REDACCIÓN
Comité cientíco Argentina: Lila Almirón (Universidad Nacional de Corrientes); Marce-
lo Cetkovich Bakmas (Universidad Favaloro); Jorge Nazar (Universidad
Nacional de Cuyo); Jorge Pellegrini (Universidad de La Punta); Lía Ricón
(Universidad de Buenos Aires); Sergio Rojtenberg (Instituto Universita-
rio de Salud Mental); Analía Ravenna (Universidad Nacional de Rosario);
Eduardo Rodríguez Echandía (Universidad Nacional de Cuyo); Alberto
Sassatelli (Universidad Nacional de Córdoba); Carlos Solomonoff (Con-
sultor independiente); Manuel Suárez Richards (Universidad Nacional de
La Plata); Miguel Ángel Vera (Universidad Nacional del Comahue); Hugo
Vezzetti (Universidad de Buenos Aires).Bélgica: Julien Mendlewicz
(Universidad Libre de Bruselas). Brasil: Joao Mari (Consultor indepen-
diente); Colombia: Rodrigo Noel Córdoba (Universidad del Rosario).
Chile: Andrés Heerlein (Universidad del Desarrollo); Fernando Lolas
Stepke (Universidad de Chile). España: Rafael Huertas (Consejo Supe-
rior de Investigaciones Cientícas); Valentín Baremblit (Centre d’aten-
ció, docència i investigació en Salut Mental). Francia: Thierry Tremine
(Consultor independiente); Bernard Odier (Fédération Francaise de
Psychiatrie). Italia: Franco Rotelli (Centro de Estudios e Investigación
sobre Salud Mental). México: Sergio Villaseñor Bayardo (Universidad
de Guadalajara). Perú: Renato Alarcón (Universidad Cayetano Heredia).
Reino Unido: Germán Berrios (Universidad de Cambridge). Suecia:
Lenal Jacobsson (Umeå University). Suiza: Nelson Feldman (Hospital
Juan Carlos Stagnaro (Universidad de Buenos Aires).
Santiago Levín (Universidad de Buenos Aires).
Martín Nemirovsky (Proyecto Suma).
Daniel Matusevich (Hospital Italiano de Bs. As.).
América Latina: Cora Luguercho (Asociación de Psiquiatras Argentinos,
Argentina).
Europa: Dominique Wintrebert (Asociación Mundial de Psicoanálisis,
Francia), Martín Reca (Association Psychanalitique de France, Francia),
Eduardo Mahieu (Cercle d’etudes psychiatriques Henri Ey, Francia),
Federico Ossola (Hôpital Psychiatrique Paul Guiraud, Francia).
EE. UU. y Canadá: Daniel Vigo. (University of British Columbia, Canadá).
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Director
Sub-directores
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Vertex Revista Argentina de Psiquiatría. (2023). 34(161): 6-116. Vertex Revista Argentina de Psiquiatría, es una publicación de Polemos SA. Los artículos
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REDACCIÓN
Martín Agrest (Proyecto Suma), Norberto Aldo Conti (Hospital “José T.
Borda”), Juan Costa (Hospital de Niños "R. Gutiérrez"), Natalia Fuertes
(Hospital Italiano de Buenos Aires), Gabriela S. Jufe (Consultor indepen-
diente), Eduardo Leiderman (Universidad de Palermo), Alexis Mussa
(Consultor independiente), Esteban Toro Martínez (Cuerpo Médico
Forense de la Corte Suprema de Justicia de la Nación), Fabián Triskier
(PAMI e INECO), Ernesto Walhberg (Consultor independiente), Silvia
Wikinski (CONICET, Universidad de Buenos Aires).
Consejo de redacción
Comité de redacción Secretario: Martín Nemirovsky (Proyecto Suma, Buenos Aires, Argentina).
Daniel Abadi (Proyecto Suma, Buenos Aires, Argentina); Adriana Bula-
cia (Universidad de Buenos Aires, Argentina); Julián Bustin (Universidad
Favaloro, Argentina); José Capece (Consultor independiente, Argentina);
Pablo Coronel (Cuerpo Médico Forense, Argentina); Sebastián Cukier
(Consultor independiente, Argentina); Irene Elenitza (Consultora in-
dependiente, Argentina); Laura Fainstein (Hospital “C. G. Durand”, Ar-
gentina); Aníbal Goldchluk (Consultor independiente, Argentina); Ser-
gio Halsband (Asociación de Psiquiatras Argentinos, Argentina); Luis
Herbst (Consultor independiente, Argentina); Edith Labos (Universidad
de Buenos Aires, Argentina); Elena Levy Yeyati (Asociación Mundial de
Psicoanálisis, Francia); Silvina Mazaira (Hospital “T. de Alvear, Argentina);
Mariana Moreno (Consultor independiente, Argentina); Mariano Motu-
ca (Universidad Nacional de Cuyo, Argentina); Nicolás Oliva (Cuerpo
Médico Forense, Argentina); Federico Pavlovsky (Dispositivo Pavlovsky,
Argentina); Ramiro Pérez Martín (Fuero de Responsabilidad Penal Ju-
venil, Argentina); Eduardo Ruffa (Consultor independiente, Argentina);
Diana Zalzman (Universidad de Buenos Aires, Argentina); Judith Szulik
(Universidad de Tres de Febrero, Argentina); Juan Tenconi (Universidad
de Buenos Aires, Argentina).
México: María Dolores Ruelas Rangel (Grupo Latinoamericano de
Estudios Transculturales). Colombia: Jairo González (School of Medicine
and Health Sciences, Universidad del Rosario). Venezuela: Miguel Ángel
De Lima Salas (Universidad Central de Venezuela). Francia: Eduardo
Mahieu (Cercle Henri Ey). Reino Unido: Catalina Bronstein (British
Psychoanalytic Association).
Corresponsales
Universitario de Ginebra). Uruguay: Humberto Casarotti (Universidad
Católica); Álvaro Lista (MacGill University). Venezuela: Carlos Rojas
Malpica (Universidad de Carabobo).
Comité cientíco
EDITORIAL
La siguiente reexión se enmarca en un contexto complejo, enmarañado
y alarmante: un planeta en crisis, en una crisis verdaderamente inédita. De-
mográca, ecológica, sanitaria, política, económica… en una palabra, una
crisis humanitaria global sin precedentes que pone en riesgo no solo el
bienestar de todos, sino la supervivencia de millones.
Y en este marco inestable y de difícil caracterización emerge la Salud Men-
tal como novedosa prioridad de agenda, catapultada por la pandemia, al
menos en el plano de la enunciación. De la enunciación de quienes ejercen
o pretenden ejercer la representación política de la sociedad.
¿Qué nos cabe a quienes ejercemos, enseñamos y comunicamos en Salud
Mental? Esa es la pregunta que nos hacemos en este texto editorial, escri-
to al compás de la misma crisis.
¿Qué es “salud mental”, en primer lugar? La respuesta es, también, com-
pleja. Salud mental es tanto la salud mental individual como la colectiva; en
el primer caso se escribe con minúscula y en el segundo con mayúscula
(Salud Mental), y pertenece al terreno sanitario, es decir, a las políticas
estatales diseñadas para prevenir y tratar a la población toda. En este
sentido, nos manifestamos partidarios de la incorporación del constructo
“Salud Mental Pública” tal como se utiliza en inglés (Public Mental Health)
para diferenciarla de la noción individual, clínica y asistencial y acercarla al
terreno de la Salud Pública, brazo sanitario de la equidad social.
Pero “salud mental” es también un campo multidisciplinar en el que con-
vergen profesiones, saberes y prácticas de muy diverso origen que inclu-
yen no solo a las profesiones involucradas, sino a las tradiciones culturales
y a las asociaciones de usuarios y de familiares de usuarios. En este sentido,
“salud mental” es un terreno rico de intercambio, de polémica y de cons-
trucción colectiva.
Por último, “salud mental” es también un hilo conductor que permite ana-
lizar el ángulo humano (tan biológico como cultural) de cualquier aspecto,
momento e instancia del acaecer vital. Actitudes frente a la muerte, vio-
lencia de género, efecto del calentamiento global en el bienestar, nuevas
conguraciones familiares, crisis vitales, las nuevas formas de los vínculos
amorosos, la amistad, la solidaridad, el individualismo, la felicidad, las narra-
ciones que nos contienen, la esperanza, la construcción de proyectos y de
futuro (o la ausencia de esta construcción).
En este último sentido, pero considerando e incluyendo a todos los an-
teriores, quienes trabajamos en este multideterminado campo tenemos
algo que decir en épocas aciagas como las que describimos al inicio. Y lo
que tenemos que decir es simple de enunciar pero difícil de plasmar: no
existe salud mental posible en un contexto generalizado de inequidad y de
sufrimiento colectivo producido por un orden inaceptable que altera de
un modo radical el contrato social. No existe salud mental sin equidad, sin
cooperación y solidaridad, sin amor por las diferencias y sin la posibilidad
de construcción de una narrativa de futuro que nos incluya a todos y a
todas en un proyecto deseable y posible.
Años de discusiones sobre natura versus nurtura, mente y cuerpo, cere-
bro y mente, clasicaciones categoriales o dimensionales, internaciones
o salud mental comunitaria, teoría o práctica, naufragan frente a una rea-
lidad que nos golpea a todos en plena cara: las condiciones vitales en las
que se desarrollan nuestras existencias han dejado de ser compatibles
con una noción mínima de dignidad. No podemos continuar contentán-
donos con nuestras discusiones clásicas, que poco a poco van adqui-
riendo un carácter abstracto, solipsista y extemporáneo. Mientras tanto,
la epidemiología del sufrimiento mental escala a niveles insospechados
frente a los cuales la clásica noción de “determinantes sociales”empali-
dece y resulta insuciente.
Es hora de regresar a la construcción de teoría, a la discusión acerca de las
prácticas y a la participación en la arena política. Sin una profunda discu-
sión sobre los modos de vincularnos, de organizarnos y de cuidarnos los
unos a los otros no habrá noción de salud mental que se sostenga.
La hora nos reclama profundas reformulaciones y nuevos e intensos com-
promisos.
EDITORIAL
Santiago Levin
ÍNDICE
6
18
Editorial
Artículos
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo de
12 meses para el trastorno por uso de sustancias. Experiencia en Argentina. Federico
Pavlovsky, Gustavo Irazoqui, Rebeca Faur, Rafael Groisman, Oriana Sullivan Machado, Lau-
ra Gersberg, Marcelo Mirelman, Verónica Gargiulo, Berenice Rabade, Martín Habib, Diana
Milena Berrio Cuartas, Luciana García, Silvia Wikinski
Protocolo Unicado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales
en formato virtual y grupal en Argentina: tres meses de seguimiento de un estudio piloto.
Milagros Celleri, Camila Florencia Cremades, Lautaro Rojas, Cristian Javier Garay
Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de
esquizofrenia: reivindicando la vía oral. Francisco Carena, Pablo Martino, Cristian F. Vera,
José Bonet
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudi-
nal del estudio TRAL. Christian Lupo, Gerardo García Bonetto, Ricardo Marcelo Corral,
Manuel Vilapriño Duprat, Hernán Alessandria, Gabriela Kanevsky, Sergio Perocco
Uso simultáneo de anticonceptivos y terapia hormonal de reemplazo en mujeres que
reciben psicofármacos. De la teoría a la práctica de la salud integral. Silvina Mazaira,
Mariana Giménez
¿Apatía o embotamiento emocional por ISRS? Una revisión de la literatura. Gonzalo
Emmanuel Barbosa Eyler
Psicosis tardías y fenocopias. Juan Ollari, Florencia Deschle, Valeria Rubiño, Romina
Blanco, Natalia Ciua, Walter Delembert
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte:
Manejo de los Trastornos Bipolares en el contexto de situaciones especiales. Marcelo
Cetkovich-Bakmas, Andrea Abadi, Sebastián Camino, Gerardo García Bonetto, Luis Herbst,
Eliana Marengo, FernandoTorrente, Tomás Maresca, Julián Bustin, Carlos Morra, Ricardo
Corral, Daniel Sotelo, Sergio Strejilevich, Julián Pessio, Juan José Vilapriño, Manuel Vi-
lapriño, Gustavo Vázquez, Alejo Corrales
El rescate y la memoria
La Psicopatología General de Karl Jaspers. Norberto Aldo Conti
Lecturas
Psicofarmacología práctica, Gabriela Jufe. Juan Carlos Stagnaro
24
32
45
61
67
87
111
3
115
Investigación original
6
Resumen
Objetivo: Evaluar la ecacia de un tratamiento ambulatorio intensivo (TAI) para el trastorno por uso de sus-
tancias (TUS) utilizando un enfoque multidimensional. Métodos: Se incluyeron todos los pacientes admitidos
consecutivamente en una institución privada entre mayo de 2019 y mayo de 2020. El programa duró 12 meses
y consistió en un conjunto de intervenciones médicas, psicosociales y recreativas, con una intensidad 9
horas/semana. La ecacia fue evaluada comparando los puntajes en el Índice de Severidad de Adicción (ASI)
a lo largo del programa y en el cuestionario WHOQOL-Bref al inicio y al nalizar. En 15 pacientes se realizó
una nueva medición seis meses después de concluido el tratamiento. Resultados: se incluyeron 41 participantes
(73% hombres, edad 42,8 ± 16 años). 14 participantes abandonaron (media 88 días). En los participantes que
completaron el tratamiento, se observaron mejoras en los índices de alcohol y drogas (a los 3 meses), en pro-
blemas médicos (a los 6 meses), en las relaciones sociales y familiares (a los 9 meses) y en problemas psicológi-
cos (a los 12 meses) así como en las cuatro dimensiones del WHOQOL-Bref. Estas mejoras persistieron en la
evaluación 6 meses post-alta cuando sólo un empeoramiento leve en la dimensión de problemas psicológicos
del ASI fue objetivado. Conclusión: Este es uno de los pocos estudios realizados en un ámbito latinoamericano
que evalúa la ecacia de un TAI para el TUS. Conrma trabajos previos de países desarrollados, mostrando los
benecios potenciales de la implementación de TAIs en nuestra región.
Palabras clave: Tratamiento ambulatorio intensivo - Adicción - Índice de Severidad de las Adicciones -
WHOQOL-Bref.
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento
ambulatorio intensivo de 12 meses para el trastorno por uso de
sustancias. Experiencia en Argentina
Multidimensional evaluation of a 12-month intensive outpatient program for the treatment
of substance use disorder. Experience in Argentina
Federico Pavlovsky1, Gustavo Irazoqui2, Rebeca Faur3, Rafael Groisman4, Oriana Sullivan
Machado5, Laura Gersberg6, Marcelo Mirelman7, Verónica Gargiulo8, Berenice Rabade9,
Martín Habib10, Diana Milena Berrio Cuartas11, Luciana García12, Silvia Wikinski13
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.481
RECIBIDO 4/1/2023 - ACEPTADO 5/3/2023
1.Médico Psiquiatra. Médico especialista en Medicina Legal, Magister en Psiconeurofarmacología, Magister en Drogadependencia. Director del Disposi-
tivo Pavlovsky. ORCID 0000-0003-1928-2581
2.Lic. en Psicología. Psicoterapeuta en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0002-5519-2842
3.Médica Psiquiatra. Magister en Psicofarmacología. Psiquiatra en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0002-8271-1855
4.Médico Psiquiatra. Magister en Neuropsicofarmacología. Coordinador de grupos en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0002-5840-2358
5.Medica especialista en Psiquiatría. Coordinadora del programa de terapia dialéctico-comportamental del TUS en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID
0000-0001-6543-844X
6.Magister en Gestión Social y Gerenciamiento Público. Coordinadora de Red y de Grupos, Admisora del Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0002-
9685-7097
7.Estudiante de Psicología. Coordinador general del Programa TAI en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0002-6582-4911
8.Licenciada en Psicología. Psicoterapeuta en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0002-7403-8242
9.Médica especialista en Psiquiatría. Coordinadora de admisión en el Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0001-9077-2423
10.Licenciado en Psicología con posgrado en Terapia Cognitivo-Conductual. Coordinador General del Programa Terapéutico "Dispositivo de Noche”.
ORCID 0000-0002-6328-0981
11.Médica especialista en Psiquiatría. Psiquiatra del Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0001-7419-714X
12.Doctora en Medicina. Asesora cientíca del Dispositivo Pavlovsky. ORCID 0000-0001-9837-2934
13.Doctora de la Universidad de Buenos Aires. Médica especialista en Psiquiatría (UBA). Investigadora Principal del Consejo Nacional de Investigacio-
nes Cientícas y Técnicas (CONICET). ORCID 0000-0001-6501-2916
Autora correspondiente:
Silvia Wikinski
silviawikinski@gmail.com
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.481
7
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
Abstract
Objective: The purpose of this study was to asess the efcacy of an intensive outpatient treatment (IOT) for subs-
tance use disorder (SUD) using a multidimensional approach. Methods: All the patients consecutively admitted to a
private institution between May 2019 and May 2020 were invited to participate in the study. The program consisted
in a 12-month set of psychosocial, medical and recreative interventions requiring an attendance of at least 9 hours
per week. Efcacy was evaluated at admission and every three months by the Addiction Severity Index (ASI). Quality
of life was evaluated at admission and at the end of the treatment by the WHOQOL-Bref questionnaire. A comparison
of parameters obtained at admission between the group that completed and the one that abandonned the treatment
was also performed to detect potential predictors of early dropout. Six months after the end of the treatment, the
participants were contacted in order to repeat an evaluation through the ASI and the WHOQOL-Bref scales. Results:
41 participants (73% male, age 42.8 ± 16 years) were included. 14 participants dropped out at a median time of
88 days. Among those who completed the treatment improvements were observed in different clinical dimensions: in
alcohol and drug consumption (3 months), in medical problems (6 months), in family/social relationships (9 months), in
psychological scores (12 months) and in the four dimensions of WHOQOL-Bref. No changes were observed in legal pro-
blems and in the employment status. Only legal problems and family/social relationships at admission were signicantly
different among patients who completed versus those who dropped-out. Six months after discharge, no differences in
WHOQOL-Bref scores were observed in the 15 participants who could be located and accepted the assessment. A little
but statistically signicant worsening was observed in the psychological problems dimension of the ASI in post-discharge
follow-up. The rest of the ASI dimensions remained unchanged 6 months after concluding the treatment. Conclusion:
This is one of the few studies performed in a latinamerican setting assessing the efcacy of a long-term IOT for SUD. It
conrms previous works from developed countries, showing the potential benets of IOTs implementation in our region.
Keywords: Intensive outpatient treatmen - Addiction - Addiction Severity Index - WHOQOL-Bref questionaire.
Introducción
Los trastornos por uso de alcohol y otras sustancias
(TUS) participan signicativamente en la carga glo-
bal por enfermedad. De acuerdo a estudios recientes
el conjunto de enfermedades asociado a mayor carga
es el que combina trastornos mentales, neurológicos,
TUS y autolesiones (Vigo et al., 2016). Un estudio
comparativo de la carga relativa por enfermedad aso-
ciada al consumo de alcohol y otros TUS en Estados
Unidos, Canadá y México muestra valores en el ran-
go de 23 al 38% dependiendo del grupo etario y del
país (Vigo et al., 2020). El impacto económico y social
que reejan estos datos justica la atención dada a las
estrategias terapéuticas que puedan emplearse y muy
especialmente a su potencial ecacia.
Los objetivos del tratamiento, de acuerdo con los
estándares promovidos por la Organización Mundial
de la Salud, son detener o reducir el consumo, mejorar
el bienestar, la funcionalidad y la salud de las personas,
y prevenir futuros daños mediante la reducción del
riesgo de complicaciones y recaídas. Los tratamientos,
a la par de efectivos, deben promover la autonomía de
los pacientes y la seguridad individual y comunitaria
(United Nations Oce on Drugs and Crime, 2018).
De acuerdo a informes internacionales, en 2016
sólo 1 de cada 6 pacientes con TUS recibió tratamien-
to (United Nations Oce on Drugs and Crime, 2018).
En Latinoamérica, las cifraas son aún más preocupan-
tes, ya que sólo 1 de cada 11 recibe apoyo (Internatio-
nal Narcotics Control Board, 2017). Esto justica la
preocupación acerca de la accesibilidad y la efectivi-
dad de los tratamientos para el TUS en nuestra región.
Se han propuesto diversos abordajes terapéuticos.
Los más comunes en el pasado fueron los tratamien-
tos que requerían internación por periodos variables
de tiempo pero, como se señaló más arriba, estos
abordajes no respetan la autonomía de los pacientes,
afectan los lazos sociales, profesionales y familiares y
no garantizan la prevención de recaídas luego del alta
(Witbrodt et al., 2007). Por ello, en los últimos años
se han propuesto, desarrollado y evaluado estrategias
ambulatorias de variada intensidad para pacientes con
afección leve a moderada (United Nations Oce on
Drugs and Crime, 2018). De acuerdo a un censo lle-
vado a cabo en los Estados Unidos en 2017 (Substance
Abuse and Mental Health Services Administration,
2019), el 46% de los programas de tratamiento para
adicciones consisten en tratamientos ambulatorios
8
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
intensivos (TAI). Lamentablemente no contamos con
datos comparables ni en nuestro país ni en la región.
Los TAI son tratamientos de complejidad interme-
dia entre la hospitalización y los tratamientos ambu-
latorios clásicos. Dieren en la frecuencia con que los
pacientes deben concurrir al dispositivo y en el marco
conceptual en que se basan, pero hay consenso en re-
lación a que la asistencia mínima requerida para que
un tratamiento ambulatorio sea considerado intensi-
vo es de 3 horas por semana (Mee-Lee et al, 2001).
La ecacia de los TAI fue evaluada por varios au-
tores, pero los informes resultan difíciles de comparar
debido a la heterogeneidad de encuadre/contexto de
los dispositivos, la intensidad y duración del segui-
miento y los instrumentos empleados para medir la
ecacia. Algunos trabajos usan una aproximación na-
turalística (Bottlender & Soyka, 2005; Vuoristo-Myllys
et al., 2013) mientras que otros comparan diferentes
programas con diseños aleatorizados y randomizados
(Essock et al., 2006; McLellan et al., 1997). Con res-
pecto a la medición de la ecacia, hay diversidad de
enfoques, pero sin lugar a dudas el parámetro emplea-
do con más frecuencia es la abstinencia, medida ya sea
a través del auto-reporte como de la cuanticación de
drogas o alcohol en aliento, sangre u orina (Bottlender
& Soyka, 2005; Krampe, et al., 2007).
El TUS afecta múltiples dimensiones de la vida
personal. Al impacto psicológico, que es a la vez cau-
sa y consecuencia del trastorno, se agregan los efectos
sobre el empleo, la salud física, las relaciones fami-
liares y sociales e incluso pueden presentarse proble-
mas legales. Los marcos conceptuales más difundidos
proponen que la abstinencia es la condición necesa-
ria, aunque no suciente, para lograr la recuperación
en todas las dimensiones afectadas. Aun cuando el
carácter multidimensional del TUS es ampliamente
aceptado, a la fecha son pocos los estudios que em-
plean un abordaje multidimensional en la evaluación
de la ecacia de su tratamiento (Guydish et al., 1999;
Krampe et al., 2007; McKay et al., 2013; McLellan et
al., 1997). Asimismo, si bien las personas que buscan
tratamiento en última instancia aspiran a mejorar su
calidad de vida, son muy escasos los trabajos que pres-
tan atención a este constructo a la hora de evaluar la
efectividad (Tiany et al., 2012).
La pregunta que se propone responder este estudio,
que, hasta donde sabemos, es el primero de esta natura-
leza llevado a cabo en Argentina y, muy probablemente,
uno de los pocos realizados en un contexto latinoame-
ricano es cuál es la ecacia de un TAI para pacientes
que padecen TUS no solo en lo que hace al consumo de
sustancias, sino también en otras dimensiones afecta-
das. Se vale para ello de un abordaje multidimensional.
La hipótesis por lo tanto es que la ecacia del TAI no se
limita a lograr la abstinencia, sino que también mejora
otras variables asociadas con el consumo de sustancias
y la calidad de vida de los sujetos.
Por otra parte, dado que el abandono del trata-
miento es un fenómeno que sucede con variable pero
signicativa frecuencia, independientemente de la es-
trategias terapéutica empleada (Brorson et al., 2013;
Lappan et al., 2019; Stark, 1992), un objetivo secunda-
rio fue identicar factores que pudieran caracterizar
a los pacientes en riesgo de abandonar el tratamiento
prematuramente.
Métodos
Esta investigación fue aprobada por el Comité de Éti-
ca de la Facultad de Medicina de la Universidad de
Buenos Aires (Resolución fechada el 5-8-2019). Todos
los participantes prestaron su consentimiento por es-
crito en un formulario aprobado por el mencionado
Comité de Ética. A poco de haber iniciado el estudio
comenzó la pandemia de COVID-19, lo que obligó a
introducir cambios en la forma de llevar adelante los
tratamientos (principalmente migración a la modali-
dad remota) lo que fue informado al Comité de Ética
y aprobado consecuentemente. Los efectos del cambio
a la modalidad remota fueron evaluados y publicados
previamente (Faur et al., 2021).
Participantes
Los pacientes admitidos al TAI entre el 2 de mayo de
2019 y el 31 de mayo de 2020 fueron invitados a par-
ticipar en el estudio. Los criterios de inclusión fueron:
ser mayor de 18 años, cumplir los criterios diagnósti-
cos para el trastorno por uso de sustancias o alcohol
evaluados por los módulos J e I de la versión en caste-
llano de la Entrevista Neuropsiquiátrica Internacional
MINI (Ferrando et al., 2000), y estar en condiciones
de entender el idioma castellano. Se registraron los
siguientes datos demográcos: edad, género, estado
laboral, y estado civil. También se consignaron los an-
tecedentes de hospitalizaciones debido a problemas de
salud mental y otras comorbilidades médicas.
Programa de tratamiento ambulatorio intensivo
El programa consistió en un conjunto de intervencio-
nes orientadas a la recuperación en diversas dimensio-
nes sintomáticas. El programa tuvo una duración de
12 meses y requirió de los participantes una asistencia
9
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
de al menos 9 horas por semana. La Tabla 1 describe
las actividades que formaron parte del programa.
Medición de la ecacia
Para evaluar la ecacia del TAI se emplearon dos ins-
trumentos validados: la versión en castellano del Índice
de Severidad de Adicción (ASI) (McLellan, Kushner, &
Meetzger, 1992) y el Cuestionario WHOQOL-Bref de
la Organización Mundial de la Salud (Finnerty, 2020).
Ambos instrumentos se describen sucintamente a con-
tinuación.
Evaluación de la severidad de la adicción: el ASI se
aplicó en la admisión y luego a los 3, 6, 9 y 12 me-
ses. Es una entrevista semi-estructurada diseñada
para valorar el impacto del consumo de sustancias
en 7 áreas: problemas médicos, sostén económico/
empleo, uso de alcohol, uso de drogas, problemas
legales, relaciones familiares/sociales, y problemas
psicológicos. El rango de los puntajes para cada
dimensión es de 0 a 1 (siendo mayor la severidad
cuanto mayor sea el puntaje) y explora la severidad
del TUS durante los 30 días previos a la evaluación.
Calidad de vida: la escala WHOQOL-Bref (Fin-
nerty, 2020) es una escala auto-administrada con-
sistente en 25 ítems que se puntúan en una escala
de 5 grados (mayor puntaje expresa mejor calidad
de vida). Los puntajes nales resultantes, obteni-
dos de la sumatoria de puntajes en cada uno de los
ítems, se ubican en el rango de 25 a 125 puntos. La
escala se aplicó en el momento de la admisión y al
concluir los 12 meses de tratamiento.
Cambios en el tratamiento durante la pande-
mia por COVID -19
Con el inicio de la pandemia por COVID-19 en mar-
zo de 2020 el tratamiento mutó a modalidad remota,
la que se aplicó durante los ocho meses siguientes. En
noviembre de 2020 la psicoterapia individual volvió a
la modalidad presencial, mientras que los grupos de
terapia y el resto de las actividades continuaban brin-
dándose en plataformas de reuniones virtuales hasta el
nal de la evaluación que se informa en este trabajo.
El impacto en el cambio de modalidad fue medido y
los resultados arrojados sugirieron que la administra-
Tabla 1. Descripción de los componentes del programa terapéutico y de la intensidad de cada uno de ellos
Componente del programa Descripción Frecuencia/Intensidad
Sesiones de terapia grupal para TUS
Terapia grupal semanales enfocadas en la pre-
vención de recaídas, problemas relacionadas al
uso de sustancias e intervenciones educaciona-
les y motivacionales.
≥ 6 horas semanales
Sesiones de terapia individual Terapia enfocada en las vicisitudes personales
durante el tratamiento. ≥ 1 hora semanal
Encuentros con la red social del
paciente
Encuentros con la red social de cada participan-
te destinados a proporcionar información sobre
la uso problemático de sustancias, desarrollar
habilidades comunicacionales, brindar apoyo y
facilitar la resolución de problemas relacionados.
≥ 4 horas mensuales
Evaluación y atención psiquiátrica
Cada paciente fue evaluado por un psiquiatra
luego de la admisión, y en caso de necesidad se
llevaron a cabo entrevistas de seguimiento.
Al menos una vez al mes
Evaluación clínica
Cada paciente fue evaluado por un médico clí-
nico y, en caso de necesidad, se llevaron a cabo
consultas de seguimiento.
En la admisión y a los 12 meses o según
la necesidad individual de cada paciente
Terapia vincular
Cada participante y su familia asistieron a cuatro
entrevistas de terapia vincular durante los pri-
meros seis meses de tratamiento.
Variable
Talleres
Los participantes tuvieron la oportunidad de
asistir a grupos basados en la terapia dialécti-
co-comprtamental y a talleres de meditación,
escritura creativa, y recuperación orientada a la
inclusión sociolaboral.
Variable
10
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ción del tratamiento bajo esta modalidad fue tan e-
caz como el abordaje ambulatorio intensivo presencial
(Faur et al., 2021).
Seguimiento post-alta
Con el objetivo de evaluar la persistencia de los cam-
bios logrados, los participantes que concluyeron los
12 meses de tratamiento fueron contactados 6 meses
después del alta, y mediante entrevista presencial o te-
lefónica (según preferencia del paciente) se repitió la
evaluación con las escalas ASI y WHOQOL-Bref.
Procesamiento estadístico
Para las variables continuas (puntajes de cada dimen-
sión del ASI y de WHOQOL-Bref) se calcularon los
valores promedio (± DE) obtenidos por los partici-
pantes en cada punto temporal. Para evaluar la signi-
cación estadística de los cambios observados, a las
medias de los puntajes de ASI se les aplicó la prueba
de Kruskall-Wallis para mediciones repetidas segui-
do del test de Dunn. La comparación de los valores
obtenidos por la escala WHOQOl-Bref en a admisión
y a los 12 meses se llevó a cabo mediante la prueba
de Mann Whitney. La comparación entre las medias
(±DE) de los puntajes de ASI y WHOQOL-Bref obte-
nidos en la medición de los 12 meses y los obtenidos
en el seguimiento post-alta se llevó a cabo mediante la
prueba t de Student para muestras pareadas.
A los nes de identicar factores predictores de
abandono, los parámetros demográcos, y lo punta-
jes de ASI y de WHOQOL-Bref a la admisión fueron
comparados entre dos grupos: aquellos pacientes que
completaron el tratamiento y aquellos que lo interrum-
pieron prematuramente. La comparación entre ambos
grupos fue realizada mediante la prueba de Mann
Whitney en el caso de parámetros cuantitativos y me-
diante la prueba chi-cuadrado para los categoriales.
En todas las pruebas, la signicación estadística
fue establecida en p < 0.05. El procesamiento estadís-
tico se llevo a cabo con el soware GraphPrism V5.
Resultados
Participantes
Se reclutaron y aceptaron participar 41 pacientes.
Veintisiete completaron un año de tratamiento, mien-
tras que 14 abandonaron en diferentes momentos. El
tiempo promedio (percentiles 25-75) de abandono fue
de 88 días (58.5-189.3).
Parámetros demográcos
La Tabla 2 muestra los parámetros demográcos del
total de los participantes. Las condiciones comórbi-
das más frecuentes fueron hipertensión, dislipidemia
e hipotiroidismo. Entre los participantes, un paciente
fue VIH positivo, hubo un caso de anemia, un caso de
osteoporosis y uno de psoriasis.
Evolución de la severidad de la adicción
Se efectuó una evaluación secuencial de las 7 dimen-
siones del ASI en la admisión y a los 3, 6, 9 y 12 meses.
A los 3 meses no se observaron cambios signicativos
en el empleo, problemas médicos, problemas legales,
relaciones sociales/familiares ni en la dimensión psi-
cológica (p= no signicativo en todos los casos, Krus-
kall Wallis seguidas por la prueba de Dunn). Por el
contrario, el consumo de drogas y el de alcohol dis-
minuyeron drásticamente en este primer seguimiento
(p < 0.0001 and p < 0.0001 respectivamente, Kruskall
Wallis para mediciones repetidas seguida por la prue-
Tabla 2. Datos demográcos del total de los participantes
(N = 41)
Parámetro
Género
Hombres [N (%)] 30 (73%)
Mujeres 11 (27%)
Otro 0 (0%)
Edad (años) [promedio (± DE)]
Hombres 37.7 (10.5)
Mujeres 56.5 (20.3)
Estado de ocupación laboral [N (%)]
Jubilados 5 (12 %)
Estudiantes 6 (15%)
Empleado 22 (54%)
Desocupado 8 (19%)
Años de educación formal [promedio (± DE)] 16.4 (4)
Estado civil [N (%)]
En convivencia 25 (61%)
Condiciones médicas comorbidas [N (%)] 19 (46%)
Antecedentes de internación [N (%)] 15 (37%)
Sustancia(s) (N)
Alcohol 10
Drogas (marihuana, cocaína) 17
Alcohol y drogas 14
11
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Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
ba de Dunn). Los puntajes a los 6, 9 y 12 meses conti-
nuaron siendo más bajos que los obtenidos a la admi-
sión para estos dos parámetros, lo que indica que una
vez que estos benecios terapéuticos son alcanzados,
permanecen por el resto el tratamiento. De hecho, los
puntajes obtenidos a los 9 y a los 12 meses fueron sig-
nicativamente más bajos que los obtenidos a los 6 (p
< 0.05, Prueba de Dunn) (Figuras 1A y 1B).
Con respecto a las relaciones familiares/sociales no
se observaron benecios estadísticamente signicativos
a los 3 meses, pero a partir de los 6 meses el puntaje del
ASI para este parámetro fue signicativamente menor
al observado en la admisión y al obtenido en el segui-
miento a los 3 meses. (p < 0.0001 Prueba de Dunn a los
6 meses vs a la admisión y a los 3 meses) (Figura 1C).
El puntaje obtenido en la subescala que evalúa
problemas médicos se diferenció del observado en la
admisión, a los 3 y a los 6 meses recién a los 9 meses
de tratamiento y por último, los problemas psicológi-
cos resultaron signicativamente menores a las tomas
previas recién en la última evaluación, a los 12 meses
(p < 0.0001 y p < 0.05 respectivamente, Kruskal Wallis
seguido por la prueba de Dunn) (Figura 1D y 1E).
No se observaron cambios signicativos en el em-
pleo y en los problemas legales (p= NS para ambos pa-
rámetros, Prueba de Kuskall Wallis) (Figuras 1F y1G).
Calidad de vida
La calidad de vida fue medida mediante la escala de
WHOQOL-Bref en la admisión y al nal del trata-
miento. Los resultados expresados como media (±
DE), se muestran en la Tabla 3. Todas las variables
fueron signicativamente mayores a los 12 meses,
comparados con los resultados obtenidos a la admi-
sión (Prueba de Mann Whitney).
Comparación entre participantes que com-
pletaron los 12 meses de tratamiento y aque-
llos que abandonaron
Para poder denir potenciales factores predictores
de abandono comparamos parámetros demográcos,
y puntajes de ASI y WHOQOL-Bref obtenidos en la
admisión entre los participantes que completaron el
tratamiento y los que no.
La comparación de los parámetros demográcos
no arrojó diferencias entre los grupos, eliminando
consecuentemente la posibilidad de proponerlos como
factores predictores de abandono. Con respecto a los
Tabla 3. Puntajes obtenidos con la escala WHOQOL-Bref
en los participantes que completaron el tratamiento (N = 27)
Dominios
de la escala
WHQOL-Bref
Admisión
Media
(±DE)
12 meses
Media
(±DE)
Valor de p
Salud física 23.96 (5.3) 27.69 (4.7) 0.0039 *
Bienestar
psicológico 27.69 (4.7) 21.69 (4.5) 0.0108 *
Relaciones
sociales 8.74 (2.7) 10.04 (2.2) 0.0045*
Entorno 29.89 (4.3) 32.58 (4.2) 0.0063 *
* Prueba de Mann-Whitney
-0.5
0.0
0.5
1.0
***
*** *** ***
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
A
Alcohol
Puntaje ASI (puntos)
Drogas
0.0
0.1
0.2
0.3
0.4
***
***
***
***
B
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
ASI score (points)
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
## ## ##
#
#
C
Relaciones
sociales/familiares
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
Puntaje ASI (puntos)
-0.5
0.0
0.5
1.0
** **
DProblemas médicos
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
Puntaje ASI (puntos)
0.0
0.2
0.4
0.6
0.8
1.0
*
E
Problemas
psicológicos
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
Puntaje ASI (puntos)
Problemas legales
0.0
0.2
0.4
0.6
G
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
Puntaje ASI (puntos)
Sostén económico/
empleo
0.0
0.5
1.0
1.5
F
Adm 3 m 6 m 9 m 12 m
Puntaje ASI (puntos)
Figura 1. Puntajes de las siete dimensiones de la escala ASI obtenidos por los participantes que completaron el tratamiento (N=27).
La medición se llevó a cabo al momento de la admisión, y a los 3, 6, 9 y 12 meses
Ref: * p < 0.05 vs admisión; ** p < 0.0005 vs admisión; *** p < 0.0001 vs admisión; # p < 0.05 vs 6 meses; ## p < 0.0001 vs admisión y 3 meses
(Kruskal Wallis para medidas repetidas/prueba de Dunn)
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Tabla 4. Comparación de los puntajes ASI y WHOQOL-Bref en la admisión entre quienes completaron y quienes abandonaron
el tratamiento
Parámetros
Pacientes que
completaron el tratamiento
N = 27
Pacientes que
abandonaron el tratamiento
N= 14
Valor de P
Parámetros demográcos
Género (n)
Masculino 18 12 0.27531
Femenino 11 2
Edad (años) (promedio ± DE) 45.8 ± 17 37.1 ± 19.8 0.09472
Ocupación (n)
14 9 0.52031
No 13 5
Años de educación (promedio ± DE) 17.5 ± 2.5 15.8 ± 2.1 0.2132
Estado civil (n)
En convivencia 17 8 0.4681
Viviendo solo 10 6
Condiciones comórbidas (n)
15 40.18581
No 12 10
Antecedentes de internación (n)
9 6 0.73371
No 16 8
Tipo de sustancia (n)
Alcohol 8 2
0.82831
Drogas 9 6
Alcohol y drogas 10 6
Puntajes ASI
Problemas médicos 0.27 (0.2) 0.24 (0.3) 0.74752
Sostén económico/empleo 0.48 (0.3) 0.46 (0.2) 0.91162
Consumo de alcohol 0.28 (0.3) 0.15 (0.1) 0.47362
Consumo de drogas 0.11 (0.1) 0.17 (0.1) 0.06282
Problemas legales 0.07 (0.1) 0.17 (0.2) 0.04362 *
Relaciones sociales y familiares 0.44 (0.2) 0.30 (0.2) 0.03062 *
Problemas psicologicos 0.35 (0.2) 0.42 (0.2) 0.20072
Puntajes WHOQOL-Bref
Salud física 23.96 (5.3) 24.95 (4.7) 0.53812
Salud psicológica 27.69 (4.7) 19.18 (4.9) 0.91162
Relaciones Sociales 8.74 (2.7) 10.00 (2.9) 0.10342
Entorno 29.89 (4.3) 31.00 (4.0) 0.34752
1: Prueba de Fisher; 2: prueba de Mann Whitney; *p < 0.005
13
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
puntajes de ASI, los dos parámetros que mostraron
diferencias signicativas fueron los problemas legales
y las relaciones familiares/sociales. La calidad de vida
resultó estadísticamente similar entre quienes comple-
taron y quienes no (ver Tabla 4).
Seguimiento post-alta
De los 27 participantes que concluyeron el programa
de 12 meses, 15 pudieron ser contactados seis meses
después de terminar el tratamiento y aceptaron ser
evaluados con las escalas ASI y WHOQOL-Bref. Con
la excepción de la dimensión que evalúa problemas
psicológicos de la escala ASI, el resto de las dimen-
siones de esta escala y las cuatro dimensiones de la
escala WHOQOL-Bref no mostraron diferencias es-
tadísticamente signicativas en relación con los valo-
res obtenidos al concluir el tratamiento. La dimensión
de problemas psicológicos mostró un ligero agrava-
miento (0.097 ±0.13 vs 0.176 ±0.15 en los valores a 12
meses y post-alta respectivamente, p = 0.04, prueba t
Student para muestras pareadas).
