doy gracias que estuve acá".
En las interacciones de este grupo cobraron notoria
relevancia los vínculos "intrahospitalarios": relación
con las compañeras de sala, con las compañeras de
trabajo y con el personal de salud de la institución. Si
bien varias de las participantes reciben visitas y tienen
familia, en las interacciones del grupo las menciones a
este intercambio con el afuera del hospital fueron me-
nores a las referidas a los vínculos "intrahospitalarios".
El último grupo fue destinado al intercambio acer-
ca del trabajo para la externación. Fue el grupo de
mayor duración, y concluyó con una devolución es-
pontánea de las participantes acerca de los grupos fo-
cales. Hubo una coincidencia signicativa en el deseo
de generar un proyecto de vida por fuera del hospital,
salvo por parte de una de las participantes que había
sido reinternada y manifestó no querer irse del hospi-
tal: "Yo no me quiero externar para ser una carga en
la casa, para tener paciencia en mí (...) Yo estoy acos-
tumbrada acá porque mucho tiempo estoy internada y
estando acá soy vieja, hace como 30 años".
En la interacción surgieron las tensiones entre el
querer vivir afuera y las dicultades que surgen, es-
pecialmente con los referentes familiares, para efecti-
vizar la externación. Muchas veces estas tensiones se
vinculan a las condiciones de la internación, ya que en
varias situaciones son los familiares quienes tomaron
la iniciativa de solicitarla.
Con respecto a las posibilidades ciertas de sostener
un proyecto de vida por fuera del hospital, emergió
en la interacción el deseo de que ese proceso se tran-
site con alguna de las compañeras con quienes habían
convivido en el hospital: "Vinimos de la sala para ir-
nos juntas a cualquier lado. Me iba con N., nosotras
compartimos mucho desde la sala, pero después ella
tenía otro grupo, no sé, sufre porque dice que va a ir a
un hogar porque tiene obra social, yo quiero que ven-
ga conmigo, tengo una habitación, la puedo ayudar
con sus trámites".
Apareció también la signicación de que este deseo
de externarse con alguna compañera del hospital es re-
sistido por algunas familias: "Mi familia se opuso a dar-
me la llave, porque dice que se va a quedar el hospital
con la casa. Yo estoy preparada para ir a casa, mostrar
lo que es casa, ver las comodidades que hay y llevarla a
mi compañera, porque ella dice que se va a ir, no quiere
ir a un hogar, ella se siente joven todavía por dentro."
El vínculo con las compañeras en el hospital apa-
reció como algo decisivo para pensar las posibilidades
de externación. En las interacciones fue notorio cómo
los proyectos eran con otras compañeras y las dicul-
tades aparecían en cómo conciliar eso con las decisio-
nes de la familia: "¡Qué va a ser de mí si todas se van!,
porque ir con las chicas no, mi hija no quiere. Mi hija
dice `vos vas a vivir conmigo´".
Comentaron también una experiencia que se dio
en el contexto de pandemia y que fue muy signica-
tiva para varias de las participantes: un grupo de mu-
jeres fue aislado en un sector de la sala y entre ellas se
organizaron para las tareas cotidianas: "En este sector,
éramos independientes, nos bañábamos, elegíamos la
hora del baño, cocinábamos, pedíamos los insumos
adelante, cocinabas para 8. Estábamos preparadas
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para la externación. No había una decisión para que
nos vayamos juntas. No en ese momento. Porque ha-
bía otro equipo que trabajaba y estaba viendo."
Coincidieron en valorar mucho esa experiencia en
términos de la posibilidad de conocerse y convivir:
"Nosotros ya convivimos con las chicas. Yo ya sé, ya
convivimos, ya sabemos a quién le gusta esto, a quién
aquello, lo estamos viviendo ahora con la cocina y
sabemos a quién le gusta lavar los platos, quién está
dolorida y hay que ayudarla. Ya nos conocemos, ya sa-
bemos cómo trabajan (...)".
Esa experiencia, que se dio de modo no planica-
do, signicó para ellas la posibilidad de organizarse
separándose de las rutinas de la sala: "Ya sé cómo se
maneja todo, desde acá para afuera (...) Íbamos pro-
bando la convivencia. A ver cómo iban los caracteres,
las relaciones. Si había peleas, una no quería hacer esto
o no quería hacer aquello. Hay que convivir. Cociná-
bamos para 8 y nos llevábamos bien, limpiábamos".
El grupo coincidió en valorar esa "prueba de convi-
vencia" como algo que les había resultado benecioso.
Se advierte en las interacciones del grupo, que ese
vínculo con las compañeras es muy importante para
ellas a la hora de pensar en un proyecto de vida afue-
ra: "Yo cuando me voy de acá hago terapia en seguida
porque lloro mucho por las chicas, porque estoy tan
acostumbrada a esto, hace como dos años estoy que me
agarra una angustia pensando dónde están las chicas".
Esta relación con las compañeras es de suma relevan-
cia en su cotidianeidad y aparecieron dicultades para
pensar en una externación donde esos vínculos que se
gestaron durante la internación no se mantengan: "Yo
también tengo angustia, por las que quedan acá (...)
Con la pandemia nos unicamos más, nos unimos
más, compartíamos más. Somos de compartir, a pesar
que estábamos encerradas nos conocimos más y esa es
la ventaja. Hay amor."
En este último grupo, las participantes valoriza-
ron espontáneamente el trabajo en la investigación:
"Estuvo lindo. Yo nunca pensé estar en un grupo de
investigación, un grupo así de investigación, te voy a
decir la verdad, a mí lo grupal no me gusta, participo
porque tengo que participar de las asambleas, escu-
char por respeto, pero no me gustan. Pero qué se yo,
esto me gus, la investigación.” Algunas reconocieron
que esta forma grupal de tratar sus vivencias podía ser
efectiva también para la resolución de problemáticas
de convivencia entre ellas: “A mí me gustó porque estar
reunidos investigando, hablando, me gusta porque yo
nunca hablé con Uds., tener un tiempo para comentar
y ver cómo resolver, me pasó así, investigando, tanto yo
como los demás.", "Las opiniones de distintas personas
valen mucho, se logra mucho." (...), "Gracias por escu-
charnos la experiencia que tenemos nosotras."
Discusión
Disponemos de un bagaje importante de conocimiento
producido en torno a los efectos de las internaciones
prolongadas en las personas con padecimiento psíqui-
co (CELS, 2015; Goman, 1972; Tisera et al., 2013). Ese
trabajo a nivel internacional y nacional ha resultado en
la transformación de las estrategias de abordaje de esta
forma de padecimiento con el n de promover las redes
asistenciales comunitarias extramuros. De esta manera
se ha instalado una orientación de trabajo en la que la
inserción en la comunidad es la alternativa privilegiada
para tratar los efectos del encierro.
La situación de la pandemia signicó un hecho de
alcances inconmensurables en la salud mental de la
población. Las personas que se encontraban interna-
das en instituciones asilares al momento del conna-
miento se vieron confrontadas a un suceso que sig-
nicó para ellas una nueva fuente de padecimiento e
incertidumbre. El análisis del material producido en
los grupos focales realizados para esta investigación
arroja que el malestar preponderante en estas mujeres
estuvo ligado especialmente a la situación de encierro
y al temor a enfermarse y contagiar a otros (Acompa-
ñantes, familiares, personal del hospital), signicando
a la pandemia como el momento de mayores restric-
ciones debidas a las medidas sanitarias de cuidado.
Cabe entonces preguntarse ¿por qué se vivencia-
ron encerradas en la pandemia si estas mujeres ya vi-
vían en un contexto de encierro debido a la interna-
ción prolongada?
Según el diagnóstico situacional realizado por Ber-
nal (2021), las mujeres que habitan el hospital son per-
sonas que generalmente no tienen redes familiares y/o
sociales, y por esta razón, generan lazos muy fuertes
con la institución (con sus otras compañeras, con sus
AT y con los equipos tratantes). Así, del material ana-
lizado se extrae una diferencia muy marcada entre lo
que era su vida en el hospital antes de la pandemia y
durante la pandemia. Del momento previo estas mu-
jeres resaltaron la libertad de movimientos dentro del
hospital, las relaciones que mantenían con compañeras
de otras salas, las rutinas laborales y de actividades que
desempeñaban, las salidas y visitas. Todas coincidieron
en que ese momento previo no era vivenciado por ellas
como una situación de encierro, si bien reconocían que
había ciertas reglas a cumplir ligadas a la internación,
estas no eran vivenciadas para la mayoría como restric-
tivas de su libertad personal. Podríamos decir que estas
mujeres habían "naturalizado" el contexto de encierro y
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paradójicamente no vivenciaban mayormente la inter-
nación prolongada como una pérdida de sus libertades
personales. En cambio, sí vivenciaron el connamiento
como pérdida de las libertades que consideraban tenían
en el contexto de la internación.
Otra fue la situación durante el momento de con-
namiento de la pandemia y la signicación claramente
prevalente fue la de "encierro", acompañada por mo-
mentos de pérdida de referencias temporales precisas
y la organización de la rutina diaria a partir de los ho-
rarios de las comidas. Quienes se hallaban insertas en
alguna rutina laboral dentro del hospital resaltaron la
importancia que esa actividad tenía en su día a día y
el padecimiento que les generó no poder continuar-
las. Estudios previos destacan la importancia del tra-
bajo como un factor central para la inclusión social
de personas que tuvieron internaciones psiquiátricas
prolongadas (Harel et al., 2023), advirtiendo que es-
tas internaciones implican una ruptura en la inserción
laboral de estas personas que no siempre logra rever-
tirse en el proceso de externación.
Si bien existen documentos (OMS, 2020) que plan-
tean un efecto desproporcionado de la pandemia en
las instituciones de encierro, por el número de perso-
nas infectadas y la dicultad para cumplir las medidas
de aislamiento, en este caso fue notable el alto grado
de conciencia y cumplimiento que estas mujeres pre-
sentaron acerca de las medidas sanitarias de cuidado
y cómo, muchas veces, advertían que en el afuera esas
medidas no eran tan respetadas. Emergió en varias
oportunidades la signicación del hospital como un
lugar en el cual fueron muy bien cuidadas durante la
pandemia, llegando incluso a ubicar a la institución
como lugar de "salvación". En algunas de ellas fue bas-
tante maniesto el hecho de pensar que, de haber es-
tado externadas, probablemente no hubieran sobrevi-
vido. El cuidado no se restringía al cuidado personal,
sino que implicaba el cuidado de los otros, una de las
signicaciones más prevalentes que apareció fue jus-
tamente el temor de contagiar a otros.
Conclusiones
Del análisis de la producción grupal se extrae que los
vínculos que estas mujeres generan durante la situa-
ción de internación prolongada son de gran impor-
tancia para ellas e incluyen no sólo los vínculos con
sus compañeras, sino también con el personal del hos-
pital, especialmente con sus AT.
La estrategia de la "comunidad cerrada" que se im-
puso debido a la implementación de las medidas sani-
tarias implicó para algunas de estas mujeres valorar la
importancia que estos vínculos "intrahospitalarios o
intramuros" tienen en su vida cotidiana y cómo inci-
den al pensar en su proyecto de externación.
Se destaca la relevancia que otorgaron en la inte-
racción grupal a la "prueba de convivencia" que se dio
espontáneamente a partir del aislamiento en burbujas
y cómo ellas supieron encontrar en esta ocasión una
modalidad de resolución de las tareas cotidianas ba-
sada en el intercambio cotidiano y no únicamente en
la organización de la rutina impartida por el hospital.
El surgimiento de estas "microcomunidades" o
inicios de organización de estas mujeres en pos de un
bienestar común se dio durante la pandemia y podría
conducir a la pregunta acerca de cómo estos lazos gene-
rados en la institución pueden continuar extramuros.
Considerar estos lazos convivenciales que se dan
entre las mujeres internadas y acompañar las modali-
dades que encuentran de resolución de los problemas
propios de la vida en común intramuros puede resul-
tar de importancia para contribuir al trabajo en pro-
yectos de externación que se sostengan en el tiempo y
que se basen en el apoyo mutuo que puede generarse
en la convivencia.
Como limitaciones del estudio, ya hemos seña-
lado las relativas a la selección de las mujeres. Ade-
más, consideramos que, para conocer integralmente
la situación de una institución de estas características,
podría ser de relevancia adoptar una perspectiva rela-
cional. Esto signicaría explorar las signicaciones y
vivencias en torno a la pandemia de otras personas de
la institución: usuarias de otras salas, mujeres externa-
das antes y durante la pandemia, familiares de las per-
sonas internadas, trabajadores de diferentes sectores,
etc. En el caso de las mujeres que fueron externadas
previo a la declaración de la emergencia sanitaria, po-
drían interrogarse los efectos de las medidas de ASPO
y DISPO en esa población con padecimiento mental
que ya no se encontraba en contexto de encierro a
causa de la internación pero que continuó en conna-
miento por la pandemia una vez externada.
En la medida en que una de las conclusiones de
este trabajo es la importancia de los vínculos al in-
terior de la institución, una línea de investigación a
continuar sería la indagación sobre los mismos en el
contexto actual de la pospandemia.
Financiación: esta investigación fue nanciada por
la convocatoria para Ideas-proyectos de investigación,
desarrollo y transferencia, soluciones Cientíco-Tecno-
lógicas para Áreas de Gobierno Provincial 2021 de la
Comisión de Investigaciones Cientícas de la provincia
de Buenos aires (Resolución N° 366/21).
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Conicto de intereses: no hubo conicto de intere-
ses con la fuente de nanciamiento, que fue externa al
hospital. Dado que una de las investigadoras ocupaba
un cargo de relevancia en el hospital, se decidió que su
participación se acotaría a la denición del problema a
investigar, la gestión de las autorizaciones y la discusión
de los resultados.
Agradecimientos: agradecemos a la Comisión de In-
vestigaciones Cientícas por haber nanciado el proyecto
(Resolución N° 366/21), a Martín Silberman -director
del Instituto de Ciencias de la Salud- por haber acompa-
ñado el trabajo de investigación y a la directora del hos-
pital María Rosa Riva Roure, por habernos facilitado las
condiciones de acceso para realizar este trabajo. Nuestro
especial agradecimiento a las participantes y al equipo de
profesionales y enfermería de la sala Residencia, así como
a Evelyn Suárez que nos acompañó durante el trabajo en
tanto que psicóloga residente de la sala.
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Artículo de revisión
41
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.943
RECIBIDO 12/7/2025 - ACEPTADO 12/11/2025
1.PhD, Prof. Titular Consulta, Instituto de Salud Pública. Área de Investigación de Funciones Cognitivas, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos
Aires. https://orcid.org/0000-0002-0879-3397
2.Médica neuróloga. https://orcid.org/0000-0003-4334-7795
3.Magister en Neurociencia, Médica, Médica neuróloga, especialista en Psiquiatría. https://orcid.org/0000-0002-6939-455X
4.Médica neuróloga.
5.Médica neuróloga. Complejo médico “Churruca Visca” y Hospital Italiano de Buenos Aires. https://orcid.org/0000-0002-0119-7074
6.Médico neurólogo. Hospital “J. M. Ramos Mejía”, CABA, Argentina. https://orcid.org/0000-0003-0281-6153
7.Médica neuróloga, Jefa de Sección Neurología Cognitiva, Servicio de Neurología Adultos, Hospital Italiano de Buenos Aires (HIBA).
https://orcid.org/0000-0003-2312-0163
8.Licenciada en Fonoaudióloga. Especialista en Neuropsicología clínica. AINEA.
9.Médico neurólogo, Jefe del Servicio de Neurología, Hospital “D. F. Santojanni”. CABA, Argentina. https://orcid.org/0009-0006-7421-0598
10.Médico neurólogo. Hospital “D. F. Santojanni”, Prof. Consulto Adj. Neurología Fac. de Medicina, UBA.
11.Médico neurólogo. Htal. “Guillermo Rawson”, San Juan, Argentina.
12.Médico neurólogo. Servicio de Neurofísica (47), Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial “José T. Borda”. https://orcid.org/0000-0001-7279-6245
13.Médica neuróloga. Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) del Servicio de Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires.
https://orcid.org/0009-0002-5967-4950
14.Médica neuróloga. Instituto de Neurociencias, Fundación Favaloro. https://orcid.org/0000-0003-2347-9731
15.Médico neurólogo, Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo), Servicio de Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires, Argentina.
https://orcid.org/0000-0002-7851-9094
Autora correspondiente:
Edith Labos
edithlabos@gmail.com
Lugar de realización del estudio: Grupo de Trabajo de Neurología del Comportamiento y Neurociencias Cognitivas –
Sociedad Neurológica Argentina (SNA).
Perles cognitivos en las demencias
Cognitive proles in dementia
Edith Labos1, Diana Cristalli2, Florencia Deschle3, Liliana Colli4, Waleska Berrios5, Guido
Dorman6, María Cecilia Fernández7, Silvina Frontera8, Marcelo Katz9, Carlos Mangone10,
Fernando Márquez11, Oscar Porta12, Valeria Rubiño13, María Julieta Russo14, Juan Ollari15
Resumen
La enfermedad demencial se caracteriza por un deterioro progresivo de las habilidades cognitivas y funcio-
nales. Si bien la demencia de mayor prevalencia es la Enfermedad de Alzheimer el amplio espectro de otras
formas de presentación como la demencia vascular, la demencia frontotemporal o la demencia por cuerpos
de Lewy, entre otras, implica un gran desafío diagnóstico. Esta instancia resulta altamente complicada ya que
generalmente la enfermedad demencial se presenta en sus inicios con una variada superposición de mani-
festaciones clínicas y cognitivas, así como con una gran heterogeneidad en los hallazgos en las exploraciones
de imágenes por resonancia magnética que hace difícil su precisión. Se describen los perles cognitivos de
la enfermedad de Alzheimer, la demencia vascular, la demencia frontotemporal en su variable conductual, la
demencia con cuerpos de Lewy, las demencias focales como las afasias progresivas primarias, la demencia por
enfermedad de Parkinson y el LATE, demencia tardía con gran similitud a la EA. Considerando que no siem-
pre es posible acceder a estudios de complejidad como los biomarcadores o neuroimágenes, el objetivo del
presente trabajo es brindar un panorama actual de los perles cognitivos de inicio y progresión que resulte
de utilidad clínica y que oriente a un posible diagnóstico diferencial.
Palabras clave: demencia, perles cognitivos, enfermedad de Alzheimer, deterioro cognitivo vascular, demen-
cia frontotemporal, demencia por cuerpos de Lewy, Parkinson, LATE
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.943
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Introducción
La enfermedad demencial se caracteriza por un dete-
rioro progresivo de las habilidades cognitivas y fun-
cionales. En la actualidad es una realidad sanitaria que
se agrava progresivamente con casi 10 millones de ca-
sos reportados anualmente. El aumento de la expecta-
tiva de vida y los cambios demográcos de las últimas
décadas, enfrenta a clínicos e investigadores a un nue-
vo paradigma en relación al envejecimiento de la po-
blación. Si bien la demencia de mayor prevalencia es
la Enfermedad de Alzheimer, no son menos relevantes
desde el punto de vista clínico, el amplio espectro de
otras formas de presentación, como la demencia vas-
cular, la demencia frontotemporal o la demencia por
cuerpos de Lewy entre otras. La detección temprana
y su certeza diagnóstica se hacen prioritarias, tanto
para el abordaje terapéutico y la ralentización de su
progresión, como para la investigación clínica e im-
plementación de medidas de prevención comunitaria.
La instancia diagnóstica resulta altamente complicada
ya que generalmente la enfermedad demencial se pre-
senta en sus inicios con una variada superposición de
manifestaciones clínicas y comorbilidades, así como
con una gran heterogeneidad en los hallazgos en las
exploraciones de imágenes por resonancia magnéti-
ca IRM que hace difícil su precisión (Schneider et al.
2004; Habes Mohamad, 2020).
Recientemente se han regulado instancias que han
hecho posible la transición de los entornos de inves-
tigación a los entornos clínicos de los biomarcadores
del líquido cefalorraquídeo (LCR) y la tomografía por
emisión de positrones (PET), otorgando mayor certe-
za y especicidad al diagnóstico de demencia. Sin em-
bargo la accesibilidad a estas herramientas es restrin-
gida tanto por su costo económico como por la falta
de instrumentos de medición y personal especializado
en muchas regiones y centros urbanos. Consideramos
que las evaluaciones clínicas, el estudio neuropsico-
lógico y la resonancia magnética, siguen siendo fun-
damentales para el diagnóstico diferencial de los sín-
dromes demenciales. En este marco y en el intento de
agilizar la instancia clínica de orientación diagnóstica
al especialista de consulta inicial, el objetivo de este
trabajo es brindar un panorama actual acerca de los
perles cognitivos diferenciados que se observan en
las diferentes formas de demencia.
Perl neuropsicológico de la enfermedad
de Alzheimer típica
Introducción y epidemiología
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma más
común de demencia, cuya prevalencia aumenta expo-
nencialmente con la edad. Afecta aproximadamente al
1-2 % de la población mayor de 60 años, aumentando a
entre el 15 y 20 % en mayores de 80 años, y llegando a
impactar a un tercio o incluso la mitad de los mayores
de 85 años. La incidencia es mayor en mujeres, en parte
debido a su mayor esperanza de vida. A nivel global,
se reportaron cerca de 51.6 millones de casos de EA y
otras demencias en 2019, con una tendencia al incre-
mento en las décadas recientes (Sari et al., 2024).
Abstract
Dementia is characterized by a progressive deterioration of cognitive and functional abilities. While the most prevalent
dementia is Alzheimer's disease, the wide spectrum of other forms of presentation such as vascular dementia, fronto-
temporal dementia or dementia with Lewy bodies, among others, implies a great diagnostic challenge. This instance is
highly complicated since dementia generally presents initially with a varied overlap of clinical and cognitive manifes-
tations, as well as with a great heterogeneity in the ndings in magnetic resonance imaging scans, which makes their
precision difcult.
The cognitive proles of Alzheimer's disease, vascular dementia, behavioral variant of frontotemporal dementia, focal
dementias such as primary progressive aphasias, Parkinson's disease dementia, and LATE, a late-onset dementia highly
similar to AD, are described. Considering that complex studies such as biomarkers or neuroimaging are not always
available, the objective of this paper is to provide a current overview of cognitive proles of onset and progression that
may be clinically useful and guide a possible differential diagnosis.
Keywords: dementia, cognitive proles, Alzheimer´s disease, vascular cognitive impairement, frontotemporal dementia,
Lewy body dementia, Parkinson disease, LATE
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Características clínicas y perl cognitivo de
la EA típica
La EA se caracteriza por un deterioro progresivo de la
función cognitiva, especialmente la memoria episódi-
ca, que es clave para la codicación almacenamiento
de nueva información. La variante amnésica o típica
de EA centra su sintomatología en un décit destaca-
do en la memoria episódica, asociado a la afectación
temprana del lóbulo temporal medial, incluyendo el
hipocampo y las cortezas adyacentes (Bouteloup et al.,
2025; Karantzoulis & Galvin, 2011).
Este décit no mejora signicativamente con claves
semánticas o reconocimiento, reejando un trastorno
en el almacenamiento más que en la recuperación, lo
que permite diferenciarla de otros trastornos neuro-
degenerativos y vasculares. La detección neuropsico-
lógica óptima se realiza con pruebas sensibles como
el Free and Cued Selective Reminding Test (FCSRT)
(Grober et al., 2010).
Fases de la EA y manifestaciones cognitivas
Fase preclínica: Se detecta un declive cognitivo sutil
pero medible, principalmente en memoria episódica,
antes de la aparición de síntomas evidentes o dete-
rioro cognitivo leve (Elias et al., 2000; Saxton et al.,
2004). Para esta etapa existen herramientas especícas
como el Preclinical Alzheimer’s Cognitive Composite
(Donohue et al., 2014; Papp et al., 2022), el Alzhei-
mer’s Prevention Initiative Composite Cognitive Test
(Ayutyanont et al., 2014) y la Repeatable Battery for
the Assessment of Neuropsychological Status (Papp et
al., 2022). Además, cuestionarios como el Cognitive
Function Instrument (CFI) (Li et al., 2017) y el ADL
Prevention Instrument (Galasko et al., 2006) permi-
ten detectar cambios incipientes en la función cogni-
tiva y actividades diarias.
Deterioro cognitivo leve (Petersen et al., 1999) o fase
prodrómica (Dubois, 2000): Se caracteriza por dé-
cits evidentes en la memoria episódica, con diculta-
des para codicar, consolidar y recuperar información
verbal y visual. También puede afectar la memoria
prospectiva y los mecanismos de recuerdo y de reco-
nocimiento (Russo et al., 2017). Además, se observan
décits en funciones ejecutivas, atención, lenguaje
(especialmente uidez semántica), y en menor medi-
da habilidades visuoespaciales y visuoconstructivas.
La memoria procedural suele estar preservada en esta
fase. Los síntomas neuropsiquiátricos como ansiedad,
depresión y apatía son comunes y afectan la calidad de
vida (Sari et al., 2024).
A medida que la enfermedad progresa, los décits
se profundizan y aparecen trastornos adicionales en
lenguaje, orientación espacial, funciones ejecutivas
y conducta, reejando la extensión de la patología a
regiones corticales de asociación (Storey et al., 2002).
Heterogeneidad cognitiva y diagnóstico
diferencial
Si bien la mayoría de los pacientes con EA presentan
perl amnésico típico (80 %), un 20 % puede mos-
trar patrones atípicos con predominio en deterioro vi-
suoespacial, ejecutivo o del lenguaje. Estos subgrupos
suelen asociarse con una edad de inicio más joven,
menor frecuencia del alelo APOE ε4 y menor carga de
patología tau (Qiu et al., 2019; Zangrossi et al., 2021).
El diagnóstico diferencial se basa en un análisis del
patrón de décit y en la exclusión de otras causas de
demencia (ver Tabla 1). La evaluación neuropsicológi-
ca en etapas tempranas debe ir más allá de test de cri-
bado simples, incorporando baterías estandarizadas y
análisis de diferentes dominios cognitivos (memoria,
atención, funciones ejecutivas, lenguaje) para mejorar
la precisión diagnóstica (Allegri et al., 2020; Jack et al.,
2016).
La identicación precoz del deterioro cognitivo es
fundamental para una intervención oportuna. Se su-
gieren baterías neuropsicológicas estandarizadas como
el Uniform Data Set (UDS), desarrollada para unicar
criterios y facilitar comparabilidad entre estudios e ins-
tituciones (National Alzheimer’s Coordinating Center,
2024). Los biomarcadores junto con la evaluación c-
nica y neuropsicológica multidimensional aportan la
mayor precisión en el diagnóstico y seguimiento.
Consideraciones nales
La EA representa un desafío sanitario y social global
por su alta prevalencia y progresión inexorable. La
detección precoz mediante instrumentos sensibles y
procedimientos estandarizados permite un mejor ma-
nejo, planicación y seguimiento terapéutico, aunque
no existe aún cura denitiva. El perl clínico predo-
minante es el amnésico, con compromiso progresivo
de otros dominios cognitivos y neuropsiquiátricos.
Perles neuropsicológicos en deterioro
cognitivo de causa vascular
Introducción
El espectro de las manifestaciones cognitivo-conduc-
tuales de causa vascular es extremadamente amplio y
dinámico pudiendo mencionarse como formas prin-
cipales el deterioro cognitivo leve (sin impacto en las
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Tabla 1. Comparación del perl cognitivo entre la EA típica y otras demencias.
Dominio /
Característica
Enfermedad de
Alzheimer típica
amnésica
Demencia
frontotemporal
Demencia con
cuerpos de Lewy
Demencia
vascular
Envejecimiento
normal /
Depresión
Memoria
Décit temprano y
grave en memoria
episódica: dicultad
para codicar, con-
solidar y recordar
nueva información,
con olvido rápido
y pobre uso de
ayudas; afecta tanto
el recuerdo libre
como el reconoci-
miento.
Memoria relativa-
mente preservada
en etapas iniciales;
más dicultad para
recuperar que para
codicar.
Décit de recupe-
ración más que de
codicación; menor
afectación de
memoria en etapas
iniciales
Décit moderado,
con preservación
relativa del recono-
cimiento y memoria
semántica; olvido
más por falla en
recuperación que
codicación.
Lapsos leves, sin
afectación signica-
tiva ni olvido ace-
lerado, y reconoci-
miento preservado.
Lenguaje
Anomia y com-
promisos en
uidez semántica y
contenido; lenguaje
fonológico y sintác-
tico bien preser-
vados inicialmente;
aparecen parafasias
y anomias.
Varía según variante
(no uente o
semántica); puede
haber agramatis-
mo y pérdida de
comprensión de
palabras.
Lenguaje relativa-
mente conservado,
aunque puede
haber uctuaciones.
Lenguaje poco afec-
tado inicialmente.
Lenguaje intacto, sin
alteraciones especí-
cas. Fenómeno de
“punta de lengua”.
Funciones
ejecutivas y aten-
ción
Décits leves ini-
ciales en atención,
exibilidad mental,
memoria de trabajo
y razonamiento
abstracto; empeo-
ran con la progre-
sión.
Deterioro promi-
nentemente precoz,
con problemas en
planicación y regu-
lación del compor-
tamiento.
Alteraciones ejecu-
tivas y atencionales
tempranas, con uc-
tuaciones cognitivas
marcadas.
Décit ejecu-
tivo y atención
severo y precoz,
enlentecimiento
de la velocidad de
procesamiento de
la información.
Habitualmente nor-
males; en depresión
pueden mostrar
uctuaciones y di-
cultad atencional.
Habilidades
visuoespaciales
Problemas en
orientación espacial,
rotación mental
y construcción
visuoespacial; em-
peoran con la pro-
gresión y extensión
a áreas parietales.
Usualmente pre-
servadas en etapas
tempranas.
Deterioro visuoes-
pacial temprano y
severo, especial-
mente por compro-
miso occipital.
Variable; puede
estar preservado o
afectado según la
extensión vascular.
Preservadas.
Memoria
procedural
Relativamente
conservada hasta
etapas avanzadas.
Preservada hasta
fases avanzadas.
Conservada en
estadio inicial.
Preservada
inicialmente.
Conservada.
Síntomas
neuropsiquiátricos
y conducta
Apatía, depresión,
irritabilidad, agita-
ción y psicosis en
fases moderadas a
severas.
Cambios conduc-
tuales y de perso-
nalidad precoces
(desinhibición, pér-
dida de empatía).
Fluctuaciones de
atención, alucina-
ciones visuales,
parkinsonismo.
Puede incluir tras-
tornos del ánimo,
apatía y trastornos
conductuales vin-
culados a gravedad
vascular.
Sin rasgos psicóti-
cos; en depresión
estados de ánimo
bajo y posible pseu-
dodemencia.
Inicio y curso Inicio insidioso y
gradual, empeora-
miento progresivo.
Inicio precoz en
edad media, curso
variable.
Inicio insidioso,
uctuaciones,
síntomas motores y
alucinaciones.
Inicio abrupto
o escalonado,
asociado a eventos
vasculares.
Cambios lentos,
asociados a edad o
estado emocional.
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
actividades instrumentales complejas y más deman-
dantes de la vida diaria), las diferentes formas de de-
mencia vascular relativamente “puras” y el deterioro
cognitivo vascular asociado a la enfermedad de Al-
zheimer. Este último suele mencionarse en la literatu-
ra como “demencia mixta o enfermedad de Alzheimer
con componente vascular” (Labos, 2023).
Los estudios señalan que el 30 % y el 40 % de las
personas con enfermedad cerebrovascular experi-
mentan algún grado de compromiso cognitivo, aun-
que otras investigaciones indican un margen mayor
que oscila entre el 20 % y el 80 % de los casos (Be-
rrios, 2024). La demencia vascular es considerado el
segundo tipo de demencia más frecuente (Campuza-
no Cortina, 2022). En América Latina la enfermedad
de Alzheimer representa el 56.3 % de los casos de de-
mencia seguido de demencia mixta con el 15.5 % y la
demencia vascular el 8.7 %. Sin embargo, dado que los
estudios de resonancia magnética no estaban dispo-
nibles en todos los casos estudiados se puede inferir
que el componente vascular tanto puro como mixto se
encuentra subrepresentado (Custodio, 2017). El dete-
rioro cognitivo de causa vascular puede darse como
un cuadro agudo post-stroke (condición ya descrip-
ta por Willis en 1672), progresión escalonada y curso
uctuante (como fue descripto por Hachinski en el
score isquémico) o de forma insidiosa y gradual cuan-
do se asocia a otra causa neurodegenerativa como es el
caso de la enfermedad de Alzheimer, enfermedad por
cuerpos de Lewy o encefalopatía TDP-43 relacionada
con la edad (Rodríguez García, 2015).
Asimismo sabemos que la enfermedad de Alzhei-
mer “pura” conlleva compromiso vascular cerebral en
la forma de angiopatía amiloide cuya manifestación
clínica más conocida son las macro o micro hemorra-
gias lobares. La emergencia de la resonancia magné-
tica, especialmente con secuencias potenciadas en T2
gradiente Echo, ha permitido esclarecer este aspecto.
Como vemos, la relación entre enfermedad vascu-
lar cerebral y las enfermedades neurodegenerativas
(principalmente el caso de la enfermedad de Alzhei-
mer) es intrincada y dista mucho de poder ser pensa-
da desde el punto de vista unicista como condiciones
fácilmente excluyentes.
Objetivo
Describir los patrones neuropsicológicos más recono-
cidos atribuibles a enfermedad vascular cerebral.
Materiales y métodos
Se realizó una revisión narrativa de la literatura para
caracterizar el deterioro cognitivo vascular con énfasis
neurocognitivo. Los términos de búsqueda utilizados
fueron “enfermedad cerebrovascular”, “perles cogni-
tivos, “cortical” y “subcortical”.
Desarrollo
Los perles fenotípicos pueden resumirse de mane-
ra simplicada en tres: deterioro cognitivo vascular
isquémico subcortical (tipo Binswanger), deterioro
cognitivo post-stroke (por infarto estratégico único
o multiinfarto) y deterioro cognitivo mixto (Chang
Wong, 2022).
El deterioro cognitivo vascular subcortical se carac-
teriza por progresión insidiosa cognitiva con impacto
en funciones ejecutivas, velocidad de procesamiento
de la información y atención compleja (Chang Wong,
2022). En el cuadro vascular subcortical “puro” se ob-
serva preservación de la memoria episódica (Campu-
zano Cortina, 2022). El test de screening de Montreal
(MOCA) que tiene mayor carga ejecutiva-atencional,
lo convierte en una prueba preferible frente al mini
mental de Foldstein (Huisa, 2014).
Las regiones identicadas como claves o estratégi-
cas por el potencial para producir secuela cognitiva
por el Instituto Nacional de Desórdenes Neurológicos
y Stroke y la Asociación Internacional para la Inves-
tigación y la Enseñanza en Neurociencias (NINDS –
AIREN) son el gyrus angular, tálamo, cerebro anterior
basal, ganglios de la base y territorio de la arteria cere-
bral posterior que afecta al hipocampo (Chang Wong,
2022). Un estudio diseñado especícamente para ma-
pear las áreas que potencialmente pueden dejar como
secuela deterioro cognitivo post-stroke indicó que los
lóbulos frontotemporal izquierdos, tálamo izquierdo
y lóbulo parietal derecho se asociaron de forma sólida
con dicho outcome (Weaver, 2021). Un estudio que
fue diseñado para predecir, mediante el uso de inte-
ligencia articial, la probabilidad de secuela cognitiva
poststroke isquémico agudo encontró que los mayores
contribuyentes fueron la presencia de infartos corti-
cales, atroa mediotemporal, severidad inicial del
stroke, historia previa de stroke y la presencia de in-
fartos estratégicos (Lee et al., 2023).
El compromiso de la región del gyrus angular iz-
quierdo causa el síndrome de Gerstmann, caracteri-
zado por agnosia digital, confusión en la lateralidad
46
Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
del cuerpo, discalculia y disgrafía, además de alexia,
hemianopsia visual, heminegligencia izquierda grave
y afasia anómica (Campuzano Cortina, 2022). Algu-
nos autores discuten la validez de este síndrome pero
otros consideran que, a pesar de ser escaso, su pre-
sencia como síndrome completo o incompleto es de
utilidad anatomoclínica (Lopera, 2008).
El infarto talámico o de otros sitios subcorticales es-
tratégicos puede ser uni o bilateral en el territorio de
las arterias paramedianas, en el núcleo dorsomedial o
en los núcleos intralaminares, y esto ocasiona amne-
sia vascular talámica, con predominio de décit en la
memoria anterógrada declarativa a largo plazo, asocia-
da con trastornos conductuales como desorientación,
agitación, agresividad y apatía hasta décit disejecutivo
conocido como demencia talámica. En caso de infarto
extenso con ubicación tuberotalámica en el hemisferio
dominante, se reporta la presencia de anomia, afasia y
acalculia. Cuando la lesión afecta el lado no dominante
se presenta deterioro en la memoria visual (Campuza-
no Cortina, 2022). Un estudio que evaluó de manera
prospectiva a un año el impacto cognitivo del infarto de
Percheron (compromiso bitalámico producido por es-
tenosis de la variante anatómica de arteria paramediana
talámica única o arteria de Percheron) en 10 casos con-
cluyó que el impacto en funciones ejecutivas, velocidad
de procesamiento de la información, memoria y habi-
lidades lingüísticas produjo una secuela crónica en la
mayoría de los pacientes (Ece Çetin, 2022).
El perl neurocognitivo de los pacientes con de-
terioro cognitivo mixto (enfermedad de Alzheimer
con componente vascular) puede ser bastante similar
al de aquéllos con enfermedad de Alzheimer “pura
en lo referente al síndrome amnésico aunque las ca-
racterísticas imagenológicas ayudan a distinguirlos
(Chang Wong, 2022). Como dijimos previamente no
debemos descartar la posibilidad de que se combinen
los mecanismos siopatológicos vasculares con otras
enfermedades neurodegenerativas diferentes de la en-
fermedad de Alzheimer y den lugar a formas mixtas
de perles cognitivos.
Conclusiones
La enfermedad cerebrovascular es una causa impor-
tante de deterioro cognitivo y discapacidad en la po-
blación adulta. Dado que puede afectar distintas áreas
del parénquima cerebral, sus perles cognitivos desde
el punto de vista cuali y cuantitativo son altamente
variables dependiendo de su localización, instalación
aguda o crónica, carácter isquémico y/o hemorrágico,
comorbilidad y el grado de reserva cognitiva y cere-
bral asociado. Es imprescindible el diagnóstico precoz
para poner un marcha un programa de rehabilitación
adaptado a cada caso en particular y minimizar el im-
pacto funcional (ver Tabla 2).
Perl neuropsicológico en la variante
conductual de la degeneración fronto-
temporal (DFTvc)
Introducción
La degeneración frontotemporal (DFT) es un grupo he-
terogéneo de trastornos neurodegenerativos que afecta
preferentemente a los lóbulos frontal y temporal. La va-
riante conductual de la DFT (DFTvc) es la forma más
común de presentación clínica, caracterizada por cam-
bios insidiosos en la personalidad, el comportamiento
social y las funciones ejecutivas (Rascovsky et al., 2011).
La prevalencia estimada es de aproximadamente 10-20
casos por 100.000 personas menores de 65 años, sien-
do una de las principales causas de demencia presenil
(Bang et al., 2015). Los criterios diagnósticos propues-
tos por el International Consortium (Rascovsky et al.,
2011) establecen un espectro de certeza que incluye
criterios posibles, probables y denitivos, basados en la
clínica, neuroimagen y, eventualmente, conrmación
histopatológica o genética.
Características distintivas del perl
neuropsicológico en DFTvc
La DFTvc se caracteriza por un compromiso pre-
dominante de las funciones ejecutivas, la cognición
social y la regulación conductual. Los pacientes pre-
sentan dicultades en la planicación, inhibición de
respuestas, exibilidad cognitiva y resolución de pro-
blemas. La teoría de la mente y la empatía cognitiva
se encuentran particularmente afectadas desde fases
tempranas (Zhang et al., 2025; Beeldman et al., 2017).
En contraste, la memoria episódica, las habilidades vi-
soespaciales y las capacidades lingüísticas básicas sue-
len estar relativamente preservadas en etapas iniciales
(Reul et al., 2017). Sin embargo, se han documentado
alteraciones en memoria episódica en un subgrupo
de pacientes, lo cual puede dicultar la diferenciación
con enfermedad de Alzheimer (AD).
Comparación neuropsicológica con
diagnósticos diferenciales
A continuación se presenta una tabla comparativa con
los principales perles cognitivos en bvFTD, otras va-
riantes de DFT, enfermedad de Alzheimer, trastornos
psiquiátricos y subtipos genéticos de bvFTD (ver Ta-
bla 3).
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Tabla 2. Forma muy simplicada y solo orientativa de los dominios cognitivos preferencialmente comprometidos en
algunos de los distintos subtipos de deterioro cognitivo vascular.
Dominios cognitivos afectados
Topografía
Atención y
velocidad de
procesamiento
de la
información
Funciones
ejecutivas
Memoria
episódica
Lenguaje
Praxias
Habilidades
visuoespaciales
Teoría de
la mente Conducta
Demencia
vascular
subcortical
tipo
Binswanger
Alteradas Alterada Relativa
preservación Preservada Preservada ¿?
Depresión
Apatía
Afecto
seudobulbar
Infarto
bitalámico Alteradas Alterada Alterada
Alterada
(hemisferio
dominante)
Preservada ¿?
Agitación
Agresividad
Apatía
Infarto gyrus
angular
izquierdo
Relativa
preservación
Relativa
preservación
Relativa
preservación
Alterada
en asoc.
con agnosia
digital,
confusión
der-izq,
negligencia
Sme. de
Gerstmann
(cuestionado)
¿? Relativa
preservación
Infarto
bifrontal Alteradas Alterada Relativa
preservación
Alterado
(hipofuente) Preservada ¿?
Apatía
Desinhibición
Mutismo
Síndrome
silviano
dominante
Difícilmente
evaluable
Difícilmente
evaluable
Difícilmente
evaluable
Afasia
Apraxia Preservada ¿? Preservada
Síndrome
silviano no
dominante
Negligencia
Hemiinatención Alterada Preservada Aprosodia Alterada Alterada Anosognosia
Demencia
mixta Alterada Alterada Perl hipo-
campal Variable Variable Variable
Depresión
Apatía
Afecto
seudobulbar
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Evaluación neuropsicológica en DFTvc
Diversos estudios han evaluado la utilidad diagnóstica
de pruebas neuropsicológicas breves y especícas para
diferenciar la variante conductual de la degeneración
frontotemporal (bvFTD) de otras demencias. Las he-
rramientas centradas en función ejecutiva, como el
Frontal Assessment Battery (FAB) y el INECO Frontal
Screening (IFS), muestran sensibilidad y especici-
dad moderadas (entre 0.75 y 0.85), siendo útiles como
tamizajes iniciales en contextos clínicos generales
(Dubois et al., 2000; Torralva et al., 2009). Sin embar-
go, las pruebas centradas en cognición social, como el
Mini-SEA (que evalúa teoría de la mente y reconoci-
miento emocional), han demostrado mayor capacidad
discriminativa con valores superiores a 0.90, incluso en
fases iniciales de la enfermedad (Bertoux et al., 2012;
2013). Esta evidencia justica su inclusión sistemática
en la evaluación de pacientes con sospecha de bvFTD,
especialmente ante dudas diferenciales con enferme-
dad de Alzheimer u otros cuadros psiquiátricos.
Además, se ha demostrado que estas herramientas
tienen rendimientos diferenciales en la práctica clí-
nica. Las pruebas centradas en cognición social (Mi-
ni-SEA, Faux-Pas Test) son especialmente útiles para
discriminar bvFTD de otras entidades clínicas, dado
que evalúan dominios afectados tempranamente y de
forma especíca. En cambio, instrumentos de criba-
do general como MoCA o ACE-III pueden fallar en
esa diferenciación si no se acompañan de pruebas más
focalizadas. Esta necesidad de especicidad ha sido
también abordada en el marco MBCI-FTD recien-
temente propuesto por Ducharme et al. (2022), que
promueve un enfoque diagnóstico basado en domi-
nios de control conductual.
La siguiente tabla resume el rendimiento diagnós-
tico (sensibilidad y especicidad) de algunas de las
pruebas más utilizadas para diferenciar bvFTD de en-
fermedad de Alzheimer (ver Tabla 4).
Discusión y consideraciones clínicas
A pesar del carácter distintivo del perl conductual en
la DFTvc, la superposición con otras entidades plan-
tea desafíos diagnósticos importantes. Las alteracio-
nes en la cognición social, como la teoría de la mente,
Tabla 3. Diferencias neuropsicológicas entre DFTvc y diagnósticos diferenciales, incluyendo variantes genéticas.
Entidad /
Variante
Funciones
ejecutivas
Memoria
episódica Lenguaje Cognición social
/ conducta Otros
DFTvc signicativa o leve
teoría de la
mente,
empatía
Desinhibición,
apatía, conductas
repetitivas
APP no uente o leve expresivo
(agramatismo) Apraxia del habla
APP semántica comprensión,
denominación
Prosopagnosia,
cambios de
personalidad
Alzheimer leve/moderada signicativa o leve o leve Desorientación,
anosognosia
Trastornospsiquiátricos Variable Variable empática
variable
Historia psiquiátrica
previa
DFTvc MAPT
alteración
visoespacial y
memoria
episódica
marcada Frecuente
historia familiar
DFTvc GRN marcada
más seve-
ra que otras
variantes
o leve conducta social Atroa parietal,
síntomas motores
DFTvcC9orf72 o leve
alucinaciones,
ansiedad, conductas
repetitivas
Frecuente historia
familiar, signos mo-
tores tipo ELA
Esta tabla fue elaborada a partir de datos integrados de Reul et al. (2017), Overbeek et al. (2020), Beeldman et al. (2017) y Devenney et al. (2015),
además de datos complementarios extraídos de Mahoney et al. (2012), y Rohrer et al. (2015) sobre perles genéticos.
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
el reconocimiento emocional facial y la regulación
del juicio moral, han sido consistentemente señaladas
como áreas críticas para su identicación (Zamboni
et al., 2010; Bertoux et al., 2012). Asimismo, estudios
recientes han sugerido que las variantes genéticas de la
DFTvc podrían mostrar fenotipos neuropsicológicos
parcialmente diferenciables. Por ejemplo, la mutación
en el gen GRN se asocia más frecuentemente con un
compromiso temprano de la memoria episódica y una
atroa más prominente en regiones parietales (Ma-
honey et al., 2012), mientras que se caracteriza por
mayor frecuencia de síntomas psicóticos y conductas
obsesivo-compulsivas (Devenney et al., 2015; Sha et
al., 2012). Estos hallazgos subrayan la importancia de
una evaluación integral e interdisciplinaria, que inclu-
ya estudios de neuroimagen, biomarcadores y genoti-
picación, además del perl neuropsicológico.
Perl neuropsicológico de la demencia
con cuerpos de Lewy
Introducción
La demencia con cuerpos de Lewy (DCL) es la segun-
da causa más frecuente de demencia neurodegenera-
tiva en adultos mayores de 65 años, caracterizada por
un deterioro cognitivo progresivo que impacta en las
actividades de la vida diaria, acompañado de sínto-
mas psiquiátricos, motores y autonómicos (Galvin et
al, 2024). Los criterios diagnósticos actuales señalan
como características clínicas centrales a las uctuacio-
nes cognitivas, las alucinaciones visuales, el parkin-
sonismo y el trastorno de comportamiento del sueño
REM. En su fase prodrómica, denominada deterioro
cognitivo leve con cuerpos de Lewy (DCLp), se obser-
van las mismas manifestaciones clínicas principales,
pero con preservación de la funcionalidad. (McKei-
th et al., 2020). En líneas generales, el perl cogniti-
vo de la DCL se caracteriza por décits en funciones
atencionales, ejecutivas y visuoespaciales desde etapas
tempranas. Si bien puede haber compromiso mnésico,
este no suele ser la manifestación inicial o más promi-
nente (Goldman et al., 2014; McKeith et al., 2017). El
reconocimiento del perl neuropsicológico es funda-
mental para el diagnóstico diferencial y la adecuada
planicación terapéutica, por lo que se abordará el
mismo a través de los dominios cognitivos, herra-
mientas de cribado y manifestaciones neuropsiquiá-
tricas. Asimismo, debe considerarse la posibilidad de
co-patología, dado que su presencia puede modicar
la expresión clínica y dicultar el diagnóstico.
Dominios cognitivos
Atención y funciones ejecutivas
En la DCL, las funciones atencionales y ejecutivas se
encuentran entre los primeros dominios afectados,
tanto en la fase prodrómica como en etapas estableci-
das. Los pacientes presentan deterioro en la atención
sostenida, dividida y selectiva, así como lentitud en el
procesamiento, dicultades para mantener la concen-
tración y una alta susceptibilidad a la distracción (Cia-
fone et al., 2020; Wyman-Chick et al., 2025).
Las funciones ejecutivas, que incluyen la memoria
de trabajo, velocidad de procesamiento de la informa-
ción, planicación, inhibición, resolución de proble-
mas y exibilidad cognitiva, muestran un compromi-
so temprano y persistente a lo largo del curso clínico.
Se evidencia particularmente en pruebas como el Trail
Making Test A y B, que evalúan componentes de aten-
ción, velocidad de procesamiento y cambio atencio-
nal (Wyman-Chick et al., 2025). Dado que la uidez
verbal fonológica está más asociada con habilidades
frontales, su evaluación se incluye en este dominio.
Estudios en pacientes con DCLPp se evidenció que el
desempeño es decitario (Ciafone et al., 2020).
Tabla 4. Sensibilidad y especicidad de pruebas neuropsicológicas útiles en la diferenciación de bvFTD.
Prueba
Neuropsicológica Dominio evaluado Sensibilidad
bvFTD vs AD
Especicidad
bvFTD vs AD
FAB Funciones
ejecutivas 0.80 0.75
INECO Frontal Screening Función
ejecutiva general 0.82 0.78
Mini-SEA Cognición
social / emoción 0.90 0.91
Hayling Sentence Test Inhibición verbal 0.78 0.75
Faux-Pas Test Teoría de la mente 0.88 0.85
ACE-III / MoCA Cribado global 0.70 0.68
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Un aspecto distintivo de la disfunción atencional
en la DCL son las uctuaciones cognitivas, reconoci-
das como una característica clínica central. Se descri-
ben como variaciones espontáneas y transitorias en el
nivel de atención y alerta, que alternan entre períodos
de confusión o somnolencia y momentos de lucidez
aparente. A diferencia del síndrome confusional, no
son atribuibles a una causa médica aguda y forman
parte del curso crónico de la enfermedad (Galvin et
al., 2024). Este fenómeno muy prevalente en DCL,
puede manifestarse en escalas de tiempo variables,
desde segundos hasta días. Se ha descrito que se aso-
cian con alteraciones dinámicas en las redes neurona-
les implicadas en la conciencia y el control atencional,
con una mayor variabilidad en la red frontoparietal
y regiones subcorticales (Matar et al., 2020). Existen
escalas clínicas como la Clinician Assessment of Fluc-
tuation, Mayo Fluctuations Composite Scale, One Day
Fluctuation Scale y Dementia Cognitive Fluctuation
Scale para evaluar las uctuaciones cognitivas. Aun-
que permiten medir frecuencia, duración e impacto,
ninguna ha sido aún validada como estándar de refe-
rencia (Matar et al., 2020). Debido a su intermitencia
se aconseja usarlas junto con observación clínica y re-
portes de cuidadores (Galvin et al., 2024).
Habilidades visuoespaciales
Los décits en el procesamiento visuoespacial constitu-
yen una alteración temprana y prominente en la DCL.
Los pacientes presentan dicultades en la percepción
visual, el reconocimiento de formas y relaciones espa-
ciales, así como en la ejecución de tareas de construc-
ción visual. Varios autores destacan que el rendimiento
en estas tareas es inferior al observado en otras demen-
cias (Galvin et al, 2019; Smirnov et al., 2020).
Memoria
En la DCL, desde etapas tempranas se observa un per-
l de memoria con dicultades en la evocación libre,
pero con mejora signicativa al utilizar claves semán-
ticas o pruebas de reconocimiento. Sugiriendo una
alteración en los procesos de recuperación más que
en la consolidación (Oda et al., 2009). En la misma lí-
nea Goldman et al. (2014), interpretan estos hallazgos
como reejo de un síndrome disejecutivo, ya que la
mejoría con claves apunta a un décit de recuperación
más que de almacenamiento. Querry (2023) obser
este patn ya en la fase prodrómica, acompañado de
una estabilidad longitudinal en el reconocimiento du-
rante un seguimiento de cuatro años.
Lenguaje
En la DCL como en el DCLp, se ha reportado rendi-
miento decitario en pruebas de uidez semántica,
uidez fonológica y denominación (Ciafone et al., 2020;
Julio-Ramos et al., 2024). En un estudio, Park (2011)
observo un menor rendimiento en la uidez fonológi-
ca en el grupo con DCL que en los grupos con enfer-
medad de Alzheimer (EA) y Demencia asociada a la
Enfermedad de Parkinson (DEP). La uidez de verbos
se ha propuesto como un posible marcador lingüísti-
co sensible en casos de DCLeve con síntomas motores,
como en el caso de DCLp. El rendimiento fue signi-
cativamente menor en comparación con pacientes sin
síntomas motores (García Basalo et al., 2017).
Cognición social
Un estudio exploratorio reciente evaluó este domi-
nio mediante una tarea naturalista de realidad virtual
no inmersiva (REALSoCog). Los pacientes con DCL
mostraron menor capacidad para detectar transgre-
siones sociales (especialmente convencionales), dete-
rioro en la Teoría de Mente cognitiva y afectiva, menor
empatía emocional y mayor proporción de respuestas
conductuales inapropiadas respecto a controles y pa-
cientes con EA (Msika et al., 2024).
Comparación con otras demencias y
co-patología
Mientras EA presenta un patn predominantemen-
te cortical, con afectación severa de la memoria epi-
sódica (consolidación), la DCL muestra alteraciones
iniciales más marcadas en los dominios atencional,
ejecutivo y visoespacial. Asimismo, la orientación
suele estar más comprometida en la DCL, y en tareas
de memoria los pacientes tienden a beneciarse del
uso de claves semánticas, con buena fase de reconoci-
miento y consolidación (Donaghy et al., 2022).
En relación con la DEP, las similitudes son consi-
derables, dado que ambas son sinucleopatías y presen-
tan un perl subcortical. No obstante, el décit visoes-
pacial y atencional suele ser mayor en DCL, mientras
que la afectación de la memoria y el lenguaje puede
ser más leve (Smirnov et al., 2020).
Por otro lado, la co-patología con EA es frecuente.
En estos casos, los décits mnésicos tienden a apare-
cer de forma más temprana y severa. Asimismo, se ha
asociado con una evolución clínica más acelerada y un
peor pronóstico global (Simpson et al., 2025)
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Herramientas de cribado
La evaluación cognitiva Montreal (MoCA) ha demos-
trado ser una herramienta sensible para la detección
de DCLeve. Un valor de corte ≤25 puntos, permitió
identicar sujetos con riesgo de conversión a DCL
en poblaciones con trastorno de comportamiento del
sueño REM, con 100 % de sensibilidad y 78 % de es-
pecicidad (Cogné et al., 2024). Esta prueba además
se ha validado para su uso en DCLeve en población de
Buenos Aires, Argentina (González Palau et al., 2018).
Aunque ampliamente utilizado, el test de Mi-
ni-Mental (MMSE) presenta limitaciones en la identi-
cación de perles subcorticales o disfunciones ejecu-
tivas características de la DCL. La copia de pentágonos
del MMSE puede ser útil en la detección de DCLp,
aunque presenta una sensibilidad moderada (45,3 %)
y una especicidad alta (80,7 %) (García Basalo et al.
2020). En estudios comparativos, su sensibilidad para
detectar uctuaciones atencionales o décits visuoes-
paciales ha sido inferior a la del MoCA (Galvin et al.,
2024). Por lo tanto, se recomienda su uso en combina-
ción con otras pruebas más especícas.
En cuanto al test del reloj, no demostró valor dis-
criminativo en poblaciones con trastorno de compor-
tamiento del sueño REM para predecir conversión a
DCL (Cogné et al., 2024).
El ALBA Screening Instrument (ASI) fue desarro-
llado en Argentina como una herramienta de cribado
rápida y accesible para DCL. Con un puntaje de corte
≥ 9, logró discriminar a los pacientes con DCL frente
a otras demencias, DCLeve y sujetos sin deterioro, al-
canzando una sensibilidad del 90,7 % y una especici-
dad del 93,6 % (García Basalo et al., 2017).
Síntomas neuropsiquiátricos
Los síntomas neuropsiquiátricos son una parte inte-
gral del fenotipo clínico de la DCL y DCLp, pudiendo
preceder o acompañar el deterioro cognitivo. Su iden-
ticación es clave para el diagnóstico diferencial.
Entre ellos se destacan las alucinaciones visuales
recurrentes, complejas y bien formadas. Suelen invo-
lucrar personas, animales o guras detalladas, y a me-
nudo se acompañan de ilusiones visuales o fenóme-
nos como la “sensación de presencia” (McKeith et al.,
2017). Asimismo, los delirios sistematizados, como el
síndrome de Capgras, son más comunes en DCL que
en EA o DEP (Galvin et al., 2019). Un metaanálisis
(Donaghy et al., 2022) reportó mayor prevalencia de
apatía (47 %), depresión (37 %), ansiedad (31 %) y de-
lirios (11 %) en DCL respecto a EA. Similares sínto-
mas fueron reportados en un estudio de pacientes con
DCLp, según el Inventario Neuropsiquiátrico (NPI).
Tabla 5. Tabla comparativa de perl neuropsiquiátrico entre paciente con DCLp /DCL con DEP y EA.
Característica clínica DCLp DCL DEP EA típica
COGNITIVAS
Atención + +++ ++ +
Función ejecutiva ++ +++ ++ +
Visuoespacial ++ +++ ++ +
Memoria episódica verbal +a+ +++
Lenguaje + ++b++ ++c
Cognición social + ++ +
Fluctuación cognitiva + +++ ++ +
NO COGNITIVAS
Alucinaciones visuales + +++ ++ +
RBD ++ +++ ++ -
Síntomas motores ++d+++e-/+
Disautonomías ++ + +
Patología subyacente Alfa sinucleína αSβA y tau
a Deciencias mnésicas/ ejecutivas. Benecio con claves semánticas. b Fluidez de verbos posible marcador lingüístico. c Fluencia semántica peor que
fonológica y denominación por confrontación.d Regla del año: los síntomas cognitivos aparecen antes o simultáneamente con los motores (en 1 año)
e Los sintomas cognitivos aparecen tardíamente, después de un año de los síntomas motores. RBD trastorno del comportamiento del sueño REM. αS
(alfa sinucleína), βA (beta amiloide).
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Estos hallazgos respaldan el uso del NPI como he-
rramienta útil para cuanticar y diferenciar síntomas
neuropsiquiátricos, especialmente en fases prodrómi-
cas (Liu et al., 2021).
En conclusión, el perl cognitivo y neuropsiquiá-
trico de la DCL, junto con las herramientas de evalua-
ción especícas, permite no solo anar el diagnóstico
diferencial frente a otras demencias, sino también an-
ticipar necesidades clínicas. Reconocer estos patrones
desde fases prodrómicas es esencial para mejorar el
abordaje terapéutico y pronóstico (ver Tabla 5).
Perl neuropsicológico de las afasias
progresivas primarias
La afasia, denida como la desestructuración o pérdi-
da de funciones lingüísticas adquiridas y previamen-
te indemnes por lesión o neurodegeneración de los
hemisferios cerebrales, representa una manifestación
frecuente de la enfermedad cerebrovascular (Sachdev
et al., 2014; Kleindorfer et al, 2021; Hainsworth, Mar-
kus & Schneider, 2024; Mok Cai & Markus, 2024).
En las demencias degenerativas se describen dis-
tintas formas de inicio y progresión en la presentación
clínica de los cuadros de afasia, las cuales las diferen-
cian de las variantes descritas clásicamente por lesio-
nes vasculares –aunque estas últimas se hallan en re-
visión ya que existe evidencia de nuevas correlaciones
anatomoclínicas– (Binder, 2015; Tremblay & Dick,
2016; Fedorenko & Blank, 2020; Herron et al., 2024;
Fedorenko, Ivanova & Regev, 2024).
Las afasias neurodegenerativas que presentan
trastornos del lenguaje precediendo a otras manifes-
taciones cognitivas o conductuales se incluyen en la
categoría de afasias progresivas primarias (APP) (Me-
sulam, 1982 & 2001; Hodges & Patterson, 2007; Gor-
no-Tempini et al, 2011; Mesulam et al., 2021). Para
diagnosticar la APP es necesario que el deterioro del
lenguaje sea el décit cognitivo primario y que sea de
naturaleza progresiva.
Las tres variantes más importantes de APP fue-
ron clasicadas por un grupo reunido ad hoc en 2011
(Gorno-Tempini et al., 2011) en función de sus dife-
rentes manifestaciones clínicas y se las clasica según
el patrón de compromiso del lenguaje en APP variante
semántica (APPvs o APP-S), APP variante no uente
/ agramática (APPnf/a o APP-G) y APP variante logo-
pénica (APPvl o APP-L) (Hodges & Patterson, 2007;
(Klimova et al., 2018; Mesulam et al., 2021; Kamalian
et al., 2022) (ver Tabla 6).
Correlato clínico-patológico
El diagnóstico clínico de las APP se asocia con la de-
generación lobar frontotemporal (DLFT) con inclu-
siones TDP-43 en un 40,5 %, con la DLFT-tau en otro
40,5 % y con patología de EA en un 19 % de los casos
(Spinelli et al., 2017).
Un 77 % de las APP-L se asocian con patología
EA; 56 % de las APP-G con Degeneración Cortico-
basal/Parálisis Supranuclear Progresiva (CBD/PSP) o
demencia frontotemporal variante conductual/enfer-
medad de Pick (DFTvc/PiD) y 89 % de las APP-S con
patología TDP-43 tipo C (Mesulam et al., 2022).
Cada variante se asocia a su vez con alguna pato-
logía más o menos típica (Spinelli et al., 2017; Berge-
ron et al., 2018): APP-L y EA (76 %), APP-S y DLFT-
TDP-43 (80 %), APP-G y DLFT-tau –particularmente
la demencia frontotemporal variante conductual -
DFTvc– (64 %)
En cuanto a la positividad para amiloide beta (Aβ)
(Bergeron et al., 2018), APP-L se asocia en el 86 % (no
se observa incremento con la edad) APP-S en el 16 %
(desde 6 % a los 50 años hasta 32 % a los 80) y APP-G
20 % (desde 10 % a los 50 años hasta 27 % a los 80).
Los sujetos portadores de dos alelos de apolipopro-
teína E épsilon 4 (ApoE-ε4) son más frecuentemente
positivos para amiloide-β (58.0 %) que los no porta-
dores (35.0 %) en las APP.
Perles neuropsicológicos de las APP
En líneas generales, una primera aproximación en la
evaluación de las afasias progresivas primarias puede
basarse en cuatro rasgos distintivos, (i) la comprensión
de vocablos aislados, (ii) la repetición de oraciones o
frases, (iii) el trastorno motor del habla (incluyendo
la denominación y la uencia) y (iv) el agramatismo.
APP logopénica (Montembeault, Brambati, & Gor-
no-Tempini, 2018). Logopenia es un término intro-
ducido por Mesulam en la literatura médica para
destacar una característica de las afasias progresivas
primarias (Mesulam 1982; Mesulam & Weintraub,
1992) (ver Tabla 7).
APP semántica (Acosta-Cabronero et al., 2011; Mén-
dez et al., 2020). También se la conoce como “demen-
cia semántica” (Warrington, 1975; Snowden et al.,
1989; ompson et al., 2003) (ver Tabla 8).
APP Agramática / no uente (Rogalski et al., 2011;
Marshall et al., 2018; Henry & Grasso, 2018). Reco-
nocida por Pick (1892) y Serieux (1893), fue tipica-
da por Mesulam en 1982 junto con las otras variantes
(Tabla 9).
53
Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Tabla 6. Criterios diagnósticos de afasia progresiva primaria.
Afasia progresiva primaria (APP) (Mesulam, 2003, 2013; Gorno-Tempini et al., 2011; Mesulam et al., 2014; Macoir et al., 2021)
Las siguientes 3 condiciones deben estar presentes
1.Nuevo y progresivo trastorno del lenguaje (afasia en uno o más de los siguientes dominios: producción gramatical de
oraciones, hallazgo de vocablos en el habla, denominación de objetos, comprensión de palabras y oraciones, deletreo, lectura,
repetición). Trastornos aislados de la articulación no calican
2. Relativa preservación de la memoria episódica, funciones ejecutivas, habilidades visuoespaciales y comportamiento docu-
mentado por la historia, registros médicos y/o evaluación neuropsicológica
3. Resultados de imágenes y otros exámenes neurodiagnósticos pertinentes que excluyan otras causas distintas de la neuro-
degeneración
Variante no-uente/agramática (APPvnf/a o APP-G) (Gorno-Tempini et al., 2011; Mesulam et al., 2014)
A. Uno de los siguientes rasgos centrales debe estar presente
1. Agramatismo en la producción del lenguaje
2. Habla esforzada, entrecortada, con errores inconsistentes y distorsiones en los sonidos del habla (apraxia del habla)
B. 2 de los siguientes 3 rasgos auxiliares deben estar presentes
1. Trastorno en la comprensión de oraciones sintácticamente complejas (no-canónicas)
2. Preservación de la comprensión de palabras aisladas
3. Preservación del conocimiento de objetos
Variante semántica (APPvs o APP-S) (Warrington, 1975; Gorno-Tempini et al., 2011; Mesulam et al., 2014)
A. Ambos rasgos centrales deben estar presentes
1. Trastorno en la denominación de objetos
2. Trastorno en la comprensión de palabras aisladas
B. 3 de los siguientes rasgos auxiliares deben estar presentes
1. Trastorno del conocimiento de objetos, particularmente para ítems de baja frecuencia o baja familiaridad
2. Dislexia de supercie (lectura de palabras irregulares) o disgraa
3.Repetición preservada
4. Aspectos gramaticales y motores del habla preservados
Variante logopénica (APPlv o APP-L) (Gorno-Tempini et al., 2004, 2011)
A. Ambos de los siguientes rasgos centrales deben estar presentes
1. Alteración de la recuperación de palabras aisladas en el lenguaje espontáneo y la denominación
2. Trastorno en la repetición de frases y oraciones
B. 3 de los siguientes rasgos auxiliares deben estar presentes
1. Errores fonológicos (parafasias fonémicas) en el lenguaje espontáneo o la denominación
2. Preservación de la comprensión de palabras aisladas y del conocimiento de objetos
3. Preservación de los aspectos motores del habla
4. Ausencia de agramatismo franco
Tabla 7. Perl neuropsicológico de la APP-L
Dicultad en el hallazgo de vocablos que afecta la uidez de la expresión del lenguaje hablado.
Dicultad en el recuerdo/hallazgo de vocablos (anomia moderada) con pausas en el discurso (búsqueda de palabras) [criterio
“central” (core)].
Dicultad para recordar palabras (memoria auditiva verbal de corto plazo) [criterio “central” (core)].
Errores fonológicos y sustituciones de palabras en el habla [criterio “central” (core)].
Trastornos inconstantes en la repetición (dicultad para repetir frases u oraciones) en ausencia de trastornos gramaticales y
de comprensión [criterio “de apoyo” (ancillary)] (Mesulam & Weintraub, 2014).
Sin trastornos en la comprensión.
Sin agramatismo.
Sin disartria.
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Correlación entre patología y
neuroimágenes
Cuando se describen las atroas regionales clásicas
en estos cuadros neurodegenerativos, su correlación
clínica debe hallarse identicando a los sistemas de
redes afectados, ya sea primariamente por la misma
degeneración o secundariamente a la desconexión
funcional (ver Tabla 10).
Las dicultades prácticas (Tippett, 2020)
Las APPs no siempre maniestan una fenomenología
característica, hallándose formas atípicas (i.e., mixtas
o indeterminadas) (Marshall et al., 2018). Se ha des-
crito superposición en la presentación clínica en las
etapas tempranas (e.g., habla no uida con trastorno
en la repetición en PPA-G y PPA-L; anomias en las
tres variantes).
La apraxia del habla, característica de la APP-G,
puede ser difícil de diagnosticar en los estadíos inicia-
les, en los cuales sólo se maniesta durante la repeti-
ción de palabras, frases y oraciones largas o comple-
jas y puede dicultar el diagnóstico de agramatismo,
componente mandatorio de la APP-G.
Se han diseñado diferentes baterías para evaluar
los componentes semánticos del conocimiento (Sno-
dgrass & Vanderwart, 1980; Caramazza & Shelton,
1998; Bozeat et al., 2000; Adlam et al., 2006; Rogers
& Patterson, 2007; Patterson, Nestor & Rogers, 2007;
Adlam et al., 2010; Close & Pothos, 2012). En general
éstos buscan discriminar entre los componentes pri-
mariamente relacionados con la memoria semántica,
las funciones lingüísticas y el conocimiento concep-
tual de objetos y seres vivos.
La prueba “repita y señale” (Repeat and Point Test)
(Hodges et al., 2008) puede ser empleado como instru-
Tabla 8. Perl neuropsicológico de la APP-S.
Afasia con lenguaje uente.
Dicultad en el hallazgo de vocablo.
Dicultad en la denominación de objetos (anomia espontánea o por confrontación) con frecuentes sustituciones semánticas.
Trastorno en la comprensión de palabras aisladas en el lenguaje oral o escrito.
Trastorno en el reconocimiento visual de objetos inusuales (de baja frecuencia) o de baja familiaridad [no mandatorio].
Dislexia del deletreo (tendencia a deletrear las palabras durante la lectura).
Lectura de pseudopalabras variable (mayor dicultad cuando tienen ortografía arbitraria).
Comprensión de palabras homófonas afectada (dependencia casi excluyente de la información auditiva) (Ellis & Young, 1992).
Dislexia de supercie (dicultad para la lectura de palabras irregulares con sustituciones semánticas y errores por regularización,
con o sin disgraa asociada).
Repetición y componentes gramaticales y motores del habla preservados.
La denominación de objetos, puede estudiarse mediante la “Evaluación multidimensional de la denominación del Noroeste”
(Northwestern Multidimensional Naming Assessment – NOMINA) (Mesulam et al., 2013), la cual incluye tareas de denomina-
ción, denición verbal del objeto, denición verbal de la palabra que denota el objeto, apareamiento de la palabra con el objeto y
medición cronometrada de la interferencia taxonómica.
Tabla 9. Perl neuropsicológico de la APP-G.
Dicultad para la generación de las palabras, con esfuerzo para iniciar el discurso y frecuentes interrupciones (Mesulam, 1982).
Producción verbal en promedio ≈ 45 palabras/m (≈ 140 palabras/m en controles normales y ≈ 90 palabras/m en las otras APP
(Galindo et al., 2021).
Errores inconsistentes y distorsiones en los sonidos del habla (“apraxia del habla”) (Grossman et al., 1996)
Errores gramaticales tanto en el lenguaje oral como en la escritura.
Dicultad para comprender oraciones sintácticamente complejas (no canónicas).
Dicultad en la comprensión de la estructura gramatical de las frases y oraciones (Grossman, 2012; Charles et al., 2014).
Preservación de la comprensión de palabras aisladas.
Preservación del conocimiento de objetos.
Una prueba que resulta particularmente dicultosa para estos pacientes es segmentar una pseudopalabra para encontrar dos
palabras reales, lo que no ocurre cuando debe segmentar una palabra real (Funnell, 1983)
55
Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
mento particularmente útil para el diagnóstico diferen-
cial entre la APP-S y las APP-G y APP-L (Seckin et al.,
2022).
El “efecto de concretización” (concreteness eect),
i.e., el mejor rendimiento cognitivo al operar con con-
ceptos concretos que cuando se lo hace con ideas abs-
tractas, es un hallazgo habitual en individuos normales
y muy característico en pacientes afásicos y en pacientes
con enfermedad de Alzheimer (Mancano et al., 2023).
La reversión de la concretización, i.e., el incre-
mento del procesamiento de conceptos abstractos en
detrimento del correspondiente a palabras concretas,
es un hallazgo frecuente en la APP-S (Bonner et al.,
2009; Mancano et al., 2023). La neurodegeneración en
la APP-S (Gorno-Tempini et al., 2004) afecta preferen-
temente a las cortezas asociativas visuales unimodales
que procesan sobre todo objetos concretos (de eleva-
da imaginabilidad) y a sus conexiones con regiones de
procesamiento heteromodal (Wang, Conder, Blitzer &
Shinkareva, 2010; Bonner, Price, Peelle & Grossman,
2016). Esto sería consistente con la reversión del efec-
to de concretización.
Deterioro cognitivo en la enfermedad
de Parkinson
El deterioro cognitivo es uno de los síntomas no mo-
tores más incapacitantes de la enfermedad de Parkin-
son (EP), y se asocia con una supervivencia más corta.
Se estima que la incidencia de demencia en las perso-
nas con discapacidad es de aproximadamente el 10 %
por año (García-Ptacek, & Kramberger, 2016).
El espectro clínico del deterioro cognitivo en
la EP
Las quejas cognitivas de los pacientes con EP a menu-
do se maniestan como pensamiento lento y velocidad
de procesamiento reducida, pero también pueden estar
asociadas con ansiedad, estrés y depresión (Koster et al.,
2015). El deterioro cognitivo leve (DCL) por su parte,
se presenta con una prevalencia de hasta el 40 % (De-
mEP) (Aarsland & Kurz, 2010). Varios factores se han
asociado con un mayor riesgo de DCL incluidas edad
avanzada, sexo masculino, nivel educativo más bajo,
síndrome metabólico comórbido, el fenotipo rígido
acinético y la coexistencia de características no moto-
ras como ansiedad, disfunción autonómica, depresión
y trastornos del comportamiento del sueño (Peng et al.,
2018; Wojtala et al., 2019). Los estudios de neuroima-
gen mostraron que el DCL está asociado con la atroa
cortical en áreas prefrontal izquierda, insular, temporal
anterior derecha, parietal derecha y occipital, así como
áreas subcorticales (Wang et al., 2018).
La DemEP por su parte, afecta a aproximadamente
el 30 % de los pacientes (Aarsland & Kurz, 2010). Si
bien la edad avanzada al inicio de la enfermedad y una
etapa avanzada de la EP son los factores de riesgo más
comunes para su desarrollo, otros factores han sido aso-
ciados, como el fenotipo acinético-rígido, los síntomas
motores graves, las características atípicas como ini-
cio simétrico y la disfunción autonómica temprana, la
mala respuesta a la levodopa, el sexo masculino, el bajo
nivel educativo, las comorbilidades vasculares como la
hipertensión y la diabetes, los trastornos de conducta
Tabla 10. Correlación anatomofuncional.
APP-S
(Acosta-Cabronero et al., 2011)
APP-L
(Montembeault et al., 2018)
APP-G
(Rogalski et al., 2011)
Neuroimágenes
(más características)
Atroa de los lóbulos temporales
afectando las regiones ventrales
y laterales anteriores
a predominio izquierdo
Atroa del área perisilviana de
la encrucijada temporoparietal
izquierda, sobre todo circunvolu-
ción temporal posterosuperior
Compromiso frontoinsular
posterior izquierdo y del área
motora suplementaria.
Vías y redes afectadas
Compromiso de la red
ventral del lenguaje afectando al
fascículo longitudinal inferior y al
fascículo uncinado
Disrupción de la red dorsal del
lenguaje, especialmente el fascí-
culo arcuatum.
Afectación de la red dorsal del
lenguaje, incluyendo
el arcuatum y el fascículo longi-
tudinal superior.
Se ha descrito el compromiso
del fascículo frontal oblicuo
(Dick, Garic, Graziano & Trem-
blay, 2019; Baudo et al., 2023)
56
Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
en el sueño REM, la presencia de depresión y las aluci-
naciones (Xu et al., 2016; Emre, 2007). La DemEP se ca-
racteriza tanto por la degeneración de núcleos subcor-
ticales, la muerte celular cortical y los depósitos tanto
de α-sinucleína en cuerpos de Lewy, así como proteína
tau y β-amiloide (Rub et al., 2002; Emre, 2003).
Perl cognitivo en la EP
El síndrome disejecutivo se ha considerado a menudo
como un sello distintivo del fenotipo clínico del de-
terioro cognitivo en la EP. Sin embargo, numerosas
investigaciones muestran que el perl cognitivo es he-
terogéneo y se asocia inclusive con la interrupción de
múltiples sistemas de neurotransmisores, sin mencio-
nar la posible enfermedad cerebrovascular presente.
Se han descripto décit en la memoria, la atención,
la percepción visual, las habilidades constructivas vi-
soespaciales y el lenguaje (Beatty et al., 2003; Keha-
gia et al., 2010). De hecho, este espectro más amplio
de deterioro condujo a una revisión de los criterios
diagnósticos para el DCLe y la DemEP, por parte de
los grupos de estudio de la Sociedad Internacional de
Parkinson y Trastornos del Movimiento (Litvan et al.,
2012; Emre et al., 2007). En general, el deterioro no
amnésico de un solo dominio (es decir, cualquier do-
minio único que no sea de memoria) es el subtipo más
común de DCL en EP (Litvan et al., 2011). Algunos de
éstos, como el décit ejecutivo, el de uidez y las ha-
bilidades visuoespaciales, serían inclusive predictores
de la evolución a un cuadro de demencia (Hobson &
Meara, 2004). Como datos relevantes, debemos desta-
car que los décits en la atención son independientes
de la menor velocidad de procesamiento cognitivo que
se observa habitualmente en el paciente con EP (Noe et
al., 2004). Y por otra parte es habitual encontrar que en
etapas tempranas (DCL o DemEP leve) el recuerdo con
claves está relativamente conservado, en comparación
con pacientes con otras patologías cognitivas como la
Enfermedad de Alzheimer (Beatty et al., 2003).
Cabe destacar algunas evidencias que dan cuenta de
que las características neuropsicológicas con una base
cortical más posterior estarían más asociadas con el de-
sarrollo de demencia, mientras que los décits asocia-
dos a degeneración frontoestriatal menos, lo que sugie-
re dos síndromes cognitivos distintos con etiologías y
pronósticos potencialmente diferentes (Williams-Gray
et. al, 2009). La Sociedad Internacional de Parkinson
y Trastornos del Movimiento, propuso criterios nue-
vos tanto para el DCL, como para la DemEP (Litvan
et al., 2012; Emre et al., 2007). Los del DCL se basan en
los criterios habituales, pero modicados para abordar
problemas relativamente especícos en la EP. El diag-
nóstico debe ser clínico, y su evolución debe asociarse
a la enfermedad subyacente. Por otra parte, se establece
que este deterioro cognitivo puede ser informado por el
paciente o el informante, u observado por el médico, lo
que permite la mayor sensibilidad en su detección. Por
último, se establecen criterios de exclusión que inclu-
yen otros parkinsonismos, otras explicaciones prima-
rias plausibles para el deterioro cognitivo (como causas
metabólicas o traumatismos) y otras comorbilidades
asociadas (como enfermedad cerebrovascular) que, en
opinión del médico, pueden haber inuido signicati-
vamente en las pruebas cognitivas.
Por su parte, para el cuadro de DemEP, hace én-
fasis en el diagnóstico diferencial con la (LBD). Esta-
blece que en el caso de EP, el cuadro demencial debe
desarrollarse concomitantemente con la enfermedad
motora, no así en la LBD, en la cual los síntomas de-
menciales pueden preceder a los motores, o eventual-
mente desarrollarse dentro del primer año del cuadro
extrapiramidal. Cabe destacar que en este caso se re-
ere a un cuadro de demencia, y no al desarrollo de
síntomas cognitivos leves que, como se describió an-
teriormente, son comunes en la EP.
Los síntomas de conducta por su parte, también
son relativamente habituales en los pacientes con de-
terioro cognitivo. Las alucinaciones visuales son más
frecuentes que las auditivas, y constituyen de hecho
predictores de evolución a DemEP (Aarsland et al.,
2007). Sin embargo, es importante destacar que este
síntoma es cardinal en el diagnóstico de LBD, por lo
que resulta trascendente determinar la cronología de
su aparición (temprano en esta última) para un co-
rrecto diagnóstico diferencial. Otros síntomas como
apatía, depresión o ansiedad, también son frecuentes
en los pacientes con trastornos cognitivos asociados a
EP (Aarsland et al., 2007). En conclusión, los síntomas
cognitivos en la EP son heterogéneos, siendo comunes
los perles de un solo dominio. Entre estos síntomas,
el síndrome disejecutivo, y el perl de trastorno de
memoria con poco compromiso en el recuerdo con
claves son habituales. Los cuadros de demencia por
su parte, son de instalación insidiosa, acompañando a
la evolución del resto de los síntomas de la enferme-
dad. Estos síntomas deben ser tenidos muy en cuenta
en el abordaje interdisciplinario de los pacientes con
Parkinson, ya que constituyen un componente muy
importante de la discapacidad del individuo.
57
Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Perl neuropsicológico de la encefalo-
patía TDP-43 relacionada con la edad
con predominio límbico (LATE)
Nelson et al. (2019) describen una forma de deterioro
cognitivo denominada Encefalopatía relacionada con
la edad por TDP-43 con predominio límbico (LATE),
la cual se presenta en el 30–50 % de los adultos mayo-
res de 79 años. Dado el aumento de la expectativa de
vida, resulta fundamental identicar su perl clínico y
cognitivo de inicio y evolución. Esta entidad represen-
ta un desafío diagnóstico, ya que puede confundirse
con la enfermedad de Alzheimer (EA). Como otras
patologías crónicas, se generan por el mal plegamien-
to de proteínas, en este caso es la TDP-43, proteína de
unión al ADN de 43 kDA; en el 30-50 % de los sujetos
mayores de 79 años (Boyle, et al. 2019; James, et al.
2021). Se acumulan en la amigada y la zona hipo cam-
pal, a diferencia de la EA que es el amiloide beta y la
proteína Tau las proteínas que se depositan.
Es muy difícil diagnosticar la LATE en vida con
certeza diagnóstica ya que solo una autopsia del cere-
bro puede ayudar a determinarla como causa de la de-
mencia. La evolución de los pacientes con este cuadro,
comprobado post mortem (Nelson et al) congura un
síndrome cognitivo amnésico que involucra progre-
sivamente a otras estructuras cerebrales que afectan
a múltiples dominios cognitivos donde nalmente se
comprometen las actividades de la vida diaria, con-
gurando un síndrome demencial.
Está descripto el perl cognitivo de inicio y progre-
sión de la enfermedad, que muestra tres estadios suce-
sivos, cuyos síntomas clínicos se asociarían a la acumu-
lación de la proteína en distintas regiones cerebrales.
Todos los estadios LATE-NC, incluidos los subti-
pos del estadio 1, se asociaron con mayor presencia de
deterioro cognitivo, demencia y deterioro de la me-
moria, en comparación con aquellos sin LATE-NC.
Muchos estudios previos han informado de un impac-
to limitado del estadio 1 de LATE-NC en la cognición,
utilizando los nuevos criterios de estadicación y un
gran tamaño de muestra limitado a aquellos sin de-
terioro o con deterioro del tipo AD, sin embrago hay
evidencia que el estadio 1 se asocia signicativamente
tanto con la demencia como con el deterioro de la me-
moria (Woodworth, 2024).
Como mencionamos el perl cognitivo de inicio
de LATE-NC presenta una similitud con la EA. No
obstante hay una diferencia signicativa en la modali-
dad de progresión tanto en la presencia de biomarca-
dores como a nivel cognitivo.
En la Tabla 11 se presentan algunas de las diferen-
cias entre ambas patologías.
El diagnóstico denitivo de LATE requiere análi-
sis anatomopatológico post mortem. Sin embargo, los
perles de progresión cognitiva y funcional observa-
dos en pacientes pueden ofrecer indicadores clínicos
útiles. Presentamos a continuación un caso clínico
que ilustra dicha evolución a lo largo de 11 años (ver
Tabla 12).
Tabla 11.
Característica Enfermedad LATE Enfermedad de Alzheimer
Progresión Más lenta Más rápida
Áreas cerebrales Sistema límbico (hipocampo, amígdala) Corteza cerebral e hipocampo
Biomarcadores No hay acumulación de beta-amiloide o tau Acumulación de beta-amiloide y tau
Síntomas cognitivos Similar a Alzheimer, pero menos grave; disfunción
ejecutiva precoz Pérdida de memoria, desorientación, afasia
Tabla 12. Diferencias en neuroimagen entre LATE y Alzheimer.
Característica Enfermedad LATE Enfermedad de Alzheimer
Atroa del hipocampo Marcada, a menudo asimétrica Marcada, generalmente simétrica
Atroa cortical Menos prominente, localizada en áreas límbicas Más extensa, afecta lóbulos temporales,
parietales y frontales
Asimetría Más común Menos común
Áreas especícas Giro cingulado anterior, amígdala Corteza entorrinal, precúneo, lóbulos
temporales y parietales
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Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
Síntomas distintivos de LATE
Aunque comparten signos de demencia, los síntomas
que distinguen al LATE de la enfermedad de Alzhei-
mer pueden incluir:
1. Problemas del lenguaje: dicultades para encon-
trar palabras o formar oraciones coherentes.
2. Alteraciones en la conducta: apatía, desinhibición
o comportamientos compulsivos.
3. Disfunción ejecutiva: problemas con la planica-
ción y organización desde etapas tempranas.
Síntomas comunes con la enfermedad
de Alzheimer
1. Pérdida de memoria: olvido de eventos o conversa-
ciones recientes.
2. Confusión espacial y temporal: desorientación en
tiempo y lugar.
3. Deterioro cognitivo general: afecta memoria, len-
guaje y tareas cotidianas.
Caso clínico
Edad: 88 años, género: masculino, nivel de instruc-
ción: 8 años
Antecedentes: hipertensión, stent coronario (año
2000).
■ 2009: Consulta a los 77 años por olvidos cotidianos
y agitación. Evaluación cognitiva normal.
■ 2010: A los 8 meses, incrementan los olvidos.
Diagnóstico inicial: demencia tipo Alzheimer.
■ 2013: Viudez. Vive solo con cuidadora.
■ 2018: Episodio de confusión. Se suspende donepe-
cilo. Funcionalidad disminuida.
■ 2020: Problemas mnésicos y funcionales severos.
(ver Tabla 13 y Tabla 14)
Conclusión
El deterioro progresivo de la memoria episódica, junto
con alteraciones funcionales y uidez verbal parcial-
mente conservada y temprana aparición de síntomas
Tabla 13. Perl cognitivo de progresión - Mini Mental.
Año 2007 2011 2012 2020
Orientación fecha 4 4 3 0
Orientación lugar 5 5 5 3
Fijación 3 3 3 3
Atención 4 5 5 5
Recuerdo 3 1 0 0
Repetición 1 1 1 1
Comprensión 3 3 3 3
Lectura 1 1 1 1
Escritura 1 1 1 1
Denominación 2 2 2 2
Copia 1 0 1 1
Total 28 26 25 20
Media 28.8 28.1 28.1 28.1
DS 0.9 1.3 1.3 1.3
Z score -0.88 -1.61 -2.38 -6.23
Tabla 14. Evolución de uencia verbal.
Prueba 2009 2018 2020
Fluencia semántica Correctas: 17 Correctas: 10, Repeticiones: 2 Correctas: 13, Repeticiones: 5
Media / DS / Z Media: 15.4, DS: 3.9, Z: -0.41 Media: 13.10, DS: 3.42, Z: -0.90 Media: 13.10, DS: 3.42, Z: -0.32
Fluencia fonológica Correctas: 20 Correctas: 11, Repeticiones: 9 Correctas: 8, Repeticiones: 0
Media / DS / Z Media: 10.8, DS: 3.1, Z: +2.9 Media: 9.55, DS: 3.7, Z: +0.40 Media: 9.55, DS: 3.7, Z: -0.68
59
Perles cognitivos en las demencias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 41-63.
conductuales sugieren la presencia de LATE. Aunque
no existe un método denitivo para su diagnóstico en
vida, las manifestaciones clínicas de inicio y el segui-
miento cognitivo pueden aportar evidencias relevan-
tes para formular hipótesis diagnósticas.
Conclusiones nales
Como hemos visto los trastornos cognitivos en el
adulto mayor implican un desafío clínico para el pro-
fesional de consulta, considerando que en muchos ca-
sos se hace difícil el acceso a estudios especícos de
imágenes o biomarcadores. Sin embargo identicar el
perl del décit cognitivo y las variables y comorbili-
dades que lo acompañan hace posible trazar hipótesis
diagnósticas acertadas.
En el caso de la enfermedad de Alzheimer el perl
clínico predominante es el amnésico, con compromiso
progresivo de otros dominios cognitivos y neuropsi-
quiátricos. Afecta un tipo de memoria, la memoria epi-
sódica, que se vincula a las funciones del hipocampo,
una de las estructuras que presenta un daño inicial en la
EA. Un diagnóstico diferencial interesante es su simili-
tud con el LATE que muestra síntomas tempranos de al-
teraciones en la conducta como apatía, o desinhibición
y asimismo una disfunción ejecutiva desde etapas tem-
pranas. Su progresión lenta y la edad de comienzo tar-
día, es una variable que la diferencia de la DFT y la EA.
La enfermedad cerebrovascular que congura en
su evolución un posible cuadro clínico de demencia
vascular siendo la segunda en el orden de prevalen-
cia, es causal de deterioro cognitivo y discapacidad en
la población adulta. Sus perles cognitivos presentan
gran variabilidad y dependen de su localización, insta-
lación aguda o crónica, carácter isquémico y/o hemo-
rrágico y otras variables asociadas. Las imágenes son
de gran valor para la interpretación de su desempeño
cognitivo y progresión. Son pacientes que acuden por
trastornos de memoria de lenta evolución, semejan-
tes a la EA. A diferencia de ésta última, las imágenes
muestran la preservación del área septohipocampal.
En el caso de la demencia por cuerpos de Lewy los
síntomas motores son un marcador diagnóstico im-
portante. Aparecen casi simultáneamente con los tras-
tornos cognitivos que pueden presentarse a lo largo de
1 año. Considerar en este caso el perl cognitivo dife-
rencial con otras demencias y la presencia de variables
no cognitivas permite una buena aproximación diag-
nóstica de la enfermedad.
A pesar del carácter distintivo del perl conduc-
tual en la demencia frontotemporal, la superposición
con otras entidades plantea desafíos diagnósticos im-
portantes. En este caso las alteraciones en la cognición
social, el reconocimiento emocional facial y la regula-
ción del juicio moral, se consideran variables críticas
para su identicación (Zamboni et al., 2010; Bertoux
et al., 2012). El compromiso temprano de la memoria
episódica puede responder a distintos fenotipos gené-
ticos de la enfermedad que determinan perles neu-
ropsicológicos parcialmente diferenciados.
Los perles neurocognitivos de las afasias pro-
gresivas primarias cuyo estudio incluye una evalua-
ción clínica, neuropsicológica y neurolingüística, que
acompañada por neuroimágenes estructurales y fun-
cionales permiten una buena aproximación diagnósti-
ca. La especicidad y progresión de los síntomas serán
decisivos para identicar estos formatos de demencias
focales de comienzo, que luego progresan a cuadros
demenciales generalizados.
Por último nos hemos referido a las fallas del sis-
tema cognitivo relacionadas con la Demencia que se
asocia a la Enfermedad de Parkinson, caracterizado
por un síndrome disejecutivo como signo distintivo.
El deterioro no amnésico de un solo dominio, las fa-
llas de la uidez verbal y las habilidades visuoespacia-
les, serían inclusive predictores de la evolución a un
cuadro de demencia.
En n, consideramos que el conocimiento de los
perles cognitivos que se presentan en los distintos
cuadros demenciales es de una buena utilidad clínica
y de gran importancia para una aproximación diag-
nóstica acertada que posibilite un abordaje temprano,
clínico terapéutico y preventivo.
Agradecimientos: los diferentes apartados de este artí-
culo fueron elaborados respectivamente por los siguientes
miembros del Grupo de Trabajo de Neurología del com-
portamiento y Neurociencias Cognitivas de la Sociedad
Neurológica Argentina (SNA): Perl neuropsicológico de
la Enfermedad de Alzheimer típica, María Julieta Russo,
Diana Cristalli, Liliana Colli, y Silvina Frontera; Perles
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Artículo de revisión
64
Resumen
El trabajo hace una revisión narrativa de los modelos y teorías del comportamiento suicida. Enfatiza la rele-
vancia que tienen en la investigación empírica de este fenómeno. Aborda desde los enfoques clásicos de Dur-
kheim o Stengel, hasta los modelos actuales, como la teoría psicológica interpersonal de Joiner o el modelo
motivacional-volitivo de O`Connor. Aborda perspectivas losócas, psicológicas, sociológicas, neurobiológicas
e integradoras, analizando los aportes conceptuales, dimensiones evaluadas y limitaciones de cada modelo.
Tras una búsqueda sistemática en bases de datos (PubMed, PsyINFO, Scopus, Web of Science y Google Scho-
lar) se analizaron 27 trabajos que cumplieron los criterios de inclusión. El análisis integrador ha revelado que,
mientras que las teorías clásicas han proporcionado una base conceptual, los modelos recientes han integrado
factores individuales, contextuales y biológicos, que ofrecen una comprensión más amplia y dinámica del sui-
cidio. Son identicadas limitaciones comunes a lo largo del tiempo en los modelos analizados como el décit
de validación empírica o la complejidad en la operacionalización práctica de los conceptos teóricos. El análisis
destaca la necesidad de desarrollar un marco teórico integrador que permita la convergencia de factores
individuales, interpersonales y sociales que permitan mejorar la prevención y la intervención en el comporta-
miento suicida en diferentes contextos culturales.
Palabras clave: teorías de suicidio, revisión bibliográca, modelos teóricos, comportamiento suicida
Abstract
The paper provides a narrative review of the models and theories of suicidal behaviour. It highlights their relevance to
empirical research on the phenomenon. It ranges from the classical approaches of Durkheim or Stengel to more recent
models such as Joiner's interpersonal psychological theory or O'Connor's motivational-volitional model. It examines
philosophical, psychological, sociological, neurobiological and integrative perspectives, analyzing the conceptual contri-
butions, dimensions evaluated and limitations of each model. Following a systematic search of databases (PubMed,
PsyINFO, Scopus, Web of Science and Google Scholar), 27 publications that met the inclusion criteria were analyzed.
The integrative analysis revealed that classical theories have provided a conceptual basis, while more recent models
have integrated individual, contextual and biological factors, providing a broader and more dynamic understanding of
suicide. Common limitations of the analyzed models over time are identied, such as the lack of empirical validation
or the complexity of practical operationalization of theoretical concepts. The review also highlights the need to develop
an integrated theoretical framework that allows for the convergence of individual, interpersonal and societal factors to
improve the prevention and intervention of suicidal behaviour in cross-cultural contexts.
Keywords: suicide theories, bibliography review, theoretical models, suicide behaviour
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida:
un análisis integrador
Contemporary Models and Theories of Suicidal Behaviour: A Comprehensive Review
José Enrique Gutiérrez-Jurado1, Sonia Janeth Romero Martínez2
RECIBIDO 31/10/2024 - ACEPTADO 6/3/2025
1.Universidad Nacional de Educación a Distancia. Facultativo psicólogo Policía Nacional. Toledo (España). https://orcid.org/0000-0003-3750-1733
2.Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED). https://orcid.org/0000-0001-8330-6694
Autor correspondiente:
José Enrique Gutiérrez-Jurado
jgutierre797@alumno.uned.es
Institución en la que se realizó la investigación: Universidad Nacional de Educación a Distancia, Toledo, España.
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.944.
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.944
65
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
Introducción
El suicidio es un fenómeno dinámico y multifactorial
que ha captado el interés humano desde sus inicios. No
se conoce evidencia de este tipo de comportamientos en
animales (Preti, 2011) aunque no existe un consenso en
esta idea (Peña-Guzmán, 2017; Sto y Mann, 1997). Al
tratarse de una conducta que se puede entender como
antinatural, con respecto a la supervivencia del orga-
nismo, hace que incremente su relevancia social e in-
vestigadora. Por ello, el ser humano ha intentado darle
un sentido al comportamiento suicida, lo que ha estado
ligado al propio desarrollo de las culturas y sociedades
humanas. No existen datos que avalen la existencia de
este fenómeno en la prehistoria. La información que se
dispone es más bien especulativa y en forma de hipóte-
sis. Trabajos recientes sugieren que, para poder hablar
del suicidio como un acto voluntario es necesario ha-
ber desarrollado una serie de habilidades cognitivas. El
pensamiento contrafactual o la simulación mental serían
habilidades necesarias para tomar la decisión de suici-
darse (Humphrey, 2018).
Desarrollo histórico y cultural
Una de las primeras evidencias de la existencia del com-
portamiento suicida se sitúa en el imperio egipcio. Un
escrito en un papiro datado con una antigüedad de dos
mil años antes de Cristo escribe en primera persona el
sufrimiento de un hombre y lo que puede ser entendido
como un indicio de ideación de suicidio (Pérez, 2006).
Conforme las culturas han ido apareciendo a lo
largo de la historia, la interpretación que se ha hecho
del suicidio es muy variopinta. En la antigua Grecia,
la losofía fue la primera en ocuparse del suicidio de
manera crítica (Ortega, 2018, p. 19). Fue uno de es-
tos lósofos el primero que acuñó el término muerte
voluntaria. En la antigua Roma, con la escisión de los
cristianos del judaísmo, los gobernantes romanos vie-
ron preciso limitar la capacidad política de esta nueva
religión, puesto que tenían una importante capaci-
dad de suicidarse en masa por mantenerse adheridos
a este nuevo dogma, al igual que lo hacían los judíos
(Díaz Bourgeal, 2016). Tanto en Roma como en Gre-
cia el suicidio era castigado, no obstante, con algunas
excepciones como en caso de conicto armado o por
honor (Laios et al., 2014).
En el Edad Media, cuando una persona se suici-
daba, sus bienes eran conscados, incluso dejando
a sus familiares en una situación desamparada (Bal-
, 2007). El suicidio estaba regulado a nivel legal de
tal manera que imponía sanciones a quien lo come-
tía, cuya responsabilidad recaía en sus descendientes
(O´Callaghan, 2019), llegando a serles conscados
sus bienes. Una vez más, fueron los lósofos los en-
cargados de acometer un cambio de paradigma en la
comprensión del suicidio. El intento por desligar este
comportamiento de ser un pecado mortal y convertir-
se en una decisión propia (Haakonssen, 2006) fue una
de las cuestiones más relevantes en esta época.
El término suicidio no apareció hasta el siglo XVII,
cuando un monje llamado John Donne expuso este
concepto en su manuscrito Biathanatos. Aunque, histó-
ricamente es aceptado que el término suicidio aparece
escrito por primera vez en la obra de omas Brow-
ne, actualmente existe controversia de esta atribución
(López, 2020). En 1774, la publicación de la obra de
Goethe Las penas del joven Werther, llevó a muchas
personas a acabar con su vida de la misma forma en
que lo hizo su protagonista, imitando la forma en que
su protagonista se suicida en la obra. Esto ha supuesto
una vía para la investigación del suicidio por imitación,
denominado como el síndrome Werther, del que existe
una amplia literatura cientíca (Calvo et al., 2024; Ha y
Yang, 2021).
La Revolución Francesa dio paso al inicio de la épo-
ca actual. La concepción del suicidio, como en otras
épocas, ha ido adaptándose a las sociedades. A nales
del siglo XVIII, el suicidio pasa de ser considerado bajo
una concepción meramente religiosa a una postura mé-
dica (García et al., 2023). Esto hace que este fenómeno
sea considerado como un problema de salud mental y
una alteración orgánica a nivel cerebral (Plumed y No-
vella, 2015), concepción que se mantiene, con muchos
matices y cambios sociales, hasta nuestros días.
Con el devenir de la Historia, la concepción del suici-
dio ha ido variando y amoldándose a las necesidades de
cada sociedad. Desde un punto de vista religioso el suici-
dio siempre ha estado mal visto y moralmente repudia-
do, aunque también ha sido entendido como el resultado
de una decisión libre a nivel del individuo (Lawrence et
al., 2016). A pesar de la variación de la concepción teóri-
ca del suicidio a lo largo de todas las épocas, los motivos
para suicidarse parecen no diferir en gran medida. Los
aspectos comunes parecen ser la desesperanza, el duelo
por una pérdida, problemas anímicos, vergüenza, honor
o desesperación (Trujillo, 2022).
Objetivos
Debido a la evolución en el abordaje del comporta-
miento suicida descrita en los párrafos anteriores, se
torna relevante realizar una revisión de las teorías y
modelos del comportamiento suicida que han abor-
dado este comportamiento a lo largo del tiempo, en
66
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
aras de realizar una revisión narrativa de este fenó-
meno. El análisis integrador del estudio de las teorías
y modelos de este fenómeno puede redundar en una
prevención e intervención más adecuadas ante la apa-
rición del comportamiento suicida en las sociedades
actuales (Grande et al., 2024). De ahí, que el propósito
principal de este trabajo sea exponer, de manera ge-
neral, somera y concisa, la evolución histórica de los
enfoques teóricos, destacando tanto sus avances como
limitaciones, para terminar con un análisis integrador
y crítico sobre el estado actual del conocimiento cien-
tíco que se posee sobre el suicidio.
Metodología
Diseño del estudio
Se trata de una revisión narrativa de las teorías y mo-
delos del comportamiento suicida recogidos por la
literatura cientíca. A pesar de que este trabajo no se
trata de un metaanálisis, se adoptó parcialmente el
método PRISMA (Preferred Reporting Items for Sys-
tematic Reviews and Meta-Analyses) para garantizar
una recogida de datos sistemática.
Bases de datos
La búsqueda de la información que conforma este traba-
jo se llevó a cabo en PubMed, PsycINFO, Scopus, Web
of Science y Google Scholar, siendo consideradas repre-
sentativas de la literatura cientíca en ciencias del com-
portamiento en general y de la psicología en particular.
Estrategias de búsqueda
En las bases de datos referidas, fueron utilizadas dos
ecuaciones de búsqueda y los operadores booleanos
presentados, con la nalidad de abarcar el máximo
espectro de trabajos que abordan el comportamien-
to suicida con un modelo o teoría concretos. La bús-
queda incluyó las siguientes ecuaciones: ("suicide
theories" OR "suicide models" OR "suicidal beha-
vior") AND ("psychological theories" OR "cognitive
models"); (suicidal behavior models” OR “integrative
aproaches”) AND (“suicide” OR “suicidal behavior”).
El ltro temporal utilizado abarcó desde 1900 has-
ta 2024, priorizando revisiones sistemáticas, estudios
empíricos y artículos teóricos. La búsqueda fue reali-
zada en inglés y español.
Criterios de inclusión y exclusión
Fueron incluidos trabajos cuyos requisitos eran: tra-
bajos tanto en inglés como en español, publicaciones
que aborden el suicidio desde un prisma teórico y
aquellos trabajos que aporten constructos al corpus
teórico del suicidio.
Por otro lado, los criterios de exclusión utilizados
fueron: aquellos que abordan el suicidio desde un en-
foque descriptivo sin implicaciones teóricas y estudios
fundamentados en teorías pero que no las desarrollan.
Fases de la revisión
Como se ha descrito anteriormente, siguiendo las fa-
ses del método PRISMA, en primer lugar, fueron re-
cabadas 3452 referencias en las bases de datos consul-
tadas. Fueron identicados 609 trabajos duplicados,
siendo eliminados antes del cribado. Seguidamente, la
revisión de los títulos y los resúmenes de los estudios
restantes (n=2843) por parte de un revisor (J.E.G.J),
permitió excluir 1928 trabajos que no se ajustaban a
los criterios de inclusión.
De los trabajos disponibles (n=915), fueron exclui-
dos 645 por no abordar directamente teorías o mo-
delos del comportamiento suicida. Finalmente, tras el
análisis más pormenorizado del cuerpo de los trabajos,
se incluyeron 26 (ver Tabla 1) para el análisis integrador
de esta revisión narrativa, los cuales están señalados
con un asterisco en al apartado referencias.
Análisis de datos
De los trabajos seleccionados para este estudio, se ex-
trajo la información oportuna y necesaria para orga-
nizar temporalmente su origen, autores, contribución
al campo del estudio del comportamiento suicida y
limitaciones. Esta información se expone en la tabla
1, al cual se remite a la persona lectora para la mejor
comprensión del presente trabajo.
Resultados
Modelos teóricos losócos, morales e intros-
pectivos
Como se ha descrito anteriormente, el interés en el
comportamiento suicida viene marcado por la propia
historia del ser humano. No obstante, el abordaje sis-
temático en el estudio de este fenómeno no aparece
hasta la publicación de la obra de Durkheim en 1897
(Gerardi, 2020). Este autor francés promulgó que el
suicidio puede ser una falta de integración social. Es
decir, el suicidio es un fenómeno de corte social, en el
que la persona es incapaz de regularse conforme a las
normas sociales. De ahí surgió el término de anomia,
cuyo signicado describe aquellas situaciones que
adolecen de normas sociales. No obstante, la aporta-
ción de este autor al estudio sistemático del suicidio
es un pilar fundamental para llegar al punto en el que
hoy se encuentra el estado de la cuestión. Además del
67
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
Tabla 1. Descripción de los trabajos analizados.
Modelo o teoría Autor/es Año Dimensiones/constructos
propuestos
Aportes
innovadores Limitaciones
Suicidio como
fenómeno social
Durkheim 1897 Anomia, integración social Introduce el concepto
de anomia y categoriza
el suicidio en egoísta,
altruista y anómico
Enfoque exclusivamente
sociológico, sin conside-
rar factores individuales
o psicológicos
Pulsión de muerte Freud 1920 Dinámicas de vida y muerte Introduce el concepto
de pulsión de muerte
como desencadenante
del suicidio
Enfoque introspectivo y
losóco, sin validación
empírica
Espíritu de
autodestrucción
Menninger 1938 Impulsos autodestructivos,
dinámicas de vida y muerte
Considera las dinámicas
internas del individuo
como el motor del
comportamiento suicida
Carece de operaciona-
lización práctica para
medir los impulsos
autodestructivos
Relaciones objetales Klein 1962 Mundo interno, pulsión de
muerte, dinámicas
interpersonales
Propone que el mundo
interno actúa como me-
diador en la aparición
del comportamiento
suicida
Enfoque introspectivo
y teórico, sin evidencia
empírica robusta
Suicidio como
búsqueda de
identidad
Lacan 1962 Identidad, signicado
personal
Plantea que el suicidio
puede ser un acto para
resolver la disonancia
entre la imagen ideal del
yo y la realidad
Modelo losóco y con-
ceptual, sin herramientas
prácticas de evaluación
Diferenciación entre
suicidio e intento de
suicidio
Stengel 1964 Intención suicida, manejo del
dolor emocional
Introduce la necesidad
de diferenciar entre
suicidio e intento, con-
siderando este último
como mecanismo de
regulación emocional
Falta de validación em-
pírica para la distinción
propuesta
Escala de ideación
suicida
Beck y
Rush
1978 Desesperanza, depresión Introducción de la psi-
cometría para evaluar
constructos relaciona-
dos con el comporta-
miento suicida
Se centra únicamente
en aspectos individuales,
dejando de lado factores
contextuales
Tipologías del
suicidio
Baechler 1979 Suicidio escapista, agresivo,
oblativo, lúdico
Establece una tipología
basada en factores in-
ternos y externos como
forma de comprender
el acto suicida
No desarrolla herra-
mientas especícas para
medir las tipologías en
población general
Modelo de
diátesis-estrés-
desesperanza
Schotte y
Clum
1987 Predisposición psicológica,
factores estresantes exter-
nos, desesperanza
Establece la mediación
de la desesperanza
entre factores predis-
ponentes y desencade-
nantes
Falta de especicidad en
cómo medir la interac-
ción entre predisposi-
ción y factores estre-
santes
Modelo de fuerzas
contrabalanceadas
Plutchik y
van Praag
1989 Impulsividad, agresividad,
fuerzas de vida y muerte
Introduce la relación
entre impulsividad y
agresividad en el com-
portamiento suicida
Ambigüedad en la ope-
racionalización práctica
de sus componentes
Teoría del escape de
uno mismo
Baumeister 1990 Dolor psicológico,
sufrimiento emocional
Propone el suicidio
como una forma de
escapar al sufrimiento
psicológico
No aborda cómo medir
empíricamente el escape
como constructo
68
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
Tabla 1. Descripción de los trabajos analizados.
Modelo o teoría Autor/es Año Dimensiones/constructos
propuestos
Aportes
innovadores Limitaciones
Modelo
clínico-biológico de
cuatro vías
Fawcett
et al.
1997 Vías afectiva, ansiosa,
cognitiva y conductual
Multidimensionalidad
con base neurobiológica
para comprender el
suicidio
Requiere herramientas
especializadas para su
aplicación
Grito de dolor Williams 1997 Dolor psicológico, atrapa-
miento, falta de solución
percibida
Introduce la percepción
de atrapamiento como
desencadenante clave
del comportamiento
suicida
Se necesita más investi-
gación empírica sobre el
constructo de atrapa-
miento
Modelo de
diátesis-estrés
Mann et al. 1999 Vulnerabilidad psicológica,
factores estresores externos
Introduce la interacción
entre predisposición
psicológica y eventos
estresantes como de-
tonantes del comporta-
miento suicida
Carece de detalles
especícos sobre cómo
medir algunos factores
predisponentes
Teoría de la desespe-
ranza en el suicidio
Abramson
et al.
2000 Desesperanza, cogniciones
negativas
Vincula cogniciones
negativas como mode-
radores de la deses-
peranza en la ideación
suicida
Enfocada principalmente
en aspectos cognitivos,
dejando de lado factores
sociales o contextuales
Modelo transcultural
del suicidio
Brent y
Mann
2005 Historia familiar, dinámicas
culturales y sociales
Introduce la transmisión
intergeneracional del
riesgo suicida
Evaluación limitada
debido a la diversidad
cultural
Modelo
ecológico-evolutivo
Zayas et al. 2005 Dinámicas familiares, facto-
res culturales, interacciones
psicosociales
Enfatiza el papel de los
sistemas familiares y
culturales en el
desarrollo del compor-
tamiento suicida
Complejidad para ge-
neralizar los resultados
en diferentes contextos
culturales
Teoría psicológica
interpersonal
Joiner 2005 Pertenencia frustrada,
carga percibida, capacidad
adquirida
Destaca la capacidad
adquirida para hacerse
daño como un factor
crítico en el riesgo de
suicidio
Enfocada principalmente
en el individuo, dejando
de lado factores contex-
tuales
Teoría de la
vulnerabilidad uida
Rudd 2006 Vulnerabilidad dinámica,
factores desencadenantes,
cogniciones automáticas,
suicidabilidad crónica
Introduce el concepto
de suicidabilidad crónica
como predisponente al
comportamiento suicida
Requiere validación
empírica longitudinal
Modelo cognitivo
del comportamiento
suicida
Wenzel y
Beck
2008 Vulnerabilidad disposicional,
procesos cognitivos aso-
ciados a trastornos y actos
suicidas
Amplía el modelo de
Beck al incluir procesos
cognitivos especícos
del suicidio
Complejidad en su im-
plementación práctica
Modelo cultural del
suicidio
Chu et al. 2010 Estresores culturales,
signicados culturales del
suicidio
Enfatiza el papel de la
cultura en la conceptua-
lización del suicidio
Requiere estudios
transversales en diversas
culturas
Modelo integrado
motivacional-volitivo
O'Connor 2011 Vulnerabilidades psicológicas,
atrapamiento, transición de
la ideación a la conducta
suicida
Introduce fases premo-
tivacional, motivacional
y volitiva, abordando
el suicidio como un
continuo
Complejidad en su
implementación práctica
debido a la necesidad de
múltiples mediciones
Modelo
neuropsicológico del
comportamiento
suicida
Jollant et al. 2011 Procesos cognitivos dis-
funcionales, impulsividad,
atribución de valor
Introduce bases
neuroanatómicas en la
evaluación del compor-
tamiento suicida
Requiere herramien-
tas avanzadas como
neuroimágenes para su
implementación
(continuación de la pág. 66)
69
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
Tabla 1. Descripción de los trabajos analizados.
Modelo o teoría Autor/es Año Dimensiones/constructos
propuestos
Aportes
innovadores Limitaciones
Teoría de los tres
pasos
Klonsky y
May
2015 Dolor psicológico,
desesperanza, desconexión,
capacidad adquirida
para el suicidio
Clarica cómo la idea-
ción suicida progresa
hacia el intento median-
te tres fases especícas
Necesita más validación
empírica longitudinal en
diversas culturas
Modelo
socioecológico de
prevención
del suicidio
Cramer y
Kapusta
2017 Salud mental, apoyo social,
cohesión comunitaria,
políticas sociales
Establece niveles de
intervención desde el
individual hasta el social
Requiere validación en
entornos diversos para
garantizar su aplicabili-
dad generalizada
Modelo de riesgo
suicida transcultural Toro et al. 2021 Depresión, desesperanza,
ideación suicida
Evidencia predictiva
del riesgo suicida en
diferentes contextos
culturales
Limitado a ciertos con-
textos de América Latina
(continuación de la pág. 67)
suicidio anómico, Durkheim expuso en su obra otros
tipos como el suicidio egoísta o el suicidio altruista,
los cuales están relacionados con diferentes estructu-
ras sociales (Romero y Gonnet, 2013).
Modelos psicoanalíticos
No existen modelos empíricos del comportamiento
suicida desde una perspectiva psicoanalítica. Sin em-
bargo, esto no ha sido un obstáculo para que su abor-
daje, desde Freud (1981), con su pulsión de muerte
como desencadenante del suicidio, hasta el desarrollo
de la terapia psicodinámica, hayan generado conoci-
miento sobre este tema. El estudio del suicidio desde
este paradigma es fundamentalmente de corte losó-
co, descriptivo y moral. Por ejemplo, el espíritu de
autodestrucción del hombre (Menninger, 1938) que,
junto con las dinámicas de muerte y de vida, desenca-
denarían el comportamiento suicida.
Una propuesta más elaborada viene de la mano de
Lacan (2007), quien sugiere que el suicidio es un acto
que busca la identidad y el signicado (Arango y Martí-
nez, 2013). Esto se traduce en que la persona que atenta
contra su propia vida ha perdido la capacidad de fusio-
nar la imagen idealizada del yo con su realidad.
Erwing Stengel (1964) propuso la necesidad de di-
ferenciar entre el suicidio y el intento de suicidio (Mi-
llard, 2024). Es considerado el pionero en describir que
la intención de la persona que se suicida, o la que lo in-
tenta, no tiene la intención de morir, sino que es meca-
nismo para manejar el dolor emocional. Este autor de-
fendió un abordaje multidisciplinar entre la psiquiatría
y la psicología. Por su parte, la psicoanalista Melanie
Klein (1962) propuso el concepto de relaciones objeta-
les. Esta idea está relacionada con que el mundo inter-
no de la persona es un moderador fundamental para la
aparición de comportamientos suicidas, retomando el
término de pulsión de muerte de Freud.
A nales de los setenta, Baechler (1979) sugirió cua-
tro tipologías del suicidio (escapista, agresivo, oblativo
y lúdico), inuenciados por factores internos y exter-
nos y que representan formas diferentes de suicidarse.
El pilar fundamental de la teoría de Baechler es que el
suicidio buscaría resolver un problema (Van Orden et
al., 2010).
Modelos teóricos empíricos del
comportamiento suicida
Identicado como el inicio del abordaje cientíco y
empírico del comportamiento suicida es la obra de
Beck (Beck y Rush, 1978). En ella se aborda la medi-
ción psicométrica del suicidio de constructos teóricos
relacionados con este fenómeno, como la depresión
o la desesperanza. Directamente ligado al trabajo de
Beck se encentran herramientas psicométricas como
la Escala de Ideación Suicida de Beck (Beck et al.,
1979). Esto supuso un salto cualitativo en la compren-
sión empírica del comportamiento suicida.
Surgimiento de la suicidiología moderna
Muchas son las teorías surgidas en esta etapa, que tie-
nen su génesis en la contribución del conocido como
el padre de la suicidiología (Chávez-Hernández y Lee-
naars, 2010), Edwin Shneidman. Este autor propuso
que el comportamiento suicida se trata de un fenóme-
no multifactorial (Shneidman, 1993), denido como
un acto voluntario de auto aniquilación inducida
(Rangel y Jurado, 2022). Shneidman propuso que el
dolor psicogico combinado con otros factores (pérdi-
da, pertenencia, amor o autoestima) desencadenaría
la aparición de comportamientos suicidas.
El modelo de diátesis-estrés-desesperanza, pro-
puesto por Schottee y Clum (1987) sugiere que el
comportamiento suicida se puede explicar por la in-
70
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
teracción de factores predisponentes, estresores exter-
nos y desesperanza. El concepto de diátesis, adoptado
de la medicina, sería el que marca la predisposición
de la persona al comportamiento suicida. Los factores
estresantes actuarían como desencadenantes. La des-
esperanza mediaría entre los dos factores anteriores.
Plutchik y van Praag propusieron el modelo de
fuerzas contrabalanceadas (Plutchik y van Praag,
1989) con el que dan relevancia a la relación del suici-
dio con la díada impulsividad/agresividad. Las fuerzas
de vida y las fuerzas de muerte son los componentes
que forman este modelo.
La teoría del escape de uno mismo (Baumeister,
1990) promulga que el comportamiento suicida es
una forma de manejar situaciones de sufrimiento psi-
cológico. Según este autor, el comportamiento suicida
sería una opción de escapar a ese dolor psicológico.
Dentro de la teoría de la regulación emocional (Li-
nehan y Nielsen, 1981), se propone que la desesperan-
za y la deseabilidad social son los pilares del compor-
tamiento suicida. Estos unidos a la vivencia de eventos
vitales estresantes y con un décit en la regulación
emocional, sería la vía más rápida para la aparición de
este comportamiento.