Discusión
Nuestro estudio empleó un abordaje multidimensio-
nal para evaluar la ecacia de un programa de trata-
miento ambulatorio intensivo para el TUS. Para cum-
plir con este propósito medimos, al momento de la
admisión y cada tres meses a lo largo de un año, la
severidad de la adicción mediante la prueba ASI. Esta
evalúa tanto la severidad en el consumo de alcohol y
drogas como la medida en que están afectadas otras
cinco dimensiones problemáticas: la salud física (no-
minada como problemas médicos), las relaciones fami-
liares/sociales, el sostén económico/empleo, los proble-
mas legales, y los problemas psicológicos. Por otro lado,
para comparar la calidad de vida a la admisión con la
percibida por los participantes al nal del programa se
empleó el cuestionario WHOQOL-Bref. Finalmente,
para explorar los factores que podrían estar relaciona-
dos con la deserción, se llevó a cabo una comparación
de las variables registradas entre los participantes que
completaron el tratamiento y aquellos que no.
El 34% de los participantes no completó el trata-
miento. El 66% restante experimentó una mejoría ge-
neral a lo largo de los 12 meses de tratamiento. Resulta
interesante señalar que los puntajes en el consumo de
alcohol y drogas mejoraron antes que los problemas
médicos, psicológicos o de los vínculos socio/familia-
res. No observamos cambios en el sostén económico/
empleo ni en la dimensión legal. La calidad de vida
también mejoró como resultado del programa ya que
todas las dimensiones puntuaron signicativamente
más altas hacia el nal del tratamiento. Finalmente,
solo dos puntajes compuestos del ASI, la severidad
de los problemas legales y las dicultades en las re-
laciones socio/familiares, dirieron signicativamen-
te entre los participantes que completaron y los que
abandonaron prematuramente el programa. Curiosa-
mente, los pacientes con relaciones familiares menos
conictivas estaban en mayor riesgo de dejar el trata-
miento en comparación con aquellos que tenían un
puntaje menor en esta dimensión de la escala ASI.
El abandono temprano es un impedimento para la
recuperación (Palmer et al., 2009). De hecho, algunos
estudios sugieren que los pacientes que permanecen
en tratamiento por tres o más meses exhiben signi-
cativamente mejores resultados (medidos estos en una
variedad de aspectos) que quienes abandonan prema-
turamente, y los resultados post-tratamiento continúan
mejorando cuanto más tiempo han permanecido en el
programa (Hubbard et al., 2003). En nuestro estudio,
27 de los 41 participantes completaron un año de tra-
tamiento, lo que representa una tasa de abandono del
34%. Según la revisión de Lappan y cols. (2019) las tasas
de abandono son de aproximadamente el 30% cuando
se consideran los diversos dispositivos terapéuticos dis-
ponibles. Los estudios que investigan la permanencia
especícamente en TAIs revelan un rango de abando-
no que va del 30% (McKowen et al., 2017; Veach et al.,
2000) al 80.4% (Ghosh et al., 2020). Hasta donde sa-
bemos hay pocos estudios sobre este punto llevados a
cabo en Latinoamérica. Un estudio que investiga la sa-
tisfacción de los pacientes en comunidades terapéuticas
en distintos países latinoamericanos (Gómez-Restrepo
et al., 2017) demostró una tasa media de abandono
del 42%. Otros autores que exploraron predictores de
abandono temprano en Colombia reportaron un aban-
dono del 59% (García Valencia & Méndez Villanueva,
2014). Por lo tanto, nuestros resultados son similares a
los obtenidos en países desarrollados y parecen reejar
menores tasas que las pocas reportadas en escenarios
de nuestra región. Las causas de estas aparentes diferen-
cias no están claras.
Los distintos estudios publicados acerca de la e-
cacia de los TAIs son difíciles de comparar entre sí,
debido a que los programas de tratamiento, su exten-
sión, los instrumentos empleados para medir la eca-
cia y el diseño experimental (estudios naturalísticos
versus controlados) son muy variados.
Con todas estas diferencias en mente, es eviden-
te que una comparación entre nuestros resultados y
14
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
los publicados previamente debe realizarse con pre-
caución. De nuestro estudio surge que el programa
aplicado redujo el consumo de sustancias y/o alcohol
dentro de los 3 meses, lo que resulta comparable con lo
informado previamente, tanto por autores que emplea-
ron la escala ASI (Guydish et al., 1999; Schneider et al.,
1996; Tiet et al. , 2007; Witbrodt et al., 2007) como por
otros que miden la abstinencia mediante auto-reportes
(Rychtarik et al., 2000). En nuestro estudio estos bene-
cios persisten a lo largo de todo el año y son seguidos
por mejorías en otras dimensiones como los problemas
médicos, los psicológicos, las relaciones socio/familia-
res, resultados todos ellos que se asemejan a algunos
publicados previamente en mediciones transversales
(Guydish et al., 1999; Tiet et al., 2007). Es interesante
señalar que la reducción en la severidad del consumo
propiamente dicho antecede a la que se detecta en el
resto de las dimensiones. Esto indicaría, aunque con el
método empleado en este estudio no se puede armar,
que la mejoría en este aspecto es condición para la me-
joría en el resto de los parámetros.
No hemos hallado cambios en los puntajes que mi-
den la severidad de los problemas legales, lo que pue-
de ser atribuido a que la misma era extremadamente
baja en la muestra incluida en nuestro trabajo.
Tampoco hallamos cambios signicativos en la di-
mensión que evalúa sostén económico/empleo. Desde
nuestra perspectiva, la falta de efectos detectables en
esta última dimensión pude deberse a diversas cau-
sas, entre las cuales debemos señalar el contexto pan-
démico en el que llevó a cabo gran parte del estudio.
Durante la emergencia sanitaria el empleo se vio seve-
ramente afectado no solo para las personas con alguna
afectación de su salud mental sino también para la po-
blación general. Además, en el grupo de participantes
que completó el programa había un número de sujetos
que ya se había jubilado al momento de la admisión
y varios estudiantes que no estaban buscando trabajo
(N=9). Entre el resto de los participantes que comple-
taron el tratamiento, 13 tenían trabajo al momento de
la admisión y no cambiaron su situación a lo largo del
programa, y sólo 5 estaban desempleados. Aunque
todas esta características particulares y contextuales
podrían explicar en parte la ausencia de efectos del
programa en este aspecto de la funcionalidad de los
participantes, la falta de ecacia de TAIs sobre esta
área problemática ha sido previamente reportada por
Guydish y cols. (1995) en una aproximación investiga-
tiva bastante similar a la nuestra. Por otro lado, como
muestra una investigación realizada entre veteranos
de guerra de los Estados Unidos, en la que la mayo-
ría de los participantes presentaba abuso de alcohol o
sustancias, los cambios a nivel laboral requirieron de
intervenciones especícas como, por ejemplo, rehabi-
litación vocacional (Abraham et al., 2021).
Aun cuando la expectativa de un tratamiento exi-
toso del TUS incluye una mejoría en la calidad de
vida, esta dimensión no suele ser incluida entre las
evaluadas en los estudios de ecacia terapéutica de
los TAIs. En nuestro estudio, observamos una mejoría
signicativa en los puntajes de las cuatro dimensio-
nes medidas por la escala validada WHOQOL-Bref,
lo que parece conrmar los resultados hallados en una
revisión sistemática reciente que incluyó estudios so-
bre la ecacia de distintos programas de tratamiento,
con abordajes tanto residenciales como ambulatorias
(Tiany et al., 2012).
A pesar de la importancia que reviste el abandono
del tratamiento, tanto como condicionante del éxito
terapéutico cuanto como factor a través del cual se
suelen medir los resultados, son muy pocos los traba-
jos que hayan propuesto y evaluado factores predicto-
res de interrupción prematura. Al considerar aspectos
demográcos, algunos autores propusieron que los
pacientes más jóvenes estaban en más riesgo de aban-
donar el tratamiento (Brorson et al., 2013; Calvo et
al., 2018; Fishman et al., 1999; Vuoristo-Myllys et al.,
2013). Con respecto al género/sexo, varios investiga-
dores señalaron que los hombres están en más ries-
go de abandono que las mujeres (Ghosh et al., 2020;
López-Goñi, Fernández-Montalvo, & Arteaga, 2012;
Simpson, Joe, & Rowan-Szal, 1997). En contradicción
con este aparente consenso, Calvo y cols. (2018) plan-
tearon que eran las mujeres las que mostraban mayo-
res tasas de abandono. Por otro lado, y continuando
con parámetros demográcos, la educación y el esta-
do civil no fueron asociados a una deserción temprana
(Ghosh et al., 2020; López-Goñi et al., 2012; Simpson et
al., 1997). Los resultados de investigaciones publicadas
muestran resultados contradictorios en lo concerniente
al valor predictivo del empleo ya que mientras algunos
estudios indican que el desempleo es un predictor de
abandono (Veach et al., 2000) otros no hallaron dicha
relación (Bottlender & Soyka, 2005).
En nuestro trabajo ninguno de los factores demo-
grácos explorados se asoció al abandono prematuro
del tratamiento. Sólo dos parámetros obtenidos en
la admisión fueron signicativamente diferentes en-
tre los participantes que completaron el programa y
aquellos que no: los problemas en los vínculos socia-
15
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
les/familiares y los problemas legales. López-Goñi y
cols. (2012), quienes emplearon un abordaje similar
al nuestro al evaluar factores predictores de abandono
(puntajes en la escala ASI al momento de la admisión)
observaron puntajes más altos en el consumo de alco-
hol, en los problemas de sostén económico/empleo y
en las dicultades socio/familiares en los participantes
que completaron el programa al ser comparados con
quienes no. En nuestro estudio las dos primeras di-
mensiones no discriminaron entre participantes que
abandonaron y quienes concluyeron el programa. En
cambio, si bien nosotros también encontramos una
diferencia en el puntaje que evalúa las dicultades en
las relaciones socio/familiares entre ambos grupos, la
diferencia fue opuesta a la informada por López-Goñi
y col., ya que quienes abandonaron el programa te-
nían menor puntaje en la escala ASI en este indica-
dor. Nuestra interpretación para este hecho es que,
paradójicamente, los pacientes que presentan mejores
vínculos socio/familiares (y menor puntaje ASI en
este ítem) pueden estar menos motivados para apo-
yarse en el programa que aquellos que tienen relacio-
nes conictivas con su entorno. No obstante, a efectos
de entender más claramente este fenómeno, y sobre
todo teniendo en cuenta que la muestra en la que ba-
samos estas observaciones es pequeña, pensamos que
debería llevarse a cabo un estudio más extenso, que
idealmente debería incluir un abordaje cualitativo con
entrevistas a pacientes y familiares.
Finalmente, observamos que los puntajes que me-
dían los problemas legales eran más altos entre los par-
ticipantes que abandonaron el tratamiento frente a los
que lo completaron. Esta observación, que también fue
diferente a los reportes de López-Goñi y cols. y que no
ha sido explorada en forma sistemática por otros auto-
res, merecería también una evaluación más detallada.
La comparación de los puntajes obtenidos en la
WHOQOL-Bref entre quienes terminaron y quienes
abandonaron el tratamiento no mostró diferencias sig-
nicativas. Hasta donde sabemos este es el primer tra-
bajo que buscó determinar si las dimensiones medidas
por esta escala de calidad de vida pueden predecir el
abandono del tratamiento. Tal como señalamos para
los demás aspectos de esta comparación, contar con
una muestra más grande y, eventualmente, agregar un
abordaje cualitativo podría resultar muy informativo.
Otros aspectos a los que otros autores les adjudica-
ron valor predictivo para anticipar el abandono pre-
maturo no fueron incluidos en nuestro trabajo. Es el
caso de la motivación (Simpson et al., 1997), los rasgos
de personalidad, disfunciones cognitivas, la solidez de
la alianza terapéutica (Brorson et al., 2013), la habilidad
para lidiar con el craving (Vuoristo-Myllys et al., 2013)
o el diagnóstico de patología dual (Ghosh et al., 2020).
Resulta interesante señalar que en los pocos pa-
cientes que pudieron ser contactados seis meses luego
del alta, salvo la dimensión del ASI que mide proble-
mas psicológicos, el resto de las dimensiones evalua-
das permanecía en valores similares a los observados
al concluir el tratamiento. Este dato, aunque alentador
porque parecería expresar que no se registraron recaí-
das luego del alta (un fenómeno frecuente en el TUS),
debe ser interpretados con cautela ya que bien podría
estar mostrando un sesgo consistente en que solo los
participantes que no recayeron o que conservaron los
benecios del programa aceptaron ser evaluados.
En conclusión, en este estudio, uno de los pocos
realizados en Latinoamérica, concerniente a la ecacia
de un programa ambulatorio intensivo de 12 meses de
duración destinado al tratamiento del TUS, demostra-
mos una mejoría en cinco de las siete dimensiones de
la escala ASI así como en las cuatro categorías del cues-
tionario WHOQOL-Bref, con lo que demostramos la
hipótesis puesta a prueba. Resulta interesante destacar
que la adherencia al tratamiento fue de más del 60%.
Nuestra investigación tiene algunas limitaciones,
siendo la más relevante el tamaño de la muestra y el
contexto pandémico en el que gran parte fue desarro-
llada. Sin embargo, dado que falta evidencia acerca de
la ecacia de los abordajes terapéuticos para TUS en
nuestra región, las coincidencias y diferencias entre
nuestros hallazgos y los publicados por otros autores
en países desarrollados parecen sumar al conocimiento
sobre el tema.
Finalmente, nos gustaría enfatizar el efecto que el
proceso de investigación en sí mismo tuvo en el equi-
po tratante. Los resultados que se fueron obteniendo a
lo largo del año de seguimiento motivaron la reexión
de los profesionales acerca de la práctica asistencial
que estaban desarrollando e, incluso, en no pocas oca-
siones los orientó a perfeccionar el tratamiento ofreci-
do para ajustarlo con más precisión a las necesidades
de cada participante.
Conictos de interés: FP, GI, RF, RG, OSM, LG, MM,
VG, BR, MH, DMBC y LG desarrollan sus tareas en
el Dispositivo Pavlovsky, sitio en el que se llevó a cabo
el estudio. En vista de esta condición, podría darse un
conicto de intereses. Sin embargo, declaran que el inte-
s por conocer los alcances y las limitaciones del trata-
miento que proporcionan es genuino y en consecuencia
los datos fueron obtenidos y analizados con objetividad.
SW no tiene conictos de intereses que declarar.
16
Evaluación multidimensional de un programa de tratamiento ambulatorio intensivo...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 6-17.
Agradecimientos y fuentes de nanciamiento: los
autores agradecen a los participantes en el estudio. SW
reconoce los siguientes recursos de nanciamiento PICT
Start-UP 2018-0902 (ANPCyT, Argentina), PIP #
11220200102369CO (CONICET, Argentina), UBA-
CYT 20020170100017BA (Universidad de Buenos Ai-
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Investigación original
18
Resumen
Introducción: El Protocolo Unicado (PU) es una intervención psicoterapéutica que ha demostrado ser efectiva
para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales, tanto en formato individual como grupal.
Recientemente, comenzó a estudiarse su aplicación de manera virtual a través de teleterapia. En un estudio
piloto previo realizado en Argentina en una muestra de 7 sujetos se observaron disminuciones signicativas en
niveles de depresión, dicultades en la regulación emocional, desesperanza y afecto negativo y un aumento signi-
cativo en calidad de vida luego de haber aplicado el PU en formato virtual y grupal a personas con trastornos
emocionales. Método: El presente trabajo pretende evaluar el mantenimiento a los tres meses de los resultados
observados en dicho estudio. Resultados: No se observaron diferencias estadísticamente signicativas en ninguna
de las variables analizadas, lo que da cuenta de un mantenimiento de los resultados alcanzados. Discusión: El PU se
presenta como una intervención prometedora para el tratamiento de trastornos emocionales en formato virtual
y grupal, aunque se requiere mayor investigación con el objetivo de generalizar los resultados.
Palabras clave: Protocolo Unicado - Trastornos Emocionales - Seguimiento.
Abstract
Introduction: The Unied Protocol (UP) is a psychotherapeutic intervention that has proven to be effective for the trans-
diagnostic treatment of emotional disorders, both in individual and group format. Recently, its virtual application through
teletherapy has begun to be studied. In a previous pilot study carried out in Argentina in a sample of 7 subjects, signicant
decreases were observed in levels of depression, difculties in emotional regulation, hopelessness and negative affect and
a signicant increase in quality of life after having applied the PU in virtual and group format to people with emotional
disorders. Method: The present work aims to evaluate the maintenance of the results observed in this study after three
months. Results: No statistically signicant differences were observed in any of the variables analyzed, which shows that
the results achieved have been maintained. Discussion: The UP is presented as a promising intervention for the treatment
of emotional disorders in a virtual and group format, although further research is required in order to generalize the results.
Keywords: Unied Protocol - Emotional Disorders - Follow-up.
Protocolo Unicado para el tratamiento transdiagnóstico de los
trastornos emocionales en formato virtual y grupal en Argentina:
tres meses de seguimiento de un estudio piloto
Unied Protocol for the transdiagnostic treatment of emotional disorders in virtual and
group format in Argentina: three months follow-up of a pilot study
Milagros Celleri1, Camila Florencia Cremades2, Lautaro Rojas3, Cristian Javier Garay4
RECIBIDO 3/11/2022 - ACEPTADO 6/2/2023
1.Licenciada en Psicología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Especialista en Psicología Clínica y Terapia Cognitiva-Conductual (UBA). Docente e
Investigadora en Proyecto de Desarrollo Estratégico, Facultad de Psicología, UBA. ORCID: 0000-0002-0102-339X
2.Licenciada en Psicología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Becaria de maestría UBACYT. Docente e Investigadora en Proyecto de Desarrollo
Estratégico, Facultad de Psicología, UBA. ORCID: 0000-0002-1051-6073
3.Licenciado en Psicología, Universidad de Buenos Aires (UBA).
4.Doctor, Licenciado y Profesor en Psicología, Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor Adjunto Regular, Facultad de Psicología, (UBA). Director
de Proyecto de Desarrollo Estratégico, Secretaría de Ciencia y Técnica, UBA. ORCID: 0000-0003-4082-8876
Autora correspondiente:
Milagros Celleri
mcelleri@psi.uba.ar
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 18-23. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.482
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.482
19
Protocolo Unicado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en formato virtual...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 18-23.
Introducción
El Protocolo Unicado (PU) es una intervención de
carácter cognitivo-conductual basada en la regulación
emocional. Fue publicado en el año 2011 por Barlow
et al. y diseñado con el objetivo de abordar los tras-
tornos emocionales (TE) de manera transdiagnósti-
ca. Una reciente conceptualización de los trastornos
emocionales incluye a los trastornos de ansiedad, de
depresión mayor, trastorno obsesivo compulsivo y
trastorno de estrés postraumático, ya que comparten
en su etiología y mantenimiento dicultades en la re-
gulación emocional (Bullis et al., 2019). Pretende in-
tervenir sobre el neuroticismo, el rasgo temperamen-
tal nuclear de estos trastornos (Barlow et al., 2014).
El PU consta de cinco módulos centrales de trata-
miento en los que se enseñan diferentes habilidades de
regulación emocional: conciencia plena, exibilidad
cognitiva, conductas alternativas, exposición a sensa-
ciones físicas, exposición emocional. Ha demostrado
ser ecaz en el tratamiento de los TE en formato indi-
vidual, mostrando resultados similares a los protoco-
los especícos para cada uno de los trastornos, aunque
con menores tasas de abandono (Barlow et al., 2017)
y manteniendo dichos resultados en el seguimiento a
12 meses (Eustis et al., 2020). Además, ha demostrado
ser adaptable al formato grupal, con resultados equi-
valentes a su aplicación individual en diversos estu-
dios internacionales (Bullis et al., 2015; Laposa et al.,
2017; Osma et al., 2015; Osma et al., 2021).
Al momento de redactar este trabajo, en Argentina
se publicaron dos investigaciones acerca de la utiliza-
ción del PU en formato grupal. En una, se lo aplicó
de manera piloto en formato presencial, encontrando
resultados similares a investigaciones previas (Grill et
al., 2017). En la otra, se lo aplicó de manera virtual,
también durante un estudio piloto, con resultados
alentadores acerca de su adaptabilidad y utilidad clí-
nica (Celleri et al., en prensa). En ninguno de estos
estudios se ha evaluado el mantenimiento de los resul-
tados en el mediano o largo plazo.
Si bien el PU ha demostrado ser ecaz tanto en
formato individual como grupal en estudios interna-
cionales, pocas investigaciones han indagado el man-
tenimiento de estos resultados a lo largo del tiempo.
Al momento, dos estudios han evaluado el manteni-
miento de sus efectos en el plazo de seis y doce meses
respectivamente, con buenos resultados, llevados ade-
lante en población anglosajona (Barlow et al., 2017;
Eustis et al., 2020) y española (Osma et al., 2021).
En el presente estudio se reportan los resultados a
los tres meses de seguimiento de un estudio previo, no
controlado, en el que se aplicó el PU en formato virtual
y grupal en Argentina (Celleri et al., en prensa). Hasta
el momento, este es el primer estudio en evaluar los re-
sultados obtenidos a los tres meses de una intervención
basada en el PU en este formato en latinoamérica.
Materiales y métodos
El objetivo del estudio original fue evaluar la utilidad
clínica de la aplicación virtual y grupal del PU. Para
ello se realizó un estudio cuasiexperimental con me-
didas pre y post tratamiento (n=7) aplicando el PU
vía teleterapia en formato grupal (Celleri et al., en
prensa). El estudio estuvo enmarcado en un proyecto
PDE-UBACYT de la Facultad de Psicología de la Uni-
versidad de Buenos Aires y no presentó costo alguno
para los participantes. Adicionalmente, fue aprobado
por el Comité de Conductas Responsables de la Facul-
tad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
Todos los sujetos participantes rmaron un consenti-
miento informado enmarcado en la Ley de Derechos
del Paciente y la Declaración de Helsinki.
Un total de 7 sujetos del Área Metropolitana de
Buenos Aires (AMBA) que cumplían criterios para al
menos un trastorno emocional participaron del estu-
dio. Todos los participantes recibieron un tratamiento
sincrónico grupal vía teleterapia basado en el PU de
11 sesiones. Los resultados mostraron una reducción
signicativa en los niveles de depresión, desesperanza,
dicultades en la regulación emocional y afecto nega-
tivo y un aumento signicativo en la calidad de vida.
Ver el artículo original para más información acerca
de la muestra, aspectos metodológicos y resultados
(Celleri et al., en prensa).
Instrumentos
Inventario de depresión de Beck (Beck Depres-
sion Inventory II [BDI II]; Beck et al, 1996; adap-
tación argentina de Brenlla & Rodríguez, 2006).
El BDI II es un cuestionario que mide la gravedad
de los síntomas depresivos. Consta de 21 ítems y
cada ítem está medido en una escala de tipo Likert
de 4 opciones de 0 (en absoluto) a 3 (severamente,
casi no podía soportarlo). Fue validado y adaptado
a la población argentina presentando una adecua-
da consistencia interna con un coeciente alfa de
Cronbach de .88.
Inventario de ansiedad de Beck (Beck Anxiety
Inventory [BAI]; Beck et al., 1988; adaptación
argentina de Vizioli & Pagano, 2020). El BAI es
un inventario que mide la gravedad de síntomas
ansiosos. Se compone de 21 ítems y cada ítem
20
Protocolo Unicado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en formato virtual...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 18-23.
responde a un síntoma de ansiedad. Cada ítem se
calica en una escala de formato de respuesta Li-
kert que va desde 0 (para nada) a 4 (me moles
mucho). El instrumento fue adaptado y validado al
contexto argentino presentando un coeciente alfa
de Cronbach de 0.93.
Escala breve de afectividad positiva y negativa
(Positive and Negative Aect Schedule [PANAS];
ompson, 2007; adaptación argentina de Mo-
riondo et al., 2012). El inventario PANAS mide el
afecto de manera dimensional (afecto negativo y
afecto positivo). Esta versión del instrumento inte-
gra cuatro dimensiones: afecto positivo rasgo (cinco
ítems), afecto negativo rasgo (cinco ítems), afecto
positivo estado (cinco ítems) y afecto negativo es-
tado (cinco ítems). Cada ítem está medido en una
escala de tipo Likert que va de 1 (muy poco o nada)
a 5 (mucho o totalmente). Presenta un coeciente
alfa de Cronbach de .73 (Alfa de Cronbach de .84
para Afecto Negativo y .75 para Afecto Positivo).
Índice Multicultural de Calidad de Vida (Quality
of life index [MQLI]; Mezzich, et al, 2011; adap-
tación argentina de Jatu, Zapata-Vega, Monte-
negro & Mezzich, 2015). Se construyó con el ob-
jetivo de evaluar la calidad de vida de forma breve.
Consta de 10 ítems, autoadministrado, siendo cada
ítem una subdimensión que se mide con una es-
cala de tipo Likert de 1 (malo) a 10 (excelente). A
mayor puntaje, mayor calidad de vida percibida. El
instrumento fue adaptado y validado al contexto
argentino, presentando un alfa de Cronbach de .85.
Escala de dicultades en la regulación emocional
(Diculties in Emotion Regulation Scale [DERS];
Gratz & Roemer, 2004; adaptación argentina de
Cremades et al., 2021). La misma evalúa el grado
en que las personas utilizan diversas estrategias de
regulación emocional. La escala adaptada cuenta
con 30 ítems autoadministrados con un formato
de respuesta de tipo Likert de 5 opciones, de 1 (casi
nunca) a 5 (casi siempre). La escala presenta buena
consistencia interna (α = .94).
Escala de Desesperanza de Beck (Beck Hopeless-
ness Scale [BHS]; Beck & Steer, 1988; adaptación
argentina de Mikulic et al., 2009). El inventario
mide el pesimismo y la desesperanza, teniendo en
cuenta que tales constructos son predictores de la
conducta suicida. Consta de 20 ítems con forma-
to de respuesta verdadero/falso. Puntúa de 0 a 20,
donde los puntajes más elevados representan la
presencia de una alta desesperanza. El instrumen-
to fue adaptado y validado en Argentina y presenta
un alfa de Cronbach de .78.
Escala de Atención y Conciencia Plena (Mindful-
ness Attention Awareness Scale [MAAS]; Brown
& Ryan, 2009; adaptación argentina de Montes et
al., 2014). Es una escala diseñada con el objetivo de
medir el nivel de atención y conciencia del momen-
to presente. Consta de 15 ítems en los que se presen-
tan situaciones generales y especícas de ausencia
de conciencia plena. Cada ítem consta de 6 opciones
de respuesta que van de 1 (casi siempre) a 6 (casi
nunca) en una escala tipo Likert. Puntajes más altos
indican mayores niveles de mindfulness. En su ver-
sión argentina presenta un alfa de Cronbach de .84.
Cuestionario de Personalidad IPIP-FFM (IPIP-
FFM Questionnaire of Personality; Goldberg,
1999; adaptación argentina de Cupani, 2009).
Es un cuestionario diseñado para medir los cinco
grandes factores de personalidad (neuroticismo, ex-
traversión, apertura, amabilidad y responsabilidad).
Consta de 50 ítems divididos en 5 escalas. Para cada
uno se debe indicar el nivel de precisión de la des-
cripción en una escala de tipo Likert de 5 opciones
que va desde 1 (muy en desacuerdo) a 5 (muy de
acuerdo). Para el presente estudio solo fue utilizada
la escala de neuroticismo, que en su versión argenti-
na presenta un alfa de Cronbach de .70.
Cuestionario ad-hoc para medir la frecuencia
del uso de habilidades. Se les preguntó por la fre-
cuencia de uso el último mes de las cinco habili-
dades trabajadas en el protocolo (conciencia emo-
cional plena, exibilidad cognitiva, oposición a las
conductas emocionales, exposición interoceptiva y
exposición en vivo) con un formato de respuesta
de tipo likert de 1 (nunca) a 10 (mucho).
Análisis estadísticos
Se compararon los resultados obtenidos por los par-
ticipantes en las escalas administradas al nalizar la
intervención con los resultados obtenidos a los tres
meses de seguimiento. Todos los análisis fueron rea-
lizados utilizando IBM SPSS (Versión 22.0). Para rea-
lizar la comparación entre las variables se utilizó la
prueba de Wilcoxon.
Resultados
Indicadores clínicos
La Tabla 1 muestra las medias y desviación estándar
de las variables clínicas evaluadas a las 11 semanas
(post-tratamiento) y a los tres meses de seguimiento.
21
Protocolo Unicado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en formato virtual...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 18-23.
También se presentan las comparaciones entre las va-
riables evaluadas en el post-tratamiento y en el segui-
miento a los tres meses.
No se encontraron diferencias signicativas en
ninguna de las variables evaluadas. Los niveles de de-
presión, calidad de vida, conciencia emocional plena,
y neuroticismo disminuyeron levemente sin ser cam-
bios signicativos (p > 0.05). La ansiedad, desespe-
ranza, dicultades en la regulación emocional, afec-
to positivo rasgo, afectivo positivo y negativo estado,
presentaron un leve aumento sin ser signicativo (p
> 0.05). La media de la variable afecto negativo esta-
do permaneció sin variaciones. Las variables ansiedad
y depresión permanecieron por debajo del punto de
corte clínico (<10) para la población argentina.
Uso de habilidades aprendidas
Los participantes reportaron la frecuencia de uso de
las habilidades aprendidas durante el último mes en
una escala de tipo Likert del 1 (nunca) al 10 (mucho).
En el seguimiento a los 3 meses puntuaron un prome-
dio de utilización de la conciencia emocional plena de
3.75. En cuanto a la utilización de la exibilidad cog-
nitiva reportaron un promedio de uso de 6. La habili-
dad de oponerse a las conductas emocionales presen
un promedio de 4.75. Por su parte, reportaron un pro-
medio de la utilización de la exposición interoceptiva
de 2.5. Por último, la utilización de la exposición en
vivo presentó un promedio de 4.5.
Discusión y conclusiones
El objetivo del presente trabajo fue evaluar el mante-
nimiento a mediano plazo (tres meses) de los resulta-
dos obtenidos de la aplicación del PU de manera pilo-
to en formato grupal y virtual en población argentina.
El mantenimiento de los resultados obtenidos a partir
de las intervenciones psicológicas resulta de particular
relevancia ya que las mismas tienen por objetivo ser
duraderas en el tiempo previniendo las recaídas una
vez nalizado el tratamiento.
En los resultados obtenidos en el presente trabajo
no se han hallado diferencias signicativas en ningu-
na de las variables (p > .05) con respecto a la nali-
zación del tratamiento, lo cual conrma la hipótesis
de que los resultados hallados se mantuvieron luego
de tres meses. Si bien algunas variables presentaron
una ligera disminución (depresión) o aumento (an-
siedad), ninguna superó el puntaje de corte clínico,
lo cual mantiene la hipótesis del mantenimiento de la
remisión sintomática. En cuanto al uso de habilidades
durante el último mes, las más utilizadas fueron las
habilidades de exibilidad cognitiva y de conciencia
emocional plena, mientras que la menos utilizada por
los participantes fue la de exposición interoceptiva.
El presente estudio presenta algunas limitaciones.
Por un lado, el número de participantes es pequeño
ya que el estudio original es un estudio piloto y eso
diculta la generalización de los resultados. Es im-
portante replicar el estudio con un mayor número de
sujetos dado que la interpretación de los resultados
obtenidos resulta limitada y frágil. En el seguimiento
a los tres meses, no resultó posible contactar a uno de
los participantes, lo cual resultó en una disminución
aún mayor del tamaño de la muestra. A los seis meses,
el equipo contactó a los cuatro participantes restantes,
pero no obtuvo respuesta de ninguno para continuar
con el seguimiento. Resulta de particular relevancia
para futuras líneas de investigación explorar el motivo
de los abandonos en las respuestas con el objetivo de
poder realizar un seguimiento conable a un mayor
número de participantes.
Tabla 1. Medias, desviaciones estándar y Test de Wilcoxon
Variable Post (n=4) 3 meses (n=4)
M (SD) M (SD) Z P
BDI 10,75
(6,94)
8
(3,65) -,730 .465
BAI 5,5
(6,02)
7,75
(4,19) -1,289 .197
BHS 5
(3,55)
10
(1,41) -1,461 .144
DERS 53
(4,2)
58
(4,9) -1,841 .066
MQLI 73,25
(15,08)
65
(12,83) -1,461 .144
MAAS 60,5
(2,38)
54,75
(11,05) -,736 .461
IPIP 29
(6,68)
28,5
(6,55) -,000 .99
PANAS
PANAS-R-AN 12,5
(5,48)
12,5
(4,04) -,365 .715
PANAS-R-AP 14,75
(2,63)
15
(2,83) -,184 .854
PANAS-E-AN 9,25
(4,65)
11,25
(4,27) -1,841 .066
PANAS-E-AP 13,25
(3,59)
14,5
(2,08) -,184 .854
Nota: BAI = Beck Anxiety Inventory; BDI = Beck Depression Inventory;
BHS = Beck Hopelessness Scale; DERS = Difculties in Emotion Regula-
tion Scale; MAAS = MQLI = Quality of life index; IPIP-FFM = Cuestio-
nario de Personalidad ; MASS = Escala de Atención y Conciencia Plena;
PANAS = Positive and Negative Affect Schedule.
22
Protocolo Unicado para el tratamiento transdiagnóstico de los trastornos emocionales en formato virtual...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 18-23.
Es probable que la extensión de las medidas uti-
lizadas inuya en la motivación de los participantes
en continuar completando escalas luego de nalizar el
tratamiento. Es por este motivo que se propone para
los próximos trabajos reducir la cantidad de escalas de
seguimiento a los indicadores psicopatológicos espe-
cícos como ansiedad y depresión.
Conictos de interés: los autores declaran no poseer
conictos de intereses.
Agradecimientos: el presente trabajo es el resulta-
do parcial de un proyecto de investigación acreditado
y nanciado por la Universidad de Buenos Aires (PDE
21.2021 “Intervención psicológica online para personas
con trastornos gastrointestinales funcionales y sintoma-
tología psicológica asociada”).
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Investigación original
24
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 24-31. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.483
RECIBIDO 9/1/2023 - ACEPTADO 28/1/2023
1.Médico, Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Magíster en Psicoinmunoneuroendocrinología, Universidad Favaloro, Argentina. Médico Direc-
tor Hospital S.A.M.Co Crispi, Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Fe, Argentina. ORCID: 0000-0003-0871-7017
2.PhD en Psicología. Consejo Nacional de Investigaciones Cientícas y Técnicas (CONICET), Argentina. Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
ORCID: 0000-0002-5633-2050
3.Médico Psiquiatra. Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
4.Médico Psiquiatra. Centro Estrés de la Fundación Favaloro. Director de la Maestría en Psicoinmunoneuroendocrinología, Universidad Favaloro,
Argentina.
Autor correspondiente:
Francisco Carena
carenafrancisco@gmail.com
Resumen
Introducción: En pacientes esquizofrénicos (EZ) existe un síndrome de respuesta a niacina (ASRN) anormal en
comparación con sujetos con otras enfermedades psiquiátricas y con individuos sanos. Sin embargo, la mayor
parte de la literatura se basa en estudios que han utilizado pruebas de niacina por vía tópica, observándose,
en cambio, menor cantidad de ensayos utilizando su administración por vía oral, a pesar de existir algunas
ventajas comparativas con el uso de esta última vía. El objetivo fue determinar la sensibilidad de la prueba de
niacina por vía oral como método de detección del ASRN en EZ. Metodología: Se realizó un ensayo clínico
no aleatorizado, conformando dos grupos, el grupo experimental o EZ, con 21 pacientes con diagnóstico de
esquizofrenia según DSM-IV-TR SZ o trastorno esquizoafectivo, y el grupo CS, constituido por 20 controles
sanos. Ambos grupos fueron expuestos a la prueba de niacina por vía oral y se aplicaron herramientas clíni-
co-semiológicas para evaluar el SRN. Resultados: La prevalencia de ASRN fue del 90,5% en el grupo EZ, mien-
tras que en el grupo CS fue nula (0%). Conclusiones: La administración oral de niacina fue sensible a la detección
de ASRN en la esquizofrenia. Asimismo, la ASRN podría ser un fenómeno gradual y su prevalencia podría ser
dosis-dependiente, siendo menor cuanto menor sea la dosis de niacina oral utilizada. Se necesitarán ensayos
adicionales con muestras de mayor tamaño y aleatorizadas.
Palabras clave: Esquizofrenia - Niacina (ácido nicotínico) - Vía oral - Vía tópica - Rush cutáneo.
Abstract
Introduction: Although there is an abnormal presentation of Niacin Response Syndrome (ANRS) in schizophrenic
patients (SZ) compared to subjects with other psychiatric illnesses and with healthy individuals. However, most of the
literature is based on studies that have used tests of niacin topical administration, observing, on the other hand, less
scientic production of its oral administration. The objective was to determine the sensitivity of the oral niacin test as a
method of detecting ASRN in EZ. Methods: A non-randomized clinical trial was carried out. Two groups were formed,
the experimental or SZ, with 21 patients diagnosed with schizophrenia according to DSM-IV-TR SZ or schizoaffective
disorder, and the HC group, made up of 20 healthy controls. Both groups were exposed to an oral niacin test and
clinical-semiological tools were applied to evaluate the NRS. Results: 90.5% of the SZ group presented ANRS. In con-
trast, no participant in the HC group presented ANRS (0%). Conclusions: Oral niacin administration was sensitive to
Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes
con diagnóstico de esquizofrenia: reivindicando la vía oral
Test for abnormal niacin response syndrome in schizophrenia: reclaiming the oral route
Francisco Carena1, Pablo Martino2, Cristian F. Vera3, José Bonet4
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.483
25
Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de esquizofrenia...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 24-31.
Introducción
Tanto el consumo de niacina en forma oral, como su
aplicación a través de una solución tópica de ésteres de
ácido nicotínico, induce la síntesis de prostaglandinas,
mediante su unión a un receptor acoplado a la proteí-
na G (HCA2, GPR109A o HM74a) presente en que-
ratinocitos y células de Langerhans. Esta unión activa
a la fosfolipasa A2 que hidroliza los fosfolípidos de la
membrana, lo que lleva a la liberación de ácido ara-
quidónico (AA). A continuación, el AA libre se trans-
forma en prostaglandina D2 y E2 con la consecuente
vasodilatación y aparición del denominado rush cu-
táneo de respuesta a la niacina, “Skin Flush Response
to Niacin, o “Síndrome de respuesta a niacina” (SRN)
(Messamore, 2003; Nadali et al., 2010).
Esta respuesta corporal que comienza unos 15 mi-
nutos luego ingerir niacina por primera vez se mani-
esta como un síndrome transitorio caracterizado por
rubor, calor, picazón y parestesias (sensación de hor-
migueos). Estos signos y síntomas, de la piel, son be-
nignos y al principio son identicables en los pabello-
nes auriculares, codos y nudillos para luego aparecer
en la frente y descender al tórax y, a veces, a los pies.
Raramente puede presentarse malestar intestinal y
diarrea. Estos síntomas comienzan a disminuir y des-
aparecen en 1 a 2 horas luego de la ingesta de niacina
(Ward et al., 1998). Con respecto a los mecanismos
moleculares y celulares que suscitan este síndrome, re-
sulta decisivo el aumento en la concentración de pros-
taglandinas que se eleva hasta cientos de veces luego
del consumo de niacina, de hecho, muchas líneas de
evidencia sugieren que las prostaglandinas son los
mediadores obligados y probablemente exclusivos del
SRN (Messamore, 2003). Asimismo, se conere un rol
central a la cascada de la vía PLA2/COX 2 (Messamo-
re et al., 2010; Pike, 2005).
Síndrome de Respuesta a Niacina
Anormal (ASRN) en la esquizofrenia
Curiosamente existe una anormal presentación del
SRN en una subpoblación de pacientes con esquizo-
frenia (EZ), encontrándose éste abolido o disminuido
(Yao et al., 2016). El primer autor en relacionar el SRN
con las prostaglandinas y proponer deliberadamente
que la ASRN podría ayudar a identicar un subtipo de
EZ fue David Horrobin. En 1980, Horrobin constató
que, mientras la mayor parte de los individuos sanos
experimentaron un marcado SRN en respuesta a una
dosis de niacina de entre 100 y 300 mg administrada
oralmente, una proporción sustancial de los esquizo-
frénicos no se ruborizaba ni presentaba alguna mani-
festación del SRN (Horrobin, 1980).
Consecuentemente, el ASRN ha ido adquiriendo
notable relevancia en la comunidad cientíca debido
a que su determinación señala una ventana que podría
echar luz sobre los intrincados mecanismos siopato-
lógicos de la EZ (Miller,& Dulay 2008; Xu, & Jiang,
2015). A su vez, constituiría un potencial biomarca-
dor de un endofenotipo de la enfermedad (Horrobin,
1980; Yao et al., 2016). Respecto a esto último, se sugi-
rió que podría utilizarse la prueba de ASRN como re-
curso diagnóstico de la EZ, así como en el diagnóstico
diferencial entre la EZ y otras entidades psiquiátricas
en sus etapas prodrómicas, particularmente en aque-
llos casos en los que la sintomatología no es clara ni
concreta (Horrobin, 1980; Yao et al., 2016). Un dato
no menor es que se ha observado que el ASRN no pa-
rece ser alterado por el uso de antipsicóticos y otras
drogas (Goeree et al., 2005; Petrie et al.,1981).
Es importante resaltar que la prueba de ASRN en
EZ ha sido replicada con éxito en varias cohortes,
aunque, como se observa en Tabla 1, tanto las técnicas
empleadas como los resultados varían considerable-
mente entre los distintos estudios (Sun et al., 2018).
Pruebas de ASRN en EZ: administración
tópica y oral
La administración de niacina como agente de expo-
sición para una prueba de determinación de ASRN
puede hacerse por vía tópica (V.T.) u oral (V.O.), uti-
lizándose históricamente la niacina cristalina como
agente por V.O. y una solución acuosa de metil nicoti-
nato para la V.T. Las primeras experiencias utilizaban
niacina cristalina vía oral exclusivamente, sin embar-
go luego de que Ward (1998), introdujera el test tópico,
the detection of ASRN in schizophrenia. Likewise, ASRN could be a gradual phenomenon and its prevalence could be
dose-dependent, being lower the lower the dose of oral niacin used. Further trials with larger and randomized samples
will be needed.
Keywords: Schizophrenia - Niacin (nicotinic acid) - Oral use - Topical use - Skin rush.
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Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de esquizofrenia...
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Tabla 1. Estudios de prevalencia de ASRN en EZ y otros trastornos psiquiátricos
Estudio Sujetos de
estudio País Indicador de
subgrupo Indicador de corte Prevalencia Vía
Medición Cualitativa
Horrobin (1980) no disponible Reino Unido Eritema Sin presencia visible de
eritema cutáneo 80.0% V.O
Rybakowski & Waterle
(1991)
32 EZ
18 DE Polonia Eritema Sin presencia visible de
eritema cutáneo 24.0% V.O
Glen et al. (1996)
126 EZ con
predominancia
de síntomas
negativos
Reino Unido Eritema Sin presencia visible de
eritema cutáneo 52.0% V.O
Medición Semi-Cuantitativa
Ward et al. (1998) 35 EZ
22 CS Reino Unido
Score de eritema
cutáneo a 0.01 M a
5 min
Score =0 o 1 83.0% V.T
Puri et al. (2001) 21 EZ
20 CS Reino Unido
Score de eritema
cutáneo a 0.001 M
a 15 min
Score = 0 90.0% V.T
Puri et al. (2002) 27 EZ
26 CS Reino Unido
Suma total del
Score de eritema
cutáneo
Score = ≤21 77.8% V.T
Tabares et al. (2003) 38 EZ
28 CS Brasil
Score de eritema
cutáneo a 0.01 M a
10 min
Score = 0 o 1 23.7% V.T
Smesny et all. (2003) 25 EZ
25 CS Australia
Score de eritema
cutáneo a los 11
min con 0.001 M y
0.1 M
No disponible 84.0% V. T
Lin et al. (2007) 153 EZ
94 CS Taiwán
Score de eritema
cutáneo a 0.01 M a
10 min
Score = 0
Score = 0 o 1
13.7%
24.2% V.T
Liu et al. (2007)
61 EZ
18 BP
40 CS
Taiwán
Score de eritema
cutáneo a 0.01 M a
10 min
Score = 0 o 1 49.2% V.T
Liya Sun et al. (2018) 63 TA
63 CS China
Score de eritema
cutáneo a 0.1 M a
15 min y puntaje
total
Score a 0.1 M a los 15
min < 2.5 y punta < 20 23.3%
42.0% V.T
Dandan Wang et al.
(2021)
307 EZ
179 BP
127 DEUP
148 CS
China
Score de eritema
cutáneo a 0.0001
M, 0.001 M, 0.01 M,
y 0.1 M a 20 min y
puntaje total
EC50 a 0.1 M >5 55.28% V.T
Medición Cuantitativa
Hudson et al. (1997)
33 EZ
18 BP
18 CS
Canadá Índice Térmico Índice ≤ 1.5 42.9% V.T
Hudson et al. (1999) 23 EZ
30 CS Canadá Índice Térmico Índice ≤ 1.5 43.0% V.T
Smesny et al. (2003) 25 EZ
25 CS Australia
Combinación de
datos espectroscó-
picos con el valor
min-paso calculado
No disponible 92.0% V. T
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Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de esquizofrenia...
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los estudios sobre ASRN en EZ que utilizaron la V.O
cesaron casi por completo para volcarse a la V.T. lo que
generó que el conocimiento actual que se tiene sobre la
prueba oral de niacina en EZ sea mucho más limitado
en comparación con el test tópico. Por lo tanto, es me-
nester incrementar el volumen de conocimiento acerca
de la administración de niacina por V.O.
Además de la disparidad en el volumen de estudios
sobre una y otra vía de administración para la deter-
minación del ASRN en EZ, la necesidad de potenciar
la investigación de la V.O. se apoya en que esta forma
de administración ofrecería algunas ventajas compara-
tivas respecto a la V.T. Entre las ventajas atribuibles a
la V.O., en primer lugar cabe mencionar que la V.O. ha
sido aceptada para su uso ambulatorio por la Food and
Drug Administration (FDA) de los EE. UU., para utili-
zarse como tratamiento de dislipemias de difícil mane-
jo y, en consecuencia, como terapia proláctica para la
enfermedad coronaria ya que reduce el colesterol, los
triglicéridos y eleva el HDL colesterol (Fda Gov, 2013).
Además, posee mejor accesibilidad ya que se en-
cuentra disponible como una medicación oral, por lo
que puede ser obtenible por investigadores o especia-
listas fuera de centros de investigación altamente es-
pecializados.
En tercer lugar, la V.O. permite el uso de herra-
mientas semiológicas que brindan un mayor espectro
de variables que obligadamente se pierden en la V.T., y
que suman información para discutir la pregunta aún
no resuelta de si el SRN es un fenómeno binario de
todo o nada, o más bien una progresión matizada y
gradual de síntomas. Para ahondar en este sentido, es
necesario mencionar que la V.O. también desencade-
na respuestas adicionales a la del AA, como por ejem-
plo una respuesta serotoninérgica.
En cuarto lugar, prácticamente no presenta barre-
ras técnicas ni requiere de preparativos especiales para
su utilización como agente desencadenador de SRN,
por lo que literalmente una prueba de niacina V.O.
puede ser llevada a cabo en el consultorio de cualquier
médico del primer nivel de atención. No obstante, a
favor de la V.T., debe decirse que el tiempo de aplica-
ción es menor, requiriendo solo unos pocos minutos,
y reduce casi totalmente los efectos sistémicos de la
V. O., así como el inconfort desencadenado por estos,
por lo que resulta más confortable para el paciente.
En base a lo expuesto, el objetivo del presente estudio
consistió en determinar la sensibilidad de la prueba
de niacina por V.O. como método de detección del
ASRN en la EZ. La hipótesis propuesta sugiere que la
prueba de niacina por V.O. resultará sensible a la de-
terminación del ASRN en la EZ. A modo de objetivo
secundario, y tras la exposición a la niacina por V.O.,
se analizará también la demora de iniciación del SRN,
su intensidad y el SRN reactivo/no reactivo.
Materiales y métodos
Tipo de estudio
Se realizó un estudio experimental, del tipo ensayo
clínico no aleatorizado, contando con un grupo expe-
rimental de pacientes con EZ, y el grupo de controles
sanos o CS. Ambos grupos fueron expuestos a una in-
gesta de niacina por V.O. (variable independiente) y se
evaluó inmediatamente después el SRN (variable de-
pendiente).
Tabla 1. Estudios de prevalencia de ASRN en EZ y otros trastornos psiquiátricos (Continuación tabla 1 - página 27)
Estudio Sujetos de
estudio País Indicador de
subgrupo Indicador de corte Prevalencia Vía
Medición Cuantitativa
Messamore et al.
(2003
27 EZ
21CS Polonia log10(EC50), Fmin,
Fmax No disponible 84.0% V. T
Ross et al. (2004)
27 EZ
26 BP
31 CS
Canadá Delta FDelta F ≤ 30 70.0% V.T
Yao et al. (2016)
70 EZ
59 BP
87 HC
90 EZ
30 BP- DEM
93 CS
Estados
Unidos log10(EC50), Fmax
Por encima del percentil
90 del log10 (EC50) y
dentro del percentil 60
de Fmax
31.0% V.T
Nota: EZ, Esquizofrenia; DE, Depresión; BP, Trastorno BiPolar; DA, Trastorno del Ánimo; CS, Control Sano; BP-DEM, Bipolar y Depresión Mayor;
DEUP, Depresión UniPolar; V.O., Vía Oral; V.T., Vía Tópica.
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Muestra
El grupo EZ quedó compuesto por 21 sujetos (edad M
48.6, DT 19.2, 53% mujeres). El criterio de inclusión
fue tener diagnóstico de EZ o Trastorno Esquizoafec-
tivo según criterios DSM-IV-TR de la entrevista clíni-
ca estructurada para pacientes con trastornos del eje I.
Por su parte, el grupo control o CS quedó conformado
por 20 sujetos (edad M 41.6, DT 11.8, 60% varones),
y fue criterio de inclusión no tener antecedentes de
eventos relacionado a un trastorno del eje I, de acuer-
do con el DSM-IV-TR.
Fueron criterios de exclusión en ambos grupos (EZ o
CS):
a. Diagnóstico del DSM-IV-TR de dependencia a
sustancias psicoactivas en los últimos 6 meses o
abuso de sustancias en el pasado mes.
b. Antecedentes de lesión craneal signicativa.
c. Uso de fármacos antiinamatorios no esteroideos
o esteroideos (inhibidores de la COX 2 y PLA2,
respectivamente) o Niacina dentro de los 10 días
previos al estudio.
d. Embarazo,
e. Persona sin tutor o responsable con falta de capaci-
dad para entender el estudio y dar consentimiento
informado escrito.
f. Pacientes gemelos idénticos de un paciente diag-
nosticado como EZ.
Administración de Niacina
Los individuos de los 2 grupos (EZ y CS) recibieron
una dosis V.O. de 375 mg de niacina cristalina (de li-
beración inmediata), con 100 ml de agua por la maña-
na, no habiendo ingerido anteriormente alimentos ni
bebidas en un lapso mínimo de 6 horas. Luego fueron
observados clínicamente por un lapso de 90 min en
los que se recabaron los datos correspondientes.
Métodos de evaluación del SRN
Para la medición del SRN fueron utilizados métodos
semiológicos, clínicos y un cronómetro.
Para determinar la presencia o ausencia del SRN,
se utilizó la observación y constatación objetiva del
signo “rubor” y mediante interrogatorio se recabó in-
formación sobre la presencia o no de la sintomatolo-
gía “calor”, “parestesias” y “prurito. En base a ello se
consideró:
a. SRN reactivo (SRNr), cuando el SRN se manifestó
luego de una única toma V.O. de niacina, indepen-
dientemente de su periodo de tiempo y de su in-
tensidad, y
b. SRN no reactivo (SRNnr), cuando el SRN no se
manifestó.
Por su parte, para tipicar el periodo de tiempo de
iniciación del SRN se utilizó un cronómetro, que co-
menzaba a correr en el momento en el que el paciente
ingería niacina y se detenía en el momento en el que el
comienzo del SRN era clínicamente evidente. Se dis-
tinguió entre período inmediato (SRNi), en referencia
al SRN de cualquier intensidad que se maniesta den-
tro de los 30 minutos subsiguientes a la toma de 375
mg de niacina cristalina V.O., y período tardío (SRNt)
por aquel que se maniesta entre los 30 y 60 minutos
posteriores a la toma de niacina.
Además, para cuanticar la intensidad del SRN, se
utilizó una sencilla maniobra semiológica que toma
de referencia a la supercie de la palma de la mano
extendida del paciente como el 10% de su supercie
corporal. Se diferenció entre SRN leve (SRN1) deni-
do como un rash” cutáneo que haya cubierto un área
igual o menor al 10% de la supercie corporal total
del paciente, pudiendo las sensaciones de calor y pa-
restesias estar presentes o no, independientemente de
si se manifestaba de manera inmediata o tardía, y SRN
moderado (SRN2) como un rash” cutáneo que haya
cubierto un área cutánea mayor al 10% de su super-
cie total, pudiendo las sensaciones de calor y pareste-
sias estar presentes o no, independientemente de si se
manifestaba de manera inmediata o tardía.
Por último, y en base a la información previa, se
diferenció entre SRN normal (SRNn), cuando el SRN
se manifestaba dentro de los 60 minutos desde la in-
gesta de niacina, independientemente de si se mani-
esta de manera inmediata, tardía, leve o moderada, y
SRN anormal (ASRN), cuando el SRN era no reactivo
o cuya reacción se maniesta luego de 60 minutos de
la ingesta de niacina.
Recolección de datos
Se reclutaron pacientes EZ (n=21) y CS (n=20), a los
que, en ayuno de 6 hs. y por la mañana, se les dio a to-
mar 375 mg de Niacina cristalina (de liberación inme-
diata) V. O. Fueron convocados pacientes ambulatorios
y también se trabajó con pacientes institucionalizados
en el Sanatorio Psiquiátrico “Asociación Italiana de so-
corros mutuos José Mazzini”, de la localidad de Carlos
Pellegrini, provincia de Santa Fe. Cada paciente con EZ
fue diagnosticado de acuerdo a los criterios del DSM-
IV-TR. El procedimiento fue realizado en distintos días,
de acuerdo a la disponibilidad horaria y a la comodidad
de los participantes e investigadores.
Aspectos éticos y legales
El presente estudio ha sido aprobado por el Comité
Provincial de Bioética del Ministerio de Salud, Go-
bierno de Santa Fe, República Argentina (registro
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Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de esquizofrenia...
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n° 936). Cada individuo ha leído o se le ha leído un
consentimiento informado el cual fue rmado por él
mismo o por su tutor/representante legal antes de par-
ticipar activamente del estudio.
Análisis de datos
Los datos fueron almacenados en una planilla de Ex-
cel. Se calcularon frecuencias y porcentajes, y se elabo-
raron tablas de contingencias que permitieron compa-
rar prevalencias entre ambos grupos (EZ y control).
Tal como indica la Tabla 2, la prevalencia de ASRN
fue del 90,5% en el grupo EZ, mientras que en el gru-
po CS fue del 0%.
Discusión
El presente estudio se origina con motivo de determi-
nar si la administración de niacina por V.O. es sen-
sible al ASRN en pacientes esquizofrénicos, asunto
relevante en función de disponer de mejores herra-
mientas para el diagnóstico diferencial de esquizo-
frenia e identicación de potenciales biomarcadores.
A tal efecto, se efectuó un ensayo clínico no aleatori-
zado en 21 sujetos con EZ y 20 controles, expuestos
ambos grupos a una dosis V.O. de 375 mg de niacina.
Nuestros resultados indican que 19 de los 21 sujetos
del grupo con EZ (es decir el 90,5%) presentó ASRN,
mientras que la prevalencia de ASRN en el grupo de
CS fue nula. Profundizando en los hallazgos, de estos
19 pacientes esquizofrénicos con ASRN, la gran ma-
yoría (n 17) presentó un SRN completamente aboli-
do (no reactivo), y solo los dos casos restantes mani-
festaron el SRN, aunque de forma alterada, una hora
después de recibir la dosis de niacina. Estos resultados
apoyan la hipótesis del estudio por la cual la adminis-
tración de niacina por V.O. tiene buena sensibilidad al
ASRN en población esquizofrénica.
En función de dar comparabilidad a nuestros re-
sultados, cabe subrayar que el rango de prevalencia de
ASRN informado por otros estudios que utilizaron la
V.O. se ubica entre 24% y 80%, mientras que utilizan-
do la V.T., de uso más frecuente, el rango oscila entre
23% y 90%. De manera que los resultados del actual
estudio (90,5%) se encuentran por encima de muchos
de los trabajos previos, y en especial de la producción
cientíca asociada a la V.O. Especícamente, en base
a la observación de los resultados de prevalencia de
ASRN en estudios previos con administración de
niacina V.O, y prosiguiendo con la comparación de
nuestros hallazgos, proponemos que la prevalencia
de ASRN podría tratarse de un fenómeno dosis de-
pendiente, siendo ésta más baja cuanto más baja es la
dosis ingerida. Nuestra premisa se apoya en las dosis
reportadas por estudios previos. Así, Fiedler et al. y
Wilson et al. utilizaron 25 mg y 100 mg de niacina,
respectivamente, y ambos publicaron que no encon-
traron diferencias entre EZ y CS (Fiedler,1986; Wil-
son., & Douglass,1986).
Por su parte, administrando una dosis de 200 mg,
Rybakowski & Weterle (1991) obtuvieron un 24%
de ASRN, Hudson et al. (1997), 42,9%, Hudson et
al. (1999), 43% y Glen et al. (1996), 52%. Horrobin
(1980), informó que un 80% de los EZ desarrollaban
rush cuando se les daba a ingerir 250 mg de niacina.
En nuestro ensayo creímos conveniente utilizar una
dosis 50% mayor a la elegida por Horrobin, aplicando
por lo tanto 375 mg de niacina V.O. Como fue indica-
do con anterioridad, con esa dosis hemos observado
una prevalencia de ASRN en EZ (90,5%) signicativa-
mente más alta que la del resto de los estudios que en-
sayaron la V.O., marcándose de esta manera un claro
vector en el sentido de esta relación dosis/respuesta.
Tabla 3. SRN reactivo/no reactivo, período de tiempo de iniciación del SRN, intensidad del SRN, y SRN reactivo >60
min / no reactivo en grupo con EZ y controles sanos
SRNr SRN nr SRNi
<30min
SRNt
30-60 min SRN1 SRN2 SRNr
>60 min
EZ (n 21) 4 17 1 1 1 3 2
CS (n 20) 20 0 19 1 4 16 0
Tabla 2. Prevalencia de SRN normal y SRN anormal en
grupo con EZ y controles sanos
Grupo con
EZ (n 21)
Grupo control
CS (n 20)
SRNn 2 (9,5%) 20 (100%)
ASRN 19 (90,5%) 0%
SRNn: Síndrome de respuesta a niacina normal;
ASRN: Anormal síndrome de respuesta a niacina
SRNr: Síndrome de respuesta a niacina reactivo; SRNnr: Síndrome de respuesta a niacina no reactivo; SRNi: Síndrome de respuesta a niacina inme-
diato; SRNt: Síndrome de respuesta a niacina tardío; SRN1: Síndrome de respuesta a niacina leve; SRN2: Síndrome de respuesta a niacina moderado;
SRNr > 60 min: Síndrome de respuesta a niacina reactivo posterior a 60 minutos.
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Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de esquizofrenia...
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ASRN como un fenómeno gradual-no binario
En los trabajos V.O. documentados hasta la fecha se
ha entendido el análisis del SRN como un fenómeno
binario en el que éste se manifestaba o no. No obs-
tante, en nuestra experiencia se tuvieron en cuenta
distintas co-variables que permitieron desmenuzar al
SRN y presentarlo en un espectro más amplio, iden-
ticando así aspectos más sutiles de la reacción que
podrían estar señalando un comportamiento gradual,
como una progresión matizada de síntomas que van
del SRN al ASRN.
A su vez, esta condición de gradualidad podría lle-
gar a ser una cualidad característica del SRN, y no una
condición tipo “todo o nada” como se venía plantean-
do. Esto podría resultar en un detalle no menor a la
hora de analizar la mayor prevalencia de ASRN que se
obtuvo en esta ocasión.
Así, es válido plantear el interrogante de cuál hu-
biese sido la prevalencia de ASRN en los grupos de
EZ de aquellas cohortes si hubiesen considerado otros
aspectos del SRN-ASRN, como su temporalidad o su
intensidad, y no sólo el hecho de que se haya sido re-
activo o no.
En otro orden de cosas, más allá de que el estudio
en cuestión tuvo como propósito investigar las propie-
dades de una técnica de detección de ASRN en EZ, en-
tendemos que los resultados obtenidos también ayudan
a reforzar el conocimiento de que el ASRN es un rasgo
especíco de la esquizofrenia, en contraste con indivi-
duos sanos y con otras poblaciones psiquiátricas. Esa
llamativa presentación anormal del SRN en EZ, ha sido,
y sigue siendo, motivo de investigación de complejos
mecanismos siopatológicos involucrados en la enfer-
medad. Ejemplo de los avances en dichas líneas de estu-
dio han sido la hipótesis de la disfunción de fosfolípidos
de membrana y disminución de los receptores de nia-
cina HM74A (Miller & Dulay 2008; Xu & Jiang, 2015).
Conclusión
La administración de niacina por vía oral es sensible a
la detección del ASRN en esquizofrenia, y la prevalen-
cia de ASRN podría ser dependiente de la cantidad de
dosis de niacina oral, siendo esta más baja cuanto más
baja es la dosis ingerida.
Nuestros hallazgos sugieren que la niacina adminis-
trada por V.O., junto a una técnica semiológica para la
inspección visual del rubor, tiene el potencial de con-
vertirse en una herramienta rápida, práctica, segura,
sencilla y económica para la detección de ASRN. A su
vez esta técnica podría sumarse a la práctica médica ha-
bitual como método para conrmar un diagnóstico de
EZ, identicar población en riesgo y realizar diagnósti-
cos diferenciales con otras enfermedades psiquiátricas
en sus etapas prodrómicas (Yao et al., 2016).
Sin embargo, el presente estudio no está exento de
limitaciones. Es necesario reconocer que la forma-
ción de los grupos experimental y control se denió
en forma no aleatoria, a diferencia de la mayor parte
de los estudios de V.O previos. Asimismo, elucubrar
conclusiones apresuradas en base a una muestra tan
pequeña de sujetos podría incurrir en errores, por lo
que se necesitan más experiencias que sigan sumando
datos en esta línea de trabajo.
Conictos de interés: los autores declaran no tener
conictos de intereses.
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Prueba de síndrome de respuesta a niacina anormal en pacientes con diagnóstico de esquizofrenia...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 24-31.
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Kasckow, J. W., Kisslinger, B. L., Gurklis, J. A., & Messamore, E. (2016).
Prevalence and Specicity of the Abnormal Niacin Response: A Potential
Endophenotype Marker in Schizophrenia. Schizophrenia bulletin, 42(2),
369–376. https://doi.org/10.1093/schbul/sbv130.
Yao, J. K., Dougherty, G. G., Jr, Gautier, C. H., Haas, G. L., Condray, R.,
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Endophenotype Marker in Schizophrenia. Schizophrenia bulletin, 42(2),
369–376. https://doi.org/10.1093/schbul/sbv130
Investigación original
32
Resumen
La literatura disponible en relación a la respuesta al tratamiento de los pacientes con Depresión Resistente
al Tratamiento (TRD) y los resultados del informe del paciente (PRO) -como la calidad de vida o la discapa-
cidad- es escasa en Argentina. A partir de la submuestra de Argentina del estudio de depresión resistente al
tratamiento en América Latina (TRAL), cuyos resultados anteriores destacaron la carga de TRD en compa-
ración con los pacientes sin DRT, así como datos epidemiológicos esenciales en la región, este documento
informa sobre los resultados del estándar de atención (Standard-of-Care, SOC) durante un seguimiento de 1
año de pacientes con DRT De una muestra de 220 pacientes con TDM de 5 centros de Argentina, 72 pacientes
fueron diagnosticados con DRT. El criterio de exclusión excluyó a los pacientes con psicosis, esquizofrenia,
trastorno bipolar, trastorno esquizoafectivo, demencia, dependencia química grave o que estaban participando
en otro ensayo clínico. La MADRS, el PHQ-9 y los PRO (EQ-5D y SDS) se utilizaron como resultados. La edad
media de los pacientes fue de 54,7 años y el 70,3 % de los pacientes eran mujeres. Alrededor del 61 % de los
pacientes lograron una respuesta (reducción del ≥50 % en el puntaje total de MADRS), pero más del 33 % no
logró una remisión (puntuación total MADRS ≤12). Casi el 67 % de los pacientes seguían sintiéndose ansiosos/
deprimidos al nal del estudio (EQ-5D), mientras que dicho trastorno afectó a los pacientes en diversas áreas:
el 71 % en el trabajo/la escuela, el 69,7 % en la vida social/el tiempo libre y el 66,6 % en su vida familiar/las
responsabilidades personales. La carga de la DRT es signicativa en Argentina, y se debe hacer más esfuerzo
en la implementación de protocolos de tratamiento con mejores resultados.
Palabras clave: Trastorno resistente al tratamiento - Respuesta al tratamiento - Tratamiento estándar -
Resultados informados por el paciente - Argentina.
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de
un análisis longitudinal del estudio TRAL
Treatment-Resistant Depression in Argentina: results from a longitudinal analysis of the
TRAL Study
Christian Lupo1, Gerardo García Bonetto2, Ricardo Marcelo Corral3, Manuel Vilapriño
Duprat4, Hernán Alessandria5, Gabriela Kanevsky6, Sergio Perocco7
RECIBIDO 25/12/2022 - ACEPTADO 4/5/2023
1.Médica psiquiatra; Directora CIAP, Rosario, Provincia de Santa Fe, Argentina.
2.Médico especialista en Psiquiatría, Instituto Médico DAMIC - Hospital Neuropsiquiátrico Provincia de Córdoba, Argentina.
3.Médico especialista en Psiquiatría; Presidente Fundación Estudio y Tratamiento de las Enfermedades Mentales, Buenos Aires, Argentina.
4.Médico psiquiatra; Centro de Estudios Asistencia e Investigación en Neurociencias (CESASIN) – Mendoza, Argentina.
5.Médico especialista jerarquizado en Psiquiatra, Fundador y Presidente de GlobalPsy, integración de redes y conocimientos en salud mental, Refe-
rente Disciplinar de Residencias de Psiquiatría de la Provincia de Buenos Aires, Investigador Principal Clínica Privada de Salud Mental Santa Teresa de
Ávila, La Plata, Buenos Aires, Argentina.
6.Janssen-Cilag Farmacéutica S.A. https://orcid.org/0000-0001-7360-6941
7.Colaborador de Janssen Cilag Farmacéutica Ltda.
Autora correspondiente:
Gabriela Kanevsky
gkanevsk@its.jnj.com
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.484
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.484
33
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Introducción
El trastorno depresivo mayor constituye una afección
de alta prevalencia y potencialmente mortal, que afec-
ta a más de 300 millones en todo el mundo (Kraus et
al., 2019; World Health Organisation, 2017). En Ar-
gentina, las últimas estimaciones publicadas sugieren
una prevalencia de por vida del 8,7 %, el más alto entre
los trastornos de salud mental (Stagnaro et al., 2018).
El TDM representa una carga signicativa para los pa-
cientes, los cuidadores y el espectro social general, con
un aumento de las tasas de mortalidad, un impacto en
las actividades instrumentales de la vida diaria y un
aumento signicativo en los años vividos con discapa-
cidad (Dibernardo et al., 2018; Jae et al., 2019; World
Health Organisation, 2017).
Esta afección aumenta la cantidad de hospitaliza-
ciones, particularmente las relacionadas con tendencias
suicidas, que tienen un efecto perjudicial en el bienestar
físico, emocional y social, en línea con los años totales
generales vividos con discapacidad (Years Lived with
Disability, YLD) que pueden ser directamente respon-
sables de los trastornos depresivos (8,5 %) en Argentina
(World Health Organisation, 2017).
Una proporción signicativa de pacientes (hasta el
50 %) (Souery et al., 2007) no responden al tratamien-
to estándar (SOC), que incluye antidepresivos orales
(oral antidepressants, OAD) y otras opciones farma-
cológicas (p. ej., antipsicóticos), así como opciones
terapéuticas no farmacológicas (p. ej., psicoterapia,
terapia electroconvulsiva) (Chen, 2019; Dibernardo
et al., 2018; John Rush et al., 2006; Pilon et al., 2019).
Esta incapacidad de alcanzar una respuesta clínica
al menos a dos tratamientos antidepresivos con una do-
sis y una duración adecuadas se conoce, con frecuen-
cia, como depresión resistente al tratamiento (DRT). La
DRT se suma a la carga existente de la enfermedad en
los pacientes con TDM de una manera muy signica-
tiva, que afecta gravemente la calidad de vida (QoL), la
discapacidad y las tendencias suicidas (Dibernardo et
al., 2018; Johnston et al., 2019; Mrazek et al., 2014).
Los datos epidemiológicos sobre la DRT en Amé-
rica Latina fueron escasos hasta hace poco. El estu-
dio de depresión resistente al tratamiento en América
Latina (TRAL) estableció identicar la proporción de
DRT en la región (fase 1). A partir de un valor de refe-
rencia de 29,1 % para toda la región, se descubrió que
la prevalencia para Argentina era más alta, del 33,2 %
(Soares et al., 2021). En línea con la respuesta clíni-
ca insuciente basada en el SOC y la alta carga de la
enfermedad, estas se presentan como las necesidades
insatisfechas más importantes en la región y en Ar-
gentina (Corral et al., 2022; Soares et al., 2021).
La fase 2 del estudio de TRAL, un enfoque longi-
tudinal, se diseñó para medir el impacto de la DRT
mediante la evaluación de los resultados clínicos de
los pacientes con DRT (es decir, la respuesta y la remi-
sión, a través de escalas validadas clínicamente como
la MADRS y el PHQ-9), así como la evolución de los
resultados informados por el paciente (PRO), QoL y
discapacidad durante un seguimiento de 1 año con
tratamiento estándar. Este manuscrito informa sobre
el subconjunto TRAL para Argentina.
Abstract
Literature concerning patients with Treatment-Resistant Depression (TRD) treatment response and patient report out-
comes (PROs) -such as QoL or disability- in Argentina is scarce. In the scope of the Treatment-Resistant Depression in
America Latina (TRAL) study which previous results highlighted the burden of TRD compared to non-TRD patients as
well as essential epidemiological data in the region, this paper reports on the outcomes of Standard-of-Care (SOC) over
a 1-year follow-up of TRD patients in the subsample for Argentina. From a sample of 220 MDD patients identied in 5
sites in Argentina, 72 patients were diagnosed with TRD. Exclusion criteria included patients with psychosis, schizophre-
nia, bipolar disorder, schizoaffective disorder, dementia, with severe chemical dependence or currently participating in
another clinical trial. MADRS, PHQ-9 and PROs (EQ-5D and SDS) were used as outcomes. Patients’ mean age was 54.7
years and 70.3% of the patients were female. Around 61% of the patients achieved a response (reduction of MADRS
score ≥ 50%), but over 33% did not achieve a remission (MADRS total score ≤12). Almost 67% of the patients still felt
anxious/depressed at the end of the study (EQ-5D), while disruption affected patients in diverse areas -71% in work/
school, 69.7% in social life/leisure and 66.6% in their family life/personal responsibilities. The burden of TRD is signi-
cant in Argentina, and more effort should be put in the implementation of treatment protocols with better outcomes.
Keywords: Treatment Resistant Disorder - Treatment response - Standard of care - Patient reported outcomes -
Argentina.
34
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Materiales y métodos
Diseño y población del estudio
TRAL fue un estudio multicéntrico, multinacional,
observacional realizado en un entorno del mundo real
(octubre de 2017 a diciembre de 2018) que inclu
centros psiquiátricos regionales de Argentina, Brasil,
Colombia y México. El estudio TRAL se diseñó con
dos fases distintas: La fase 1 (transversal) se centró en
la epidemiología de la DRT en una muestra de pacien-
tes con TDM y una caracterización de la enfermedad
al inicio del estudio y un componente longitudinal de
fase 2 del estudio. Se puede encontrar una descripción
exhaustiva de la metodología de TRAL (a saber, la fase
1 del estudio) en publicaciones anteriores del proyec-
to(Corral et al., 2022; Soares et al., 2021). La fase 2 se
enfocó en un seguimiento de 1 año de pacientes con
DRT bajo tratamiento estándar, evaluando los resul-
tados clínicos y de seguridad (a saber, en función de
la depresión clínica y las ideas suicidas) y los cambios
en varias dimensiones (p. ej., calidad de vida, disca-
pacidad). El análisis informado por el presente hace
referencia al análisis longitudinal de los resultados
clínicos y los PRO después de 1 año de seguimiento
de pacientes con DRT bajo tratamiento estándar de la
muestra argentina, que se llevó a cabo en 5 centros
de referencia privados (Instituto DAMIC, Fundación
para el Estudio y Tratamiento de las Enfermedades
Mentales, Centro de investigación y Asistencia en Psi-
quiatría - C.I.A.P., Clínica Privada de Salud Mental
Santa Teresa de Ávila y CESASIN).
Los pacientes con diagnóstico clínico de DRT se-
gún los criterios del DSM-5 y conrmados por MINI,
y de acuerdo con la denición de DRT del estudio, se
incluyeron en la fase 2 del estudio.
Datos y evaluaciones
Todos los instrumentos de evaluación se desarrolla-
ron utilizando instrumentos validados para la res-
puesta clínica. El diagnóstico de DRT se basó en los
siguientes criterios: los pacientes debían ser objeto de
un seguimiento adecuado y debían recibir tratamien-
to con ≥2 antidepresivos en el episodio actual, con
ausencia de respuesta completa al tratamiento según
la MADRS (Conway et al., 2017). Además, se evaluó
la gravedad de la depresión en la DRT con la escala
de valoración de la depresión de Montgomery-Åsberg
(Montgomery - Åsberg Depression Rating Scale, MA-
DRS) (Montgomery & Asberg, 1979), una escala de 10
puntos utilizada en ensayos y en la práctica clínica de
rutina, que muestra una buena discriminación entre
los pacientes que respondieron y los que no respon-
dieron a los antidepresivos, en particular para evaluar
la respuesta al SOC durante un período de 1 año (con-
sulte las publicaciones previas del TRAL para obtener
más información) (Corral et al., 2022). Respuesta es
denida como una reducción del ≥50 % en el puntaje
total de MADRS, mientras que la remisión se dene
como una puntuación total MADRS ≤12.
También se incluyó el cuestionario autoadministra-
do de salud del paciente (PHQ-9) para evaluar la gra-
vedad de la depresión (Kroenke et al., 2001; Spitzer et
al., 1999). Este es un cuestionario de 10 puntos que ca-
racteriza la gravedad de los síntomas en una escala de 4
puntos (0 - Para nada, 1 - Varios días, 2 - Más de la mi-
tad de los días, 4 - Casi todos los días) en relación con
un plazo predenido, en general, las últimas 2 semanas.
El PHQ-9 puede calicarse como “Ninguno” (puntaje
entre 0 y 4), “Leve” (puntaje entre 5 y 9), “Moderado
(puntaje entre 10 y 14), “Moderadamente grave” (pun-
taje entre 15 y 19) y “Grave” (puntaje entre 20 y 27).
La Escala de discapacidad de Sheehan (Sheehan
Disability Scale, SDS) es un cuestionario de 3 puntos
que corresponde a 3 escalas y tiene como objetivo eva-
luar el nivel de discapacidad funcional de una afección
especíca (Sheehan & Sheehan, 2008). Cada escala
del cuestionario SDS se registró de acuerdo con los
siguientes cortes: “Para nada, puntaje igual a 0, “Le-
vemente, puntaje entre 1 y 3, “Moderadamente, pun-
taje entre 4 y 6, “Notablemente, puntaje entre 7 y 9 y
“Extremadamente, puntaje igual a 10. El puntaje total
de SDS se obtuvo sumando las 3 escalas/puntos que
oscilan entre 0 (sin deterioro) y 30 (muy afectado). Un
paciente que obtiene un puntaje de 5 o más en cual-
quiera de las escalas debe ser monitoreado de cerca, ya
que implica un deterioro funcional signicativo.
Se utilizó el cuestionario EQ-5D-5L para evaluar la
calidad de vida (Herdman et al., 2011). Este cuestiona-
rio comprende 5 dimensiones relacionadas con el au-
toinforme de movilidad, cuidado personal, activida-
des habituales, dolor/molestias, ansiedad/depresión,
así como una escala visual analógica de evaluación
global de 100 puntos. El puntaje también se convirtió
al puntaje EQ 5D-3L utilizando respuestas en los va-
lores del índice EQ-5D-5L, en función de los valores
establecidos en EE. UU. (van Hout et al., 2012).
Se recopilaron datos sociodemográcos (edad,
sexo, estado civil y años de educación) y característi-
cas clínicas al inicio (edad, duración de la depresión y
comorbilidades) y un médico los evaluó, mientras que
se recopilaron nuevamente las características clínicas
al nal del estudio.
35
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Se obtuvo el consentimiento informado por escrito
de todos los participantes. El estudio fue aprobado por
el Comité de Ética Independiente o la Junta de Revi-
sión Institucional local.
Análisis estadístico
El estudio actual en Argentina es un subconjunto de
un estudio multinacional a mayor escala realizado
en cuatro países de Latinoamérica. La muestra gene-
ral reclutada en Argentina, entre diciembre de 2017
y diciembre de 2018, fue de 220 pacientes con TDM.
De estos, a 72 pacientes se les diagnosticó DRT en
función de los criterios mencionados anteriormente.
Dado que el tamaño de la muestra de TRAL se calculó
como representativo de la región (América Latina), no
se diseñó para permitir el análisis inferencial para el
subconjunto de Argentina de la muestra de TRAL. Por
lo tanto, la muestra de Argentina no es representativa
de la población en Argentina.
Las variables cuantitativas se resumieron como
media, mediana, desviación estándar, mínimo y máxi-
mo; y las variables cualitativas se resumieron como
frecuencia y porcentaje absolutos. Se realizaron com-
paraciones longitudinales de los resultados clínicos
con una ecuación de estimación generalizada para un
intervalo de conanza del 95 %.
No se imputaron datos faltantes. La importancia es-
tadística se jó en el 5 %. El análisis estadístico se realizó
utilizando SAS® (versión 9.4, SAS Institute Inc, Cary).
Resultados
Distribución de pacientes y características
sociodemográcas
Se incluyó a un total de 221 pacientes con TDM de
Argentina en el conjunto de datos de análisis para la
fase 1. De estos, también se incluyeron 72 pacientes en
la fase 2 con un diagnóstico clínico de DRT (Tabla 1).
La mayoría de estos pacientes (91,7 %) completaron el
protocolo del estudio según lo planicado y todos los
que no lo completaron (n = 6, 8,3 %) se perdieron para
el seguimiento.
La media de edad de los pacientes fue de 54,7 años,
el 70,3 % de los pacientes eran mujeres, el 44,4 % esta-
ban casados o en unión consensuada y el 66,7 % tenía
al menos 13 años de educación formal (ver Tabla 1).
Tabla 1. Distribución de pacientes y datos sociodemográ-
cos en la visita 1 (inicio) en el subconjunto de Argentina
Con DRT
(n = 74)
Edad (años)
N 74
Media 54,73
Mediana 56,50
Desviación estándar 13,74
Mínimo 19,00
Máximo 81,00
Sexo, n (%)
Femenino 52 (70,3 %)
Masculino 22 (29,7 %)
Total 74
Estado civil, n (%)
Soltero 17 (23,6 %)
Casado/unión consensuada 32 (44,4 %)
Divorciado/separado 17 (23,6 %)
Viudo 6 (8,3 %)
Total 72
Años de educación formal, n (%)
0 0
1–4 años 1 (2,4 %)
5–9 años 6 (14,3 %)
10–12 años 7 (16,7 %)
≥13 años 28 (66,7 %)
Total 42
Conjunto de datos de análisis para
la fase 2 por visita, n (%)
Con DRT
(n = 72)
Visita 1 72 (100,0 %)
Visita 2 71 (98,6 %)
Visita 3 68 (94,4 %)
Visita 4 67 (93,1 %)
Visita 5 (nal del estudio) 66 (91,7 %)
Para los pacientes inscritos en la fase 2
El paciente completó el estudio según lo planicado en el
protocolo, n (%)
No 6 (8,3 %)
66 (91,7 %)
Total 72
Si la respuesta es no, motivo del retiro prematuro, n (%)
El sujeto retira su consentimiento 0
Sujeto perdido de vista en el seguimiento 6 (100,0 %)
El sujeto murió 0
Otro motivo 0
Total 6
36
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Resultados clínicos de depresión y gravedad
de la depresión en pacientes con DRT duran-
te un seguimiento de 1 año con SOC en Ar-
gentina
Escala de depresión de Montgomery-Asberg (MA-
DRS) en pacientes con DRT durante un seguimien-
to de 1 año con SOC
Más del 13 % de los pacientes tenía depresión grave
en la visita 1. Al nal del estudio, la proporción de
pacientes con depresión grave fue del 1,5 % y la de-
presión moderada aún afecta a casi el 13,6 % de los
pacientes. No obstante, el 66,6 % de la muestra aún
presentaba síntomas de depresión clínicamente rele-
vantes en la visita nal (1 año).
Casi el 61 % de los pacientes alcanzó una respuesta
(reducción del ≥50 % en el puntaje total de MADRS)
en la visita del nal del estudio. Más del 4 % de la
muestra de DRT mostró recidiva diagnosticada clíni-
camente en la visita del nal del estudio después de 1
año de SOC, y casi el 33 % de los pacientes no alcanzó
la remisión (ver Tabla 2).
El puntaje promedio de MADRS en la visita 1 fue
de 25,4 (rango: 14 a 44), Tabla 2. El puntaje total de
MADRS varió signicativamente con el tiempo (p
<0,0001), con una variación mensual media de 1,211
puntos (B = -0,951).
Cuestionario sobre la salud del paciente (PHQ-9)
en pacientes con DRT durante un seguimiento de 1
año con SOC
El puntaje total medio del PHQ-9 en la visita 1 fue de
15,7 en los pacientes con DRT y el 56,8 % tuvo depre-
sión moderadamente grave o grave (ver Tabla 3). Al
nal del estudio, el puntaje medio de los pacientes de
la fase 2 (pacientes con DRT) fue de 6,6 puntos y 13,9
% de los pacientes tenía su depresión clasicada como
moderadamente grave o grave. La reducción media del
puntaje fue estadísticamente signicativa (p <0,0001).
Calidad de vida (cuestionario EQ-5D-5L)
y discapacidad (Escala de discapacidad de
Sheehan - SDS) en pacientes con DRT duran-
te un seguimiento de 1 año con SOC
Calidad de vida: cuestionario EQ-5D-5L
Los resultados de calidad de vida pueden verse en la
Tabla 4. En la visita 1, el 64,9 % de los pacientes infor-
mó no tener problemas para caminar, el 73 % informó
no tener problemas para lavarse o vestirse, el 10,8 %
de los pacientes no reveló problemas para realizar sus
actividades habituales, el 32,4 % de los pacientes infor-
mó no tener dolor ni molestias y el 0 % de los pacientes
no se sintieron ansiosos ni deprimidos. En general, los
pacientes con DRT presentaron menos problemas en
todos estos puntos al nal del estudio en comparación
con el inicio, pero la mayoría aún muestra síntomas
de la enfermedad que afectan la QoL. Sin embargo,
un 13,6 % de la muestra todaa presenta problemas
de movilidad y de cuidado personal, mientras que el
43,9 % informa problemas para realizar sus activida-
des habituales, la misma proporción de personas que
sienten dolor/molestia al nal del estudio. Por último,
el 66,7 % de la muestra se siente ansiosa/deprimida al
nal del estudio.