Desde un prisma neurobiológico, el modelo clíni-
co-biológico de cuatro vías (Fawcett et al., 1997), su-
giere que la integración de la vía afectiva, con la depre-
sión como principal factor, la vía ansiosa, relacionada
con cambios en neurotransmisores, la vía cognitiva,
con la presencia de rumiaciones y distorsiones cog-
nitivas, y la vía conductual, con la impulsividad como
característica principal, sería la puerta a la aparición
del comportamiento suicida.
El siguiente modelo se denomina grito de dolor
(Williams, 1997), y deende que el suicidio es una
respuesta a un dolor psicológico intenso, con una sen-
sación de estar atrapada en una situación concreta y
sin vislumbrar una salida he dicho sufrimiento.
El modelo de diátesis-estrés (Mann et al., 1999) su-
giere que las vulnerabilidades psicológicas de la per-
sona y la aparición de un factor estresor, facilitarían el
origen del comportamiento suicida. Según estos au-
tores, dichas vulnerabilidades serían necesarias, pero
no sufrientes, para el desarrollo de comportamientos
suicidas.
Una de las teorías más inuyentes en el estudio del
suicidio fue propuesta por Abramson et al. (2000).
Esta teoría está basada en el trabajo original de Beck et
al. (1974), donde desarrollan la Escala de Desesperan-
za de Beck. Abramson et al. denominaron su trabajo
como la teoría de la desesperanza en el suicidio. Esta
promulga que la interacción entre la desesperanza y
las cogniciones negativas moderarían la aparición del
comportamiento suicida.
Modelos teóricos más allá del individuo
En este apartado, los modelos teóricos enfatizan lo
que le sucede a la persona en relación factores contex-
tuales. El primer modelo, propuesto por Brent y Mann
(2005), sugiere que una historia de vida marcada por
el suicidio, serviría como puente intergeneracional a
la manifestación de comportamientos autolíticos. La
agresividad de los progenitores, modelos disfunciona-
les de afrontamiento del estrés o conictos constantes
pueden aumentar el riesgo en intentos de suicidio.
El modelo ecológico-evolutivo (Zayas et al., 2005)
sugiere que el microsistema familiar, entendido como
las dinámicas familiares en conicto con las propias
de la persona, factores culturales, el desarrollo psico-
social de la persona y las interacciones disfuncionales,
combinadas entre sí, actúan como facilitadores del
comportamiento suicida.
La teoría psicológica-interpersonal (Joiner, 2005),
es la teoría contemporánea más inuyente, sugiere
que diversos sentimientos como la pertenencia frus-
trada, la carga percibida y la capacidad adquirida para
hacerse daño incrementan la probabilidad de manifes-
tar comportamientos suicidas.
Otra de las teorías de mayor calado en la actualidad
es la teoría de la vulnerabilidad uida (Rudd, 2006).
Los componentes de esta son una vulnerabilidad diná-
mica, los episodios suicidas, factores desencadenantes,
cogniciones automáticas, creencias nucleares negativas
y el impulso suicida. Este complejo de constructos
interactúa de tal manera que puede aparecer un con-
cepto denominado por este autor, como suicidabilidad
crónica, lo que repercute en un factor de riesgo, a la
vez que puede actuar de predisponente, para el desa-
rrollo de comportamientos suicidas.
Existe un modelo centrado en personas con diag-
nóstico de esquizofrenia denominado modelo de
evaluación esquemática del suicidio (Johnson et al.,
2008). Tiene su base teórica en el modelo grito de do-
lor, mencionado anteriormente. Los procesos cogni-
tivos y la capacidad de procesamiento de la informa-
ción son los pilares fundamentales de este modelo.
Una actualización y ampliación del modelo de
Beck (Beck y Rush, 1978) es el modelo cognitivo del
comportamiento suicida (Wenzel y Beck, 2008). Este
modelo, con un arraigado componente cognitivo,
sugiere que la vulnerabilidad disposicional (rasgos
psicológicos que facilitan el desarrollo de trastornos
psicológicos), los procesos cognitivos asociados a tras-
71
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
tornos y los procesos cognitivos asociados a actos sui-
cidas (desesperanza y sesgos atencionales a estímulos
asociados al suicido) serían las innovaciones de este
modelo con respecto a la teoría original de Beck.
Para terminar este apartado, la teoría cultural del
suicidio (Chu et al., 2010) sugiere que el componen-
te cultural juega un papel primordial en el desarrollo
de comportamientos suicidas. Las sanciones culturales
a la muerte por suicidio, los idiomas del malestar, el
estrés de minoría y la discordia social son los compo-
nentes principales de este modelo. Los principios que
marcarían la interacción de estos factores serían cómo
la cultura de origen, y el signicado que se le da a los
estresores desde dicha cultura, afecta a los eventos es-
tresantes pudiendo facilitar el desarrollo de compor-
tamientos suicidas.
Modelos teóricos integradores del
comportamiento suicida
Etapa en la que los modelos teóricos buscan abarcar
todos los ámbitos en los que se desenvuelve la perso-
na. Con esta nalidad, la teoría con la que se puede
identicar esta etapa es el modelo integrado motiva-
cional-volitivo (OConnor, 2011). Asume que el com-
portamiento suicida es un continuo donde la persona
puede pasar por tres fases. La fase premotivacional,
con las vulnerabilidades psicológicas y eventos vita-
les estresantes; la fase motivacional, con constructos
como la derrota, humillación y el atrapamiento en la
situación; y, la tercera fase, la fase volitiva, que descri-
be la transición de los comportamientos orientados a
consumar el suicidio. En estas fases existen modera-
dores que inuyen en dicha transición.
A nivel neuropsicológico, el modelo propuesto por
Jollant et al. (2011) sugiere que los procesos cognitivos
disfuncionales y las bases neuroanatómicas de los mis-
mos es fundamental para evaluar el comportamiento
suicida. Alteraciones en la modulación de la atribución
del valor, en la que la persona valora de manera in-
adecuada las consecuencias del suicidio. Estos autores
deenden que el constructo cognitivo y ejecuto más
relevante, y que resalta sobre todos los propuestos, es
la toma de decisiones. Por otro lado, el décit en la re-
gulación emocional y cognitiva, facilitaría la aparición
de pensamientos sobre el suicidio como solución a su
sufrimiento y desesperanza. El factor clave para suici-
darse sería la facilitación de actos impulsivos en contex-
tos emocionalmente intensos. Las áreas principales im-
plicadas en estos procesos serían la corteza prefrontal
ventrolateral, dorsomedial y dorsolateral.
Otra de las teorías con mayor aval empírico (Klons-
ky et al., 2021) es la teoría de los tres pasos (Klonsky
y May, 2015). Cuatro son los factores que facilitarían
el paso de la ideación suicida a la muerte por suicidio:
dolor psicológico, desesperanza, desconexión y capaci-
dad de suicidio. La interacción del dolor psicológico
con la desesperanza daría origen a la ideación suicida.
La conexión con su entorno serviría de factor protec-
tor, mientras que la desconexión sería un facilitador.
En cuanto a la capacidad de suicidio, los autores sugie-
ren que diversos constructos (ausencia de miedo a la
muerte, tolerancia al dolor físico, experiencias adqui-
ridas en relación al suicidio).
Un modelo más reciente y de corte sociológico y
orientado más a la prevención, es el propuesto por
Cramer y Kapusta (2017). El modelo socio-ecológi-
co de prevención del suicidio promulga que existen
cuatro niveles desde los que se puede intervenir para
evitar el suicidio. A nivel individual sugieren que la sa-
lud mental, intentos previos de suicidio o el consumo
de sustancias, pueden predisponer al comportamiento
suicida. En el nivel relacional quedan recogidas las re-
laciones interpersonales, el apoyo social tanto percibi-
do como el disponible y las dinámicas familiares. En el
nivel comunitario estarían la facilidad de acceso a ser-
vicios de salud mental y la cohesión social del entorno
de la persona. El último, el nivel social, abarca desde
las políticas sociales a las normas culturales.
Para terminar este repaso a los modelos y teorías
del comportamiento suicida, Toro et al. (2021) propu-
sieron que la interacción entre depresión, desesperan-
za y la ideación suicida pueden tener una adecuada
capacidad de predecir el riesgo de suicidio de una per-
sona, independientemente de su origen cultural.
Análisis integrador
Este trabajo ofrece una revisión narrativa general y su-
cinta de los modelos y teorías que se han desarrollado
en el campo del comportamiento suicida desde na-
les del siglo XIX. Han sido expuestas diferentes pers-
pectivas que abarcan modelos losócos, empíricos,
integradores, biológicos, sociales y transculturales. El
esfuerzo de los investigadores en ofrecer un marco teó-
rico para comprender el suicidio es, aun hoy en día y a
pesar del avance en su conocimiento, tedioso de trasla-
dar a la práctica. A continuación, se expone el análisis
de la información previamente recogida en este trabajo.
Amplitud teórica y evolución
En primer lugar, este estudio presenta la evolución his-
tórica y conceptual del suicidio. De ahí que el esfuerzo
multidisciplinario por intentar conocer el fenómeno
suicida, cuyas características son complejas y multifac-
toriales, haya conducido a una gran cantidad de teo-
72
Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 64-75.
rías y modelos. Esto supone un desafío que presenta
sus fortalezas y sus limitaciones. Por un lado, las teo-
rías sociológicas de Durkheim y las psicoanalíticas de
Freud, Klein y Lacan permiten explorar dimensiones
introspectivas, culturales y losócas que trascienden
lo individual. En el caso de las teorías psicológicas y
neurobiológicas, estas aportan herramientas prácticas
para la medición del comportamiento suicida. Las teo-
rías integradoras, por su parte, se destacan por abordar
el suicidio como un continuo dinámico que incorpora
factores individuales, contextuales y biológicos.
Pero no están exentas de limitaciones. Las teorías
sociológicas y psicoanalíticas carecen de evidencia
empírica robusta, lo que diculta extrapolar sus apor-
tes al campo aplicado de una manera ecaz. Los mo-
delos más recientes han superado la falta de eviden-
cia empírica, pero todavía presentan una importante
limitación: no han sido validados en estudios longi-
tudinales ni transculturales, lo que diculta en gran
medida su generalización.
Modelos teóricos losócos, morales e
introspectivos
Estos modelos proporcionan una base conceptual va-
liosa al explorar dinámicas internas como la pulsión de
muerte, la autodestrucción o el signicado personal.
No obstante, carecen de una adecuada operacio-
nalización empírica, a pesar de que algunos de estos
modelos sean conceptualmente complejos como el de
Lacan, lo que reduce en gran manera su extrapolación
al campo aplicado. El enfoque introspectivo y descrip-
tivo los sitúa en un plano más teórico que práctico.
Modelos psicológicos y psicométricos
El punto de inexión marcado por la publicación del
trabajo de Beck y Rush (1978), en el que se presentó
una herramienta psicométrica, abrió un camino para la
construcción de numerosos instrumentos con los que
medir los constructos psicológicos relacionados con el
suicidio. Ejemplos de estos constructos, que se siguen
midiendo hoy en día, son la desesperanza o el dolor psi-
cológico. No obstante, estos modelos están centrados
en el individuo, dejando fuera del análisis teórico fac-
tores tan importantes como los sociales o contextuales.
Asimismo, este enfoque puede incurrir en una
clara limitación cuando se aplica a poblaciones cuyas
disparidades culturales dieran en gran medida en la
conceptualización del suicidio.
Modelos sociológicos y culturales
Estas teorías, entre las que destacan las de Durkheim,
Chu et al. (2010) y Toro et al. (2021), aportan una in-
novación muy relevante en el estudio del comporta-
miento suicida ya que incluyen los factores sociales,
familiares y culturales, los que, según estas teorías,
afectan directamente al suicidio. La inclusión de las
dinámicas sociales, familiares y culturales, ampliando
más allá de lo individual, enriquece notablemente la
comprensión teórica del fenómeno.
No obstante, esta heterogeneidad cultural diculta
en gran medida su validación y generalización. Ade-
más, conceptos como la transmisión intergeneracio-
nal del suicidio precisan de mayor soporte empírico.
Modelos neurobiológicos
Con un marcado carácter genético, teorías como la
de Fawcett o la de Jollant, aportan un valioso cuerpo
teórico la vincular procesos psicológicos y bases neu-
roanatómicas relacionadas con el suicidio. Este enfo-
que multidimensional está rmemente basado en la
evidencia neurobiológica.
Sin embargo, la implementación de recursos técni-
cos avanzados, como pueden ser neuroimágenes por
resonancia magnética o cualquier otra técnica similar,
limita en gran medida su aplicación en el ámbito clínico.
Modelos integradores contemporáneos
Teorías como las de Joiner, Klonsky y May o de
OConnor constituyen el marco teórico de referen-
cia de estos modelos. En la actualidad, se trata de los
modelos de mayor calado a nivel aplicado y con una
evidencia empírica robusta, lo que implica un avance
signicativo al abordar el suicidio como un proceso
continuo. Estos modelos explican desde la aparición
de la ideación suicida hasta el intento de suicidio o la
muerte por suicidio, lo que ha permitido encuadrarlos
en un mismo marco teórico, a pesar de ser tres teorías
independientes, denominado ideation-to-action. In-
corporan factores individuales, sociales y biológicos.
A pesar de este avance signicativo, los modelos
integradores requieren de una validación empírica
longitudinal y transcultural más amplia para corrobo-
rar su aplicabilidad y generalización.
Discusión
Esta revisión narrativa revela la evolución de la con-
cepción teórica y la comprensión del comportamien-
to suicida. Este trabajo aporta un enfoque lógico y
cohesivo, lo que permite una revisión general y bien
organizada de la evolución de las teorías del compor-
tamiento suicida, facilitando la integración de la infor-
mación a los profesionales. Cada modelo ha aportado
sus matices a este fenómeno complejo y multifacto-
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Modelos y teorías contemporáneas del comportamiento suicida: un análisis integrador
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rial. El enriquecimiento de la investigación facilita y
amplía los conocimientos actuales. Desde los modelos
tradicionales, como el de diátesis-estrés (Mann et al.,
1999) y el modelo cognitivo de Beck (Wenzel y Beck,
2008), que destacan la importancia de factores psico-
lógicos predisponentes, hasta las teorías que integran
diversos ámbitos de funcionamiento de la persona,
como la teoría de los tres pasos (Klonsky y May, 2015)
o el modelo transcultural (Toro et al., 2021).
Los inicios del abordaje del comportamiento suici-
da estaban muy marcados por el psicoanálisis. Esto ha
supuesto un amplio marco teórico sobre el comporta-
miento suicida, si bien, la inmensa mayoría de estas
teorías no han sido validadas empíricamente (Eagle,
2007; Homann, 2015).
Entre los avances más relevantes, el estudio empí-
rico y la medición de los constructos psicológicos por
medio de la psicometría, la incorporación de perspec-
tivas neurobiológicas o culturales han evidenciado la
necesidad de integrar el comportamiento suicida más
allá de la propia persona (Jobes y Joiner, 2019).
Los constructos más relevantes (Ribeiro et al.,
2016; Turecki y Brent, 2016; Wol et al., 2019) en la
conceptualización del comportamiento suicida son la
desesperanza, el dolor psicológico, la afectación en la
toma de decisiones, la impulsividad, las cogniciones
negativas, los factores estresantes, la desconexión con
el entorno o la capacidad para hacerse daño. Estos re-
ejan, con más importancia si cabe, el esfuerzo desde
hace unas décadas por integrar factores emocionales,
cognitivos y sociales que faciliten una mayor com-
prensión de este fenómeno (Turecki et al., 2019).
La evolución teórica ha permitido la aplicación, no
solo en el campo de la prevención, sino también en el
establecimiento de intervenciones psicoterapéuticas
más efectivas a través de un enfoque multidimensio-
nal (Bryan y Rudd, 2018; Mann et al., 2021).
Las principales limitaciones de este trabajo son la
descripción general y breve de los modelos teóricos
presentados, aspecto que sería más adecuado para un
estudio posterior y de mayor envergadura teórica que
el propuesto aquí. Otra limitación es el cribado reali-
zado por un único revisor, lo que se vería enriquecido
con el consenso entre dos o más revisores de los traba-
jos disponibles en la literatura cientíca.
Finalmente, cabe mencionar que el enfoque gene-
ralmente utilizado en las investigaciones proviene de
la cultura occidental. Esta cuestión puede llevar a un
sesgo que limite la generalización de los resultados al
resto de la población mundial. Este aspecto está sien-
do considerado de manera muy acertada por algunos
modelos actuales, obteniendo resultados signicati-
vos e interesantes sobre este comportamiento y la in-
uencia que tiene sobre él la cultura social.
Un marco teórico integrador que permita la con-
vergencia de factores individuales, biológicos, inter-
personales y contextuales va a permitir alcanzar una
comprensión coherente y ecaz del suicidio en dife-
rentes culturas, poblaciones y grupos. Este desafío
representa un área crítica y prometedora para la in-
vestigación presente y futura, todo en aras de evitar
muertes por suicidio.
Conicto de intereses: los autores declaran no tener
conicto de intereses.
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Artículo de revisión
76
Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión
histórica, clínica y terapéutica
Mixed Symptoms in Mood Disorders: A Historical, Clinical, and Therapeutic Review
Gustavo Vázquez1, Verónica Grasso2, Micaela Dines3, Carolina Hernandorena4, Daniel
Sotelo5, Bárbara Hofmann6, Marcelo Cetkovich-Bakmas7
RECIBIDO 5/8/2025 - ACEPTADO 31/10/2025
1.Department of Psychiatry, School of Medicine and Centre for Neuroscience Studies, Queen’s University, Kingston, Ontario, Canada. International
Consortium for Mood & Psychotic Disorder Research, McLean Hospital, Belmont, MA, EE. UU. https://orcid.org/0000-0002-2918-3336
2.Centro Integrador de psicoterapias Conductuales Contextuales (Fundación CIPCO), Córdoba, Argentina.
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Investigaciones Cientícas y Técnicas - Fundación INECO - Universidad Favaloro). https://orcid.org/0009-0004-0155-327X
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6.Departamento de Psiquiatría, Instituto de Neurología INECO. Universidad Favaloro. Argentina.
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Autor correspondiente:
Gustavo Vázquez
g.vazquez@queensu.ca
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.945
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.945
Resumen
Los síntomas mixtos, que combinan elementos maníacos e hipomaníacos con características depresivas, cons-
tituyen una dimensión central y frecuente de los trastornos del ánimo. Desde las primeras descripciones de
Kraepelin y Weygandt hasta las formulaciones actuales, las deniciones diagnósticas han oscilado entre cri-
terios muy restrictivos y aproximaciones dimensionales más amplias. La introducción del especicador “con
síntomas mixtos” en el DSM-5 representó un avance, aunque persisten limitaciones notables, como la exclu-
sión de síntomas solapados (irritabilidad, distracción, agitación psicomotora). Revisiones sistemáticas recientes
estiman que la prevalencia de características mixtas alcanza al 18 % de los episodios depresivos mayores, al
33 % de los episodios depresivos bipolares y al 35 % de los episodios maníacos o hipomaníacos. Estos cua-
dros se asocian con mayor riesgo suicida, evolución más grave y menor respuesta terapéutica. En los últimos
años, la evidencia farmacológica más robusta proviene de ensayos con antipsicóticos de segunda generación,
destacándose lumateperona, lurasidona, ziprasidona, cariprazina y olanzapina/uoxetina. En contraste, litio,
valproato y lamotrigina carecen de estudios especícos en episodios depresivos con características mixtas, y
la monoterapia antidepresiva sigue sin respaldo suciente. Esta revisión integra los antecedentes históricos,
los hallazgos epidemiológicos y la evidencia terapéutica más reciente, subrayando la necesidad de consensos
diagnósticos más sensibles y de ensayos controlados a largo plazo que orienten la práctica clínica.
Palabras Clave: síntomas mixtos, trastornos del ánimo, depresión, trastorno bipolar, tratamiento farmaco-
lógico
Abstract
Mixed symptoms, combining manic or hypomanic elements with depressive features, are a core and frequent dimen-
sion of mood disorders. From Kraepelin and Weygandt’s early descriptions to contemporary formulations, diagnostic
denitions have shifted between highly restrictive and broader dimensional approaches. The DSM-5 “with mixed fea-
tures” specier represented progress, yet limitations remain, notably the exclusion of overlapping symptoms (irritability,
distractibility, psychomotor agitation). Recent systematic reviews estimate prevalence at 18 % of major depressive
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Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84.
Introducción
Los síntomas mixtos constituyen una de las manifesta-
ciones clínicas más complejas y relevantes dentro del
espectro de los trastornos del ánimo. Se caracterizan
por la presencia simultánea o solapada de síntomas
maníacos o hipomaníacos junto a rasgos depresivos,
lo que genera una experiencia clínica heterogénea que
desafía tanto a los sistemas clasicatorios como a la
práctica psiquiátrica cotidiana. Su importancia clínica
es considerable, ya que se asocian a un mayor riesgo
de suicidio, una evolución más tórpida, elevada co-
morbilidad y menor respuesta a los tratamientos con-
vencionales (Tondo et al., 2020; Vázquez et al., 2018).
Sin embargo, pese a esta trascendencia, el reconoci-
miento y la sistematización de los estados mixtos ha
sido oscilante y muchas veces marginal en la historia
de la psiquiatría, lo que explica en parte la persistente
falta de consensos diagnósticos y terapéuticos.
A nes del siglo XIX, Emil Kraepelin introdujo el
concepto de manisch-depressives Irresein (locura ma-
níaco-depresiva), subrayando la continuidad entre
episodios maníacos, depresivos y mixtos dentro de
una única entidad diagnóstica (Kraepelin, 1921/2002).
Su discípulo Wilhelm Weygandt, en su monografía de
1899 (Über die Mischzustände des manisch-depressi-
ven Irreseins), fue más allá al describir de manera sis-
temática los denominados Mischzustände o estados
mixtos, a partir de detalladas observaciones clínicas
en pacientes hospitalizados (Weygandt, 1899/2025).
Weygandt propuso una clasicación de seis formas
clínicas principales de estados mixtos, basadas en la
interacción de tres dimensiones: afecto, psicomotrici-
dad y curso del pensamiento. Así, describió cuadros
de “manía inhibida” o de “depresión agitada, entre
otros, que hoy siguen resultando reconocibles en la
práctica clínica. Lo notable de su propuesta es que an-
ticipó la noción de que los síntomas afectivos no de-
ben considerarse de manera aislada, sino siempre en
interacción con las dimensiones motoras y cognitivas.
La reciente traducción y edición anotada de esta obra
(2025) ha permitido revalorizar la riqueza de estas
descripciones, mostrando su vigencia para compren-
der la clínica contemporánea (Weygandt, 1899/2025).
El reconocimiento ocial de los estados mixtos en
la psiquiatría moderna fue tardío y parcial. El DSM-III
(1980) y el DSM-IV (1994) establecieron la categoría
de “episodio mixto, restringida a la coexistencia com-
pleta y simultánea de criterios para un episodio ma-
níaco y uno depresivo durante al menos una semana.
Este criterio resultó excesivamente rígido y de escasa
aplicabilidad clínica, pues la mayoría de los pacientes
presentaban combinaciones subumbrales de síntomas
opuestos que quedaban fuera de la denición (Ameri-
can Psychiatric Association [APA], 1980, 1994). Con
el DSM-5 (2013) se produjo un giro importante al in-
troducir el especicador “con características mixtas,
aplicable tanto a episodios depresivos como maníacos
o hipomaníacos cuando coexisten al menos tres sínto-
mas de polaridad opuesta (APA, 2013). Esta ampliación
permitió captar una proporción mayor de casos clínica-
mente relevantes, pero no estuvo exenta de limitaciones
(ver Tabla 1).
En particular, la exclusión de los síntomas denomi-
nados solapados —irritabilidad, distracción y agita-
ción psicomotora— redujo la sensibilidad del criterio,
dejando fuera a muchos pacientes que, justamente,
se presentan con estas características (Malhi et al.,
2019). Como resultado, el especicador DSM-5 suele
infraestimar la prevalencia de los síntomas mixtos, es-
pecialmente en la depresión mayor unipolar (Yatham
et al., 2021).
En los últimos años se han propuesto modelos al-
ternativos para comprender mejor los estados mixtos.
Uno de los más inuyentes es el modelo ACE (Activi-
ty, Cognition, Emotion) planteado por Malhi y colabo-
episodes, 33 % of bipolar depressive episodes, and 35 % of manic or hypomanic episodes. Mixed presentations are
linked to higher suicide risk, greater illness burden, and poorer treatment response. In recent years, the most robust
pharmacological evidence comes from trials with second-generation antipsychotics, particularly lumateperone (with
prespecied data across MDD and BD-I/II), lurasidone, ziprasidone, cariprazine, and olanzapine/uoxetine. In contrast,
lithium, valproate, and lamotrigine lack specic studies in depressive episodes with mixed features, and antidepressant
monotherapy remains insufciently supported. This review integrates historical foundations, epidemiological data, and
updated therapeutic evidence, highlighting the need for more sensitive diagnostic consensus and longer-term controlled
trials to guide clinical practice.
Key words: mixed symptoms, mood disorders, depression, bipolar disorder, pharmacological treatment
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radores (2019), que actualiza la tríada weygandtiana
desde una perspectiva dimensional. Según este mo-
delo, los trastornos del ánimo pueden descomponerse
en tres dominios que varían de manera independiente
y, en ocasiones, en direcciones opuestas. Mientras en
los episodios “puros” los tres dominios se modican
de forma concordante (por ejemplo, euforia, acele-
ración psicomotora y fuga de ideas en la manía), en
los estados mixtos se observa asincronía: un ánimo
depresivo puede coexistir con hiperactividad motora
y pensamientos acelerados. Esta concepción permite
entender mejor la clínica heterogénea de los síntomas
mixtos y resalta su potencial para incrementar el ries-
go suicida, ya que la combinación de desesperanza y
agitación otorga tanto la motivación como la energía
necesarias para concretar conductas autolesivas.
El reconocimiento de la complejidad diagnóstica
de los síntomas mixtos se reeja también en las guías
clínicas más recientes. Las recomendaciones de la Ca-
nadian Network for Mood and Anxiety Treatments
(CANMAT) y de la International Society for Bipolar
Disorders (ISBD), publicadas en 2021, dedicaron por
primera vez un apartado especíco a las presentaciones
mixtas (Yatham et al., 2021). Allí se señala que apro-
ximadamente un tercio de los pacientes con trastorno
bipolar I o II pueden cumplir criterios para característi-
cas mixtas en algún episodio, y que estas se asocian con
mayor riesgo de hospitalización, comorbilidad ansiosa
y médica, y una probabilidad signicativamente supe-
rior de conducta suicida. Las guías enfatizan además la
necesidad de evaluaciones longitudinales que permitan
distinguir entre presentaciones transicionales, estados
de ciclo rápido, formas inducidas por tratamiento y epi-
sodios mixtos idiopáticos.
En suma, la trayectoria histórica y conceptual de
los síntomas mixtos reeja un vaivén entre deni-
ciones demasiado estrechas y aproximaciones más
dimensionales. Desde la visión pionera de Weygandt
hasta el modelo ACE contemporáneo, pasando por los
cambios en el DSM y las guías clínicas internaciona-
les, la evidencia converge en destacar que los estados
mixtos son frecuentes, clínicamente relevantes y pro-
nósticamente graves. Las revisiones sistemáticas re-
cientes han permitido cuanticar con mayor precisión
su prevalencia, revelando además la insuciencia del
especicador DSM-5 para captarlos en toda su magni-
tud. Estos hallazgos resaltan la necesidad de criterios
diagnósticos más sensibles y de estrategias terapéu-
ticas especícas, apoyadas en la creciente evidencia
farmacológica y psicoterapéutica, que se abordará en
secciones posteriores (Xiao et al., 2025).
Bases conceptuales
Los aportes de Wilhelm Weygandt a nes del siglo XIX
siguen siendo un punto de referencia obligado para en-
tender los estados mixtos. En su monografía de 1899, el
autor describió cómo los síntomas afectivos rara vez se
presentan de manera aislada, sino en interacción con el
pensamiento y la motricidad. Su clasicación de seis ti-
pos de Mischzustände constituyó la primera aproxima-
ción sistemática a la idea de que el ánimo, la actividad
y la ideación conforman una tríada inseparable (Wey-
gandt, 1899/2025). Estas descripciones clínicas antici-
paron la concepción multidimensional de los trastor-
nos del ánimo y permiten reconocer, más de un siglo
después, que la experiencia subjetiva de los pacientes
no se ajusta a límites categoriales estrictos.
En la actualidad, uno de los modelos más inuyen-
tes es el ACE, propuesto por Malhi y colaboradores
(2019). Este esquema postula que los episodios afec-
tivos pueden descomponerse en tres dominios inde-
Tabla 1. Comparación de deniciones diagnósticas de síntomas mixtos
Modelo / Denición Criterios principales Limitaciones
Kraepelin/Weygandt (1899)
Continuidad manía–depresión; tríada de afecto,
cognición, motricidad; seis formas de estados
mixtos descritas clínicamente
Descriptivo, sin criterios operativos
estandarizados
DSM-IV (1994) Episodio mixto: criterios completos de manía y
depresión ≥1 semana Muy restrictivo, baja aplicabilidad clínica
DSM-5 (2013) Especicador: ≥3 síntomas de polaridad opuesta Excluye síntomas solapados, subestima
prevalencia
Koukopoulos (2007) Síntomas de agitación/excitación + ánimo
depresivo
No adoptado en sistemas ociales,
validación limitada
Modelo ACE (2019) Dimensiones asincrónicas: actividad, cognición y
emoción
Marco conceptual, requiere más
validación clínica
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Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84.
pendientes: actividad, cognición y emoción. Mientras
en los episodios maníacos o depresivos “puros” los tres
dominios varían de manera sincronizada, en los esta-
dos mixtos se produce asincronía: por ejemplo, ánimo
depresivo con aumento de la actividad y aceleración
de los procesos cognitivos. Esta perspectiva ofrece un
marco útil para explicar la heterogeneidad clínica y
los riesgos asociados a las presentaciones mixtas, en
particular la mayor probabilidad de conducta suicida
cuando coexisten agitación y desesperanza.
El contraste entre Weygandt y el modelo ACE mues-
tra más convergencias que divergencias. Ambos desta-
can que los estados mixtos no son anomalías raras, sino
formas frecuentes de presentación clínica. La diferen-
cia principal radica en que el enfoque actual tiende a
ser dimensional y cuantitativo, mientras que el modelo
clásico era eminentemente descriptivo y cualitativo. Sin
embargo, en ambos casos se rearma la idea de que la
clasicación dicotómica entre manía y depresión resul-
ta insuciente para captar la complejidad de los cua-
dros clínicos (Malhi et al., 2019; Weygandt, 1899/2025).
La importancia de los desórdenes de la esfera mo-
tora ha sido destacada por varios investigadores. La
visión de los estados mixtos, entendidos como meras
combinaciones de síntomas maníacos y depresivos, ha
demostrado ser limitada. Barroilhet y Ghaemi (2020)
señalan, a partir de análisis factoriales realizados sobre
los datos del grupo de trabajo de la Sociedad Interna-
cional de Trastornos Bipolares (ISBD), que la activación
psicomotriz representa el núcleo de los estados mixtos,
independientemente de si predominan síntomas ma-
níacos o depresivos. Esta activación puede manifestarse
tanto de manera motora como psíquica; la agitación in-
terna es tan relevante como la observable. Por ello, pro-
ponen el término “activación” en lugar de “agitación.
Este enfoque fue profundizado por Paola Salvato-
re, quien destaca el papel de la activación psicomotriz
como indicador de riesgo de suicidio (Salvatore, 2002).
Koukopoulos y Sani plantean que las dicultades
históricas del DSM para comprender los estados mix-
tos, tiene una de sus raíces fundamentales en la poca
relevancia diagnóstica que se le otorga a la agitación
psicomotriz, que está subsumida en el mismo ítem
con la inhibición. Deenden preservar el término
depresión agitada” para los cuadros donde la agita-
ción es suciente para el diagnóstico y lo separan de la
depresión mixta” para aquellos en los que predomi-
na la inquietud interna sin agitación motriz. En estos
últimos, los pacientes describen vivencias de tensión
interna, pensamientos acelerados, anhedonia y afec-
tividad lábil, lo que incrementa el riesgo de suicidio
y la gravedad del sufrimiento psíquico. Koukopoulos
amplía los criterios diagnósticos para la depresión
mixta, incluyendo no solo síntomas maníacos, sino
cualquier forma de excitación psíquica, como pensa-
mientos acelerados, irritabilidad, locuacidad y expre-
siones dramáticas del sufrimiento. Sani y colabora-
dores (2014) validaron estos criterios, que permiten
identicar la depresión mixta incluso en ausencia de
claros síntomas maníacos. La pertenencia de la depre-
sión agitada al espectro bipolar o a la depresión mayor
unipolar, ha sido objeto de discusión (Benazzi, 2002)
Según Sampogna (Sampogna y col, 2020), la agi-
tación es un síntoma transversal a los trastornos afec-
tivos, tanto en cuadros bipolares como depresivos, y
puede adoptar formas distintas: desde tensión interna
y dolor psíquico hasta conducta desinhibida y orien-
tada a objetivos. Destacan la depresión agitada unipo-
lar como un cuadro complejo y de alto riesgo suicida,
caracterizada por el humor disfórico, labilidad emo-
cional, agitación psíquica o motora, inquietud inter-
na, pensamientos agolpados, rumiaciones, insomnio
y riesgo suicida elevado, se diferencia por su drama-
tismo y energía impulsiva.
Epidemiología
La frecuencia de los síntomas mixtos ha sido objeto de
múltiples estudios, aunque las estimaciones varían no-
tablemente según los criterios diagnósticos aplicados
y las poblaciones estudiadas. Una de las primeras re-
visiones sistemáticas en este campo fue publicada por
Vázquez y colaboradores (2018), quienes analizaron
17 estudios y encontraron que la prevalencia global de
características mixtas alcanzaba en promedio el 28 %
de los episodios afectivos. Esta cifra fue mayor en los
cuadros bipolares, donde se situó en torno al 35 %,
mientras que en los episodios depresivos unipolares
fue del 24 %. Estos resultados conrmaban que los
síntomas mixtos no son fenómenos marginales, sino
expresiones comunes y clínicamente relevantes de los
trastornos del ánimo.
Más recientemente, una revisión sistemática actua-
lizada que incorporó 9 estudios recientes publicados
después de 2017 amplió y renó estas estimaciones
(Grasso et al., 2025a). Según este trabajo, la prevalen-
cia de síntomas mixtos alcanza al 18,1 % de los epi-
sodios depresivos mayores, al 32,8 % de los episodios
depresivos bipolares y al 34,8 % de los episodios ma-
níacos o hipomaníacos. Estas cifras se encuentran en
línea con lo reportado previamente, aunque ofrecen
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Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
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mayor precisión y respaldo metodológico, al incluir
un número considerable de estudios multicéntricos y
con diferentes enfoques diagnósticos (Ver Figura 1).
Un hallazgo consistente es que los valores de pre-
valencia dependen estrechamente del criterio utili-
zado. Cuando se aplica una denición amplia (por
ejemplo, la presencia de tres o más síntomas de pola-
ridad opuesta), las cifras oscilan entre 24 y 36 % de los
episodios (Vázquez et al., 2018). En contraste, el uso
estricto del especicador DSM-5 conduce a estima-
ciones mucho más bajas, en torno al 3,6 % de los epi-
sodios depresivos unipolares y alrededor del 27–31 %
de los episodios bipolares (Grasso et al., 2025a). Esto
conrma la hipótesis de que el DSM-5 probablemente
subestima de manera signicativa la magnitud del fe-
nómeno, sobre todo en la depresión mayor.
Otro aspecto relevante es la distribución geográ-
ca. La revisión de 2025 mostró que los estudios dis-
ponibles se concentran mayoritariamente en Europa,
Asia y América del Norte, con una escasa representa-
ción de América Latina, África y Oceanía. Esta des-
igualdad limita la generalización de los hallazgos a
nivel global y pone de maniesto la necesidad de rea-
lizar investigaciones en países de ingresos medios y
bajos, donde los recursos diagnósticos y terapéuticos
suelen ser más limitados.
En conjunto, la evidencia epidemiológica sugiere
que los síntomas mixtos son frecuentes en todos los
espectros afectivos y que su prevalencia está sistemá-
ticamente subestimada por los criterios categoriales
actuales. Este panorama tiene implicaciones directas
para la práctica clínica, ya que la falta de detección
puede retrasar intervenciones adecuadas y aumentar
los riesgos asociados a estas presentaciones.
Escalas de cribado y diagnóstico
La identicación clínica de los síntomas mixtos con-
tinúa siendo un reto, en parte porque los criterios del
DSM-5-TR excluyen características frecuentes como
la agitación, la irritabilidad o la tensión interna (Ame-
rican Psychiatric Association, 2022). Esta limitación
ha impulsado el desarrollo de herramientas especí-
cas que permitan una detección más sensible y ali-
neada con modelos psicopatológicos clásicos, como
los de Wilhelm Weygandt y Athanasios Koukopoulos
(Weygandt, 1899/2025; Koukopoulos & Sani, 2014).
Dos instrumentos han adquirido especial relevan-
cia: la Shahin Mixed Depression Scale (SMDS), de
autoinforme, y la Koukopoulos Mixed Depression Ra-
ting Scale (KMDRS), administrada por clínicos. Am-
bas se centran en aspectos de activación psicomotora
y tensión interna que los criterios categoriales suelen
pasar por alto (Sani et al., 2018; Shahin et al., 2022).
La SMDS ofrece la ventaja de ser breve y autoadmi-
nistrada (3–5 minutos), lo que la hace útil en entornos
de atención primaria o en estudios poblacionales. En
contraste, la KMDRS requiere administración por un
clínico entrenado, pero permite una evaluación más
detallada de la severidad y matices dimensionales de
los síntomas mixtos, resultando particularmente ade-
cuada en contextos especializados.
Un estudio multicéntrico reciente en Argentina y
Chile evaluó a 124 pacientes con episodios depresivos
mayores según DSM-5-TR, mediante entrevistas clí-
nicas estructuradas realizadas por psiquiatras exper-
tos. Los participantes completaron la SMDS, la KM-
DRS y la Sheehan Disability Inventory (SDI), con el
objetivo de validar y comparar su rendimiento frente a
los criterios del DSM-5 y a conceptualizaciones histó-
ricas (Grasso et al., 2025b). Los resultados mostraron
La prevalencia de síntomas mixtos varió según el criterio diagnóstico apli-
cado. Con una denición amplia (≥3 síntomas de polaridad opuesta), los
síntomas mixtos se observaron en el 23,8 % de los episodios depresivos
unipolares, el 35,8 % de los episodios depresivos bipolares y el 36,9 % de los
episodios maníacos o hipomaníacos. En contraste, al aplicar los criterios del
DSM-5, las prevalencias fueron considerablemente menores: 3,6 % en MDD,
27,4 % en depresión bipolar y 31,2 % en manía/hipomanía, conrmando la
subestimación del fenómeno bajo este marco categorial.
Figura 1. Prevalencia de síntomas mixtos en MDD y BD
según criterios amplios (≥3 síntomas opuestos) y DSM-5
(Grasso et al., 2025a)
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Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84.
que tanto la SMDS como la KMDRS detectan sínto-
mas nucleares de la depresión mixta —especialmente
agitación e irritabilidad— que suelen quedar fuera de
los criterios ociales. En este sentido, la SMDS destacó
como herramienta rápida de cribado, mientras que la
KMDRS aportó valor al ofrecer calicaciones clínicas
más ricas y dimensionales.
En comparación con las conceptualizaciones clá-
sicas de Weygandt y Koukopoulos, ambas escalas
capturan con ecacia los elementos de activación
psicomotora y la tensión interna, aunque presentan
limitaciones para evaluar fenómenos como la inesta-
bilidad intrafásica o la suicidabilidad, descritos histó-
ricamente como componentes centrales de los estados
mixtos (Weygandt, 1899/2025; Koukopoulos & Sani,
2014). El análisis conjunto de las dos escalas sugiere
que su aplicación complementaria mejora la sensi-
bilidad diagnóstica y la precisión en la detección de
depresión con características mixtas, superando las
limitaciones del DSM-5.
En conjunto, la evidencia empírica disponible res-
palda la incorporación de la SMDS y la KMDRS en la
práctica clínica y en la investigación. Estas herramien-
tas no solo operativizan constructos históricos, sino
que también representan un puente entre la tradición
psicopatológica clásica y la necesidad contemporánea
de instrumentos estandarizados que mejoren la de-
tección y el manejo de los episodios depresivos con
características mixtas (Sani et al., 2018; Shahin et al.,
2022; Grasso et al., 2025b).
Correlatos clínicos y pronóstico
La presencia de síntomas mixtos en los trastornos del
ánimo se asocia de manera consistente con un mayor
nivel de complejidad clínica y con peores resultados
a lo largo del curso de la enfermedad. Uno de los ha-
llazgos más robustos en la literatura es el incremento
signicativo del riesgo suicida. Diversos estudios han
demostrado que los pacientes con episodios depresivos
o maníacos que presentan características mixtas mues-
tran una probabilidad considerablemente más alta de
intento suicida y de conducta autolesiva en compara-
ción con aquellos que cursan episodios “puros” (Tondo
et al., 2020; Yatham et al., 2021). Esta relación parece
particularmente marcada en los cuadros de depresión
agitada, donde la combinación de ánimo disfórico con
incremento de la energía y la impulsividad facilita la
transición de la ideación a la acción suicida.
Además del suicidio, los síntomas mixtos se vincu-
lan con un mayor número de hospitalizaciones y con
una utilización más frecuente de servicios de urgen-
cia. El curso longitudinal de estos pacientes tiende a
ser más desfavorable, caracterizado por episodios más
prolongados, menor tiempo en eutimia y mayor pro-
porción de recaídas (Vázquez et al., 2018). Estos facto-
res contribuyen a una carga signicativa de discapaci-
dad funcional y deterioro en la calidad de vida, tanto
en el ámbito personal como en el laboral y social.
La comorbilidad psiquiátrica también es más co-
mún en este grupo de pacientes. Trastornos de ansie-
dad, abuso de sustancias y trastornos de personalidad
aparecen con mayor prevalencia en individuos con
síntomas mixtos, lo que añade complejidad diagnós-
tica y terapéutica (Grasso et al., 2025a). Estas comor-
bilidades no solo agravan el curso clínico, sino que
también intereren con la respuesta a los tratamientos
convencionales y aumentan el riesgo de descompen-
saciones agudas.
Otro aspecto crítico es la resistencia terapéutica.
Los episodios con características mixtas suelen res-
ponder peor a los tratamientos antidepresivos están-
dar y muestran un riesgo más alto de viraje afectivo
inducido por estos fármacos (Malhi et al., 2019). Algo
similar ocurre con el uso de estimulantes en pacientes
con síntomas de inatención o fatiga, los cuales pueden
exacerbar la agitación y precipitar descompensacio-
nes. Estas observaciones subrayan el potencial iatro-
génico de ciertos tratamientos cuando se aplican sin
reconocer la dimensión mixta del cuadro clínico.
En síntesis, los síntomas mixtos representan un
marcador de mayor gravedad, asociado con elevada
suicidabilidad, mayor carga de comorbilidad, hospi-
talizaciones más frecuentes, curso más crónico y peor
respuesta terapéutica. Estos elementos justican la
necesidad de un reconocimiento temprano y de estra-
tegias de manejo especícas que permitan reducir los
riesgos y mejorar el pronóstico a largo plazo.
Tratamiento
El abordaje terapéutico de los episodios depresivos con
síntomas mixtos ha sido históricamente problemático
debido a la falta de ensayos clínicos especícamente
diseñados para esta población. Durante décadas, las
recomendaciones se basaron en extrapolaciones de
estudios en episodios depresivos o maníacos “puros” y
en la experiencia clínica acumulada. En consecuencia,
las guías clínicas, incluidas las de la Canadian Network
for Mood and Anxiety Treatments (CANMAT) y la
International Society for Bipolar Disorders (ISBD),
han enfatizado la prudencia: desaconsejan el uso de
antidepresivos en monoterapia y sugieren priorizar
estabilizadores del ánimo y antipsicóticos de segun-
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Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84.
da generación en pacientes con características mixtas
(Yatham et al., 2021).
Los avances más signicativos provienen de una
revisión sistemática publicada recientemente (Xiao
et al., 2025), que identicó siete ensayos clínicos con-
trolados de corta duración (6–8 semanas) en pacien-
tes adultos con episodios depresivos y características
mixtas, tanto en el contexto de trastorno depresivo
mayor (MDD) como de trastorno bipolar (BD-I y BD-
II). Los resultados de esta revisión constituyen, hasta
la fecha, la evidencia más sólida disponible y permiten
esbozar recomendaciones más precisas.
Lumateperona fue el único fármaco evaluado en
un estudio prospectivo que incluyó de manera pres-
pecicada a pacientes con MDD, BD-I y BD-II con
características mixtas. A una dosis de 42 mg/día mos-
tró una mejoría signicativa en la sintomatología de-
presiva (reducción en la escala MADRS) respecto a
placebo, acompañada de ganancias funcionales y de
calidad de vida. Importante es que no se registró un
incremento en síntomas hipomaacos ni mayor ries-
go de viraje afectivo en comparación con placebo, lo
que refuerza su perl de seguridad en este subgrupo
(Xiao et al., 2025).
Lurasidona cuenta con un ensayo clínico en pa-
cientes con MDD y síntomas mixtos denidos por
DSM-5. A las seis semanas, los pacientes tratados con
lurasidona mostraron tasas de respuesta del 64,8 %
frente al 30,0 % en placebo y tasas de remisión del 49,1
% frente al 23,0 %, con números necesarios a tratar
muy favorables (3–4). Además, se observaron mejo-
ras en la funcionalidad y en el deterioro asociado a
la depresión, sin diferencias signicativas en síntomas
hipomaníacos (Xiao et al., 2025).
Ziprasidona fue evaluada en un estudio con pa-
cientes con MDD o BD-II y características mixtas,
donde demostró una reducción signicativa de los
síntomas depresivos frente a placebo. La tasa de re-
misión fue del 50,0 % frente a 18,4 % en placebo, y la
respuesta clínica alcanzó el 52,9 % frente a 28,9 %. Al
igual que con otros antipsicóticos, no se registraron
diferencias signicativas en síntomas hipomaníacos
(Xiao et al., 2025).
Cariprazina y la combinación olanzapina/uoxeti-
na (OFC) cuentan con evidencia proveniente de aná-
lisis post hoc en pacientes con BD-I y características
mixtas. Cariprazina mostró una mejoría signicativa
en los síntomas depresivos desde la segunda semana
de tratamiento, con diferencias mantenidas hasta la
semana seis y números necesarios a tratar entre 9 y 12
para respuesta y remisión. OFC, por su parte, eviden-
ció mayor ecacia frente a placebo y a olanzapina sola,
con odds ratios favorables y sin incremento en tasas
de viraje afectivo (Xiao et al., 2025).
Quetiapina ha sido menos estudiada en este contex-
to. Un ensayo piloto que la evaluó como tratamiento
adyuvante no mostró diferencias signicativas entre su
combinación con litio o con valproato en la reducción
de síntomas depresivos o hipomaníacos, lo que limita
la fuerza de la evidencia disponible (Xiao et al., 2025).
En contraste, los estabilizadores clásicos como li-
tio, valproato y lamotrigina carecen hasta el momento
de ensayos clínicos especícamente diseñados para
episodios depresivos con características mixtas. Aun-
que su uso sigue siendo frecuente en la práctica clíni-
ca, la evidencia actual no permite establecer recomen-
daciones basadas en datos de alta calidad (Yatham et
al., 2021; Xiao et al., 2025).
Finalmente, la monoterapia antidepresiva perma-
nece contraindicada en este grupo de pacientes, ya
que no existe evidencia sólida que respalde su ecacia
y se reconoce el riesgo potencial de inducir viraje afec-
tivo o empeoramiento de la clínica mixta (Malhi et al.,
2019; Yatham et al., 2021) (ver Tabla 2).
En resumen, los hallazgos más recientes sitúan a
lumateperona, lurasidona y ziprasidona como opcio-
Tabla 2. Evidencia farmacológica en episodios depresivos con características mixtas (modicado de Xiao et al., 2025)
Fármaco Diseño
del estudio Población Resultados
principales
Nivel
de evidencia
Lumateperona Ensayo prespecicado MDD, BD-I, BD-II Ecacia en MADRS, sin viraje Alta
Lurasidona Ensayo en MDD mixto MDD + MF (DSM-5) Alta tasa de respuesta y remisión Alta
Ziprasidona Ensayo en MDD/BD-II MDD, BD-II + MF Mejoría en síntomas depresivos Moderada
Cariprazina Post hoc BD-I + MF Reducción en MADRS, NNT 9–12 Moderada
Olanzapina/Fluoxetina Post hoc BD-I + MF Ecaz vs placebo y olanzapina sola Moderada
Quetiapina Ensayo piloto adyuvante BD Sin diferencias signicativas Baja
Estabilizadores Sin estudios especícos Muy baja
83
Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84.
nes de primera elección para episodios depresivos
con características mixtas, mientras que cariprazina
y OFC constituyen alternativas respaldadas por evi-
dencia post hoc en BD-I. Quetiapina cuenta con da-
tos limitados y los estabilizadores clásicos aún no han
sido sucientemente estudiados en esta población. La
evidencia disponible apoya un enfoque terapéutico
centrado en los antipsicóticos de segunda generación,
evitando los antidepresivos en monoterapia y priori-
zando estrategias combinadas y multimodales, inclu-
yendo intervenciones psicosociales, para optimizar la
evolución de los pacientes.
Discusión
El estudio de los síntomas mixtos muestra una ten-
sión histórica entre modelos categoriales restrictivos y
enfoques dimensionales más sensibles. Desde las des-
cripciones de Weygandt (1899/2025), que destacaban
la interacción entre afecto, cognición y motricidad,
hasta el modelo ACE de Malhi et al. (2019), se reco-
noce que los episodios afectivos rara vez son puros. En
contraste, la denición del DSM-5, al excluir síntomas
como agitación o irritabilidad, subestima la magnitud
real del fenómeno (APA, 2013).
Las revisiones sistemáticas conrman que las ca-
racterísticas mixtas son frecuentes: cerca del 18 % de
los episodios depresivos unipolares, un tercio de los
bipolares y más de un tercio de las manías presentan
esta dimensión (Vázquez et al., 2018; Grasso et al.,
2025a). La falta de datos en regiones fuera de Europa,
Norteamérica y Asia limita la generalización.
El desarrollo de escalas especícas, como la SMDS
y la KMDRS, representa un avance clave. Su uso mejo-
ra la detección de síntomas que el DSM-5 deja fuera y
permite operacionalizar dimensiones clínicas descri-
tas desde Kraepelin y Koukopoulos (Sani et al., 2018;
Shahin et al., 2022; Grasso et al., 2025b).
En términos clínicos, los síntomas mixtos se aso-
cian con peor pronóstico: mayor suicidabilidad, co-
morbilidad, hospitalizaciones y resistencia terapéutica
(Tondo et al., 2020; Yatham et al., 2021). En cuanto al
tratamiento, la evidencia más sólida apoya el uso de
antipsicóticos de segunda generación, especialmente
lumateperona, lurasidona y ziprasidona, mientras que
cariprazina y OFC tienen datos post hoc y los estabili-
zadores clásicos carecen de estudios especícos (Xiao
et al., 2025).
A pesar de estos avances, persisten vacíos impor-
tantes: la escasez de estudios longitudinales, la ausencia
de biomarcadores validados y la necesidad de incluir
poblaciones más diversas. Avanzar hacia modelos diag-
nósticos más integradores y hacia intervenciones basa-
das en evidencia robusta resulta esencial para mejorar
la práctica clínica y el pronóstico de los pacientes.
Conclusiones
Los síntomas mixtos constituyen una dimensión fre-
cuente y clínicamente relevante de los trastornos del
ánimo. Su subestimación histórica por deniciones
excesivamente restrictivas ha sido parcialmente co-
rregida, pero el especicador del DSM-5 continúa
siendo limitado al excluir síntomas nucleares como
la agitación y la irritabilidad (APA, 2013; Malhi et al.,
2019). Las revisiones sistemáticas recientes muestran
que afectan a uno de cada cinco episodios depresivos
mayores y a un tercio de los episodios bipolares, lo
que conrma su alta prevalencia (Vázquez et al., 2018;
Grasso et al., 2025a).
La evidencia disponible indica que los síntomas
mixtos se asocian con mayor suicidabilidad, peor cur-
so clínico, comorbilidad más frecuente y menor res-
puesta terapéutica (Tondo et al., 2020; Yatham et al.,
2021). En este contexto, las escalas especícas como
la SMDS y la KMDRS ofrecen un avance fundamental
para mejorar la detección y capturar dimensiones clí-
nicas que los criterios categoriales pasan por alto (Sani
et al., 2018; Shahin et al., 2022).
En términos de tratamiento, los ensayos clínicos
más recientes respaldan el uso de antipsicóticos de
segunda generación, con evidencia sólida para luma-
teperona, lurasidona y ziprasidona, y datos post hoc
para cariprazina y la combinación olanzapina-uoxe-
tina. En contraste, los estabilizadores clásicos carecen
de estudios especícos y la monoterapia antidepresiva
continúa siendo desaconsejada (Xiao et al., 2025).
A futuro, se requiere avanzar hacia criterios diag-
nósticos más inclusivos y dimensionales, estudios lon-
gitudinales que permitan evaluar ecacia y seguridad
a largo plazo, y mayor investigación en regiones subre-
presentadas. Reconocer y tratar de manera temprana
los síntomas mixtos es esencial para reducir su impac-
to clínico y mejorar el pronóstico de los pacientes.
Conicto de intereses: los autores declaran no pre-
sentar conicto de intereses.
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Síntomas mixtos en los trastornos del ánimo: una revisión histórica, clínica y terapéutica
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 76-84.
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Artículo de revisión
85
Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias.
Primera parte: introducción, metodología de trabajo, escenario
actual y algoritmos diagnósticos
Argentine Consensus on the Diagnosis of Dementia. Part One: Introduction, Methodology,
Current Scenario, and Diagnostic Algorithms
Pablo M. Bagnati1, Ricardo F. Allegri2, Ignacio Demey3, Gastón Bártoli4, Yanina Bérgamo5,
Jorge Campos6, Diego Castro7, Patricio Chrem Méndez8, Diana Cristalli9, Cecilia
Fernandez10, Maria Laura Fernández11, Juan Pablo García Lombardi12, Janus L. Kremer13,
Nahuel Magrath Guimet14, Juan Ollari15, Emilia Osa Sanz16, Galeno Rojas17, Maria
Julieta Russo18, Diego Sarasola19, Ezequiel Surace20, Silvia Vazquez21, Marcela Waisman
Campos22, Daniel Zuin23
RECIBIDO 15/9/2025 - ACEPTADO 27/11/2025
1.Investigador principal y coordinador de la Sección de Neuropsiquiatría, Servicio de Neurología Cognitiva, Fleni, Bs. As., Argentina.
2.Jefe del Servicio de Neurología Cognitiva, Fleni, Buenos Aires, Argentina. Profesor de Neurología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires.
Profesor de Neurociencias, Universidad de la Costa (CUC), Colombia.
3.Neurólogo, Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología, Fleni, Bs. As., Argentina.
4.Médico especialista en Neuropsiquiatría. Jefe de Sección de Neurología Cognitiva y Neuropsiquiatría del Servicio de Neurocirugía Funcional del
Hospital Nacional Alejandro Posadas.
5.Médica especialista en Diagnóstico por Imágenes y Medicina Interna. Centro de Imágenes Moleculares y RM, Coord. Sección Neurodegenerativo,
Dto. Diagnóstico por Imágenes, Fleni.
6.Neurólogo, Subjefe del Servicio de Neurología cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología, Fleni, Bs. As., Argentina.
7.Neurólogo, Jefe de Área de Neurología Cognitiva del CEMIC. Profesor Titular de Neurología, Instituto Universitario CEMIC.
8.Médico Neurólogo, Staff del Centro de Memoria, Fleni, Bs. As., Argentina. Coordinador en Argentina de la Red de Alzheimer de Herencia Dominan-
te (DIAN-Arg)
9.Doctora en Medicina. Especialista Consultor en Neurología. Presidente de las Casas de Día JESI para la Estimulación Neurocognitiva. Miembro de
ISTAART C.
10.Médica Neuróloga. Jefa de Trastornos Memoria Conducta, Hospital Italiano de Buenos Aires. Profesora Adjunta Universidad Hospital Italiano de
Buenos Aires.
11.Neuropsiquiatra, Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría, Fleni, Buenos Aires, Argentina.
12.Médico especialista Universitario en Psiquiatría, Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología, Fleni Bs. As., Argentina.
Médico Instituto Luria, La Plata, Argentina.
13.Médico Neurólogo. Fellow Behavioral Neurology University of Toronto, Canadá. Director del Instituto Kremer de Neuropsiquiatría de Córdoba.
14.Neuropsiquiatra, Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsicología y Neuropsiquiatría, Fleni, Bs. As., Argentina. Coordinador de la Clínica de De-
mencia Frontotemporal, Fleni. Senior Atlantic Fellow for Equity in Brain Health, Global Brain Health Institute (GBHI), UCSF, USA.
15.Médico Neurólogo, Miembro del Grupo de Trabajo de Neurología del Comportamiento y Neurociencias Cognitivas , Sociedad Neurológica Argen-
tina (SNA). Jefe del Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo), Servicio de Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires, Argentina.
16.Médica especialista en Diagnóstico por imágenes. Neuroradióloga. Departamento de imágenes y CIM, Fleni, Bs. As., Argentina. Médica asociada
HIBA.
17.Médico Neurólogo y Farmacólogo, Doctor en Medicina (UBA). Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.
18.Instituto de Neurociencias (INEU), Fleni, Consejo Nacional de Investigaciones en Cientícas y Técnicas (CONICET), Bs. As., Argentina
19.Médico especialista en Psiquiatría y Psicología Médica, Director del Instituto de Neurociencias Alexander Luria, La Plata, Argentina. Director Médi-
co Laboratorio Alef medical Argentina.
20.Investigador Independiente, CONICET. Laboratorio de Enfermedades Neurodegenerativas (LEN), Instituto de Neurociencias, Fleni (CONICET), Bs.
As., Argentina.
21.Médica Consultora, Centro de Imágenes Moleculares, Fleni, Bs. As., Argentina.
22.Médica Psiquiatra y Neuróloga Cognitiva, Universidad de Buenos Aires. Magíster en Neuropsicofarmacología, Universidad Favaloro. Médica del
Servicio de Neurología Cognitiva, Neuropsiquiatría y Neuropsicología, Fleni, Bs. As. Argentina.
23.Medico Neurólogo clínico, Director Fundación Cerebro y Mente. Miembro del Grupo de trastornos cognitivos y conducta de la
Sociedad Neurológica Argentina.