La clasicación media del estado de salud general
de los pacientes con DRT fue de 51,5 puntos en la vi-
sita 1 y de 72,1 puntos en el nal del estudio, lo que
representa la diferencia estadísticamente signicativa
(p <0,0001).
Escala de discapacidad de Sheehan (SDS)
La Tabla 5 muestra la evolución de los valores en SDS
durante 1 año. En la visita 1, el 13,3 % de los pacientes
con DRT informó que los síntomas perturbaron extre-
madamente su trabajo/escuela, el 12,2 % informó que
los síntomas perturbaron extremadamente su vida so-
cial/actividades de ocio y para el 6,8 % de la muestra
los síntomas alteraron extremadamente su vida fami-
liar/responsabilidades en el hogar. Casi el 71 % de los
pacientes informó alteraciones en su trabajo/escuela
debido a la afección, el 69,7 % informó alteraciones en
su vida social/ocio y el 66,6 % en su vida familiar y en
sus responsabilidades en el hogar al nal del estudio.
El puntaje medio total de SDS fue 18,18 (rango: 5
a 30). Los pacientes con DRT presentaron un puntaje
medio de 18,2 puntos en la visita 1, 11,4 puntos en la
visita 3 y 8,5 puntos al nal del estudio, siendo esta
diferencia estadísticamente signicativa (p <0,0001).
Discusión
Los resultados actuales representan un contexto de-
saante para América Latina en relación con la DRT.
Reitera que existe una necesidad clara insatisfecha en
términos de las opciones de tratamiento disponibles
al proporcionar a los pacientes con DRT una respues-
ta clínica signicativa, es decir, respuesta sostenida o
remisión continua (Bennabi et al., 2019; Voineskos et
al., 2020).
Si bien algunos pacientes se benecian a partir del
SOC actual, la discapacidad sigue siendo alta para una
proporción signicativa de pacientes al nal de la visi-
ta del estudio, en línea con los resultados obtenidos en
la muestra general para la región (Soares et al., 2021),
37
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Tabla 2. Escala de depresión de Montgomery-Asberg (MADRS) durante un seguimiento de 1 año del SOC en
pacientes con DRT en Argentina
Visita 1
(n = 74)
Visita 2
(n = 71)
Visita 3
(n = 68)
Visita 4
(n = 67)
Final del estudio*
(n = 66)
Puntaje totala) 74 71 68 67 66
N25,43 17,89 15,04 12,67 10,71
Media 25,00 18,00 15,00 12,00 9,00
Desviación estándar 7,30 9,13 8,66 9,42 8,76
Mínimo 14,00 0,00 1,00 0,00 0,00
Máximo 44,00 44,00 36,00 48,00 36,00
Modelo GEE
B (parámetro de regresión lineal) -1,211
IC del 95 % [-1,412; -1,010]
Valor de p <0,0001
Ausencia de síntomas (0-6) 0 9 (12,7 %) 13 (19,1 %) 18 (26,9 %) 22 (33,3 %)
Depresión leve (7–19) 18 (24,3 %) 34 (47,9 %) 37 (54,4 %) 38 (56,7 %) 34 (51,5 %)
Depresión moderada (20–34) 46 (62,2 %) 26 (36,6 %) 15 (22,1 %) 10 (14,9 %) 9 (13,6 %)
Sin síntomas/depresión
leve/moderada (0–34) 64 (86,5 %) 69 (97,2 %) 65 (95,6 %) 66 (98,5 %) 65 (98,5 %)
Depresión grave (35–60) 10 (13,5 %) 2 (2,8 %) 3 (4,4 %) 1 (1,5 %) 1 (1,5 %)
Cambio en el puntaje total desde la visita 1 (%)
N 71 68 67 66
Media -27,88 -37,21 -45,9 -55,09
Desviación estándar 31,33 33,45 37,61 32,77
Mínimo -100,00 -96,97 -100,00 -100,00
Máximo 30,77 33,33 42,86 42,86
Respuesta (reducción ≥50 % en el puntaje total), n (%)
18 (25,4 %) 23 (33,8 %) 32 (47,8 %) 40 (60,6 %)
Total 71 68 67 66
Remisión (puntaje total de la MADRS ≤12), n (%)
17 (23,9 %) 25 (36,8 %) 36 (53,7 %) 44 (66,7 %)
Total 71 68 67 66
Recidiva, n (%)
4 (5,9 %) 4 (6,0 %) 3 (4,5 %)
Total 68 67 66
DRT: depresión resistente al tratamiento. GEE: generalized estimating equation (ecuación de estimación generalizada). IC del 95 %: Intervalo de
conanza del 95 %. a) Rango: 0 a 60. Los valores más altos indican un nivel más alto de depresión. *Final del estudio: visita nal, después de 1 año de
seguimiento.
38
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
que se relaciona con una funcionalidad reducida, al
dicultar la vida independiente de los pacientes y co-
locar una carga mayor en los cuidadores y los servi-
cios de atención médica. Las investigaciones previas
habían identicado la misma tendencia (Dibernardo
et al., 2018; Lynch et al., 2020).
La evolución de la calidad de vida durante 1 año
de seguimiento fue signicativa para una parte de la
muestra, pero aún existe una enorme brecha para la
mejora si se consideran los resultados para la pobla-
ción general. El impacto perjudicial en las actividades
instrumentales de la vida diaria aún era notable al -
nal del estudio y la recuperación funcional estaba lejos
de los resultados deseados.
Casi el 14 % de la muestra en Argentina todavía in-
forma (basada en el PHQ-9) depresión de moderada
a grave y más del 50 % todavía muestra una gravedad
de la depresión de leve a grave. En cuanto a los resul-
tados de la MADRS, la proporción de pacientes que
logró una respuesta fue de más del 60 %, lo que signi-
ca que alrededor del 40 % de los pacientes con DRT
en tratamiento especializado aún no pudo lograr una
respuesta con SOC actual. Estos resultados resaltan la
necesidad de otras opciones terapéuticas capaces de
proporcionar mejores resultados clínicos.
El estudio TRAL proporcionó una descripción ge-
neral esencial y una amplia representación del contex-
to epidemiológico de la DRT en la región, así como
una caracterización sólida de los resultados clínicos y
los resultados informados por el paciente durante 1
año de seguimiento con SOC. La identicación de las
necesidades insatisfechas y las recomendaciones para
las políticas públicas sobre el manejo de estos pacien-
tes fueron el núcleo de los resultados estratégicos de
TRAL, basándose en investigaciones previas sobre la
región (Gaynes et al., 2009; Tamayo et al., 2011).
Tabla 3. Cuestionario sobre la salud del paciente (PHQ-9) de pacientes con DRT durante un seguimiento de 1 año
con SOC en Argentina
Visita 1
(n = 74)
Visita 3
(n = 68)
Final del estudio
(n = 66)
Análisis longitudinal
Modelo GEE
Puntaje totala)
N 74 67 65
Media 15,69 8,96 6,55
Mediana 15,00 8,00 6,00 B (parámetro de
regresión lineal) -0,751
Desviación estándar 5,28 5,98 6,31 IC del 95 % [-0,899; -0,603]
Mínimo 4,00 0,00 0,00 Valor de p <0,0001
Máximo 26,00 25,00 25,00
Gravedad de la depresión, n (%)
Ninguna (0–4) 1 (1,4 %) 20 (29,9 %) 30 (46,2%)
Leve (5–9) 8 (10,8 %) 18 (26,9 %) 21 (32,3 %)
Moderado (10–14) 23 (31,1 %) 19 (28,4 %) 5 (7,7 %)
Moderadamente grave (15–19) 23 (31,1 %) 4 (6,0 %) 5 (7,7 %)
Grave (20–27) 19 (25,7 %) 6 (9,0 %) 4 (6,2 %)
Total 74 67 65
Si marcó algún problema, ¿cuán difíciles fueron estos problemas para que usted hiciera su trabajo, se ocupara de
las cosas en su casa o se llevara bien con otras personas?, n (%)
Nada difícil 1 (1,4 %) 10 (15,2 %) 21 (32,3 %)
Algo difícil 22 (29,7 %) 41 (62,1 %) 34 (52,3 %)
Muy difícil 41 (55,4 %) 12 (18,2 %) 7 (10,8 %)
Extremadamente difícil 10 (13,5 %) 3 (4,5 %) 3 (4,6 %)
Total 74 66 65
a) El puntaje total oscila entre 0 y 27 y los valores más altos indican una mayor gravedad de la depresión. TDM: trastorno depresivo mayor. DRT:
depresión resistente al tratamiento. GEE: ecuación de estimación generalizada. IC del 95 %: Intervalo de conanza del 95 %.
39
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Tabla 4. Calidad de vida: cuestionario EQ-5D-5L durante un seguimiento de 1 año de pacientes con DRT
Visita 1
(n = 74)
Final del estudio
(n = 66)
Análisis longitudinal
Modelo GEE
Movilidad, n (%)
No tengo problemas para caminar 48 (64,9 %) 57 (86,4 %)
Tengo problemas leves para caminar 16 (21,6 %) 5 (7,6 %)
Tengo problemas moderados para caminar 8 (10,8 %) 4 (6,1 %)
Tengo problemas graves para caminar 2 (2,7 %) 0
No puedo caminar 0 0
Total 74 66
Cuidados personales, n (%)
No tengo problemas para lavarme o vestirme 54 (73,0 %) 57 (86,4 %)
Tengo problemas leves para lavarme o vestirme 7 (9,5 %) 5 (7,6 %)
Tengo problemas moderados para lavarme o vestirme 13 (17,6 %) 3 (4,5 %)
Tengo problemas graves para lavarme o vestirme 0 1 (1,5 %)
No puedo lavarme ni vestirme 0 0
Total 74 66
Actividades habituales, n (%)
No tengo problemas para realizar mis actividades habituales 8 (10,8 %) 37 (56,1 %)
Tengo problemas leves para realizar mis actividades
habituales 22 (29,7 %) 20 (30,3 %)
Tengo problemas moderados para realizar mis actividades
habituales 32 (43,2 %) 7 (10,6 %)
Tengo problemas graves para realizar mis actividades
habituales 10 (13,5 %) 2 (3,0 %)
No puedo realizar mis actividades habituales 2 (2,7 %) 0
Total 74 66
Dolor/malestar, n (%)
No tengo dolor ni malestar 24 (32,4 %) 37 (56,1 %)
Tengo dolor o malestar leve 17 (23,0 %) 19 (28,8 %)
Tengo dolor o malestar moderado 24 (32,4 %) 6 (9,1 %)
Tengo dolor o malestar grave 7 (9,5 %) 3 (4,5 %)
Tengo dolor o malestar extremo 2 (2,7 %) 1 (1,5 %)
Total 74 66
Ansiedad/depresión, n (%)
No me siento ansioso ni deprimido 0 22 (33,3 %)
Me siento ligeramente ansioso o deprimido 15 (20,3 %) 32 (48,5 %)
Me siento moderadamente ansioso o deprimido 39 (52,7 %) 6 (9,1 %)
Me siento muy ansioso o deprimido 12 (16,2 %) 5 (7,6 %)
Me siento extremadamente ansioso o deprimido 8 (10,8 %) 1 (1,5 %)
Total 74 66
Salud en la actualidada)
N 74 66
Media 51,45 72,12
40
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Tabla 4. Calidad de vida: cuestionario EQ-5D-5L durante un seguimiento de 1 año de pacientes con DRT
Visita 1
(n = 74)
Final del estudio
(n = 66)
Análisis longitudinal
Modelo GEE
Mediana 50,00 75,50
B (parámetro
de regresión
lineal)
1,704
Desviación estándar 16,35 15,73 IC del 95 % [1,282; 2,125]
Mínimo 10,00 25,00 Valor de p <0,0001
Máximo 85,00 95,00
Puntaje EQ-5D-3Lb)
N 74 66
Media 0,69 0,83
Mediana 0,73 0,84
B (parámetro
de regresión
lineal)
0,012
Desviación estándar 0,15 0,16 IC del 95 % [0,008; 0,016]
Mínimo 0,18 0,20 Valor de p <0,0001
Máximo 0,88 1,00
Puntaje registrado como variable categórica, n (%)
Peor estado de salud (puntaje <0,403) 4 (5,4 %) 1 (1,5 %)
Mejor estado de salud (puntaje ≥0,403) 70 (94,6 %) 65 (98,5 %)
Total 74 66
(Continuación tabla 4 - página 40)
DRT: depresión resistente al tratamiento. GEE: ecuación de estimación generalizada. IC del 95 %: Intervalo de conanza del 95 %.
Tabla 5. Escala de discapacidad de Sheehan (SDS)
Visita 1
(n = 74)
Visita 3
(n = 68)
Final del estudio
(n = 66)
Análisis longitudinal
Modelo GEE
Los síntomas han interrumpido su trabajo/escuela, n (%)
Para nada 3 (5,0 %) 7 (14,6 %) 14 (29,2 %)
Leve 7 (11,7 %) 20 (41,7 %) 22 (45,8 %)
Moderadamente 24 (40,0 %) 13 (27,1 %) 5 (10,4 %)
Extremadamente 18 (30,0 %) 3 (6,3 %) 2 (4,2 %)
Total 60 48 48
N 60 48 48
Media 5,98 3,83 2,67
Mediana 6,00 3,00 2,00
Desviación estándar 2,73 2,97 2,91
Mínimo 0,00 0,00 0,00
Máximo 10,00 10,00 10,00
Los síntomas han interrumpido sus actividades de vida social/ocio, n (%)
Para nada 2 (2,7 %) 7 (10,6 %) 20 (30,3 %)
Leve 8 (10,8 %) 23 (34,8 %) 26 (39,4 %)
Moderadamente 28 (37,8 %) 22 (33,3 %) 11 (16,7 %)
Extremadamente 9 (12,2 %) 1 (1,5 %) 2 (3,0 %)
Total 74 66 66
41
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
DRT: depresión resistente al tratamiento. GEE: ecuación de estimación generalizada. IC del 95 %: Intervalo de conanza del 95 %.
Tabla 5. Escala de discapacidad de Sheehan (SDS)
Visita 1
(n = 74)
Visita 3
(n = 68)
Final del estudio
(n = 66)
Análisis longitudinal
Modelo GEE
N 74 66 66
Media 6,41 3,97 2,77
Mediana 6,00 4,00 2,00
Desviación estándar 2,45 2,72 2,84
Mínimo 0,00 0,00 0,00
Máximo 10,00 10,00 10,00
Los síntomas han interrumpido su vida familiar/sus responsabilidades en el hogar, n (%)
Para nada 3 (4,1 %) 11 (16,9 %) 22 (33,3 %)
Leve 14 (18,9 %) 29 (44,6 %) 25 (37,9 %)
Moderadamente 28 (37,8 %) 16 (24,6 %) 11 (16,7 %)
Notablemente 24 (32,4 %) 8 (12,3 %) 6 (9,1 %)
Extremadamente 5 (6,8 %) 1 (1,5 %) 2 (3,0 %)
Total 74 65 66
N 74 65 66
Media 5,68 3,35 2,56
Mediana 6,00 3,00 2,00
Desviación estándar 2,57 2,62 2,76
Mínimo 0,00 0,00 0,00
Máximo 10,00 10,00 10,00
Puntaje total
N 60 48 48
Media 18,18 11,38 8,46
Mediana 17,00 9,50 7,00
B (parámetro
de regresión
lineal)
-0,779
Desviación estándar 6,83 7,76 8,05 IC del 95 % [-0,981; -0,577]
Mínimo 5,00 0,00 0,00 Valor de p <0,0001
Máximo 30,00 27,00 28,00
¿Cuántos días en los últimos 7 días tuvo que faltar a la escuela o al trabajo o no pudo llevar a cabo sus responsa-
bilidades diarias normales debido a sus síntomas?
N 74 66 66
Media 2,04 0,83 0,47
Mediana 0,50 0,00 0,00
Desviación estándar 2,45 1,68 1,22
Mínimo 0,00 0,00 0,00
Máximo 7,00 7,00 7,00
¿Cuántos días en los últimos 7 días se sintió tan afectado por sus síntomas que, incluso a pesar de haber acudido
a la escuela o al trabajo, o de haber tenido otras responsabilidades diarias, su productividad se redujo?
N 74 66 66
Media 3,19 2,06 1,42
Mediana 3,00 2,00 0,00
Desviación estándar 2,32 2,04 1,87
Mínimo 0,00 0,00 0,00
Máximo 7,00 7,00 7,00
(Continuación tabla 5 - página 41)
42
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
La solidez de estos hallazgos se corrobora por la
naturaleza sólida de la metodología y el diseño. El uso
de PHQ-9 y MADRS en este estudio constituye un
aspecto positivo del diseño de TRAL, ya que la eva-
luación concomitante proporciona una mejor repre-
sentación de la gravedad de la depresión con el trans-
curso del tiempo y los resultados clínicos.
Limitaciones
No se proyectó el tamaño de la muestra para propor-
cionar potencia estadística para el alisis inferencial
en el subconjunto para Argentina. Por lo tanto, e in-
cluso teniendo en cuenta que la muestra de pacientes
con DRT en Argentina es de tamaño interesante, si se
considera la naturaleza observacional del estudio y el
diseño longitudinal, la interpretación de las compara-
ciones longitudinales debe hacerse con cuidado.
La muestra en Argentina se recolectó únicamente
en centros privados, lo que también debe considerarse
cuando se pretende comparar los datos actuales con
otros países de la región y de otras regiones. Sin em-
bargo, esta es una declaración de la carga de la enfer-
medad que aún se identica durante un año de SOC.
Mensajes clave
Estos datos proporcionan una perspectiva clínica de
gran necesidad sobre el SOC actual en Argentina, y
deben ser analizados cuidadosamente por todas las
partes interesadas en el país, es decir, aquellos que
tienen que decidir sobre la asignación de recursos y
denir las políticas de salud pública.
Se han realizado esfuerzos signicativos en Argen-
tina en los últimos años para aumentar la disponibi-
lidad de recursos médicos y reducir la fragmentación
y segmentación identicadas del sistema de salud na-
cional del país. Esto también abarca la necesidad de
capacitar a más especialistas, lo que aumenta el acceso
a consultas especializadas, una preocupación común
para los pacientes, y de aumentar la oferta de atención
primaria en el contexto de salud mental, así como de
combatir el estigma de la salud mental en el país. Lo
más importante es que el desarrollo de una mejor dis-
ponibilidad de recursos en la atención primaria puede
mejorar el diagnóstico temprano, una característica
clave para mejorar los resultados y abordar esta nece-
sidad insatisfecha.
Los resultados actuales demuestran la carga sig-
nicativa de la enfermedad, en la calidad de vida, la
discapacidad, el trabajo y los resultados relacionados
con la salud, que también debe destacarse a la comu-
nidad médica en su totalidad, así como el potencial
de causarse daño a sí mismo en la DRT. Por último,
los resultados obtenidos con las terapias nuevas deben
incorporarse a las opciones terapéuticas disponibles
en Argentina. Ya que las terapias disponibles actual-
mente, a saber, los antidepresivos orales, no logran al-
canzar los resultados deseados, el aumento de la gama
de soluciones disponibles para los médicos puede me-
jorar signicativamente los resultados clínicos y abor-
dar esta necesidad insatisfecha tan urgente.
Conclusiones
El proyecto TRAL retrató el tratamiento de la DRT en
Argentina y proporcionó datos epidemiológicos úni-
cos para el país. En Argentina, el tamaño de la muestra
fue adecuado, lo que sugiere una buena precisión en
las estimaciones de prevalencia, el objetivo principal
del estudio, pero en cuanto al análisis longitudinal, se
deben realizar investigaciones futuras para garantizar
que el análisis inferencial pueda realizarse e interpre-
tarse de manera más sólida. En todo el mundo, TRAL
pretende proporcionar una visión precisa de la realidad
en cada país, y todos los centros del estudio son centros
de referencia regionales en el tratamiento de las enfer-
medades psiquiátricas. El estudio comprendió múlti-
ples dimensiones de caracterización que apuntan a la
pesada carga de la enfermedad y las necesidades insatis-
fechas en las opciones de tratamiento. Este seguimiento
de 1 año de los pacientes con DRT bajo SOC destaca
que la carga de la enfermedad aún es signicativa en
Argentina, y que la sintomatología depresiva persiste
signicativamente en esta muestra en la visita de nal
del estudio. Las terapias nuevas pueden proporcionar
resultados clínicos interesantes y PRO, lo que garantiza
que el estándar de vida general para estos pacientes en
Argentina mejore drásticamente.
Contribuciones de los autores: todos los autores cum-
plen con los criterios de autoría del Comité Internacional
de Editores de Revistas Médicas (International Commi-
ttee of Medical Journal Editors, ICMJE), lo que aporta
una contribución sustancial a la concepción y el diseño
del trabajo, la adquisición y el análisis de los datos, la
redacción o revisión del trabajo para contenido intelec-
tual y la aprobación nal de la versión a publicar. Los
autores se comprometen a responsabilizarse de todos los
aspectos del trabajo para garantizar que se investiguen y
se resuelvan las preguntas relacionadas con la exactitud o
la integridad de cualquier parte del trabajo.
Agradecimientos: Clinical Trial & Consulting Servi-
ces (CTI) proporcionó apoyo de análisis estadístico al
estudio TRAL nanciado por Janssen LatAm.
43
Depresión resistente al tratamiento en Argentina: resultados de un análisis longitudinal del estudio TRAL
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 32-44.
Diogo Morais de Clinical Trial & Consulting Services
(CTI) proporcionó apoyo editorial y asistencia en la
redacción médica de este manuscrito, nanciado por
Janssen LatAm. Janssen LatAm participó en la inter-
pretación de los datos, la revisión y la aprobación del
contenido. Todos los autores tuvieron acceso a todos los
datos relevantes y participaron en la escritura, la revi-
sión y la aprobación de este manuscrito.
El estudio TRAL (Depresión resistente al tratamiento
en América Latina) fue nanciado por Janssen LatAm,
una subsidiaria de Janssen, Inc. CTI proporcionó apoyo
editorial y asistencia en la redacción médica del estu-
dio, nanciado por Janssen LatAm, una subsidiaria de
Janssen, Inc.
Conicto de intereses: CL: Investigador principal
actual en estudios de investigación de Janssen Phar-
maceutical. Investigador principal de los laboratorios:
Novartis, Eli Lilly, Lundbeck, Servier, AstraZeneca,
Bago, Wyeth, Pzer, Otsuka, Takeda, Sunovion, Janssen
Pharmaceutical. Participó como orador para los labo-
ratorios: Eli Lilly, Servier, Lundbeck, Chobet y Janssen
Pharmaceutical. GGB: Gerardo García Bonetto se ha
desempeñado como investigador principal en numero-
sos estudios clínicos, en particular, tres estudios patroci-
nados por Janssen. Ha integrado, o integra hasta el pre-
sente, equipos de asesoramiento y es conferencista para
distintas compañías farmacéuticas, incluida Janssen.
RMC: Declara haber recibido apoyo para investigación
y honorarios como disertante de Janssen Cilag Argenti-
na. MVD: Disertante, asesor y participante en simpo-
sios, cursos, talleres y congresos, invitado por Janssen,
habiendo recibido, por tales funciones, los honorarios
profesionales correspondientes. Disertante en la Jorna-
da de Actualización sobre Trastornos del Animo, aus-
piciada por Laboratorios Gador, y realizada en Buenos
Aires en el año 2019. Tal participación implicó hono-
rarios profesionales por sus funciones. Disertante, con
honorarios pautados previamente, en el simposio orga-
nizado por Laboratorios Lundbeck sobre Actualización
en Depresión, en las jornadas realizadas en Tandil, Pro-
vincia de Buenos Aires, en el año 2019. La edición por
parte de la Editorial Polemos del libro sobre “Depresión
de Difícil Manejo”, realizado en colaboración con otros
autores en el año 2017, fue auspiciada por Laboratorios
Rao. HA: HA participó en estudios de investigación
clínica patrocinados por Astra Zeneca, GlaxoSmithKli-
ne, Janssen, Lundbeck, Novartis, Otsuka, Pzer, Servier
y Shire. GK: Es empleada de Janssen-Cilag Farmacéuti-
ca S.A. SP: Cuando se escribió el artículo, Sergio Peroc-
co era colaborador de Janssen Cilag Farmacéutica Ltda.
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Artículo de revisión
45
Resumen
La sexualidad de las personas con trastornos mentales es una temática habitualmente teñida de prejuicios y
estigma. Las mujeres con trastornos mentales severos presentan mayor vulnerabilidad a padecer enfermeda-
des de transmisión sexual, ser víctimas de violencia de género y tener embarazos no intencionales. En adultas
y adolescentes, las relaciones sexuales bajo la inuencia del alcohol o de otras drogas, o en momentos de
descompensación de su cuadro de base son a menudo no planicadas, con parejas de riesgo, sin métodos
anticonceptivos y con menor capacidad para negociar prácticas sexuales seguras. Desde una perspectiva de
género y de derechos humanos, en la atención de mujeres con trastornos mentales, es necesario incluir los
derechos sexuales y reproductivos como parte del tratamiento. Por tal motivo, hablar con nuestras pacien-
tes sobre sus deseos de tener hijos, o no, sobre su vida sexual y la provisión de un método anticonceptivo
acorde a su elección y necesidades, forma parte de la consulta psiquiátrica. Los anticonceptivos hormonales
están ampliamente utilizados a nivel global, constituyendo uno de los grupos de fármacos más prescriptos.
Se estima que más de 100 millones de mujeres los consumen para evitar el embarazo, como tratamiento de
los sangrados abundantes, las menstruaciones dolorosas o el acné. Resultan de la combinación de derivados
estrogénicos y progestágenos, o progestágenos solos. En esta revisión se focalizará en la descripción de los
diversos métodos anticonceptivos hormonales, en la terapia hormonal de reemplazo y en las particularidades
del uso simultáneo con psicofármacos en mujeres tratadas por trastornos psiquiátricos.
Palabras clave: Anticonceptivos - Estrógenos - Progestágenos - Terapia hormonal de reemplazo - Psicofar-
macología.
Abstract
Sexuality in people with mental disorders is a topic usually tinged with prejudice and stigma. Women with severe mental
disorders are more exposed to suffer sexually transmitted diseases, becoming victims of gender violence and being
involved with unintended pregnancies. In adults and adolescents, sexual intercourse under the inuence of alcohol or
other drugs, or during worsening or exacerbation of baseline symptoms or condition, are often unplanned, unprotected,
with casual partners from high risk groups, without contraceptive methods and with less capacity to agree or deny safe
sexual practices. Sexual and reproductive rights as well as gender perspective need to be considered an integral part
of women with mental disorders health being and treatment. For this reason, discussing with patients about their desire
Uso simultáneo de anticonceptivos y terapia hormonal de
reemplazo en mujeres que reciben psicofármacos. De la teoría a
la práctica de la salud integral
Simultaneous use of contraceptives and hormone replacement therapy in women receiving
psychoactive drugs. From theory to integral health practice
Silvina Mazaira1, Mariana Giménez2
RECIBIDO 8/11/2022 - ACEPTADO 15/1/2023
1.Médica especialista en psiquiatría. Hospital de Emergencias Psiquiátricas “T. de Alvear”, Buenos Aires, Argentina. Docente del Departamento de
Psiquiatría y Salud Mental, Facultad de Medicina, UBA. Presidenta del Capítulo de Salud Mental y Psiquiatría Perinatal de APSA. Presidenta honoraria
del Capítulo de Salud Mental de las Mujeres de APSA.
2.Médica especialista en psiquiatría. Hospital General de Agudos “Parmenio Piñero”, Buenos Aires, Argentina. Docente del Departamento de Psiquia-
tría y Salud Mental, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Autora correspondiente:
Silvina Mazaira
smazaira20@gmail.com
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 45-60. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.485
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.485
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Uso simultáneo de anticonceptivos y terapia hormonal de reemplazo en mujeres que reciben psicofármacos...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 45-60.
Introducción
Los trastornos mentales son altamente prevalentes. En
Argentina, la prevalencia de vida de cualquier trastorno
mental en mayores de 18 años de edad fue de 29,1 %,
siendo los diagnósticos más frecuentes los trastornos
de ansiedad (16,4 %) y los trastornos del estado de
ánimo (12,6 %) (Stagnaro, 2018). Se ha demostrado en
estudios epidemiológicos que las mujeres tienen mayor
riesgo de padecer trastornos afectivos y de ansiedad,
con una probabilidad 1.3 a 2.6 veces mayor que los
hombres (Seedat, 2009).
La edad de inicio de los trastornos mentales es tem-
prana, siendo la mediana de edad de inicio de 20 años
para la población argentina (Cía, 2018). Hay una su-
perposición entre los trastornos mentales y el período
de edad fértil de las mujeres, que persiste durante largo
tiempo ya que tanto el curso de los síntomas como la
duración de los tratamientos suelen ser prolongados.
En una encuesta realizada en el año 2017 en la ciu-
dad de Buenos Aires el 22,4 % de la población general
informó estar utilizando algún tipo de psicofármaco
(Leiderman, 2018). Por otro lado, son las mujeres
quienes más psicofármacos consumen (Li, 2017)..
Los anticonceptivos hormonales también son am-
pliamente utilizados. Según datos de la División de
Población de las Naciones Unidas publicados en el
año 2019, la tasa mundial de uso de anticonceptivos
modernos (píldoras anticonceptivas, los productos
inyectables y los implantes hormonales) para mujeres
de entre 15 y 49 años fue del 58 %, siendo la tasa en
Argentina del 66 % (UNFPA, 2019).
El empleo de terapia hormonal del reemplazo en
mujeres menopáusicas es un tema que ha generado
controversias y ha tenido sus cambios a lo largo de los
años. En la actualidad la indicación se encuentra re-
servada para mujeres con síntomas disruptivos y sin
contraindicaciones (NAMS, 2018).
Hormonas sexuales femeninas y tras-
tornos psiquiátricos
El síndrome disfórico premenstrual, la depresión puer-
peral y los trastornos afectivos de la menopausia son
cuadros clínicos en los que la susceptibilidad a las va-
riaciones hormonales constituye un factor central.
En el caso del síndrome premenstrual los síntomas se
presentan únicamente en la fase premenstrual y se ha
demostrado una alta sensibilidad a la uctuación de
hormonas y sus metabolitos, particularmente alopreg-
nanolona. Con respecto a la depresión puerperal, existe
un grupo de pacientes con inicio rápido de los síntomas
restringido al periodo posparto en el que se ha suge-
rido una susceptibilidad particular a las uctuaciones
de niveles hormonales. Finalmente, y si bien existen re-
sultados contrapuestos, algunos estudios postulan una
asociación entre menopausia y depresión en mujeres
sin historia previa de depresión (Kuhener, 2017).
Por otro lado, tanto para los estrógenos como para
los progestágenos se han propuesto mecanismos que
los vinculan con la respuesta al estrés y el desarrollo de
ansiedad, pudiendo explicar al menos en parte la ma-
yor frecuencia de trastornos de ansiedad en el sexo fe-
menino. La evidencia sugiere que tanto los trastornos
de ansiedad como los vinculados al estrés y trauma
son más prevalentes y presentan síntomas más severos
en mujeres que en hombres. A pesar de que existen di-
ferencias socioeconómicas y en la exposición al trau-
ma que contribuyen a explicar esta diferencia, los fac-
tores biológicos juegan un rol importante, incluyendo
los cambios en los niveles de hormonas sexuales. De
modo similar a lo que sucede en la depresión, las di-
ferencias de frecuencia de acuerdo al sexo, emergen
en la adolescencia y las mujeres tienen mayor riesgo
no sólo para desarrollar trastornos de ansiedad sino
también para presentar exacerbación de los síntomas
durante las fases de su ciclo reproductivo que se carac-
terizan por bajos niveles hormonales.
or not to have children, their sexual life and provide them the most adequate options of contraceptive methods taking
into consideration their needs so that and informed decision should be part of the psychiatric consultation. Hormonal
contraceptives are widely used globally, being one of the most prescribed groups of drugs. It is estimated that more
than 100 million women take oral contraceptives to prevent pregnancy, to treat menstrual pain and/or menstrual hea-
vy bleeding or to control acne. Oral contraceptives result from the combination of estrogen and progestin derivatives,
or progestins alone. This review will focus on the description of each hormonal contraceptive methods and hormone
replacement therapy and the special features of their concomitant use with psychotropic drugs during treatment of
women with psychiatric disorders.
Key words: Contraceptives - Estrogens - Progestins - Hormone replacement therapy - Psychopharmacology.
47
Uso simultáneo de anticonceptivos y terapia hormonal de reemplazo en mujeres que reciben psicofármacos...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 45-60.
Las hormonas sexuales podrían inuir aumentan-
do la vulnerabilidad al estrés y facilitando el manteni-
miento de los síntomas una vez desarrollados. Se ha
propuesto que serotonina y alopregnanolona podrían
funcionar como ansiolíticos endógenos, siendo la mo-
dulación de serotonina y alopregnanolona por estra-
diol y progesterona uno de los mecanismos molecula-
res involucrados en este efecto (Li, 2017).
Por su parte, el cerebro puede considerarse como
el órgano endócrino más importante, si se toman en
cuenta las hormonas que se sintetizan en el hipotála-
mo. A su vez, las hormonas secretadas por las glán-
dulas periféricas impactan en la actividad cerebral.
En particular, las hormonas sexuales (andrógenos, es-
trógenos y progestágenos) actúan sobre las neuronas,
las sinapsis y las células gliales, regulando la supervi-
vencia, la diferenciación y la conectividad de grupos
especícos. Además, el cerebro es capaz de sintetizar
neuroesteroides a partir del colesterol y de metabo-
lizar los esteroides hormonales en derivados con ca-
pacidad de neuromodulación (Vega-Rivera, 2012).
Actualmente se reconoce que la progesterona ejerce
acciones neuroprotectoras, antiinamatorias e inmu-
nomoduladoras (De Nicola, 2011). Los estrógenos
también han demostrado propiedades neuroprotecto-
ras, especialmente en patologías relacionadas con el
envejecimiento (Veiga, 2005).
Salud sexual y reproductiva en mujeres
con trastornos mentales
La salud sexual se comprende desde el paradigma
de la salud integral. En el año 2000, la Organización
Mundial de la Salud, denió a la salud sexual como la
experiencia del proceso permanente de consecución de
bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado
con la sexualidad.
El Programa Nacional de salud sexual y procrea-
ción responsable fue creado en el año 2003 a partir de
la sanción de la Ley Nacional 25.673, en la cual se con-
sidera a la salud sexual como un derecho, y se garan-
tiza a los ciudadanos la posibilidad de llevar una vida
sexual saludable y graticante, así como la posibilidad
de elegir y acceder a información y asesoramiento en
relación con la planicación del embarazo, métodos
anticonceptivos, prevención y detección de enferme-
dades de transmisión sexual. Es una obviedad remar-
car que las personas con trastornos mentales, en tanto
sujetos de derecho, están contempladas en el marco
de la ley y en los tratamientos que implementamos
debemos garantizar el cumplimiento de sus derechos
sexuales y reproductivos.
La sexualidad de las personas con trastornos men-
tales es una temática habitualmente teñida de prejui-
cios y estigma, ya que se las considera desinhibidas,
promiscuas, o por el contrario, asexuadas. Las muje-
res con trastornos mentales severos presentan mayor
vulnerabilidad a padecer enfermedades de transmi-
sión sexual, ser víctimas de violencia de género y te-
ner embarazos no intencionales (Seeman, 2011). En
adultas y adolescentes, las relaciones sexuales bajo la
inuencia del alcohol o de otras drogas, o en momen-
tos de descompensación de su cuadro de base son a
menudo no planicadas, con parejas de riesgo, sin
métodos anticonceptivos y con menor capacidad para
negociar prácticas sexuales seguras. Los adolescentes
con historia de hospitalizaciones psiquiátricas inician
las relaciones sexuales a una temprana edad, son menos
propensos a usar preservativos, tienen mayores tasas de
infecciones de transmisión sexual, presentan mayores
tasas de embarazo no planicado y tienen más pare-
jas sexuales que los adolescentes sin antecedentes de
trastornos mentales. Las mujeres con trastorno bipolar
también presentan altas tasas de embarazo no intencio-
nal y a más temprana edad (Marengo y col., 2015).
Como se desprende de lo anterior, y en conso-
nancia con una perspectiva de género y de derechos
humanos, en la atención de mujeres con trastornos
mentales, es necesario incluir los derechos sexuales y
reproductivos como parte del tratamiento. Por tal mo-
tivo, hablar con nuestras pacientes sobre sus deseos de
tener hijos, o no, sobre su vida sexual y la provisión
de un método anticonceptivo acorde a su elección y
necesidades, forma parte de la consulta psiquiátrica.
Particularidades del uso de anticonceptivos
hormonales en mujeres con trastornos men-
tales
Como se señaló anteriormente, las mujeres con tras-
tornos psiquiátricos representan un segmento muy
vulnerable de la población en cuanto a la posibilidad
de ser víctimas de violencia sexual, abusos, trata, y por
consiguiente presentar embarazos no planicados con
el consecuente riesgo que ello ocasiona, tanto para la
mujer como para el desarrollo obstétrico. Por tal moti-
vo es muy importante recalcar la necesidad de realizar
una correcta anamnesis en lo referente al desarrollo y
ejercicio de su sexualidad y tipo de prácticas sexuales,
con el n de poder orientar a la paciente en la elección
del método anticonceptivo y del cuidado integral de
su salud (García Esteve, 2017)
Es aconsejable insistir en la doble protección, es
decir, el uso de un método anticonceptivo y el uso de
48
Uso simultáneo de anticonceptivos y terapia hormonal de reemplazo en mujeres que reciben psicofármacos...
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 45-60.
preservativo, ya que este último es el único método
que previene las infecciones de transmisión sexual.
En lo referente al uso de anticonceptivos hormo-
nales en las mujeres en tratamiento psiquiátrico, és-
tos se elegirán de acuerdo a la accesibilidad al método
(canasta disponible de anticonceptivos en el sistema
de salud en el cual se atienda), la preferencia de la pa-
ciente, la ecacia del método y la existencia o no de
condiciones que contraindiquen el empleo de alguno
de los fármacos en cuestión.
Los criterios médicos de elegibilidad (OMS) son
una serie de recomendaciones basadas en la eviden-
cia que sirven para tomar decisiones en cuanto a la
elección del método más adecuado en diferentes si-
tuaciones según la información más actualizada. Las
condiciones que afectan la elegibilidad para el uso de
cada método anticonceptivo se ordenaron en 4 cate-
gorías (ver Tabla 1).
En la práctica clínica, se aconseja que con catego-
rías 1 y 2, se puede utilizar el método elegido, mientras
que con categorías 3 y 4 se preere evitar ese método.
Los criterios médicos de elegibilidad se actualizan
periódicamente, y están disponibles en la web. Si bien
una descripción exhaustiva de todas las condiciones
excede el objetivo de este trabajo, se considerarán los
parámetros que suelen estar comprometidos en las
mujeres que padecen trastornos psiquiátricos. Se fo-
calizará en los anticonceptivos hormonales, pero re-
cordemos que el DIU de cobre, o la anticoncepción
quirúrgica son métodos posibles que no presentan las
complicaciones del uso de hormonas.
Edad: en mayores de 40 años los anticonceptivos
combinados poseen criterio 2. Se preeren los an-
ticonceptivos de progestágenos solo.
Lactancia: los anticonceptivos combinados tienen
criterio 4. Se indican anticonceptivos de progestá-
geno solo.
Tabaquismo: en mujeres mayores de 35 años y que
fuman más de 15 cigarrillos por día hay que evitar
los anticonceptivos combinados (criterio 4) y utili-
zar los de progestágenos exclusivamente.
Obesidad: los anticonceptivos combinados o de
progestágeno solo poseen criterio 2.
Múltiples factores de riesgo cardiovascular (edad,
tabaquismo, hipertensión, obesidad, dislipemia,
diabetes): preferible evitar los anticonceptivos
combinados (criterios 3 y 4), y utilizar los de pro-
gestágeno solo.
Hipertensión: preferible evitar anticonceptivos
combinados (criterios 3 y 4). Se eligen los de pro-
gestágeno solo.
Dislipemia sin otro factor de riesgo cardiovascu-
lar: anticonceptivos combinados y de progestáge-
no solo presentan criterio 2.
Epilepsia (interacciones con antiepilépticos): la
epilepsia no es una contraindicación para el uso
de anticonceptivos hormonales. El cuidado que
requiere es por las interacciones con fármacos an-
tiepilépticos.
Migrañas con aura en mayores de 35 años: esta
condición posee criterio 4, se preere evitar el uso
de anticonceptivos hormonales.
Por último, deberemos evaluar en cada caso cuál
es la mejor alternativa posible para la anticoncepción
en cada paciente respetando la elección de la mujer.
Las mujeres con esquizofrenia o trastorno bipolar
con curso de la enfermedad signado por recaídas e
internaciones frecuentemente presentan sobrepeso,
diabetes tipo 2, tabaquismo y sedentarismo, condicio-
nes que son riesgosas para el uso de anticonceptivos
hormonales (Seeman, 2011). Por tal motivo, las op-
ciones de métodos de larga duración, representan sin
duda la mejor alternativa para lograr anticoncepción
(inyectables, implante, DIU), ya que no dependen del
factor de la usuaria para lograr su ecacia (Ministerio
de Salud y Desarrollo Social, 2019; Seeman, 2011) y
no se han vinculado con empeoramiento de síntomas
de la serie depresiva (Pagano, 2016).
Hormonas sexuales femeninas
Eje hipotálamo-hipóso-gonadal
La síntesis de hormonas sexuales femeninas se realiza
en los ovarios, órganos que forman parte del eje hipotá-
lamo-hipóso-gonadal (HHG). Este sistema gobierna
el ciclo que se produce mes a mes en las mujeres, co-
nocido como ciclo sexual femenino o ciclo menstrual.
Tabla 1. Criterios médicos de elegibilidad según la OMS
Categoría Condiciones
1Una condición para la que no hay restricción
en cuanto al uso del método anticonceptivo
2Las ventajas del uso del método generalmente
superan los riesgos teóricos o probados
3Los riesgos teóricos o probados generalmente
superan las ventajas del uso del método
4
Una condición que representa un riesgo de
salud inadmisible si se utiliza el método anti-
conceptivo
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El sistema hormonal femenino consta de 3 grupos
de hormonas:
la hormona liberadora de gonadotronas (GnRH)
de origen hipotalámico,
las hormonas adenohiposarias: hormona folicu-
loestimulante (FSH) y hormona luteinizante (LH),
las hormonas ováricas: estrógenos y progesterona.
Control hipotalámico
El hipotálamo secreta la hormona liberadora de go-
nadotronas (GnRH) que produce la liberación de las
hormonas hiposarias FSH y LH. La producción de
GnRH se realiza en neuronas localizadas en los núcleos
arcuato, paraventricular y ventromedial del hipotála-
mo. Desde allí se transporta a través de las prolonga-
ciones axonales hacia la zona pálida de la eminencia
media, desde donde es secretada hacia el sistema porta
hipotalámico-hiposario (Dagklis, 2015).
La GnRH se secreta de manera pulsátil, siendo esta
característica esencial para su función. Múltiples cen-
tros neuronales del sistema límbico transmiten señales
a los núcleos hipotalámicos para modicar la frecuen-
cia y la intensidad de los pulsos de GnRH (Hall, 2016),
que cambian en las diferentes fases del ciclo menstrual,
y controlan la síntesis FSH y LH (Dagklis, 2015).
Las acciones de retroalimentación a nivel hipota-
lámico son mediadas por sistemas neurosecretores
vecinos que poseen receptores para esteroides sexua-
les debido a que las neuronas productoras de GnRH
no expresan receptores para progesterona y estradiol.
Algunas neuronas liberan GABA y beta endornas dis-
minuyendo los pulsos y otras estimulan los pulsos con
glutamato, noradrenalina y kisspeptina (Dagklis, 2015).
Hormonas hiposarias
La adenohipósis contiene células gonadotropas que
poseen receptores para GnRH y producen FSH y LH.
Estas dos hormonas estimulan células efectoras en los
ovarios que sintetizan hormonas sexuales (Richards,
2018).
Durante cada mes del ciclo sexual femenino ocu-
rre un aumento y una disminución cíclicas de ambas
hormonas. Al comienzo de cada ciclo las concentra-
ciones de FSH y LH experimentan un aumento ligero
a moderado, siendo el ascenso de FSH algo mayor y
previo al de LH. Alrededor del día 12-13 ambas hor-
monas experimentan una caída debido a la retroali-
mentación negativa que ejercen los estrógenos. En la
mitad del ciclo, previo a la ovulación, se produce un
aumento repentino y notable de LH (se multiplica 6 a
10 veces) y de FSH. La causa de este pico sería el efecto
de retroalimentación positiva peculiar que ejercen los
estrógenos sobre la adenohipósis cuando se elevan
por encima de un nivel umbral (Hall, 2016; Brunton,
2019). Finalmente, durante la fase lútea, las concen-
traciones de FSH y LH bajan por la retroalimentación
negativa que ejercen sobre la hipósis y el hipotálamo
las hormonas secretadas por el cuerpo lúteo.
En la fase folicular temprana, LH se liga a recepto-
res ubicados en las células de la teca interna del ovario
estimulando la producción de andrógenos (androste-
nediona, testosterona) y el crecimiento de los folícu-
los. Durante la fase folicular tardía, LH se une también
a receptores en las células de la granulosa promovien-
do aún más la maduración folicular y la producción
de inhibina (Dagklis, 2015).
En tanto que FSH se une en la fase folicular a re-
ceptores ubicados en las células de la granulosa del
ovario e induce la aromatización de andrógenos sinte-
tizados en las células de la teca interna, para producir
estrógenos. En la fase folicular tardía FSH estimula la
producción de inhibina y la unión de LH a sus recep-
tores en las células de la granulosa (Dagklis, 2015).
FSH y LH actúan de forma sinérgica para producir
la ovulación y luego LH convierte a las células de la
granulosa y de la teca en células secretoras principal-
mente de progesterona, surgiendo así el cuerpo lúteo.
En la fase lútea tardía, la caída de LH lleva a la trans-
formación del cuerpo lúteo en cuerpo albicans que no
posee capacidad de producir esteroides (Hall, 2016).
Hormonas ováricas
Las hormonas ováricas son esteroides producidos
esencialmente a partir del colesterol sanguíneo. Se
sintetizan primero andrógenos y progesterona en las
células de la teca bajo el control de la LH. En la fase
folicular, y antes de que estas dos hormonas puedan
abandonar los ovarios, la FSH estimula la actividad de
la enzima aromatasa de las células de la granulosa que
convierten en estrógenos casi todos los andrógenos y
gran parte de la progesterona (Hall, 2016).
Durante la fase folicular predomina la producción
de estrógenos, con un máximo de secreción hacia el día
12-13 del ciclo. Luego de la ovulación, las células de la
granulosa y de la teca producen principalmente pro-
gesterona (Dagklis, 2015). Sobre el nal del ciclo sexual
femenino, y en ausencia de embarazo, caen los niveles
de ambas hormonas cuando el cuerpo lúteo degenera.
Estrógenos
En el plasma de la mujer solo hay cantidades signi-
cativas de tres estrógenos: β-estradiol, estrona y estriol.
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El principal estrógeno secretado por los ovarios es el
β-estradiol, originado a partir de los andrógenos en las
células de la granulosa ovárica (Brunton, 2019). Tam-
bién se liberan pequeñas cantidades de estrona, pero la
mayor parte de ella se forma en los tejidos periféricos
a partir de los andrógenos secretados por las cortezas
suprarrenales y por las células de la teca ovárica. El es-
triol es un estrógeno débil, producto oxidativo derivado
tanto de estradiol como de la estrona, cuya conversión
tiene lugar en el hígado (Brunton, 2019).
El estradiol es el estrógeno predominante duran-
te el período premenopáusico. Después de la meno-
pausia, el principal estrógeno circulante es la estrona.
Durante el embarazo, la placenta produce estriol en
grandes cantidades. La potencia estrogénica del β-es-
tradiol es 12 veces la de la estrona y 80 veces la del
estriol (Hall, 2016).
Los estrógenos circulan unidos por lo general a
globulinas transportadoras de hormonas sexuales
(SBHG) y, en menor grado a la albúmina sérica (Brun-
ton, 2019). Sólo una pequeña fracción (1-3%) circula
en forma libre. Dado que la unión con la albúmina es
de baja anidad, estas hormonas pueden disociarse fá-
cilmente a hormonas libres, por tal motivo se considera
que el pool de hormona unida a la albúmina está dispo-
nible para acción biológica. Se estima que en una mujer
con ciclos menstruales normales el 60% del estradiol
circula unido a albúmina y el 38% a SHBG (Stanczyk,
2013). En tanto que el 16% de la estrona circula unida a
SHBG y el 80% a albúmina (Kuhl, 2005).
La biotransformación hepática es rápida, siendo
convertido el estradiol a estrona, y esta última a es-
triol, que es el principal metabolito urinario.
Los tres estrógenos se excretan por orina, junto
con sus conjugados de glucurónido y sulfato. Pero
también se someten a circulación entero-hepática vía
conjugación de sulfato y glucurónido en el hígado, se-
creción biliar, hidrólisis en el intestino principalmen-
te por enzimas bacterianas y nalmente reabsorción
(Brunton, 2019). Este circuito retrasa la eliminación
nal y prolonga la vida media de eliminación del es-
tradiol hasta las 13 a 20 hs. (Stanczyk, 2013).
Las acciones de los estrógenos se basan en meca-
nismos genómicos mediados por interacciones con
los receptores de estrógenos nucleares ERα y ERβ,
pero también por mecanismos rápidos no genómicos
que involucran receptores de membrana celular que se
acoplan con proteínas G y pueden activar cascadas de
señalización intracelulares.
La variabilidad en la expresión y distribución de
ERα y ERβ en los diversos tejidos y órganos puede ex-
plicar las grandes diferencias en la respuesta a diferentes
estrógenos. A su vez, los diversos estrógenos dieren en
su anidad de unión a los receptores (Kuhl, 2005).
Consideraciones farmacológicas sobre los estrógenos
Además de los agonistas de estrógenos naturales como
estradiol, estrona y estriol se utilizan otros estrógenos
como el etinilestradiol y el mestranol.
El etinilestradiol es un derivado sintético de es-
trógenos humanos desarrollado para aumentar la po-
tencia después de la administración oral. Se absorbe
rápida y casi completamente en el tracto gastrointes-
tinal. Tiene una vida media prolongada de 13 a 27 hs.
Se metaboliza en hígado, principalmente por el CYP
3A4, y en menor medida por el CYP 2C9. Luego se
conjuga con glucurónico mediante la enzima uridina-
difosfato glucuroniltransferasa (UGT). El mestranol,
luego de su absorción, se convierte rápidamente en el
hígado a etinilestradiol.
Los estrógenos se absorben bien a través de la piel.
Las formulaciones de administración transdérmica
proporcionan una liberación lenta y sostenida de es-
trógenos y niveles en sangre más constantes que con la
administración oral.
El metabolismo hepático de los estrógenos admi-
nistrados por vía oral es mucho mayor que el de otras
vías. Con la aplicación transdérmica se reduce el im-
pacto sobre la síntesis de proteínas hepáticas, ya que
no expone al hígado a altas concentraciones de estró-
genos a través de la circulación portal (Kuhl, 2005).
Progesterona
La progesterona es secretada principalmente por el
cuerpo lúteo durante la segunda mitad del ciclo sexual
femenino, y durante el embarazo es producida por la
placenta. En plasma circula unida a albúmina (80%) y
en menor proporción a la globulina jadora de corti-
costeroides (17%) (Kuhl, 2005). Tiene una vida media
de eliminación de 5 minutos aproximadamente, sien-
do metabolizada principalmente en el hígado a meta-
bolitos hidroxilados y conjugados de sulfato y glucu-
nido, que se eliminan en orina.
Las diversas acciones de la progesterona son provo-
cadas por interacciones genómicas con los receptores
de progesterona (PR), que existen en dos isoformas,
PR-A y PR-B, y por interacciones rápidas no genómi-
cas con sitios de unión a la membrana (Kuhl, 2005).
La acción biológica de los progestágenos depende
de la presencia de estrógenos, ya que los estrógenos
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juegan un papel clave en la inducción del receptor de
progesterona, mientras que los progestágenos regulan
negativamente la expresión del receptor de estrógenos
(Kuhl, 2005).
Consideraciones farmacológicas sobre los proges-
tágenos
Además de la progesterona natural, se encuentran
disponibles cuatro tipos de progestágenos sintéticos
activos por vía oral: los derivados de progesterona,
los derivados de 19-norprogesterona, los derivados de
19-nortestosterona y el derivado de espironolactona
(drospirenona). Todos ejercen actividades progestá-
genas y en algunos tejidos antiestrogénicas. Según su
estructura química, pueden actuar como andrógenos
débiles o antiandrógenos, glucocorticoides o antimi-
neralocorticoides.
La mayoría de las preparaciones utilizadas en la
clínica contienen un progestágeno sintético que se
puede utilizar en dosis relativamente bajas porque su
inactivación es lenta debido a sus características es-
tructurales. La progesterona, al administrarse vía oral,
puede metabolizarse a más de 30 metabolitos, entre
los cuales algunos ejercen actividades siológicas es-
pecícas. La vía más importante es la formación de
5α y 5β -pregnanolona con acción sedante luego de
unirse al receptor GABA A. Otros metabolitos son
20-dihidroprogesterona, que tiene 25-50% de la po-
tencia progestágena de la progesterona, 11-desoxi-
corticosterona, que es un mineralocorticoide potente,
17a-hidroxiprogesterona y el producto nal inactivo
pregnanodiol (Kuhl, 2005).
Métodos anticonceptivos hormonales
Los anticonceptivos hormonales están ampliamente
utilizados a nivel global. Se estima que más de 100 mi-
llones de mujeres los consumen para evitar el embara-
zo, como tratamiento de los sangrados abundantes, las
menstruaciones dolorosas o el acné (Skovlund, 2016).
Resultan de la combinación de derivados estrogénicos
y progestágenos, o progestágenos solos. El mecanismo
de acción es la inhibición de la ovulación. Este efecto
lo logran al inhibir la liberación de hormona GnRH
hipotalámica, lo que disminuye la liberación de LH y
FSH hiposiarias con la consecuente disminución de
la síntesis gonadal de estrógeno y progesterona. A su
vez, también disminuyen los niveles de alopregnano-
lona y pregnanolona en hipocampo y corteza cerebral.
El mecanismo por el cual los anticonceptivos hormo-
nales disminuyen los neuroesteroides no está del todo
dilucidado (Porcu, 2019).
Habitualmente son bien tolerados, la mayoría de
las mujeres que los consumen no reportan cambios
o reeren un estado anímico de bienestar (Lundin,
2017). Pero otras mujeres experimentan irritabilidad
y episodios afectivos del tipo de la depresión o de in-
tensa labilidad emocional (con una prevalencia de 4
- 10 %), lo que es una frecuente causa de discontinua-
ción (Porcu, 2019; Schar, 2016).
La asociación entre el uso de anticonceptivos hor-
monales y la depresión ha sido estudiada en algunos
trabajos. En una revisión sobre este tema publicada
por Bottcher y colaboradores en 2012, se mencionan
algunas críticas en cuanto a la asociación propuesta
ya que el término depresión se emplea en diversos
artículos sin la rigurosidad de un sistema diagnósti-
co, así como las formulaciones de los anticonceptivos
son muy variadas como para establecer conclusiones
generalizadas. En otro trabajo, Worly y colaboradores
(2018) estudiaron la posible asociación entre el uso
de anticonceptivos de progestágeno solo y depresión,
pero no pudieron establecer la relación entre ambas
situaciones. Por tal motivo, el Colegio Americano de
Obstetricia y Ginecología sostiene que las mujeres con
depresión pueden utilizar cualquier método anticon-
ceptivo hormonal, y señala que no hay ninguna con-
traindicación especíca (ACOG, 2019).
Las mujeres que tienen episodios depresivos con
reagudización premenstrual podrían beneciarse con
el empleo de anticonceptivos hormonales que supri-
men las oscilaciones normales del ciclo sexual y dis-
minuyen la irritabilidad o la labilidad propias de los
síntomas premenstruales (Robakis, 2019). Por tal mo-
tivo, el uso de anticonceptivos hormonales continuos
podría ser útil en mujeres que sufren de trastorno
disfórico premenstrual, si bien hay que tener presente
que este trastorno se asocia con una elevada respues-
ta al placebo, y que los estudios no son concluyentes.
Parecería que los anticonceptivos hormonales dismi-
nuyen la intensidad de los síntomas premenstruales,
aunque no los suprimen totalmente (Yonkers, 2017).
Entre los compuestos hormonales, la drospirenona
(anticonceptivo progestacional con acción antiandro-
génica) tiene especial utilidad en el tratamiento de
este trastorno (Robakis, 2019).
Estudios en ratas indican que el uso crónico de an-
ticonceptivos hormonales combinados provoca una
respuesta chata al estrés de la alopregnanolona y la
corticosterona, lo cual sugiere una mayor vulnerabi-
lidad al estrés y podría incrementar la susceptibilidad
a los trastornos afectivos (Pluchino, 2013). En varios
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estudios de cohorte prospectivos se encontró una aso-
ciación entre el uso de anticonceptivos hormonales
(en especial anticonceptivos de progestágeno solo) en
mujeres adolescentes con un diagnóstico más tempra-
no de depresión, consumo de psicofármacos e inten-
tos de suicidio (Porcu, 2019; Skovlund, 2018; Wirehn,
2010). Esta asociación plantea la pregunta acerca de la
seguridad del uso de hormonas sexuales sintéticas en
un período vital en el cual todavía no se ha completa-
do el desarrollo cerebral y físico.
Si bien se postula que los anticonceptivos hormo-
nales tienen impacto a nivel cerebral, al modicar la
neurotransmisión, la síntesis de factores neurotró-
cos, la síntesis de neuroesteroides, la memoria y el
aprendizaje, la afectividad y el comportamiento social
y sexual, los mecanismos por los cuales se realizan
estas acciones no están claros y no han podido toda-
vía ser replicados en estudios preclínicos (Pluchino,
2013). En algunos trabajos se pone el acento en la ma-
yor predisposición de las mujeres a padecer trastornos
afectivos o a sufrir cuadros de ansiedad, minimizando
el potencial efecto negativo de los anticonceptivos, al
sostener que los trabajos más antiguos utilizaban do-
sis mayores de hormonas sexuales, y que las píldoras
más modernas han mejorado la tolerancia y el impac-
to negativo con las microdosis (Schar, 2016).
Descripción de los diversos anticoncep-
tivos hormonales
Entre los anticonceptivos hormonales encontramos
los siguientes tipos de acuerdo a su formulación (com-
binados de estrógenos y progestágenos o de progestá-
geno solo) y vía de administración como se detallan
en la Tabla 2.
A la hora de elegir alguno de los diversos métodos,
debemos tener en cuenta la ecacia anticonceptiva
teórica, y la ecacia anticonceptiva de acuerdo al uso
típico. Los métodos que dependen de la usuaria (re-
cordar las tomas, o la fecha de inyección, o colocación
adecuada) son los que tienen mayor diferencia entre
la ecacia teórica con el uso perfecto y la ecacia en el
uso habitual (ver Tabla 3).
Anticonceptivos combinados
Son compuestos de derivados estrogénicos y progesta-
cionales. Los estrógenos utilizados son: etinilestradiol,
valerato de estradiol y 17β-estradiol. Los progestáge-
nos: acetato de ciproterona, norgestrel, levonorgestrel,
desogestrel, norgestimato, gestodeno, drospirenona,
dienogest, acetato de nomegestrol.
En la actualidad, en nuestro país se utilizan anticon-
ceptivos de baja dosis, con concentraciones de etiniles-
tradiol de 35, 30, 20 o 15 microgramos. El valerato de
Tabla 2. Anticonceptivos hormonales (tomado de Ministerio de Salud y Desarrollo Social: Métodos anticonceptivos,
Guía para profesionales, 2019)
Composición
hormonal Tipo Vía administración Principal mecanismo
anticonceptivo
Estrógeno +
progestágeno
Anticonceptivos hormonales
combinados
Oral: Anticonceptivos orales
combinados
Anovulación
Intramuscular: Anticonceptivo
inyectable mensual
Anillos vaginales
Parches dérmicos
Progestágeno
solo
Anticonceptivos orales de
progestágeno solo (AOPS)
levonorgestrel, linesterol
(vía oral)
No anovulatorio, producen
alteración del moco cervical
AOPS desogestrel (vía oral) Anovulatorio
Anticonceptivos
hormonales de
progestágeno solo
Inyectable trimestral (IM)
(acetato de medroxiprogesterona
de depósito)
Anovulación
Implantes subdérmicos
(etonorgestrel y levonorgestrel) Alteración del moco
cervical, inhibición
espermática
DIU con levonorgestrel
Anticoncepción hormonal
de emergencia Oral: levonorgestrel Anovulación
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estradiol se usa en dosis de 2 mg, y el 17β-estradiol en
1,5 mg. (Ministerio de Salud y Desarrollo Social, 2019).
De acuerdo con las dosis de cada compuesto, los
anticonceptivos orales combinados pueden ser:
Combinados monofásicos (todos los comprimidos
tienen las mismas dosis de estrógenos y progestá-
genos). Son los más ampliamente utilizados.
Combinados trifásicos. El blíster tiene 3 tipos de
comprimidos para cada etapa del ciclo.
Combinados cuatrifásicos (las dosis de estrógenos
son decrecientes y las de progestágenos son cre-
cientes durante el ciclo).
Cualquier persona con capacidad de gestar sana y
joven, o mayor de 35 años no fumadora puede uti-
lizarlos. En las mujeres con trastornos mentales no
es aconsejable el uso de los anticonceptivos orales en
general, ya que la ecacia disminuye si no se toman
correctamente, y la compliance a los tratamientos es de
por sí compleja en estas pacientes.
En las siguientes condiciones se desaconseja el uso
de anticonceptivos hormonales combinados (ACOG,
2019):
Lactancia.
Mujeres con patología cardiovascular.
Hipertensión.
Migraña.
Diabetes.
Hepatitis.
Interacciones con ciertos medicamentos: rifampi-
cina o rifambutina, antiepilépticos (fenitoína, car-
bamazepina, barbitúricos, primidona, topiramato,
oxcarbazepina, lamotrigina).
Trombosis venosa o embolismo pulmonar
Tumor de hígado.
Antecedente de ACV.
Anticonceptivos de progestágeno solo
Estos anticonceptivos son utilizados cuando se debe
evitar el uso de estrógenos. Son indicados en las si-
guientes situaciones:
En postparto inmediato y durante la lactancia. No
alteran la composición de la leche ni son perjudi-
ciales para el bebé.
Mujeres fumadoras mayores de 35 años.
Mujeres con múltiples factores de riesgo cardio-
vascular.
Cirugía mayor con inmovilización prolongada.
Antecedentes de trombosis venosa profunda y em-
bolismo pulmonar.
Enfermedad cardíaca isquémica actual o pasada.
Migraña sin aura.
Antecedente de colestasis asociada al uso de anti-
conceptivos.
Es frecuente encontrar alteraciones en el patrón de san-
grado, incluso amenorrea, pero sin relevancia clínica.
Tabla 3. Ecacia de los métodos anticonceptivos: uso habitual, uso correcto y continuidad en el uso (tomado de
Ministerio de Salud y Desarrollo Social: Métodos anticonceptivos, Guía para profesionales, 2019)
MAC
% mujeres que tienen embarazo
no intencional en el 1er año % de mujeres que
continúan el uso al año
uso típico uso perfecto
Preservativo peneano 18 2 42
Preservativo vaginal 21 541
Anticonceptivo oral combinado y de progestágeno solo 9 0,3 67
Parche 9 0,3 67
Anillo vaginal 9 0,3 67
Diafragma 12 6 57
DIU de cobre 0,8 0,6 78
DIU con levonorgestrel 0,2 0,2 82
Inyectable combinado 3 0,05 56
Inyectable de progestágeno solo (AMPD) 6 0,2 56
Implante subdérmico 0,05 0,05 84
Ligadura tubaria 0,5 0,5 100
Métodos basados en el conocimiento de la fertilidad 24 0,4 – 5 47
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Interacciones entre las distintas clases
de psicofármacos y los anticonceptivos
hormonales
Es muy importante conocer las interacciones de los
psicofármacos con los anticonceptivos hormonales,
porque la consecuencia más relevante es la potencial
pérdida de ecacia del anticonceptivo que puede oca-
sionar un embarazo no intencional.
Fármacos antiepilépticos
Hay dos mecanismos que pueden explicar la falla de
la anticoncepción en mujeres epilépticas tratadas con
anticonvulsivantes: la inducción enzimática y el au-
mento de la capacidad de la globulina transportadora
de esteroides sexuales (SHBG) para unirse a los pro-
gestágenos y así disminuir la fracción libre. Fármacos
como el fenobarbital, la fenitoína y la carbamazepina
incrementan la concentración plasmática de la SHBG
(Crawford, 2002).
Los fármacos antiepilépticos que son inductores
enzimáticos de las enzimas del sistema CYP 450 he-
pático aceleran la metabolización de los anticoncep-
tivos estrogénicos y ocasionan la disminución de la
concentración plasmática del anticonceptivo con la
consecuente pérdida de ecacia. Los inductores de
amplio espectro también inducen otras enzimas me-
tabolizadoras como la uridin-glucuronil-transferasa
(UGT) y la enzima epóxido hidrolasa. Entre ellos se
incluyen los siguientes fármacos: carbamazepina, fe-
nitoína, fenobarbital y primidona (Zaccara, 2014). Por
otra parte, oxcarbazepina, eslicarbazepina, felbama-
to, runamida, topiramato (en dosis mayores de 200
mg) y perampanel son inductores más débiles de un
grupo más restrictivo de isoenzimas del CYP 450 y
de UGT (Zaccara, 2014). Al aumentar el metabolis-
mo de los anticonceptivos, disminuye su concentra-
ción plasmática lo que precipita que puedan ocurrir
sangrados intermenstruales y pérdida de la capacidad
anovulatoria. Se ha estudiado que con dosis mayores
de etinilestradiol (50 microgramos) se podría suplir el
efecto negativo sobre la ovulación, a expensas de una
mayor exposición a efectos adversos por la carga es-
trogénica (Davis, 2011). Sin embargo, con la amplia
canasta disponible de métodos anticonceptivos, en la
práctica se preere evitar este tipo de anticonceptivos
hormonales en mujeres tratadas con carbamazepina o
antiepilépticos inductores enzimáticos.
La inducción enzimática es un proceso que re-
quiere la síntesis de nuevas enzimas, lo cual demora
unos días en producirse, no es inmediato. Es bueno
tenerlo presente, ya que las posibles interacciones no
serán registradas con las primeras tomas. Asimismo,
si el fármaco inductor es discontinuado, se observará
un incremento en los niveles plasmáticos del segundo
medicamento (con los posibles efectos adversos) al re-
tornar a su nivel de metabolización habitual.
La carbamazepina es un fuerte inductor de las en-
zimas microsomales, en especial CYP 1A2, 2C9, 2B6,
3A4 y 3A3, lo cual estimula el metabolismo y dismi-
nuye los niveles plasmáticos de los sustratos de estas
enzimas (entre los cuales se encuentran el etinilestra-
diol y levonorgestrel). También aumenta la unión de
los estrógenos y progesterona a la globulina transpor-
tadora de hormonas sexuales (SBHG), lo que contri-
buye a disminuir la droga libre farmacológicamente
activa (Procyshyn, 2015).
La oxcarbazepina posee actividad inductora del
CYP 3A4, lo cual interere con el metabolismo del
etinilestradiol y levonorgestrel, que pueden disminuir
sus concentraciones en un 50 % (Jufe, 2017).
El topiramato también provoca una disminución
del nivel plasmático de anticonceptivos estrogénicos,
disminuyendo su ecacia.
Las formulaciones anticonceptivas que pueden
ser afectadas por la inducción de los antiepilépticos
incluyen: los anticonceptivos orales combinados, el
inyectable mensual combinado, los parches, el anillo
vaginal, el implante subdérmico, la pastilla de anticon-
cepción de emergencia y la minipíldora (estos últimos
anticonceptivos sólo de progestágenos). Se puede lo-
grar la anticoncepción con dispositivos intrauterinos,
con el anticonceptivo inyectable trimestral de proges-
tágeno solo o con los métodos quirúrgicos (Reimers,
2016; ACOG, 2019).
La interacción entre lamotrigina y anticonceptivos
orales compuestos por derivados estrogénicos es di-
ferente. Los anticonceptivos producen una disminu-
ción de la concentración plasmática de lamotrigina de
un 27 - 64 % por lo cual es esta droga la que pierde
efectividad, con el consecuente riesgo de convulsiones
cuando se la utiliza en epilepsia o de desestabilización
afectiva en pacientes bipolares (Gaeld, 2011).
La lamotrigina utiliza la vía de la conjugación con
glucurónico como principal vía metabólica. El meca-
nismo por el cual se produce la interacción es la in-
ducción de la glucuronización de la lamotrigina que
provoca el etinilestradiol (Zaccaro, 2014). Los deriva-
dos progestacionales no alteran la metabolización de
la lamotrigina. Esta interacción tiene un patrón cíclico
cuando se utilizan preparaciones de anticonceptivos
trifásicos o cuatrifásicos, ya que se ha observado un
aumento de la toxicidad de lamotrigina en la sema-
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na en la cual los comprimidos tienen placebo o una
concentración más baja de estrógenos (puede au-
mentar la concentración de lamotrigina en un 50 %).
Este aumento en la concentración de lamotrigina en
la semana libre de píldora revela que esta interacción,
mediante la inducción de la vía de la UGT se produce
más rápidamente que la de la inducción enzimática
del CYP 450 (Christensen, 2007). Existen reportes de
embarazos no intencionales en mujeres tratadas con
lamotrigina, aunque las causas de las fallas en la anti-
concepción no están explicitadas.
También se observa este tipo de interacción cíclica,
aunque menos pronunciada, en mujeres que reciben
ácido valproico y oxcarbazepina, ambas metabolizadas
por glucuronización, mecanismo inducido por los es-
trógenos (Johnston, 2014; Zaccara, 2014).
Entre los fármacos antiepilépticos, el ácido val-
proico es un inhibidor enzimático de amplio espectro
(inhibe la actividad de las isoenzimas UGT 1A4 y 2B7,
del CYP 2C9, y más débilmente del CYP 2C19 y 3A4).
La inhibición enzimática provoca un aumento de las
concentraciones plasmáticas de los fármacos afecta-
dos, y a diferencia de la inducción, es un proceso que
ocurre inmediatamente (Zaccara, 2014).
El ácido valproico no posee actividad inductora del
CYP 450, por lo cual no presenta interacciones que
generen pérdida de ecacia anticonceptiva. El leveti-
racetam no es inductor enzimático y no se metaboliza
por el sistema del CYP 450 (Sabers, 2011). La prega-
balina, el gabapentin, la tiagabina, la lacosamida, el
vigabatrim, la zonisamida, la etosuximida y las benzo-
diazepinas no afectan las concentraciones de anticon-
ceptivos (Zaccara, 2014).
En la Tabla 4 se detallan las interacciones entre an-
ticonceptivos y fármacos antiepilépticos más signi-
cativas según criterios médicos de elegibilidad.
Benzodiazepinas
La interacción entre anticonceptivos y benzodiazepi-
nas resulta en una disminución del metabolismo de
las benzodiazepinas que utilizan la oxidación, como
diazepam, clordiazepóxido, nitrazepam, por inhibi-
ción del metabolismo asociado a los estrógenos (Jufe,
2017; Ochs, 1987). Pueden provocar un aumento en la
vida media del alprazolam de un 29 %. Por otro lado,
el diazepam puede inhibir el metabolismo de los an-
ticonceptivos combinados (Procyshyn, 2015). El lo-
razepam no presenta interacciones relevantes con los
anticonceptivos hormonales (Robinson, 2002).
Antipsicóticos
Una situación que se repite en la práctica clínica es la
creencia de las mujeres que están tomando antipsicó-
ticos bloqueantes D2 (que pueden tener amenorrea o
menstruaciones irregulares como efectos adversos) de
que la ausencia de sangrado menstrual regular, sería
indicio de anovulación y por consiguiente de protec-
ción anticonceptiva. Obviamente que esta creencia
es falsa, ya que la hiperprolactinemia asociada a los
bloqueantes D2 no produce anovulación, y carece de
acción anticonceptiva.
Los estrógenos pueden potenciar la hiperprolacti-
nemia asociada al tratamiento con antipsicóticos blo-
queantes del receptor D2 (Jufe, 2017). Se describe un
caso de aumento del nivel plasmático de clorpromazina
(con temblores y disquinesias) luego del agregado de un
anticonceptivo oral combinado (etinilestradiol y nor-
gestrel). El etinilestradiol es un inhibidor del CYP 1A2
y 2C19, además de ser metabolizado por el CYP 3A4
(Procyshyn, 2015). También hay reportes de aumento
de la concentración plasmática de clozapina (con ma-
reos, letargo, embotamiento y convulsiones) luego de la
inclusión de un anticonceptivo combinado que conte-
nía etinilestradiol 35 microgramos (Procyshyn, 2015).
Antidepresivos
Los anticonceptivos orales pueden inhibir el meta-
bolismo de los antidepresivos tricíclicos y aumentar
su concentración plasmática, lo que puede ocasionar
efectos adversos propios de los tricíclicos. Por el con-
trario, hay un reporte de inhibición del metabolismo
del anticonceptivo provocado por amitriptilina (Pro-
cyshyn, 2015).
La terapia hormonal de reemplazo y los anticon-
ceptivos hormonales pueden disminuir el metabolis-
mo del bupropión a través del CYP 2D6 (Procyshyn,
Tabla 4. Criterios médicos de elegibilidad de anticonceptivos en mujeres que toman antiepilépticos
Anticonceptivos orales e
inyectables combinados
Anticonceptivo de
progestágeno solo
AMPD
(inyectable trimestral) Implante
Fenitoína, primidona, CMZ,
OXC, barbitúricos. Topiramato CME: 3 CME: 3 CME: 1 CME:2
Lamotrigina CME: 3 CME: 1 CME: 1 CME: 1
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2015), lo que ocasiona una disminución en el efecto
clínico del antidepresivo, ya que su acción está media-
da mayormente por su metabolito hidroxibupropión
(Palovaara, 2003, Damoiseaux, 2014).
La uoxetina y la uvoxamina pueden inhibir el
metabolismo de los anticonceptivos orales y aumen-
tar su concentración plasmática, y con ello sus efectos
adversos (Procyshyn, 2015).
Se ha descripto que el hipericum (hierba de San
Juan) puede inducir las enzimas del CYP 3A4 y acele-
rar el metabolismo de los anticonceptivos, con la con-
secuente disminución de la concentración plasmática y
pérdida de ecacia (ACOG, 2019, Berry-Bibee, 2016).
Terapia hormonal de reemplazo en
mujeres postmenopáusicas
La menopausia se dene por el periodo menstrual -
nal y marca el n de la capacidad reproductiva de la
mujer. Representa un proceso de envejecimiento re-
productivo gradual que ocurre a una edad promedio
de 51 años (Hall, 2015). La transición a la menopausia
(perimenopausia) es un periodo de 10 a 15 años en
el que las uctuaciones de las hormonas gonadales se
vuelven marcadas e impredecibles provocando irregu-
laridades y nalmente el cese de los ciclos menstruales
y la función ovárica (Tool, 2015). El inicio de la pe-
rimenopausia está asociado con una disminución de
hormonas inhibidoras de los ovarios, lo que condu-
ce a aumentos de FSH y estrógenos para mantener la
foliculogénesis. Estos cambios compensatorios dejan
de ser sucientes en la medida que se produce ma-
yor pérdida de la función ovárica y se produce mayor
variabilidad en los niveles de ambas hormonas (Hall,
2015). En la perimenopausia tardía y los años posme-
nopáusicos se observa que mientras que los niveles de
estrógeno y progesterona disminuyen, los niveles de
FSH y LH aumentan (Maki, 2019) hasta 15 veces para
FSH y 10 veces para LH (Hall, 2015).
La correlación causal entre los síntomas depresi-
vos y la menopausia sigue siendo un tema de debate.
Clínicamente se ha observado que los síntomas de la
menopausia pueden exacerbar los síntomas depresi-
vos y viceversa. Los cambios hormonales parecen te-
ner una inuencia especíca en el origen del trastorno
anímico. Las uctuaciones en los niveles hormonales
se han asociado a un aumento de la sintomatología
depresiva, como ocurre en el síndrome disfórico pre-
menstrual, en la depresión puerperal y en la depresión
perimenopáusica (Zanardi, 2007). Estos trastornos
del estado de ánimo que responden a las hormonas
a menudo ocurren en las mismas mujeres, constitu-
yendo un subgrupo de mujeres más vulnerables a las
oscilaciones hormonales (Kornstein, 2010).
La probabilidad de desarrollar depresión es 1,74
veces mayor en mujeres que cursan la perimenopausia
temprana que en las premenopáusicas para aquellas
con antecedentes de trastorno depresivo mayor (Kor-
nstein, 2010). Sin embargo, estudios epidemiológicos
sugieren mayor de riesgo de desarrollo de síntomas
psiquiátricos incluso entre quienes nunca experimen-
taron depresión. Un estudio longitudinal encontró
que las mujeres peri menopáusicas tenían 4 veces más
probabilidades de experimentar síntomas depresivos
clínicamente signicativos y 2,5 más probabilidades
de ser diagnosticadas de trastorno depresivo mayor
(Maki, 2019).
La depresión durante la menopausia tiene un ini-
cio y un curso más insidiosos y una etiología multifac-
torial (Graziottin, 2009). La constelación sintomática
incluye síntomas depresivos clásicos que coexisten
con síntomas especícos de la menopausia como los
trastornos vasomotores, los trastornos del sueño y se-
xuales, cambios en el peso y el nivel de energía y sín-
tomas urinarios (Maki, 2019).
Los estrógenos modulan la función serotoninérgi-
ca en el sistema nervioso central. Los receptores de es-
trógeno están presentes no solo en el hipotálamo sino
también en el hipocampo, la amígdala, el locus coeru-
leus, el cerebelo, la hipósis, el prosencéfalo basal, la
corteza cerebral y las células gliales. Además, diferentes
tipos de neuronas (colinérgicas, serotoninérgicas y do-
paminérgicas) responden a los estrógenos y la proges-
terona (Tool, 2015). El estradiol aumenta la expresión
de la enzima triptófano hidroxilasa-2 y el transportador
de serotonina y disminuye la expresión del receptor de
serotonina 1A y de las monoamino oxidasas A y B a
través de la interacción con sus receptores intracelula-
res. De esta manera el estradiol modula la expresión de
genes que regulan la neurotransmisión serotonérgica,
inuyendo en la síntesis y degradación de serotonina
y modulando a algunos de sus receptores (Hernán-
dez-Hernández, 2019). De manera similar, la progeste-
rona participa del control de los sistemas serotonérgico,
colinérgico y opioide ejerciendo funciones neuropro-
tectoras y ansiolíticas (Tool, 2015).
El uso de la terapia hormonal de reemplazo (THR)
fue aprobado por la FDA (Food and Drugs Administra-
tion) en el año 1941, utilizándose inicialmente solo es-
trógenos. Años después, debido al aumento de los casos
de cáncer de útero y endometrio, la THR incluyó a los
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progestágenos. Hoy en día tiene un uso limitado debido
a los riesgos que conlleva y se indica para controlar los
síntomas relacionados con la menopausia a la dosis más
baja y durante el periodo de tiempo más corto posible.
Las indicaciones aprobadas por FDA incluyen: sínto-
mas vasomotores, prevención de pérdida ósea, hipoes-
trogenismo causado por hipogonadismo, ooforectomía
y síntomas genitourinarios (NAMS, 2018).
La utilización de terapia hormonal de reemplazo
en los cuadros depresivos continúa siendo contro-
versial y los estudios han mostrado resultados con-
tradictorios. El estudio de ase (2005) mostró una
respuesta más pobre a los ISRS en las mujeres mayores
con respecto a las más jóvenes, pero la THR eliminó
tal diferencia cuando fue administrada concomitan-
temente con el antidepresivo. En la misma línea, Za-
nardi y colaboradores (2007) hallaron que el grupo de
mujeres que tomaba THR respondía mejor a los ISRS,
sin diferencias entre quienes recibían estrógenos solos
y quienes recibían estrógenos y progesterona.
En contraposición, Kornstein y colaboradores
(2010) informaron que las mujeres menopáusicas que
recibieron THR tenían mejor funcionamiento físico
y menos características melancólicas, pero igual gra-
vedad de depresión. En un análisis comparativo de
respuesta a sertralina con y sin THR no se evidenció
mayor mejoría de los síntomas depresivos en quie-
nes recibían el tratamiento hormonal, pero si se pro-
dujeron efectos sobre la calidad de vida y la mejoría
clínica global (Schneider, 2001). El estudio STAR*D
utilizó citalopram y no mostró diferencias en las tasas
de respuesta y de remisión entre las mujeres posme-
nopáusicas que recibían THR y las que no la recibían
(Kornstein, 2013).
En su metaanálisis, Rubicow y colaboradores (2015)
concluyen que existe alguna evidencia que respalda la
ecacia antidepresiva del estradiol en la perimenopau-
sia, pero no en mujeres posmenopáusicas. En los casos
de depresión maniesta y en la posmenopausia el efec-
to de mejoría del estado de ánimo con THR tiene una
ecacia cuestionable (NAMS, 2018). Algunos autores
postulan que puede haber un subgrupo de mujeres par-
ticularmente sensibles a los cambios hormonales para
quienes la THR puede mejorar el resultado del trata-
miento antidepresivo (Kornstein, 2010).
No existe un consenso claro sobre la posible acción
contrapuesta del componente progestágeno sobre los
efectos beneciosos del estrógeno, probablemente de-
bido a las diferentes preparaciones, dosis y vías de ad-
ministración que existen en el mercado (Tool, 2015).
Actualmente, la terapia hormonal sola parece ser
ecaz en la depresión leve, mientras que los fármacos
antidepresivos son necesarios en la depresión mayor.
La recomendación clínica para las mujeres que cum-
plen con los criterios diagnósticos de trastorno depre-
sivo mayor debe ser la indicación de antidepresivos
como tratamiento de primera línea. Mientras que para
aquellas con síntomas perimenopáusicos depresivos
leves la terapia estrogénica preferiblemente en gel o
transdérmica, puede considerarse de primera línea
(Graziottin, 2009; Leonhardt, 2019)
A su vez, los antidepresivos pueden ayudar a dis-
minuir la frecuencia de síntomas vasomotores, aun-
que son menos efectivos que la terapia hormonal. La
paroxetina cuenta con la aprobación de la FDA para el
tratamiento de síntomas vasomotores.