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.946
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.946
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
Resumen
El Consenso Argentino para el diagnóstico de las demencias es una iniciativa de la Asociación Argentina de
Psiquiatría Biológica (AAPB). Este documento tuvo como objetivo principal elaborar un instrumento e-
ciente para el diagnóstico temprano de la demencia, dirigido al médico de atención primaria, y al especialista
(neurólogo, psiquiatra, geriatra, clínico u otros). Durante un periodo de 5 meses de trabajo –desde agosto
a diciembre del 2024– (y una breve revisión posterior a la Conferencia Internacional de Alzheimer -AAIC
Toronto 2025, Julio 2025- para sumar actualización), un comité de expertos integrado por 23 profesionales
se abocaron a analizar y discutir la mejor información y evidencia actualizada para lograr la sistemática diag-
nóstica de la demencia, focalizada en la más común de ellas en Occidente, la enfermedad de Alzheimer (EA).
El documento se divide en 3 partes: esta primera donde se describe el panorama actual de la demencia en el
mundo, su diferencia con el envejecimiento usual o típico, los criterios diagnósticos recientes, y los algoritmos
diagnósticos para el médico de atención primaria y para el especialista. Una segunda parte, donde se aborda
la sistemática de evaluación diagnóstica: neurocognitiva, neuropsiquiátrica, los biomarcadores (laboratorio,
LCR, biomarcadores en plasma, neuroimágenes, genética) y la evaluación funcional. Por último, una tercera
parte que incluye la descripción de los diferentes tipos de demencia con sus características clínicas y criterios
diagnósticos actuales, poniendo énfasis en el diagnóstico diferencial.
Palabras clave: demencia, consenso de expertos, escenario actual, sistemática diagnóstica, evaluación, algo-
ritmos diagnósticos, Alzheimer
Abstract
The Argentine Consensus on the Diagnosis of Dementia is an initiative of the Argentine Association of Biological Psy-
chiatry (AAPB). The primary aim of this document was to develop an efcient tool for the early diagnosis of dementia,
targeting both primary care physicians and specialists (neurologists, psychiatrists, geriatricians, internists, and others).
Over a ve-month period (August–December 2024), followed by a brief update after the Alzheimer’s Association Inter-
national Conference (AAIC, Toronto, July 2025), a panel of 23 experts analyzed and discussed the most relevant and
up-to-date evidence to establish a systematic diagnostic approach to dementia, with a particular focus on the most
prevalent form in Western countries, Alzheimer’s disease (AD).
The document is structured into three sections. The rst describes the current global landscape of dementia, its dis-
tinction from normal aging, recent diagnostic criteria, and diagnostic algorithms for both primary care and specialist
settings. The second addresses the diagnostic evaluation framework, including neurocognitive and neuropsychiatric as-
sessment, biomarkers (laboratory, CSF, plasma biomarkers, neuroimaging, genetics), and functional evaluation. The third
section provides an overview of the different types of dementia, their clinical features, and current diagnostic criteria,
with particular emphasis on differential diagnosis.
Keywords: dementia, expert consensus, current landscape, diagnostic framework, evaluation, diagnostic algorithms,
Alzheimer
87
Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
1.Metodología de trabajo
1.1. Selección de los expertos
Para la elaboración de este documento, se siguió la
misma metodología empleada en la elaboración de
consensos anteriores por parte de la AAPB (Corrales
y cols., 2020; Corrales y cols., 2021; Cetkovich-Bak-
mas y cols., 2022; Corrales y cols., 2024). El grupo de
expertos fue seleccionado con base en los siguientes
criterios: a) amplia experiencia clínica en el diagnósti-
co y manejo de las demencias y b) antecedentes acadé-
micos y de investigación relevantes en el tema.
1.2. Enfoque operativo
Entre los meses de agosto a diciembre del año 2024,
y luego realizando una breve revisión posterior a la
Conferencia Internacional de Alzheimer -AAIC To-
ronto 2025, Julio 2025- para lograr una mayor actua-
lización, bajo el auspicio de la AAPB y la coordina-
ción del doctor Pablo Bagnati, un equipo de expertos
revisó exhaustivamente la literatura recientemente
publicada sobre demencia, con especial focalización
en la sistemática diagnóstica. Cada especialista se en-
cargó del análisis de un aspecto particular de la pato-
logía. Tras la revisión bibliográca, se implementaron
reuniones virtuales mensuales para discutir y lograr
consenso sobre cada tema concerniente al diagnóstico
temprano de la demencia, tomando como eje la prin-
cipal a la más común de las demencias, la enfermedad
de Alzheimer (EA).
1.3. Formato general del consenso
Este documento representa un Consenso Argentino
sobre el Diagnóstico de las Demencias, bajo el respal-
do de la AAPB, y surge de la iniciativa de contar con
un documento actual que contribuya a la pesquisa
diagnóstica temprana del deterioro cognitivo/demen-
cia, en un contexto de progresivos cambios -a la luz
del avance vertiginoso de los biomarcadores de enfer-
medad- y diferencias en los criterios diagnósticos de
la demencia temprana de diferentes grupos de exper-
tos internacionales. Este consenso es el resultado del
intercambio de opiniones entre el grupo de especia-
listas, la revisión crítica a cargo del coordinador y un
especialista revisor, y una revisión nal por el total de
los especialistas. La elaboración del mismo no habría
sido posible sin la participación y el compromiso de
cada uno de los profesionales convocados.
El documento está elaborado con el objetivo princi-
pal de proporcionar un instrumento eciente y actuali-
zado para diagnóstico de las demencias, de fácil lectu-
ra e implementación, para colegas de América Latina
toda. La amplia bibliografía que gura al nal del docu-
mento fue revisada con la premisa de contar con fuen-
tes conables, rigurosas y actualizadas en el espectro de
temas vinculados con el diagnóstico de las demencias.
2. Demencia: epidemiología y carga de
la enfermedad
2.1. Denición. Escenario actual de las de-
mencias en el mundo
El perl poblacional del mundo está cambiando de
forma asombrosa. La población mundial está enveje-
ciendo rápidamente y tiene una esperanza de vida más
larga que nunca. Los investigadores han proyectado
que la proporción de la población mundial de 65 años
o más casi se duplicará del 8,5 % en 2015 al 16,7 % en
2050 (Chen y cols., 2024; Bagnati y cols., 2019). Este
aumento de la expectativa de vida ha hecho que las pa-
tologías neurodegenerativas que eran menos frecuen-
tes en el siglo pasado, como la EA, pasaran a ser, en la
actualidad, tan frecuentes como para que se hable de
una nueva epidemia (Allegri y cols., 2017).
La demencia es una de las principales causas de dis-
capacidad y dependencia entre las personas mayores. La
enfermedad de Alzheimer y otras demencias (EAOD)
representan una grave amenaza para el envejecimien-
to saludable. Las EAOD son un conjunto de afecciones
neurodegenerativas que afectan principalmente a los
adultos mayores, inhibiendo la capacidad cognitiva, la
movilidad, la independencia y las actividades de la vida
diaria, y que en última instancia conducen a la muer-
te. En 2019, se estimó que 57 millones de personas en
todo el mundo vivían con demencia (de las cuales las
EAOD son la forma más común) y se proyecta que la
prevalencia aumentará a 153 millones de personas para
2050 (GBD, 2019; Dementia Forecasting Collab., 2022).
Si bien la edad es el factor de riesgo más importante
conocido para este trastorno, no se la debe considerar
como una parte normal del envejecimiento.
La demencia es un término general que hace refe-
rencia a una afección adquirida del cerebro, que pro-
duce una alteración de la memoria y otras funciones
intelectuales y/o de la conducta del sujeto (respecto a
un estado anterior conocido o estimado), de suciente
importancia como para interferir con sus actividades
de la vida diaria, e independiente de alteraciones del
estado de conciencia (Bagnati y cols., 2023). La de-
mencia conduce a un deterioro en el nivel funcional
de las personas que la padecen, con gran impacto en
el seno de la familia, y con una pérdida de productivi-
dad consecuente, lo que implica mayores costos para
88
Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
los gobiernos, los sistemas de salud, las familias y las
personas. A pesar de esto, a menudo hay una falta de
conocimiento y comprensión de la demencia, lo que
genera estigmatización y barreras para el diagnóstico,
demorando, en consecuencia, la aplicación de estrate-
gias terapéuticas tempranas (WHO, 2017).
La EA es la forma más común de demencia y pue-
de contribuir al 60-70 % de los casos, con una preva-
lencia de aproximadamente del 10 % en personas ma-
yores de 65 años o más (World Health Organization,
2025). Sin embargo, la mayor parte de los casos de de-
mencia en personas mayores de 80 años tiene más de
una causa, reriéndose a estos casos como demencias
de etiología mixta (Gauthier y cols., 2021).
El término demencia no conlleva un diagnóstico
etiológico en sí mismo, y si bien la EA es la princi-
pal causa (Scheltens y cols., 2021), hay otras etiologías
como la enfermedad por cuerpos de Lewy, la demen-
cia frontotemporal, las enfermedades cerebrovascu-
lares, enfermedades priónicas y otras (Alzheimer´s
Association Report, 2024).
Algunas demencias pueden ser potencialmente
reversibles como puede ser el caso de la demencia
asociada a hidrocefalias normotensivas, las encefalo-
patías autoinmunes o para neoplásicas, algunas debi-
das a depresión o al uso de medicamentos, entre otras
(Bevin, 2021).
Más recientemente se ha propuesto el cambio con-
ceptual de demencia hacia el término trastorno neu-
rocognitivo mayor (DSM -5, 2013), cuyo diagnóstico
se emite ante la presencia de alteraciones cognitivas
signicativas, que son lo sucientemente severas para
impactar en la autonoa de la persona; hemos ob-
servado que en la práctica cotidiana y en la literatura
especializada en muchas oportunidades estos concep-
tos son equivalentes y aun utilizados de manera in-
distinta. Esto genera inconvenientes prácticos, puede
demorar investigaciones, favorece el estigma derivado
del diagnóstico (Petersen, 2023). Grandes organiza-
ciones como la OMS, la OPS y asociaciones cientícas
(ej., Asociación de Alzheimer) y publicaciones cien-
tícas pivotales (ej., Consenso sobre Demencia) (Li-
vingston, 2024) mantienen el concepto de demencia,
y usaremos este último en este consenso.
Es importante tener en mente que el diagnóstico
de demencia es un diagnóstico tardío; en la mayor
parte de las enfermedades neurodegenerativas existe
un continuo patológico-clínico, en el cual la patolo-
gía cerebral se altera mucho antes que los primeros
síntomas, se continúa posteriormente con un perio-
do variable de síntomas cognitivos y conductuales sin
fallas en la autonomía (deterioro cognitivo leve, de-
sarrollado en otra sección de este consenso), y nal-
mente se establece el compromiso en las actividades
de la vida diaria, con lo cual la demencia es nalmente
diagnosticada (ver Figura 1). Entre las personas con
mutaciones genéticas dominantes que causan la EA
para quienes se han recopilado datos a largo plazo, se
ha descubierto que los niveles de beta-amiloide au-
mentaron signicativamente a partir de 22 años antes
del comienzo de los síntomas (los individuos con estas
mutaciones genéticas generalmente desarrollan sínto-
mas a la misma o casi a la misma edad que su padre
con EA) (Bateman y cols., 2012; Gordon y cols., 2018).
También se ha determinado que los niveles anormales
de la proteína de la cadena ligera de neurolamentos,
un biomarcador de neurodegeneración, comenzaban
a aparecer 22 años antes de iniciar síntomas (Quiroz
y cols., 2020), así como que los niveles de diferentes
tipos de proteína tau aumentan cuando el beta-ami-
loide se agrupa como placas amiloides, y que los ni-
veles de estos tipos de tau aumentan tan pronto como
dos décadas antes de que aparezcan los ovillos de tau
maduros característicos de la EA (Barthelemy y cols.,
2020). Teniendo en mente la sobrevida de los pacien-
tes con demencia de entre 8-10 años promedio, es
posible establecer que un paciente vive con demencia
alrededor de 30-40 % del total del proceso patológico
que generó su demencia (erriault, 2024).
Figura 1. Continuum de la demencia, en este caso enfermedad de Alzheimer (Traducido y modicado de Scheltens, 2021).
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
2.2. Envejecimiento usual o típico y demencia
En todo el mundo, las personas viven más. Todos los
países están experimentando un crecimiento tanto en
el tamaño como en la proporción de personas mayo-
res en la población.
Para 2030, 1 de cada 6 personas en el mundo tendrá
60 años o más. Si bien este cambio en la distribución de
la población de un país hacia edades más avanzadas,
conocido como envejecimiento poblacional, comenzó
en los países de ingresos altos (por ejemplo, en Japón,
el 30 % de la población ya tiene más de 60 años), ahora
son los países de ingresos bajos y medios los que están
experimentando el mayor cambio. En 2050, dos ter-
cios de la población mundial mayor de 60 años vivirá
en países de ingresos bajos y medios (WHO, 2024). El
envejecimiento es un proceso inevitable que se mide
por la edad cronológica y, por convención, una perso-
na de 65 años o más es considerada “persona mayor”
(elderly). Sin embargo, el proceso de envejecimiento
no es uniforme a nivel mundial debido a diferencias
genéticas, epigenéticas, nutricionales, ambientales, de
estilo de vida y salud en general (Levine, 2013; Singh
& Bajorek, 2014; Elsy, 2020).
Desde la tercera década de la vida comienzan a de-
clinar algunas capacidades cognitivas, incluyendo la
velocidad y el volumen de procesamiento de la infor-
mación, el razonamiento (sobre todo la abstracción),
la eciencia en la coordinación (ej., atención, memo-
ria de trabajo, recuerdo verbal, habilidades visuoespa-
ciales, razonamiento abstracto, exibilidad cognitiva
e inhibición de respuesta) (Park & Schwarz, 2002; Sal-
thouse, 2019). Esta declinación es habitualmente len-
ta, insidiosa y progresiva a lo largo de la vida, pero no
compromete la vida de relación (Tucker-Drob, 2011).
La edad cronológica se determina por el tiempo
que ha transcurrido desde el nacimiento mientras que
la edad biológica se centra en cómo envejecen dife-
rencialmente los tejidos y órganos de una persona, lo
cual también puede variar debido a factores genéticos,
epigenéticos y ambientales (Keshavarz y cols., 2023).
El envejecimiento biológico se relaciona con el
grado de declinación aparente de una persona, por
ejemplo, qué tan bien se desempeña para su edad, qué
tan envejecida parece y/o se siente (Rollandi y cols.,
2019; Wu y cols., 2021). A partir de los 34 años ya se
comienzan a producir cambios en el cuerpo que mar-
carían el inicio del envejecimiento (Oh y cols., 2023).
La EA, en cambio, implica una desviación drás-
tica de la trayectoria cognitiva, funcional y conduc-
tual del envejecimiento normal, es una causa temida
y muy frecuente de discapacidad para las personas y
una fuente importante de gastos de salud y asistencia
social para la sociedad (Frisoni y cols., 2025).
Las personas adultas mayores son las afectadas
mayormente, y si bien es conocido el vínculo
entre el envejecimiento de la población a nivel glo-
bal y la mayor incidencia y prevalencia de casos, la de-
mencia no debe ser tomada como parte del propio en-
vejecimiento siológico; por este motivo el concepto
de “demencia senil” es erróneo y sugerimos evitarlo.
En el Cuadro 1 se pueden apreciar los cambios típi-
cos relacionados con la edad, versus los signos de una
demencia constituida (Alzheimer’s disease facts and
gures, 2022).
El envejecimiento poblacional debido a una mayor
expectativa de vida sigue siendo el principal factor de
riesgo para el aumento de casos de personas que viven
con demencia (Livingston, 2020).
Por último, en esta sección nos parece útil incluir
los conceptos de deterioro cognitivo subjetivo (DCS)
y de worried well (preocupado sano”): el primero
(DCS) es un concepto clínico que se reere a quejas
de problemas cognitivos progresivos, con pruebas
cognitivas formales que revelan un rendimiento sin
deterioro. El DCS plus se reere a ciertas característi-
cas del DCS que aumentan la probabilidad de que esta
condición esté relacionada con la patología de la EA y
de que exista un mayor riesgo de deterioro cognitivo
objetivo en el futuro. Los criterios propuestos para el
DCS plus son: deterioro subjetivo de la memoria in-
dependientemente de la función en otras áreas cogni-
tivas, inicio del DCS en los últimos 5 años, inicio del
DCS a los 60 años o más, preocupación asociada, per-
sistencia a lo largo del tiempo, búsqueda de ayuda mé-
dica y conrmación del deterioro cognitivo por parte
de un observador (Frisoni y cols., 2025). Worried well
(preocupado sano) se denomina a individuos que no
experimentan DCS, pero que están preocupados por
el deterioro cognitivo o la EA en el futuro. Este con-
cepto es controvertido en la literatura, ya que podría
llevar a que se descarten preocupaciones genuinas o a
la patología (Frisoni y cols., 2025).
2.3. La demencia en América Latina
En la Región de las Américas, más de 10 millones per-
sonas viven con demencia.
Las estimaciones muestran que cada 20 años, se
duplicará el número de personas con este trastorno.
América Latina y el Caribe (ALC) serán los más afec-
tados, con un incremento de 3,4 millones de personas
con demencias en 2010, a 7,6 millones en 2030 (OPS,
OMS Región de las Américas, 2023).
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
Las estimaciones de la carga mundial de enferme-
dad sobre la prevalencia de la demencia en América
Latina y el Caribe sugirieron que alrededor de 4,5 mi-
llones de personas de 40 años o más de ALC tenían
demencia en 2019 (Nichols y cols., 2022), se estimó
en aproximadamente 6,2 millones de personas de 65
años y más viviendo con demencia en 2022, cifra que
alcanzaría los 16 millones de casos para el 2050 (Lli-
bre-Rodriguez, 2025). Para la Organización Paname-
ricana de la Salud (OPS) el aumento del 205 % puede
compararse con el aumento del 102 % en los países de
América del Norte. El aumento previsto más alto es
el de Centroamérica (221 %), seguida de América del
Sur (206 %) y el Caribe (152 %) (OPS, 2023).
En los últimos años se informó un aumento en la
prevalencia de demencia de todas las causas en la re-
gión de América Latina y el Caribe (ALC), alcanzan-
do el 10,7 % en adultos de ≥50 años (Ribeiro y cols.,
2022), en comparación con el 7,1 % en adultos ma-
yores (≥65 años) encontrados en una revisión previa
(Nitrini y cols., 2009).
Los países de Centroamérica y varios países suda-
mericanos tendrán el mayor incremento en la preva-
lencia de la demencia. Los países de la región que me-
nos sufrirían este fenómeno son Uruguay, Argentina y
Cuba (Llibre-Rodriguez, 2025).
Por todo ello, más que nunca se destaca la impor-
tancia del diagnóstico temprano, ya que promueve
intervenciones preventivas de salud que pueden me-
Cuadro 1. Signos de demencia vs. cambios típicos relacionados con la edad.
Signos de la demencia de Alzheimer Cambios típicos relacionados con la edad
Pérdida de memoria que interere la vida diaria, signo común
en la etapa inicial: olvidar la información aprendida reciente-
mente.
Hacer preguntas repetidas, depender cada vez más de notas
recordatorias o dispositivos electrónicos, o de un familiar para
las cosas que antes se manejaban solos.
A veces olvidar nombres o citas, pero recordarlas más tarde.
Problemas en la planicación o resolución de problemas: cam-
bios en la capacidad para desarrollar y seguir un plan.
Dicultades tales como hacer una receta familiar o un segui-
miento de las facturas mensuales. Dicultad para concentrarse
y tardar más en hacer las cosas.
Cometer errores ocasionales al administrar las nanzas
del hogar.
Dicultad para completar tareas familiares. Baja notoria en
su nivel funcional previo. Problemas para conducir a un lugar
familiar, organizar una lista de compras, o recordar las reglas de
un juego favorito.
Ocasionalmente necesita ayuda para usar la conguración de
un microondas, grabar un programa de televisión, o manipular
adecuadamente aplicaciones del celular.
Confusión con el tiempo o el lugar: pueden perder la noción de
las fechas, las estaciones y el paso del tiempo.
Pueden tener problemas para entender algo si no está suce-
diendo de inmediato.
A veces olvidan dónde están o cómo llegaron allí.
Confundirse con el día de la semana, pero averiguarlo
más tarde.
Problemas para comprender las imágenes visuales y las relacio-
nes espaciales: tener problemas de visión puede ser un signo de
la enfermedad de Alzheimer.
También tener problemas para juzgar la distancia y determinar
el color y el contraste, lo que genera problemas al conducir.
Cambios en la visión relacionados con cataratas.
Nuevos problemas con las palabras al hablar o escribir: pueden
tener problemas para seguir una conversación o detenerse en
medio de ella y no tener ideas de cómo continuar.
Dicultades con el vocabulario, tener problemas para nombrar
un objeto familiar o usan un nombre incorrecto.
A veces tener problemas para encontrar la palabra correcta.
Cambios en el estado de ánimo, la personalidad y el compor-
tamiento: pueden volverse confusos, desconados, deprimidos,
temerosos o ansiosos.
Pueden enfadarse fácilmente.
Más rigidez para las rutinas y volverse irritable si surgen
modicaciones o interrupciones.
(Alzheimer’s Association, 2022. Alzheimer Disease Facts and Figures. Alzheimer Dement 2022; 18, modicado)
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
jorar sustancialmente la calidad de vida de los pacien-
tes y sus familias, al tiempo que contribuyen a reducir
costos y prolongar la salida del propio hogar.
Sin embargo, el diagnóstico suele retrasarse o no
llevarse a cabo. Dentro de las razones o motivos que
inuyen en estas situaciones se encuentran el estigma
(Bagnati, 2022), el temor a la enfermedad que lleva a
no consultar, el escaso conocimiento de la comunidad
sobre la enfermedad (atribuyendo los décits al en-
vejecimiento normal), la complejidad y heterogenei-
dad de manifestación de los cuadros demenciales, las
comorbilidades, y la falta de conocimientos desde los
profesionales de atención primaria y/o especialistas
(Gauthier y cols., 2021; World Health Organization,
2017; Zuin y cols., 2024). También se suma el esca-
so acceso a biomarcadores y neuroimágenes en ALC
(Parra y cols., 2019; Zuin y cols., 2024) (ver Cuadro 2).
Se debe ser ambicioso en la prevención. Las ac-
ciones para reducir el riesgo de demencia deben co-
menzar temprano y continuar a lo largo de la vida. El
riesgo se concentra en los individuos; por lo tanto, las
intervenciones a menudo deben ser multifactoriales.
Nueva evidencia respalda la adición de la pérdida de
visión y el colesterol alto como factores de riesgo po-
tencialmente modicables para la demencia, a los 12
factores de riesgo identicados en la Comisión Lancet
de 2020 (ver Cuadro 3), ya que modicar 14 factores
de riesgo podría prevenir o retrasar casi la mitad de
los casos de demencia (Livingston y cols., 2024).
El riesgo es modicable independientemente del
estado genético APOE. Las intervenciones multicom-
ponentes que abordan varios factores de riesgo pue-
den beneciar a las personas con alto o bajo riesgo
genético de demencia (Livingston y cols., 2024).
2.4. Carga de la demencia en Latinoamérica
El costo anual de la demencia se estimó en 1,3 billo-
nes de dólares en 2019, con una cifra preestablecida de
más del doble para 2030, con un costo estimado de 2,8
billones de dólares (Layton y cols., 2024).
Cada tres segundos alguien, en algún lugar del pla-
neta, desarrolla demencia, y dos de cada tres personas
con demencia residen en países de ingresos bajos y
medios (PIBM) (Kalaria y cols., 2024). Por ello lo de-
seable es que se agigante la comprensión de la enfer-
medad y las herramientas de diagnóstico se vuelvan
más accesibles, porque el objetivo es que más personas
reciban un diagnóstico a una edad mucho más tem-
prana que antes, y en las etapas anteriores. Sin embar-
go, el 75 % de los casos de demencia en todo el mundo
y el 90 % en los países de ingresos bajos y medios no
se diagnostican (Gauthier y cols., 2022). A pesar de
los conceptos y creencias erróneas persistentes, la cara
de la demencia está cambiando. Ahora sabemos la im-
portancia de un diagnóstico temprano para ralentizar
la progresión de la afección (ADI World Alzheimer
Report, 2025).
El impacto de la demencia puede medirse a través
de indicadores, como las tasas de mortalidad, los años
de vida ajustados por discapacidad (AVAD) y los cos-
tos anuales. Hubo un aumento en las tasas de mortali-
dad por EAOD en América Latina entre 1990 y 2019 (
PAHO, 2023). La demencia se clasicó como la octava
y cuarta causa principal de los AVAD entre hombres
y mujeres de 70 años o más, respectivamente, entre
2000 y 2019.
En las encuestas basadas en la población 10/66
Dementia Research Group (DRG) realizadas en áreas
de captación urbanas y rurales en América Latina, se
encontró que la necesidad de cuidados / dependencia
estaba inversamente asociada con el nivel educativo y
era un contribuyente principal a la discapacidad entre
las personas mayores con demencia. Estos hallazgos
tienen implicaciones signicativas para los costos y
la carga de los cuidadores (Souza y col., 2010). Todos
estos indicadores muestran que la demencia seguirá
siendo un desafío creciente en Latinoamérica, dado el
rápido envejecimiento de la población y su progresivo
Cuadro 2. Causas que pueden desencadenar retraso
diagnóstico o la no realización del mismo.
Estigma
Temor a la enfermedad que lleva a no consultar
Escaso conocimiento de la comunidad sobre la enfermedad
(atribuyendo los décits al envejecimiento normal)
Complejidad y heterogeneidad de manifestación de los cua-
dros demenciales
Comorbilidades
Falta de conocimientos de los profesionales de atención
primaria y/o especialistas
Escaso acceso a biomarcadores y neuroimágenes
Cuadro 3. Los 14 factores de riesgo modicables para
prevenir las demencias (The Lancet Commission, 2024).
Pérdida de visión Diabetes
Colesterol elevado Sedentarismo
Hipertensión arterial Depresión
Obesidad Abuso de alcohol
Tabaquismo Polución ambiental
Educación Hipoacusia
Traumatismo de cráneo Infrecuente contacto social
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
impacto socioeconómico (Sosa y cols., 2024).
Existe una disparidad de los gastos que implica la
demencia cuando observamos diferentes países: cerca
del 70 % de los costos en demencia se producen en los
países de altos ingresos (PAIs), donde residen menos
casos de pacientes con demencia. Esta disparidad eco-
nómica va relacionada íntimamente a la disparidad
social en los países de medianos y bajos ingresos (PM-
BIs), un ejemplo de ello lo observamos en los costos
indirectos, que suman hasta un 65 % en los PMIBs vs
44 % en los PAIs (Kalaria, 2024). Hay diferencias entre
alguna de las causas de demencia: la demencia vascu-
lar y la demencia frontotemporal muestran mayores
costos directos dado por los tratamientos farmacoló-
gicos, como en cuidadores o gastos derivados de in-
ternación (Rojas, 2011). Estos costos llegan a ser entre
3 y 4 veces más que las derivadas de otras demencias
más frecuentes (Wimo, 2019).
2.5. Situación de la demencia en Argentina
En Argentina, existen estimaciones publicadas sobre
los casos de demencia en el país, y con datos variables
(Larraya, 2004; Arizaga, 2005; Allegri, 2011; Bartolo-
ni, 2014). Teniendo en cuenta esos datos, y con el cál-
culo poblacional del censo de la República Argentina
(Censo Poblacional, 2022) en el cual se obtiene que
hay un 11.8 % de personas mayores de 65 años, habría
cerca de 600.000 personas con demencia en Argentina
en este grupo etario, por lo que este número tiende
a ser mayor considerando a la población menor a 65
años. En Argentina, la población fue de 45.538.401
en el año 2023, con un aumento proyectado del 6,1 %
hasta alcanzar 48.308.944 en 2050 (WHO data, 2024).
En 2023, Argentina presentó una incidencia estan-
darizada por edad de 25,3 nuevos casos de demencia
por cada 100.000 habitantes (19,1 para hombres y 31,1
para mujeres), observándose un aumento signicativo
de la incidencia (p = 0,029) a lo largo de los 10 años,
sin un impacto signicativo especíco por sexo en la
evolución de la incidencia (p = 0,8) (ver Figura 2). La
demencia de inicio temprano registró una incidencia
de 5 por 100.000, en contraste con la demencia de
inicio tardío, con 26,1. La demencia de inicio tardío
mostró un crecimiento signicativo en comparación
con los casos de inicio temprano (p = 0,07) (Calandri,
Suemoto & Allegri, 2025).
La demencia de inicio temprano, tradicionalmente
asociada a la predisposición genética, se ha manteni-
do estable. En cambio, la demencia de inicio tardío ha
aumentado hace poco, probablemente debido al en-
vejecimiento de la población y al incremento de los
factores de riesgo modicables reportados en otros
estudios regionales, lo cual destaca la relevancia de
actuar con urgencia sobre ellos, en prevención plena
(Calandri, Suemoto & Allegri,2025).
Continuando con los factores de riesgo modica-
bles y su prevención, un estudio que estimó las frac-
ciones atribuibles a la población (FAP) en Argentina,
evaluando los cambios a lo largo de una década y ex-
plorando las inuencias socioeconómicas y de género,
estimó una FAP general del 59,6 %. Los FAP más al-
tos fueron hipertensión = 9,3 % , inactividad física =
7,4 % y obesidad = 7,4 %. Los hombres se vieron más
afectados por el consumo excesivo de alcohol, mien-
tras que las mujeres por el aislamiento y el tabaquis-
mo; los menores ingresos se asociaron con mayores
FAP en educación, hipertensión y obesidad, conclu-
yendo que Argentina presenta un FAP más alto para
la demencia que la población mundial, con una distri-
bución distinta de los FR. El FAP varió según el sexo
y la situación económica, lo que justicaría estrategias
de prevención personalizadas (Calandri y cols., 2024).
3. Recomendaciones para el abordaje
Figura 2. Modelo macroeconómico para estimar la carga económica de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias,
EAOD (Chen y cols., 2024, modicado).
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
diagnóstico de la enfermedad de
Alzheimer
El abordaje diagnóstico de la enfermedad de la EA
ha cambiado signicativamente en los últimos años a
partir del uso de los biomarcadores biológicos de la
enfermedad. Sin embargo, los mismos no están am-
pliamente disponibles siendo necesario tener esto en
consideración en las recomendaciones o guías diag-
nosticas. Por ello, se desarrollarán en esta revisión las
diferentes posibilidades con el objetivo de orientar
tanto al profesional de asistencia primaria como al es-
pecialista con o sin biomarcadores disponibles.
La EA es una enfermedad neurodegenerativa que
ha sido clásicamente el paradigma de la demencia. Sin
embargo, con la aparición de los biomarcadores de la
patología se ha detectado el comienzo biológico de la
misma muchos años antes de la aparición de los sín-
tomas clínicos. Esto ha llevado a que se describieran
diferentes etapas: a) EA preclínica: cuando se encuen-
tra la patología, pero el paciente es asintomático, b)
deterioro cognitivo leve: el paciente tiene trastorno
cognitivo pero el mismo no impacta en sus activida-
des funcionales y c) demencia: cuando el compromiso
cognitivo compromete la funcionalidad del individuo,
y según el nivel de deterioro puede ser leve, moderada
y severa (Serrano y Allegri 2025).
De este modo, la demencia es un síndrome de dete-
rioro cognitivo y/o conductual adquiridos, suciente-
mente importantes como para afectar la funcionalidad
del individuo (demencia = alteración cognitiva + alte-
ración conductual + alteración funcional). Cuando el
trastorno afecta la esfera cognitiva, pero no la funcional
se habla de deterioro cognitivo leve (DCL), y el compro-
miso de las funciones mentales superiores esperable en
el envejecimiento normal se llama declinación cogniti-
va, la cual no es patológica (Demey y cols., 2019).
El DSM-5 (Asociación Estadounidense de Psiquia-
tría, 2013) describe dos tipos de trastornos neurocog-
nitivos:
El trastorno neurocognitivo mayor (Código 331.00
(G30.9)), caracterizado por:
■ Un deterioro en uno o más dominios cognitivos
documentados en una evaluación neuropsicológi-
ca estandarizada (desvío mayor a 2DS).
■ Los décits intereren las actividades cotidianas.
■ No ocurren en contexto de un síndrome confusio-
nal.
■ No se explican por otro trastorno psiquiátrico ma-
yor.
■ Corresponde a la llamada demencia en DSM-IV,
término que puede seguir utilizándose en aquellos
ámbitos en que médicos y pacientes están acos-
tumbrados al mismo.
El trastorno neurocognitivo leve (Código 331.83
(G31.84)) esta caracterizado por:
■ Un deterioro en uno o más dominios cognitivos
documentado en una evaluación neuropsicológica
estandarizada (entre 1 y 2DS).
■ Los décits cognitivos NO intereren en la auto-
nomía del individuo.
■ No ocurren en contexto de un síndrome confusio-
nal.
■ No se explican por otro trastorno psiquiátrico ma-
yor.
■ Se corresponde al concepto de DCL (sujetos con
queja cognitiva, fallas cognitivas más allá de 1,5 DS
en pruebas neuropsicológicas estandarizadas, sin
afectación de la independencia y funcionalidad).
Este constructo implica un riesgo aumentado de
evolución a demencia. Petersen y cols. (2014) des-
cribió que en estos sujetos el pasaje a demencia es
del 15 % anual comparado a un 2 % en los suje-
tos normales. El DCL tiene subtipos con diferente
probabilidad de evolucionar a distintas formas de
demencia (Ver tabla 1).
Los DCL y las demencias son síndromes que res-
ponden a diferentes etiologías: neurodegenerativos,
vasculares, traumáticos, desmielinizantes, neoplásicos,
infecciosos, inamatorios, hidrocefálicos, sistémicos y
tóxicos (Serrano & Allegri, 2025) (ver Tabla 2).
De todas las causas de demencias en mayores de
65 años, la EA es la más frecuente en los países oc-
cidentales, con el 59 % de los casos, mientras que las
vasculares constituyen el 17 %, el 14 % las mixtas (de-
generativas y vasculares), y el 10 % restante se reparte
en partes similares entre las demencias parkinsoniana,
alcohólica y otras (Kawas, 1997). En Latinoamérica las
causas vasculares y sobre todo las mixtas tienen una
frecuencia mucho mayor.
Toda consulta de un paciente por queja de olvidos
u otros trastornos cognitivos debe incluir una minu-
ciosa anamnesis, un examen clínico-neurológico, y un
examen cognitivo mínimo de tamizaje o screening (De-
mey y cols., 2019).
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
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Tabla 1. Subtipos de deterioro cognitivo leve.
Deterioro cognitivo leve Evaluación neuropsicológica Evolución más probable
Amnésico puro
Décit de memoria episódica
(perl hipocámpico)
resto normal
Enfermedad de Alzheimer
Amnésico multidominio Décit en varias funciones cognitivas incluida
la memoria episódica
Enfermedad de Alzheimer
o normal
No amnésico puro
Décit en lenguaje
Décit en visuoespacialidad
Décit ejecutivo
Afasia progresiva primaria
Atroa cortical posterior
Demencia frontotemporal
Demencia vascular
No amnésico multidominio Décit en varias funciones cognitivas sin
comprometerse la memoria episódica
Demencia vascular
Demencia cuerpos Lewy
Demencia frontotemporal
Atroa cortical posterior
Degeneración corticobasal
Tabla 2. Clasicación etiológica de las demencias.
Degenerativas Metabólicas y nutricionales
Enfermedad de Alzheimer. Disfunción tiroidea.
Demencias frontotemporales. Hipovitaminosis (principalmente B12).
Degeneración córticobasal. Leucodistroas.
Parálisis supranuclear progresiva. Neurolipidosis.
Enfermedad por cuerpos de Lewy. Enfermedad celíaca.
Demencia asociada a la enfermedad de Parkinson. Otras enfermedades nutricionales.
Atroas multisistémicas. Tóxicas
Enfermedad de Huntington. Demencia alcohólica.
Enfermedades por priones: enfermedad de Jacob Creutzfeldt y
trastornos relacionados.
Demencias por agentes químicos ocupacionales
ambientales.
Vasculares Medicamentosas.
Isquémicas: Debido a abuso de sustancias ilícitas.
Grandes vasos. Intoxicación por monóxido de carbono.
Pequeños vasos. Neuroquirúrgicas
Estado lacunar. Hidrocefalia.
Hemorrágicas. Hematoma subdural.
Infecciosas Tumores.
HIV. Otras demencias estructurales secuelares
Sílis. Traumatismos de cráneo.
Enfermedad de Whipple. Post encefalíticas (virales, autoinmunes, otras causas).
Otras. Post anoxia cerebral.
Inamatorias y desmielinizantes Otras.
Esclerosis múltiple.
Leucoencefalopatías multifocales progresivas.
Lupus eritematoso sistémico.
Encefalitis autoinmunes.
Otras enfermedades autoinmunes.
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
3.1. Algoritmo de abordaje en la atención
primaria
El algoritmo básico de abordaje de un paciente con queja
de deterioro cognitivo en la atención primaria tiene el
objetivo de detectar o descartar el mismo (ver Figura
3, modicado de Lopera y cols., 2023). El primer paso
conlleva la pregunta de si esa queja se corresponde con
un cambio signicativo en sus actividades o funciona-
lidad (siempre se compara el paciente contra sí mismo,
por ejemplo, tiene más olvidos o no puede realizar algo
que hacía previamente). La referencia del familiar tiene
un valor mayor para sospechar un deterioro.
Si no hay cambios signicativos se considera como
envejecimiento normal, si hay cambios se deben apli-
car test de tamizaje o screening cognitivo (MMSE=Mini
Mental State Examination – de Folstein, 1975) con la
adaptación y estandarización argentina (Allegri y cols.,
1999; Butman y cols., 2001), o MoCa = Montreal cog-
nitive Assessment (Nasreddine y cols., 2005) o funcio-
nal (ADL=test de actividades de la vida diaria). Si los
resultados de estos test están dentro de la normalidad
para la edad y el nivel de educación se diagnostica una
declinación cognitiva subjetiva y el paciente se debe re-
evaluar a los 6 meses. Como se ha mencionado previa-
mente, si hay un décit en los test cognitivos se debe
evaluar si está conservada la independencia funcional,
en cuyo caso se diagnostica un DCL, pero si la misma
está comprometida, el diagnóstico es de una demencia.
En ambos casos el paciente se debe referir a un especia-
lista (neurólogo, psiquiatra o geriatra).
3.2. Algoritmo de abordaje en un especialista
El algoritmo diagnóstico para un especialista tiene el
objetivo de raticar o descartar el diagnóstico de de-
terioro cognitivo o demencia y buscar su etiología (ver
Figura 4, modicado de Lopera y cols., 2023). Ante la
presencia de un probable deterioro cognitivo debe in-
cluir una minuciosa anamnesis al paciente y a su acom-
pañante, con un detallado examen físico neurológico.
El diagnóstico debe ser complementado con la
solicitud de los exámenes complementarios básicos
que comprenden un laboratorio, una evaluación neu-
ropsicológica y al menos una neuroimagen, preferen-
temente una resonancia nuclear magnética (RNM)
cerebral. Estos serán descritos más en detalle en las
próximas secciones.
Las baterías cognitivas certican la presencia del
deterioro y describen el tipo de perl. La severidad
o el grado del deterioro cognitivo se evalúa median-
te determinadas escalas como la escala de deterioro
global de Reisberg (GDS, del inglés Global Deteriora-
tion Scale) (Reisberg, 1982), que dene 7 estadios clí-
nicos, o la escala clínica de demencia (CDR del inglés
Clinical Dementia Rating Scale) (Hughes, 1982) que
propone 5 estadios clínicos (0=normal; 0,5=demencia
cuestionable o deterioro cognitivo leve; 1=demencia
leve; 2= demencia moderada y 3= demencia severa).
Los exámenes de laboratorio son de importancia
crucial para el diagnóstico etiológico de una demen-
cia y deben incluir hemograma, eritrosedimentación,
urea, glucemia, ionograma, hepatograma, estudio ti-
roideo, dosaje de vitamina B12 y de ácido fólico, y en
casos seleccionados VDRLy prueba para HIV (Demey
Referencias: Algoritmos de diagnóstico modicados del artículo de
Recomendaciones de Lopera y cols., 2023.
MoCa: Montreal cognitive Assessment, MMSE: Mini Mental State Exami-
nation, PFAQ: Pfeffer Functional Activities Questionnaire.
Figura 3. Algoritmos de diagnóstico para asistencia primaria.
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
y cols., 2019). Estos estudios permiten identicar la
presencia de enfermedades sistémicas o metabólicas
que pueden ser causa de demencia (1 a 2 % de los ca-
sos) (Katzman, 1986).
La evaluación neuropsicológica si está disponible es
uno de los instrumentos primarios en el examen de un
deterioro cognitivo y es indispensable en las formas
leves o en las atípicas. Distintas baterías de pruebas
validadas nacional e internacionalmente pueden per-
mitir conrmar la sospecha de si el paciente tiene o no
trastorno cognitivo, el tipo y el estadio evolutivo de su
cuadro (Demey y cols., 2019).
La RNM cerebral es una herramienta de elección en
la evaluación de un paciente con probable DCL o de-
mencia, pero en caso de no disponerse o estar contra-
indicada puede efectuarse una tomografía axial com-
putada (TAC). Diversos estudios evidenciaron que la
hipotroa temporal medial y la hipotroa del hipocam-
po son marcadores sensibles para la EA. Se sugiere la
posibilidad de utilizar el índice MTA (Medial Temporal
Atrophy) para medir visualmente la hipotroa del hipo-
campo y el índice de Fazekas (1987) para las anormali-
dades vasculares isquémicas subcorticales.
Demey y cols. sugieren un protocolo de RNM de ce-
rebro que incluya las siguientes secuencias: sagital T1
y Axial T1 (valorar grado de atroa), coronal T1 (eva-
luar la estructura hipocámpica), Axial FLAIR (evalua-
ción de lesiones vasculares), difusión (evaluar lesiones
agudas), y GRE (evaluar microsangrados).
Los biomarcadores (BM) de EA aparecieron en los
últimos 10 años y no están disponibles en muchos si-
tios por lo cual se los considera opcionales. Sin embar-
go, son la única forma de tener un diagnóstico de EA
denido en un sujeto vivo (Serrano & Allegri, 2025) y
son fundamentales si se va a evaluar la posibilidad de
un tratamiento anti-amiloideo.
3.3. Estadios clínicos de la EA
Desde 1983, y por casi 30 años, el diagnóstico clínico
de la EA dependía de los lineamientos planteados por
los criterios de NINCDS-ADRDA (McKhan y cols.,
1984) que eran fundamentalmente clínico patológi-
cos. Los tipos de diagnóstico eran demencia posible,
probable y denitivo, este último solo por anatomía
patológica. En los últimos años, con la disponibilidad
de los biomarcadores, si estos resultan positivos el
diagnóstico es denitivo.
En el caso de no disponer de biomarcadores se hace
referencia a un diagnóstico de EA probable (clínica e
imágenes características) o posible (cuando existen
dudas por no ser un perl característico o cuando co-
existen otras causas que puedan explicar el diagnósti-
co, por ejemplo depresión o décit de Vitamina B12)
conservando la estadicación del CDR antes referida
(ver Tabla 3).
Los nuevos criterios del año 2024 denen la EA
como un constructo biológico (basado en los biomar-
cadores) o biológico clínico aún en sus estadios pre-
vios a la demencia (Allegri & Bagnati, 2024). En base
a esto y a los biomarcadores se denieron 7 estadios de
la EA denida (denitiva), dos preclínicos (asintomá-
ticos), uno de declinación transicional, uno de dete-
rioro cognitivo leve y 3 de demencia (leve, moderada
y severa) (ver Tabla 4).
3.4. Nuevos criterios diagnósticos
Dos grupos de trabajo internacionales compiten en el
esfuerzo para el desarrollo de criterios diagnósticos
de EA. El grupo internacional (International Working
Group, IGW) publica en 2007 y el grupo norteame-
ricano del Instituto Nacional sobre Envejecimiento
(National Institute on Aging, NIA) y de la Asociación
de Alzheimer de EE. UU. (Alzheimer´s Association,
AA) en 2011. Ambos tuvieron sucesivas versiones,
siendo la última en 2024 (Jack y cols., 2024).
Figura 4. Algoritmos de diagnóstico para el especialista.
Referencias: Algoritmos de diagnóstico modicados del artículo de
Recomendaciones de Lopera y cols., 2023.
DCL: Deterioro Cognitivo Leve, RNM: Resonancia Nuclear Magnética,
TAC: Tomografía Axial Computada.
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
Criterios del grupo de trabajo norteamericano
(auspiciado por Alzheimer’s Association (AA))
Elaborados inicialmente en 2011 por tres grupos de
trabajo propuestos por el Instituto Nacional de En-
vejecimiento (NIA, National Institute on Aging) y la
Asociacion de Alzheimer de EE. UU. (AA, Alzhei-
mer’s Association) (Jack y cols., 2011; Sperling y cols.,
2011; Albert y cols., 2011; McKhann y cols., 2011).
Los biomarcadores de EA jugaron un papel clave de
soportes del diagnóstico. En esta primera versión las
recomendaciones estaban más destinadas a la inves-
tigación médica, pero relativizando su utilización de
la práctica clínica. Denían estadios de “Demencia o
DCL debidos a EA y aún estadios presintomáticos.
Estos criterios y recomendaciones fueron actuali-
zados en 2012 (Hyman et al., 2012; Montine y cols.,
2012), 2018 (Jack y cols., 2018) y recientemente en
2024 (Jack y cols., 2024). Estos cambios constantes
muestran el avance vertiginoso de la investigación
tanto en el conocimiento de la siopatología, en el
diagnóstico, como en el tratamiento. La última ver-
sión de 2024 (Jack y cols., 2024) dene la enfermedad
biológicamente reemplazando a la sindrómica clínica
tradicional. Este concepto basado en la experiencia de
la oncología se esta extendiendo a todas las enferme-
dades neurodegenerativas, que se alejan del síndrome
para basar su diagnóstico en la siopatología. Los tres
desarrollos más importantes para este cambio están
basados en: 1) los nuevos tratamientos aprobados
para la enfermedad, 2) los avances con los BM sanguí-
neos más accesibles que los tradicionales PET y LCR,
y 3) las categorías ATN (amiloide, tau, neurodegene-
ración) en base al agrupamiento de los BM.
Criterios del grupo de trabajo internacional
(IWG, del inglés International Working Group)
En el año 2007 el IWG (Dubois y cols., 2007) revisó
los criterios de McKhan de 1984 (NINCDS-ADRDA)
y redenió el diagnóstico clínico de la EA. Para ello
se apoyó sobre dos pilares: los criterios cognitivos y
los biomarcadores. Con el n de agregar especicidad
fue abolida la categoría de “posible” contenida en los
criterios NINCDS-ADRDA. Por otra parte, si bien el
cuadro clínico era el criterio dominante, fue impor-
tante la inclusión de los BM como condición que res-
paldaba el diagnóstico de EA. En el año 2010 el grupo
(Dubois y cols., 2010) incluyó una forma típica amné-
Tabla 4. Estadios clínicos de la enfermedad de Alzheimer con biomarcadores disponibles.
Estadios
según CDR Denominación Características
0 Asintomático, genético Clínica y BM normales genética positiva (esto solo en las formas hereditarias
familiares).
1 Asintomático basado en BM Clínica y evaluación neuropsicológica normal, BM anormales.
2 Declinación transicional Clínica y evaluación neuropsicológica normal pero más bajo del nivel previo del
paciente, BM anormales.
3 Deterioro cognitivo leve Clínica y evaluación neuropsicológica alterados, BM anormales.
4 Demencia leve Demencia leve con BM anormales.
5 Demencia moderada Demencia moderada con BM anormales.
6 Demencia severa Demencia severa con BM anormales.
Referencias: BM= biomarcadores de EA
Tabla 3. Estadios clínicos de la enfermedad de Alzheimer sin biomarcadores disponibles.
Estadios
según CDR Denominación Características
0 Normal Clínica y evaluación neuropsicológica normal para edad y nivel educacional.
0 Declinación transicional Clínica y evaluación neuropsicológica normal pero más bajo del nivel previo del paciente.
0,5 Deterioro cognitivo leve Clínica y evaluación neuropsicológica alterados.
1 Demencia leve Demencia leve
2 Demencia moderada Demencia moderada
3 Demencia severa Demencia severa
Referencias: BM= biomarcadores de EA.
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Consenso Argentino para el Diagnóstico de las Demencias. Primera parte...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 85-102.
sica hipocámpica, así como formas atípicas (frontal,
afásica, cortical posterior, y en el síndrome de Down).
En el 2021, hicieron referencia a fenotipos comunes
(amnésico hipocámpico, afasia logopénica y atroa
cortical posterior) y no comunes (corticobasal, con-
ductual y disejecutivo). Sin embargo, en el año 2024 el
grupo internacional (Dubois y cols., 2024) consideró
revisar los criterios solamente biológicos que propo-
nía la AA (Jack y cols., 2024), planteando criterios clí-
nicos biológicos para el uso clínico práctico.
Ambos grupos (AA e IWG) coinciden en la de-
nición de los casos con deterioro cognitivo y biomar-
cadores, pero dieren en la denición de los sujetos
cognitivamente normales con biomarcadores positi-
vos los cuales son EA asintomática para el grupo nor-
teamericano o sujetos asintomáticos en riesgo de una
EA para el grupo internacional. Así, los primeros usan
solo una denición biológica de la enfermedad y los
segundos una denición clínico-biológica.
Criterios del grupo latinoamericano
(Custodio y cols., 2024)
Ambos criterios diagnósticos (AA y IWG) son claros
y ejecutables en países de altos ingresos (HIC, del in-
glés high income coutries) por la disponibilidad de bio-
marcadores en ellos, sin embargo en países de bajos y
medianos ingresos (LMIC, del inglés low and middle
income countries) su aplicación es compleja (Custodio
y cols., 2024; Allegri, 2025). En este sentido son ne-
cesarias adaptaciones basadas en las disponibilidades
locales y el acceso a datos sobre biomarcadores dis-
ponibles y medicamentos provenientes de cohortes de
investigación locales más representativas y diversas
(Jack y cols., 2024).
Conclusiones
La enfermedad de Alzheimer y otras demencias
(EAOD) representan una grave amenaza para el en-
vejecimiento saludable. Las EAOD son un conjunto
de afecciones neurodegenerativas que afectan princi-
palmente a los adultos mayores, inhibiendo la capa-
cidad cognitiva, la movilidad, la independencia y las
actividades de la vida diaria, y que en última instancia
conducen a la muerte. Ocasionan gran impacto en el
seno de la familia, pérdida de productividad conse-
cuente, lo que implica mayores costos para los gobier-
nos, los sistemas de salud, las familias y las personas.
El crecimiento de las demencias en Latinoamérica es
progresivo e incesante, y la necesidad de prevenirla y
tratarla tempranamente es una necesidad imposterga-
ble. Los avances mundiales en la identicación de 14
factores de riesgo modicables que pueden prevenir
casi la mitad de las demencias, los nuevos biomarca-
dores biológicos y los nuevos tratamientos, contrastan
con el retraso o la no realización del diagnóstico de
demencia en la salud pública de los países de la región.
Contar con recomendaciones y algoritmos diagnósti-
cos de consenso, adaptados a diferentes realidades de
nuestro medio, es una contribución que conamos
ayude a la pesquisa diagnóstica más eciente y precoz.
Conicto de intereses: los autores declaran no pre-
sentar conicto de intereses.
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Artículo de revisión
103
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia:
segunda parte. Consideraciones clínicas y diagnósticas
First Argentine Consensus on the Management of Schizophrenia: Section Two. Clinical and
Diagnostic Considerations
Alejo Corrales1, Andrea Abadi2, Asociación de Ayuda de Familiares de Personas con
Esquizofrenia (AAFE)3, Gastón Bartoli4, Carlos Benavente Pinto5, Adrián Cabrera6,
Sebastián Camino7, Ricardo Corral8, Guillermo Delmonte9, Gerardo García Bonetto10,
Cristian Javier Garay11, Damián Gargoloff12, Pedro Gargoloff13, Anibal Goldchuk14, María
Florencia Iveli15, Gabriela Jufe16, Fabián Lamaison17, Eduardo Leiderman18, Andrea López
Mato19, Eliana Marengo20, Tomás Maresca21, María Delia Michat22, Carlos Morra23, Cintia
Prokopez24, Julieta Ramírez25, Federico Rebok26, Eduardo Rubio Domínguez27, Daniel
Sotelo28, Sergio Strejilevich29, Esteban Toro Martínez30, Gustavo Vázquez31, Juan José
Vilapriño32, Manuel Vilapriño33, Marcela Waisman Campos34, Veronica Grasso35, Marcelo
Cetkovich-Bakmas36
RECIBIDO 28/8/2025 - ACEPTADO 22/10/2025
1.Magíster en Biología Molecular e Ingeniería Genética, Universidad Favaloro. Docente de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Presidente del Capítulo de Psiquia-
tría Genética, Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP), Buenos Aires, Argentina.
2.Psiquiatra infantojuvenil. Directora del Departamento Infantojuvenil y docente, Universidad Favaloro.
3.Asociación de Familiares de Esquizofrénicos (AAFE).
4.Hospital Nacional “Profesor Alejandro Posadas”.
5.Centro Médico CIADE, Tandil.
6.Hospital Interdisciplinario Psicoasistencial “José T. Borda”.
7.Hospital Neuropsiquiátrico “Braulio A. Moyano”.
8.Hospital “José T. Borda”, presidente de la AAP. Fundación para el Estudio y Tratamiento de las Enfermedades Mentales (FETEM).
9.Instituto de Investigaciones Hematológicas “Mariano R. Castex” (IIHEMA), Academia Nacional de Medicina.
10.Director Investigaciones Clínicas, Instituto Médico DAMIC, Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, Córdoba, Argentina.
11.Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires.
12.Hospital Interzonal Especializado en Agudos y Crónicos Neuropsiquiátrico “Dr. Alejandro Korn”.
13.Universidad Nacional de la Plata (UNLP).
14.Capítulo de Psicofarmacología, Asociación de Psiquiatras de Argentina (APSA).
15.Capítulo de Psicofarmacología, APSA.
16.Instituto Superior de Formación de Postgrado, APSA.
17.Capítulo de Esquizofrenia (AAP), Centro Integral Ambulatorio en Neurociencias (CIANE), UNLP.
18.Universidad de Palermo.
19.Instituto de Psiquiatría Biológica Integral (IPBI).
20.Área PRYMA.
21.Presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (AAPB).
22.AAFE.
23.Sanatorio Morra, Córdoba, Argentina.
24.Instituto de Farmacología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA).
25.Hospital “José T. Borda”.
26.Hospital “Braulio A. Moyano”.
27.Universidad de Buenos Aires, Hospital “Braulio A. Moyano”.
28.Iternova, Asistencia e Investigación en Salud Mental.
29.AREA, Asistencia e Investigación en Trastornos del Ánimo.
30.Presidente de APSA.
31.Department of Psychiatry, Medical School, Queen's University, Kingston, ON, Canadá.
32.Clínica Del Prado, Centro de Estudios, Asistencia e Investigación en Neurociencias (CESASIN), AAP.
33.Clínica Del Prado, Centro de Estudios, Asistencia e Investigación en Neurociencias (CESASIN), APSA.
34.Fleni.
35.Iternova, Asistencia e Investigación en Salud Mental, Córdoba, Argentina.
36.Departamento de Psiquiatría, Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Favaloro, INECO.
Autor correspondiente
Alejo Corrales
alejocorrales@hotmail.com
Lugar de realización del estudio: Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (AAPB).
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.947.
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.947
104
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
Introducción
La Segunda Parte del Primer Consenso Argentino
sobre el Manejo de la Esquizofrenia incorpora una
revisión detallada de los modelos contemporáneos
de estadicación clínica, así como una descripción
sistemática de los síntomas positivos, negativos, cog-
nitivos y afectivos, dimensiones cuya identicación
y seguimiento resultan fundamentales para anticipar
trayectorias, predecir resultados funcionales y guiar
decisiones terapéuticas. Además, se abordan aspectos
clave del curso temprano de la enfermedad, inclu-
yendo el estado de ultra alto riesgo clínico (UHR), la
duración de la psicosis no tratada (DUP) y el manejo
de los primeros episodios psicóticos (PEP), elementos
que poseen un fuerte valor pronóstico y que permiten
intervenir de manera más temprana y ecaz.
Además, en esta sección, el documento profundiza
sobre el reconocimiento y abordaje adecuado de las eta-
pas prodrómicas y de alto riesgo, así como la reducción
de la DUP, que constituyen hoy pilares fundamentales
en las estrategias contemporáneas de atención. La evi-
dencia internacional ha demostrado consistentemente
que intervenciones tempranas y coordinadas mejoran
la evolución clínica, disminuyen la severidad sintomá-
Resumen
Este documento constituye la segunda parte del Primer Consenso Argentino sobre el Manejo de la Esquizo-
frenia y presenta una síntesis actualizada de la evidencia disponible sobre los aspectos clínicos y diagnósticos
del trastorno en personas adultas. Siguiendo la metodología establecida en la primera parte del Consenso, el
panel de expertos llevó a cabo una revisión bibliográca exhaustiva y un proceso sistemático de discusión y
evaluación crítica de la información identicada. Como resultado de este trabajo colaborativo, se elaboró esta
segunda sección, destinada a orientar la práctica clínica a partir de un análisis riguroso de la literatura cientí-
ca. Asimismo, durante las instancias deliberativas se decidió incorporar contenidos adicionales considerados
especialmente relevantes para los equipos interdisciplinarios responsables del abordaje integral de los pacien-
tes con esquizofrenia. En este sentido, el documento incluye desarrollos sobre aspectos clínicos claves, crite-
rios diagnósticos y herramientas conceptuales que contribuyen a optimizar la evaluación de esta patología. En
línea con lo anterior, en la segunda parte de este documento, se podrán encontrar modelos de estadicación
en la esquizofrenia, las variantes sintomáticas (síntomas negativos, cognitivos, positivos y afectivos), estadios
iniciales de la esquizofrenia y ultra alto riesgo, primer episodio psicótico, duración de la psicosis no tratada y
métodos auxiliares de diagnóstico.
Palabras clave: psicosis, esquizofrenia, síntomas negativos, síntomas cognitivos, síntomas positivos, síntomas
afectivos, primer episodio
Abstract
This document constitutes the second part of the First Argentine Consensus on the Management of Schizophrenia and
provides an updated summary of the available evidence on the clinical and diagnostic aspects of the disorder in adults.
Following the methodology established in the rst part of the Consensus, the panel of experts conducted an exhaustive
literature review and systematically discussed and critically evaluated the information identied. This collaborative process
resulted in the development of this second section, aimed at guiding clinical practice through a rigorous analysis of the
scientic literature.
During the deliberative stages, it was also decided to incorporate additional content considered particularly relevant for
interdisciplinary teams responsible for providing comprehensive care to individuals with schizophrenia. Accordingly, the do-
cument addresses advances in key clinical aspects, diagnostic criteria and conceptual tools that enhance the evaluation of
this condition. In this regard, the second part of the document outlines staging models for schizophrenia and its symptoma-
tic variants (negative, cognitive, positive and affective symptoms), as well as the early stages of schizophrenia, ultra-high-risk
states, the rst psychotic episode, and the duration of untreated psychosis, together with auxiliary diagnostic methods.