Consideraciones nales
Para nalizar, queremos remarcar la importancia que
tiene que los psiquiatras aborden el tema de la salud
sexual con sus pacientes como parte del abordaje inte-
gral de la salud. Conocer los diversos métodos anticon-
ceptivos disponibles y sus particularidades en mujeres
en tratamiento psicofarmacológico permite orientarlas
para una elección responsable y adecuada a su singu-
laridad, que previene embarazos no planicados y las
reconoce como sujetos de derecho. A su vez, en la post-
menopausia, el uso concomitante de terapia hormonal
de reemplazo y psicofármacos es una eventualidad po-
sible, y conocerla es parte de nuestra tarea.
Conicto de intereses: las autoras declaran no tener
conictos de intereses.
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Artículo de revisión
61
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 61-66. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.486
Resumen
Introducción: Los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS) son un grupo de antidepresivos
que revolucionaron desde su surgimiento, el campo de la terapéutica psicofarmacológica, y se encuentran en la
primera línea de recomendación para el tratamiento de los trastornos de ansiedad y del trastorno depresivo
mayor. Si bien son mejor tolerados y presentan un mejor perl de efectos adversos que los clásicos, no están
exentos de ellos. Dentro de los efectos adversos de los ISRS poco considerados por los profesionales de la
salud, se encuentran la apatía o el embotamiento mental. Se han reportado en la literatura restricciones del
rango de las emociones que están relacionadas con la vida normal, como la capacidad de llorar o de sentir pla-
cer. Este fenómeno ha sido designado de varias maneras, como embotamiento emocional, apatía, indiferencia
emocional, disminución de sensibilidad o de la respuesta emocional. Objetivos: El objetivo del trabajo es ana-
lizar los efectos a nivel emocional de los ISRS, descriptos en la literatura. Metodología: Se realizó una revisión
bibliográca de la literatura publicada en Pubmed desde 2006 hasta 2021, con las palabras Mesh “SSRI” and
“Apathy” and “emotional blunting”. Resultados: Según reportes de la literatura, el embotamiento emocional
producido por los ISRS se genera en al menos un 50 % de los pacientes que lo reciben, con diferentes intensi-
dades entre ellos. Conclusión: Si bien se han reportado efectos de embotamiento emocional o apatía con varios
grupos de antidepresivos, todos los reportes concuerdan que se produce con más frecuencia en pacientes
medicados con ISRS que con otros antidepresivos.
Palabras claves: Apatía - Embotamiento mental - Antidepresivos - ISRS.
Abstract
Introduction: Selective Serotonin Reuptake Inhibitors (SSRIs) are a group of antidepressants that have revolutionized
the psychopharmacological therapeutic eld since their appearance. They are in the rst line of recommendation for
the treatment of anxiety disorders and major depressive disorder. And although they are better tolerated and have a
better side effect prole than the classic ones, they are not exempt from them. Among the adverse effects of SSRIs little
considered by health professionals, are apathy or mental dullness. Restrictions of the range of emotions that are related
to normal life, such as the ability to cry or feel pleasure, have been reported. This phenomenon has been called variously
in the literature, such as emotional blunting, apathy, emotional indifference, or decreased sensitivity or emotional res-
ponse. The aim of this review is to analyze the emotional effects of SSRI that are described in the literature. Method:
A bibliographic review of the literature published in Pubmed from 2006 to 2021 was carried out, with the words Mesh
"SSRI" and "Apathy" and "emotional blunting". Results: Literature reports indicate that the mental dullness produced
¿Apatía o embotamiento emocional por ISRS? Una revisión de la
literatura
Embotional Blunting or apathy by SSRI? A sistematic review about their emotional effects
Gonzalo Emmanuel Barbosa Eyler1
RECIBIDO 2/11/2022 – ACEPTADO 16/1/2023
1.Médico especialista en psiquiatría (UBA). Magister en Neuropsicofarmacología Clínica. Profesor regular adjunto de Terapéuticas y Farmacología.
Facultad de Medicina, Departamento de Salud, Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Jefe de trabajos prácticos regular, III Cátedra Farmaco-
logía, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA). ORCID: 0000000279306277
Correspondencia:
gonzalobarbosaeyler@gmail.com
Lugar de la investigación: III Cátedra de Farmacología, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires.
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.486
62
¿Apatía o embotamiento emocional por ISRS? Una revisión de la literatura
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 61-66.
by SSRIs is generated in at least 50 % of the patients who receive them, with different intensities between them. Con-
clusions: Although effects of emotional blunting or apathy have been reported with various groups of antidepressants,
all reports agree that it occurs more frequently in patients taking SSRIs than with other antidepressants.
Key Words: Apathy - Emotional Blunting - Antidepressants - SSRI.
Introducción
Los Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Sero-
tonina (ISRS) son un grupo de antidepresivos que re-
volucionaron el campo de la terapéutica psicofarma-
cológica, desde su surgimiento en 1986, no sólo por
su acción sobre los trastornos depresivos sino también
sobre los trastornos de ansiedad, como el trastorno
obsesivo compulsivo, entre otros. Como destaca Stahl
(2013), pocos fármacos han logrado transformar tan
drásticamente la farmacología clínica como lo han he-
cho los ISRS. Se estima que en los EE. UU. se realizan
hasta 6 prescripciones de estas drogas por segundo, en
cualquier momento del año. Los ISRS se encuentran en
la primera línea de recomendación para el tratamiento
de los trastornos de ansiedad y del trastorno depresi-
vo mayor (Barbosa Eyler, 2021). Y si bien, al igual que
los antidepresivos duales y otros nuevos fármacos son
mejor tolerados y presentan un mejor perl de efectos
adversos que los clásicos antidepresivos como los An-
tidepresivos tricíclicos (ATC) o los IMAO (Halsband
et al., 2019), no están exentos de ellos. Dentro de los
efectos adversos de los ISRS, poco considerados por los
profesionales de la salud, se encuentran la apatía o el
embotamiento emocional (Price et al., 2009).
Si bien la ecacia de los ISRS como antidepresivos
ha sido bien establecida, muchos pacientes informan
que sufren una restricción del rango de las emociones
que están relacionadas con la vida normal, como la
capacidad de llorar o de sentir placer. Este fenómeno
ha sido designado de varias maneras en la literatura,
como embotamiento emocional, apaa, indiferencia
emocional o disminución de sensibilidad o de la res-
puesta emocional (Goodwin et al., 2017).
Clásicamente se ha relacionado a la apatía como
una manifestación de trastornos neuropsiquiátricos,
ya que puede estar presente en pacientes con esquizo-
frenia, con demencia o delirium (Marin, 1991). Inclu-
so puede estar presente en pacientes depresivos.
Moncrie (2020) describe que personas que reci-
bieron IRSS por diferentes trastornos mentales han
reportado sentimientos de embotamiento emocional,
reducción de su motivación o apatía.
El objetivo de este trabajo es analizar los efectos de los
ISRS descriptos a nivel emocional en la literatura.
A continuación, se presentan dos breves viñetas
clínicas a n de ilustrar los efectos emocionales de es-
tos antidepresivos de primera línea de elección y pos-
teriormente se presenta una revisión de la literatura.
Viñetas clínicas
Caso 1
Paciente de 28 años, en tratamiento por TOC, medi-
cada con sertralina en dosis de 50 mg por día. Presen-
tó buena respuesta a la misma para el control de sus
síntomas obsesivos (duda obsesiva de chequeo). Al
poco tiempo de comenzar con la medicación reere
en la consulta ambulatoria: “Sueño que puedo llorar,
pero cuando me despierto, pese a estar angustiada, no
puedo hacerlo” (sic). La paciente describe dicha situa-
ción como un efecto no deseado.
Caso 2
Paciente de 37 años en tratamiento por Trastorno de
nico, medicada con escitalopram 10 mg por día.
Con buena respuesta, presencia de remisión de sus
síntomas de pánico y ansiedad. A los 2 meses de iniciar
el tratamiento indicado reere: “No me afecta nada,
mis compañeros estaban bajoneados y preocupados
por la situación laboral, y a mí es como que me res-
bala, yo sigo contenta, quiero seguir así con la medi-
cación” (sic). La paciente describía dicho efecto emo-
cional como algo positivo y a su vez aclaraba el temor
a discontinuar el tratamiento farmacológico cuando
nalice el tiempo indicado, debido a la posibilidad de
no tener ese efecto generado por su medicación.
Metodología
Se realizó una revisión bibliográca de la literatura
publicada en Pubmed desde 2006 hasta 2021, con las
palabras Mesh “SSRI” and “Apathy” and “Emotional
blunting”, obteniendo como resultado lo detallado a
continuación.
63
¿Apatía o embotamiento emocional por ISRS? Una revisión de la literatura
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 61-66.
Apatía por ISRS
La apatía es descripta como pérdida de interés, apla-
namiento afectivo, pérdida de emociones o de energía
(Padala et al., 2020). Aydemir et al. (2018) la describen
como un síndrome psiquiátrico separado que incluye
tres dimensiones: una emocional, una cognitiva y una
conductual. Entre los síntomas emocionales se resal-
tan el embotamiento afectivo y la negligencia, entre
los conductuales la falta de iniciativa y la disminución
de la productividad y, entre los cognitivos, la falta de
interés y la desmotivación sobre los planes futuros.
En los libros de farmacología clínica y terapéutica,
así como en los de tratamiento de los trastornos de-
presivos, la apatía no suele describirse como un efecto
adverso relevante de los ISRS.
Barnhart et al. en 2004 ya describían que la apa-
tía es un evento no deseado que se presenta en suje-
tos medicados con ISRS y que usualmente suele ser
no reconocido por el médico tratante. Según Ghaemi
(2019) los ISRS pueden inducir un síndrome de apaa
en algunas personas y destaca que hay que sospechar
este síndrome en pacientes depresivos que ante el tra-
tamiento con ISRS remiten de la mayoría de los sínto-
mas neurovegetativos, excepto de la anhedonia.
Respecto a la etiología de este fenómeno, Petrova
et al. (2020) consideran que no es clara, y reportan que
se produce al reducir la actividad del lóbulo frontal
en algunos pacientes, lo que se expresa clínicamente
como aplanamiento afectivo, a veces descripto por los
pacientes como incapacidad de sentir experiencias o
disminución de las uctuaciones normales de ánimo.
Por un lado, se observa en los pacientes que tienen
esta sintomatología la incapacidad de sentir. Por otro, es
común el pedido de algunos psicólogos, que al derivar
el paciente al psiquiatra solicitan “Por favor medique al
paciente, que con tanta angustia no podemos trabajar
en terapia” (sic) e indirectamente están buscando un
efecto “apatizante” de la medicación antidepresiva.
Las condiciones que pueden inducir disfunciones
en el lóbulo frontal suelen ser causadas por desequili-
brios en la neurotransmisión cerebral. Los niveles de
serotonina en exceso y por tiempo prolongado a nivel
sináptico pueden conducir a una disminución de la
dopamina a nivel del lóbulo frontal (Kim et al, 2019).
Rothschild et al. (2014) destacan que si bien la apa-
tía se puede presentar en pacientes con un trastorno
depresivo mayor (TDM), también puede surgir como
un síntoma emergente del tratamiento antidepresivo,
en particular de aquellos pacientes tratados con ISRS.
Padala et al. (2020) realizaron un estudio transver-
sal en el que analizaron 125 pacientes que eran trata-
dos de forma ambulatoria en una clínica psiquiátrica;
los dividieron entre aquellos que estaban medicados
con ISRS y otros que no y compararon los dos grupos.
El grupo medicado con ISRS presentó mayores tasas
de apatía que el otro. Estos autores resaltan que los
ISRS se asocian con falta de curiosidad, anergia y pér-
dida de motivación, usualmente llamada apatía. A su
vez señalan la importancia de que el médico tratante
sospeche de este efecto ante un paciente que esté bajo
tratamiento antidepresivo y comience con una pérdi-
da de motivación que previamente no presentaba.
Aydemir et al. (2018) analizaron a 20 pacientes con
trastorno depresivo mayor y 20 pacientes con trastor-
nos de ansiedad, de los cuales el 87,5 % fueron medi-
cados con ISRS y el resto con ISRSN. A pesar de ha-
berse logrado una reducción en los puntajes tanto de
síntomas depresivos como ansiosos a las seis semanas
de tratamiento con ISRS, este grupo se asoció con el
desarrollo de apatía, tanto en pacientes con trastor-
nos depresivos como aquellos en tratamiento por su
trastorno de ansiedad. Estos autores remarcan la ne-
cesidad de tener en cuenta la aparición de este posible
efecto no sólo en las primeras semanas sino también
durante todo el curso del tratamiento.
Estos resultados, si bien son relevantes, hay que
destacar que los ISRS son los antidepresivos usados
más frecuentemente, por lo cual ello podría incidir en
el alto porcentaje de apatía encontrado en los trabajos
citados anteriormente.
Pimontel et al. (2021) destacan por un lado que
la apaa es más común en pacientes adultos mayores
deprimidos que en personas más jóvenes. Y si bien
los síntomas de apaa en los gerontes se suelen tra-
tar comúnmente con antidepresivos, los pacientes con
depresión apática suelen responder menos a los an-
tidepresivos que aquellos sin apatía. Por su parte, los
mencionados autores resaltan que los ISRS, si bien son
considerados de primera línea de elección para tratar
la depresión, suelen exacerbar los síntomas apáticos.
Wongpakaran et al. (2007) realizaron un estudio en
384 adultos mayores deprimidos tratados con antide-
presivos ISRS por un lado y otro grupo con otros anti-
depresivos. Si bien ambos grupos de pacientes mejora-
ron en sus síntomas depresivos, se observó un mayor
número de casos de apatía en el grupo tratado con ISRS.
Es importante diferenciar la apatía producida por
los ISRS, de la descrita por la administración de an-
tipsicóticos de primera generación. En el caso del pa-
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¿Apatía o embotamiento emocional por ISRS? Una revisión de la literatura
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 61-66.
ciente tratado con antidepresivos, la motivación y el
comportamiento se ven afectados, sin la presencia de
síntomas extrapiramidales (SEP) producto de la hipo-
dopaminergia secundaria al bloqueo de los receptores
D2, o de efectos cognitivos acompañantes (Reinblatt y
Riddle, 2006).
Como se mencionó anteriormente, en muchas si-
tuaciones clínicas de un paciente con intensa angustia,
se busca “apatizarlo” para aliviar su sintomatología, en
cuyo caso no sería un evento adverso al medicamento.
Embotamiento emocional por ISRS
El embotamiento mental se caracteriza por una res-
tricción en las emociones, que se presenta clínicamen-
te como indiferencia emocional y desapego, capacidad
de respuesta reducida y apaa (Price et al, 2009).
Si bien el embotamiento emocional ha sido re-
portado por pacientes cursando un trastorno depre-
sivo mayor, también es identicado como uno de los
efectos adversos más destacados de la medicación
antidepresiva que puede llevar a la interrupción del
tratamiento. Esto se suele observar, en la clínica am-
bulatoria, con mayor frecuencia en pacientes cursan-
do trastornos depresivos que presentan este efecto
no deseado. Ello se debe a que, al mejorar su cuadro
anímico, los pacientes quieren volver a sentir emocio-
nalmente como previo al inicio de su afectación del
humor que motivó el tratamiento y no toleran el em-
botamiento emocional producido.
Por su parte, en el caso de los pacientes con trastor-
no de pánico, en el que los ISRS generan embotamien-
to emocional, el paciente lo toma como un efecto po-
sitivo ya que disminuye aún más sus niveles de alerta o
respuesta emocional, y se siente más tranquilo.
Ma et al. (2021) destacan que el inicio de la dismi-
nución de la respuesta emocional parece estar relacio-
nado con la dosis indicada, siendo más probable que
dosis más altas provoquen un mayor embotamiento
emocional.
Fagiolini et al. (2020) resaltan que entre un 50 a 60 %
de los pacientes tratados con ISRS o ISRSN (Inhibido-
res Selectivos de la Recaptura de Serotonina y Nora-
drenalina) reeren un determinado grado de embota-
miento emocional, el cual está relacionado con dicha
medicación. Esto no suele verse correlacionado con la
baja frecuencia de aparición que le atribuyen los ma-
nuales de psicofarmacología a la posibilidad de pre-
sentar embotamiento emocional durante el curso del
tratamiento con un ISRS.
A su vez otros autores han descripto la presencia
de embotamiento emocional con el tratamiento con
ISRS. Holguin-Lew et al. (2013) reportaron 7 casos de
pacientes con imposibilidad de llorar luego del trata-
miento con ISRS, incluso en situaciones tristes o estre-
santes donde habría sido normal o esperado el llanto.
Plantean la presencia de una disociación inversa, ya
que las ganas de llorar y el estrés emocional se encon-
traban presentes, pero los pacientes tenían incapaci-
dad para el llanto.
Goodwin et al. (2017) destacan que dentro de los
pacientes que presentan embotamiento emocional por
ISRS, un 37 % presenta una visión negativa de dicha
condición y un 38 % una visión positiva de la misma.
De la muestra analizada, los hombres presentaron una
visión más negativa que las mujeres sobre este efecto,
y entre todos los pacientes, quienes presentaban ni-
veles más altos de embotamiento emocional, tenían
también una mayor visión negativa de este efecto.
En un estudio con pacientes que realizaban trata-
miento con 4 antidepresivos (escitalopram, duloxeti-
na, vortioxetina y vilazodona) Hughes et al., (2017),
compararon la presencia de efectos adversos entre
ellos. En relación con el embotamiento emocional, en
el caso de los pacientes que recibían escitalopram, el
10,7 % reportó dicho efecto adverso; en el grupo me-
dicado con duloxetina fue descripto en un 8,2 %; en el
de vortioxetina un 5,9 % y por último en los pacientes
medicados con vilazodona se observó en un 4,1 % de
los casos. Se observa que los pacientes medicados con
escitalopram duplican en porcentaje, a quienes fueron
medicados con los nuevos antidepresivos llamados
multimodales, como la vilazodona y la vortioxetina.
Goldsmith y Moncrie (2011) analizaron 468
descripciones sobre síntomas psicoactivos de los an-
tidepresivos. En ese trabajo compararon los efectos
emocionales de la venlafaxina y la uoxetina. El em-
botamiento emocional se presentó en el 17 % de los
pacientes medicados con venlafaxina versus el 19 % de
los pacientes que recibieron uoxetina, lo cual es una
diferencia poco signicativa.
Corruble et al. (2013) realizaron un estudio con-
trolado, randomizado y doble ciego comparando
pacientes depresivos que recibían tratamiento con
agomelatina vs escitalopram, analizando la ecacia,
la presencia de efectos emocionales y el sueño sub-
jetivo. El embotamiento emocional fue menor con
agomelatina (28 %) que con escitalopram (60 %). En
ese estudio se observó que el efecto adverso motivo de
la presente revisión, se presentó con gran diferencia
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¿Apatía o embotamiento emocional por ISRS? Una revisión de la literatura
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 61-66.
entre el grupo medicado con el ISRS versus el que fue
medicado con el agonista melatoninérgico, duplicán-
dolo en porcentaje en quienes fueron medicados con
escitalopram. Estos pacientes reportaron una dismi-
nución en la intensidad de sus emociones. A su vez,
el 16 % de los medicados con agomelatina y el 53 %
de los medicados con escitalopram, sintieron que las
cosas que les importaban antes del tratamiento, ya no
les parecían relevantes.
En 2021, Chirstensen et al. realizaron un estudio
con el n de validar el Cuestionario de Depresión de
Oxford (ODQ = Oxford Depression Questionnaire)
que fue diseñado especícamente para analizar los
síntomas de embotamiento emocional en pacientes
con Trastorno Depresivo Mayor (TDM). En dicho es-
tudio analizaron pacientes ambulatorios entre 18 y 65
años con un diagnóstico primario de TDM y que ha-
bían tenido respuesta parcial en monoterapia a ISRS
o ISRSN a una dosis adecuada por 6 semanas de tra-
tamiento y que al presentar como efecto adverso del
mismo, embotamiento emocional, fueron rotados a
vortioxetina 10 a 20 mg por día. Allí observaron me-
nores puntajes de dicha escala en pacientes luego del
cambio a vortioxetina, que en quienes recibían inicial-
mente ISRS o ISRSN. Esto podría entenderse como
una alternativa terapéutica en aquellos pacientes que
requieren cambio de antidepresivo.
Si bien se han descripto como entidades clínicas
separadas, tanto la apatía como el embotamiento
emocional tienen puntos en común, ya que dentro de
ellos se destaca la indiferencia. Es por esto que Sanso-
ne y Sansone (2010) proponen unicar ambos síndro-
mes y denominarlo Indiferencia Inducida por ISRS.
Conclusiones
Si bien muchos autores describen el efecto estudia-
do en este trabajo de forma indistinta como apatía o
embotamiento emocional, es preferible llamar a este
efecto adverso como “Embotamiento mental” para no
confundirse con la apatía producida por los antipsicó-
ticos de primera generación.
Si bien se han reportado efectos de embotamiento
emocional o apatía con varios grupos de antidepre-
sivos, todos los informes de la literatura concuerdan
que se produce con más frecuencia en pacientes me-
dicados con ISRS que con antidepresivos duales o
multimodales. Lo cual sugiere que los antidepresivos,
cuyo mecanismo de acción es inhibir exclusivamente
la recaptura de serotonina estarían más involucrados
en la aparición de los efectos adversos emocionales.
Los reportes de la literatura indican que el embo-
tamiento mental producido por los ISRS se genera en
al menos un 50 % de los pacientes que lo reciben, con
diferentes intensidades entre ellos.
Este efecto emocional, se puede interpretar como
positivo o negativo en base al paciente. Puede ser re-
latado como un negativo en pacientes deprimidos que
no puedan expresar sus emociones y, por otro lado,
algunos pacientes lo pueden experimentar como un
efecto positivo, particularmente aquellos con trastor-
nos de ansiedad con muchos síntomas de pánico, que
remitieron con la medicación y que temen que reapa-
rezca si se retira el fármaco o si se disminuye la dosis.
La disminución de la respuesta emocional parece
estar relacionado con la dosis indicada, siendo más
probable que dosis más altas provoquen una mayor
indiferencia afectiva.
En caso de describirlo como apatía, se recomienda
tener en cuenta que la producida por los ISRS no se
acompaña de SEP ni de síntomas cognitivos.
Sería necesario realizar otros estudios que plan-
teen alternativas terapéuticas factibles y ecaces que
se apliquen en caso de pacientes en los que el sínto-
ma de embotamiento mental limite la continuidad del
tratamiento, y que aún deban continuar el tiempo te-
rapéutico indicado.
Conictos de intereses: el autor declara no tener con-
ictos de intereses.
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Artículo de revisión
67
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.487
Resumen
Los síntomas psicóticos pueden manifestarse a cualquier edad, pero en las personas mayores representan
un verdadero desafío diagnóstico. Pueden observarse trastornos del pensamiento, alucinaciones (usualmente
visuales), trastornos del estado de ánimo con ideas delirantes, trastornos en la interacción social y ocasio-
nalmente agresividad verbal o física (Karon & VandenBos, 1998). Desde las primeras descripciones de la psi-
quiatría clásica se ha intentado denir a las psicosis observadas en las personas mayores y determinar si se
trata de síndromes “psiquiátricos” primarios o, por el contrario, si se los puede atribuir a otras patologías. Así,
han surgido diferentes conceptos, como psicosis de comienzo tardío (Late Onset Psychosis) o esquizofrenia de
comienzo tardío (Late-Onset Schizophrenia – LOS), psicosis de comienzo muy tardío (Very Late-Onset Psychosis)
o psicosis esquizofreniforme de comienzo muy tardío (very late-onset schizophrenia-like psychosis – VLOSL),
psicosis de la vida avanzada (Late-Life Psychosis), etc.
Palabras clave: Demencia - Psicosis Tardías - Esquizofrenia de comienzo tardío - Psicosis Esquizofreniforme
de comienzo muy tardío - Psicosis de la vida avanzada - Demencia Frontotemporal variante conductual - Fe-
nocopias.
Abstract
Psychotic symptoms can manifest at any age, but in the elderly they represent a real diagnostic challenge. Thought di-
sorders, hallucinations (usually visual), mood disorders with delusions, impairment of social interaction and occasionally
verbal or physical aggression may be observed (Karon & VandenBos, 1998). Since the rst descriptions of classical
psychiatry, attempts have been made to dene the psychoses observed in the elderly and determine whether they
are primary "psychiatric" syndromes or, conversely, whether they can be attributed to other pathologies. Thus, different
Psicosis tardías y fenocopias
Late-Onset Psychosis and Phenocopies
Juan Ollari1, Florencia Deschle2, Valeria Rubiño3, Romina Blanco4, Natalia Ciua5, Walter
Delembert6
RECIBIDO 23/5/2023 - APROBADO 15/7/2023
1.Médico Neurólogo – Neurología de la Conducta. Docente Autorizado de Neurología – Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires (UBA).
Jefe del Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) – Servicio de Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires. Miembro Titular de la Sociedad
Neurológica Argentina (SNA). Miembro de la Comisión Directiva de la SNA. Miembro de la Comisión Directiva del Consejo Académico de Ética en
Medicina (CAEEM) – Academia Nacional de Medicina. ORCID 0000-0002-7851-9094
2.Médica Especialista en Neurología, UBA. Especialista en Neuropsicología Clínica, UBA. Profesora en Medicina, USAL. Miembro Titular, SNA. Miem-
bro del Grupo de Trabajo de Neurología del Comportamiento y Neurociencias Cognitivas de la Sociedad Neurológica Argentina. Médica del Centro
de Neurología Cognitiva (CeNeCo) – Servicio de Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires. ORCID 0000-0002-6939-455X
3.Médica Neuróloga. Miembro Titular SNA. Miembro del Grupo de Trabajo de Neurología del Comportamiento y Neurociencias Cognitivas de la
Sociedad Neurológica Argentina. Médica del Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) del Servicio de Neurología, Hospital Británico de Buenos
Aires. Docente ad-honorem de Neurología en Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, sede Hospital Británico de Bs. As.
4.Licenciada en Psicología. Miembro Adherente de la Sociedad Neurológica Argentina. Miembro del Grupo de Trabajo de Neurología del Comporta-
miento y Neurociencias Cognitivas de la Sociedad Neurológica Argentina. Psicóloga del Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) – Servicio de
Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires.
5.Licenciada en Psicología. Miembro Adherente de la Sociedad Neurológica Argentina. Miembro del Grupo de Trabajo de Neurología del Comporta-
miento y Neurociencias Cognitivas de la Sociedad Neurológica Argentina. Psicóloga del Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) – Servicio de
Neurología, Hospital Británico de Buenos Aires.
6.Licenciado en Psicología. Docente de Psicología, Cátedra de Psicología General I, Facultad de Psicología, UBA. Neuropsicólogo de Planta del Servicio
16, Neurología, del Hospital de Salud Mental "José T. Borda". Psicólogo del Centro de Neurología Cognitiva (CeNeCo) – Servicio de Neurología,
Hospital Británico de Buenos Aires.
Autor correspondiente:
Juan Ollari
jaollari@gmail.com
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.487
68
Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
Introducción
Las psicosis [del griego ψύχωσις, psicosis, a su vez de-
rivada de ψυχή, psykhe, ‘alma, ‘mente’ y el sujo ωσις,
-osis, ‘formación, ‘impulso’ o ‘conversión’] se caracteri-
zan por la interpretación errónea de la realidad, las falsas
creencias y la desorganización del pensamiento. Pueden
ser atribuidas clásicamente a enfermedades psiquiátri-
cas (psicosis “primarias”) o ser causadas por enferme-
dades sistémicas o neurológicas (psicosis “secunda-
rias”). Aproximadamente el 60 % de pacientes mayores
con psicosis de reciente comienzo son portadores de
una psicosis secundaria (Reinhardt & Cohen, 2015),
en la que los síntomas se maniestan como marcadores
de estado. Sin embargo, pueden manifestarse también
como rasgos especícos de las psicosis primarias.
Uno de los principales problemas del diagnóstico
psiquiátrico consiste en la dicultad de transformar
conceptos abstractos en categorías concretas: la “rei-
cación (reication) (Insel et al., 2010; Cuthbert &
Insel, 2013), interpretada como el “el acto de conver-
tir algo abstracto (existente como un pensamiento o
idea) en algo real” (Cambridge Dictionary).
Un tema no menor en el diagnóstico de las enfer-
medades mentales consiste en unicar la nomenclatu-
ra. Establecer si términos como “trastorno(disorder)
y “enfermedad” en tanto proceso patológico (disease)
o experiencia individual de compromiso del estado de
salud (illness) son lo mismo (Boyd, 2000) generaron
una dilatada controversia. Scadding (1967) denió la
enfermedad como “la suma de fenómenos anormales
expresados por un grupo de organismos vivos en aso-
ciación con una característica o grupo de característi-
cas comunes por las cuales se diferencian de la norma
para la especie de tal forma que los coloca en situación
de desventaja biológica” pero la Asociación Psiquiá-
trica Americana (American Psychiatric Association
APA) no ha establecido diferencias puntuales y em-
plea estos términos en forma intercambiable.
El Instituto Nacional de Salud Mental de los EE.
UU. (National Institute of Mental Health – NIMH),
por su parte, incorporó en su plan estratégico la “Es-
trategia 1.4” (NIMH Strategy 1.4, 2020) con el n de
desarrollar con nes de investigación nuevas mane-
ras de clasicar los trastornos mentales basadas en
dimensiones de conducta observables y medidas neu-
robiológicas.
En su momento, el proyecto de investigación del
NIMH sobre criterios diagnósticos por dominios
(NIMH Research Domain Criteria Project – RDoC)
(Sanislow et al., 2010; Insel et al., 2010) expuso las di-
cultades inherentes a la conversión de las descripcio-
nes fenomenológicas de la signosintomatología obser-
vada en los pacientes en categorías clínicas basadas en
evidencia cientíca sólida (genética, molecular, etc.).
Para ilustrar este hecho, baste mencionar que re-
cientemente se ha postulado que las enfermedades
mentales podrían ser enfermedades de los sistemas de
supervivencia (Cersosimo & Benarroch, 2013; Lamo-
tte et al., 2021) en las cuales se producen alteraciones
en la adecuada aplicación de la teoría de la mente/cog-
nición social en situaciones cotidianas. Ello conduce
a vivenciar peligros potenciales en el medio, inter-
riendo con una interacción social adaptada y llevan-
do a un estado de actividad permanente del sistema
nervioso autónomo. Del mismo modo se ha descrito
la presencia de trastornos neuropsiquiátricos en las
enfermedades autonómicas.
Otro ejemplo clínico es el de la alucinosis pedun-
cular de Lhermitte (1922), la cual se caracteriza por
alucinaciones visuales vívidas producidas por una le-
sión en protuberancia, mesencéfalo o tálamo (Casci-
no & Adams, 1986); McKee et al., 1990; Manford &
Andermann, 1998; Mocellin et al., 2006; Benke, 2006;
Kosty et al., 2019) debido a la activación de redes que
conectan estas áreas con el córtex visual extraestriado
(Ffytche, 2006). Sin embargo, las alucinaciones en este
cuadro pueden ser multimodales (Caplan, 1980; Mc-
Kee et al., 1990; Benke, 2006) y no son infrecuentes las
manifestaciones auditivas o somatosensitivas –parti-
cularmente relevantes en psiquiatría– por activación
de redes que reclutan a las cortezas asociativas corres-
pondientes, e.g., la circunvolución temporal superior
(Griths, 2000; Allen et al., 2008; Kumar et al., 2014)
y el núcleo geniculado lateral (Boes et al., 2015).
Merecen un comentario especial las encefalitis au-
toinmunes, particularmente las encefalitis límbicas
concepts have emerged, such as Late Onset Psychosis or Late-Onset Schizophrenia, Very Late-Onset Psychosis or Very
Late-Onset Schizophrenia-Like Psychosis – VLOSL), Late-Life Psychosis, etc.
Key words: Dementia - Psychosis - Late-Onset Psychosis - Late-Onset Schizophrenia - Very Late-Onset Schizophrenia
- Like Psychosis - Late-Life Psychosis - behavioral variant Frontotemporal Dementia - Phenocopies.
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Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
(Corsellis et al., 1968; Dalmau et al., 2019), entre ellas
la encefalitis límbica por anticuerpos anti receptor
N-metil-D-aspartato (anti-NMDAR) (Dalmau et al.,
2007; Kaiser et al., 2013), la encefalopatía sensible a
esteroides asociada a tiroiditis autoinmune (Brain et
al., 1966) y otras (Irani et al., 2010; Lai et al., 2010;
Höberger et al., 2013; Petit-Pedrol et al., 2014) ya
que actualmente, explican aproximadamente 6.5 % de
los primeros episodios de psicosis (Zandi et al., 2011;
Graus et al., 2016; Luo et al., 2022). Se han propuesto
recomendaciones para el diagnóstico y manejo apro-
piado de estas patologías (Abboud et al., 2021) y para
evitar errores diagnósticos (Dalmau & Graus, 2023;
Flanagan et al., 2023).
Estos cuadros usualmente cursan con trastornos
cognitivos y trastornos de conducta y, cuando se pre-
sentan en sujetos jóvenes, pueden ser interpretados
como psicosis primarias retrasando la oportunidad de
realizar un diagnóstico apropiado e iniciar las medidas
terapéuticas más adecuadas. Cuando por el contrario se
presentan en personas mayores pueden ser interpreta-
dos como cuadros neurodegenerativos del espectro de
la degeneración lobar frontotemporal o DLFT (Fronto-
temporal Lobar Degeneration – FTLD), particularmen-
te la demencia frontotemporal variante conductual o
DFTvc (behavioural-variant Frontotemporal Dementia
– bvFTD) o como psicosis tardías y nuevamente retra-
sar el diagnóstico y perder la ventana terapéutica.
Probablemente las neurociencias puedan dirimir
estas cuestiones a su debido tiempo.
Trastornos de conducta y psicosis en
Neurología
En las enfermedades neurológicas es frecuente hallar
síntomas psicológicos y conductuales (Finkel et al.,
1996; Kales et al., 2015; Cloak & Al Khalili, 2022), es-
pecialmente en aquellos pacientes que cursan enfer-
medades que llevan al deterioro cognitivo progresivo
(Ollari & Diez, 2021).
Los síntomas psicológicos y conductuales en las
demencias han sido denidos en una declaración de
consenso como la presentación de síntomas de alte-
ración de la percepción, contenido del pensamiento, hu-
mor o conducta que frecuentemente ocurren en pacien-
tes con demencia (Finkel et al., 1996). Representan
un espectro heterogéneo de síntomas “psicológicos” y
psiquiátricos” y trastornos de conducta observables
en individuos con demencia de cualquier etiología, sin
presuponer un diagnóstico especíco. Pueden presen-
tarse en cualquier estadio evolutivo de cualquier tipo
de demencia (Chiu et al., 2006; White et al., 2017).
Las demencias degenerativas primarias son quizás
las causas más conspicuas, pero también se observan
en la enfermedad cerebrovascular, en la epilepsia, en
las enfermedades desmielinizantes, en las encefalitis au-
toinmunes (sobre todo en la encefalitis límbica), en la
encefalopatía traumática crónica (demencia pugilística
o punch drunk syndrome), en algunas formas de demen-
cia infecciosa (complejo SIDA-demencia) y en la hidro-
cefalia crónica del adulto o síndrome de Hakim-Adams,
entre otras patologías (Diez & Ollari, 2021).
La población de los ‘muy mayores’ padece afeccio-
nes que dieren de las que se observan en cohortes
más jóvenes (Imhof et al., 2007; von Gunten et al.,
2010; Nelson et al., 2011; Gardner et al., 2013; Bre-
nowitz et al., 2015) y en ellos la prevalencia de la pa-
tología de EA tiende a nivelarse o aún disminuir en la
edad muy avanzada (Nelson et al., 2011 & 2013; Mu-
rray et al., 2014; Brenowitz et al., 2014 & 2015) donde
algunas patologías cerebrales ‘no-Alzheimer’ son más
prevalentes (Nelson et al., 2011; Crary, 2014; Neltner
et al., 2014 & 2016).
De hecho, con el avance de la edad suelen coexistir
múltiples patologías dicultando el diagnóstico debi-
do al diferente grado de participación de los distintos
fenotipos patológicos (Neuropathology Group. Medi-
cal Research Council Cognitive Function and Aging
Study, 2001; Brayne et al., 2009; Rahimi & Kovacs,
2014; Kapasi et al., 2017; Robinson et al., 2018).
Se ha hallado superposición genética, neuropa-
tológica y clínica entre la demencia frontotemporal
(DFT) algunas afasias progresivas primarias (APP),
la esclerosis lateral amiotróca (ELA) y trastornos
del movimiento antes considerados parkinsonismos
atípicos o parkinsonismos plus (Mark, 2001) como la
degeneración corticobasal (DCB) (Rebeiz et al., 1967;
Armstrong et al., 2013; Alexander et al., 2014) y la pa-
rálisis supranuclear progresiva (PSP) o enfermedad
de Steele-Richardson-Olszewski (Steele et al., 1964;
Boxer et al., 2017; Höglinger et al., 2017). Esto llevó
a la nueva clasicación de estos cuadros como protei-
nopatías (Bayer, 2015; Campese et al., 2021; Chopra
et al., 2022), adscribiendo los mismos a diferentes
perles genéticos (ver Tabla 1). Todas estas patologías
comparten la presentación de compromiso cognitivo,
conductual y funcional, muchas veces asociado a tras-
tornos del sistema nervioso autónomo.
Las manifestaciones conductuales, al igual que los
trastornos del movimiento, pueden ocasionalmente
ser orientadores en el proceso diagnóstico, pero la
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Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
mayoría de las veces deberán ser evaluados cuidado-
samente para deslindar su verdadera participación en
el proceso patológico, i.e., si son parte integral del cua-
dro o sólo una manifestación colateral dependiente de
variables comórbidas.
En las últimas décadas ha habido un gran interés
en el área de los síntomas psicóticos que se desarro-
llan por primera vez en la edad adulta. Las revisiones
publicadas se han enfocado principalmente en los sín-
dromes esquizofreniformes (Boyce & Walker, 2008;
Howard et al., 2000; Colijn et al., 2015; Suen et al., 2019)
y los síntomas conductuales y psicológicos de las de-
mencias (Behavioral and Psychological Signs and Symp-
toms of Dementia – BPSD) (Finkel et al., 1996; Finkel
2000 y 2003). Pero también ha suscitado un gran inte-
rés la búsqueda de correlaciones entre la clínica de las
psicosis y las funciones cognitivas o entre la clínica y las
neuroimágenes (Miller et al., 1991; Creese et al., 2022).
Quizás el punto más controvertido es el más bá-
sico: ¿cuándo es “tardía”? La edad de inicio para de-
nir los trastornos psiquiátricos involutivos es difícil
de establecer. Una psicosis de comienzo tardío puede
ser denida convencionalmente como de aparición
posterior a la edad aceptada para la menopausia y la
Tabla 1. Las proteinopatías más prevalentes
AMILOIDOPATÍAS
Enfermedad de Alzheimer
Atroa Cortical Posterior
Afasia Progresiva Primaria Logopénica (APPlv o APP-L)
Síndrome de Down
TAUPATÍAS
Demencia Frontotemporal variante conductual (incluye la enfermedad de Pick)
Afasia Progresiva Primaria variante no Fluente / Agramática (APPvnf/a o APP-G)
Degeneración Corticobasal
Parálisis Supranuclear Progresiva
Taupatía Glial Globular
Enfermedad con Granos Argirofílicos
Demencia con Ovillos Neurobrilares Predominantes / Taupatía Primaria Relacionada con la Edad
Enfermedad de Alzheimer
Síndrome de Down
PROTEINOPATÍAS TDP-43
Demencia Frontotemporal – Parkinsonismo (asociada al gen de progranulina)
Demencia Frontotemporal – Enfermedad de Motoneurona (asociada al gen C9orf72)
Afasia Progresiva Primaria variante semántica (APPvs o APP-S) y Demencia Semántica
SINUCLEINOPATÍAS
Enfermedad con Cuerpos de Lewy (Demencia con Cuerpos de Lewy, Enfermedad de Parkinson con Demencia)
Enfermedad de Parkinson esporádica y familiar
Atroas Multisistémicas (Síndrome de Shy-Drager, Atroa Olivopontocerebelosa, Degeneración Estrionígrica)
Falla Autonómica Pura
Neurodegeneración asociada a pantotenato-cinasa (PKAN) [Neurodegeneración con acumulación cerebral de hierro] [Distroa
Neuroaxonal]
PRIONOPATÍAS
Enfermedad de Kuru
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob – nueva variante
Enfermedad de Gerstmann-Sträussler-Scheinker
Insomnio Familiar Fatal
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Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
andropausia, i.e., en ≥ de 50-55 años o, en su defecto,
a partir del límite de edad aceptado, también por con-
vención, para el comienzo de la “senilidad”, i.e., apro-
ximadamente a los 60-65 años.
De todas formas, desde el punto de vista de la
nosología, se deberían considerar criterios clínicos
asociados con los límites etarios establecidos para el
inicio de las enfermedades psiquiátricas clásicamente
aceptados, i.e., ≥ 40 años o a partir de las edades lími-
te discriminadas por patología. Si se toma este último
parámetro, la denición de ‘comienzo tardío’ (Jeste &
Finkel, 2000) variará según los puntos de corte (cuto-
s) considerados por los distintos criterios diagnósti-
cos o estudios poblacionales.