Keywords: psychosis, schizophrenia, negative symptoms, cognitive symptoms, positive symptoms, affective symptoms,
diagnosis, rst episode
105
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
tica, reducen el deterioro funcional y favorecen la recu-
peración a largo plazo. En este sentido, la incorporación
de estos temas en el presente Consenso busca favorecer
la identicación precoz de señales de riesgo, la imple-
mentación de programas de intervención temprana y
la adopción de prácticas asistenciales que reduzcan el
tiempo entre la emergencia de los síntomas y el inicio
de un tratamiento adecuado, metas especialmente rele-
vantes en el contexto argentino.
Asimismo, esta segunda parte ofrece una actuali-
zación exhaustiva sobre los instrumentos diagnósticos
y escalas de evaluación clínica aplicables en nuestro
medio, enfatizando la necesidad de estandarizar pro-
cedimientos de valoración psicopatológica, funcional
y cognitiva. La disponibilidad de herramientas valida-
das y su uso sistemático permiten monitorear la evo-
lución, denir con mayor precisión los objetivos te-
rapéuticos y optimizar la toma de decisiones clínicas,
especialmente en las etapas tempranas del trastorno
donde la ventana de oportunidad es mayor.
9. Modelos de estadicación en la
esquizofrenia1
Un modelo de estadicación es una herramienta clíni-
ca utilizada para denir el desarrollo de una enferme-
dad a lo largo del tiempo, que permite la integración
de información clínica junto con biomarcadores, tras-
tornos comórbidos y otras variables relevantes, pro-
moviendo, así, intervenciones personalizadas (Martí-
nez-Cao et al., 2022).
Fava & Kellner (1993) desarrollaron el primer mo-
delo de estadicación clínica en psiquiatría y, en par-
ticular, para la esquizofrenia.
Las etapas pueden superponerse. Por ejemplo, las
etapas 1 y 3 pueden parecerse entre sí. Un fenómeno
de retroceso también puede ocurrir; la etapa 2 puede
progresar a la 1 y, eventualmente, a la remisión (Fava
& Kellner, 1993). Esta forma de estadicación supone,
entonces, 5 estadios: 1 preclínico y 4 clínicos.
A partir de este primer modelo, se han ido propo-
niendo diferentes formas de estadicación de comple-
jidad creciente, que se basan en diferentes dimensiones
que son afectadas por la progresión de la enfermedad.
El modelo de estadicación clínica dene no solo
el grado de progresión de un trastorno en un momen-
to particular en el tiempo, sino también dónde se en-
cuentra actualmente una persona a lo largo del curso
continuo de una enfermedad. Es particularmente útil
ya que diferencia los fenómenos clínicos tempranos y
más leves, de aquellos que acompañan a la progresión
y la cronicidad de la enfermedad (Fountoulakis et al.,
2019).
La idea principal es que la estadicación clínica po-
dría permitir una mejoría en el blanco del tratamiento
y podría mejorar en forma signicativa el balance in-
dividualizado de riesgos y benecios potenciales (Wó-
jciak et al., 2016).
En modelos más recientes, como el de McGorry et
al. (2010), se proponen ya 8 estadios: 3 preclínicos y 5
clínicos (ver Tabla 6).
Estos nuevos modelos ya incluyeron marcadores
neurosiológicos, neurobiológicos y de neuroimagen.
Cosci & Fava (2013) plantearon un modelo que in-
tentaba integrar anteriores propuestas y que constaba
de 4 estadios: 1 preclínico y 3 clínicos (ver Tabla 7).
En este caso, fueron tomados como marcadores de
los estadios tanto la psicopatología como el nivel de
funcionamiento de los pacientes.
Tabla 5. Estadios de la esquizofrenia.
Estadio 1
Síntomas prodrómicos (principalmente afecti-
vos y negativos), con deterioro en el funcio-
namiento
Estadio 2 Episodio agudo (DSM III-R)
Estadio 3 Residual (DSM III-R)
Estadio 4 Subcrónico (menos de 2 años pero más de 6
meses)
Estadio 5 Crónico (más de 2 años)
Tabla 6. Descripción de los estadios de McGorry et al.
(2010).
Estadio 0
Riesgo incrementado de trastornos psicóticos
o del estado de ánimo, sin la presencia de
síntomas
Estadio 1a Síntomas leves o inespecícos con leves cam-
bios en el rendimiento cognitivo y funcional
Estadio 1b
Síntomas moderados con cambios llamativos
en el rendimiento cognitivo y funcional (EEAG
<70)
Estadio 2
Síntomas afectivos o psicóticos graves con
un marcado deterioro cognitivo o funcional
(EEAG 30 - 50)
Estadio 3a Remisión parcial del primer episodio
Estadio 3b Nuevo episodio
Estadio 3c Múltiples recaídas
Estadio 4
Enfermedad grave y resistente (síntomas que
no remiten, deterioro de la cognición y en el
funcionamiento)
1. La numeración de los apartados es correlativa de la primera parte de este Consenso, publicada en el número 169 de Vertex Revista Argen-
tina de Psiquiatría, disponible en el siguiente enlace: https://revistavertex.com.ar/ojs/index.php/vertex/article/view/900/728
106
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
En 2019, el grupo de Fountoulakis et al. desarrolló
un modelo de estadicación basado solamente en el
uso de la PANSS y en el uso de la duración de la en-
fermedad como “criterio externo” (ver Tabla 8). En él
se incluyeron pacientes estabilizados, ya tratados con
antipsicóticos.
10. Síntomas
La esquizofrenia es un trastorno mental crónico que
presenta una notable heterogeneidad tanto en su pre-
sentación clínica entre distintos individuos como en
un mismo individuo a lo largo del tiempo. Se caracte-
riza por una variedad de síntomas que se agrupan en
tres dominios principales: 1) Síntomas positivos, que
incluyen los psicóticos, tales como delirios, alucina-
ciones, trastornos del pensamiento y del comporta-
miento; 2) Síntomas negativos, que abarcan el embo-
tamiento afectivo, la alogia, la abulia, la asocialidad y
la anhedonia; 3) Síntomas cognitivos, que implican al-
teraciones en áreas como la atención, la memoria, las
funciones ejecutivas y la cognición social, entre otras;
y 4) Síntomas afectivos como la desesperanza, hostili-
dad, ansiedad, suicidabilidad y episodios de agitación
(Faden & Citrome, 2023). Este trastorno discapacitan-
te se asocia frecuentemente con aislamiento, deterioro
funcional y una disminución en la esperanza de vida
(Cuevas et al., 2020; Keepers et al., 2020).
El concepto actual de la esquizofrenia es el resul-
tado de los aportes de tres psiquiatras clásicos cuyas
contribuciones han sido fundamentales para su com-
prensión. Emil Kraepelin, al describir la demencia
precoz hizo referencia a un trastorno crónico, marca-
do por un deterioro cognitivo y funcional progresivo
(Kendler, 2021; Kraepelin, 2008). Por su parte, Kurt
Schneider destacó los síntomas psicóticos, o síntomas
positivos de la esquizofrenia, identicando los llama-
dos síntomas de primer orden (Kendler & Mishara,
2019; Schneider & Miralles, 1975). De igual manera,
Eugen Bleuler introdujo el término esquizofrenia, ca-
racterizándolo por la fragmentación de las funciones
mentales, como el pensamiento, las emociones y la
percepción, y fue quien, además, describió los que
actualmente se reconocen como síntomas negativos y
cognitivos (Bleuler, 1911).
Históricamente, los síntomas psicóticos de primer
orden descriptos por Kurt Schneider fueron conside-
rados patognomónicos de la esquizofrenia. Estos sín-
tomas incluyen experiencias psicóticas, como alucina-
ciones auditivas que se reeren al paciente en tercera
persona, o que comentan u ordenan actos, o la sonori-
zación del pensamiento, las cenestopatías, los fenóme-
nos de inuencia externa, y la sensación de difusión,
inserción o robo del pensamiento (Soares-Weiser et al.,
2015). Sin embargo, numerosos estudios han cuestio-
nado su validez diagnóstica, dado que pueden presen-
tarse también en las formas psicóticas de los trastornos
afectivos y en los trastornos disociativos (Klu, 1987;
Peralta & Cuesta, 2023; Ross et al., 1990; Valle, 2020).
En las clasicaciones actuales, como el Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(DSM-5) y la Clasicación Internacional de las Enfer-
medades (CIE-11), el diagnóstico de esquizofrenia se
basa en criterios más amplios, que incluyen una gama
de síntomas positivos, negativos y cognitivos, ree-
jando los tres dominios de la esquizofrenia y restando
relevancia a los síntomas de primer orden, en com-
paración con versiones anteriores de estos manuales
(First, 2013; Tandon et al., 2013; WHO, 2018).
Además, el diagnóstico de esquizofrenia se funda-
menta en la duración de los síntomas, en la afectación
signicativa de la función social, ocupacional y de au-
tocuidado, y en la exclusión de otras posibles causas,
Tabla 7. Modelo de estadicación de Cosci & Fava (2013)
Estadio 1 Fase prodrómica con deterioro en el funciona-
miento
Estadio 2 Manifestaciones agudas
Estadio 3 Fase residual
Estadio 4 Fase crónica (en forma atenuada o persistente)
Tabla 8. Modelo de estadicación de Fountoulakis y cols.
Estadio 1
Primeros 3 años de evolución:
Síntomas positivos dominantes
Síntomas negativos, ansiosos y depresivos
estables
Incremento de excitación y hostilidad
Estadio 2
3-12 años de evolución:
Excitación y hostilidad dominantes
Síntomas positivos estables
Incremento de los síntomas negativos, ansio-
sos, depresivos y de décit neurocognitivo
Estadio 3
12-25 años de evolución:
Incremento de los síntomas negativos y del
décit neurocognitivo
Depresión y ansiedad dominantes
Estadio 4 25-≥ 40 años de evolución:
Incremento en los décits neurocognitivos
107
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
como los trastornos médicos, el uso de sustancias y
otros diagnósticos psiquiátricos. En resumen, aunque
los criterios diagnósticos de la esquizofrenia han ex-
perimentado algunas modicaciones en las últimas
décadas, su conceptualización esencial no ha cambia-
do (Tandon et al., 2024; Tandon et al., 2009).
Aunque frecuentemente se habla de la esquizo-
frenia como una entidad única, probablemente com-
prenda en realidad a un grupo heterogéneo de trastor-
nos, ya que los pacientes presentan diferentes formas
clínicas, respuestas al tratamiento y evoluciones de la
enfermedad. No existe ningún síntoma o signo patog-
nomónico de la esquizofrenia ya que los signos y sín-
tomas observados en este trastorno también pueden
encontrarse en otros trastornos psiquiátricos y neu-
rológicos (Faden & Citrome, 2023). Si bien contamos
con entrevistas estructuradas y escalas referidas a este
diagnóstico, la mayoría de ellas son empleadas princi-
palmente en el campo de la investigación para evaluar
los resultados de las intervenciones y sus efectos ad-
versos, y no para conrmar la presencia del diagnósti-
co (Boland & Verduin, 2022).
10.1. Síntomas negativos
Al promediar el siglo XX dos fenómenos, aparente-
mente inconexos, convergen para generar un conjuro
que modicó y afectó la visión clínica del diagnóstico
y el tratamiento de las psicosis de una manera que aún
inuye en nuestra práctica. La publicación de la Psico-
patología Clínica de Kurt Schneider (Schneider, 1975)
con su denición de los síntomas de 1° orden y sus
sucesivas traducciones al inglés (Kendler, 2019; Sch-
neider, 1975) y al español generó un sesgo diagnóstico
en favor de la productividad psicótica, que motivó que
generaciones de psiquiatras se mantuvieran “hipno-
tizados” por los brotes esquizofrénicos agudos, olvi-
dando la enorme relevancia que Kraepelin y Bleuler
habían dado a los síntomas decitarios que hoy deno-
minamos síntomas negativos.
Por otro lado, la aparición de los primeros neu-
rolépticos (Tandon, 2011), con su capacidad de con-
trolar alucinaciones, delirios y agitación, así como la
prevención de recaídas, reforzó el foco en la produc-
tividad psicótica. Así, la respuesta terapéutica quedó
circunscripta a la reducción de las alucinaciones, las
ideas delirantes y la conducta desorganizada. Los sín-
tomas negativos fueron considerados una consecuen-
cia inevitable del deterioro propio del cuadro y, ante
la absoluta falta de fármacos con ecacia terapéutica
en esta dimensión, pasaron a formar parte de lo que
hemos denominado “nihilismo terapéutico. Este es-
cenario se vio consolidado con la aparición de antipsi-
cóticos atípicos de segunda y tercera generación, que
se comenta en forma extensa en estas guías.
De los cinco ítems del criterio A de la quinta edición
del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos
mentales para el diagnóstico de la esquizofrenia, los sín-
tomas negativos se consolidan en uno solo (APA, 2014).
Ni siquiera se mencionan los síntomas cognitivos.
Los psiquiatras anglosajones perseveran en la con-
fusión entre la dimensión de los síntomas psicóticos
productivos como alucinaciones, delirios y síntomas
de primer orden, con la categoría diagnóstica de la
esquizofrenia. Estudios recientes destacan la baja es-
pecicidad diagnóstica de los síntomas de 1° orden,
generada por el propio Schneider y su caracterización
clínica de la esquizofrenia (Peralta y Cuesta, 2023).
Esta confusión es uno de los pilares de la supuesta
continuidad clínica entre la esquizofrenia y el trastor-
no bipolar (Grunze y Cetkovich-Bakmas, 2021; Dines
et al., 2024). Todo el constructo diagnóstico de la es-
quizofrenia tal y como lo delinean el DSM5 y la CIE11
muestra algunas ventajas, pero muchas debilidades.
El sesgo hacia los síntomas positivos, en detrimento
de los síntomas negativos y cognitivos, ha generado
que algunos investigadores estén preocupados por la
tendencia creciente a “abandonar la idea de que la es-
quizofrenia se caracteriza por un núcleo prototípico
Los síntomas negativos y cognitivos constituyen el núcleo clínico de la esquizofrenia y representan las manifes-
taciones más características y persistentes del trastorno.
Por este motivo, el grupo de expertos autores de este Consenso decidió iniciar este apartado centrándose en
su descripción y relevancia, dado que reejan de manera más el los procesos subyacentes a la enfermedad y
condicionan gran parte del deterioro funcional asociado.
En contraste, los síntomas positivos y afectivos muestran menor especicidad diagnóstica y pueden presentarse
en diversos trastornos psicóticos, lo que limita su valor para denir la esencia clínica de la esquizofrenia. Desta-
car este marco conceptual resulta fundamental para orientar la evaluación, la comunicación clínica y la toma
de decisiones terapéuticas.
108
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
cuyas propiedades no son meros síntomas psicóticos
superciales que uctúan en forma temporal” (Galde-
risi y Giordano, 2022), en ese contexto el marco con-
ceptual de las “psicosis primarias” aparece como un
fuerte candidato para una nueva era de estudio de los
fenómenos psicóticos (Maj et al., 2021).
Kahn destaca que el pronóstico y la expectativa de
vida de las personas con esquizofrenia no se ha mo-
dicado, y atribuye este factor a la excesiva atención a
los síntomas positivos, en detrimento de los síntomas
cognitivos, donde él pone la atención (Kahn, 2020).
Focaliza el problema en la falta de ecacia terapéutica
ante los síntomas cognitivos y destaca que tanto Krae-
pelin como Bleuler les otorgaban un rol central en la
clínica del trastorno, así como en el funcionamiento
premórbido decitario. Sin embargo, este autor deja
de lado los síntomas negativos, o los subsume a los
décits cognitivos. Veremos más adelante que el límite
no es tan neto.
Para Kraepelin, los síntomas decitarios son cen-
trales en la clínica de la demencia precoz, desde el
momento en el cual pone en el centro de la atención
el desmoronamiento de la personalidad. Kendler des-
taca que, en su monografía de 1921, Kraepelin ree-
re que: “El mayor número de pacientes no curados
que se acumulan en los manicomios son enfermos de
demencia precoz, cuyo cuadro clínico se caracteriza
sobre todo por una desintegración más o menos avan-
zada de la personalidad mental con predominio de
trastornos emocionales y volitivos” (Kendler, 2021).
Bleuler, por su parte, dentro de sus síntomas funda-
mentales destaca el aplanamiento afectivo, la abulia,
los décits cognitivos e incorpora a la dementia sim-
plex de Otto Diem.
La escuela de Wernicke Kleist y Leonhard ha pro-
fundizado la psicopatología diferencial de las formas
clínicas de las psicosis. En su monografía sobre las
hebefrenias, Kleist (Kleist, 2024) se reere en forma
permanente a los décits cognitivos y funcionales
premórbidos y destaca que síntomas tales como el
aplanamiento, la deserticación, el opacamiento y el
embotamiento afectivo, así como la falta de iniciati-
va y de impulso (Antriebmangel) constituyen aspectos
centrales de la enfermedad. Leonhard destaca, sobre
todo en las hebefrenias, la falta absoluta de planes y
proyectos (Leonhard, 1999).
Es decir, el cuerpo de conocimiento clínico de las
psicosis esquizofrénicas desde su inicio destaca que
se trata de una enfermedad cuya característica funda-
mental es el deterioro en el nivel de funcionamiento
y la autonomía, determinado por los síntomas deci-
tarios y cognitivos, y despega un poco la esencia de la
enfermedad de la productividad psicótica y los sínto-
mas de primer orden.
Crow y Andreassen de la década de 1980 recupe-
ran el concepto jacksoniano de síntomas negativos y
los vuelven a poner en el centro de la escena, propo-
niendo la existencia de dos “tipos” de esquizofrenia,
según la preponderancia de síntomas negativos o po-
sitivos (Crow, 1985; Andreasen y Olsen, 1982).
En años recientes se ha producido un fuerte movi-
miento en pro del reconocimiento del papel central de
los síntomas negativos en la carga de la esquizofrenia,
junto con los síntomas cognitivos. Actualmente re-
conocemos cinco síntomas negativos: embotamiento
afectivo, alogia, abulia, asocialidad y anhedonia. Ve-
remos la descripción en la Tabla 9 (Correl y Schoo-
ler, 2020). En sentido amplio, lo síntomas negativos se
denen como una reducción de funciones normales;
análisis factoriales los han agrupado en un dominio
experiencial (abulia, anhedonia y asocialidad) y un
dominio expresivo (alogia y aplanamiento afectivo)
(Strauss et al., 2018).
Los síntomas negativos constituyen una dimensión
heterogénea que incluye síntomas con causas, evolu-
ción y, potencialmente, abordaje terapéutico diferen-
tes (Galderisi et al., 2021). Se ha intentado ordenarlos
de diversas maneras. Por ejemplo, como una forma de
dar cuenta de los cuadros de esquizofrenia con sínto-
mas negativos persistentes, Carpenter propuso en 1988
el concepto de síndrome decitario (Carpenter, 1988;
Kirpatrick et al., 2001); se caracteriza por la persisten-
cia duradera de síntomas negativos durante un lapso de
por lo menos 12 meses, incluyendo períodos de esta-
bilidad. Estaría generado por procesos mórbidos sepa-
rados de aquellos factores genéticos y neurobiológicos
que contribuyen a la esquizofrenia no decitaria.
La sociedad europea de psiquiatría (EPA) elaboró
las guías para la evaluación de los síntomas negati-
vos de la esquizofrenia (Galderisi et al., 2021). Por un
lado, destacan el retraso en el abordaje del problema
desde la publicación del consenso NIMHS-MATRICS
(Kirpatrick et al., 2006) y luego realizan una serie de
recomendaciones. En primer lugar, proponen que se
adopte, de aquí en más, el concepto de síntomas nega-
tivos persistentes para la evaluación en el contexto de
la investigación clínica, cuyos criterios veremos más
adelante en la Tabla 10.
Por otro lado, debido a las inconsistencias que se
han observado en las escalas de primera generación
como la PANSS y la BNSS, sugieren la utilización de
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
escalas de segunda generación, cuya consistencia in-
terna y adecuada delimitación de los síntomas negati-
vos es producto de años de investigación, por ejemplo,
la Escala breve de síntomas negativos (BNSS, Kirpa-
trick et al., 2011) o la Entrevista clínica de evaluación
de los síntomas negativos (CAINS, Kring et al., 2013)
o, en su defecto, el factor de corrección de Marder
(Marder et al., 1997). Dado que la subescala de sínto-
mas negativos de la PANSS no pareciera capturar bien
a los mismos, desarrollaron un factor de síntomas
negativos que comprende siete ítems: aplanamiento
efectivo, retracción emocional, pobre Rapport, aisla-
miento pasivo/apático, retardo motor, evitación social
activa y falta de espontaneidad en la conversación.
Este factor capturaría los síntomas negativos en forma
más precisa y fue aceptado por la FDA como un pará-
metro evolutivo primario para los estudios de fase tres
de síntomas negativos.
El consenso de la EPA destaca la importancia de
diferenciar los síntomas negativos primarios de los se-
cundarios, ya que los mecanismos de estos son plausi-
bles de ser abordados con ajustes en el esquema tera-
péutico (Galderisi et al., 2021; Correll y Schooler, 2020).
1. Depresión: presencia de la experiencia interna de
tristeza o ideación depresiva.
2. Síntomas positivos: la retracción social y la falta de
iniciativa pueden ser secundarias a los síntomas po-
sitivos, tales como la suspicacia paranoide, y suelen
mejorar con el control de los síntomas positivos.
3. Efectos adversos extrapiramidales: puede ser difícil
diferenciar entre el décit de expresión de los sín-
tomas negativos, incluyendo aplanamiento afecti-
vo y alogia y el parkinsonismo farmacológico.
4. Deprivación social por la falta de estímulos y el es-
tigma internalizado.
Los síntomas negativos, junto con los cognitivos,
son los grandes predictores del funcionamiento en
la esquizofrenia y en ellos desempeña un papel fun-
damental la falta de motivación. El metaanálisis de
Luther (Luther et al., 2019) muestra que la falta de
motivación es un factor que se asocia en forma sig-
nicativa con los síntomas negativos. En el análisis de
una muestra de pacientes del estudio CATIE, Ferva-
ha y colaboradores (Fervaha et al., 2015) encontraron
que la motivación fue un mayor predictor del funcio-
namiento global que los propios síntomas cognitivos.
Esto se expresa a través de la pérdida de la autonomía
generada por la motivación interna, la menor respues-
ta a la motivación externa y la falta de agencia. El gru-
po italiano de estudio de la esquizofrenia evaluó una
cohorte de 618 pacientes clínicamente estables duran-
te 4 años; identicaron la cognición social y no social,
la abulia y los síntomas positivos como los principales
factores basales asociados con el funcionamiento en la
vida real durante el seguimiento. Las habilidades para
la vida cotidiana en la evaluación inicial se asociaron
con cambios en las habilidades laborales durante el se-
guimiento. Los síntomas negativos fueron asociados
con mayor décit funcional, mayor tasa de desempleo,
mayor severidad sintomática y dosis más altas de antip-
sicóticos (Mucci et al., 2021). Estos resultados nos en-
focan en la discusión acerca del estrecho vínculo entre
los décits en la cognición social y los síntomas nega-
tivos; se ha postulado que la asociación en la varianza
de ambas dimensiones, determinada por factores neu-
robiológicos superpuestos, se debe a que los décits en
la cognición social serían un factor causal básico en los
síntomas negativos (Pelletier-Baldelli y Holt, 2020).
En este contexto, el décit motivacional desempe-
ñaría un papel central (Madeira et al., 2016). Cabría
preguntarse si los décits en la cognición social am-
pliamente demostrados en esquizofrenia representan
un décit cognitivo, un síntoma negativo, o es la mis-
ma dimensión valorada desde dos aspectos diferentes.
La cognición social solemos referirla como habilidad
social en un sentido receptivo, pero también tiene una
dimensión de motivación. Estudios que pongan en
competencia estos dos aspectos serían de utilidad para
obtener la respuesta (Green, 2020).
En un estudio multicéntrico, el grupo de trabajo del
Colegio Europeo de Neuropsicofarmacología aborda
el tema (Giordano et al., 2024); 150 pacientes de ocho
instituciones fueron sometidos a evaluaciones de sín-
tomas negativos, velocidad de procesamiento, pruebas
de cognición social como el reconocimiento facial y el
funcionamiento social. Los resultados muestran que
los síntomas positivos y el dominio expresivo de los
síntomas negativos, fueron predictores del funciona-
miento. Incluso ambos dominios de síntomas negati-
vos, expresivo y motivacional, fueron los mediadores
entre la velocidad de procesamiento y el décit fun-
cional global. Destacan las implicancias terapéuticas
de los hallazgos, ya que los síntomas negativos moti-
vacionales podrían limitar la transferencia al funcio-
namiento interpersonal de la remediación cognitiva.
En un análisis similar, Yang y colaboradores (Yang et
al., 2021) en un estudio sobre 58 pacientes, encontra-
ron que los síntomas negativos aportan una carga sig-
nicativa a los décits cognitivos, a la hora de predecir
el funcionamiento en la vida real.
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
Zhang y colaboradores (Zhang et al., 2024) reali-
zaron un muy interesante estudio sobre 788 pacien-
tes de primer episodio de esquizofrenia vírgenes de
tratamiento. Luego de estraticar la muestra según
la predominancia de síntomas positivos, negativos o
psicopatología general, evaluaron el funcionamiento
neurocognitivo. Mientras los pacientes con síntomas
positivos y psicopatología general no mostraron dife-
rencias cognitivas signicativas, los décits cognitivos
se asocian en forma positiva con la severidad de los
síntomas negativos. La mayoría de los parámetros
cognitivos estudiados se asocian en forma positiva
con la severidad de los síntomas negativos. Este tra-
bajo pone evidencia, en primer lugar, el estrecho vín-
culo entre los síntomas negativos y los síntomas cog-
nitivos; pero también reactualiza la discusión sobre
la psicopatología diferencial. Pacientes con predomi-
nancia de síntomas negativos ponen sobre el tapete la
duda con respecto a lo oportuno de haber eliminado
las formas clínicas de la quinta edición del Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales
(APA, 2014), particularmente la esquizofrenia sim-
ple. Lefort-Besnard (Lefort-Besnard et al., 2018) en
un artículo muy interesante abordaron el tema con un
modelo de aprendizaje automatizado. Tomaron varias
bases de datos de 218 pacientes evaluados con la esca-
la PANSS, y encontraron que el algoritmo realiza un
agrupamiento que identica un grupo de pacientes
con predominancia de síntomas negativos, así como
un grupo de pacientes con síntomas moderados y más
severos; y concluyeron que estos datos avalan la exis-
tencia de subtipos de esquizofrenia.
El concepto canónico de voluntad se resignica en
el marco conceptual actual de la conducta motivada;
el estudio intenso de este constructo de las últimas
décadas ha permitido grandes avances para compren-
der la anhedonia y la apatía de la esquizofrenia y la
depresión, así como las adicciones, la formación de
hábitos y el gran campo de los denominados Trastor-
nos Compulsivos (Robbins, Banca y Belin, 2024). La
motivación, el Antrieb de Kleist, la dinamización del
comportamiento dirigido a un objetivo es fundamen-
tal para organizar nuestra relación con el mundo. La
evolución de la especie humana la ha disociado de ser
el mecanismo que permite la satisfacción de necesida-
des básicas, cristalizando en las grandes realizaciones
de la especie. Su estudio requiere diversos niveles de
análisis de los péptidos, hormonas, neurotransmiso-
res y circuitos neurales que la regulan. La toma de de-
cisiones para la obtención de un objetivo implica un
complejo proceso de análisis de costos y benecios,
que incluye nuestro estado siológico, la historia y ex-
periencia previa, así como la valoración del entorno
inmediato (Simpson y Balsam, 2016).
Los décits motivacionales y hedónicos en su ex-
presión transnosográca resultan críticos para com-
prender aspectos mayores del deterioro funcional que
acompaña a la psicopatología (Barch y col, 2016; Bège
y col, 2020). En el Marco del Proyecto de los RDoC se
ha propuesto evaluarlos dentro del modelo de “valen-
cia positiva, el cual alinea una serie de constructos,
claves para entender la naturaleza de los mecanismos
motivacionales y hedónicos, y su afectación en la psi-
copatología. Un aspecto central en este modelo es com-
prender cómo estos dominios son afectados en forma
diferente en la esquizofrenia y la depresión; el décit es
permanente en la primera y transitorio en la segunda.
El modelo de Barch y colaboradores articula las diver-
sas instancias del “gustar” hedónico (liking) y la predic-
ción anticipada que implica “querer” (wanting).
El modelo tiene diversos nodos: primero, el com-
ponente hedónico “gustar” que reeja la habilidad de
disfrutar un estímulo o evento. Si bien en forma tra-
dicional, los investigadores han focalizado en la trans-
misión dopaminérgica como el sustrato primario del
liking, estudios recientes indican que estaría mediado
por la activación de sistemas opioides y GABAérgicos,
en la corteza del núcleo accumbens y sus proyecciones
al pálido ventral, así como en la corteza orbitofrontal.
El segundo componente es la predicción de la re-
compensa, querer o desear, wanting; estaría al menos
parcialmente mediada por el sistema dopaminérgico
mesencefálico, particularmente proyecciones al es-
triado ventral y dorsal.
El tercer componente es la recompensa o aprendi-
zaje del reforzamiento, tanto implícito como explícito.
El sistema implícito, mediado por los circuitos dopami-
nérgicos y los ganglios basales; y el explícito, por circui-
tos que involucran la corteza cingular anterior, la corte-
za orbitofrontal y la corteza prefrontal dorsolateral.
El cuarto elemento es el análisis de costo/benecio,
que implica representar, mantener y actualizar el valor
de la información necesaria para la toma de decisio-
nes motivadas, que pareciera estar mediado, al menos
en parte, por la corteza orbitofrontal.
El quinto componente, que forma parte del análisis
costo/benecio, es la capacidad de computar el esfuer-
zo en relación con el valor de la recompensa.
Finalmente, el sexto componente es la habilidad
de generar y ejecutar un plan de acción dirigido a ob-
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
jetivos, necesario para obtener el resultado valorado.
Aquí desempeñaría un papel central la corteza pre-
frontal dorsolateral.
Marder y Umbricht (2023) revisaron recientemente
este problema y postularon que, en los síntomas negati-
vos, el décit se centra en el aprendizaje reforzado. Exis-
tiría un aprendizaje por recompensa positiva deciente,
mientras que el aprendizaje de evitación de la pérdida
está intacto. Las personas con síntomas negativos, en
vez de predicción de recompensas positivas, aprenden
a evitar castigos mediante errores de predicción; apren-
diendo efectivamente a través de recompensas negati-
vas y no positivas. En lenguaje cotidiano, esto signica
que las personas con síntomas negativos aprenden q
no hacer para evitar un mal resultado, pero no apren-
den qué hacer para conseguir un buen resultado. Esta
falla en el aprendizaje de resultados positivos conduce
a un décit en el establecimiento de representaciones
internas de metas positivas, lo que luego da como resul-
tado un décit en el empuje motivacional en situacio-
nes dadas. Esta conceptualización postula que la falta
de aprendizaje de recompensas positivas conduce a una
representación deciente de las metas conductuales, lo
que tiene como consecuencia una disminución de la
motivación y del compromiso con el mundo. Las ac-
tualizaciones recientes de este modelo también hacen
hincapié en el cálculo deciente de las relaciones costo/
benecio en el contexto de las recompensas disponibles
y el esfuerzo empleado para obtenerlas.
En este contexto surge la imagen de Karl Kleist,
quien observó claramente el papel del lóbulo frontal
en la conducta motivada; él ubicaba en el lóbulo fron-
tal la apraxia del impulso y el pensamiento alógico; en
el área 46 los Tätige Gedanken, que podríamos tradu-
cir como ´pensamiento activo´ y guarda muchos pun-
tos de contacto con lo que hoy denominamos función
ejecutiva (Kleist, 2024: Kleist, 1934).
La relación entre los síntomas cognitivos, los sínto-
mas negativos y la conducta motivada como predictores
del funcionamiento en esquizofrenia, parecieran for-
mar parte de una compleja trama con fronteras difusas.
10.1.1. Abordaje terapéutico de los síntomas
negativos primarios
La evidencia acumulada indica una gran escasez, sino
ausencia, de tratamientos ecaces para los síntomas
negativos. En primer lugar, y como surge del estudio
de los síntomas negativos secundarios, es una buena
medida intentar no agravarlos con tratamientos antip-
sicóticos muy agresivos; sobre todo si tenemos en cuen-
ta que la mayor parte del deterioro funcional se debe a
estos y no a los síntomas positivos. Por eso, la primera
recomendación del consenso europeo es, en pacientes
con síntomas negativos bajo tratamiento con un antip-
sicótico de primera generación, pasar a un antipsicóti-
co de segunda generación (Galderisi et al., 2021).
Con respecto a los fármacos ya aprobados, surgen
las siguientes inquietudes (Arango et al., 2013): i) La
supuesta ecacia de la clozapina en síntomas negativos
se debería más a su perl benecioso sobre los efectos
extrapiramidales o a la mejoría de síntomas positivos
inadecuadamente controlados, pero la evidencia no
indica que sea efectiva en los síntomas negativos; ii)
Amisulprida, un fármaco no disponible en nuestro
medio, podría tener un perl benecioso sobre los
síntomas negativos secundarios, pero tampoco ha de-
mostrado ecacia en síntomas negativos primarios. El
metaanálisis de Krause (Krause et al., 2018) reconoce
que, en la supuesta ecacia de la amisulprida en sín-
tomas negativos, no se puede deslindar su efecto an-
tidepresivo; iii) Asenapina mostró algunos resultados
incipientes que no fueron posteriormente vericados
(Potkin y et al., 2013); iv) el agregado de antidepresivos
no ha conrmado su ecacia; un metaanálisis (Singh
et al., 2010) conrmó cierta ecacia para uoxetina,
trazodona y ritanaserina, pero no brindó evidencia que
permita descartar que la mejoría es por efecto sobre la
depresión o los síntomas negativos secundarios; v) ago-
nistas dopaminérgicos. La modulación dopaminérgica
diferencial de la nueva generación de antipsicóticos
(aripiprazol, brexpiprazol, cariprazina y lumateperona)
pareciera brindar un perl favorable, aunque aún falta
la evidencia conrmatoria con respecto a ecacia pri-
maria (Brasso et al., 2023).
El metaanálisis de Fusar-Poli y colaboradores (Fu-
sar-Poli et al., 2015) evaluó 168 estudios aleatorizados
de las diferentes intervenciones, tanto farmacológicas
como psicosociales (psicoterapia y remediación cog-
nitiva), incluyendo estimulación cerebral. La dura
conclusión fue que, si bien todas las intervenciones
muestran cierta ecacia para mejorar síntomas ne-
gativos, esta nunca pasa el umbral de la signicación
clínica. De hecho, abonaron la idea de que parte de la
respuesta pueda deberse a la mejoría de los síntomas
negativos secundarios. Tampoco quedó demostrada la
supremacía de los antipsicóticos de segunda genera-
ción sobre los de primera.
Hay una nueva generación de fármacos, con me-
canismos de acción novedosos que aparecen como
prometedores para mejorar los síntomas negativos
primarios (Marder y Umbricht, 2023):
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
Agonistas de receptores NMDA: múltiples estudios
han mostrado que décits en la neurotransmisión glu-
tamatérgica desempeñan un papel en la esquizofrenia
(Kruse et al., 2022), de allí que se explore esa vía para
la terapéutica, aunque la mayoría de los estudios ponen
la atención en los décits cognitivos. Algunos focalizan
en el coagonista glicina, así es que la iclepertina, un
antagonista de este receptor, se encuentra en proceso
de estudio para síntomas negativos de la esquizofrenia
(Rosenbrock, 2023). También la memantina, un modu-
lador NMDA, fue estudiada pero no se han obtenido
resultados concluyentes (Marder y Umbricht, 2023).
Modulación de receptores colinérgicos: a partir de
que se postula un desbalance entre la neurotransmi-
sión colinérgica y dopaminérgica en la esquizofrenia,
aparece la idea de que la modulación de este sistema
puede producir benecios terapéuticos. Xanomelina
trospium, un agonista de los receptores muscarínicos
M1 y M4, a partir de los estudios que ya han demos-
trado buena ecacia y tolerancia en la exacerbación
aguda de la esquizofrenia (Kaul et al., 2023), ha sido
recientemente aprobado. Si bien, la ecacia en sínto-
mas negativos se ve como una tendencia, no alcanza
niveles de signicación estadística. Un análisis post
hoc de estudios de xanomelina trospium (Weiden et
al., 2022), utilizando el factor de corrección de Marder
que discrimina un poco mejor los síntomas negativos
primarios de los secundarios, mostró datos alenta-
dores que deberán ser vericados. La emraclidina es,
también, un modulador alostérico del receptor M4 en
proceso de evaluación.
Moduladores del TAAR1 (Receptor 1 asociado a
aminas en trazas): ulotaront y ramitaront. El receptor
TAAR 1 está asociado con la regulación de la neuro-
transmisión dopaminérgica y se postula que su mo-
dulación tendría potenciales benecios terapéuticos.
Diversos estudios de fase 3 están evaluando la ecacia
y seguridad de esta nueva familia de fármacos (Acth-
yes, 2023; Sias et al., 2024).
Antagonistas del receptor 5HT2A: la pimavanserina
es un antagonista de los receptores 5HT-2A aproba-
do para el tratamiento de las psicosis asociadas a la
enfermedad de Parkinson. Por su particular farmaco-
dinamia, que produciría un efecto modulador de la
neurotransmisión dopaminérgica, es observada para
el tratamiento de los síntomas negativos. Los prime-
ros estudios muestran resultados marginales (Bugars-
ki-Kirola et al., 2022). La ritanserina es otro fármaco
de la familia con potencial efecto en síntomas negati-
vos (Jones et al., 2020).
Lumateperona: es un nuevo antipsicótico con modula-
ción dopaminérgica pre y postsináptica y anidad por
el receptor 5-HT2A, pero su ecacia en síntomas nega-
tivos no ha sido demostrada aún (Ahmad et al., 2024).
Para el abordaje de los síntomas negativos secun-
darios, Giordano y colaboradores (Giordano et al.,
2022) propusieron: 1) En el caso de la depresión, rotar
a un antipsicótico con efecto antidepresivo, evaluar el
agregado de un fármaco antidepresivo e incorporar
psicoterapia cognitiva. 2) Para los síntomas negativos
relacionados con los síntomas positivos, optimizar la
dosis del antipsicótico, reemplazarlo por otro o, en
caso de estar en presencia de un cuadro refractario,
iniciar clozapina. 3) En el caso de síntomas negativos
secundarios asociados a efectos extrapiramidales, op-
timizar el rango de dosis para minimizarlos o rotar a
un antipsicótico de segunda generación con menor
índice de EPS.
10.1.2. Intervenciones psicosociales en síntomas
negativos
Las intervenciones psicosociales cumplen un rol críti-
co en la rehabilitación de personas con esquizofrenia
y síntomas negativos persistentes. En la medida que
aumentó el interés por el impacto de los décits cog-
nitivos en la evolución funcional de la esquizofrenia,
se han desarrollado tratamientos conductuales para
mejorar el funcionamiento cognitivo. Los primeros
estudios se plantearon evaluar hasta qué punto es ma-
leable la capacidad de aprendizaje en la esquizofrenia.
Esto permitió el ulterior desarrollo de intervenciones
conductuales que apuntan a los diversos décits cog-
nitivos que afectan el funcionamiento.
Estas intervenciones fueron denominadas reme-
diación cognitiva (RC) y están diseñadas para ayudar
a las personas a desarrollar las habilidades cognitivas
subyacentes que mejorarán su capacidad de funcionar
en las tareas cotidianas, incluyendo la escuela, el tra-
bajo, las interacciones sociales y la vida independiente
(Medalia y Choi, 2009). En este contexto, se destaca
que los síntomas negativos, sobre todo la motivación,
desempeñan un papel fundamental para garantizar
el éxito de los programas de remediación cognitiva
(Choi y Medalia, 2010).
A diferencia de los programas de psicoterapia
cognitiva que focalizan en los contenidos del pensa-
miento, tales como los sesgos atribucionales e ideas
paranoides, la RC focaliza en los décits cognitivos:
atención, memoria, función ejecutiva y velocidad de
procesamiento. Un metaanálisis reciente compara el
entrenamiento en habilidades sociales con el entrena-
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
miento cognitivo e interacción social y demuestra la e-
cacia de ambas intervenciones, con algunas diferen-
cias (Wang et al., 2024). Es altamente recomendable
la inclusión del abordaje mediante estrategias psico-
sociales de los síntomas negativos en el tratamiento
integral de la esquizofrenia (ver Tabla 9 y 10).
10.2. Síntomas cognitivos
Las alteraciones cognitivas en la esquizofrenia son
todos los décits en la adquisición, el procesamien-
to y la utilización de la información que padecen las
personas con esquizofrenia (Leiderman, 2000). Dado
la esencialidad de los décits cognitivos en este tras-
torno, muchos autores consideran a la esquizofrenia
como un trastorno cognitivo más que como un tras-
torno psicótico (Harvey et al., 2022). Un estudio evi-
denció que el 98 % de los pacientes padecen de estos
décits, son entoces, los síntomas más frecuentes de
la esquizofrenia (Keefe et al., 2005); estas alteraciones
están aproximadamente 2 desvíos estándar por debajo
de los controles (Keefe et al., 2011).
Algunos autores consideran que en la esquizofre-
nia existe un décit generalizado en la neurocognición
(Blanchard & Neale, 1994; McCutcheon et al., 2023),
mientras que otros han observado ciertos dominios
más alterados que otros, constituyendo un determi-
nado patrón diferencial (Kern et al., 2011; Ojeda et al.,
2012; Saykin et al., 1991). En 2004, el Instituto Nacio-
nal de Salud Mental de los Estados Unidos comenzó la
iniciativa MATRICS (Medición e investigación de tra-
tamientos para mejorar la cognición en esquizofrenia)
que incluyó una serie de reuniones de consenso de ex-
pertos en academia, industria y gobierno en múltiples
campos enfocando métodos que debían ser usados en
ensayos clínicos para evaluar tratamientos con el obje-
tivo de mejorar la cognición en esquizofrenia (Green
y Nuechterlein, 2004). Este grupo incluyó 7 dominios
cognitivos que estaban alterados en la esquizofrenia:
1) la velocidad de procesamiento, 2) la atención/vi-
gilancia, 3) la memoria de trabajo (la habilidad para
almacenar y manipular la información durante un pe-
ríodo corto de tiempo), 4) el aprendizaje y la memoria
verbal, 5) el aprendizaje y la memoria visual, 6) el ra-
Tabla 9. Síntomas negativos, ordenamiento factorial y deniciones (Correll y Schooler, 2020; Galderisi et al., 2021).
Dominio Síntoma negativo Denición Manifestaciones
Experiencial
Abulia
Reducción de la iniciación y persistencia de
actividades dirigidas a objetivos debido a la
falta de motivación.
Retracción emocional, apatía, falta de higiene
y cuidados, menor compromiso laboral o
escolar.
Anhedonia
Reducción en la experiencia de placer du-
rante la actividad (anhedonia consumatoria)
y en la anticipación de actividades futuras
(anhedonia anticipatoria).
Dicultad para anticipar el placer futuro.
Pocas actividades, falta de interés en la
actividad sexual.
Asocialidad
Reducción en las interacciones sociales
debida a un interés reducido para mantener
relaciones con otros.
Pocas amistades, menor intercambio con
las amistades. Falta de motivación para los
vínculos. Interacción social reducida.
Expresivo
Aplanamiento
afectivo
Reducción en la expresión de emociones
en términos de expresión vocal y facial, así
como en la gestualidad corporal.
Expresión facial y verbal disminuida. Pobre
contacto visual. Gestualidad reducida.
Alogia Reducción en la cantidad de palabras habladas
en el monto de elaboración espontánea.
Respuestas breves y monosilábicas. Evita la
comunicación. Pocas palabras.
Tabla 10. Síntomas negativos persistentes. Criterios diagnósticos (Galderisi et al., 2021).
Síntomas negativos persistentes
A. Presencia de al menos tres síntomas
negativos moderados* o dos negativos
moderadamente severos**
B. Niveles de umbral denidos para
síntomas positivos, depresión y síntomas
extrapiramidales en escalas validadas.
C. Persistencia de los síntomas negativos
durante por lo menos seis meses.
*Por ejemplo: un score de 4 en la Escala de Síndrome Positivo y Negativo (PANSS) o un score de 3 en la Escala Breve de Síntomas Negativos (BNSS);
**Por ejemplo, un score de 5 en la PANSS o 4 en la BNSS
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zonamiento y la resolución de problemas y 7) la cog-
nición social (Nuechterlain et al., 2004). La cognición
social es la habilidad para percibir, categorizar e inter-
pretar la conducta social de otras personas (Harvey et
al., 2022). Involucra principalmente a la percepción de
las emociones y a la teoría de la mente.
Un estudio halló que los dominios más alterados en
la esquizofrenia serían la memoria verbal, la memoria
de trabajo, las funciones ejecutivas, la velocidad de
procesamiento y la cognición social (Gebreegziabhe-
re et al., 2022). Ojeda y colaboradores (2012) hallaron
que la velocidad de procesamiento es el dominio más
alterado y que predice mejor el desempeño cognitivo
general. Otro estudio también encontró que la veloci-
dad de procesamiento y la cognición social permitían
diferenciar mejor a los pacientes con esquizofrenia de
los controles (Kern et al., 2011). En un estudio con
gemelos se observó que aún en ausencia de décits
cognitivos notorios, los pacientes se desempeñan a un
nivel más bajo de lo que se esperaría si no hubiera apa-
recido la enfermedad (Goldberg et al., 1990).
Existe una gran heterogeneidad del funcionamien-
to cognitivo entre los distintos pacientes con esqui-
zofrenia, pero no parece haber grupos denidos con
patrones distintivos de alteraciones cognitivas (Joyce
& Roicer, 2007).
Un metaanálisis que analizó 109 estudios halló que
la menor edad de inicio de la enfermedad (hasta los 19
años) está asociada con más alteraciones cognitivas en
casi todos los dominios, mientras que los de comien-
zo más tardío (mayores de 40 años) tendrían menos
alteraciones en aritmética, codicación simbólica de
dígitos y vocabulario en comparación con la atención,
la uencia y la construcción visoespacial que se en-
cuentran más alteradas (Rajji et al., 2009).
Producto de la iniciativa MATRICS se confeccionó
una batería de tests cognitivos para evaluar la evolu-
ción cognitiva de los pacientes que se llama MCCB
(Batería cognitiva de consenso de MATRICS) y hoy
en día constituye el estándar para las investigaciones
de tratamientos para la cognición en la esquizofrenia
(Nuecheterlain et al., 2008).
Las alteraciones cognitivas en los pacientes esqui-
zofrénicos son cuantitativamente pero no cualitativa-
mente diferentes que en los pacientes con trastornos
bipolares, siendo esta una de las probables causas por
las que aún no se incorporó como criterio diagnóstico
en el DSM-5. Mientras que los pacientes esquizofréni-
cos muestran una reducción premórbida del funcio-
namiento cognitivo, esto no es evidente siempre en los
pacientes bipolares (Bortolato et al., 2015; Trotta et al.,
2015).
Las alteraciones cognitivas en la esquizofrenia se
deberían a distintos factores intervinientes genéticos,
epigenéticos, mitocondriales, de neurotransmiso-
res y factores neurotrócos, factores inamatorios y
vasculares así como el estrés oxidativo (Morozova et
al., 2022). También los factores ambientales como las
complicaciones obstétricas y los traumas cerebrales
infantiles están asociados a décits en el cociente in-
telectual de los pacientes con esquizofrenia. Además,
enfermedades orgánicas comunes en la esquizofre-
nia como la obesidad, la hipercolesterolemia o el ta-
baquismo intervienen en un aumento de los décits
cognitivos (McCutcheon et al., 2023).
Algunos autores atribuyen los síntomas cognitivos
a un disbalance excitatorio e inhibitorio cortical (Die-
nel et al., 2022; Howes y Shatalina, 2022): la vulnera-
bilidad genética produciría fallas en formar sinapsis
glutamatérgicas o una gran eliminación de ellas. Esto
llevaría a una menor activación de las neuronas inhibi-
torias de neuronas piramidales lo que produciría más
ruido en los circuitos corticales causando las alteracio-
nes cognitivas. A su vez, se desinhibirían proyecciones
excitatorias que regulan las neuronas dopaminérgicas
mesoestriatales que llevarían a la desregulación dopa-
minérgica y a los consiguientes síntomas psicóticos.
En relación a la evolución de los síntomas cogniti-
vos se sabe que ya existen en la fase premórbida de la
enfermedad. Un metaanálisis halló que los sujetos que
van a desarrollar esquizofrenia años más tarde, ya a
la edad de 16 años tienen peores resultados académi-
cos generales y matemáticos que la población general
(Dickson et al., 2020). Otro estudio que comparó el
perl cognitivo de 49 gemelos encontró que los indi-
viduos que iban a tener esquizofrenia comenzaban a
tener un desempeño escolar peor que sus hermanos
un promedio de 7, 5 años antes (van Oel et al., 2002).
Durante el período prodrómico hay décits espe-
cialmente en velocidad de procesamiento, memoria
de trabajo y funciones ejecutivas (Harvey et al., 2022).
Una revisión sistemática y metaanálisis de 78 estudios
halló que las personas con alto riesgo de pasar a la psi-
cosis tienen un peor funcionamiento neurocognitivo
comparado con los controles y, principalmente, resul-
tan más afectados los dominios de velocidad de proce-
samiento, memoria de trabajo, razonamiento y resolu-
ción de problemas. Además, dentro de las personas con
alto riesgo, los que desarrollan posteriormente esqui-
zofrenia tienen más alterados su velocidad de procesa-
miento, memoria visual, aprendizaje verbal, atención/
vigilancia e inteligencia (Catalan et al., 2021).
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Algunos estudios observaron que, aunque existen
décits cognitivos en el período prodrómico, estos
empeoran durante el primer episodio psicótico en la
esquizofrenia (Simon et al., 2007; Mesholam-Gate-
ly et al., 2009). Ya Kraepelin había descripto que las
mayores alteraciones cognitivas se producían en los
primeros años de la enfermedad (Kraepelin, 1996).
Estas alteraciones cognitivas se han observado no solo
en pacientes medicados sino también en pacientes sin
medicación. Un metaanálisis de 23 estudios con 1106
pacientes observó que los pacientes no medicados tie-
nen alteradas sus funciones cognitivas, especialmen-
te la velocidad de procesamiento, la memoria verbal
y la memoria de trabajo; siendo estas alteraciones
semejantes a las de los pacientes medicados (Fatou-
ros-Bergman, 2014).
Con respecto a la evolución de los trastornos cog-
nitivos a lo largo de la enfermedad hay algunos datos
contradictorios: si bien algunos estudios mostraron
una declinación del funcionamiento cognitivo de los
pacientes a lo largo de los años (Fett et al., 2020; Zanelli
et al., 2019), otros no han visto diferencias cognitivas a
lo largo de la evolución de la enfermedad (Addington
& Addington, 2002; Bonner-Jackson, 2010; Bora &
Murray, 2014; Mesholam-Gately, 2009). Los primeros
estudios apoyarían la idea de un proceso neurodege-
nerativo, mientras que los segundos abonarían la idea
de una alteración en el neurodesarrollo.
Un estudio que comparó trayectorias cognitivas de
201 personas con esquizofrenia observó que un 50 %
de los pacientes tenía estabilidad en su funcionamiento
cognitivo, un 40 % una declinación modestamente pe-
queña y un 10 % un empeoramiento rápido (omp-
son et al., 2013). El rápido empeoramiento se asoció a
un comienzo temprano de la enfermedad, a la estadía
en instituciones y a una mayor sintomatología negati-
va (ompson et al., 2013).
Los décits cognitivos están asociados a la vio-
lencia (Ahmed et al., 2018) y a la falta de insight (Pe-
goraro et al., 2013; Raveendranathan et al., 2020). La
memoria de trabajo correlaciona positivamente con el
insight tanto en los pacientes decitarios como en los
no decitarios, mientras que en estos últimos corre-
laciona también con la uencia verbal y la atención
(Pegoraro et al., 2013).
A su vez, la cognición social correlaciona con la
sintomatología negativa (Andrzejewska et al., 2017;
Bell et al., 2013; Sergi et al., 2007). La percepción de
emociones estaría asociada a todos los síntomas nega-
tivos mientras que la teoría de la mente solo al aplana-
miento afectivo y a la anhedonia (Pelletier-Baldelli &
Holt, 2020). Los pacientes con alteraciones cognitivas
moderadas a graves casi duplican las hospitalizaciones
y las visitas a guardias imprimiendo un aumento del
costo económico del trastorno (Correll et al., 2024).
Los trastornos cognitivos predicen la evolución psi-
cosocial de los pacientes más que los síntomas positivos
(Green, 1996). Diversos estudios han hallado que los
décits cognitivos están asociados al funcionamiento
de los pacientes, mostrando las alteraciones neurocog-
nitivas más asociación con el funcionamiento ocupa-
cional y la posibilidad de vida independiente, mientras
que la cognición social estaría más relacionada con el
funcionamiento social (Kharawala et al., 2022). Un es-
tudio halló que, además de la cognición social, la me-
moria de trabajo está asociada a la conducta social en el
ambiente y a las habilidades sociales (Halverson et al.,
2019). Asimismo, se sabe que los pacientes con mayores
décits cognitivos tienen también mayores dicultades
para conseguir trabajo (Kadakia et al., 2022); el funcio-
namiento en la memoria de trabajo es la diferencia en-
tre los pacientes que tienen trabajos protegidos de los
que tienen trabajos competitivos (McGurk & Mueser,
2003). Un estudio halló que la velocidad de procesa-
miento, junto con el aprendizaje visual y la atención/
vigilancia, distinguen mejor a los pacientes empleados
de los que no lo están (Kern et al., 2011).
Finalmente, se sabe que las alteraciones cognitivas
están asociadas a una menor calidad de vida y menor
satisfacción (Kadakia et al., 2022; Matsui et al., 2008).
Los pacientes con esquizofrenia refractaria tienen
un desempeño cognitivo peor que los respondedores,
y las mayores diferencias entre ambos fueron halladas
en memoria y aprendizaje verbal así como en funcio-
nes vinculadas al lenguaje (Millgate et al., 2022).
Se sabe que las medicaciones antipsicóticas pueden
alterar aún más la sintomatología cognitiva, siendo el
haloperidol y la clozapina los antipsicóticos más dele-
téreos en este aspecto (Baldez et al., 2021). También
la carga anticolinérgica de los antipsicóticos ha sido
asociada a mayores dicultades de memoria y aten-
ción y a una disminución global del funcionamiento
cognitivo (Joshi et al., 2021).
La evidencia de la enorme inuencia que tienen los
trastornos cognitivos en la vida de los pacientes con es-
quizofrenia hace imperativo la necesidad de una eva-
luación neurocognitiva al inicio de la enfermedad y un
seguimiento de estos décits a lo largo de la evolución
(Mc Cutcheon et al., 2023; Tschentscher et al., 2023).
Aunque los pacientes se quejan de sus décits cogni-
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tivos, la conciencia de estos no se correlaciona con las
evaluaciones cognitivas objetivas (Balzan et al., 2014).
De allí la importancia de medirlos. Sería necesario idear
tests simples, breves y rápidos de realizar por los psi-
quiatras para su implementación en la atención clínica.
10.3. Síntomas positivos
En lo que respecta a los síntomas positivos, suelen ser
el principal motivo de consulta, probablemente debi-
do a su mayor visibilidad y, en muchos casos, debido
a su naturaleza alarmante. No obstante, se sabe que
estos síntomas son precedidos por los síntomas cog-
nitivos y negativos (Correll & Schooler, 2020; Faden
& Citrome, 2023).
Los síntomas positivos incluyen las alucinaciones,
los delirios, los trastornos del pensamiento y del com-
portamiento. Las alucinaciones auditivas son las más
frecuentes en la esquizofrenia y los delirios más co-
munes son los de persecución, de grandeza, de control
o de inuencia. Las manifestaciones clínicas de los
trastornos del pensamiento incluyen alteraciones del
lenguaje y dicultades para mantener un pensamiento
lógico y secuencial, mientras que la desorganización
del pensamiento se expresa mediante un discurso in-
coherente que diculta la comunicación clara.
En cuanto a las alteraciones del comportamiento,
pueden observarse conductas motoras desorganiza-
das, así como la presencia de agitación, de rigidez o
de catatonia. Los síntomas positivos pueden variar a
lo largo del curso de la enfermedad y, aunque suelen
ser uctuantes, presentan variaciones en su intensidad
y en la respuesta al tratamiento. En algunos pacien-
tes, se observan remisiones parciales o totales de estos
síntomas, mientras que en otros, los síntomas positi-
vos pueden persistir e incluso volverse refractarios al
tratamiento (Diniz et al., 2023; Hansen et al., 2023).
Las exacerbaciones de los síntomas positivos son
una de las principales razones por las cuales los pa-
cientes con esquizofrenia requieren hospitalización.
El tratamiento antipsicótico ha demostrado ser ecaz
para reducir los síntomas positivos, mientras que la
discontinuación del mismo y el uso de sustancias han
demostrado incrementar el riesgo de recaídas (Hou et
al., 2024; Levi et al., 2023; Tiihonen et al., 2018; Man-
rique-Garcia et al., 2014; Alvarez-Jimenez et al., 2012).
Los síntomas positivos de la esquizofrenia tienen
un impacto signicativo en diversos aspectos de la
vida del paciente, causando disfunción sociolaboral,
deterioro funcional por alteraciones en la capacidad
para tomar decisiones y organizar las actividades dia-
rias, y un aumento del sufrimiento emocional como
consecuencia de la angustia, la ansiedad y el temor
derivados de los delirios paranoides y de las alucina-
ciones auditivas. Además, estos síntomas suelen ser
poco comprendidos por la sociedad, lo que da lugar a la
estigmatización y a la discriminación, que a su vez pue-
den incrementar el sufrimiento emocional del paciente
y acentuar la dicultad para su integración social.
10.4. Síntomas afectivos
10.4.1 Epidemiología
Los síntomas afectivos, y particularmente los depre-
sivos, son muy frecuentes en las personas con esqui-
zofrenia. Las tasas de prevalencia varían signicativa-
mente según los estudios, tanto así que oscilan entre el
7 % y el 80 %, dependiendo de la denición y metodolo-
gía empleadas, del estadío clínico de la enfermedad, del
momento de aparición respecto al episodio psicótico y
el ámbito asistencial (Siris, 2001). En estudios transver-
sales, la prevalencia puntual de síntomas depresivos se
estima del 25 al 40 % (Conley, 2007; Siris, 2001).
La prevalencia a lo largo de la vida de episodios
depresivos puede llegar al 80 % (Upthegrove, 2017),
por lo que la mayoría pasará por un episodio de estas
características en el curso de la enfermedad. Estos epi-
sodios pueden presentarse tanto en estadios clínicos
tempranos como en la fase crónica de la esquizofrenia,
ya sea durante el episodio psicótico agudo o, poste-
riormente, en la denominada depresión postpsicótica.
En los estados mentales de riesgo o de ultra alto riesgo
hasta el 40 % experimenta un síndrome clínico depre-
sivo (Upthegrove, 2017).
En los primeros episodios psicóticos cerca del 25 %
de los pacientes experimenta un episodio depresivo
comórbido que amerita intervención y casi el 50 % su-
fre de síntomas depresivos lo sucientemente severos
como para requerir tratamiento (Herniman, 2019).
En el curso de la enfermedad pueden registrarse sín-
tomas depresivos como fenómenos prodrómicos que
aparecen días o semanas antes de una recaída.
10.4.2. Impacto de los síntomas afectivos en la
esquizofrenia
Hoy sabemos que la presencia de síntomas afectivos
en la esquizofrenia no es un factor de buen pronóstico
como se pensaba antes al vincularlos a una forma de
psicosis con evolución menos defectual y más cercana
a las psicosis afectivas (Upthegrove, 2017). De hecho,
la depresión se ha asociado a más recaídas e interna-
ciones, mayor abuso de sustancias, mayor duración de
la enfermedad y, particularmente, a incremento en el
riesgo de suicidio (Popovic, 2014).
La mayor suicidabilidad en esquizofrenia con sín-
tomas depresivos se evidencia desde las etapas tem-
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
pranas de la enfermedad, con hasta un 35 % de inten-
tos de suicidio en el primer episodio psicótico, riesgo
especialmente elevado durante el año siguiente al mis-
mo y que persiste elevado por años (McGinty, 2018).
Los síntomas afectivos se asocian con menor fun-
cionamiento social, familiar y ocupacional; menor re-
cuperación personal cuanto más severos los síntomas
y menor calidad de vida (Franco-Rubio 2024).
10.4.3. Síntomas negativos y depresión.
Diferenciación
Los síntomas negativos, descriptos con precisión en
otra sección de este Consenso, pueden dividirse en
primarios y secundarios. Entre los primeros podemos
encontrar la anhedonia, fenómeno entendido por algu-
nos como transdiagnóstico (Guineau, 2023) y que debe
diferenciarse de los síntomas depresivos comórbidos.
Por otro lado, los síntomas negativos secundarios
son aquellos relacionados con otros factores, no pro-
pios de la esquizofrenia, entre los que se encuentra
la comorbilidad depresiva (Correll 2020, Fusar-Poli,
2015). Debido a esto, se plantea la posibilidad de que la
reducción de los síntomas negativos con antidepresivos
pueda deberse más a una mejoría de síntomas negati-
vos secundarios depresivos previamente identicados o
incluso no reconocidos, y no a un verdadero cambio en
los síntomas negativos primarios (Helfer, 2016).
10.4.4. Diagnóstico diferencial
Como se mencionó, es frecuente en la esquizofrenia
la presencia de síntomas afectivos depresivos o ma-
níacos. Por otro lado, los síntomas psicóticos son al-
tamente prevalentes en la enfermedad bipolar, donde
más de la mitad de los pacientes los desarrollan en al-
gún momento de sus vidas (Goodwin, 2007). También
desde hace muchos años se ha reconocido la presencia
de síntomas psicóticos de primer rango de Schneider
en el trastorno bipolar, si bien son más severos y fre-
cuentes en la esquizofrenia (Rosen, 2011). Es así, que
el curso longitudinal de los síntomas afectivos y psicó-
ticos es clave para diferenciar entre comorbilidad es-
quizofrenia y depresión respecto de la depresión uni o
bipolar que cursa con síntomas psicóticos.
Al observar la evolución de los primeros episodios
psicóticos, aproximadamente un tercio de estos son
diagnosticados de esquizofrenia a los dos años y cer-
ca de un 40 % de psicosis afectivas bipolar o unipolar
(Bergé, 2016). En la depresión bipolar o unipolar, los
síntomas psicóticos remiten entre los episodios afecti-
vos. En el trastorno esquizoafectivo, los síntomas afec-
tivos deben estar presentes la mayor parte del tiempo
para poder realizar este diagnóstico. Se podría hacer
el diagnóstico de comorbilidad depresión con esqui-
zofrenia, cuando los síntomas depresivos son inter-
mitentes y aparecen durante el curso de los síntomas
psicóticos persistentes de la psicosis esquizofrénica
(American Psychiatric Association, 2013).
La identicación de biomarcadores diferenciales
entre el trastorno bipolar y la esquizofrenia constituye
un área de creciente interés, dada la superposición sin-
tomática y la carga diagnóstica que implica su diferen-
ciación clínica. Estudios recientes en neuroimágenes
han mostrado patrones distintivos en la conectividad
funcional y estructural, como una mayor disfunción
del circuito frontoestriado en la esquizofrenia y una
alteración más marcada en regiones límbicas en el
trastorno bipolar (Van Erp, 2018; Hibar, 2016).
Los estudios de asociación del genoma completo
(GWAS) han revelado perles de riesgo poligénico-
con una elevada superposición en la vulnerabilidad
genética para esquizofrenia y trastorno bipolar, con
una correlación cercana a 0.70 tomando en cuenta las
variantes genéticas comunes (Song, 2024). El riesgo
poligénico para esquizofrenia muestra mayor carga
hereditaria y especicidad genética, con implicación
robusta de genes relacionados con la neurotransmi-
sión glutamatérgica y el neurodesarrollo temprano
(Trubetskoy, 2022).
En el trastorno bipolar se observan patrones com-
partidos con esquizofrenia, aunque con mayor in-
uencia de genes asociados a ritmos circadianos y
regulación afectiva (Mullins, 2021). La depresión ma-
yor presenta una arquitectura genética más heterogé-
nea y menor heredabilidad, con fuerte solapamiento
con rasgos de personalidad y condiciones somáticas
(Howard, 2019).
La integración del riesgo poligénico en la prácti-
ca clínica aún es limitada, pero podría contribuir en
el futuro a la estraticación diagnóstica y del riesgo
de progresión, a la predicción de respuesta a los tra-
tamientos y a la identicación temprana de personas
en riesgo (Sullivan, 2018). Asimismo, ciertos biomar-
cadores inamatorios, como niveles elevados de inter-
leucina-6 y proteína C reactiva, tienden a presentarse
con mayor frecuencia y persistencia en esquizofrenia
(Miller, 2011; Goldsmith, 2016). Sin embargo, la espe-
cicidad diagnóstica de estos hallazgos aún es limita-
da, y se requieren enfoques integradores que combi-
nen datos clínicos, genéticos y neurobiológicos para
mejorar la validez diagnóstica y orientar estrategias
terapéuticas personalizadas (Insel, 2014).
Dentro de los diagnósticos diferenciales se deben
descartar enfermedades clínicas que cursan con sínto-
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
mas depresivos o que parecen serlo, como enfermedades
endocrinas, cardiovasculares, infecciosas, autoinmunes
o hematológicas. También, aunque no libre de debate,
diversos fármacos han sido asociados con la emergencia
de síntomas depresivos como efecto adverso, como los
betabloqueantes, indometacina, ciertos agentes quimio-
terápicos y los corticosteroides (Taylor, 2025).
Un enfoque diagnóstico riguroso exige una eva-
luación longitudinal y multifactorial que contemple
no solo la fenomenología actual, sino también la evo-
lución clínica, la respuesta terapéutica, el deterioro
funcional asociado y, en el futuro no muy lejano, los
biomarcadores.
10.4.5. Escalas para evaluación de síntomas
afectivos
Existen varios instrumentos para evaluar la depre-
sión en esquizofrenia, y es la escala de Calgary para
depresión en esquizofrenia (CDSS) la que brinda los
mejores resultados en términos de validez y conabi-
lidad en estos pacientes (Lako, 2014). No obstante, su
aplicación puede requerir una cantidad considerable
de tiempo y una capacitación especíca del evaluador.
En este contexto, una alternativa más eciente y
adecuada para evaluaciones repetidas, especialmen-
te cuando el tiempo y los recursos son limitados, es
el cuestionario autoadministrado WHO-5 (Índice de
Bienestar de la Organización Mundial de la Salud, ver-
sión de cinco ítems). Un puntaje de 6 en la CDSS —
valor de corte validado para identicar niveles de de-
presión que requieren tratamiento— se corresponde
con un puntaje de 9.5 en la WHO-5 (Fekih-Romdha-
ne, 2024). De allí que se puede considerar a la WHO-5
como una escala breve, conable y válida, apropiada
para el screening rápido de síntomas depresivos en
personas con esquizofrenia en el contexto de la prác-
tica clínica habitual.
10.4.6. Tratamiento
10.4.6.1. Tratamiento farmacológico
10.4.6.1.1. Antipsicóticos y síntomas depresivos
El impacto de los antipsicóticos sobre los síntomas de-
presivos en la esquizofrenia es complejo y ha sido obje-
to de controversia. Por un lado, se ha documentado una
mejoría de los síntomas depresivos con el uso de antip-
sicóticos, especialmente varios de segunda generación
(clozapina, olanzapina, lurasidona, aripiprazol y quetia-
pina), si bien con tamaños de efecto pequeños a mode-
rados (Leucht, 2009; van Rooijen, 2019). Además, se ha
registrado una correlación signicativa entre la mejoría
de los síntomas depresivos y la de otros dominios psi-
copatológicos, lo que sugiere que parte de la reducción
de los síntomas depresivos podría estar relacionada con
la mejoría de otros síntomas de la esquizofrenia, en par-
ticular los síntomas negativos (Miura, 2021).
Por otro lado, se ha planteado que el elevado blo-
queo dopaminérgico, podría contribuir a la aparición
o exacerbación de síntomas depresivos y al malestar
subjetivo con disforia, en parte debido a la interfe-
rencia con el circuito de recompensa y la anhedonia
resultante (Muench & Hamer, 2010; Mizrahi, 2007).
Este efecto depresógeno se ha visto asociado con de-
terminados antipsicóticos en estudios de farmacovigi-
lancia, si bien con esta metodología no se puede esta-
blecer causalidad sino correlación (Li, 2024).
Por todo lo anterior, un primer paso razonable
ante la presencia de síntomas depresivos es optimizar
la dosis del antipsicótico actual y, eventualmente, re-
ducir la dosis o cambiar de agente antipsicótico.
Como conclusión, la evidencia general sugiere
que, cuando se utilizan de forma adecuada, los antip-
sicóticos no incrementan signicativamente el riesgo
de depresión en pacientes con esquizofrenia, y que su
efecto neto suele ser benecioso en la mayoría de los
casos (Ceskova, 2020).
10.4.6.1.2. Uso de antidepresivos
El uso de antidepresivos en la esquizofrenia ha sido
objeto de creciente interés, especialmente en pacien-
tes con síntomas afectivos comórbidos o predominio
de síntomas negativos. La evidencia acumulada su-
giere que los antidepresivos pueden ser ecaces para
reducir los síntomas depresivos sin exacerbar los sín-
tomas psicóticos, particularmente cuando se emplean
inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
(Correll, 2017) o antidepresivos duales como la du-
loxetina (Schule, 2014; Helfer, 2016; Samara, 2025).
Diversos metaanálisis indican que estos fármacos,
utilizados como tratamiento adyuvante junto con an-
tipsicóticos, presentan un perl de seguridad aceptable,
no incrementan el riesgo de recaídas psicóticas cuan-
do se administran bajo supervisión adecuada (Galling,
2018) y se asocian con una reducción de 15 %-40 % de
la mortalidad general, cardiovascular (Tiihonen, 2016)
e incluso por suicidio (Tiihonen, 2012). Respecto de la
tolerabilidad y la seguridad, es sumamente importante
tener presents las posibles interacciones farmacodiná-
micas y farmacocinéticas, dada la frecuente polifar-
macia a la que se ven expuestos estos pacientes (Gar-
golo, 2025).
La psicopatología depresiva es relevante en los pri-
meros episodios de esquizofrenia, manifestándose no
solo como una comorbilidad superpuesta, sino tam-
119
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
bién como un dominio sintomático intrínseco e insepa-
rable. El suicidio en los trastornos psicóticos continúa
siendo un motivo de preocupación clínica signicativa,
y existe la necesidad de una identicación ecaz y un
tratamiento precoz de la depresión durante el primer
episodio psicótico, con el n de reducir el riesgo de
conductas suicidas posteriores (McGinty, 2018).
Actualmente, no existen guías claras para el mane-
jo de la depresión durante el primer episodio psicóti-
co, aunque evidencia creciente respalda la seguridad
y la ecacia del uso de antidepresivos tanto en etapas
tempranas de la esquizofrenia como más adelante en
el curso de la enfermedad (Gregory, 2017).
10.4.6.1.3. Uso de estabilizadores del ánimo
Existe cierta evidencia, aunque de baja calidad, que su-
giere ecacia sobre la respuesta global, pero no especí-
camente sobre los síntomas afectivos, cuando se po-
tencia el antipsicótico con litio (Leucht, 2015; Correll,
2017), valproato (Wang, 2016) o lamotrigina (Correll,
2017; Samara, 2025). Esto pone en evidencia la nece-
sidad de contar con más y mejores ensayos clínicos,
que tengan como objetivo primario la población con
esquizofrenia y síntomas afectivos o con trastorno es-
quizoafectivo, pues serían eventualmente quienes más
probabilidades de benecio tengan con el agregado de
los estabilizadores del ánimo mencionados.
10.4.6.1.4. Tratamiento no farmacológico
Existe la posibilidad de tratar los síntomas depresivos
con intervenciones no farmacológicas, y es precisa-
mente la actividad física la primera que deberíamos
tener en cuenta dados los benecios generales en que
puede redundar (Venet-Kelma, 2023). Una revisión
sistemática evaluó el impacto del ejercicio físico en
pacientes con esquizofrenia y, particularmente, en re-
lación con los síntomas depresivos (Dauwan, 2016).
La actividad física fue asociada con una reducción
clínicamente signicativa de esos síntomas en com-
paración con los grupos controles, pero siempre que
se practicara con una intensidad moderada durante al
menos 30 minutos, tres veces por semana, durante un
mínimo de tres meses. Estos resultados son especial-
mente relevantes en el contexto del tratamiento pro-
longado con antipsicóticos, dada su asociación con
efectos adversos metabólicos, si bien se reconoce la
gran dicultad para comprometer a los pacientes con
el ejercicio físico (Kim, 2023).
En cuanto a la terapia cognitivoconductual, la
mayoría de los estudios han tenido como objetivo
primario los síntomas psicóticos positivos, pero las
guías NICE (National Institute for Health and Care
Excellence, 2014) señalan benecios modestos en la
reducción de síntomas depresivos. En lo que respecta
a intervenciones biológicas no farmacológicas, la tera-
pia electroconvulsiva no ha mostrado ecacia en esta
población, y aunque la estimulación magnética trans-
craneal repetitiva ha evidenciado resultados prelimi-
nares positivos, la baja calidad y el tamaño reducido
de los estudios disponibles limitan su aplicación clíni-
ca para estos los afectivos y la comorbilidad depresiva
(van Rooijen, 2019).
11. Instrumentos de diagnóstico y eva-
luación clínica aplicables a esquizofrenia
El abordaje de los problemas de salud mental en la prác-
tica asistencial requiere emplear instrumentos de diag-
nóstico (ID) e instrumentos de evaluación clínica (IEC)
de resultados, denidos como herramientas o instru-
mentos de observación estructurada compuestos de un
conjunto de ítems que representan las manifestaciones
nucleares del concepto que se evalúa y focalizados en
las variables observables mediante conductas pasibles
de ser medidas objetivamente y en forma estandarizada
(en condiciones controladas con reglas).
Estos procedimientos de observación estructurada
identican a priori qué se va a evaluar, en qué condicio-
nes, cómo se va a llevar a cabo y cómo se interpretarán
los resultados; deben ser válidos (que midan lo que se
proponen evaluar) y conables (que midan siempre del
mismo modo). Se agrupan en aquellos cuyo objetivo es
facilitar un diagnóstico y los que evalúan los resultados
de la implementación de tratamientos.
Requieren entrenamiento previo, que se lleva a
cabo en forma presencial y en plataformas online,
posibilitando la obtención de certicaciones previo
examen de idoneidad que acredite conocimiento de
escala y habilidades para puntuar según criterios pre-
establecidos.
En la actualidad, los instrumentos de evaluación clí-
nica se identican con las siglas COAs (Clinical Outco-
me Assessments; Evaluación de Resultados Clínicos),
con 3 subgrupos: de Entrevista o heteroaplicado por
un evaluador (ClinRO, Clinician Reported Outcome),
de Autoevaluación o autorreporte del propio paciente
(PRO, Patient Reported Outcome), de Reporte de un
observador (ObsRO, Observer Reported Outcome).
Los ítems de los IEC tienen una descripción breve
de la manifestación que se observará y diferentes nive-
les de severidad, cada uno denido operacionalmente
mediante criterios o pautas de anclaje. La severidad en
cada ítem se determina según cuatro factores: intensi-
dad, frecuencia, duración e impacto funcional.
120
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
Los instrumentos administrados por un evaluador,
más empleados, tienen una entrevista estructurada
que guía el interrogatorio, posibilitando una explo-
ración sistematizada de todos los ítems de la escala y
facilitando la recogida de datos claves para poder pun-
tuar la severidad según pautas de anclaje.
Los instrumentos de diagnóstico y los de evalua-
ción clínica considerados de utilidad en el contexto
clínico para este Primer Consenso Argentino sobre
Esquizofrenia se describen en primer término en cada
sección; se acompañarán de imágenes en un Anexo a
esta Segunda Parte del Consenso (guras 1 a 13). Los
demás IEC se podrán acceder con las referencias de
Portilla (2001), Barlow (2002), Banco de datos de ins-
trumentos de evaluación de CIBESAM, MAPI links a
instrumentos de evaluación clínica con copyright que
posibilita solicitar copias si el uso es clínico o la inves-
tigación es sin nes de lucro.
11.1. Instrumentos de diagnóstico
Las entrevistas estructuradas aumentan la validez y la
conabilidad diagnóstica, por la estandarización del
proceso de evaluación y exploración de los criterios
diagnósticos actuales del DSM-5. No obstante, se debe
tener presente que no tienen como objetivo sustituir el
proceso diagnóstico hecho con una completa evalua-
ción médica y psiquiátrica por profesionales de la salud
mental, ya que fueron diseñados como un instrumento
para la detección y la recolección amplia y precisa de
datos que posibilite una aproximación diagnóstica.
Existen numerosos instrumentos que facilitan el
diagnóstico de personas con esquizofrenia, pero dos
de ellos son los más útiles y recomendados para em-
plear en la práctica clínica ya que evalúan exhaustiva-
mente todos los trastornos mentales:
11.1.1. Minientrevista neuropsiquiátrica inter-
nacional, versión en español 7.0.2 (MINI, Mi-
ni-International Neuropsychiatric Interview)
(Sheehan, 1998)
Explora todos los trastornos mentales del DSM-5,
trastornos por consumo de sustancias y alcohol y
Trastorno de personalidad antisocial; la sección K
evalúa los trastornos psicóticos, con pautas para es-
quizofrenia. Ver imagen de ítems especícos de MINI
(Figura 1, Anexo, cinco primeras preguntas).
11.1.2. Entrevista clínica estructurada para
DSM-5 versión para uso en la práctica clínica
(SCID-5-CV, Structured Clinical Interview for
DSM-5 Clinical Version) (First et al., 2016)
Explora con mayor amplitud y precisión, entre otras
manifestaciones, los delirios, por ejemplo de referen-
cia (eventos, objetos u otras personas que están en el
entorno inmediato del individuo tienen un signicado
particular o fuera de lo común, que son especícos y
solo para el paciente y no se explican por la condición
de la persona ni el contexto; contenidos de radio, te-
levisión o una película, están dirigidos especícamen-
te al paciente); persecutorio (personas o grupos de
personas lo persiguen, espían o hacen planes contra
el paciente, con intención de envenenarlo o matarlo);
de grandeza (tener poderes especiales, conocimiento
o importancia inusualmente exagerados y que nadie
tiene, o relación muy especial con persona muy famo-
sa); inserción o robo de pensamientos (ciertos pensa-
mientos no son propios, sino que fueron introducidos
en la mente del individuo o fueron eliminados por al-
guna fuerza externa); de transmisión del pensamien-
to (otras personas pueden escuchar lo que el paciente
está pensando). Ver imagen de SCID-5-CT (Figura 2,
Anexo, dos primeros ítems).
Ambos tienen copyright y requieren entrenamien-
to con certicación para su empleo.
11.2. Instrumentos de evaluación clínica de
psicopatología
11.2.1. Escala de síntomas positivos y negati-
vos (Positive and Negative Syndrome Scale,
PANSS) (Kay, 1987)
Evalúa la psicopatología de la esquizofrenia, con 30
preguntas que exploran síntomas positivos y negati-
vos (7 de cada uno) y 14 de psicopatología general.
Para su administración se emplea la Entrevista clíni-
ca estructurada para la Escala de síntomas positivos y
Negativos (Kay, 1991, referencia de primera versión).
La gura 3a (Ver Anexo) muestra el ítem que calica
en delirios y la 3b (Ver Anexo) la sección de la entre-
vista estructurada para alucinaciones auditivas.
La versión abreviada de PANSS con 6 ítems es la
recomendada para emplear en la práctica clínica (Øs-
tergaard, 2016) está compuesta por los síntomas po-
sitivos 1 (delirios), 2 (desorganización conceptual),
3 (comportamiento alucinatorio), 6 (suspicacia) y
7 (hostilidad) y el ítem de psicopatología general 8
(falta de cooperación). La Entrevista simplicada de
síntomas positivos y negativos (Simplied Positive
And Negative Symptoms Interview (SNAPSI), (acce-
so a versión en español en WCGClinical.com) es un
procedimiento semiestructurado para ser empleado
en pacientes con esquizofrenia y sus cuidadores con
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
el propósito de facilitar una calicación rápida y vá-
lida de PANSS-6, CGI-S y CGI-C, que permita una
eciente medicina basada en mediciones (ver Figura
3c Anexo) (Kølbæk et al., 2021).
11.2.2. Escala de impresión clínica global
(Clinical Global Impression, CGI)
IEC para determinar la severidad global de la enfer-
medad y el cambio de esta desde el inicio del trata-
miento, monitoreando la evolución del paciente de
manera objetiva y sistemática, con dos ítems: CGI-S
(severidad; Figura 4, Anexo) y CGI-C (cambio; Figu-
ra 5, Anexo). Para puntuar es importante establecer
la presencia de síntomas relevantes, la severidad de
estos y la frecuencia de su aparición durante la se-
mana previa (lapso recomendado), con el efecto de
los síntomas en el funcionamiento en las principales
áreas de la vida del paciente (hogar, estudio, trabajo,
amigos). Se considera muy útil para la práctica clínica
habitual (Busner, 2007, artículo con acceso full gra-
tuito) por ser una herramienta de evaluación simple,
su administración demanda menos de 2 minutos, y es
aplicable en el marco de las restricciones de tiempo
en consultas. CGI debería agregarse a la justicación
clínica para los medicamentos fuera del formulario,
ya que permite documentar objetivamente la falta de
respuesta a los fármacos empleados. Hay versiones au-
toaplicadas para el paciente y el cuidador.
11.2.3. Escala de depresión de Calgary (Calgary
Depression Rating Scale, CDR) (Addington et
al., 1990)
Debe emplearse cuando el objetivo es evaluar los sín-
tomas depresivos en una persona con esquizofrenia. La
Escala de depresión de Calgary evalúa el nivel de seve-
ridad de depresión en pacientes con esquizofrenia, es
heteroaplicada y tiene 9 ítems (los 8 primeros tienen
preguntas y el 9 es observacional). Puntúa según una
escala tipo Likert de 4 valores de intensidad, de 0 au-
sente, 1 leve, 2 moderado y 3 grave, con criterios ope-
rativos para establecer la puntuación de cada severidad.
El marco de referencia son las dos semanas previas. El
puntaje total va de 0 a 27 puntos y los valores de corte
recomendados por los autores son 0-5 no depresión y
6-27 depresión (Ver gura 6, Anexo).
11.2.4. Insight: Escala de falta de conciencia del
trastorno mental, versión abreviada (Scale to
Assess Unawareness of Mental Disorder-ab-
breviated versión, SUMD-AV)
Particularmente útil en entornos clínicos, diseñada
para medir el nivel de conocimiento de un paciente so-
bre su enfermedad mental, sus síntomas, diagnóstico e
impacto. Cuestionario de percepción de la enfermedad
para la esquizofrenia (Illness Perception Questionnaire
for Schizophrenia, IPQS) es un cuestionario que evalúa
cómo las personas con esquizofrenia piensan sobre su
salud mental y su nivel de conciencia de enfermedad.
11.3. Cognición
■ Escala de evaluación de funciones cognitivas en
esquizofrenia (Schizophrenia Cognition Rating
Scale, SCoRS) (Keefe et al., 2015) entrevista con 20
preguntas sobre los décits cognitivos y el grado
en el que estos afectan el funcionamiento diario
y evalúa el funcionamiento cognitivo en 7 domi-
nios (memoria, aprendizaje, atención, memoria
de trabajo, resolución de problemas, velocidad de
procesamiento/motor y cognición social) y el fun-
cionamiento global. Algunas de las preguntas son:
recordar los nombres de las personas que acaba de
conocer, sus tareas diarias y responsabilidades, la
información e instrucciones que le han dado re-
cientemente, aprender a utilizar aparatos nuevos,
concentrarse lo suciente para leer un libro. La de-
terminación de la presencia y la severidad de cada
dominio es realizada por el evaluador en tres par-
tes: la que aplica según respuestas brindadas por
el paciente, las del cuidador y las del propio entre-
vistador, según pautas de anclaje operacionales de
leve, moderado o severo especícas para cada una
de las preguntas. (Ver Figura 7, Anexo).
■ Batería cognitiva de consenso MATRICS (MA-
TRICS Consensus Cognitive Battery, MCCB) eva-
luación ampliada de compromiso cognitivo, está
compuesta por 10 pruebas que evalúan 7 dominios
cognitivos (con algunos ejemplos entre paréntesis):
Razonamiento y resolución de problemas (como
llegar a tiempo al trabajo incluso si cambió el ho-
rario del ómnibus), Cognición social (comprender
que alguien esté enojado con el paciente), Apren-
dizaje visual y memoria (recordar dónde ha deja-
do algunos objetos), Velocidad de procesamiento
(la que se utiliza para realizar tareas en trabajo),
Memoria de trabajo (recordar un número de telé-
fono que acaban de recibir), Atención y vigilancia
(poder concentrarse en la lectura de un libro) y
Aprendizaje y memoria verbal (recordar una lista
de compras determinada).
■ Torre de Londres (Tower of London, ToL) evalúa
funciones ejecutivas/razonamiento y resolución de
problemas.
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
11.4. Escala de valoración de severidad de
suicidabilidad de la Universidad de Columbia
(Columbia Suicidality Severity Rating Scale,
C-SSRS) (Posner et al., 2011)
Es una entrevista heteroaplicada semiestructurada,
ampliamente utilizada en estudios de investigación
clínica y recomendada para su empleo en práctica
asistencial. Fue desarrollada para evaluar la conducta
suicida y las ideas suicidas; proporciona información
muy precisa sobre la presencia y la intensidad de ideas
y conductas suicidas. Tiene dos versiones, Inicial, que
recaba antecedentes de conducta e ideas suicidas de
por vida, y la que se emplea en las siguientes visitas.
Link para entrenamiento con certicación gratuita:
https://secure.bluecloud.net/members/Account/Re-
gister. (Ver Figura 8, Anexo).
11.5. Cuestionario europeo de calidad de vida
relacionada con la salud de 5 dimensiones y 5
niveles (EuroQol-5 Dimensions-5 Levels, EQ-
5D-5L) (Hernández et al., 2018)
Es el IEC de calidad de vida más utilizado, sencillo,
breve y de autoevaluación. Evalúa cinco dimensiones:
movilidad, cuidado personal, actividades cotidianas,
dolor/malestar y ansiedad/depresión, con tres niveles
de gravedad las tres primeras. Ver Figura 9, Anexo.
11.6. Otras variables clínicas
■ Escala de 16 ítems de síntomas negativos (Negative
Symptom Assessment-16, NSA-16), Entrevista es-
tructurada de síntomas prodrómicos (Structurated
Interview for Prodromal States, SIPS), Escala de
síntomas de primer orden de Schneider (Schnei-
der First-Rank Symptoms Scale, S-FRSS), Inven-
tario para el diagnóstico del síndrome decitario
(Schedule for the Decit Syndrome, SDS), Escala
de catatonía de Bush-Francis (Bush-Francis Cata-
tonia Rating Scale, B-F CRS).
■ Escala de agresividad maniesta modicada de
Overt (Overt Aggression Scale-Modied, OAS-M),
ampliamente utilizada para evaluar agresividad en
diversos trastornos mentales.
■ Comorbilidad con alcohol y drogas: Escala de eva-
luación del clínico para el trastorno por consumo
de alcohol (Clinitian’ Rating Scales for Alcohol
Use Disorder, CRS-AUS). Escala de evaluación del
clínico para el trastorno por consumo de drogas
(Clinitian’ Rating Scales for Drug Use Disorder,
CRS-DUS).
■ Escala pronóstica de la esquizofrenia de Strauss-Car-
penter (Prognostic Scale for Schizophrenia Strauss
-Carpenter Scale, S-CS).
■ Utilización de recursos sanitarios (Healthcare Re-
source Utilization, HCRU) evalúa cantidad de hos-
pitalizaciones institucionales y domiciliarias, visi-
tas pautadas, a servicios de urgencias por síntomas
psicóticos y otras visitas diferentes a salud mental,
útiles para determinar costos de atención sanitaria.
■ Cuestionario de autoestigma (Self-Stigma Ques-
tionnaire, SSQ).
11.7. Instrumentos de evaluación clínica de
funcionalidad
11.7.1. Escala de limitaciones de Sheehan
(Sheehan Disability Scale, SDS) (Sheehan,
1996)
Autoevaluación del impacto funcional mediante tres
preguntas sobre cuánto se ven afectados por sus sínto-
mas en su trabajo/estudios, vida social y vida en el ho-
gar o responsabilidades familiares, incluyendo pregun-
tas sobre estrés percibido y apoyo social percibido, días
perdidos y los improductivos. (Ver Figura 10, Anexo).
11.7.2. Otras:
Escala de desempeño personal y social (Personal
and Social Performance Scale, PSP) evalúa el gra-
do de disfunción en cuatro dominios: actividades
socialmente útiles, relaciones personales y sociales,
autocuidado y comportamiento agresivo. Evaluación
global del funcionamiento (Global Assessment of
Functioning, GAF). Escala de evaluación del funcio-
namiento social y ocupacional (Social and Occupatio-
nal Functioning Assessment Scale, SOFAS), Escala de
nivel de funcionamiento de Strauss-Carpenter (Scale
Strauss-Carpenter Level of Functioning Scale, LOF),
Estadicación de la evaluación funcional (Functional
Assessment Staging, FAST).
11.8. Medicación
11.8.1. Efectos adversos
■ Escala de efectos secundarios de antipsicóticos de
Glasgow (Glasgow Antipscyhotic Side-eect Scale,
GASS) (Waddell y Taylor, 2008) IEC de autoeva-
luación para determinar los efectos secundarios
de antipsicóticos de segunda generación, de gran
utilidad en práctica clínica actual por ser sencilla,
breve, práctica e informativa para monitorear la
severidad y la evolución de la tolerabilidad global
y discriminada de cada uno de los efectos adversos
de antipsicóticos de empleo actual más frecuente.
■ Evaluaciones de efectos adversos extrapiramidales:
Escala de movimientos involuntarios anormales
(Abnormal involuntary movement scale, AIMS),
Escala de valoración de Barnes para acatisia (Bar-
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
nes Akathisia Rating Scale, AIMS) y Escala de
Simpson Angus que evalúa parkinsonismo induci-
do por antipsicóticos (Simpson Angus Scale, SAS).
El IEC que mide todos los efectos neurológicos de
los psicofármacos es la Escala de evaluación sínto-
mas extrapiramidales de Chouinard (Extrapyrami-
dal Symptom Rating Scale-Chouinard, ESRS).
■ Cuestionario de antipsicóticos y funcionamiento
sexual (Antipsychotics and Sexual Functioning
Questionnaire, ASFQ).
11.8.2. Satisfacción, actitudes, preferencias,
creencias y adherencia al tratamiento y aten-
ción médica
■ Cuestionario de satisfacción con el tratamiento
con medicación de 9 ítems (Treatment Satisfaction
Questionnaire for Medication-9 item, TSQM-9)
(Bharmal, 2009) es un procedimiento de autoeva-
luación sobre la aceptabilidad del tratamiento far-
macológico y el valor que el paciente le asigna, el
riesgo ante la pobre adherencia y el impacto de los
efectos adversos. Útil para evaluar la satisfacción
con distintas opciones de tratamiento en diferentes
enfermedades y para el apoyo de reclamo de co-
bertura de tratamiento para asegurar su acceso por
obras sociales basado en preferencias. (Ver Figura
11, Anexo).
■ Inventario de actitudes hacia las drogas de 10 ítem
(Drug Attitude Inventory-10 item, DAI) (Hogan et
al., 1983). Autoevaluación con 10 ítems que permi-
te determinar las actitudes hacia los antipsicóticos
y predecir potencial falta de adherencia al trata-
miento. (Ver Figura 12, Anexo).
■ Otros: Cuestionario de satisfacción médica (Me-
dical Satisfaction Questionnaire, MSQ); Escala de
adherencia a la medicación de Moriski (Moriski
Medication Adherence Scale, MMAS) explora las
barreras y comportamientos asociados con la ad-
herencia a medicamentos de uso crónico; Cuestio-
nario de preferencias sobre medicación (Medica-
tion Preference Questionnaire, MPQ) y Evaluación
breve de inuencia y creencias de la medicación
(Brief Evaluation of Medication Inuence and Be-
liefs, BEMIMS) posibilita identicar a los pacien-
tes que tienen más probabilidades de no adherirse
a antipsicóticos.
11.9. Evaluaciones de familiares de personas
con esquizofrenia con responsabilidad de
cuidados
11.9.1. Cuestionario para cuidadores de esqui-
zofrenia (Schizophrenia Caregiver Question-
naire, SCQ) (Rofail et al., 2016)
Autoevaluación que mide el impacto en el familiar
con el rol de cuidador principal de la persona con es-
quizofrenia mediante 30 preguntas que miden 8 do-
minios (agotamiento en rol del cuidador, falta de apo-
yo, dependencia del paciente, preocupaciones por el
paciente, percepción del cuidado brindado, nanzas).
Ver Gulayin (2022) para exhaustiva revisión de IEC
de carga familiar en español. (Ver Figura 13, Anexo).
11.9.2. Otros:
Entrevista subjetiva y objetiva de carga familiar (Sub-
jective and Objective Family Burden Interview, EFCO)
es similar a la anterior y más exhaustiva. Cuestiona-
rio de calidad de vida del cuidador de esquizofrenia
(Schizophrenia Care Giver Quality of Life Question-
naire, S-CGQoL). Satisfacción de la familia con el sis-
tema y la utilización de recursos (Family Satisfaction
with the System and the Resources Utilization, FSS-
RU). Escala de apoyo profesional percibida por los
cuidadores (Professional Support Scale perceived by
Caregivers, EAP-C). Cuestionario de necesidades de
familiares de personas con trastornos mentales graves
(CNF-TMG).
11.10. Otras evaluaciones aplicables en
esquizofrenia
11.10.1. Evaluaciones de las partes interesadas
(Stakeholders)
Preferencias para los resultados del tratamiento de la
esquizofrenia por los responsables de las políticas pú-
blicas, los consumidores, las familias y los proveedores
(Preferences for Schizophrenia Treatment Outcomes
for Public Policy Makers, Consumers, Families and
Providers, Shumway et al., 2003). Evalúa los estados
de salud relacionados con la esquizofrenia que reejan
mejores y peores resultados en seis dominios: sínto-
mas psicóticos, síntomas de décit, efectos secunda-
rios de la medicación, actividad productiva, actividad
diaria y actividad social.
124
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
11.10.2. IEC que denen recuperación, remi-
sión, recaída y rehabilitación
■ Entrevista clínica estructurada para síntomas de
remisión (Structured Clinical Interview for Symp-
toms of Remission, SCI-SR).
■ Remisión funcional general de la esquizofrenia
(Functional Remission of General Schizophrenia,
FROGS).
■ Entrevista clínica estructurada para síntomas de
remisión (Structured Clinical Interview for Symp-
toms of Remission, SCI-SR).
■ Evaluación de la recaída en pacientes con esqui-
zofrenia (Relapse Assessment for Schizophrenia
Patients, RASP).
■ Escala heteroaplicada para la evaluación del riesgo
de recaída en psicosis temprana para uso del clíni-
co (Scale for Early Psychosis Relapse Risk Assess-
ment Clinician, SEPRRA).
■ Colocación laboral individual y apoyo a la rehabi-
litación vocacional (Individual Placement and Su-
pport to vocational rehabilitation, IPS-VR).
■ Instrumento de evaluación para pacientes psiquiá-
tricos crónicos (Assessment instrument for chro-
nic psychiatric patients, REHAB) para categorizar
potencialidad de egreso hospitalario.
11.11. Resumen con recomendaciones para
la práctica clínica
La atención basada en la medición de resultados/
outcomes (Measurement Based Care, MBC) (Scott
y Lewis, 2015; Kølbæk et al., 2021) es el proceso de
medición de resultados sanitarios mediante IEC, lle-
vado a cabo en el entorno clínico asistencial de ru-
tina, basada en la evidencia de resultados sanitarios.
Es equivalente a medir la tensión arterial en personas
con hipertensión arterial o determinar la glucemia y
HbA1c el caso de diabetes, para detectar con preci-
sión la severidad basal y los cambios signo-sintomato-
lógicos durante el tratamiento, el funcionamiento y la
calidad de vida, y la adherencia, con el n de guiar las
decisiones de tratamiento.
En este marco, se mencionan cuáles son los IEC
recomendados a implementar según los principios
de MBC: Escala de síntomas positivos y negativos
versión abreviada de 6 ítems (PANSS-6) y Entrevis-
ta SNAPSI, Escalas de impresión clínica global de
severidad (CGI-S) y de cambio (CGI-C), Escala de
depresión de Calgary (CDS), Escala de evaluación de
funciones cognitivas en esquizofrenia (SCoRS), Es-
cala de valoración de severidad de suicidabilidad de
la Universidad de Columbia (C-SSRS), Cuestionario
europeo de calidad de vida relacionada con la salud
de 5 dimensiones y 5 niveles (EQ-5D-5L), Escala de
limitaciones de Sheehan (SDS), Escala de efectos se-
cundarios de antipsicóticos de antipsicóticos de se-
gunda generación de Glasgow (GASS), Cuestionario
de satisfacción con el tratamiento con medicación de
9 ítems (TSQM-9), Inventario de actitudes hacia las
drogas 10 ítems (DAI 10) y Cuestionario para cuida-
dores de esquizofrenia (SCQ).
12. Estadios iniciales de la esquizofrenia
y ultra alto riesgo
Los trastornos mentales severos, en particular la es-
quizofrenia, suelen ir precedidas de un período rela-
tivamente inespecíco de síntomas, de naturaleza su-
bumbral y de gravedad y claridad insucientes para
justicar un diagnóstico.
Es así que se denieron los criterios de ultra alto
riesgo (UAR-P) para identicar a los individuos con
alto riesgo de desarrollar un primer episodio de psicó-
tico (Yung et al., 1996). Esto ha sido conrmado por
datos empíricos que muestran que aproximadamente
el 36 % de los pacientes con criterios de UAR-P ha-
cen una transición a psicosis dentro de los tres años,
aproximadamente un tercio tiene síntomas psicóticos
atenuados persistentes, y solo un tercio alcanza la re-
misión sintomática (Fusar-Poli et al., 2012).
12.1. Criterios diagnósticos
Los criterios de UAR-P se han utilizado en todo el
mundo durante más de 20 años y han demostrado va-
lidez predictiva para los trastornos psicóticos en dife-
rentes países.
Estos requieren la presencia de al menos uno de los
siguientes: (a) síntomas psicóticos atenuados (APS),
(b) síntomas psicóticos breves e intermitentes (BLIPS)
o (c) trastorno esquizotípico de la personalidad o el
antecedente de un familiar de primer grado con tras-
torno psicótico, y disminución en la funcionalidad
(disminución del 30 % en la puntuación de la Eva-
luación global del funcionamiento en el último mes
en comparación con los 12 meses anteriores) (grupo
GRDS) (McGorry, 2007; McGorry, 2014; Schultze-Lu-
tter et al., 2015).
Los instrumentos psicométricos más utilizados
para el diagnóstico de criterios de ultra alto riesgo
hasta la fecha son la Entrevista estructurada para sín-
dromes prodrómicos (SIPS) (McGlashan, 2010) y la
Evaluación Integral de los Estados Mentales en Riesgo
(CAARMS) (Yung et al., 2005). Ambos instrumentos
incluyen un umbral de corte para la denición de psi-
125
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
cosis maniesta basado en la frecuencia, la duración y
la severidad de los síntomas.
Cabe señalar que existen algunas diferencias en la
forma en que el SIPS y el CAARMS ponen en práctica
los criterios de riesgo ultra alto. Sin embargo, un es-
tudio reciente demostró que existe una concordancia
diagnóstica sustancial entre los dos instrumentos, sin
que la mayoría de las diferencias tengan mayores con-
secuencias en la práctica clínica.
Una excepción notable es la operacionalización de
BLIPS: el SIPS incluye un criterio de exclusión de ur-
gencia (se considera que los síntomas asociados con
una desorganización grave o con peligro para uno mis-
mo y para los demás superan el umbral de la psicosis,
independientemente de su duración), por lo que algu-
nos pacientes que cumplen este criterio en el CAARMS
pueden clasicarse como presentadores de un primer
episodio psicótico en el SIPS (Fusar-Poli et al., 2016).
Los criterios básicos de los síntomas representan un
enfoque distinto ya que solo consideran los síntomas
experimentados subjetivamente (incluyen alteraciones
de la percepción, la cognición y el lenguaje, y se cree
que indican una etapa prodrómica más temprana que
los criterios de riesgo ultra alto) (Klosterkötter et al.,
2001). Los síntomas básicos se evalúan utilizando el
Instrumento de propensión a la esquizofrenia, que tie-
ne versiones separadas para adultos (SPI-A) y para ni-
ños y adolescentes (SPI-CY) (Schultze-Lutter & Koch,
2010). Para el diagnóstico del estado de ultra alto riesgo
se utilizan dos conjuntos de criterios parcialmente su-
perpuestos (Schultze-Lutter & Ruhrmann, 2008).
Cada vez hay mayor reconocimiento de que los es-
tados de ultra alto riesgo deberían considerarse como
un síndrome en sí mismo, además de ser vistos como
connotador de riesgo para la progresión a los trastor-
nos psicóticos. Se trata de un estado sintomático aso-
ciado a angustia, deterioro funcional y disminución
de la calidad de vida, más cercano en nivel a otros
trastornos psiquiátricos y al primer episodio de psico-
sis que al estado de los controles sanos (Fusar-Poli et
al., 2015). De hecho, esta fue una de las razones por las
que su formulación en el DSM-5 fue como "síndrome
de psicosis atenuada" más que como una categoría de
riesgo (Carpenter et al., 2014).
12.2. Transición
El riesgo de psicosis en los estados UAR-P es signi-
cativamente mayor que en la población general. Los
individuos con UAR-P tienen un riesgo relativo (RR)
a 2 años de desarrollar psicosis de 460 en comparación
con la gente sana (29 %/0,063 %). El riesgo es mayor
incluso cuando se restringe la comparación a los suje-
tos que solo cumplen con los criterios de síntomas de
psicosis atenuados (Mechelli et al., 2017; Ruhrmann et
al., 2010).
Además de la transición a la psicosis, la progresión
a trastornos persistentes del estado de ánimo, la an-
siedad, los trastornos de personalidad y/o el consumo
de sustancias también es frecuente (Lin et al., 2015;
Rutigliano et al., 2016).
Se ha dedicado gran esfuerzo en las investigaciones
para identicar variables especícas, o combinaciones
de variables, que podrían usarse para mejorar la pre-
dicción del riesgo de transición psicótica (Fusar-Poli
et al., 2012).
La literatura en esta área se centra en los factores
de riesgo individuales y, más recientemente, en los
modelos de predicción del riesgo considerando varios
factores (Addington et al., 2020).
Aunque los resultados individuales varían, una
mayor gravedad sintomática pareciera ser un predic-
tor consistente de mayor riesgo de transición (Meche-
lli et al., 2017). Asimismo, los pacientes que cumplen
con los criterios de riesgo ultra alto y de síntomas bá-
sicos tienen un mayor riesgo de transición en compa-
ración con aquellos que cumplen solo un conjunto de
criterios (Ruhrmann et al., 2010).
Otros predictores asociados a transición son los sín-
tomas negativos y los décits de memoria verbal. Pocos
predictores alcanzaron un nivel de evidencia suciente
para aplicar en la práctica, lo que reeja problemas de
generalización en un campo caracterizado por estudios
con muestras pequeñas y heterogéneas y relativamente
pocos eventos de transición (Andreou et al., 2023).
12.3. Tratamiento de los UAR-P
La creación de los UAR-P llevó a evaluar diferentes
intervenciones para determinar su ecacia en la pre-
vención de la transición a la psicosis y la mejora de la
sintomatología y la funcionalidad.
Las recomendaciones de abordaje inicial incluyen
(Schmidt et al., 2015; Addington et al., 2017; Galletly
et al., 2016; Correl et al., 2018):
1. Considerar un PEP frente a deterioro funcional
inexplicado.
2. Brindar información respecto del riesgo según el
nivel educativo, social y cultural
3. Abordar las comorbilidades como depresión o
abuso de sustancias, estrés familiar, vocacional o
interpersonal.
4. Intervenciones sobre el estilo de vida.
5. Intervenciones psicológicas (TCC).
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
6. Rehabilitación precoz.
7. Evaluar riesgo suicida.
Los resultados iniciales de los ensayos controlados alea-
torizados reunieron evidencia de nivel 1 de Cochrane
que demostró que cualquier intervención podría redu-
cir el riesgo de transición en aproximadamente un 50 %
durante al menos 1-2 años (Preti y Cella, 2010; Staord
et al., 2013). Sin embargo, recientes metaanálisis con-
cluyeron que actualmente hay una falta de evidencia
que respalde el uso de cualquier intervención especíca
para reducir la transición a la psicosis y los síntomas
psicóticos atenuados (Davies et al., 2018; Bosnjak Ku-
haric et al., 2019; McGorry et al., 2021).
Mei y colaboradores en un reciente metaanálisis
(Mei et al., 2021), examinaron la ecacia de 12 inter-
venciones en 26 ensayos independientes que inclu-
yeron 2351 participantes que reunían criterios diag-
nósticos de UAR-P. Los principales hallazgos de este
metaanálisis fueron: que la TCC presenta evidencia
que apoya su uso para reducir las tasas de transición
a psicosis a los 12 meses y hasta los 18-48 meses de
seguimiento, pero no a los 6 meses, y que todas las in-
tervenciones farmacológicas y psicológicas agrupadas
tuvieron un pequeño efecto signicativo sobre los sín-
tomas psicóticos positivos atenuados a los 12 meses;
sin embargo, este no se mantuvo cuando los dos gru-
pos de intervenciones fueron agrupadas por separado,
posiblemente debido a la falta de poder estadístico.
Respecto del uso de antipsicóticos en UAR-P, esta
es una práctica clínica habitual con una prevalencia
entre el 23-77 % en diferentes estudios (Raballo et al.,
2023). No obstante, a la fecha, la evidencia que rela-
cione el uso de antipsicóticos con la prevención de
transición a psicosis o mejoría del pronóstico es esca-
sa (Pelizza et al., 2022). Un reciente metaanálisis con
20 ensayos aletarorizados que comparaban interven-
ciones en UAR-P (antipsicóticos, omega-3, terapia
integrada social y familiar) no mostró evidencia de
ecacia para ninguna de las intervenciones en la tran-
sición a psicosis (Fusar Poli et al., 2019).
Es así que la TCC se considera la intervención de
primera elección. Además, sigue siendo el tratamiento
recomendado en las guías de tratamiento (NICE, 2016;
EPA, 2015; Guía Clínica Australiana para la psicosis de
inicio temprano, 2016) pudiendo complementarse al-
guna de ellas con antipsicóticos de segunda generación
a dosis bajas en el caso de síntomas psicóticos que no
respondieron a la psicoterapia, conductas autolesivas o
heteroagresivas, síntomas psicóticos asociados a consu-
mo de sustancias y marcada alteración funcional o dis-
trés (Addington et al., 2017; Guía Clínica Australiana
para la psicosis de inicio temprano, 2016).
12.4. Importancia de los UAR-P
El concepto de UAR-P ha creado un nuevo paradig-
ma de investigación y ha conducido a un enfoque más
amplio del estado mental en riesgo, es decir, uno que
se enfoca en una gama más amplia de trastornos y re-
sultados mentales, no solo en la psicosis.
Este enfoque es conocido como estado mental
clínico de alto riesgo (CHARMS) (Hartmann et al.,
2017). Fue adaptado del concepto UAR-P y se guía
por el modelo de estaticación clínica, que clasica los
trastornos mentales a lo largo de un continuo desde
la etapa 0 (asintomáticos) hasta la etapa 4 (resisten-
te al tratamiento) y vincula cada etapa con estrategias
de intervención y biomarcadores que denotan etapas
especícas y riesgo de progresión (Wood et al., 2011;
Cannon et al., 2015).
Una ventaja del enfoque CHARMS es que la inves-
tigación sobre estados de riesgo especícos y trastornos
individuales (p. ej., UHR y psicosis) aun puede ocurrir
dentro de un enfoque amplio y transdiagnóstico.
Los estados de ultra alto riesgo abrieron la puerta
a un modelo de estaticación clínica dinámica que se
puede aplicar transdiagnósticamente, en el que la cla-
ridad, la estabilidad y la especicidad aumentan con
el tiempo en el subconjunto de casos en los que los
síntomas persisten o recurren. Además, ha catalizado
una nueva ola de investigación y reforma de los servi-
cios en las últimas dos décadas, lo que ha llevado a un
mejor conocimiento de los mecanismos que subyacen
a la aparición de los trastornos psicóticos.
13. Primer episodio de psicosis
El primer episodio de psicosis (PEP, First episode
psychosis, FEP) se dene como 1 semana o más de
síntomas positivos sostenidos por encima del umbral
de psicosis para delirios, alucinaciones y trastorno del
contenido del pensamiento.
Se caracteriza por síntomas de moderados a gra-
ves, décits neurocognitivos y deterioro funcional
(GAF 30-50) (McGorry et al., 2006).
Los criterios operacionalizados de CAARMS de-
nen el PEP como (Nelson et al., 2014):
■ Puntaje de 6 en la subescala de contenido de pen-
samiento inusual, 6 en la subescala de ideas no
extrañas, 5 o más en la subescala de anomalías
perceptivas o 6 en la subescala de habla desorgani-
zada.
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
■ Escala de frecuencia de 4 al menos para conteni-
do de pensamiento inusual, subescala de ideas no
extrañas, subescala de anomalías perceptivas o
subescala de habla desorganizada.
■ Síntomas psicóticos presentes durante más de una
semana.
Con una primera presentación que se produce a
los 20 años, los trastornos psicóticos pueden desca-
rrilar el desarrollo social, académico y vocacional de
una persona, con gran impacto sobre el desarrollo y la
funcionalidad (Solmi et al., 2022).
Los estudios poblacionales sobre primeros episo-
dios han producido estimaciones de incidencia anual
que oscilan entre 15 por 100.000 y 100 por 100.000
(Amminger et al., 2006, Anderson et al, 2012) pero
la prevalencia ha demostrado ser mayor en muestras
poblacionales recientes (Simon et al., 2017).
En un estudio reciente destinado a identicar re-
trasos en el diagnóstico de un primer episodio psicóti-
co, el diagnóstico de trastorno psicótico no se dio para
el 38 % de los sujetos en su atención inicial (Albin et
al., 2021).
En las poblaciones jóvenes, hay dos grupos diagnós-
ticos principales en los primeros episodios: la psicosis
no afectiva, que incluye la esquizofrenia y los trastornos
del espectro (trastornos esquizofreniformes y esquizo-
afectivos), y la psicosis afectiva, que incluye trastornos
bipolares y depresivos mayores con síntomas psicóti-
cos. Alrededor del 60 % pertenecen al grupo de la es-
quizofrenia (Jackson y McGorry, 2009).
La experiencia del primer episodio psicótico ha
sido descripta como traumática (Dunkley et al., 2015).
Los síntomas psicóticos, como los delirios y las aluci-
naciones, pueden causar miedo y angustia intensos, y
algunas personas pueden experimentar tratamientos
coercitivos como la hospitalización involuntaria, la re-
clusión, las restricciones o el tratamiento forzado (Pak-
sarian et al., 2014). Aproximadamente una de cada dos
personas experimenta síntomas de TEPT y una de cada
tres experimentó un TEPT completo después de un pri-
mer episodio psicótico (Rodrigues y Anderson, 2017).
El PEP involucra factores de riesgo genéticos y am-
bientales directos junto con su interacción (Howes y
Murray, 2014). En una revisión reciente (Radua et al.,
2018) que incluyó cincuenta y cinco metaanálisis o re-
visiones sistemáticas, los factores que mostraron una
mayor asociación fueron los estados de riesgo ultra
alto de psicosis (odds ratio, OR 59,32, IC 95%: 4,91-
17,72) y la etnia negro-caribeña en Inglaterra (OR
54,87, IC 95 %: 3,96-6,00).
Seis factores fueron altamente sugestivos (minoría
étnica en un área de baja densidad étnica, inmigrantes
de segunda generación, anhedonia rasgada, coecien-
te intelectual premórbido, anomalías físicas menores y
capacidad de identicación olfativa) y nueve fueron su-
gestivos (urbanicidad, minoría étnica en un área de alta
densidad étnica, inmigrantes de primera generación,
inmigrantes del norte de África en Europa, estación
de nacimiento en invierno/primavera en el hemisferio
norte, retraimiento social infantil, trauma infantil, To-
xoplasma gondii IgG y no diestros. Esta revisión general
destaca que varios factores se asocian con los trastornos
psicóticos con diferentes niveles de evidencia.
13.1. PEP y cognición
El deterioro en una amplia gama de dominios cogni-
tivos se ha reportado consistentemente en individuos
con PEP, e incluyen la atención, la memoria verbal, la
velocidad de procesamiento, la memoria de trabajo y
el funcionamiento ejecutivo (Carrión et al., 2018).
Una revisión sistemática que evaluó la asociación
entre la psicopatología y el deterioro cognitivo, encon-
tró que los décits cognitivos se asocian con dimen-
siones negativas y desorganizadas en lugar de dimen-
siones positivas y depresivas (Domínguez et al., 2009).
Otros estudios mostraron que los pacientes con ma-
yor rendimiento cognitivo también tenían una mayor
reducción en la gravedad de los síntomas negativos
(Rodríguez-Sánchez et al., 2013).
Varios estudios en pacientes con PEP, esquizofre-
nia o trastorno bipolar sugieren que una mayor reser-
va cognitiva se asocia con un inicio más tardío de la
psicosis y una mejor recuperación, además de ser con-
siderado un moderador positivo de la enfermedad en
relación al resultado funcional (Herrero et al., 2019;
Amoretti et al., 2020).
13.2. Suicidio en PEP
El PEP es un período de riesgo particularmente alto
para el suicidio (Austad et al., 2015; Chang et al., 2014)
durante el cual las tasas de ideación suicida oscilan en-
tre el 26,2 % y el 56,5 % (Barrett et al., 2010; Chang et
al., 2014) y el riesgo de muerte por suicidio se eleva en
un 60 %, en comparación con las etapas posteriores de
la enfermedad (Nordento et al., 2004).
Un estudio reciente que obtuvo datos de la recupe-
ración después de un episodio inicial (RAISE), encon-
tró que mayores síntomas positivos (OR=1,085, p<0,01)
y depresión (OR=1,258, p<,001) se asociaron con una
mayor probabilidad de experimentar ideación suici-
da, mientras que una memoria de trabajo más fuerte
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
(OR=0,922, p<,05) y bajo insight (OR=0,734, p<,05) se
asociaron con una menor probabilidad de experimen-
tar ideación suicida (Bornheimer et al., 2021).
13.3. Intervención temprana en PEP
Los propósitos de la intervención temprana en la PEP
son (Spencer et al., 2001):
■ Reducir el tiempo entre el inicio de los síntomas
psicóticos y el tratamiento ecaz (reducción de la
DUP).
■ Acelerar la remisión a través de intervenciones
biológicas y psicosociales efectivas.
■ Reducir las reacciones adversas del individuo a la
experiencia de psicosis.
■ Maximizar el funcionamiento social y laboral.
■ Prevenir la recaída y la resistencia al tratamiento.
El objetivo de la atención psiquiátrica para las per-
sonas con primer episodio de psicosis debe ser pro-
porcionar un tratamiento ecaz lo antes posible. El
tratamiento multicomponente es el que ha mostrado
mejores resultados, exhibiendo además resultados
positivos en relaciòn al costo benecio (Grawe et al.,
2006; Petersen et al., 2005; Secher et al., 2015; Kane
et al., 2016; Galletly et al., 2016; Edwards et al., 2006;
Johnson et al., 2016; Tarrier et al., 2004; Hastrup et al.,
2013; Park et al., 2014).
Tener en cuenta los siguientes principios a la hora
de iniciar tratamiento:
1. Historia completa médica y psiquiátrica.
2. Evaluación basal.
3. Tratamiento como mínimo 2-5 años.
4. Tratamiento con antipsicóticos: los agentes antip-
sicóticos de segunda generación deben usarse con
preferencia a los agentes antipsicóticos de primera
generación.
5. Evaluar la adherencia continuamente.
6. Proporcionar intervenciones familiares.
7. Terapia cognitivo conductual.
8. Recuperación funcional.
9. Aplicar intervenciones en el estilo de vida (ejerci-
cio, alimentación sana, abstenciòn del consumo de
alcohol, supresión del hábito tabáquico).
10. Intervenir sobre el consumo de sustancias.
Basar la prescripción de AP en los siguientes principios
(Abidi et al., 2017; Addington et al., 2003; Monteleone
et al., 2021; Coldham et al., 2002; Correl et al., 2016):
■ Las personas con un primer episodio de psicosis
son particularmente sensibles a los efectos tera-
péuticos y también a los efectos secundarios de los
antipsicóticos, como el aumento de peso, el extra-
piramidalismo y la sedación.
■ La adherencia a la medicación es variable, con ta-
sas a los 6-12 meses del 33-50 %.
■ La elección de la medicación antipsicótica y la vía
de administración deben hacerse evaluando la
presencia de agitación, la edad, las comorbilidades
médicas (por ej. diabetes, cardiopatía, etc.), los po-
sibles efectos secundarios, las interacciones.
■ Preferencia de AP de segunda generación.
■ Evaluar introducción precoz de LAI-AP.