Las psicosis tardías
La aparición de síntomas psicóticos en las personas
mayores –i.e., psicosis tardías– generan importantes
dudas diagnósticas, ya que al presentarse fuera de los
rangos etarios de las psicosis clásicas, su fenomeno-
logía clínica hace sospechar un verdadero abanico de
patologías, quizás la más importante la variante de
inicio tardío de la DFTvc. (Vijverberg et al., 2017; Mi-
ller & Llibre Guerra, 2019; Overbeek et al., 2020).
Denición de ‘comienzo tardío’
Hasta la década los ochenta la presentación de sín-
tomas psicóticos en pacientes mayores de 45 años se
registraba como “psicosis atípica. Distintos autores
emplearon diferentes puntos de corte (cutos): 40, 45,
60 ó 65 años (Howard et al., 2000) para conceptuali-
zar estos cuadros, pero la falta de criterios operativos
sólidos impidió que se pudiera concretar en recomen-
daciones universalmente aceptadas.
Emil Kraepelin fue el primero en describir síntomas
psicóticos en personas mayores, sobre todo en el espec-
tro paranoide, a la que Kahlbaum había denominado
parafrenia (Jeste et al., 1999; Jeste & Finkel, 2000; Wi-
dakowich, 2014); Manfred Bleuler, por su parte, carac-
terizó las que ahora se conocen como psicosis de la edad
avanzada (Late-Life Psychosis) (Roth, 1955; Iglewicz et
al., 2011) a las que llamó esquizofrenias tardías (Bleuler,
1943 citado por Riecher-Rössler et al., 1995).
Para la Asociación Psiquiátrica Americana (Ame-
rican Psychiatric Association – APA) se trataría de
cuadros de psicosis que ocurren en adultos de media-
na edad (adultos maduros) o en adultos mayores. El
Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades
Mentales (Diagnostic and Statistical Manual of Men-
tal Disorders – DSM) en su primera versión de 1952
(DSM-I) la denió como una “reacción psicótica in-
volutiva, la segunda versión de 1968 (DSM-II) como
un “estado paranoide involutivo (parafrenia involuti-
va)” (Horwitz, 2014).
El DSM-III (1980) adoptó una aproximación más
descriptiva basada en los criterios de Feighner (Feigh-
ner et al., 1972) y los Criterios Diagnósticos de Inves-
tigación (Research Diagnostic Criteria – RDC) (Spitzer
et al. 1978). Denió los “trastornos” como síndromes
y no consideró el diagnóstico de esquizofrenia en ma-
yores de 45 años. Sin embargo, en la versión revisada
de 1987 (DSM-III-R) se aceptó que el cuadro podía
iniciar a cualquier edad pero con la aclaración “de co-
mienzo tardío” (Late-Onset Schizophrenia – LOS) en
mayores de 45 años.
El DSM-IV (1994) elaboró criterios diagnósticos
basados en hallazgos de investigación y aceptó que
cualquier psicosis puede presentar formas de comien-
zo tardío y la versión revisada, el DSM-IV-TR (2000),
no considera la edad de inicio a la hora de establecer
el diagnóstico.
El DSM-5 (2013) tampoco especica rango etario
y la “psicosis esquizofreniforme de comienzo muy tar-
dío” (Very Late-Onset Schizophrenia-Like Psychosis)
no está contemplada, como tampoco lo está en la Cla-
sicación Estadística Internacional de las Enfermeda-
des y Problemas de Salud Relacionados (International
Statistical Classication of Diseases and Related Health
Problems – ICD) de la Organización Mundial de la Sa-
lud (World Health Organization) en su 10ª revisión
(ICD-10). Llamativamente la ICD-9 aceptaba el diag-
nóstico de parafrenia.
Con el n de unicar criterios, en 1998 se celeb
una Conferencia en Inglaterra, donde el Grupo Inter-
nacional de Esquizofrenia de Comienzo Tardío (In-
ternational Late-Onset Schizophrenia Group – ILOSG)
denió dos grupos de edad para el inicio de la esquizo-
frenia en pacientes mayores de 40 años. Se denominó
esquizofrenia de inicio tardío (Late-Onset Schizophre-
nia) a aquella que se inicia entre los 40 y los 60 años
y psicosis de tipo esquizofrénico de inicio muy tardío
(Very-Late-Onset Schizophrenia-Like Psychosis) a aque-
lla que se surge en pacientes mayores de 60 años, basán-
dose en la existencia de diferencias en la fenomenología
clínica entre ambas. Esta última incluye la presencia de
fenómenos delirantes y de alucinaciones, con una edad
de inicio por encima de los 60 años en ausencia de de-
mencia o de trastorno afectivo primario (Consensus
Statement of the International Late-Onset Schizophre-
nia Group, Howard et al., 2000).
72
Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
Es de notar que la terminología empleada remite
a una sospecha de etiología neuropsiquiátrica y no
primariamente psiquiátrica, lo cual es evidente por el
criterio empleado para denominar la categoa diag-
nóstica de psicosis esquizofreniforme de inicio muy
tardío (Very-Late-Onset Schizophrenia-Like Psychosis)
en lugar de esquizofrenia de inicio muy tardío (Very
Late-Onset Schizophrenia).
Esta clasicación anticipa las relaciones nosológi-
cas y los diagnósticos diferenciales más prevalentes,
e.g., las psicosis de comienzo tardío (Late-Onset Psy-
chosis – LOP) podrían tener relación con las demen-
cias “preseniles” (demencia frontotemporal variante
conductual, enfermedad de Alzheimer de comienzo
temprano –particularmente las variantes atípicas–,
demencias vasculares, formas crónicas de las psicosis
clásicas, etc.) y las psicosis de comienzo muy tardío
(Late-life Psychosis) con las demencias “seniles” (va-
riante disejecutiva conductual de la enfermedad de
Alzheimer, enfermedad con cuerpos de Lewy, de-
mencias vasculares, demencia frontotemporal varian-
te conductual de comienzo tardío, etc.). También se
deberán tener en cuenta los efectos secundarios de la
farmacoterapia de la enfermedad de Parkinson, la dis-
frenia tardía (tardive dysphrenia) de Forrest & Fahn
(1979) y otras causas menos frecuentes.
La incidencia de trastornos psicóticos no afecti-
vos en mayores de 60 años, particularmente la psico-
sis esquizofreniforme de comienzo muy tardío (Very
Late-Onset Schizophrenia-Like Psychosis – VLOSL)
(Belbeze et al., 2020) alcanza un 37,66 por 100.000
personas-años en riesgo y el incremento sería más
pronunciado en mujeres con la progresión del enve-
jecimiento (Staord et al., 2019). La prevalencia varía
entre un 0,2% y un 4,7% en pacientes residentes en
la comunidad (Targum & Abbott, 1999) y un 10% a
un 63% en aquellos que se hallan institucionalizados
(Zayas & Grossberg, 1998).
En la población de pacientes mayores de 85 años
no dementes, la prevalencia de síntomas psicóticos es
de 7,1 a 13,7%, asociándose la presencia de ideación
paranoide y alucinaciones, sobre todo visuales, con un
incremento en la incidencia de declinación cognitiva
(Rozencwajg & Bertoux, 2008), demencia y mortali-
dad a tres años (Ostling & Skoog, 2002).
Cognitivamente, en el envejecimiento se observa
una tendencia a la concretización del pensamiento en
la evaluación de tareas de decisión lexical y memo-
ria (Schwanenugel & Shoben, 1983; Paivio, 2013) y
se han descrito errores de categorización taxonómica
más evidentes con palabras abstractas (Rozencwajg &
Bertoux, 2008). Estos hallazgos deberán ser tomados
en consideración al intentar tipicar las alteraciones
cognitivas asociadas con los trastornos psicológicos y
conductuales o con la sintomatología psicótica en las
personas mayores.
Clínica
Los factores de riesgo de psicosis secundaria más fre-
cuentes en las personas mayores incluyen aislamiento
social, décits sensoriales, polifarmacia y declinación
cognitiva (Targum & Abbott, 1999; Targum, 2001). En
las enfermedades psiquiátricas las ideas delirantes y
las alucinaciones son hallazgos frecuentes y se consi-
deran síntomas psicóticos primarios (Karim & Byrne,
2005). En los síndromes confusionales –atribuibles a
múltiples causas médicas– es frecuente la presenta-
ción de síntomas psicóticos secundarios.
En pacientes tratados con antipsicóticos –especial-
mente los llamados “típicos”– Forrest & Fahn (1979)
describieron el cuadro de disfrenia tardía (tardive dys-
phrenia), un síndrome tardío en el cual se observa agu-
dización de síntomas psiquiátricos que fue atribuido a
una sobrerregulación (up-regulation) de los receptores
tipo D2 de la vía dopaminérgica mesolímbica (Frota,
2003). Esto es relevante si se considera que a muchas
personas mayores sin antecedentes de trastornos psi-
quiátricos primarios se les prescriben estos fármacos
en forma crónica para el tratamiento de sintomatología
afectiva, trastornos del sueño, agitación, etc.
En las psicosis de comienzo tardío se describen alu-
cinaciones en varias modalidades sensoriales, aparte
las clásicas alucinaciones auditivas de la esquizofrenia
y suelen ser de índole más paranoide. También se ob-
jetivan ideación delirante y escasos trastornos de la es-
fera afectiva, aunque éstos pueden estar ausentes (Kim
et al., 2022).
Se ha sugerido que las pruebas neuropsicológicas
más útiles para el diagnóstico positivo y diferencial
(sobre todo con la demencia frontotemporal varian-
te conductual – FTDvc), serían las subpruebas de re-
tención de dígitos o amplitud atencional (Digit-Span),
vocabulario, información y comprensión general de la
subescala de vocabulario de la escala de inteligencia
para adultos de Wechsler (Wechsler Adult Intelligence
Scale – WAIS) (Zakzanis et al., 2001).
En las psicosis de inicio muy tardío (Late-Life Psy-
chosis) existe un claro predominio de los síntomas
positivos (ideas delirantes y alucinaciones –más fre-
cuentes las auditivas–), presentes en el 80% de los ca-
73
Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
sos. También son frecuentes (35-64%) los síntomas de
primer rango de Schneider (1974) (Heinz et al., 2016).
Los trastornos del pensamiento y los síntomas negati-
vos son relativamente raros. Estos pacientes también
son proclives a desarrollar efectos adversos más seve-
ros por el uso de fármacos antipsicóticos, v.g., discine-
sias tardías (Tampi et al., 2019a).
Cognitivamente se han hallado trastornos en el
aprendizaje y retención mnésica, los cuales no son es-
pecícos (Van Assche et al., 2019) ya que pueden verse
también en el envejecimiento y en las enfermedades
neurodegenerativas.
La sintomatología afectiva, si ocurre, es secunda-
ria y el curso tiende a ser crónico, persistiendo una
base de síntomas psicóticos a pesar de la remisión de
los síntomas afectivos (Birchwood et al., 2005). La
frecuencia de sintomatología depresiva puede alcan-
zar hasta el 60%. El aplanamiento afectivo afectaría a
menos del 10% de los pacientes (Harvey et al., 2019).
En los trastornos afectivos con psicosis suele apa-
recer primero la sintomatología depresiva y de for-
ma secundaria los síntomas psicóticos, usualmente
incongruentes con el trastorno del estado de ánimo
(Tonna et al., 2012), los delirios suelen incluir temáti-
ca de culpa, ruina o catástrofe (akur et al., 1999) y
tienen un curso periódico (Gaudiano et al., 2009; Du-
bovsky et al., 2021).
En aquellos casos en que se halla historia familiar
positiva, ésta suele relacionarse con esquizofrenia y es
más frecuente en los pacientes diagnosticados como
esquizofrenia de comienzo tardío (Late-Onset Schi-
zophrenia – LOS) no siendo tan frecuente la asociación
con la esquizofrenia de comienzo muy tardío (Very La-
te-Onset Schizophrenia – VLOS) (Colijn et al., 2015).
Surge aquí nuevamente la dicultad de categorizar
estos cuadros, ya que de no cumplir con los criterios
diagnósticos aceptados para esquizofrenia deberían
conceptualizarse genéricamente como “psicosis” re-
servando la denominación “esquizofrenia” en particu-
lar para aquellos casos que sí reúnan criterios diag-
nósticos formales.
De sostenerse esta nomenclatura, la esquizofrenia
de comienzo tardío debería ser un subgrupo dentro
de la clasicación general de las psicosis de comienzo
tardío o psicosis tardías del mismo modo que la esqui-
zofrenia de comienzo muy tardío debería serlo dentro
de la clasicación general de las psicosis de comienzo
muy tardío.
Diagnóstico diferencial
En las enfermedades neurodegenerativas (enferme-
dad de Alzheimer – EA, enfermedad con cuerpos de
Lewy – ECL incluyendo la enfermedad de Parkinson
con demencia y la demencia con cuerpos de Lewy, la
demencia vascular y especialmente la DFTvc) aparte
de las alteraciones cognitivas, especialmente en me-
moria de trabajo y funciones ejecutivas, es especial-
mente prominente la presentación de síntomas con-
ductuales, muchos de ellos en la esfera de las psicosis
(Leroi et al., 2003; Diez & Ollari, 2021).
Pueden observarse síntomas conductuales en los
estados confusionales, sobre todo al atardecer y espe-
cialmente severos por la noche (‘sundowning’), debido
a fatiga sensorial, pérdida de claves visuales en la os-
curidad, inestabilidad del ritmo circadiano, etc. (Bliwi-
se, 1994; Canevelli et al., 2016). Pero también pueden
adoptar una signosintomatología orida en ausencia de
fallas atencionales o sensoperceptivas evidentes.
Demencia Frontotemporal variante
conductual (DFTvc)
La variante conductual de la demencia frontotempo-
ral (DFTvc) representa aproximadamente el 60 % de
los cuadros de degeneración lobar frontotemporal
(DLFT) (Onyike & Diehl-Schmid, 2013), siendo la
segunda causa de demencia en mayores de 65 años y
la más frecuente en menores de 60 (Onyike & Die-
hl-Schmid, 2013; Boeve et al., 2022).
Incluye como síntomas especícos el deterioro de
la conducta social y de las funciones ejecutivas, la pér-
dida de la iniciativa y cambios en la personalidad lo
que genera estrés y sobrecarga a familiares y cuidado-
res (Ratnavalli et al., 2002; Seeley, 2008; Mioshi et al.,
2013; Devenney et al., 2019).
El cuadro clínico suele iniciar con uno o varios de
los siguientes síntomas conductuales: pérdida del con-
trol de impulsos, desinhibición con jocosidad y com-
portamientos socialmente inapropiados, pérdida del
decoro, erotomanía, masturbación en público, acoso
sexual, etc. En estos pacientes no suele observarse el
humor expansivo y grandiosidad propios de los tras-
tornos psiquiátricos primarios, siendo indiferentes a
las consecuencias de su conducta aunque suelen com-
prender “racionalmente” su connotación inapropiada.
Las funciones cognitivas se ven comprometidas
sobre todo en tareas que requieren atención soste-
nida y alternante (set shiing), abstracción, toma de
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decisiones, organización conductual, planicación
y asignación de prioridades (temporización), obser-
vándose dicultades en la resolución de problemas y
control inhibitorio (Snowden et al., 2002). Las prue-
bas que predicen con mayor precisión el compromiso
frontotemporal incluyen al test de selección de cartas
de Wisconsin (Wisconsin Card Sorting Test – WCST)
(Heaton, 1981a & 1981b; Heaton, et al, 1993) y las
pruebas de uencia verbal (Zakzanis et al., 2001).
La memoria, el lenguaje y las funciones visuoes-
paciales no suelen afectarse hasta estadíos avanzados,
lo cual también facilita el diagnóstico diferencial con
las formas de presentación típicas de la enfermedad
de Alzheimer y otras demencias (Frisoni et al., 1995;
Rahman et al., 1999; Harciarek & Jodzio, 2005; Hut-
chinson & Mathias, 2007).
La evaluación neuropsicológica puede contribuir
al diagnóstico diferencial entre la DFTvc y las enfer-
medades psiquiátricas, incluyendo las psicosis taras.
Si bien las pruebas para funciones ejecutivas son de
aplicación mandatoria en estos pacientes, no han per-
mitido discriminar entre estos cuadros con sucien-
te signicación estadística (Overbeek et al., 2020).
La administración de pruebas de denominación por
confrontación, e.g., el test de denominación de Bos-
ton (Boston Naming Test – BNT) (Kaplan et al., 2001),
pruebas de abstracción y conceptualización verbal
(Rozencwajg & Bertoux, 2008), e.g., la subescala de
similaridades de la escala de inteligencia de Weschler
para adultos (WAIS) (Wechsler 1939, 1958 & 2008)
o de la escala abreviada de inteligencia de Wechsler
(Wechsler Abbreviated Scale of Intelligence – WASI)
(Wechsler, 2011) que evalúan la conceptualización
verbal y el razonamiento abstracto han mostrado una
elevada probabilidad de diferenciar la DFTvc (meno-
res puntajes) de las psicosis primarias (mayores pun-
tajes). El test que alcanzó mayor signicación estadís-
tica fue el BNT (Overbeek et al., 2020). Es interesante
notar que estas pruebas comparten componentes se-
mánticos del lenguaje y la memoria, usualmente atri-
buidos al lóbulo temporal.
El empleo de escalas o cuestionarios con criterios
diagnósticos operativos pueden facilitar la aproxima-
ción diagnóstica y eliminar factores confusores en
el diagnóstico diferencial (Ducharme et al., 2015 &
2020; Pressman et al., 2021). Así, la DFTvc suele ser
de comienzo insidioso y curso lentamente progresivo,
a diferencia de los trastornos psiquiátricos primarios,
que suelen ser de comienzo agudo o subagudo, curso
uctuante con empeoramientos y remisiones parciales
(waxing and waning); presenta ilusiones o alucinacio-
nes bizarras o escasamente sistematizadas las cuales
también son raras en las psicosis.
Las guías de criterios diagnósticos del Internatio-
nal Consortium revisados para la DFTvc enfatizan la
importancia de la distinción entre las formas posible
y probable de esta entidad (Raskovsky et al., 2011). El
diagnóstico de DFTvc ‘probable’ requiere la presencia
de declinación funcional y anormalidades frontotem-
porales en neuroimágenes estructurales y/o funciona-
les en tanto que el diagnóstico de la DFTvc ‘posible’ se
basa exclusivamente en criterios clínicos.
La DFTvc comparte una constelación de rasgos clí-
nicos con trastornos psiquiátricos primarios como des-
inhibición, apatía y conductas perseverativas / compul-
sivas. El trastorno en la cognición social (alteraciones
en las relaciones interpersonales e interacción social)
es otro rasgo común. Esta superposición clínica puede
producir errores diagnósticos en hasta el 50 % de los
pacientes que presenten compromiso psiquiátrico atí-
pico o síndrome frontal (Krudop et al., 2017).
El fenotipo clínico de las mutaciones de GRN y
C9ORF72 (la forma genética más común de demencia
frontotemporal asociada a TDP-43) es complejo, pero
son frecuentes y prominentes los síntomas neuropsi-
quiátricos incluyendo ansiedad, ideas delirantes y fal-
sas identicaciones del esquema corporal (Mahoney
et al., 2012; Devenney et al., 2016a).
Portadores de la expansión repetitiva del hexanu-
cleótido G4C2 del gen C9ORF72 muestran síntomas
psicóticos hasta en un 38% de los casos (Snowden et
al., 2012; Sellami et al., 2019). Estos síntomas suelen
aparecer varios años antes de la instalación de los ras-
gos distintivos de la demencia (Arighi et al., 2012; Du-
charme et al., 2017) y usualmente son descritos como
psicosis tardías (Galimberti et al., 2013). La presen-
cia de esta alteración genética fue detectada sólo en el
0.67 % de pacientes con esquizofrenia o trastorno es-
quizoafectivo (Galimberti et al., 2014) pero representa
un riesgo signicativamente más elevado de desarro-
llar esquizofrenia en familiares de portadores que los
familiares de no portadores (Devenney et al., 2018).
La apatía suele ser un síntoma particularmente
orientador, ya que no se acompaña de un trastorno
del estado de ánimo (i.e., síndrome depresivo, bipola-
ridad) sino aplanamiento afectivo e indiferencia. Fe-
nomenológicamente se observa falta de motivación e
iniciativa, ausencia de conductas propositivas autoge-
neradas, reducción en los movimientos espontáneos y
del autocuidado con abandono de las obligaciones y
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Psicosis tardías y fenocopias
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aciones, todo ello sin preocupación evidente por su
situación (Younes & Miller, 2020; Ahmed et al., 2021;
Peet et al., 2021).
Se ha sugerido que ideas delirantes somatomorfas
y distorsión de la imagen del propio cuerpo son sínto-
mas potencialmente orientadores para una mutación
C9ORF72 (Ducharme et al., 2017; Snowden et al.,
2012) relacionados con un procesamiento aberrante
del esquema corporal (Downey et al., 2014)
En la década de los años 90 se intentó caracterizar
dos formas de presentación basadas en la topografía
lesional más conspicua, la DFTvc tipo Frontal (vfDFT)
(Gregory et al., 1999) donde predominan las altera-
ciones conductuales como apatía (medial), desinhi-
bición (orbitobasal), rasgos disejecutivos (prefrontal
dorsolateral) y la DFTvc tipo Temporal (vtDFT) (Ed-
wards-Lee et al., 1997; Seeley et al., 2005) con mayor
frecuencia de trastornos psiquiátricos como apatía o
excentricidad (temporopolar y frontobasal) y trastor-
nos del lenguaje (Perry & Hodges, 2000).
Los pacientes con la variante temporal de DFT (vt-
DFT) (Seeley et al., 2005; Josephs et al., 2009) presentan
disfunción selectiva de las áreas temporopolares y fron-
tobasales. En aquéllos con compromiso predominan-
te del lóbulo temporal derecho (vtdDFT) se describió
mayor compromiso en las actividades sociales, obser-
vándose incapacidad de regular las relaciones sociales,
agitación e irritabilidad marcada con frecuente agre-
sividad verbal y física (Erkoyun & Pijnenburg, 2021).
Los pacientes con compromiso predominante en el
lóbulo temporal izquierdo (vtiDFT) en cambio, suelen
conducirse en forma afable sin mayor afectación de la
conducta social y presentando sobre todo alteraciones
en las funciones lingüísticas (Josephs et al., 2009). Lla-
mativamente, uno de los casos descritos para vtiDFT
que presentó síntomas similares a los observados en la
vtdDFT, correspondía a una paciente con dominancia
manual izquierda, destacando aún más las posibles di-
ferencias en el procesamiento diferencial de los distin-
tos dominios cognitivo-conductuales por parte de los
hemisferios cerebrales (Seeley et al., 2005).
Se ha propuesto así una cuarta variante del espec-
tro clínico de la DFT, afectando sobre todo –o por lo
menos inicialmente– el lóbulo temporal derecho (vt-
dDFT) (ompson et al., 2003; Chan et al., 2009). En
esta variante se describe la presencia de prosopagno-
sia –la cual no se observa habitualmente en la DFTvc
o en la afasia progresiva primaria variante semántica
(APP-S)–, aparte los trastornos conductuales (desin-
hibición, pérdida de empatía, compulsiones y apaa/
inercia en las formas iniciales y cambios dietarios con
hiperoralidad más prominentes que en otras formas
de DFT), trastornos del lenguaje (dicultad en el ha-
llazgo de vocablo y anomia) y de la memoria episódi-
ca (Ulugut Erkoyun et al., 2020). Generalmente evo-
lucionan a afasia con perseveración verbal y ecolalia.
El lenguaje deviene vacío de signicado, reducido en
volumen y con concretización del pensamiento.
La superposición sintomática de la vtdDFT con
otras demencias (v.g., EA) y otras formas clínicas del
espectro de la DLFT (DFTvc y APP-S) dicultan su
caracterización y reconocimiento temprano, estan-
do por el momento excluida de los distintos criterios
diagnósticos.
Síndrome de fenocopia de la DFTvc
(fDFTvc)
Las fenocopias pueden generar serios inconvenientes
diagnósticos al reproducir fenomenología clínica mu-
chas veces imposible de discriminar clínicamente de
asociaciones signosintomatológicas clásicas para en-
fermedades o complejos sindromáticos típicos.
Cuando la DFTvc evoluciona con deterioro cogni-
tivo muy lentamente progresivo y sin anormalidades
evidentes en neuroimágenes estructurales y funcio-
nales, debe sospecharse un síndrome de fenocopia de
DFT (Kipps et al., 2010).
Un número de pacientes categorizados como DFTvc
posible, en su mayoría varones, no progresan clínica-
mente a DFTvc probable según los criterios diagnósti-
cos vigentes (Mioshi et al., 2010; Rascovsky et al., 2011;
Beach et al., 2012; Perry et al., 2017) y permanecen
relativamente estables en esa categoa por varios años
(Hornberger et al., 2008 & 2009; Kipps et al., 2009).
Estos pacientes no declinan cognitiva o socialmen-
te y las neuroimágenes permanecen estables por largos
períodos, sin los cambios atrócos progresivos espera-
bles. Habitualmente no reúnen criterios para DFT pro-
bable precisamente debido a que sus neuroimágenes
son inespecícas o aun normales para la edad (Kipps et
al., 2010; Gossink et al., 2015; Valente et al., 2019).
También se han registrado casos de pacientes con
diagnóstico presuntivo de DFTvc sin alteraciones en
la tomografía por emisión de positrones marcada
con uorodesoxiglucosa (18F-FDG-PET) para detec-
tar compromiso del metabolismo cerebral regional y
sin atroa cerebral ni patología especíca en estudios
neuropatológicos (Devenney et al., 2016b). Estos pa-
cientes fueron inicialmente tipicados como síndro-
me de fenocopia “benigna” de la DFTvc (Davies et al.,
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Psicosis tardías y fenocopias
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2006; Kipps et al., 2010) y ulteriormente reclasicados
como síndrome de fenocopia de la DFTvc (fDFTvc)
(Phenocopy Syndrome of Behavioral Variant of Fronto-
temporal Dementia – phFTD) (Devenney et al., 2015;
Gossink et al., 2016).
La etiología de la fDFTvc sigue siendo desconocida
en la mayoría de los casos (Davies et al., 2006; Horn-
berger, et al., 2009; Devenney et al., 2018) y en términos
de pronóstico y tratamiento este síndrome es un dilema
clínico.
Sinucleinopatías. La demencia con cuer-
pos de Lewy
En las sinucleinopatías los trastornos conductuales
más relevantes incluyen cambios de personalidad,
trastornos afectivos (depresión, ansiedad, agitación,
irritabilidad), apatía (atimormia, décit de la autoac-
tivación – Self-Activation Decit’ – SAD) o acinesia
psíquica (Levy & Dubois, 2006), síntomas psicóticos,
alucinaciones visuales congruentes con el estado afec-
tivo, conductas y pensamientos estereotipados pseu-
docompulsivos (sin rituales ni ansiedad, personalidad
normal) (Laplane et al., 1984 & 1989; Levy & Chelune,
2007) y trastornos del sueño, particularmente sueño
REM sin atonía con o sin trastorno conductual del
sueño REM (REM Behavioral Disorder – RBD) (pér-
dida de la atonía muscular siológica, prominente
actividad muscular fásica y contracturas o espasmos
musculares, sueños vívidos en los que el paciente
toma parte verbal o físicamente, confusión o des-
orientación) (Schenck et al., 1986; Lapierre & Mon-
tplaisir, 1992; Schenck & Mahowald, 2002; Gagnon et
al., 2002; McCarter et al., 2012).
La enfermedad de Parkinson y los parkinsonismos
degenerativos representan ejemplos particularmente
valiosos de la heterogeneidad clínica de estos cuadros.
Se pueden hallar signos parkinsonianos en las sinu-
cleinopatías y en un variado grupo de taupatías, todas
las cuales presentan trastornos del movimiento, dete-
rioro cognitivo y trastornos de conducta relativamen-
te especícos (Bonelli & Cummings, 2007 & 2008;
Stamelou et al., 2013).
Estas patologías se acompañan de trastornos del
movimiento en la forma de extrapiramidalismo que
pueden orientar el diagnóstico cuando preceden a los
trastornos cognitivos y conductuales (enfermedad de
Parkinson-Demencia) pero no tanto cuando ocurre
a la inversa (Demencia con cuerpos de Lewy) (Har-
ding & Halliday, 2001; Emre et al., 2007; Tampi et al.,
2019b), ya que estos pacientes suelen ser medicados
con fármacos antipsicóticos inductores de sintomato-
logía motora extrapiramidal que ocultaría los signos
motores primarios de la enfermedad.
Sin embargo, en estos síndromes los síntomas con-
ductuales también pueden ser inducidos por la me-
dicación, particularmente debido a un incremento de
la actividad dopaminérgica por el efecto de fárma-
cos agonistas sobre receptores D3 en sistema límbico
(Voon & Fox, 2007). Entre los cuadros más frecuentes
se ha descrito el juego patológico o ludopatía (Dodd et
al., 2005; Avanzi et al., 2006), la conducta de búsqueda
de riesgo (Paulus et al., 2003; Krain et al., 2006; Avanzi
et al., 2008), los comportamientos estereotipados con
rituales motores automáticos sin nalidad (‘punding’)
(Evans et al., 2004; Miyasaki et al., 2007), la hiper-
sexualidad (Meko et al., 2008) y la desregulación de
la homeostasis hedónica por dopamina o síndrome de
desregulación dopamínica (dopamine dysregulation
syndrome), un verdadero “trastorno por consumo de
sustancias” en el cual el paciente consume compulsi-
vamente L-DOPA, debido a alteración funcional en
las proyecciones dopaminérgicas mesolímbicas al nú-
cleo accumbens (Giovannoni et al., 2000).
Una aproximación al diagnóstico diferencial en
estos casos consiste en conrmar que la aparición de
los síntomas precede a la exposición a fármacos o el
hallazgo de signos neurológicos inexplicables.
Enfermedad de Alzheimer (EA) atípica
Podemos hallar algunas formas atípicas de la EA, las
cuales también han atravesado por distintas etapas en
su denición y nomenclatura. La que fuera descrita
inicialmente como variante frontal de la EA pasó a ser
conocida como variante conductual / disejecutiva de
la EA (behavioural/dysexecutive variant of Alzheimer's
disease) y síndrome disejecutivo progresivo debido a
EA (progressive dysexecutive syndrome due to Alzhei-
mer's disease).
Entre un 10 y un 40 % de los pacientes diagnos-
ticados clínicamente como variante conductual de la
DFT presentan patología de Alzheimer en PET para
amiloide (Rabinovici et al., 2011; Ossenkoppele et al.,
2013) o en el examen patológico posmortem (Varma
et al., 1999; Forman et al., 2006; Alladi et al., 2007;
Beach et al., 2012).
La primera descripción de una variante frontal de
la EA data de 1999, siendo sus características promi-
nentes la presencia de fallas disejecutivas en la evalua-
ción neuropsicológica, especícamente en pruebas cro-
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Psicosis tardías y fenocopias
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 67-86.
nometradas, en la memoria de trabajo y en la uencia
fonológica. En esta variante frontal se puede hallar un
mayor número de ovillos en la corteza frontal compara-
da con la corteza temporomesial (Johnson et al., 1999).
El segundo consenso del grupo de trabajo interna-
cional (International Working Group – IWG-2) lidera-
do por Bruno Dubois (Dubois et al., 2014) incorporó
el fenotipo frontal de la EA como un síndrome con-
ductual progresivo con biomarcadores positivos para
EA con compromiso concurrente de las funciones eje-
cutivas en la evaluación cognitiva.
Recientemente se ha desdoblado esta variante en
dos cuadros clínicos de inicio temprano con sintoma-
tología similar pero diferente grado de compromiso
de las esferas cognitiva y conductual, la variante con-
ductual / disejecutiva (Ossenkoppele et al., 2015) y
el síndrome disejecutivo progresivo (Townley et al.,
2020) caracterizados por trastornos disejecutivos y
biomarcadores positivos para EA.
La forma disejecutiva de Ossenkoppele y colabora-
dores se caracteriza por una presentación con un 83 %
de síntomas cognitivos y sólo 3 % de compromiso
conductual, mientras que la variante conductual pre-
sentaba un 53 % de síntomas cognitivos y un 25 % de
síntomas conductuales. Las neuroimágenes permitie-
ron objetivar predominio de atroa de la corteza tem-
poroparietal y del precúneo con escaso compromiso
de las cortezas frontales.
El síndrome disejecutivo progresivo de Townley y
colaboradores afecta la programación, organización,
planicación y otras funciones ejecutivas, es de co-
mienzo temprano (menores de 40 años, edad prome-
dio 53,8 años) y se asocia con trastornos de conducta
en un 29 % de los casos, presentando patología pre-
dominante en el lóbulo frontal medio y en el lóbulo
parietal superior. El cuadro fue denido por el pre-
dominio de décits en tests neuropsicológicos “ad -
hoc”, entre ellos el Digit-Span reverso, el Trail-Making
Test-B, la uencia fonológica y el test de interferencia
color-palabra de Stroop. Estos autores han propuesto
criterios diagnósticos especícos para este síndrome.
La variante conductual / disejecutiva y el síndrome
disejecutivo progresivo de la EA son poco frecuentes,
representando no más de un 2 % de los pacientes con
neuropatología de EA (Snowden et al., 2007) pero su
prevalencia se incrementa hasta un 7 % a 20 % de los
pacientes con diagnóstico inicial de DFT (Mendez et
al., 2013).
Psicosis post ACV
Los pacientes que padecen un accidente cerebrovascu-
lar (ACV) o ataque cerebral (stroke) pueden presentar
deterioro cognitivo post ACV (Gorelick et al., 2011; Sa-
chdev et al., 2014; Quinn et al., 2021) ya sea inmedia-
tamente o en un breve lapso posterior y hasta un 20 %
de ellos no se recuperan totalmente (El Husseini et al.,
2023). Sin embargo, los trastornos cognitivos de causa
vascular también pueden progresar lentamente seme-
jando una enfermedad neurodegenerativa, particular-
mente las formas de compromiso isquémico subcortical
por enfermedad de pequeño vaso (Sachdev et al., 2014).
El estudio del grupo internacional de leucoaraiosis
y discapacidad en las personas mayores (Leukoaraiosis
and Disability in the Elderly study – LADIS) elabo
una escala neuropsicológica para evaluar las funcio-
nes cognitivas en función de los cambios relacionados
con la edad observados en la sustancia blanca cerebral
(age-related white matter changes – ARWMC), basada
en la subescala cognitiva de la escala de evaluación de
la enfermedad de Alzheimer (Alzheimer’s Disease As-
sessment Scale-Cognitive subscale – ADAS-Cog) (Ro-
sen et al., 1984; Mohs & Cohen, 1988; Podhorna et al.,
2016), el VaDAS-Cog (Mohs et al., 1997; Pantoni et
al., 2006), el cual incluyó pruebas para evaluar funcio-
nes ejecutivas y tareas cronometradas (uencia verbal,
símbolo-dígito y otras), más especícas para cuadros
de compromiso vascular de la sustancia blanca (Mohs
et al., 1997; Pantoni et al., 2006).
Se observó que los adultos mayores se desempeña-
ban peor en tareas como el test del trazo (Trail-Ma-
king Test – TMT) símbolo-dígito (Symbol-Digit) y
cancelación de dígitos (Digit Cancellation), entre otros
y la edad se destacó como variable independiente en
dichos dominios.
Los síntomas neuropsiquiátricos post ACV, por su
parte, ocurren en aproximadamente un 30 % de los
sobrevivientes de un evento agudo y son predictores
de pobre evolución (Chemerinski & Robinson, 2000;
Hackett et al., 2014). La psicosis post ACV más fre-
cuente es el trastorno delirante, seguido por la psicosis
esquizofreniforme y los trastornos del estado de áni-
mo con rasgos psicóticos.
La psicosis post ACV suele presentarse a una edad
promedio de 66.6 años con ligero predominio en el
sexo masculino.
La prevalencia estimada de ideas delirantes es del
4.6 7% y la de alucinaciones aproximadamente un
5.05 % (Stangeland et al, 2018; Zhang et al, 2020) y el
comienzo tardío es habitual (Almeida & Xiao, 2007).
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Psicosis tardías y fenocopias
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El 40.2 % de los pacientes presentan lesiones en el
hemisferio derecho, mientras que sólo en el 7.2 % se
halló compromiso del hemisferio izquierdo y un 3.4 %
presentan lesiones bilaterales. Con respecto al com-
promiso regional, se halló participación del lóbulo pa-
rietal derecho en un 15.2 %, del lóbulo frontal derecho
en un 11.4 %, del lóbulo temporal derecho en un 9.8 %
y del núcleo caudado derecho en el 5.3 % de los casos
(Stangeland et al., 2018) localizaciones que llamativa-
mente se solapan con las observadas en el deterioro
cognitivo vascular (Weaver et al., 2021).
Conclusiones
La presentación de trastornos conductuales en las
personas mayores conlleva serias dicultades para
la caracterización de la etiología probable cuando se
cumplen dos condiciones principales: (i) el cuadro no
reúne criterios diagnósticos para psicosis primarias; y
(ii) el cuadro no reúne criterios diagnósticos clásicos
para psicosis secundarias…
Desde un punto de vista práctico, sería recomen-
dable unicar la nomenclatura de estos cuadros sin
atribuirlos a categorías diagnósticas especícas, i.e.,
psicosis de comienzo tardío (Late-Onset Psychosis)
y psicosis de comienzo muy tardío (Very Late-Onset
Psychosis) en función de la edad de comienzo entre los
40 y 60 años o en mayores de 60 años.
Evaluación para aproximación diagnóstica y
plan de tratamiento
La anamnesis sigue siendo la base de la aproximación
diagnóstica. Se debe realizar un interrogatorio detalla-
do tanto del paciente como de sus familiares directos.
Se debe registrar el curso temporal de los síntomas,
sobre todo la edad de inicio y forma de instalación,
así como el tipo, duración, frecuencia, severidad y pa-
trón evolutivo de los mismos. Es importante conocer
el consumo de medicamentos, productos hormonales
y suplementos nutricionales –sobre todo aquellos que
hayan sido prescritos en regímenes prolongados– y el
consumo problemático de sustancias (lícitas o ilícitas).
La rutina de exámenes complementarios debe in-
cluir un ECG, neuroimágenes y pruebas de laboratorio
(hemograma, glucemia en ayunas con hemoglobinas
glicosiladas, ionograma, lipidograma, hepatograma,
función renal (uremia, creatininemia), función tiroi-
dea, vitaminas B9, B12 y D. El uso de exámenes com-
plementarios que se apartan de la rutina es costoso
y debe ser empleado en función de la evidencia y la
sospecha clínica fundamentada.
En principio se deben considerar dos señales de
alerta para iniciar una búsqueda sistemática de etio-
logías que respondan por la sospecha diagnóstica: las
presentaciones atípicas y la edad de comienzo inusual.
Criterios propuestos
Para denir un diagnóstico de psicosis de comienzo
tardío “primaria” se deberá hallar una:
1. Psicosis de comienzo tardío, denida por presen-
tación de los síntomas fuera del rango etario más
característico.
2. Los síntomas no reúnen criterios diagnósticos para
tipicar el cuadro en una categoría clásica.
3. Pueden presentarse síntomas bizarros.
4. Ausencia de antecedentes personales de cuadros
psicóticos o enfermedades mentales en la juventud
o en la etapa de adulto joven.
5. Ausencia de antecedentes de consumo crónico
problemático de alcohol o sustancias de reconoci-
do efecto psicotomimético.
6. Ausencia de sospecha de cuadros neurológicos,
metabólicos, endocrinológicos o de otras enferme-
dades generales que puedan explicar los síntomas.
7. Los síntomas no coexisten con estado confusional.
Con nes epidemiológicos y para ulteriores catego-
rizaciones de las psicosis tardías, sería importante
contar con información detallada de los antecedentes
familiares de enfermedades mentales.
Ante la profusión de clasicaciones, descripciones
y propuestas, es mandatorio simplicar los conceptos
y generar un constructo de investigación que permita
producir recomendaciones válidas para aplicación en
la práctica general.
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Artículo de revisión
87
Resumen
Este documento constituye la tercera y última parte del Tercer Consenso Argentino sobre el Manejo de los
Trastornos Bipolares llevada a cabo por la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (AAPB). Siguiendo con
el objetivo propuesto por el comité de expertos, en la actual versión del Consenso sobre el manejo de los tras-
tornos bipolares, esta sección está enfocada al abordaje de los Trastornos Bipolares en situaciones especiales.
Esto congura una revisión exhaustiva de la evidencia cientíca sobre: a) el manejo de los trastornos bipolares
en pacientes resistentes al tratamiento, b) el manejo de los trastornos bipolares en la mujer en el período per-
inatal, c) el manejo del trastorno bipolar en la etapa infantojuvenil y d) el manejo de los trastornos bipolares en
los adultos mayores.
Palabras clave: Trastornos bipolares - Guías basadas en la evidencia - Consenso de expertos - Estabilizadores
del ánimo - Litio - Antidepresivos - Antipsicóticos - Resistencia al tratamiento - Perinatal - Infantojuvenil -
Adultos mayores.
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos
Bipolares. Tercera Parte: Manejo de los Trastornos Bipolares en
el contexto de situaciones especiales
Third Argentine Consensus statement on management Bipolar Disorders. Section3: Bipolar
Disorder in the context of special situations
Marcelo Cetkovich-Bakmas1, Andrea Abadi2, Sebastián Camino3, Gerardo García Bonetto4,
Luis Herbst5, Eliana Marengo6, FernandoTorrente7, Tomás Maresca8, Julián Bustin9, Carlos
Morra10, Ricardo Corral11, Daniel Sotelo12, Sergio Strejilevich13, Julián Pessio14, Juan José
Vilapriño15, Manuel Vilapriño16, Gustavo Vázquez17, Alejo Corrales18
RECIBIDO 12/5/23 - ACEPTADO 20/7/23
1.Investigador del Instituto de Neurociencias Cognitivas y Traslacionales (INCYT), CONICET-Fundación INECO-Universidad Favaloro. Buenos Aires,
Argentina.