■ Evaluar precozmente la posibilidad de resistencia*.
14. Duración de la psicosis no tratada
La DUP (duration of untreated psychosis, duración
de la psicosis no tratada) se dene de manera amplia
como el intervalo entre el inicio de los primeros sín-
tomas psicóticos y el inicio del primer tratamiento
antipsicótico adecuado (Kaminga et al., 2019). Sin
embargo, existe una considerable variabilidad en la
denición (Compton et al., 2007). La literatura revela
diferencias signicativas en los estudios respecto de
cómo denir inicio de tratamiento (y por lo tanto, del
n” de la DUP): en algunos casos, es denido como
“inicio de medicación, “hospitalización” o “ingreso a
un programa especializado” (Polari et al., 2009).
Cuando el n de la DUP se basa en el inicio de tra-
tamiento, se han encontrado deniciones que abarcan
*TRS en PEP
Casi una cuarta parte de las personas con un primer episodio psicótico presenta resistencia en las primeras
etapas del tratamiento (Siskind et al., 2022). Estudios previos en PEP han identicado: una menor edad de
inicio (Rabinowitz et al., 2006) menor logro educativo (Smart et al., 2022), peor ajuste premórbido (Friis et al.,
2016), sexo masculino, ser soltero (Smart et al., 2022), mayor duración de la psicosis no tratada (DUP) (Friis et
al., 2016), mayor severidad basal (Smart et al., 2022; Weibell et al., 2017), consumo simultáneo de sustancias
(Lally et al., 2017; Weibell et al., 2017) y una mala respuesta inicial al tratamiento (Friis et al., 2016) como
predictores de resistencia (Friis et al., 2016; Smart et al., 2022).
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
desde “inicio de medicación antipsicótica, “inicio de
cualquier forma de tratamiento, “inicio de un trata-
miento adecuado” o “primer tratamiento efectivo
(Polari et al., 2009). Tampoco hay consenso respecto
de qué sería exactamente un tratamiento adecuado. Es
así que mientras algunos autores plantean como mí-
nimo 3 semanas de tratamiento (Larsen et al, 1996)
otros exigen 12 (Loebel et al., 1992).
Asimismo, la mayoría de los estudios no tiene en
cuenta la adherencia de los pacientes a la medicación
(Norman y Malla, 2001). Considerando la alta tasa
de incumplimiento del tratamiento en pacientes con
PEP, es probable que se haya considerado que la DUP
ha nalizado para muchos pacientes, aunque en reali-
dad aún no hayan recibido un tratamiento adecuado.
En este contexto, se puede argumentar que la falta
de coherencia en la denición podría ser uno de los li-
mitantes a la hora de estudiar la DUP, sus implicancias
y las posibles intervenciones para mejorar el pronósti-
co de los pacientes.
Existe una variación considerable en las duracio-
nes informadas de DUP según la población estudiada
(Sadeghieh Ahari et al., 2013).
La demora en la búsqueda de ayuda es una ocu-
rrencia común para las personas que experimentan
síntomas psicóticos y esto ha llevado a que la DUP se
informe en términos de meses e incluso años.
En un metaanálisis reciente, Salazar de Pablo y co-
laboradores (Salazar de Pablo et al., 2023) obtuvieron
una media de la DUP a nivel mundial de 42,6 sema-
nas (intervalo de conanza (IC) del 95 % 40,6-44), va-
riando signicativamente entre continentes. La DUP
fue (en orden descendente) de 70,0 semanas en Áfri-
ca; 48,8 semanas en Asia; 48,7 semanas en América
del Norte; 38,6 semanas en Europa; 34,9 semanas en
América del Sur y 28,0 semanas en Australasia. Asi-
mismo, se observaron diferencias en la DUP según los
ingresos correspondientes a cada país: la DUP fue de
48,4 semanas en los países de ingresos medios-bajos y
de 41,2 semanas en los países de ingresos altos.
14.1. Neurobiología de DUP
En relación al impacto neurobiológico de DUP más
prolongadas, si bien existe evidencia clínica clara de
que una DUP más prolongada se asocia con peores
resultados funcionales, los datos revisados no sugie-
ren evidencia a favor de la psicosis como estructural o
funcionalmente neurotóxica a escala global y sugieren
que regiones especícas del cerebro, como las regiones
temporales, pueden ser más vulnerables a los efectos
de la DUP (Zoghbi et al., 2022).
14.2. Factores que afectan la DUP
Los pacientes inmigrantes de primera generación, con
un inicio temprano de su trastorno psicótico y los pa-
cientes de sexo masculino parecen estar en riesgo de
una DUP más prolongada (Apeldoorn et al., 2014).
En un estudio prospectivo de gran tamaño llevado
a cabo en el Servicio Hospitalario-Universitario del
Hospital Sainte-Anne de París (estudio ICAAR), la
edad temprana, los síntomas negativos y los antece-
dentes de consumo de cannabis inuyeron signicati-
vamente en la DUP (Souaiby et al., 2019).
Una reciente revisión sistemática intentó identi-
car factores que prolongan o acortan la DUP en países
de medios y bajos ingresos. Encontraron varios fac-
tores potencialmente asociados con una mayor dura-
ción de la psicosis no tratada: modo de presentación
insidioso, mayor estigma familiar y clase social baja.
Otros factores, como el estado civil, el nivel educativo,
el tipo diagnóstico, los síntomas predominantes y la
situación laboral, arrojaron resultados inconsistentes
(Paquin-Goulet et al., 2023).
14.3. Impacto de la DUP
La relación entre la DUP y el pronóstico ha sido in-
tensamente estudiada en el marco del desarrollo de
estrategias de intervención temprana para la psicosis.
La DUP se ha asociado con un peor pronóstico
global, incluido el mal funcionamiento (Perkins et al.,
2005; Fraguas et al., 2014, Oliver et al., 2018; Pentti-
lä et al., 2014). También existe evidencia sugestiva de
una relación entre una DUP más prolongada y sínto-
mas positivos más severos, síntomas negativos más se-
veros (Perkins et al., 2005; Boonstra et al., 2012) y me-
nores posibilidades de remisión (Howes et al., 2021).
Además, existe evidencia de una asociación entre una
DUP más prolongada y una psicopatología global más
grave (Howes et al., 2021).
Los estudios de los efectos de la DUP en la neu-
rocognición no han demostrado relaciones globales,
aunque algunas funciones cognitivas especícas pue-
den verse afectadas negativamente por una DUP más
prolongada (Bora et al., 2018; Stone et al., 2020).
En su metaanálisis de 2021, Howes et al. (2021)
encontraron, además, evidencia sugestiva de una re-
lación entre una DUP más prolongada y mayor riesgo
de autolesiones previas y peor calidad de vida.
Por otra parte, cada duplicación en la DUP predice
un aumento del 8-12 % en la severidad de los síntomas
y un 3-8 % en la funcionalidad (Drake et al., 2020).
Una DUP más prolongada también ha sido asocia-
da a una peor respuesta a los antipsicóticos (Fresan
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
et al., 2020). Además, los estudios han informado una
relación entre una DUP más prolongada y un deterio-
ro cognitivo (Qin et al., 2017), tasas de empleo más
bajas (Sadeghieh Ahari et al., 2013) y una mala calidad
de vida (Fresan et al., 2020). Chen et al. (2019) tam-
bién informaron de una asociación entre una mayor
tasa de mortalidad y una DUP más prolongada en los
países de ingresos bajos y medianos.
14.4. Estrategias para reducir la DUP
Se han estudiado diversas intervenciones diferentes
para reducir la DUP, que incluyen programas de crea-
ción de redes de proveedores de atención primaria de
salud y educación pública (Chong et al., 2005), pro-
gramas de detección temprana que identican a los
pacientes con FEP o aquellos con alto riesgo clínico
de psicosis (CHR-P) (Marshall et al., 2014), talleres de
información, información escrita, boletines informa-
tivos o folletos y actividades de intervención comuni-
taria (Renwick et al., 2008).
El impacto general de estas intervenciones contro-
ladas para reducir la DUP aún no se ha determinado,
ya que los hallazgos son contradictorios (Krstev et al.,
2004).
En las últimas décadas, se han desarrollado servi-
cios de intervención temprana (EIA, por sus siglas en
inglés) que se han extendido por países de ingresos
altos (HIC, por sus siglas en inglés) (Bird et al., 2010)
y recientemente han ganado atención en países de in-
gresos bajos y medianos (PIBM) (Singh y Javed, 2020).
Cada vez hay más pruebas de que esta forma de pre-
vención secundaria puede tener un impacto positivo en
los resultados laborales, el funcionamiento global y la
calidad de vida, así como reducir los síntomas psicóti-
cos, la discapacidad a largo plazo y las comorbilidades
(Mwesiga et al., 2021). La evidencia de alta calidad ha
demostrado que su ecacia supera con creces la aten-
ción habitual (Malla y McGorry, 2019). La reducción
de la duración de la psicosis no tratada es también un
objetivo fundamental de estos servicios (NICE, 2014).
En una reciente revisión sistemática y metaanálisis
de las estrategias de detección e intervención tempra-
nas, en la comparación de las intervenciones dirigidas a
la DUP y los grupos de control, el impacto de las estrate-
gias de detección temprana en la DUP y otros correlatos
es limitado. Sin embargo, el impacto de la intervención
temprana fue signicativa, lo que subraya la importan-
cia de apoyar los servicios de intervención temprana en
todo el mundo (Salazar de Pablo et al., 2024).
El concepto de DUP ha contribuido a un cambio
de paradigma en la psicosis, lo que resultó en el esta-
blecimiento de amplias redes de equipos de interven-
ción temprana en muchos países.
Los trabajos futuros también deberían investigar
los mecanismos que pueden subyacer en la relación
entre la DUP y los resultados, explorar el efecto de la
DUP en pacientes sin tratamiento previo con antipsi-
cóticos y controlar los posibles factores de confusión,
para permitir una mayor claridad.
15. Métodos auxiliares de diagnóstico
en esquizofrenia. Neuroimágenes
La esquizofrenia es un trastorno psiquiátrico crónico,
polimorfo y de evolución incierta, cuyo diagnóstico es
fundamentalmente clínico y requiere la observación
de un médico psiquiatra experto. Dada su compleji-
dad sintomática (síntomas positivos, negativos, cog-
nitivos, afectivos y funcionales) y su solapamiento con
otros trastornos, el diagnóstico correcto puede ser la-
borioso. No obstante, una serie de estudios médicos
auxiliares aportan elementos valiosos para la preci-
sión diagnóstica, la observación de la evolución y la
investigación cientíca.
Un tema no menor, al igual que en otros trastornos
psiquiátricos, es la realización de estudios de imáge-
nes, para descartar lesiones estructurales en el cerebro
que puedan conducir a la presencia de síntomas simi-
lares a la esquizofrenia.
Describimos a continuación algunos métodos ima-
genológicos utilizados en la esquizofrenia que docu-
mentan alteraciones estructurales y funcionales, además
de los diagnósticos diferenciales antes mencionados.
15.1 Neuroimágenes estructurales
Tomografía computada
En pacientes con aparición aguda de síntomas psicó-
ticos y dudas diagnósticas acerca de organicidad, este
estudio permite rápidamente descartar tumores, he-
morragias, isquemias y otras lesiones orgánicas.
Respecto a la esquizofrenia en sí misma, seha ha-
llado disminución del volumen mayor al esperado por
la edad (atroa cortical) en lóbulos frontales, tempo-
rales, cabeza del caudado y tálamo. Esta pérdida au-
menta a medida que la enfermedad también progresa
(Torres et al., 2016). Sin embargo, en otros estudios
se sugiere que tales cambios pueden deberse al trata-
miento a largo plazo con antipsicóticos, o ser produc-
to de alguna comorbilidad (Kanahara et al., 2022).
Resonancia magnética estándar
Estudio imagenológico que es el “gold standard” para
evaluar esquizofrenia tanto en el ámbito asistencial
como en la investigación.
131
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
En esquizofrenia se pueden observar varias anor-
malidades, como una disminución de la sustancia gris
y blanca en regiones del tálamo, la corteza prefron-
tal,el hipocampo, el parahipocampo, el núcleo cauda-
do y la corteza insular. Estudios histológicos muestran
disminución de densidad sináptica y dendrítica en es-
tas áreas lo que genera la idea de una desconexión de
las redes neuronales (Sadeghi et al., 2022; Radua et al.,
2020; Kuo et al., 2019).
15.2. Neuroimágenes funcionales
Sin dudas en nuestro medio estos son estudios auxilia-
res de difícil obtención, tanto por su costo como por
su disponibilidad, motivo por el cual consideramos
que no son electivos ni de primera línea en estos pa-
cientes. No obstante, haremos aquí una breve descrip-
ción de ellos.
Resonancia magnética funcional en reposo
(RMNf-RS)
Mide la actividad cerebral en reposo, sin que los pa-
cientes realicen actividad alguna. Los estudios en esqui-
zofrenia han mostrado en forma consistente un modo
default hiperactivo (hiperconectado) y una disociación
entre la red neuronal por defecto y las redes de tareas
mostrando una interacción funcional alterada entre
distintas redes neuronales (Dabiri et al., 2022).
Resonancia magnética funcional con actividad
inducida
Se observan patrones de activación alterados en cier-
tas regiones del cerebro como la corteza prefrontal, los
lóbulos temporales y el hipocampo (Mwansisya et al.,
2017).
Tomografía por emisión de positrones (PET)
Potente técnica que permite investigar procesos a nivel
celular y molecular a través de la utilización de agentes
marcados con radionucleidos emisores de positrones.
Uno de los más utilizados es el uorodeoxiglucosa
(FDG-PET). La corteza frontal y la temporal de pa-
cientes con esquizofrenia mostraron en estudios con
FDG-PET un hipometabolismomarcado, fenómeno
denominado hipofrontalidad esquizofrénica (White-
hurst et al., 2020; Townsend et al., 2022).
En otros estudios con FDG-PET se han hallado
diferencias según los tipos de esquizofrenia, siendo
distintas aquellas con predominio de síntomas posi-
tivos de las con predominio de síntomas negativos;
en este último caso muestran un hipometabolismo en
todas las cortezas y las regiones subcorticales. En las
esquizofrenias conpredominio de síntomas positivos
es más marcadoun hipometabolismo temporal y en el
sistema límbico.
Imagen por tensor de difusión DTI
Técnica que revolucionó la exploración de la sustancia
blanca del cerebro. El estudio ENIGMA pudo demos-
trar las profundas alteraciones de la sustancia blanca
en la esquizofrenia (Kelly et al., 2018).
En pacientes con esquizofrenia se ha evidenciado
anisotropía en tractos asociados a la amígdala, espe-
cícamente el fascículo uncinado que conecta la es-
tructura mencionada con las cortezas orbitofrontal y
medial, relacionadas a funciones ejecutivas. Por otro
lado, también es consistente la anisotropía en cuerpo
calloso en estos pacientes (Kubicki et al., 2007; Saglam
et al., 2023).
La anisotropía de la sustancia blanca prefrontal se
ha correlacionado con síntomas negativos, agresivi-
dad e impulsividad (Hoptman et al., 2002; Wolkin et
al., 2003).
Resonancia magnética espectroscópica (RME)
Método no invasivo que cuantica neurometabolitos
relacionados con procesos neurológicos y metabóli-
cos. Revela alteraciones de la integridad y el funcio-
namiento neuronales en la esquizofrenia. En estos pa-
cientes se observó una reducción de N acetil aspartato,
marcador de salud neuronal, en la corteza prefrontal y
el hipotálamo, ya desde el primer episodio, y así tam-
bién en pacientes crónicos, reejando disrupción neu-
ronal (Yucel et al., 2007). Otro hallazgo relevante en
estos estudios es el aumento de metabolitos del gluta-
mato consistente con la teoría de la disfunción del re-
ceptor NMDA en esta enfermedad (Iwata et al., 2018).
16. Diagnósticos diferenciales
La esquizofrenia, como la mayoría de las enfermeda-
des psiquiátricas, son diagnosticadas basándose en
sus síntomas clínicos. La base del diagnóstico se con-
forma de una historia completa, el examen clínico y
algunos exámenes de laboratorio auxiliares. Además,
es importante, tanto para el diagnóstico de esquizofre-
nia como para los diagnósticos diferenciales, obtener
información de familiares, amistades u otras fuentes a
n de determinar tiempos de evolución y una comple-
ta descripción de síntomas (Freudenreich, 2016).
El DSM-5 tiende a usar una clasicación categorial
pero también reconoce que ciertos dominios sinto-
máticos como la psicosis involucran múltiples catego-
rías diagnósticas. Sin dudas la esquizofrenia no es el
único trastorno que presenta síntomas psicóticos en
sus criterios diagnósticos. De allí surgen una variedad
de diagnósticos diferenciales que son relevantes en el
momento de evaluar un paciente con estos síntomas
132
Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
(Addington et al., 2017). Es decir, resulta inescindible
la sintomatología psicótica del diagnóstico.
No obstante, en la construcción del diagnóstico
de esquizofrenia y la posibilidad de diagnósticos di-
ferenciales y, dado que los síntomas psicóticos son la
piedra angular del diagnóstico inicial, se puede hacer
una primera e importante separación entre psicosis
primarias y psicosis secundarias. En estas últimas los
síntomas psicóticos, principalmente los positivos, son
vistos como resultado directo de enfermedades médi-
cas no psiquiátricas o uso y/o abuso de sustancias. En
las primarias son secundarios a otras enfermedades
psiquiátricas que no son estrictamente esquizofrenia
(Freudenreich, 2016).
Las presentaciones sintomáticas atípicas (edad no
frecuente, evolución y curso de la enfermedad, sinto-
matología, respuesta a los tratamientos) deben hacer-
nos pensar en la posibilidad de síntomas psicóticos
secundarios a patologías distintas a la esquizofrenia.
Por esto denimos y separamos los diagnósticos
diferenciales en psiquiátricos y no psiquiátricos, a sa-
ber (APA, 2013):
16.1. Psiquiátricos (APA, 2013)
a) Trastorno bipolar tipo 1 con síntomas psicóticos,
b) Depresión con síntomas psicóticos o catatónicos,
c) Trastorno esquizofreniforme y trastorno psicótico
breve, d) Trastorno esquizoafectivo, e) Trastorno de-
lirante, f) Trastornos de personalidad: Esquizotípica,
Paranoide o Esquizoide, g) Trastorno obsesivo com-
pulsivo y trastorno dismórco corporal h) Trastorno
por estrés postraumático, i) Trastorno del espectro au-
tista y j) Uso y abuso de sustancias.
16.2. No psiquiátricos (muchas veces acom-
pañados de otros síntomas) (Griswold et. al.,
2015).
k) Delirium, l) Hiper o hipoglucemia, ll) Hipoxia, m)
Sepsis, n) Alteración hidroelectrolítica, o) Depriva-
ción de sueño, p) Hipertiroidismo, q) Encefalitis anti
NMDA, r) VIH/neurosílis, s) Epilepsia, t) Oncológi-
cos, u) Tumores cerebrales o alteraciones anatómicas
cerebrales, v) Enfermedad de Cushing/Addison, w)
Lupus eritematoso sistémico, x) Farmacológicas (abs-
tinencia, efectos adversos), y) Nutricionales (decien-
cias vitamínicas B1, B3, B12), z) Genéticas (enferme-
dad de Wilson, Huntington).
Haremos una breve descripción de las caracterís-
ticas diferenciales en cada uno de ellos (Basu, 2017;
Kokurcan & Atbaşoğlu, 2015; McCutcheon et al.,
2020).
Trastorno bipolar tipo 1 con síntomas psicóticos:
generalmente confundido con esquizofrenia porque
los dos cuadros tienen algunos puntos en común: los
síntomas psicóticos de una manía o una depresión
bipolar pueden emular los síntomas positivos de la
esquizofrenia; comparten tratamientos; los síntomas
negativos pueden emular síntomas depresivos y, po-
siblemente, compartan ciertas vías neurobiológicas o
alteración de idénticos neurotransmisores.
Algunas diferencias posibles se basan en el tipo de
delirio, que suele ser más bizarro y desorganizado en
la esquizofrenia. También la velocidad de comienzo
que suele ser más insidiosa en esquizofrenia y más ex-
plosiva en la manía bipolar, sumado a los antecedentes
familiares y personales.
Trastorno esquizofreniforme y trastorno psicótico
breve: se diferencian por su curso temporal. En el caso
del primero, su duración es menor a 6 meses y, en el
segundo, no mayor a 1 mes.
Neuroimágenes estrcuturales Alteración
TAC Atroa cortical frontotemporal, caudado y tálamo
RMN
Disminución de sustancia gris y blanca en tálamo, corteza pre-
frontal,hipocampo, parahipocampo, núcleo caudado y corteza
insular
Neuroimágenes funcionales
RMNf RS Modo reposo hiperactivo
RMNf actividad Patrones de activación alterados en corteza prefrontal, lóbulos
temporales e hipocampo
PET FDG Hipometabolismo frontotemporal
DTI Anisotropía en sustancia blanca, fascículo arcuato, (amígdalo
frontal) y cuerpo calloso
RME Reducción de N acetil aspartato, marcador de salud neuronal, en
la corteza prefrontal y el hipotálamo
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
Trastorno esquizoafectivo: los síntomas en este tras-
torno incluyen alteraciones del ánimo, tanto manía
como depresión, coexistentes con los de esquizofre-
nia, sin poder establecerse una secuencia jerárquica
en su aparición.
Trastorno delirante: el paciente presenta ideas deli-
rantes variadas pero que no son tan bizarras o extrañas
como las de la esquizofrenia, son mejor sistematiza-
das; y no agrega otros síntomas como las alucinacio-
nes, la desorganización del pensamiento, la catatonía
o los síntomas negativos.
Trastornos de personalidad: la principal diferencia
es que los trastornos de personalidad son patrones
conductuales estables, de rasgo, en los que la aparición
de síntomas psicóticos es esporádica y limitada sobre
todo en el trastorno esquizotípico. En el caso del tras-
torno paranoide la aparición de síntomas psicóticos
no es observable.
En todos ellos las relaciones personales son muy li-
mitadas pero la extrañeza de pensamientos y compor-
tamientos son menos extremas que en la esquizofrenia.
Trastorno obsesivo compulsivo y trastorno dismór-
co corporal: estos trastornos involucran intensas
preocupaciones con obsesiones y compulsiones. Las
obsesiones pueden llegar a tener proporciones de-
lirantes, pero a diferencia de la esquizofrenia no se
observan alucinaciones visuales o auditivas ni desor-
ganización del pensamiento. Hay que tener en mente
que es común la comorbilidad entre estas dos patolo-
gías en la cual un paciente con esquizofrenia puede
además padecer trastorno obsesivo compulsivo (es-
quizo-toc), pero aquí sí se observará el complejo sin-
tomático psicótico propio de la esquizofrenia.
Trastorno por estrés postraumático: este trastorno
puede presentar imágenes retrospectivas (ashbac-
ks) que tienen un patrón alucinatorio y un estado de
hipervigilancia que puede remedar o alcanzar pro-
porciones paranoicas, pero hay un hecho traumático
desencadenante y los síntomas antes mencionados
aluden en general a este evento y no a otros.
Trastorno del espectro autista: estos pacientes pue-
den padecer también síntomas psicóticos, o que se
asemejan a estos, pero sus dicultades marcadas en
la interacción social con comportamientos repetitivos
motores o conductuales y los décits comunicaciona-
les son la base para el diagnóstico diferencial.
Uso y abuso de sustancias: aquí podemos diferenciar
entre síntomas psicóticos como efectos adversos de
medicamentos o tratamientos médicos y el efecto del
uso o abuso de sustancias con motivo recreacional o
adictivo. Entre los primeros podemos destacar a los
corticoides, los adrenérgicos, los anticolinérgicos, los
oipoides, los estimulantes dopaminérgicos, las hor-
monas tiroideas o los antituberculosos, entre otros.
Entre los segundos, la cocaína, la ketamina, el alcohol,
los alucinógenos, los anabólicos, entre otros. Clara-
mente, el antecedente de consumo de alguna de ellas
en un paciente sin otros datos de enfermedad psicóti-
ca de base debe ser evaluado.
Entre aquellos diagnósticos diferenciales secun-
darios a enfermedades no psiquiátricas solo haremos
mención aquí a ciertos tipos de epilepsia, cuadro de
cierta frecuencia en la consulta y de posible confusión
con la esquizofrenia.
Epilepsia: distinguir entre ciertas epilepsias y un epi-
sodio psicótico o una esquizofrenia es un punto im-
portante en la formación de un psiquiatra ya que los
síntomas psicóticos en ambos cuadros son muy simi-
lares y a veces realmente difíciles de diferenciar (Clan-
cy et al., 2014).
Aquellas convulsiones, habitualmente confundi-
das con esquizofrenia o con síntomas psicóticas, son
aquellas denominadas parciales complejas del lóbulo
temporal. Son las denominadas epilepsias del lóbulo
temporal. Los síntomas psicóticos que se maniestan
en estas epilepsias suelen ocurrir durante la convul-
sión (psicosis ictales) y se dan en un 7 % a un 11 % de
estos pacientes (Gattaz et al., 2011).
Un electroencefalograma puede denir el diagnós-
tico y permitir el tratamiento adecuado con antiepi-
lépticos y no con antipsicóticos en una primera ins-
tancia (LaFrance et al., 2008).
Agradecimiento: por la edición de este artículo a
Amalia Beatriz Dellamea, comunicadora cientíca es-
pecializada en divulgación (CONICET- Universidad de
Buenos Aires, UBA) y en producción y edición de dis-
curso cientíco, técnico y académico (Facultad de Far-
macia y Bioquímica, UBA).
Conicto de intereses: Gastón Bartoli: Ha recibido
honorarios como speaker de Bago, Gador, Eurofarma,
Siegfried, Lundbeck, Megalabs y Teva; Sebastián Ca-
mino: Dirección Médica Laboratorio Aristón, ha re-
cibido honorarios como speaker de ELEA y Baliarda;
Marcelo Cetkovich-Bakmas: ha sido conferencista o
asesor en Bagó, Adium, Gador, Baliarda y Boehringer;
Alejo Corrales: ha recibido honorarios como consultor
y/o speaker de Abbot, Adium, Gador, Janssen, Lund-
beck, Teva, Bago, Rao, Glaxo Smith Kline, Baliarda y
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Primer Consenso Argentino sobre el manejo de la Esquizofrenia. Segunda parte: consideraciones clínicas y diagnósticas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 103-145.
Casasco, y ha recibido honorarios académicos y de in-
vestigación de la Universidad de Aharus, Dinamarca;
Pedro Damián Gargolo: ha recibido honorarios como
speaker de Janssen, Bago, Baliarda, Teva y Montpellier;
Pedro Rafael Gargolo: no tiene conictos para declarar
en los últimos 5 años; Fa-bian Lamaison: ha recibido
honorarios como speaker e investigador de Jannssen,
Bago, Baliarda, Bohermigher, Elea, Teva, Rao, Adium
y Abbot; Eduardo Leiderman: ha recibido honorarios
como speaker de Boehringer Ingelheim y del Laborato-
rio Elea; Eliana Marengo: ha recibido honorarios como
speaker de Elea y Roemmers; Carlos Morra: PI de Jans-
sen (Johnson & Johnson), Novartis, Lilly, John Wyeth,
Otsuka, Bristol Myers Squibb, AstraZeneca, Pzer,
GSK, Sanofy Syntelabo, Shire, Dainipon Sumitormo
Pharma, Bial, Takeda, I3, Roche (Homan Laroche),
Quintiles, PRA, Parexel, Worldwide Clinical Trials,
Covance, Latintrials, Sunovion, Global SMO (fases
1,2,3,4), Eisai, Syneos, ICON, Lunbeck, Boeringer Ingel-
heim, Alkermes, InQvia, Teva, Acadia, Intra-Cellular
erapies Inc., Sage erapeutics, Premier, Neurocrine
Biosciences, Inc., Axovant, Biogen, Neumora erapeu-
tics, Inc. Newron, Clinrix y Maplight; Cintia Prokopez:
ha recibido honorarios como conferencista de Baliarda
y una beca educativa de Bristol Myers Squibb a través
de Oxford Heatlh Policy Forum; Julieta Ramírez: ha re-
cibido honorarios como speaker de Acadia, Bago, Ba-
liarda, Boehringer Ingelheim, Casasco, Gador, Gedeon
Ritcher, Janssen, Lundbeck, Megalabs, Rao, Roemmers
y Siegfried; Daniel Sotelo: ha recibido honorarios como
speaker de Janssen, Bagó, GSK y honorarios como PI de
Johnson & Johnson e Intra-Celullar erapies; Gustavo
Vázquez: ha recibido honorarios como speaker/advisor
de Abbvie, Adium, Allergan, Asofarma y Elea/Phoenix;
Juan José Vilapriño: ha recibido honorarios de Eurofar-
ma, Gador, Janssen, Lundbeck/Otsuka y NeonMind;
Manuel Vilapriño Duprat: ha recibido honorarios de
Biosciences, Psicofarma, Rao, Sunovion, y Tecnofar-
ma; Marcela Waisman Campos: ha recibido honorarios
como speaker de Abbot, Lepetit, Adium, Baliarda, Aris-
ton, Roemmers, Bago y Teva. El resto de los autores no
tienen conicto de intereses que declarar.
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Artículo de opinión
146
Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el
ámbito ambulatorio
Proposal for the management of involuntary hospitalizations in the outpatient setting
Ezequiel Mercurio1
RECIBIDO 12/12/2024 - ACEPTADO 5/3/2025
1.Médico especialista en psiquiatría y medicina legal. Magister en Ciencias Criminológico Forenses. Centro de Interdisciplinario de Investigaciones
Forenses, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. orcid: https://orcid.org/0000-0002-0521-6981
Correspondencia:
ezequielmercurio@gmail.com
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.948
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.948
Resumen
Las internaciones involuntarias en salud mental representan un desafío para los profesionales que trabajan en
servicios ambulatorios, debido a las tensiones entre la necesidad terapéutica y las críticas desde el enfoque
de derechos humanos. Para una gestión adecuada estas prácticas se requieren dos niveles de intervención:
la valoración del riesgo de daño y la gestión acorde al nivel de riesgo evaluado. Para ello se proponen reco-
mendaciones prácticas para la gestión de internaciones involuntarias en diferentes contextos de atención
ambulatoria. Se analizan seis escenarios distintos de atención: 1) servicios ambulatorios dentro de hospitales
especializados o generales; 2) servicios de atención ambulatoria de gestión pública; 3) servicios de atención
ambulatoria de gestión privados dentro de centros asistenciales, 4) servicios de atención ambulatoria de ges-
tión privados fuera de centros asistenciales; 5) consultorios privados y 6) telepsiquiatría. Para cada escenario
se proporcionan recomendaciones especícas sobre los procedimientos de derivación, el manejo de la segu-
ridad del paciente y la coordinación entre profesionales e instituciones. Contar con protocolos claros y guías
de actuación permiten reducir la incertidumbre profesional, evitar improvisaciones y garantizar una atención
adecuada.
Palabras clave: internación involuntaria, salud mental, atención ambulatoria, gestión del riesgo
Abstract
Involuntary commitment in mental health represent a challenge for professionals working in outpatient services, due
to tensions between therapeutic necessity and criticisms from a human rights perspective. Effective management of
involuntary commitment requires a dual-level approach: comprehensive risk assessment followed by appropriate risk
management. This paper outlines practical guidelines for managing involuntary detention across diverse outpatient
settings. We analyze six distinct healthcare scenarios: 1) outpatient services within specialized or general hospitals; 2)
public outpatient care services; 3) private outpatient care services within healthcare centers; 4) private outpatient care
services outside healthcare centers; 5) private practice ofces; and 6) telepsychiatry. For each scenario, we provide
detailed recommendations addressing referral protocols, patient safety measures, and inter-professional-institutional
coordination. Our ndings suggest that implementing clear protocols and standardized guidelines signicantly reduces
professional uncertainty, minimizes improvisation in critical situations, and ensures consistent, high-quality patient care.
Keywords: Involuntary commitment, mental health, outpatient services, risk management
147
Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153
Introducción
A más de una década de la sanción de la Ley Nacional
de Salud Mental, las tensiones en torno a su aplicación
siguen vigentes (Mercurio & Silva, 2021; Peiró, 2020).
Uno de los puntos de mayor tensión gira alrededor
de las internaciones. Durante el 2019, se realizaron en
la Ciudad de Buenos Aires más de 2700 internaciones
involuntarias1, lo que representa una tasa aproximada
de 118 cada 100 mil habitantes. Esta cifra es similar
a la reportada en España, menor a la de Países Bajos,
Australia y Francia y mayor a la reportada en países
como Irlanda, Nueva Zelanda y Dinamarca (Rains et
al., 2019). Las internaciones involuntarias por motivos
de salud mental son medidas terapéuticas excepcio-
nales que implican una privación de la libertad (Co-
misión Interamericana de Derechos Humanos, 2011,
nota 50; Mercurio & Silva, 2021). Dado su carácter
coactivo dichas medidas son objeto de fuertes críti-
cas desde el campo de los derechos humanos (Comité
sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad,
2014, pág. 16; 2022; Consejo de Derechos Humanos,
2019, párr. 12 y ss; Naciones Unidas; 2015).
En este marco, donde la internación involuntaria,
como medida terapéutica de carácter coactiva recibe
fuertes críticas desde el campo de los derechos huma-
nos, muchos profesionales enfrentan una gran incerti-
dumbre, temores y desafíos al momento de gestionar
dicha indicación en contextos de atención ambulatoria.
En la práctica actual, las internaciones que provie-
nen de ámbitos de atención ambulatoria cuentan con
la intervención de varios profesionales para la gestión
de dicha indicación: 1) el profesional que indica la in-
ternación en su consultorio, 2) el profesional que par-
ticipa en el traslado del paciente a la institución, 3) el
equipo interdisciplinario del centro asistencial, quien
en denitiva decidirá o no la internación. Esto repre-
senta un desafío en los casos concretos ya que pueden
existir opiniones profesionales diferentes sobre la per-
tinencia o no de la internación en un mismo caso.
Las internaciones involuntarias en salud mental
requieren de dos niveles: 1) la valoración del riesgo
de daño para sí o para terceros como consecuencia de
un padecimiento psíquico y 2) la gestión adecuada del
caso en base a la valoración realizada en 1).
La gestión del caso debe ser congruente con el nivel
del riesgo evaluado. Si el riesgo de daño para sí o para
terceros que se ha evaluado es elevado, se requiere una
respuesta rápida para intentar disminuir dicho riesgo.
Si la decisión profesional es que la hospitalización in-
voluntaria es la medida más conveniente para el caso,
esta debe ser gestionada de manera adecuada. La ges-
tión adecuada del caso tiene por objeto resguardar la
seguridad del paciente y por añadidura disminuir el
riesgo medico-legal del profesional.
En este contexto, el objetivo del presente trabajo es
presentar una propuesta a modo de recomendaciones
para la gestión de las internaciones involuntarias en
diferentes contextos de atención ambulatoria. No se
abordarán cuestiones relacionadas con la evaluación
y valoración del riesgo de daño para sí o para terceros
ni sobre el concepto de riesgo cierto e inminente (arti-
culo 20 de la Ley 26657) Para ello pueden consultarse
otras publicaciones especícas (Redacción Clepios,
2019; Silva, 2017; Ghioldi & Toro Martinez, 2010;
Toro Martinez, 2011; 2013; Pueyo & Redondo Illescas,
2007; Arbach & Pueyo, 2007; Arbach, Pueyo, Poma-
rol–Clotet, & Gomar–Sones, 2011; Pueyo & Arbach,
2014; National Condential Inquiry into Suicide and
Safety in Mental Health, 2018; Woodford et al., 2019;
Carter et al. 2017)
Aspectos médico legales en la valoración
y gestión del riesgo
En el contexto actual, si bien las internaciones invo-
luntarias se encuentran previstas en nuestra legislación
(artículo 20 de la Ley 26657 y articulo 41 del Código
Civil y Comercial) estas medidas reciben intensas crí-
ticas desde el campo de los derechos humanos. Esta si-
tuación expone a los profesionales a una gran tensión e
incertidumbre sobre cómo intervenir en ciertos escena-
rios. Además, muchos expresan temores relacionados
con el riesgo médico-legal que pueden implicar sus de-
cisiones, prácticas y conductas terapéuticas.
La responsabilidad profesional del psiquiatra ope-
rará cuando la conducta del paciente haya sido razo-
nablemente previsible, y debería haberse previsto, y
pudo haberse evitado en esas circunstancias de tiempo
y lugar. Asimismo se requiere que el profesional haya
1. Resulta complejo determinar con precisión el número de internaciones involuntarias ya que se dispone del número de intervenciones del
equipo de abogados y abogadas de la defensa pública del artículo 22 de la ley 26657, que participan en los casos donde no se encuentra dis-
cutida la restricción de la capacidad jurídica. En este último caso participan los defensores/as públicos/as curadores/as. Ministerio Público
de la Defensa. Defensoría General de la Nación. (2019). Informe Anual, p. 115.
148
Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153
actuado con descuido, temeridad o desconocimiento
(Espector, 2014). En este sentido, dicho autor señala
que “el riesgo médico legal del psiquiatra […] se mini-
miza, cuando se aplican conductas idóneas, prudentes
y diligentes, cumpliendo con la lex artis actualizada y
consignando la conducta en una historia clínica cui-
dadosamente confeccionada” (Espector, 2014).
Como se ha señalado, una internación involunta-
ria esta compuesta por dos niveles: la valoración del
riesgo de daño para sí/o para terceros y la gestión
acorde a nivel del riesgo valorado. En este sentido, la
jurisprudencia se ha expedido sobre la responsabili-
dad profesional y/o institucional en ambos niveles (la
valoración y gestión).
Por ejemplo. con relación a la valoración del riesgo
Espector (2014) señala que: "(u)na fuente frecuente de
juicios contra los psiquiatras es por no haber podido
diagnosticar un riesgo suicida evidente y, en conse-
cuencia, no haber adoptado las medidas preventivas.
En este mismo sentido se ha señalado que: “es clara
la responsabilidad del psiquiatra que no advierte la
tendencia suicida o agresiva de una enfermo mental,
siempre dentro de las regales de la lex artis, o que, ad-
virtiéndola no toma las medidas de prevención opor-
tunas” (Llamas Pombo, 1998 citado por Kraut, 2000).
Con respecto a la gestión se ha señalado que se tra-
ta de “…tomar las medidas de seguridad pertinentes
y aplicar el tratamiento adecuado” (Grisetti, 2009, p.
2950) En este mismo sentido Espector (2014) señala
que: “Si el psiquiatra conoce o, al estar claro el cuadro,
razonablemente debía conocer que el paciente repre-
senta riesgo, asume un deber legal especíco que lo
obliga a protegerlo inmediatamente, debiendo indicar
y utilizar todas las medidas de cuidado disponibles,
adecuadas, oportunas, razonables y proporcionales
al riesgo, entre las que se encuentra la internación en
un establecimiento especializado que cuente con los
medios necesarios (profesionales y de infraestructura)
para brindarle la contención apropiada que lo proteja
de sus impulsos autodestructivos.
Dicho de otro modo, cuando el especialista ha de-
tectado riesgo suicida, se le impone la obligación jurí-
dica de obrar, extremándose la exigencia de proteger
la vida de su paciente, a partir de la necesidad inme-
diata de vigilancia, cuidado, seguridad y tratamiento.
Es menester considerar que el deber de seguridad y
cuidado debe ser directamente proporcional al riesgo
conocido o conocible a través de un adecuado ejerci-
cio profesional” (p 70).
Por su parte con respecto a la seguridad del pacien-
te frente a una situación de riesgo cierto e inminente
la jurisprudencia ha señalado que: “…la falta de medi-
das adecuadas de seguridad ante las características de
la patología que presentaba el paciente, las que exigían
la internación para lograr su objetivo, por encontrarse
en una situación de riesgo cierto e inminente para sí,
hace responsable en el caso al hospital público depen-
diente del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Bue-
nos Aires, por entender que esa falta de diligencia del
personal dependiente de la parte demandada o de la
debida organización del hospital fue causa adecuada
del desenlace fatal” (M. M. y otro c/G.C.A.B.A. y otros
s/daños y perjuicios. Expte. N° 104.077/2004).
También la jurisprudencia se ha ocupado del tras-
lado, seguridad y control de los pacientes a un lugar
adecuado: “Trasladar a un lugar adecuado que per-
mita cuidado, seguridad y control de sus conductas,
estructuralmente acondicionado para el n propues-
to, en orden a facilitar la observación permanente e
impedir en lo posible los comportamientos auto o he-
teroagresivos (F. V. c/ Gobierno De La Ciudad Autó-
noma De Buenos Aires y Otro S/ Daños Y Perjuicios.)
La gestión de la internación en servicios
de atención ambulatoria
Los profesionales de la psiquiatría deben enfrentar-
se en la práctica cotidiana a escenarios y situaciones
complejas en el ámbito de la atención ambulatoria
tanto pública como privada. Se han identicado cier-
tas situaciones recurrentes que desafían la práctica
asistencial (ver Cuadro 1).
Frente a los desafíos de la práctica enunciados en
el Cuadro 1 los profesionales ponen en marcha una se-
rie conductas y prácticas que en algunos casos llevan a
una gestión inadecuada (ver Cuadro 2).
Una vez que el profesional, luego de la evaluación y
valoración del paciente, estimó que la indicación más
ajustada para el caso es la internación involuntaria
deberá gestionarla de manera adecuada de acuerdo al
escenario en el que se encuentre.
En este marco se presentarán a continuación una
serie de recomendaciones, desarrolladas en base a la
experiencia en psiquiatría forense del autor, a modo
de propuesta para la gestión de la internación en los
escenarios más frecuentes en el que se desempeñan
los profesionales en la atención ambulatoria.
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Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153
Escenario A
Servicio de atención ambulatoria dentro de
un Hospital o Clínica Especializados en
Salud Mental o en un Hospital General
En este escenario el Servicio de atención ambulatoria
y el lugar donde se realizará la internación se encuen-
tran en el mismo predio edilicio. En este caso la reco-
mendación es que el paciente sea trasladado y acom-
pañado por personal de salud (médico/a, psicóloga/o,
enfermero/a) desde el
Servicio de atención ambulatoria hasta la Guardia
donde se realizan las evaluaciones e ingresos para la
internación, junto con la indicación de internación y
la historia clínica (si hubiera una propia del servicio
ambulatorio) o un resumen de la misma. Teniendo en
cuenta que se trata de una internación que se realizará
dentro de la misma institución, la historia clínica del
Servicio de atención ambulatoria podrá ser tenida a
la vista, analizada por el equipo interdisciplinario de
Guardia para una mayor comprensión y visión in-
tegral del caso, y luego será regresada al Servicio de
atención ambulatoria.
Escenario B
Servicio de atención ambulatoria externo en
el ámbito de la gestión pública
En este escenario el Servicio de atención ambulato-
ria y el lugar donde se realizará la internación no se
encuentran en el mismo predio edilicio. Estos po-
drían ser los casos de los Centros de Salud y Atención
Comunitaria y/o Centros de Salud Mental. En estos
casos la recomendación es solicitar la derivación al
hospital de referencia del Centro mediante el Sistema
de Atención Médica de Emergencia local (por ejem-
plo, el SAME, en el caso de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires, o algunos municipios de la provincia
de Buenos Aires). En estos casos la recomendación es
que el paciente sea trasladado por un sistema de am-
bulancia hacia la Guardia del hospital de referencia,
donde será evaluado por un equipo interdisciplinario,
adjuntando la orden de internación y un resumen de
historia clínica. Es recomendable que los profesiona-
les del Centro de Salud se comuniquen con sus colegas
de la Guardia del hospital de referencia, ya que per-
tenecen a la misma Área programática. Esto permite
compartir antecedentes relevantes del caso y realizar
una derivación referida con una comunicación directa
entre el equipo que deriva y el que recibe. Establecer
puentes de comunicación inter e intrainstitucionales
mejora los procesos de derivación.
Escenario C
Servicio de atención ambulatoria externo en
el ámbito de la gestión privada fuera de un
centro asistencial
En este escenario el Servicio de atención ambulatoria
y el lugar donde se realizará la internación no se en-
cuentran en el mismo predio edilicio. Estos podrían
ser los casos de Centros de consultas externas de ges-
tión privada donde las internaciones en salud mental
Cuadro 1. Desafíos en la práctica ambulatoria*
Múltiples profesionales intervinientes en la gestión de la internación involuntaria.
Rechazo por parte del paciente de la indicación de internación involuntaria.
Rechazo por parte de los familiares del paciente de la indicación de internación involuntaria.
Falta de adecuación en los espacios de espera para la supervisión de la seguridad de los pacientes antes de la derivación.
Falta de personal para acompañar al paciente previo al traslado.
Falta de sistema de ambulancia para la derivación del paciente.
* Las situaciones que se enumeran no pretenden ser una lista exhaustiva de todos los desafíos de la práctica sino una muestra a modo de ejemplo
de las más recurrentes.
Cuadro 2. Conductas profesionales que llevan a una gestión inadecuada
Firmar el rechazo de la indicación de internación involuntaria por parte del paciente.
Firmar el rechazo de la indicación de internación involuntaria por parte del/los familiar/es.
Dejar al paciente a la espera de la derivación en lugares inadecuados en cuanto al resguardo de su seguridad.
No supervisar, ni contener, ni evaluar de forma periódica al paciente durante la espera de la derivación.
Que el paciente se traslade solo o con un familiar al lugar de internación.
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Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153
se encuentran tercerizadas en clínicas especializadas
en salud mental. En estos casos la recomendación es
solicitar la derivación por el sistema de emergencia
general o de salud mental propio de la obra social o
de la empresa de medicina prepaga a través de la cual
presta servicios la institución. En casos particulares
puede solicitarse al sistema público la derivación a
través del SAME.
Se recomienda que tanto en los escenarios B como
C el paciente aguarde la derivación en un lugar segu-
ro, bajo supervisión, control y contención profesional
hasta que se efectivice la misma.
Escenario D
Servicio de atención ambulatoria externo en
el ámbito de la gestión privada dentro de un
centro asistencial
En este escenario el Servicio de atención ambulatoria
se encuentran dentro de un Hospital o Centro asisten-
cial pero en éste no se realizan internaciones en sa-
lud mental. Estos podrían ser los casos de consultorios
externos de salud mental dentro de hospitales o clíni-
cas de atención general pero donde las internaciones
en salud mental se encuentran tercerizadas en clínicas
especializadas en salud mental. En estos casos la reco-
mendación es solicitar la derivación por el sistema de
emergencia general o de salud mental propio de la obra
social o de la prepaga a través de la cual presta servicios
para la institución. En este escenario es recomendable
que el paciente sea acompañado hacia el área de guar-
dia general hasta esperar la derivación solicitada. Esto
permitirá una mejor supervisión, control y atención sa-
nitaria hasta que se efectivice la derivación.
Escenario E
Atención ambulatoria en consultorio privado
En este escenario el profesional trabaja de forma inde-
pendiente en su consultorio privado. En este caso sur-
gen diferentes recomendaciones que deben adaptarse
a cada paciente. Para los casos en los que pacientes
cuenten con un sistema de obra social o prepaga, el
profesional debe conocer los mecanismos de deriva-
ción para los casos de internación por salud mental
(teléfonos dónde comunicarse, lugares y centros de de-
rivación). En ese caso se recomienda intervenir como
en el escenario C. Para los casos en lo que pacientes
no cuenten con un sistema de obra social o prepaga, se
recomienda intervenir como en el escenario B, solici-
tar la derivación por el sistema de emergencia público.
En los casos de profesionales independientes que ejer-
cen su práctica en consultorio de forma privada, tam-
bién podría ser recomendable contar con un sistema
de atención médica de emergencia privado.
Escenario F
Atención ambulatoria por vía remota
(telepsiquiatría)
En este escenario en general el profesional trabaja de
forma independiente en su consultorio privado pero
la consulta se desarrolla por vía remota (video con-
ferencia / video llamada). En algunos casos los con-
sultantes y profesionales se encuentran en ciudades
diferentes, por tal motivo es recomendable que el pro-
fesional se familiarice y conozca los canales y procesos
de derivación de los sistemas de emergencias locales
(Shore, Hilty & Yellowlees, 2007). En estos casos es
recomendable contar con teléfonos de contacto con
familiares y/o allegados que forman parte de la red del
consultante para el caso que durante la consulta con
el paciente la comunicación se interrumpa y/o deban
dejarse pautas de intervención. En este caso como en
el escenario E surgen diferentes recomendaciones que
deben adaptarse a cada paciente. El profesional debe
conocer si su paciente cuenta o no con obra social o
prepaga y los sistemas de derivación de cada caso. Si
el paciente cuenta con obra social o prepaga, se re-
comienda que el profesional se comunique con ellas,
solicitar la derivación del paciente y comunicarse con
los familiares o red apoyo para informarlos de la si-
tuación y que puedan estar en contacto directo y junto
al paciente de forma presencial. Es recomendable que
el profesional mantenga un contacto constante con el
paciente, con el objeto de brindar apoyo y contención
y también con su familia/red hasta que se efectivice la
derivación. Para el caso que paciente no cuente con
obra social o prepaga, la recomendación es similar,
solo que se recomienda solicitar la derivación a tra-
vés del sistema público de emergencias. Para los casos
en que los consultantes no estén dentro del territorio
argentino, resulta recomendable que los profesionales
conozcan los normas, procesos y vías de derivación
2. Estos casos particulares podrían incluir situaciones de emergencia que requieren una rápida y urgente atención y no resulta posible esperar
los tiempos administrativos para la ubicación de una plaza de internación o la derivación a un centro privado. En esos casos los pacientes deben
ser trasladados de forma urgente a un hospital general.
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Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153
del país donde se encuentre el paciente. En todos los
casos de atención mediante telepsiquiatría se debe in-
formar con claridad y precisión los alcances y limita-
ciones de la atención a distancia, así como también los
procesos que se llevarán adelante en caso de requerir-
se un internamiento involuntario.
Las internaciones involuntarias son una de las alter-
nativas terapéuticas disponibles para los profesionales
de la salud mental, previstas en la legislación nacional
y que deben ser indicadas en casos especícos (artícu-
lo 20 de la Ley 26657 y artículo 41 del Código Civil y
Comercial). Por lo tanto, cuando un profesional de la
salud mental se enfrenta a una situación clínica en la
que su paciente requiere una internación involuntaria,
la gestión de la misma no podría, salvo situaciones par-
ticulares, ser considerara una situación imprevisible. Es
por ello que es crucial que todos los profesionales cuan-
do ingresan a una institución, o comienzan la atención
de un nuevo paciente, conozcan con precisión los cana-
les y procedimientos para la derivación de sus pacientes
y/o de las instituciones en las que trabajan.
Para todos aquellos casos en los que se valoró, lue-
go de la evaluación profesional, la indicación de una
internación involuntaria y el paciente se retira del
establecimiento antes de que se efectivice una deri-
vación, es recomendable que se dé aviso a las fuerzas
de seguridad. Esto se encuentra fundado en que, de
acuerdo a lo reglamentado en el artículo 20 del de-
creto 603/13, las fuerzas de seguridad de seguridad
que tomen contacto con una situación de riesgo cierto
e inminente para la persona o para terceros por pre-
sunto padecimiento mental, deberán intervenir pro-
curando evitar daños, dando parte inmediatamente
y colaborando con el sistema de emergencias sanita-
3.El Ministerio de Seguridad en el 2013 aprobó las resolución nro. 506 las “Pautas para la Intervención de los Cuerpos Policiales y Fuerzas de
Seguridad con el objeto de preservar la seguridad en situaciones que involucran a personas con presunto padecimiento mental o en situación
de consumo problemático de sustancias en riesgo inminente para sí o para terceros”.
4.Artículo 42.- Traslado dispuesto por autoridad pública. Evaluación e internación. La autoridad pública puede disponer el traslado de una
persona cuyo estado no admita dilaciones y se encuentre en riesgo cierto e inminente de daño para sí o para terceros, a un centro de salud
para su evaluación. En este caso, si fuese admitida la internación, debe cumplirse con los plazos y modalidades establecidos en la legislación
especial. Las fuerzas de seguridad y servicios públicos de salud deben prestar auxilio inmediato.
5.Por ejemplo, en un paciente en el que se valora un riesgo de suicidio que se ha elevado al momento de la consulta, que no ha respondido a
los tratamientos instaurados, plantea una situación seria que requiere atención y tratamiento a tiempo, pero en el que no esta en riesgo su
vida o su salud de forma inmediata y, por lo tanto, la derivación para su internación debe realizarse en el corto plazo, pero existe un tiempo
prudencial para que se efectivice. Todos los casos que se valoran con indicación de internación involuntaria requieren supervisión, control,
monitoreo y revisión constante con el objetivo de contener al paciente y pesquisar cambios bruscos que puedan hacer modicar la situación
a una emergencia. Es decir se trata de una condición dinámica.
6. Por ejemplo, un paciente que llega a la consulta externa y menciona que ha realizado una sobreingesta de psicofármacos minutos pre-
vios a la consulta. Otra situación podría ser el caso de un paciente que presenta durante la consulta un episodio de agitación motriz con
autoagresión. Son casos en los que se requiere una atención rápida e inmediata, ya que la salud y la vida del paciente se encuentra en una
situación actual de amenaza.
rias que corresponda. En forma similar se encuentra
contemplado en el artículo 42 del Código civil y Co-
mercial. En otras palabras, el profesional valoró, en el
contexto de una atención ambulatoria, una situación
de riesgo cierto e inminente y solicitó la derivación
correspondiente para realizar una evaluación interdis-
ciplinaria e internación. Sin embargo, el paciente se
retiró del establecimiento antes de la derivación. La
comunicación a las fuerzas de seguridad es clave para
alertarlas de que dicho paciente se encuentra en una
situación de riesgo cierto e inminente y que en caso de
ser encontrado por éstas, deben informar al sistema
de emergencias y/o trasladar al paciente a un centro
de salud si su estado no admite dilaciones.
En ninguno de los escenarios planteados en A, B,
C, D o E, es recomendable que el profesional luego
que valoró la necesidad de una internación involun-
taria, le extienda al paciente una orden de evaluación
interdisciplinaria e internación, para que se traslade
solo o con sus familiares a un centro sanitario. De-
pendiendo de cada caso, la derivación para interna-
ción involuntaria puede tratarse de una situación de
urgencia o emergencia médica. En ambos casos, la
derivación debe realizarse con supervisión y control
por parte de profesionales de la salud de manera simi-
lar a lo que ocurre con otras especialidades médicas.
Para una orientación y guía para la clasicación de
los casos en base a los diferentes niveles de urgencia y
prioridad para la atención y traslado en el ámbito de
la salud mental pueden consultarse las propuestas de
Triage realizadas por Mazzoglio y col. (2020; 2023).
Por otro parte, cabe resaltar con respecto a la ne-
gativa de los familiares o del paciente a la indicación
de internación involuntaria que “la internación invo-
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Propuesta para la gestión de internaciones involuntarias en el ámbito ambulatorio
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 146-153
luntaria es una indicación terapéutica que surge luego
de un proceso de evaluación y diagnóstico profesional
y no por una conveniencia de familiares, allegados o
terceros. Es en este mismo sentido que la negativa a
la internación por parte de los familiares, allegados o
terceros, no es un motivo fundado para no gestionar
una internación que se ha indicado profesionalmente
(Mercurio & Silva, 2021).
Conclusiones
Las internaciones involuntarias por motivos de salud
mental son medidas terapéuticas excepcionales que
implican una privación de la libertad. Por su carácter
coactivo, reciben importantes críticas desde el campo
de los derechos humanos. En este contexto, muchos
profesionales se encuentran frente a una gran incer-
tidumbre de cómo deben intervenir ante ciertos esce-
narios de atención ambulatoria y también a una serie
de temores relacionados con el riesgo medico-legal
que pueden implicar sus decisiones, prácticas y con-
ductas terapéuticas.
La responsabilidad profesional del psiquiatra, al
igual que en otras especialidades, operará cuando la
conducta del paciente haya sido razonablemente pre-
visible, y debería haberse previsto y pudo haber sido
evitada en esas circunstancias de tiempo y lugar.
Las internaciones involuntarias requieren de dos
niveles: 1) evaluación y valoración de la presencia de
riesgo, cierto e inminente y 2) la gestión adecuada del
caso en base a la valoración realizada en 1). La gestión
del caso debe ser congruente con el nivel del riesgo
valorado. Si el nivel de riesgo de daño para sí o para
terceros que se ha evaluado es elevado, se requiere una
respuesta rápida para intentar disminuir dicho riesgo
y, si la decisión profesional es que la hospitalización
involuntaria es la medida más conveniente, esta debe
ser gestionada de manera adecuada. La gestión ade-
cuada del caso tiene por objeto mantener la seguridad
del paciente y por añadidura disminuir el riesgo mé-
dico legal del profesional.
La práctica asistencial en servicios de atención
ambulatoria presenta desafíos (ver Cuadro 1) en la
gestión de las internaciones involuntarias. En estos
contextos, se han identicado ciertas conductas pro-
fesionales que llevan a una gestión inadecuada de di-
chas medidas terapéuticas (ver Cuadro 2).
Tener una hoja de ruta clara y precisa de cómo ges-
tionar una internación involuntaria cuando un profe-
sional presta sus servicios en centro de atención am-
bulatoria, reduce la incertidumbre de cómo intervenir,
evita improvisaciones y pérdidas de tiempo innecesa-
rias. Todo ello redunda en una mejor y más adecuada
atención de cada paciente de acuerdo a sus necesidades.
En este trabajo se presentó una propuesta para la
gestión de las internaciones involuntarias de acuerdo
a los escenarios más frecuentes donde se desarrolla la
atención ambulatoria en salud mental. Se considera
que este podría ser el punto de partida para generar
un mayor interés y debate en esta temática. La búsque-
da de consensos de expertos que puedan emitir guías
y recomendaciones en este campo se presenta como
una línea crucial para futuros trabajos.
Conicto de intereses: el autor declara no tener con-
icto de intereses.
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Artículo de opinión
154
Inteligencia articial en salud mental: evaluación temprana del
riesgo suicida con responsabilidad ética
Articial intelligence in mental health: early assessment of suicide risk with ethical responsibility
Jorge Hernández Navas1, Luis Dulcey Sarmiento2, Jaime Gómez Ayala3, Juan Therán
León4, Javier Alonso Vesga5, Oscar Daniel López6
RECIBIDO 9/5/2025 - ACEPTADO 6/8/2025
1.Médico investigador. Universidad de Santander, Bucaramanga, Colombia. https://orcid.org/0009-0001-5758-5965
2.Médico especialista en medicina interna. Universidad de los Andes, Mérida,
Venezuela. https://orcid.org/0000-0001-9306-0413
3.Profesor titular. Facultad de medicina. Universidad Autónoma de Bucaramanga, Colombia. https://orcid.org/0000-0002-1103-9598
4.Médico residente de medicina familiar. Universidad de Santander, Bucaramanga, Colombia. https://orcid.org/0000-0002-4742-0403
5.Médico general. Universidad Industrial de Santander, Bucaramanga, Colombia. https://orcid.org/0000-0001-8956-2912
6.Médico general. Universidad de Santander, Bucaramanga, Colombia. https://orcid.org/0000-0002-7280-3086
Autor correspondiente:
Jorge Andrés Hernández Navas
Jorgeandreshernandez2017@gmail.com
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.949
Resumen
El suicidio constituye una de las principales causas de muerte prevenible a nivel global, afectando especial-
mente a personas jóvenes entre los 15 y 29 años. Esta problemática de salud pública tiene un impacto de-
vastador en individuos, familias y comunidades, y plantea un desafío clínico persistente para los sistemas de
salud. A pesar de décadas de investigación en prevención, los profesionales continúan enfrentando dicultades
considerables para identicar de manera temprana a los individuos en riesgo inminente. En este escenario,
la inteligencia articial (IA) ha surgido como una herramienta innovadora con el potencial de transformar la
evaluación y detección del riesgo suicida mediante el análisis de datos complejos y multimodales.
Palabras clave: suicidio, inteligencia articial, chatbots
Abstract
Suicide is one of the leading causes of preventable death globally, particularly affecting young people between the ages
of 15 and 29. This public health problem has a devastating impact on individuals, families, and communities, and poses
a persistent clinical challenge for health systems. Despite decades of research in prevention, professionals continue to
face considerable difculties in identifying individuals at imminent risk early on. In this context, articial intelligence (AI)
has emerged as an innovative tool with the potential to transform suicide risk assessment and detection through the
analysis of complex and multimodal data.
Keywords: suicide, articial intelligence, chatbots
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 154-156. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.949
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Inteligencia articial en salud mental: evaluación temprana del riesgo suicida con responsabilidad ética
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 154-156
Introducción
El suicidio constituye una de las principales causas
de muerte prevenible a nivel global, afectando espe-
cialmente a personas jóvenes entre los 15 y 29 años.
Esta problemática de salud pública tiene un impacto
devastador en individuos, familias y comunidades, y
plantea un desafío clínico persistente para los siste-
mas de salud. A pesar de décadas de investigación en
prevención, los profesionales continúan enfrentando
dicultades considerables para identicar de manera
temprana a los individuos en riesgo inminente. En
este escenario, la Inteligencia Articial (IA) ha surgi-
do como una herramienta innovadora con el poten-
cial de transformar la evaluación y detección del ries-
go suicida mediante el análisis de datos complejos y
multimodales (Dehbozorgi et al., 2025).
Detección de riesgo suicida con IA
El uso de algoritmos de aprendizaje automático per-
mite procesar grandes volúmenes de información
estructurada y no estructurada, tales como historias
clínicas electrónicas, notas de evolución, patrones de
uso de servicios de urgencias, registros de anteceden-
tes psiquiátricos y, más recientemente, datos de com-
portamiento digital en redes sociales. Estos modelos
han mostrado una capacidad destacada para identi-
car patrones sutiles y no evidentes para el juicio clí-
nico humano, lo cual podría facilitar una detección
más oportuna de pacientes con riesgo elevado. Por
ejemplo, el análisis semántico de lenguaje natural –
tanto oral como escrito– ha demostrado su utilidad
para detectar expresiones indirectas de desesperanza,
anhedonia, ideación suicida encubierta o aislamiento
social, incluso en ausencia de una declaración explíci-
ta de intenciones autolíticas (Dehbozorgi et al., 2025,
Cruz-Gonzalez et al., 2025).
Consideraciones éticas
No obstante, este progreso técnico requiere una re-
exión ética y crítica profunda. La aplicación de sis-
temas de IA en salud mental plantea una serie de de-
safíos fundamentales relacionados con la equidad, la
privacidad, el consentimiento y la autonomía de los
pacientes. Uno de los principales riesgos consiste en la
posibilidad de que los algoritmos reproduzcan y per-
petúen sesgos preexistentes en los datos de entrena-
miento, especialmente cuando estos reejan desigual-
dades estructurales vinculadas a factores sociales,
económicos, raciales o de género. Tal situación podría
conducir a la sobrerrepresentación o estigmatización
de determinados grupos, generando consecuencias
clínicas y sociales adversas (Dakanalis et al., 2024;
Cruz-Gonzalez et al., 2025).
A ello se suma la preocupación por la opacidad de
muchos modelos algorítmicos, conocidos como “ca-
jas negras, cuya lógica de funcionamiento no es fá-
cilmente comprensible ni auditable por profesionales
clínicos. Esta falta de explicabilidad diculta la valida-
ción de las decisiones asistidas por IA, compromete su
conabilidad ética y pone en entredicho la posibilidad
de una supervisión médica adecuada. Además, el uso
de datos sensibles de salud mental plantea un desafío
adicional en cuanto a la protección de la privacidad y
la condencialidad del paciente, especialmente cuan-
do se exploran fuentes de información no tradiciona-
les como el contenido de redes sociales o historiales de
navegación (Dakanalis et al., 2024).
La IA podría revolucionar la prevención del intento
suicida al integrar múltiples factores que trascienden
la anamnesis clínica tradicional. En Latinoamérica,
investigaciones como las del grupo de investigación
GIS en Bogotá, Colombia, han señalado que las redes
sociales constituyen un espacio donde las personas
expresan de mayor forma sus emociones, pensamien-
tos y preocupaciones. Abarcando y explicando como
los matices en Colombia van aumentando los riesgos
dependiendo de su parte socioeconómica y de los
grupos etarios de riesgo como lo son los adolescentes.
Siendo así una herramienta para la detección de seña-
les tempranas no visibles o que no son evaluables en
una consulta como cambios en el lenguaje, menciones
de términos asociados al suicidio, o sentimientos de
desesperanza y aislamiento en sus redes sociales (Ca-
melo Alejo et al., 2025; García-López et al., 2023).
Conclusiones
En este contexto, resulta imprescindible que la integra-
ción de la IA en la evaluación del riesgo suicida se rija
por un marco normativo sólido, basado en principios
de bioética y derechos humanos. Dicho marco debe
contemplar mecanismos rigurosos de consentimiento
informado, asegurar la supervisión profesional per-
manente, establecer protocolos para la intervención
ante alertas generadas por algoritmos, y garantizar la
transparencia y la auditabilidad de las herramientas
utilizadas. Del mismo modo, se debe promover la in-
clusión activa de profesionales de salud mental en el
diseño, validación y monitoreo de estos sistemas, así
como la participación de comités de ética, juristas, y
representantes de pacientes o usuarios del sistema de
156
Inteligencia articial en salud mental: evaluación temprana del riesgo suicida con responsabilidad ética
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 154-156
salud, a n de asegurar la pertinencia cultural y con-
textual de las soluciones tecnológicas desarrolladas
(Sauerbrei et al., 2023; Dakanalis et al., 2024).
La IA no puede ni debe sustituir la relación tera-
péutica basada en la empatía, la escucha activa y el
juicio clínico informado. Su utilidad radica en actuar
como una herramienta de apoyo que amplía las ca-
pacidades diagnósticas y preventivas del sistema de
salud, permitiendo una respuesta más ágil y persona-
lizada ante situaciones de riesgo (Ghadiri et al., 2024).
Se ha evidenciado que estas herramientas predictivas
con IA han logrado avances considerables. Se ha re-
portado que estas herramientas predictivas alcanzan
tasas de detección superiores al 90 %, como en el diag-
nóstico de trastorno depresivo y Enfermedad de Al-
zheimer (Ocando Parra, 2025).
La IA, a través de recursos como los chatbots te-
rapéuticos, ofrece ventajas adicionales, al favorecer el
anonimato y facilitar una comunicación más abierta
y permanente con los pacientes. Además, benecian-
do a un entorno donde se tiene una gran demanda de
servicios psiquiátricos sin disponibilidad de especia-
listas para cubrir todas las regiones.
En conclusión, la IA representa una oportunidad
prometedora para reforzar los esfuerzos en la preven-
ción del suicidio, al facilitar la identicación tempra-
na de individuos en riesgo y posibilitar intervenciones
más oportunas y ecaces. Este enfoque permite pasar
de una atención única en un consultorio hacia un mo-
delo de seguimiento continuo, que ofrece a los pacien-
tes mayores oportunidades de apertura y la posibili-
dad de identicar patrones de riesgo menos evidentes.
Sin embargo, este potencial solo podrá concretarse si
su aplicación se enmarca dentro de una ética del cui-
dado, informada por la evidencia cientíca, sensible a
las realidades sociales y comprometida con la defen-
sa de la persona. De lo contrario, existe el riesgo de
que la tecnología, en lugar de aliviar el sufrimiento, se
convierta en una nueva forma de exclusión, vigilan-
cia y violencia estructural (Ocando Parra, 2025). En
ese escenario, el paciente podría reducirse a un simple
conjunto de datos, despojado de su dimensión huma-
na. Por ello, cualquier avance técnico en este campo
debe ir acompañado de una profunda reexión ética,
un diálogo interdisciplinario y un compromiso rme
con los valores fundamentales de la salud mental co-
munitaria (Ghadiri et al., 2024; Alowais et al., 2023).
Conictos de interés: los autores no declaran conictos
de interés.
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157
EL RESCATE Y LA MEMORIA
Norberto Aldo Conti
De la Revolución Francesa a la Medicina
Cientíca: Pierre-Jean-Georges Cabanis.
Relaciones entre los físico y moral del
hombre (1802)
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 157-164. https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.950
https://doi.org/10.53680/vertex.v36i170.950
Pierre-Jean-Georges Cabanis (1757-1808)
El siglo XVIII francés: de la Ilustración a la Ideología
El siglo XVIII en Francia está atravesado por un desarrollo de nuevas ideas,
herederas de la naciente modernidad, y en parte impulsadas por la presen-
cia de Locke en París, entre 1675 y 1679, y el inujo de su pensamiento; en
efecto, el empirismo, que este autor sostiene, coloca el foco de la reexión
losóca en dos direcciones: el origen y las fuentes del conocimiento hu-
mano y los alcances morales o sociales que de este se derivan, ambas son
abordadas por los pensadores franceses de las siguientes generaciones.
La actitud losóca que se desarrolla es francamente naturalista, en-
marcada por el convencimiento de que, en la comprensión de la natura-
leza está la llave del conocimiento del mundo y también del hombre, en
tanto este conoce y actúa acorde a su relación con ella, de manera que
tanto la losofía como la ciencia pasan a ser actividades humanas que
se independizan de la Religión. Esta independencia genera también un
impulso en la difusión del nuevo conocimiento, apurémonos a hacer que
nuestra losofía sea popular, esta frase de Diderot es, para Ortega, la que
marca el sentido histórico del siglo XVIII francés1. Justamente todo el es-
fuerzo intelectual de Diderot se cent, durante más de veinte años, en el
desarrollo de la obra cumbre del pensamiento de la época: La Enciclope-
dia Francesa, en la cual invitaron a participar a Voltaire, Condillac, Helve-
tius, d´Holbach, Condorcet, A. Smith, Rousseau, Montesquieu, Laplace,
Franklin, Lavoisier, Buon, Linneo, entre otros muchos intelectuales no-
tables de la época. La obra incluye 17 volúmenes de artículos con un total
de 44.632 entradas y 11 volúmenes de planchas ilustrativas2.
Todo el corpus de conocimiento desarrollado por los enciclopedistas
es tomado y continuado por los Ideólogos quienes operan en la intelec-
tualidad francesa desde la Revolución hasta principios del Siglo XIX. La
Revolución, a la cual adhieren y sostienen intelectualmente, los coloca en
cargos de conducción esenciales para el desarrollo de las nuevas Institu-
ciones de la República. De esta manera generan un amplio movimiento
de ideas para el desarrollo de la ciencia, la política y la educación popu-
1. Ortega y Gasset, J. (1966). Prólogo a un Diccionario enciclopédico abreviado, Obras Com-
pletas, Tomo VI (1941-1955). Revista de Occidente.
2. Conti, N. (2013). Diderot y la enciclopedia francesa, en Vertex, Revista Argentina de
Psiquiatría, Vol. XXIV: 472 – 473.
158
El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 157-164.
lar, con el propósito de construir una república liberal,
un Estado laico, para el progreso de la Humanidad, el
cual solo se puede alcanzar a través del lenguaje racio-
nal de la ciencia y la losofía. Nadie mejor que Con-
dorcet3 expresa este proyecto, para él el progreso de
la especie humana se logrará a través de la educación
universal, y para alcanzarla no basta con el desarrollo
cualitativo y cuantitativo del saber, sino que es central
su democratización, o sea el desarrollo de la educa-
ción popular. Esta es la condición esencial para el pro-
greso intelectual y moral de la Humanidad:
“Nuestras esperanzas respecto al futuro estado de la
especie humana pueden reducirse a estos tres puntos:
la destrucción de la desigualdad entre las naciones, los
progresos de la igualdad dentro de un mismo pueblo, y,
por último, el perfeccionamiento real del hombre.4
En denitiva, para Condorcet, el progreso no es una
ley (como sí lo será para el positivismo), sino que es un
programa, solo realizable a condición de que los hom-
bres tomen conciencia y decidan hacerlo realidad.
He aquí el componente esencialmente moral y so-
cial de la ideología, en ella el análisis del hombre físico
permite comprender no solo cómo conoce (gnoseolo-
gía) sino y centralmente, cómo siente y actúa (ética). El
comprender la naturaleza de la acción e interacción hu-
mana permite pensar racionalmente las formas de orga-
nización política más adecuada a las nuevas sociedades.
Pierre-Jean-Georges Cabanis: una vida
entre el saber y la Revolución
Pierre-Jean-Georges Cabanis nació el 5 de junio de
1757, en Conac, de padre abogado, con quien tenía
una difícil relación y de quien se distanció desde los
catorce años, luego de realizar estudios literarios se
inclinó por la medicina estableciéndose en París. Du-
rante cinco años se dedicó al estudio cronológico de
los clásicos desde Hipócrates, Celso y Areteo hasta
los maestros del siglo XVIII, lecturas que orientan su
pensamiento y trasuntan en sus publicaciones donde
recupera y renueva aspectos centrales de la medicina
hipocrática. Se estableció en Auteuil, en las afueras
de París, y fue recibido en las tertulias de Mme. Hel-
vetius, donde conoció a Turgot, Diderot, d´Holbach,
d´Alembert, Franklin, Jeerson, Condillac y Con-
dorcet quienes marcaron su desarrollo intelectual. Su
pensamiento está atravesado por el ideario iluminista
y universalista de la Enciclopedia e impulsado por las
reformas revolucionarias de su tiempo.
Tuvo una vida pública intensa, fue miembro del
Consejo de los Quinientos y sobre el nal de su vida
Senador del Imperio. Ocupó cargos en el Instituto de
Francia, en la Academia de Ciencias Morales y Políti-
cas, fue miembro de la Academia Francesa desde 1803
y Ocial de la Legión de Honor, la más alta distinción
creada por Napoleón en 1802 para reconocer los mé-
ritos civiles y militares. En cuanto a su actividad do-
cente fue nombrado catedrático de higiene primero y
luego de medicina clínica en la Escuela de Medicina
de París. En abril de 1807 sufrió un ataque de apo-
plejía que lo alejó de la vida pública y el 6 de mayo de
1808 un segundo ataque le quitó la vida.
El gran aporte de Cabanis fue la forma en que ar-
ticuló medicina y losofía imprimiendo a ésta la di-
rección siológica que claramente se observa en la
Ideología, el uso del método analítico aplicado por él
al hombre físico se continúa luego en sus cualidades
morales y en la losofía toda. Este método puede ob-
servarse en su obra más importante Relaciones entre lo
físico y moral del hombre (1802). Allí estudia, por pri-
mera vez de manera analítica, las sensaciones externas
e internas, la siología cerebral, el pensamiento y las
pasiones. Compara estados de salud y enfermedad y re-
laciona las manifestaciones de la locura con las altera-
ciones del cerebro, siendo una inuencia fundamental
para el desarrollo del naciente alienismo francés en el
cual se entremezclan las guras de Cabanis y Pinel, el
primero como propagador del método analítico histó-
rico en medicina y el segundo como impulsor de una
nueva mirada de la locura que también se sostiene en
el uso del método analítico sobre la observación clínica
para construir su propuesta nosológica. Recordemos
que Pinel tuvo una gran inuencia en el cambio de si-
glo no solo por el desarrollo del alienismo sino también
por el consenso que obtuvo su Nosografía Filosóca de
1798, recordemos también su amistad con Cabanis y
la publicación simultánea del Tratado Médico-Filosóco
sobre la Alienación Mental o Manía y Relaciones entre lo
Físico y Moral del Hombre, ambos de 1802.
3. Juan Antonio Nicolás Caritat, marqués de Condorcet, nació el 17 de septiembre de 1743, Siendo un joven brillante se incorporó a los 27
años, en 1770, a la Academia de Ciencias y en 1783 a la Academia de Francia. Su cercanía con Condillac, Diderot, Voltaire y Helvetius hizo
que colaborara con la Enciclopedia escribiendo artículos sobre matemáticas. Fue declarado proscripto, en 1793, y en esa condición escrib
su Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano, es en esta obra donde mejor bosqueja el concepto de progreso histó-
rico. Falleció en prisión, habiéndose envenenado, el 9 de abril de 1794.
4. Condorcet. Esbozo de un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano (1794), citado por Jolibert, B. (1992) Perles de Educado-
res: Condorcet (1743-1794), en Perspectivas, Vol. XXII, n.2, pp. 259-269.
159
El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 157-164.
Relaciones entre lo físico y moral del hombre Primera Edición en
castellano, Pas, 1826
5. En el Aviso de Editor, de la edición española de 1826, reere que los primeros capítulos fueron escritos entre el año 4 y 5 de la Revolución.
El año primero se cuenta entre 1792-1793, por lo cual la temporalidad entre el año 4 y 5 corresponde a 1796
Obras de Cabanis
1789. Observaciones sobre los hospitales
1791. Diario de la enfermedad y muerte de Mirabeau
1797. Sobre el grado de certidumbre de la medicina
1799. Informe sobre la organización de las Escuelas de Medicina
1799. Algunas consideraciones sobre la organización social
1802. Relaciones entre lo físico y moral del hombre
1804. Compendio histórico de las revoluciones y reforma de la medicina
1807. Observaciones sobre las afecciones catarrales
1823-1825. Obras Completas, 5 Vol. (Editadas por Jean-Baptiste urot)
Relaciones entre lo físico y moral del
hombre (1802)
Esta obra, iniciada en 17965 y publicada en 1802, está
compuesta por doce memorias a lo largo de las cua-
les Cabanis presenta su programa y pone en acto el
método analítico que pregona para el estudio de la
medicina, en sus páginas articula la observación con
la experimentación y también el análisis histórico de
los saberes médicos como fuente de conocimiento de
verdades y errores sostenidos en el pasado.
Respecto a su gestación y propósito nos dice:
“La siguiente obra se compone de doce Memorias,
cuyas seis primeras se leyeron en el Instituto Nacio-
nal durante el curso del año 4 ó a principios del 5; y
se hallan impresas en los dos primeros volúmenes de la
Colección de ese ilustre cuerpo. Le estaban destinadas
igualmente las seis últimas; pero diversas circunstancias
no le permitieron al autor leer la que trata del inujo de
las enfermedades … Estas seis últimas son nuevas ente-
ramente para el público; completan el trabajo cuyo plan
se había formado el autor en la primera de todas, que le
sirve como de introducción … van a estar en disposición
de apreciar mejor el grado de importancia y utilidad
real que puede tener, para el estudio del hombre, este
nuevo modo de considerar el juego de los diferentes ór-
ganos y el ejercicio de las diferentes facultade s .”
En la Primera Memoria, a la que considera una in-
troducción, denominada Consideraciones generales
sobre el estudio del hombre, y sobre las relaciones de
su organización física con sus facultades, marca el ca-
mino que recorrerá en toda la obra y que corresponde
al núcleo de su concepción antropológica:
“La sensibilidad es el último término de los fenóme-
nos que componen lo que llamamos la vida; y ella es el
primero de aquellos en que consisten nuestras faculta-
des intelectuales: así lo moral no es más que lo físico
considerado bajo otro aspecto.
“Desde el momento en que sentimos, existimos; y co-
nocemos nuestra existencia.
“No existen más causas para nosotros que las que
pueden obrar sobre nuestros medios de sentir, ni tam-
poco más verdades que las relativas al modo general de
sentir de la naturaleza humana.
Parafraseando a Descartes podríamos decir que
Cabanís nos ofrece otro punto de ruptura metafísico:
siento, luego existo, proponiendo una construcción de
mundo a partir del sentir que le permite concluir, la
III Memoria, diciendo:
“El modo de recibir sensaciones, necesario para ad-
quirir ideas, experimentar afectos, tener voluntades,
para existir, en una palabra, se diferencia según los in-
dividuos. Lo cual depende del estado de los órganos, de
la fuerza o debilidad del sistema nervioso, pero parti-
cularmente del modo con que él siente. Conviene pues
examinar sucesivamente las mudanzas que ocasiona en
el modo de sentir la diferencia de edades, sexos, tempe-
ramentos, enfermedades, régimen y clima.
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El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 157-164.
Presenta aquí una serie de variables que inuyen
sobre la génesis de las ideas, desde condiciones indivi-
duales hasta condiciones ambientales en sentido físico
y también en sentido social. Esto le permitirá avanzar
sobre el concepto de sociedad patógena generadora de
desequilibrios individuales observables en las ideas y
los actos de quienes los padecen.
Vemos, entonces, como Cabanis nos propone un
programa analítico, observacional y experimental de
superación de toda metafísica que se aleje de este es-
tudio de la sensibilidad humana, como ya lo había ad-
vertido en el prólogo al decir:
“Dejaremos pues a unos espíritus más conados, o
si se quiere más ilustrados, el cuidado de buscar, por
caminos que reconocemos impracticables para nosotros,
cual es la naturaleza de la causa que anima los cuerpos
vivientes …
“No se hallará aquí lo que por mucho tiempo se ha-
bía llamado metafísica: serán unas simples investigacio-
nes de siología, pero dirigidas hacia el estudio particu-
lar de una clase de funciones.
Con estas frases, que se desenvuelven para nosotros
entre la humildad y la ironía, hace profesión de un posi-
tivismo avant la lettre al presentar el núcleo duro de ese
pensamiento que se impondrá en Europa setenta años
después: el rechazo de toda especulación metafísica en
la prosecución de la verdad que solo puede ser cientí-
ca; esto es observacional y experimental. Estamos a las
puertas del método experimental de Claude Bernard
(1865) y la conformación de la Escuela de Medicina de
París, modelo de la medicina cientíca.
Cabanis, P. J. J., Relaciones de lo físico y moral del hombre
(1826), París, Imprenta Smith
MEMORIA I,
parágrafos 6, 8 y conclusiones, pp. 167-183
Parágrafo VI1
Aquí, para dirigir útilmente las investigaciones, era
menester desde luego saber cuáles son los órganos
particulares del sentimiento, y si estos órganos, en las
lesiones de las facultades intelectuales, son los úni-
cos atacados, o si lo son con otros, y solamente de un
modo más especial.
Diversas experiencias directas, de las que es in-
útil dar cuenta, probaron que el cerebro, la médula
prolongada, la médula espinal, y los nervios, son los
verdaderos, o al menos los principales órganos del
sentimiento. Confundidos los nervios en su origen, y
formados de la misma sustancia que el cerebro, están
ya separados en manojos a la salida suya del cráneo y
de la cavidad vertebral: los troncos gruesos contienen,
bajo una cubierta común, troncos más pequeños que
contienen sucesivamente nuevas divisiones; y así con-
secutivamente, sin que se haya podido hallar nunca
un nervio, por más no que pareciese a la vista, cuya
cubierta no encerrase todavía un sinnúmero de otros
más pequeños. Todos estos nervios, tan delgados, van
a distribuirse en las diferentes partes del cuerpo; de
manera que cada punto sensitivo tiene el suyo, y se
comunica, por su mediación, con el centro cerebral.
Otras experiencias hicieron ver que la sensación, o
al menos su percepción, no se hace en la extremidad
del nervio, ni en el órgano al que la causa que la deter-
mina está aplicada; sino en los centros, de que todos
los nervios traen su origen, y en donde van a reunirse
las impresiones. Aun se vio que en muchos casos, los
movimientos ocasionados en una parte dependen de
las impresiones recibidas en otra, cuyos nervios no se
comunican con los de la primera más que por medio
del cerebro. Pero, se sabe que todo movimiento regu-
lar supone el inujo nervioso sobre el músculo que
le ejecuta, y este inujo la comunicación libre de los
1. Para facilitar la lectura del texto original, se han actualizado las grafías y formas del castellano antiguo a las normas lingüísticas contem-
poráneas, conservando intacto el contenido y sentido del documento.
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nervios con el común origen suyo. Así pues los ner-
vios sienten muy realmente; y el individuo percibe las
sensaciones en el cerebro, en la médula prolongada, y
en la espinal también probablemente.
Bien determinado ya este primer punto, debió in-
dagarse si, en los delirios agudos o crónicos de toda
especie, el sistema cerebral y los nervios se hallaban
en estados particulares; si estos estados eran constan-
temente los mismos, o si eran variados como los fenó-
menos de los diferentes delirios; últimamente, si era
posible referírseles estos fenómenos, distinguiéndolos
y clasicándolos con exactitud.
Pero se vio desde el principio que el cerebro y los
nervios no presentaban con frecuencia vestigio nin-
guno de alteración, o que las mudanzas que en ellos
se dejaban notar eran comunes a otras enfermedades
que no van acompañadas de la locura siempre.
Hallándose bien reconocido también este segundo
punto, se dirigieron la atención e indagaciones hacia
otra parte. Se consideraron con cuidado las vísceras
contenidas en el pecho, las cuales no dieron casi luz
ninguna. Pero no sucedió lo mismo con las del em-
peine. Una gran cantidad de disecciones comparadas
hizo ver que las enfermedades de ellas se correspon-
den frecuentemente con las alteraciones de las facul-
tades morales. Por medio de otra comparación de
este estado orgánico con las crisis de que a veces se
valieron la naturaleza o el arte para curar la locura,
se tuvo la seguridad de que el asiento o causa de ella
estaban efectivamente entonces en las vísceras abdo-
minales: de lo cual resulta una importante conclusión,
es a saber, que supuesto que ellas inuyen con sus
desórdenes sobre los del pensamiento, contribuyen
pues igualmente, y el concurso suyo es necesario, en
el estado natural, para la formación regular suya: con-
clusión que se conrma todavía, y aún adquiere una
nueva extensión, con la historia de los sexos, en que se
ve en determinadas épocas que el progreso de ciertos
órganos produce una repentina y general mudanza en
las ideas e inclinaciones del individuo.
Volviendo todaa y repetidamente varios anato-
mistas exactos a las disecciones de personas muertas
en el estado de locura, y no cansándose de examinar
el cerebro suyo, lograron por último, tocante a los di-
versos estados de esta víscera, algunos resultados bas-
tante generales y constantes. Hallaron, por ejemplo, el
cerebro de una blandura extraordinaria en los imbéci-
les, de una rmeza nada natural en los locos furiosos,
y de una consistencia muy desigual, es decir, seco y
duro en una parte, húmedo y blando en otra, en las
personas atacadas de menos violentos delirios. Es fácil
de ver que, en el primer estado, el sistema cerebral ca-
rece del tono necesario para ejercer sus funciones con
el competente vigor; que en el segundo, por el con-
trario, el tono, y la acción por consiguiente, deben ser
excesivos; que, en el tercero, hay discordancia entre las
impresiones, supuesto que las partes que las reciben
se hallan en tan diferentes disposiciones, y que por
consiguiente, fundándose las comparaciones sobre
falsas basas, deben ser erróneos los juicios por nece-
sidad. Podría creerse, con arreglo a las observaciones
de Morgagni, que, aun en los locos furiosos, esta des-
igualdad de consistencia en la pulpa del cerebro no
solamente no es rara, sino que también forma el más
constante distintivo de la locura, a lo menos de la que
depende directamente. Es necesario confesar que esta
observación está muy distante de ser aplicable a todos
los casos de locura. Pinel no halló muchas veces cosa
ninguna semejante; pero los hechos recogidos por
Morgagni y por algunos otros, deben mirarse como
ciertos; y pueden deducirse de ellos con la conducen-
te reserva algunas conclusiones de las alteraciones del
sistema nervioso. Aun parece que la inamación de
las meninges y anfractuosidades cerebrales puede re-
ferirse al mismo vicio, supuesto que toda inamación
acarrea o supone aumento de vigor y acción vital en el
sistema arterial, y una proporcionada disminución de
esta acción en los otros sistemas generales.
Estas observaciones aclaran mucho la teoría del
sueño, y sirven para entender mejor el delirio vago
con que él comienza comúnmente, y las fantasías que
le acompañan con harta frecuencia; y recíprocamente,
toman ellas una nueva fuerza en la historia de estos
fenómenos, que les son relativos de un modo palpable.
Algunas otras particularidades concernientes al
inujo de las enfermedades sobre el carácter de las
ideas y pasiones, merecen igualmente toda la atención
del lósofo: tales son, por ejemplo, los hábitos morales
propios de los afectos hipocondríacos y melancólicos,
las singulares propensiones que el virus de la rabia
desencierra, etc.
Nunca se trató con este espíritu la historia de los
afectos hipocondríacos; pero por poco enterado que
uno esté de las singularidades que estas dolencias pre-
sentan, le es fácil conocer que ninguna cosa pone más
al descubierto el articio físico del pensamiento. Y en
cuanto a la rabia, me ciño, por ahora, a la observación
de Lister, que dice haber visto frecuentemente a hom-
bres mordidos por perros rabiosos, tomar, en algún
modo, el instinto de estos, andar en cuatro pies, la-
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drar, y esconderse debajo de los bancos y camas. Esta
observación se había hecho mucho tiempo antes de
Lister; pero la conrma él con el testimonio suyo, y
la autoridad de muchos observadores excelentes. Tu-
vimos en mi departamento una bien funesta ocasión
de comprobarla. Sesenta personas habían sido mordi-
das por un lobo, por perros, vacas, o cerdos, los cuales
mismos lo habían sido por aquel lobo rabioso. Un sin-
número de estas personas imitaba, en la violencia de
sus arrebatos, los aullidos y actitudes del animal que
los había mordido; y ellas manifestaban, sobre mu-
chos puntos, inclinaciones lupinas.
Concluyamos:
Es pues cierto que el conocimiento de la organización
humana, y de las modicaciones que el temperamento,
edad, sexo, clima, y enfermedades, pueden hacer en las
disposiciones físicas, aclara singularmente la formación
de las ideas; que sin este conocimiento es imposible for-
marse nociones completamente cabales del modo con
que los instrumentos del pensamiento obran para pro-
ducirle, y con que las pasiones y voluntades se desencie-
rran; últimamente, que semejante conocimiento basta
para desvanecer sobre este particular, innitas preocu-
paciones ridículas y perniciosas juntamente.
Pero es poco que la física del hombre suministre
los fundamentos de la losofía racional, es menester
que ella suministre además los de la moral: La sana
razón no puede buscarlos en otra parte.
Las leyes de la moral se derivan de las mutuas y ne-
cesarias relaciones de los hombres en sociedad, y estas
relaciones de las necesidades suyas. Las necesidades
suyas, aun sin apartarnos de las ideas recibidas, pue-
den dividirse en dos clases: en físicas y morales.
No cabe la menor duda en que las necesidades físi-
cas dependen inmediatamente de la organización; pero
¿no dependen de ella igualmente las necesidades mora-
les, aunque de un modo menos directo o sensible?
El hombre, a causa de que está dotado de la fa-
cultad de sentir, goza también de la de distinguir y
comparar sus sensaciones. No distinguimos las sen-
saciones más que aplicándoles algunos signos que las
representan y caracterizan; ni las comparamos, más
que representando o caracterizando, igualmente con
signos, las relaciones o diferencias suyas. Esto hace
decir a Condillac que no pensamos sin el socorro de
las lenguas, y que estas son unos métodos analíticos:
pero es necesario dar aquí a la palabra lengua el más
lato sentido. Para que la proposición de Condillac sea
perfectamente justa, esta palabra debe expresar el sis-
tema metódico de los signos con que jamos nuestras
propias sensaciones. Un niño, antes de entender y ha-
blar la lengua de sus padres, tiene indubitablemente
signos particulares que le sirven para representarse los
objetos de sus necesidades, gustos, y dolores; él tiene
su lengua. Puede pensar uno, sin valerse de ningún
idioma conocido; y sin duda hay cifras para el pensa-
miento como para la escritura.
Pero, repítolo, sin signos no hay pensamiento, y ni
aun quizá, hablando con propiedad, verdadera sensa-
ción ninguna, es decir, sensación claramente percibi-
da y distinguida de cualquiera otra. Hemos dicho que
el uso de los signos estaba destinado a jar las sen-
saciones y pensamientos. Ellos las representan, y por
consiguiente las recuerdan: en lo cual esta fundado el
articio de la memoria, cuya fuerza y claridad depen-
den siempre de la atención con que hemos sentido, y
del orden que hemos puesto en el modo de hacernos
cargo de las operaciones de nuestros sentidos, o en
aquella serie de comparaciones y juicios que se llaman
las operaciones del entendimiento.
Los signos recuerdan pues las sensaciones, y nos
hacen sentir de nuevo. Hay que quedan ocultos, por
decirlo así en lo interior, y son para el individuo solo;
y otros que se maniestan por defuera, los cuales sir-
ven para comunicar con los demás. Entre estos últi-
mos, los que son comunes a toda la naturaleza vivien-
te, por ejemplo los del gusto y dolor, que se notan en
las facciones, actitud, y gritos de los diferentes seres
animados, nos hacen sentir con ellos, y avenirnos con
sus gozos o pesares, con tal que otras sensaciones más
fuertes no llamen nuestra atención hacia otra parte.
Si somos capaces de participar de los afectos de to-
das las especies animadas, con mucha mayor razón
participamos de las de nuestros semejantes, que están
organizados para sentir, excepto pocas cosas, como
nosotros, y cuyos ademanes, voz , miradas, y sonomía
nos recuerdan más distintamente lo que nosotros mis-
mos hemos experimentado. Hablo desde luego de los
signos pantomímicos, a causa de que son los primeros
de todos, y los únicos comunes a toda la raza humana.
Es la verdadera lengua universal; y, anteriormente al co-
nocimiento de toda lengua hablada, hacen correr ellos
al niño hacia el niño; le hacen sonreírse con los que se le
sonríen, y también tomar parte en los sencillos afectos
de que él ha podido tomar conocimiento hasta enton-
ces. A proporción que se aumentan nuestros medios de
comunicación, se desencierra esta facultad más y más;
se forman otras lenguas; y bien presto no existimos casi
menos en los otros que en nosotros mismos.
Estos son, en pocas palabras, el origen y naturaleza
de una facultad que hace el más importante papel en
el sistema moral del hombre, y que muchos lósofos
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creyeron dependiente de un sexto sentido. Le desig-
naron con el nombre de simpatía, el que expresa muy
bien, efectivamente, los fenómenos que ella produce,
y que la caracterizan.
Esta facultad, no lo dudemos, es uno de los mayores
móviles de la sociabilidad; ella templa lo que el de las
necesidades físicas directas tiene de muy duro y seco;
impide que estas necesidades, que, bien fundadas, se
dirigen igualmente sin duda a reunir a los hombres,
obren con más frecuencia de un modo contrario para
desunirlos; nos proporciona las más puras y dulces sa-
tisfacciones; nalmente, como de ella sola se deriva la
facultad de imitación, de la que depende toda la perfec-
tibilidad humana, el atento estudio de su formación y
progreso facilita unos principios fecundos para la lo-
sofía racional, y para la moral juntamente.
Parágrafo VIII
Al aplicarse la naturaleza a la naturaleza por el arte,
que no es en todas las especies más que el sistema de
las reglas relativas a esta aplicación, modica él po-
derosamente los efectos que el ordinario curso de las
cosas acarrea; y aun a veces puede producirlos ente-
ramente nuevos, y en los que parezca que las leyes del
universo obedecen a las necesidades, pasiones, y ca-
prichos del hombre.
Si el primer estudio nuestro es el de los instrumen-
tos que hemos recibido de la naturaleza inmediatamen-
te, el segundo es el de los medios que pueden modicar,
corregir y perfeccionar semejantes instrumentos. No
basta que un obrero conozca las herramientas del arte
suyo, sino que le es necesario conocer igualmente las
nuevas herramientas que pueden extender o perfeccio-
nar el uso de ellas, y los métodos con arreglo a los cuales
es posible emplearlas con mayor fruto.
La naturaleza produce al hombre con órganos y
determinadas facultades; pero el arte puede acrecen-
tar estas facultades, mudar o dirigir el uso suyo, y for-
mar, en algún modo, nuevos órganos. Esto es la obra
de la educación, la que no es, hablando con propiedad,
más que el arte de las impresiones y de los hábitos.
La educación se divide naturalmente en dos: la que
obra directamente sobre lo físico, y la que se ocupa
más particularmente en los hábitos morales. Habla-
mos aquí de la primera únicamente.
Es sabido que una buena educación física fortica
el cuerpo, cura muchas enfermedades, y hace que los
órganos adquieran una mayor aptitud para ejecutar
los movimientos exigidos por nuestras necesidades.
De ello, mayor ecacia y extensión en las facultades
intelectuales, y mayor equilibrio en las sensaciones: de
ello, aquellas ideas más adecuadas, y aquellas pasiones
más elevadas, que dependen del habitual sentimiento
y del regular ejercicio de un mayor vigor. Es necesa-
rio comprender sin duda el régimen en la educación,
y no solamente el régimen propio de los niños, sino
también el que conviene a todas las épocas de la vida;
como, bajo el título de educación moral, es preciso
abrazar igualmente el conjunto de los medios que
pueden obrar sobre el espíritu e índole del hombre,
desde su nacimiento hasta la muerte. Porque cercado
el hombre de objetos que hacen incesantemente nue-
vas impresiones en él , no cesan por un solo instante
en la educación suya.
El régimen es seguramente una parte importante
de la ciencia de la vida; y cuando le consideramos bajo
el aspecto del inujo suyo sobre las facultades intelec-
tuales y las pasiones, no nos extrañamos del particular
cuidado que en él ponían los antiguos; y únicamente
debemos extrañarnos innito de ver cuánto se aban-
donó en todas las instituciones modernas esta esen-
cial parte de toda buena educación, y por consiguiente
también de toda sabia legislación.
Aunque los médicos han dicho muchas cosas
arriesgadas, en orden al efecto de las sustancias ali-
menticias sobre los órganos del pensamiento, o sobre
los elementos físicos de nuestras inclinaciones, no por
ello es menos cierto que las diferentes causas que apli-
camos diariamente a nuestros cuerpos, para renovar
los movimientos suyos, obran con una suma ecacia
sobre nuestras disposiciones morales. Se hace uno
más acomodado para las tareas intelectuales con cier-
tas precauciones de régimen, con el uso o supresión
de ciertos alimentos. Algunas personas se curaron de
violentos arrebatos coléricos, a que estaban sujetas,
con la sola dieta pitagórica; y aun en el caso en que
furiosos delirios turban todas las facultades mentales ,
el uso diario de ciertos alimentos o bebidas, la impre-
sión de un cierto temple de aire, el aspecto de ciertos
objetos, en una palabra, un sistema dietético particu-
lar, bastan con frecuencia para restablecer la calma en
ellas, y reponerlo todo en el orden primitivo suyo.
Aquí, como se ve, se confunde el régimen con la
medicina; y le toca a esta efectivamente el señalarle.
Pero la medicina propiamente dicha ejerce una ac-
ción, y produce, bajo el mismo aspecto, provechosos
efectos que no son menos dignos de notarse. Ella obra
trastrocando el orden de los movimientos estableci-
dos; es para reponerlos en una vía más conforme con
los planes originales de la naturaleza: y cuando este
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El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 157-164.
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arte, que está esperando grandes reformas, haya intro-
ducido en sus métodos la exactitud de que ellos son
capaces, no será lícito ya el poner en duda las inme-
diatas conexiones suyas con todas las partes de la lo-
sofía y arte social.
Últimamente, si consideramos que las disposicio-
nes físicas se propagan por medio de la generación; y
que parece que todas las analogías y muchos hechos
de importancia, recogidos por excelentes observado-
res, prueban, como lo nota muy bien Condorcet, que
sucede lo mismo, bajo muchos aspectos, con las dis-
posiciones del ánimo, de las inclinaciones o afectos,
nos será fácil conocer cuánto pueden inuir los pro-
gresos de la ciencia del hombre físico sobre la perfec-
ción general de la especie humana.
Conclusion
Así, los objetos de esta ciencia que son relativos a
aquellos en que se ocupa más particularmente la se-
gunda clase del Instituto, se hallan comprendidos en
los principales puntos que acabo de recorrer sumaria-
mente: los cuales pueden tratarse menudamente en el
orden que sigue:
■ Historia siológica de las sensaciones,
■ Inujo,
■ 1º De las edades,
■ 2º De los sexos,
■ 3° De los temperamentos,
■ 4° De las enfermedades,
■ 5° Del régimen,
■ 6° Del clima,
■ Sobre la formación de las ideas y afectos morales,
■ Consideraciones sobre la vida animal, instinto,
simpatía, sueño, y delirio,
■ Inujo o reacción de lo moral sobre lo físico,
■ Temperamentos adquiridos.
Si estas conclusiones se desempeñaran de un modo
digno de los grandes objetos que ellas presentan, pien-
so que se tendrían, tocante al hombre físico, cuantas
nociones son o pueden ser en algún día de una aplica-
ción directa a las investigaciones y tareas del lósofo,
moralista, y legislador.
Este es, ciudadanos, el plan del trabajo que me pro-
pongo ejecutar; mírole como propio para desvanecer
las últimas reliquias de muchas preocupaciones per-
judiciales, y me atrevo a creer que él puede dar una
basa sólida, y fundada en la naturaleza misma, a mu-
chas sagradas máximas, que, para muchos espíritus,
ilustrados por otra parte, no estriban todavía más que
sobre incertidumbres, si me es lícito expresarme así.
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 165-166
CARTA DE LECTORES
Clozapina: actualización imperiosa de la normativa nacional de farmacovigilancia
intensiva
Clozapine: An urgent update of the national intensive pharmacovigilance regulation
1. Médica Psiquiatra. Jefa de Sección Consultorios Externos Hospital José T. Borda. Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP). Buenos Aires, Argentina.
https://orcid.org/0000-0002-0535-628X
2. Magíster en Biología Molecular e Ingeniería Genética, Universidad Favaloro. Docente de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Presidente del
Capítulo de Psiquiatría genética (AAP), Buenos Aires, Argentina. https://orcid.org/0000-0002-5224-5267
3. Médico Psiquiatra y Legista. Jefe de Servicio de Emergencia, Hospital Moyano. Investigador Independiente, Carrera del Investigador, GCBA. Director,
Instituto Argentino de Psiquiatría Clínica. Presidente del Capítulo de Psiquiatría Clínica, Asociación Argentina de Psiquiatras (AAP).
https://orcid.org/0000-0002-0872-7138
4. Magister en Neuropsicofarmacología. Director de Salud Mental y Consumos Problemáticos de Mendoza, Argentina.
5. Doctora en Medicina. Jefa de sección, Hospital Moyano. Docente adscripta e investigadora, Facultad de medicina, UBA, CABA, Argentina.
https://orcid.org/0000-0003-0337-9581
6. Médico Psiquiatra. Jefe de Sala. Hospital Dr. Alejandro Korn, La Plata, Argentina. Presidente del Capítulo de Psicofarmacología, Asociación de Psiquiatras
de Argentina (APSA). https://orcid.org/0009-0006-6477-9959
Autor correspondiente:
Pedro Damián Gargoloff
pdgargoloff@yahoo.com.ar
Julieta Ramírez1; Alejo Corrales2; Federico Rebok3; Manuel Vilapriño Duprat4; Cintia
Prokopez5; Pedro Damián Gargoloff6
La clozapina es el único fármaco aprobado para la esquizofrenia resistente al tratamiento (ERT), que afecta
cerca del 30 % de las personas con esquizofrenia, tanto desde el primer episodio psicótico como luego de una
respuesta inicial a los antipsicóticos. La respuesta es mayor cuando se inicia en los primeros años de la ERT.
Posee mayor ecacia comparada que otros antipsicóticos, especialmente en la reducción del riesgo suicida,
consumo de sustancias, además de menores tasas de mortalidad, recaídas, hospitalización y discontinuación
(Wagner et al., 2023).
No obstante, se encuentra subutilizada en casi todo el mundo, con tasas inferiores al 5 % en pacientes con
esquizofrenia de Estados Unidos y aún más bajas en Japón. La obligatoriedad y rigurosidad del monitoreo he-
matológico intensivo se concibió como una respuesta a los casos fatales que se presentaron en la década del 70
en Finlandia, permitiendo su reintroducción segura en el mercado. Sin embargo, se ha identicado como una
de las principales barreras para su uso a nivel global. La neutropenia severa, denida por un recuento absoluto
de neutrólos (RAN) ≤ 0.5 x 109/L y la agranulocitosis, deben diferenciarse de la neutropenia leve y moderada
(RAN < 1.5 x 109/L y > 0.5 x 109/L). La prevalencia de agranulocitosis ronda el 0,4 % y la mortalidad por este
evento el 0,05 % (Li et al., 2020). Aunque la neutropenia inducida por clozapina puede ocurrir en cualquier
momento durante el tratamiento, se observa predominantemente durante el primer año, con una incidencia
que alcanza su máximo en las primeras 18 semanas de tratamiento. Luego disminuye, siendo los casos tardíos
excepcionales y usualmente debidos a otras causas. En el año 2025, la Administración de Alimentos y Medica-
mentos de los Estados Unidos (FDA) eliminó el Sistema de Estrategias de Evaluación y Mitigación de Riesgos
de la clozapina, al concluir que ya no era necesario para garantizar que los benecios superan sus riesgos (de
Leon et al., 2025). Por su parte, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ha recomendado un monitoreo
hematológico menos frecuente, reduciéndolo a cada 12 semanas después de un año de tratamiento y a una
vez al año tras dos años de tratamiento (European Medicines Agency, 2025). En Argentina, la normativa sigue
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Carta de Lectores
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 165-166.
siendo restrictiva, con controles hematológicos perió-
dicos, criterios de suspensión estrictos y dispensación
por farmacias centralizadas (Administración Nacio-
nal de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica
[ANMAT], 2000).
Es en este marco que nosotros proponemos: 1)
Frecuencia de monitoreos de Recuento Absoluto de
Neutrólos (RAN) semanal las primeras 18 semanas,
mensual entre la semana 18 y 52, trimestral el segun-
do año y anual luego de los dos años (en ambos casos
en ausencia de historia de neutropenias), como el su-
gerido para cualquier otro antipsicótico; 2) Inicio con
RAN ≥ 1.5 × 109/L, monitoreo bisemanal sin disconti-
nuación con RAN 1.5-1.0 × 109/L, y discontinuación e
interconsulta con hematología con RAN <1,0 x 109/L;
3) Posibilidad de reintroducción luego de disconti-
nuación con RAN <1,0 x 109/L, una vez que el RAN ≥
1,0 × 109/L; 4) Recomendación de no reintroducir si
el paciente presentó RAN <0.5 x 109/L; 5) Acompañar
siempre con educación al paciente, familiares y cui-
dadores sobre signos de neutropenia (ebre, infeccio-
nes, odinofagia) y la indicación de informar y recibir
inmediata atención médica; 6) Capacitación continua
a profesionales e inclusión de clozapina en todos los
programas de formación de psiquiatras de Argentina.
Finalmente, consideramos que las directrices na-
cionales vigentes, al enfocarse únicamente en reducir
riesgos sin considerar al mismo tiempo la ecacia su-
perior de la clozapina, pueden ocasionar un desalien-
to para su prescripción y que se restrinja su uso en
pacientes para quienes constituye la única posibilidad
de recuperación.
Referencias bibliográcas
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Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2025). 36(170): 167-169
LECTURAS
Martín Reca
Diez historias de vida, sufrimiento y amor
Juan David Nasio
Paidos, 2025.
El principal interés de los cuentos es... ¡que nos los
cuentan! Sin apresurar una sola palabra, ni una sola
línea. Un libro de cuentos, por lo tanto, no se puede
resumir.
Esta es solo una invitación a leer este último libro de
Juan-David Nasio para encontrar, más allá del encanto
de un estilo preciso y distintivo que evoca delibera-
damente lo infantil que llevamos dentro –la fuente
de nuestras mejores intuiciones–, claves y pistas para
la reexión clínica y terapéutica, cuya profundidad se
mide sobre todo por la capacidad demostrada del au-
tor para palpar la supercie.
Es también inútil anticipar los temas en torno a los
cuales se construyó cada uno de estos cuentos. Ni,
arriesgando lo enigmático, revelar los nombres de pila
elegidos de los héroes y heroínas de estos relatos,
aunque solo fuera para recordarnos su individualidad.
No vale decir nada que pueda privar al lector de la
esencia de esta obra: un encuentro inaugural con el
autor y sus historias, no solo para seguir su conte-
nido con mayor atención, sino para experimentar la
experiencia emocional que siempre surge al obser-
var el propio proceso mental al identicarse con los
protagonistas. Movilizando el deseo, no tanto de leer,
como de lector.
Sobre todo porque Nasio presenta estas historias
con un auténtico talento narrativo, probablemente
estimulado por el hecho de dirigirse a un público am-
plio y no iniciado. Las mismas personas que, durante
los domingos a las 15:00 horas, lo escuchaban por
la radio contarlas en directo con la misma precisión.
¿Deberíamos creer en una "captura" deliberada del
lector/oyente? ¿Sospechamos una tenaz búsqueda
de seducción en él? Más bien, podríamos aprovechar
más el hecho si lo entendemos como una opción de
escritura que enfatiza ventajosamente la relación con
el receptor, el vínculo autor-lector (narrador-narrado,
en su referencia a la infancia), que Nasio destaca para
dar la idea más vívida posible de su importancia en las
terapias psicoanalíticas.
Estas diez historias de vida, sufrimiento y amor se
reúnen con la intención explícita de mostrar el «tra-
bajo» del inconsciente en nosotros y la manera en
que un analista con la experiencia de Nasio trabaja
ecazmente con este inconsciente vivo.
Como si él dijera: al leer estas páginas, ustedes ex-
perimentarán lo que se moviliza en una sesión en el
consultorio de un analista: resistencias, miedos, fas-
cinaciones, repeticiones, descubrimientos, rechazos,
límites y posibilidades... toda una panoplia de actos
mentales que tienen lugar en lo que es una aventura
única y prometedora entre dos.
En este libro, el autor –como maestro y pedagogo–
logra así un nuevo esfuerzo de transmisión. Pero la
acción central en este objetivo es captar el hic et nunc
de la relación con su lector –en singular– para poner
explícitamente en resonancia el presente de su lectura
con las otras escenas del pasado de cada uno: las de
las historias contadas, por supuesto, pero también las
suyas propias, íntimas, las de su propia historia.
Un isomorsmo explícito entre la relación terapéuti-
ca y la relación autor-lector, en la búsqueda dinámica
de «una apertura al otro». Porque la parte de verdad
o de realidad –pieza central de cualquier transmisión
(especialmente clínica y terapéutica)– tiene tanto que
ver con el contenido como con el continente.
Esta estructura es también la del relato, la historia con-
tada. De hecho, de forma fractal, podríamos decir, esta
estrecha relación interpersonal se encuentra en las
propias narrativas entre lo imaginario y su resonancia
de verdad. De igual modo, a un nivel metapsicológico,
podemos observar el vínculo de ardiente contigüidad
existente entre la realidad (histórica) y el imaginario
de la palabra hablada, del cual sabemos en qué medida
el resultado terapéutico dependerá de la búsqueda de
este encuentro cercano, que roza una ecacia transfor-
madora.
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Lecturas
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Nasio no oculta esta realidad, y por eso, relata con
gusto «casos», «historias» de pacientes (pocos ana-
listas se atreven a arriesgarse), y se dirige a cada uno
de nosotros, los lectores. Por lo tanto, menos a los
lectores (una abstracción colectiva) que a quien sos-
tiene el libro en sus manos. Asume, así, la responsabili-
dad de portarlo (holding en el inglés de Winnicott). Sin
embargo, el lector, invitado a instalarse en este vín-
culo, puede experimentar una inquietante extrañeza
al sentirse demasiado "cuidado", acostumbrado como
está a la experiencia, a menudo contraria, de recibir,
anónimamente, de un especialista la información y los
datos... Por lo tanto, dependerá activamente de él si
estas páginas son "tumba" o "tesoro", entendiendo,
a medida que avanza en la lectura, que se trata de
dejar que el niño-que-siempre vive-en-nosotros realice el
trabajo en eco.
El niño, en efecto, ocupa un lugar central en este libro.
¿Lo infantil? ¿Ese movimiento de fuerzas conictivas
y desordenadas de la vida instintiva inconsciente? Sí,
por supuesto. Pero también el niño (su fenomeno-
logía existencial) olvidado en el adulto. Como si el
autor retomara el debate entre Ferenczi y Freud, ya
clásico en nuestra disciplina, para abarcar sus térmi-
nos opuestos con una conjunción coordinada que los
hiciera dinámicamente inclusivos: trauma pero pulsión;
realidad o fantasía; niño e infantil; vía directa de repe-
tición, por lo tanto, vía indirecta, distorsionada (por el
ego); acto o palabra; cuerpo porque pensamiento…
Incluso «ninguno» podría funcionar, lo que aquí no in-
dicaría una negación duplicada, sino un «ni» técnico e
instrumental, para especicar una opción terapéutica
que se ajuste estrictamente a los requisitos de la sin-
gularidad del caso o la excepcionalidad del momento
del tratamiento. Tomemos un ejemplo un tanto teó-
rico: una etiología de la neurosis basada en el polo
«traumático» o en el de la «fantasía». La tendencia, in-
cluso hoy, es oponerlos. Sin embargo, leemos en este
libro: «Digo 'traumatizado' y 'brutal' porque el niño o
adolescente era demasiado frágil para absorber el im-
pacto que estas pérdidas le habían causado». Donde
la realidad fáctica de una pérdida (histórica) redescu-
bre la realidad subjetiva (o incluso psíquica) a través
del ltro vinculado al estado del yo y la «brutalidad»
emocional e instintiva del ello.
El inconsciente no conoce contradicciones. La escu-
cha del analista debe buscar esta coordinación y con-
tenerla en su mente.
La acción terapéutica, obliga a una elección; pero esta
es una elección instrumental y reversible, no un juicio
(permanente), ni mucho menos una opinión. Quien
olvide esto no podrá aprovechar plenamente la lec-
tura de estas ilustraciones clínicas y técnicas. Porque,
en muchos sentidos, las sesiones de psicoanálisis se
presentan aquí como escenas de un psicodrama. «Un
psicoanalista debe saber interpretar diferentes roles sin
dejar de ser psicoanalista». Desde las primeras páginas,
el autor de Oui, la psychanalyse guérit! ( ¡Sí, el psicoa-
nálisis cura!) (Payot-Rivages, 2016), explica el uso del
dispositivo del diván: «Se puede realizar un excelente
psicoanálisis sin usarlo» y añade: «Ya sea en la consulta,
en el coche [con el paciente] o frente a la puerta de la
escuela [de un joven paciente], tengo constantemente
presente el inconsciente del paciente». El contexto no
se limita a la disposición física del espacio de consulta
(aunque el autor dedica unas líneas introductorias a
describir la suya); el contexto incluye las mentes de
los dos protagonistas en acción: «En cuanto a mí, lo
siento todo a la vez: tanto su ansiedad consciente por ir a
la escuela como su miedo inconsciente a separarse de su
madre. Como habrán comprendido, el verdadero lugar del
psicoanálisis no está en el espacio, sino en la mente y el
corazón del psicoanalista».
Todo esto evoca, a lo largo de las narrativas, la brecha
(coordinada) entre una metapsicología de la escucha
y una fenomenología de la conducta, reavivando el
debate entre los niveles interpersonal, intersubjetivo
e interpsíquico implicados en esta situación relacional
tan especíca.
Sin embargo, Nasio parece exponer aquí su preferen-
cia técnica por la búsqueda de intervenciones actua-
das, en nada "salvajes" (Freud), con un alcance inter-
pretativo de orden simbólico. Actuada, en el sentido
de soporte material, soporte-relevo, en la concreción
de algunas acciones que acompañan su pensamien-
to como analista comprometido con la escucha de
su paciente. No sorprende que un capítulo de este
libro esté dedicado a rendir homenaje a Françoise
Dolto. En ese capítulo, Nasio describe todo lo que su
propio método de trabajo debe a la enseñanza tan
viva y comprometida de Dolto. Reconoceremos allí,
nuevamente, la liación en la brillantez y la fuerza de
la autenticidad de las "intuiciones" que traducen lo
impensado inhibidor y patógeno en el otro. Comuni-
caciones "intuitivas" que demuestran tener un efecto
mutativo duradero.
Pero Nasio no nos contradeciría si remontáramos
esta conexión a la «intuición» propuesta por Theo-
dor Reik, a través de su «escuchar con el tercer oído»
(1948), la misma que sorprende (descubre), identica
y transforma... porque es empática, pero, sobre todo,
porque incluye al tercero en el pensamiento. Pero,
nuestro autor, insiste, una vez más, en que es: «muta-
tiva», porque es una experiencia compartida.
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Y volvemos a esa marca tan original, que es el lugar
preferencial que se le otorga a la repetición trau-
mática (de sucesos dolorosos de la infancia), como
cicatrices mudas del destino, y a la importancia tera-
péutica de acoger esta repetición en una «revivencia
emocionalmente compartida» de ese acontecimiento
decisivo del pasado.
Al nal de su tratamiento, el paciente puede termi-
nar diciendo: «Estoy contento con la vida que he tenido
porque, más allá de las heridas y las alegrías que me han
moldeado, me ha llevado a ser quien soy hoy».
En estas nueve historias (¿nueve?, ¿no eran diez?), des-
cubrimos muchas más cosas, tanto como lectores que
como profesionales. Hermosas deniciones, sencillas
y claras, de temas muy complejos; nuevos insights so-
bre conocimientos que considerábamos demasiado
familiares. También cabe destacar, por ejemplo, los
párrafos dedicados al comportamiento anoréxico,
en particular los relativos a la confusión de las zonas
erógenas y los dobles movimientos de retención e in-
corporación, que proporcionan perspectivas valiosas
y duraderas. Así como el legítimo énfasis en la culpa,
que no resulta excesivo. Pero hay muchas otras... Con
seguridad que quien lea este libro las descubrirá por
él mismo.
¿Y el décimo relato? El único que se puede revelar,
por ser un poco diferente a los demás, trata sobre la
loca obsesión de Bacon por un cuadro de Velázquez.
Si algún lector psicoanalista, tras haber llegado a este
capítulo con cierta prisa, se hubiera formado la idea
de que el autor de lo «traumático» habría olvidado
el núcleo sustancial del psicoanálisis, a saber, la se-
xualidad infantil, encontrará un notable entrelaza-
miento de estas fuerzas psíquicas en las dos brillantes
interpretaciones que Juan-David Nasio hace de este
cuadro, y se le ofrecerá a ese lector una maravillosa
oportunidad, in extremis, de resignicar en él la inte-
gralidad de este hermoso libro de historias.