2.Directora del Departamento de Psiquiatría infanto-juvenil de INECO. Docente de la Universidad Favaloro, Buenos Aires, Argentina.
3.Área Asistencia e Investigación en Trastornos del Ánimo. Hospital “Braulio A. Moyano”, Buenos Aires, Argentina.
4.Director GCPS.A. Investigaciones Clínicas, Instituto Médico DAMIC, Hospital Neuropsiquiátrico Provincial, Córdoba, Argentina.
5.Médico psiquiatra. Buenos Aires, Argentina.
6.Área Asistencia e Investigación en Trastornos del Ánimo. Directora de área PRYMA.
7.Investigador del Instituto de Neurociencias Cognitivas y Traslacionales (INCYT), CONICET-Fundación INECO-Universidad Favaloro, Buenos Aires,
Argentina.
8.Presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica (AAPB).
9.Institute of Cognitive and Translational Neurosciences (INCYT), Fundación INECO-Universidad Favaloro, Buenos Aires, Argentina.
10.Director del posgrado de Psiquiatría de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC). Córdoba, Argentina.
11.Director de la Fundación para el Estudio y Tratamiento de las Enfermedades Mentales (FETEM). Jefe de Docencia e Investigación del Hospital de
Salud Mental “J. T. Borda”. Profesor de Psiquiatría, Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Presidente de la Asociación Argen-
tina de Psiquiatras (AAP). Buenos Aires, Argentina.
12.Magíster en Psiconeurofarmacología. Área de Neurociencias, Centro Médico Luquez. Córdoba, Argentina.
13.Área, Asistencia e Investigación en Trastornos del Ánimo. Presidente del Capítulo Argentino de ISBD.
14.Departamento de Psiquiatría de Instituto de Neurología INECO Cognitiva. Profesor de la Universidad Favaloro. Buenos Aires, Argentina.
15.Profesor adjunto de Psiquiatría, Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo (UNCUYO), Director médico de la Clínica Del Prado.
Mendoza, Argentina.
16.Presidente de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA).
17.Department of Psychiatry, School of Medicine, Queen’s University. Kingston, Ontario, Canadá.
18.Magíster en Biología Molecular e Ingeniería Genética, Universidad Favaloro. Docente de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT). Presidente del
Capítulo de Psiquiatría genética (AAP), Buenos Aires, Argentina.
Autor correspondiente:
Alejo Corrales
alejocorrales@hotmail.com
Lugar de realización del estudio: Asociación Argentina de Psiquiatría Biológica.
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.488
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 87-110. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.488
88
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
Abstract
This document constitutes the third and last part of the Third Argentine Consensus on the Management of Bipolar
Disorders carried out by the Argentine Association of Biological Psychiatry (AAPB). Continuing with the initial objective,
this section of the Consensus on the Management of Bipolar Disorders is focused on the management of bipolar disor-
ders in special populations. This section constitutes a comprehensive review and expert consideration of the scientic
evidence on: a) the management of bipolar disorders in treatment-resistant patients; b) the management of bipolar
disorder in childhood and adolescence; c) the management of bipolar disorders in women during their perinatal period
and, d) the management of bipolar disorders in older adults.
Keywords: Bipolar disorders - Evidence base guidelines - Consensus of experts - Mood stabilizers - Antidepressants -
Antipsychotic drugs - Treatment-resistant - Perinatal - Child-Adolescent - Elderly.
I. El trastorno bipolar resistente al tra-
tamiento (BRT)
1. Introducción
El trastorno bipolar resistente al tratamiento (TBRT)
es común, aunque su exacta prevalencia se desconoce
debido a la gran variabilidad de deniciones existen-
tes entre los estudios (Poon et al., 2012). El tratamien-
to de la depresión bipolar –que es la forma clínica más
frecuente de presentación de la enfermedad– es uno
de los desafíos clínicos más importantes en psiquia-
tría (Vázquez et al., 2013). En efecto, los pacientes
diagnosticados con trastorno bipolar (TB) pasan una
gran cantidad de tiempo experimentando síntomas
depresivos subsíndromicos o cursando episodios de-
presivos mayores que impactan negativamente sobre
su calidad de vida (Judd y Akiskal, 2003; Post, 2005).
Actualmente, la evidencia indica que solo un 40 %
de los pacientes con depresión bipolar responde al tra-
tamiento con quetiapina –que es, de hecho, el fármaco
propuesto como primera alternativa terapéutica en la
última guía CANMAT (Yatham et al., 2018)– luego de 8
semanas, y los resultados son incluso menos favorables
que con otros fármacos de primero y segundo nivel de
recomendación como el litio, lamotrigina o la combi-
nación olanzapina/uoxetina (De Fruyt et al., 2012; Ge-
ddes et al., 2009; Yatham et al., 2003; Sidor et al., 2011).
Por otro lado, la adición de antidepresivos al trata-
miento con estabilizadores del ánimo es útil en menos
de un cuarto de los pacientes con depresión bipolar
(Sachs et al., 2011). Asimismo, la respuesta al trata-
miento farmacológico del episodio maníaco en mo-
noterapia es del 40-60 % aproximadamente, y puede
alcanzar casi al 80 % cuando se recurre a la combina-
ción de litio o un anticonvulsivante con un antipsicó-
tico (Tamayo et al., 2010).
Con el objetivo de aportar claridad al momento
de realizar estudios venideros que busquen evaluar la
ecacia de intervenciones tanto farmacoterapéuticas
como no farmacoterapéuticas, un consenso de exper-
tos (Hidalgo-Mazzei et al., 2019) ha acordado las si-
guientes deniciones:
TBRT-depresión: es la falla para alcanzar y mante-
ner la remisión sintomática o tolerar dos ensayos
terapéuticos en forma adecuada, por al menos 8
semanas, a dosis terapéuticas, con una apropiada
adherencia al tratamiento de monoterapia (con
olanzapina/uoxetina, lamotrigina, quetiapina o
lurasidona) o al menos uno de estos en combina-
ción con valproato, lamotrigina o litio.
TBRT-manía: es la ausencia de una reducción sig-
nicativa del score de YMRS o un aumento signi-
cativo de MADRS o HDRS y un puntaje de HDRS
mayor a 6.
TBRT-mantenimiento: es la ausencia de cambios
en la frecuencia de episodios o un puntaje de MA-
DRS o HDRS mayor a 6 o YMRS mayor a 7 entre
episodios.
En cualquier caso, antes de considerar que se está fren-
te a una situación clínica de resistencia al tratamien-
to, se debe descartar que la falta de respuesta no se
corresponda con un fenómeno de pseudorresistencia.
Ante este escenario de falta de respuesta al trata-
miento son verdaderamente escasas las estrategias de
potenciación que han sido evaluadas para el abordaje
de los episodios. A continuación se revisarán los datos
y la evidencia para orientar a los profesionales de la
salud a la hora de abordar pacientes con TBR.
89
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
2. TBRT-depresión
2.1. Tratamientos farmacológicos
2.1.1. Pramipexol
Dos ensayos clínicos controlados y aleatoriza-
dos han demostrado la mayor ecacia de pramipe-
xol sobre placebo como estrategia de potenciación
en aquellos pacientes con TBRT-depresión, con una
tasa de respuesta superior al 60 % (Zarate et al., 2004;
Goldberg et al., 2004). Estos han sido incluidos en
un metaanálisis, en el que se observó una diferencia
estadísticamente signicativa en comparación con
placebo (OR = 10.2) (Fornaro et al., 2020). La admi-
nistración de este principio activo con acción agonista
dopaminérgica requiere el monitoreo de efectos ad-
versos conductuales, ya que su uso se asocia con una
probabilidad mayor de presentar ludopatía (OR = 3.2)
(Wolfschlag et al., 2021).
2.1.2. Armodanilo
Un estudio con 24 pacientes ha evaluado la ecacia y
la tolerabilidad de armodanilo en una dosis de 200
mg/día (Calabrese et al., 2014), con una tasa de res-
puesta del 30 %, la cual no ha diferido de la obtenida
con placebo (31 %) en un total de 199 personas. Así,
la administración de este principio activo no se con-
sidera una estrategia farmacoterapéutica de utilidad.
2.1.3. Modanilo
La administración de modanilo en dosis que oscilan
entre 100-200 mg/día (174.2 mg en promedio) en for-
ma concomitante al tratamiento con antidepresivos,
litio, antipsicóticos de segunda generación, valproato,
carbamazepina o lamotrigina ha demostrado mejorar
la sintomatología depresiva, con una tasa de respuesta
del 44 % versus 23 % con placebo (Frye et al., 2007).
2.1.4. Ketamina y esketamina
Esketamina spray nasal fue aprobado por la FDA para
el tratamiento de la depresión resistente al tratamiento
en marzo de 2019 y para la depresión con alto riesgo
suicida en agosto de 2020. Sin embargo, en los cua-
tro ensayos que sustentan su aprobación, padecer TB
ha sido utilizado como criterio de exclusión (Popova
et al., 2019; Daly et al., 2019; Fu et al., 2020; Ionescu
et al., 2021). De este modo, la información favorable
para esketamina en el abordaje de la depresión bipolar
se limita a reportes de casos (Skrpitshak et al., 2021).
Pese a no contar con la aprobación por parte de la
FDA, la evidencia de ketamina administrada por vía
endovenosa en el tratamiento de la depresión es pro-
misoria. Un metaanálisis sobre 24 estudios (n = 1.887)
ha dado cuenta de que la utilización de este principio
activo exhibiría, en comparación con esketamina nasal,
una mejor tasa de respuesta global (RR = 3.01 versus
RR = 1.38) y una mejor tasa de remisión (RR = 3.7
versus RR = 1.47), al mismo tiempo que ostenta una
menor tasa de abandono del tratamiento (RR = 0.76
versus RR = 1.37) (Bahji et al., 2021). En lo que con-
cierne especícamente a la utilidad de ketamina en la
TBRT-depresión, se observan dos ensayos clínicos con-
trolados y aleatorizados con diseño cruzado (es decir,
los participantes se exponen a dos intervenciones, pero
el orden en que lo hacen es aleatorio), de 6 semanas de
duración, que exhiben una reducción signicativa de la
signo-sintomatología depresiva (Díaz Granados et al.,
2010; Zarate et al., 2012). En 2020, Fornaro y colabora-
dores han conducido un metaalisis de estos estudios
en el que se registró un alto odd de respuesta (OR =
10.682) en comparación con placebo y al día 1 post-ex-
posición. No obstante, esta respuesta desaparecía tras
dos semanas de iniciado el tratamiento.
Tabla 1. Criterios de depresión bipolar resistente al tratamiento
Criterio
Paciente diagnosticado con TB I/II, de acuerdo con la denición del DSM-5, que cumple criterios para un episodio depresivo
mayor moderado/severo y, además, que ha fallado en alcanzar la remisión sintomática luego de 8 semanas o no ha tolerado dos
ensayos diferentes durante 8 semanas a dosis adecuadas con:
a. al menos dos fármacos del grupo A en monoterapia; o bien,
b. al menos un fármaco del grupo A en monoterapia y uno del grupo A en combinación con un tratamiento diferente de los que
guran en el grupo B.
Fármacos del grupo A Fármacos del grupo B
Olanzapina (10-20 mg/día) y uoxetina (20-60 mg/día) Lamotrigina (200-400 mg/día).
Quetiapina (300-600 mg/día) Valproato (1000-2000 mg/día).
Lurasidona (37-148 mg/día) Litio (alcanzando una litemia de al menos 0.8 mEq/L)
Lamotrigina (200-400 mg/día)
90
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
2.2. Tratamientos instrumentales
2.2.1. Terapia electroconvulsiva
La terapia electroconvulsiva (TEC), utilizada en psi-
quiatría desde 1930, continúa siendo una práctica
altamente efectiva en la actualidad, incluso en casos
de depresión resistente al tratamiento (Petrides et al.,
2011). En este sentido, el Consortium for Research in
ECT (CORE por sus siglas en inglés) reportó una tasa
de remisión del 75 % entre 217 pacientes que comple-
taron un curso corto de TEC en un episodio depresivo
agudo, la que se sostuvo hasta en un 65 % de los pa-
cientes en la cuarta semana (Husain et al., 2004).
Por otro lado, una revisión sistemática de 118 estu-
dios con 1.144 pacientes exhibió un tamaño de efecto
de TEC de 0.8 (es decir, más efectivo que el tratamiento
farmacológico) (e UK ECT Review Group, 2003).
Aunque se ubica en una segunda línea de reco-
mendación en el abordaje de la depresión bipolar, la
TEC debería ser considerada como una opción tera-
péutica prioritaria en casos de depresión severa con
riesgo suicida, catatonía o depresión psicótica (Ya-
tham et al., 2018). Pese a la vasta información que da
cuenta de su ecacia, su tasa de prescripción varía a lo
largo del mundo (Pippard et al., 1992; Hermann et al.,
1995), ya sea por cuestiones que erróneamente se atri-
buyen a su seguridad –y se vinculan particularmente
con el desconocimiento por parte de los propios pro-
fesionales de la salud– así como por la existencia de un
sesgo ideológico que carece de un verdadero sustento
cientíco (Ithman et al., 2018). En efecto, no existen
contraindicaciones completas para su utilización y
puede ser aplicada en mujeres embarazadas y adultos
mayores ya que ha demostrado altos niveles de e-
cacia (Lambritchs et al., 2022; Rose et al., 2020). No
obstante, personas con enfermedades cardíacas des-
compensadas (infarto, arritmias) o cerebrovasculares
(ACV o hemorragia cerebral reciente) o individuos
que padecen incremento de la presión intracraneal
tienen un riesgo adicional de presentar complicacio-
nes. En estos últimos casos, se requiere una completa
evaluación clínica y neurológica antes de implementar
esta terapéutica (Task Force, 2001).
En el tratamiento de la depresión bipolar, la TEC se
aplica 2 a 3 veces por semana hasta 6 a 18 sesiones en
total, bajo anestesia, con relajación muscular, moni-
toreo del funcionamiento cardiológico y con lecturas
de EEG que tienen medidas cuantitativas muy preci-
sas de las características de las crisis desencadenadas,
pudiendo ajustar así el estímulo necesario y controlar
efectivamente la calidad de la convulsión (APA, 2002).
Dadas las dicultades metodológicas para compa-
rar la TEC con un placebo, tres estudios han cotejado
su ecacia aguda en pacientes con trastorno depresivo
mayor y depresión bipolar. A este respecto, los resulta-
dos no hallaron diferencias signicativas en la tasa de
respuesta alcanzada (Bailine et al., 2010; Medda et al.,
2009; Sienaert et al., 2009). Por otro lado, Schoeyen y
colaboradores (Schoeyen et al., 2014) han documenta-
do una respuesta superior –y de un modo más rápido–
de este tratamiento en comparación con el algoritmo
farmacológico habitual. Finalmente, la TEC se presenta
como un tratamiento de mantenimiento de utilidad en
la prevención de hospitalizaciones (Madero et al., 2022).
Este consenso recomienda el uso de la TEC en
las siguientes ocasiones:
Depresión bipolar resistente al tratamiento.
Depresión con síntomas catatónicos.
Depresión con síntomas psicóticos.
Depresión con ideación suicida aguda.
Depresión en el embarazo.
Antecedente de buena respuesta a la electroconvulsivoterapia.
Rápido deterioro del estado físico.
Intolerancia al uso de fármacos.
Manía resistente al tratamiento.
Ketamina administrada en forma endovenosa se
presenta como una estrategia novedosa, segura
y ecaz en el abordaje de la depresión bipolar
resistente al tratamiento. Su adicional propiedad
antisuicida y la rapidez de su acción terapéutica
la ubican en el primer nivel de recomendación
en aquellos casos de resistencia al tratamiento.
2.2.2. Estimulación magnética transcraneal
La ecacia de este tratamiento instrumental no inva-
sivo es aún controversial: mientras que Fitzergald y
colaboradores (Fitzergald et al., 2016) no han demos-
trado utilidad de este abordaje terapéutico, se publicó
recientemente un estudio –con un tamaño muestral
pequeño, de 29 pacientes– que describió a la estimu-
lación magnética transcraneal como un tratamiento
seguro y ecaz (Zengin et al., 2022). En este marco, es
evidente que se requerirá una mayor cantidad de estu-
dios para alcanzar conclusiones más certeras respecto
de la utilidad de esta herramienta.
91
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
3. TBRT-manía
3.1. Tratamiento farmacológico
3.1.1. Clozapina
Clozapina ha demostrado ser un fármaco con propie-
dades estabilizadoras del ánimo (Suppes et al., 2003),
además de exhibir una alta utilidad en el manejo del
TBRT, reduciendo signicativamente el número de
hospitalizaciones, el tiempo de internación, la suici-
dabilidad y la coprescripción de otros psicofármacos
(Nielsen et al., 2012). Un ensayo clínico controlado y
aleatorizado con 67 pacientes con TBRT-manía eviden-
ció la mayor ecacia de la titulación rápida de clozapina
sobre la titulación lenta, sin diferencias signicativas en
el perl de efectos adversos (Itfeni et al., 2014).
3.2. Tratamientos instrumentales
3.2.1. Terapia electroconvulsiva
Doce estudios controlados y aleatorizados (n = 863)
fueron metaanalizados, observándose que la combi-
nación de la TEC con el tratamiento farmacológico
produjo una reducción clínica y estadísticamente sig-
nicativa, siendo su tolerabilidad similar a la aproxi-
mación farmacoterapéutica (Zhang, 2021).
Tabla 2. Estrategias para la DBPT
Recomendación Agente de
combinación (dosis)
Nivel de
evidencia
Primera línea
TEC (12-18 sesiones)
Ketamina (0,5 mg/kg,
múltiples dosis intrave-
nosas)a
Nivel 1
Segunda línea
Estimulación magnética
transcraneal
Pramipexol (adj)
(0.75 mg-1.5 mg/día)
Modanilo (adj)
(100-200 mg/día)
Nivel 2
Tercera línea
Esketamina (56-84
mg, múltiples dosis
inhaladas)
Nivel 3
Nota. a no se recomienda la utilización de armodanilo; adj: tratamiento
adjunto.
Tabla 3. Estrategias para la manía resistente al
tratamiento
Recomendación Agente de
combinación (dosis)
Nivel de
evidencia
Primera línea TEC (12-18 sesiones) Nivel 1
Segunda línea Clozapina
(titulación rápida) Nivel 2
II. Tratamiento de las mujeres con TB
en el período perinatal
1. Introducción
Desde el punto de vista clínico, el tratamiento de los
TB durante el período perinatal constituye un verdade-
ro reto, y con el objetivo de cuidar la salud integral de
la mujer y la de sus hijos, tanto en el corto como en el
largo plazo, se requieren decisiones terapéuticas com-
plejas. En este contexto, las medidas destinadas a man-
tener, discontinuar o modicar tratamientos de los TB
en este período particular deben evaluarse caso a caso
y es necesario que estén apoyadas en la interpretación
adecuada de la evidencia cientíca, en los antecedentes
clínicos y en la situación vital de cada mujer.
El período perinatal se asocia con un mayor ries-
go de recurrencias o de inicio de los TB (Masters et
al., 2022). Así, los estudios muestran que mantener
el tratamiento estabilizador durante la gestación y el
posparto es efectivo en la prevención de recurrencias
(Salim et al., 2018; Wesseloo et al., 2016). Por el con-
trario, la discontinuación de los tratamientos eutimi-
zantes –particularmente aquellos que se llevan a cabo
de manera rápida– se asocia con recaídas más tem-
pranas durante el embarazo (Larsen y Saric, 2017; Vi-
guera et al., 2007). Las recurrencias de los TB pueden
implicar riesgos biológicos y psicosociales que atentan
contra la salud y el bienestar materno fetal y que, por
lo tanto, justican frecuentemente la utilización de
tratamientos farmacológicos (Clark y Wisner, 2018).
Por otra parte, el embarazo en los TB se ha asocia-
do más frecuentemente con evoluciones obstétricas y
neonatales adversas como partos prematuros, cesá-
reas, hipertensión y diabetes gestacional, hemorragias
obstétricas y recién nacidos pequeños o grandes para
la edad gestacional (Batt et al., 2022; Clark y Wisner,
2018; Rusner et al., 2016).
2. Período preconcepcional
La intervención y asesoramiento de los profesionales
de la salud en el período previo a la concepción es cla-
ve para mejorar y garantizar el estado general de una
mujer diagnosticada con TB que proyecta un emba-
razo y que eventualmente atravesará por un período
posparto: la cesación tabáquica y de consumo de sus-
tancias o alcohol, la incorporación de hábitos de vida
saludables y la suplementación preconcepcional con
ácido fólico son medidas importantes en este período.
Como se detallará más adelante, dado que valproato
no debe ser usado en el embarazo, para las mujeres
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
que lo planiquen y aún estuvieran en tratamiento
con este fármaco, es necesario contemplar alternativas
terapéuticas de mayor seguridad reproductiva (Medi-
cines Agency, 2018).
La planicación de los embarazos en las mujeres
con TB es fundamental. Así, el primer paso consiste
en realizar una evaluación detallada del estado ac-
tual y conocer los antecedentes clínicos y terapéuti-
cos más relevantes. Con el objetivo de proyectar un
tratamiento óptimo para el embarazo y el período
posparto, se discutirá con la mujer sobre el perl de
seguridad reproductiva de los fármacos que utiliza,
las posibles alternativas terapéuticas, los riesgos de re-
caída asociados a la discontinuación del tratamiento
y sus preferencias como paciente. En este marco, es
muy frecuente que las decisiones terapéuticas durante
el período perinatal requieran el diálogo y la plani-
cación conjunta con profesionales de otras especiali-
dades médicas vinculadas a la salud maternoinfantil.
En aquellas mujeres que llevan períodos prolonga-
dos de eutimia, con antecedentes de recaídas leves y
que quieren cursar su embarazo sin tratamiento far-
macológico, es posible iniciar la reducción progresiva
de la administración de medicamentos durante el pe-
ríodo preconcepcional junto con un monitoreo cerca-
no de la evolución clínica (Sharma et al., 2020; Yatham
et al., 2018).
Asimismo, en aquellas mujeres que no logran pe-
ríodos prolongados de eutimia, o registran antece-
dentes de episodios severos, recurrencias asociadas a
la disminución o retiro de fármacos y/o que pree-
ren no discontinuar su tratamiento, es recomendable
mantener el régimen farmacoterapéutico para el TB
(Clarck, 2018; Sharma et al., 2020). Se priorizará, de
ser posible, la prescripción de fármacos que combinen
ecacia conocida para el tratamiento de cada mujer
con el mejor perl de seguridad reproductiva. En re-
lación con esto, la elección de principios activos con
mayor evidencia de seguridad embriofetal y obstétri-
ca, en monoterapia y en las menores dosis que sean
efectivas, son recomendaciones fundamentales para la
prescripción perinatal.
A continuación se resume información tanto de las
aproximaciones farmacoterapéuticas como de la TEC
durante el período perinatal. No obstante, cuando se
prescriban tratamientos durante este período, será
necesario revisar si existen actualizaciones en la evi-
dencia publicada de relevancia clínica posteriores a la
redacción de este documento.
2.1. Litio
El uso de litio en el primer trimestre de embarazo se
ha asociado a un pequeño aumento de riesgo de mal-
formaciones cardíacas, que ocurre con una prevalen-
cia de aproximadamente 1.2 % (Fornaro et al., 2020).
Actualmente, este riesgo es signicativamente menor
que el estimado en los primeros estudios publicados.
La evidencia presente sugiere un riesgo para malfor-
maciones cardíacas dosis-dependiente, encontrán-
dose un aumento estadísticamente signicativo con
dosis mayores a 900 mg/día (Patorno et al., 2017). El
litio puede asociarse con complicaciones obstétricas y
neonatales (Fornaro et al., 2020; Newport et al., 2005;
Poels et al., 2020). Sin embargo, no se han observado
alteraciones en el desarrollo neuromadurativo de ni-
ños y adolescentes expuestos a este fármaco in utero
(Poels et al., 2018; Poels et al., 2022).
Para las mujeres que logran la eutimia exclusiva-
mente con litio, la reducción cuidadosa de la dosis
–tanto en el primer trimestre como en el periparto–
puede ser una estrategia terapéutica siempre y cuan-
do estos ajustes no impliquen riesgos signicativos
de desestabilización de la enfermedad (Fornaro et
al., 2020). Además, el litio puede presentar variacio-
nes plasmáticas signicativas a lo largo del embarazo
(Molenaar et al., 2021; Wesseloo et al., 2017).
De acuerdo con la evidencia actual, los investiga-
dores sugieren: a) controles con frecuencia mensual
hasta la semana 33 de gestación; y b) controles con
frecuencia semanal a partir de la semana 34 (Wesseloo
et al., 2017). Luego del nacimiento, se recomienda el
reajuste a las dosis previas al embarazo y litemias de
control con una frecuencia semanal en las primeras
dos semanas posparto (Clark et al., 2022).
2.2. Anticonvulsivantes
El uso de valproato en el embarazo debe evitarse y
queda exclusivamente reservado para mujeres con TB
que no respondieron de forma adecuada a otros trata-
mientos de mayor seguridad reproductiva (Baldwin y
Wieck, 2018). En efecto, la exposición embrionaria a
valproato durante el primer trimestre ha mostrado un
riesgo signicativamente aumentado y dosis-depen-
diente de malformaciones mayores tales como altera-
ciones en el cierre del tubo neural, cardíacas, craneo-
faciales, esqueléticas y de extremidades (Cohen et al.,
2022; Vajda et al., 2019; Veroniki et al., 2017; Weston et
al., 2016). Asimismo, la exposición in utero a valproa-
to se ha asociado con un mayor riesgo de alteraciones
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
en el neurodesarrollo (por ejemplo, trastornos del de-
sarrollo, dicultades de aprendizaje y menor cociente
intelectual) en niños (Bromley et al., 2014; Coste et al.,
2020; Cummings et al., 2011; Daugaard et al., 2020).
Por otra parte, existen controversias sobre si el uso
de ácido fólico preconcepcional y durante el primer
trimestre, aun en dosis de 5 mg/día, es ecaz en la pre-
vención de malformaciones neurológicas asociadas a
la utilización de valproato prenatal (Ban et al., 2015;
Patel et al., 2018; Reynolds y Green, 2020).
Si bien carbamazepina presenta un perl de me-
nor riesgo reproductivo que valproato, también se la
ha vinculado con una frecuencia aumentada de mal-
formaciones –mayores y menores– en individuos ex-
puestos in utero durante el primer trimestre en com-
paración con controles sanos, mujeres con epilepsia
no tratada o mujeres tratadas con lamotrigina o leve-
tiracetam (omas et al., 2021; Veroniki et al., 2017;
Weston et al., 2016).
En relación al neurodesarrollo infantil, las investi-
gaciones muestran que carbamazepina en monoterapia
antiepiléptica presenta un perl favorable comparado
con la exposición prenatal a valproato en monoterapia,
a valproato en politerapia o a carbamazepina en polite-
rapia (Adams et al., 2022; Coste et al., 2020). Por últi-
mo, carbamazepina requiere monitoreo de los valores
plasmáticos y eventuales ajustes de dosis a lo largo del
embarazo y el posparto (Pennell et al., 2022).
La evidencia actual no muestra asociación entre
el uso de lamotrigina en el primer trimestre y malfor-
maciones mayores (Pariente et al., 2017; Weston et al.,
2016). No se han observado síndromes neonatales,
complicaciones obstétricas o impacto en el desarrollo
psicomotor de los lactantes y niños expuestos in utero
a este fármaco (Cohen-Israel et al., 2018; Coste et al.,
2020; Pariente et al., 2017). Los niveles plasmáticos de
lamotrigina pueden disminuir signicativamente desde
los primeros meses de embarazo por aumento del me-
tabolismo y, en ocasiones, se requiere de la duplicación
de las dosis respecto de las utilizadas con anterioridad
(Clark et al., 2013). Por tanto, el dosaje de lamotrigina
preconcepcional y a lo largo del embarazo tiene valor en
el seguimiento clínico perinatal (Besag et al., 2021). Asi-
mismo, se regresará a las dosis pregestacionales luego del
nacimiento en aquellas mujeres que requirieron un ajus-
te de dosis durante el embarazo (Clark y Wisner, 2018).
2.3. Antipsicóticos
La mayor parte de los estudios sobre riesgo de malfor-
maciones congénitas asociados al uso de antipsicóticos
atípicos (APAT) no muestran un aumento de riesgo
signicativo o consistente de malformaciones (Huy-
brechts et al., 2016; Viguera et al., 2021; Yakuwa et al.,
2022). El uso de este grupo de fármacos –especialmente
olanzapina y quetiapina– (Heinonen et al., 2022a), se
ha asociado con mayor riesgo de diabetes gestacional y
complicaciones neonatales (Ellfolk et al., 2020). Los es-
tudios sobre riesgo de teratogenia neuroconductual su-
gieren que los antipsicóticos no representan un riesgo
mayor de alteraciones cognitivas o del desarrollo cuan-
do se consideran en el análisis variables confundidoras
y la severidad de la exposición a la enfermedad mental
(Andrade, 2022; Straub et al., 2022).
2.4. Terapia electroconvulsiva
La evidencia sobre la seguridad y la ecacia de la TEC
durante el embarazo está reunida en cinco revisiones
sistemáticas. Cuatro de esos documentos concluyen
que la TEC es un tratamiento de bajo riesgo para la
salud embriofetal (Anderson y Reti, 2009; Calaway et
al., 2016; Leiknes et al., 2015; Miller, 1994; Pompili et
al., 2014).
A su vez, una revisión de revisiones y una metarre-
visión apoyan la seguridad y la efectividad de la TEC
(Coshal et al., 2019) y educan en la interpretación
clínica de la evidencia actual (Sinha et al., 2017). Las
indicaciones de primera línea para este procedimien-
to durante el embarazo son: a) episodios depresivos
severos; b) episodios mixtos y maníacos severos; c)
catatonia y d) episodios en los que la salud física ma-
terna o embriofetal esté en grave riesgo (Royal College
of Psychiatrists, 2017).
Además, la TEC durante el embarazo requiere de: a)
adaptaciones técnicas debido a los cambios siológicos
que ocurren durante este período; y b) un abordaje mul-
tidisciplinario que incluya el cuidado obstétrico y em-
briofetal (Rose et al., 2020; Ward et al., 2018).
3. Embarazo
El embarazo en los TB requiere un monitoreo clíni-
co cercano de la sintomatología psiquiátrica y de los
tratamientos prescriptos. La detección temprana de
síntomas es fundamental para indicar medidas higié-
nicas o realizar ajustes farmacológicos que prevengan
o reduzcan el riesgo de exposición de la mujer emba-
razada a los episodios de la enfermedad.
Ante un embarazo conrmado durante el trata-
miento de mantenimiento de una paciente con TB, se
considerarán las posibles modicaciones o ajustes de
dosis especícos según el trimestre en curso. A su vez,
se planicarán los estudios complementarios prenata-
les recomendados.
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Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
rmacos como el litio, la lamotrigina, la quetiapi-
na y el aripiprazol (Clark et al., 2013; Wesseloo et al.,
2017; Westin et al., 2018) han mostrado variaciones
plasmáticas por cambios siológicos del embarazo.
Por lo anterior, es importante el monitoreo de apari-
ción de síntomas secundarios a los cambios plasmáti-
cos del tratamiento (por ejemplo, de las concentracio-
nes plasmáticas de litio y lamotrigina).
Los trastornos en el sueño, que son frecuentes en
el embarazo, merecen especial atención clínica en las
mujeres con TB. Por un lado, la alta frecuencia de in-
somnio durante el embarazo puede dicultar la co-
rrecta identicación del inicio de una recurrencia de
TB. Por otra parte, la privación de sueño es un desen-
cadenante de episodios de la enfermedad.
En caso de que un episodio de TB ocurra en el
embarazo, se aconseja valorar en forma conjunta los
siguientes elementos: a) las recomendaciones de este
Consenso para el manejo de los episodios; b) los an-
tecedentes personales de tratamientos ecaces en el
pasado; c) la información actualizada sobre la seguri-
dad reproductiva de los fármacos; y d) las condiciones
obstétricas de cada caso. En estas situaciones clínicas,
las decisiones terapéuticas requieren una comunica-
ción uida y el trabajo en colaboración con los otros
profesionales que atienden la salud materna y se de-
nirán luego de una discusión en profundidad que in-
cluya a la mujer y su entorno familiar.
4. Posparto
El posparto es un período de riesgo aumentado tanto
de recurrencias como de inicio de los TB (Conejo-Ga-
lindo et al., 2022; Masters et al., 2022; Wesseloo et al.,
2016). Un metaanálisis de 37 estudios estimó un ries-
go de recurrencia en el posparto para las mujeres sin
tratamiento farmacológico de 66 % y para las mujeres
con tratamiento preventivo de 23 % (Wesseloo et al.,
2016). La psicosis posparto, una emergencia psiquiá-
trica, es más frecuente entre las mujeres con TB que
en la población general (Sharma et al., 2022). Asimis-
mo, el riesgo de hospitalización psiquiátrica está au-
mentando en el primer mes posparto (Munk-Olsen
et al., 2009, 2012). De hecho, los episodios afectivos
ocurren frecuentemente próximos al nacimiento. Se
ha observado que el 90 % de episodios maníacos y el
60 % de los episodios depresivos inician en las seis pri-
meras semanas posnatales (di Florio et al., 2013). Las
recurrencias puerperales en embarazos subsiguientes
alcanzan al 50 % de las mujeres, pero también ocurren
en un tercio de las mujeres sin antecedentes de episo-
dios en el posparto (di Florio et al., 2018).
Por un lado, los factores de riesgo clínicos identi-
cados para sufrir recurrencias de TB en el posparto son:
a) menor edad de inicio del TB; b) enfermedad tempra-
na; c) antecedentes familiares de TB; d) episodios pro-
longados o recientes de TB; e) antecedentes de hospita-
lizaciones por salud mental fuera del período perinatal;
f) episodios de TB durante el embarazo; y g) antece-
dentes de episodios posparto. Por el otro, los factores
de riesgo obstétricos para sufrir una recurrencia de TB
en el posparto son: a) complicaciones obstétricas; b)
nacimiento de un recién nacido vivo (comparado con
abortos espontáneos o inducidos); y c) embarazos no
planicados (Conejo-Galindo et al., 2022).
Los episodios afectivos en el posparto pueden ser
severos y están vinculados con riesgo de suicidio e
infanticidio. Además, las hospitalizaciones de causa
psiquiátrica son frecuentes (Munk-Olsen et al., 2012).
Aunque habitualmente se hace foco en los riesgos y las
consecuencias de los episodios maníacos, de depresio-
nes psicóticas o de psicosis en el posparto, también
debe considerarse el efecto deletéreo de los episodios
depresivos de menor gravedad que pueden afectar
negativamente el vínculo maternolial y el desarrollo
infantil (Rogers et al., 2020).
4.1. Manejo terapéutico de los TB en el pos-
parto
Dado que, a pesar del tratamiento, las recaídas de TB
en el posparto son frecuentes (Wesseloo et al., 2016), la
psicoeducación a la mujer y sus familiares y el monito-
reo psiquiátrico frecuente están recomendados. Así, se
debe promover el descanso nocturno de una madre o
de un padre con TB, prevenir la privación de horas de
sueño en general y estimular el apoyo tanto en la ali-
mentación nocturna como en las tareas de cuidado de
un recién nacido y lactante (Clark y Wisner, 2018).
En caso de que la mujer cursara el embarazo sin
medicación, se sugiere reiniciar el tratamiento inme-
diatamente luego del nacimiento, priorizando aque-
llos fármacos con antecedentes de ecacia individual
y las recomendaciones de este Consenso adaptadas a
las particularidades del período posparto. En los casos
en los que se mantuvo el tratamiento en el embarazo,
evaluar la necesidad de reajustar las dosis durante el
posparto (Clark et al., 2022; Molenaar et al., 2021).
4.1.1. Tratamiento farmacológico de mantenimiento
El fármaco con más evidencia en la prevención de re-
currencias posparto es el litio (Fornaro et al., 2020),
mientras que la lamotrigina, la olanzapina y la que-
tiapina cuentan con evidencia limitada para la pre-
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
vención de episodios posparto (Uguz, 2020). En este
escenario de alto riesgo de recurrencias y de evidencia
limitada, el reinicio o la optimización del tratamiento
farmacológico que haya sido efectivo anteriormente
para una mujer puede constituir una posibilidad clí-
nica razonable (Yatham et al., 2018).
4.1.2. Tratamiento farmacológico de episodios agudos
A pesar de la alta prevalencia de episodios agudos en
el posparto de mujeres con TB, hay pocos estudios so-
bre el tema. Para el tratamiento agudo de episodios
depresivos, la quetiapina cuenta con evidencia favo-
rable pero limitada (Sharma et al., 2015). Además, se
recomienda evitar el uso de antidepresivos porque se
han asociado a virajes a la manía e inestabilidad aní-
mica en el posparto (Sharma et al., 2020).
5. Lactancia
La lactancia materna en las mujeres con TB presenta
el desafío de compatibilizar sus conocidos benecios
para el recién nacido con el cuidado de la salud men-
tal materna. La lactancia exclusiva puede afectar sig-
nicativamente el descanso nocturno materno, por lo
que es esencial sumar colaboración de terceros en la
alimentación nocturna (Sprague et al., 2020).
Entre los estabilizadores del ánimo, el valproato
y la carbamazepina se consideran seguros y compa-
tibles durante la lactancia, pero su uso está limitado
en mujeres en edad reproductiva (Pacchiarotti et al.,
2016). La lamotrigina suele considerarse compatible
con la lactancia materna cuando se indica en dosis
bajas y en recién nacidos a término y con buen peso
(Yashima et al., 2021). En la actualidad, el litio se está
contemplando como un fármaco compatible con la
lactancia si se cumplen una serie de condiciones para
la seguridad del lactante (Heinonen et al., 2022b; Imaz
et al., 2021). Entre los antipsicóticos, la olanzapina y
la quetiapina se consideran fármacos seguros para la
lactancia materna y son los recomendados en primera
línea (Pacchiarotti et al., 2016). La información sobre
risperidona y aripiprazol es más limitada, y aún es in-
suciente con lurasidona. Por último, la clozapina está
contraindicada por el riesgo de ocasionar agranuloci-
tosis al lactante (Uygur y Uygur, 2019).
6. Embarazos no planicados en mujeres
con TB
Los embarazos no planicados (ENP) son eventos fre-
cuentes en las mujeres con TB (Eroglu y Lus, 2020; Ma-
rengo et al., 2015), e incluyen las gestaciones no desea-
das y aquellas que ocurren en un tiempo inadecuado
para la persona. Además, se vinculan con distintas con-
secuencias negativas no solo para la salud mental sino
para el embarazo y el desarrollo de los hijos que fueron
producto de esas gestaciones (Nelson et al., 2022). En
el caso de las mujeres con TB, la ocurrencia de un ENP
puede implicar la exposición embriofetal a fármacos de
manera involuntaria (Desai et al., 2012) y/o la interrup-
ción de tratamientos (Viguera et al., 2007).
La prevención de los ENP es la principal estrate-
gia para evitar sus múltiples riesgos y consecuencias.
Por eso, la inclusión del cuidado de la salud sexual y
reproductiva, la discusión sobre proyectos de mater-
nidad y, sobre todo, la elección de métodos anticon-
ceptivos seguros, ecaces y aceptables deben ser parte
del cuidado integral de la salud de una mujer con TB.
Dado que los métodos anticonceptivos no tienen
una ecacia del 100 %, se recomienda prevenir la ex-
posición de un ENP a fármacos con alto riesgo em-
briofetal. Debe evitarse la prescripción de valproato
en mujeres en edad reproductiva dado el riesgo signi-
cativamente aumentado de malformaciones (Vero-
niki et al., 2017; Weston et al., 2016) y de teratogenia
neuroconductual (Bromley et al., 2014; Daugaard et
al., 2020). La prescripción de valproato en mujeres
adolescentes y adultas debe quedar reservada a casos
en los que no se cuenta con otra opción terapéutica
ecaz de mayor seguridad reproductiva. Asimismo,
las mujeres que reciban este fármaco deben estar de-
bidamente informadas sobre los riesgos embriofetales
en caso de embarazo, utilizar métodos anticoncepti-
vos ecaces, dar su consentimiento informado para
su uso y revisar periódicamente la necesidad de esta
prescripción (Ward, 2018).
Ante la sospecha de un ENP, debe indicarse la
evaluación ginecobstétrica urgente para conrmar el
embarazo, las semanas de gestación y ofrecer asesora-
miento sobre decisiones reproductivas y/o el manejo
adecuado del embarazo. En el manejo del tratamiento
psiquiátrico, cuando una mujer con TB se presenta
con un ENP, es importante considerar que la inte-
rrupción o discontinuación rápida de tratamientos
para los TB durante el embarazo se ha asociado con
recurrencias tempranas durante el primer trimestre
(Viguera et al., 2000; Viguera et al., 2007). Por lo an-
tedicho, la decisión de discontinuar rápidamente, len-
tamente o mantener un tratamiento para TB debido
a un ENP debe ser ponderada en conjunto con otros
elementos clínicos y terapéuticos, tales como el perl
de riesgo reproductivo del esquema farmacoterapéu-
tico en curso, la edad gestacional, la severidad de las
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
recurrencias, el riesgo asociado a la salud maternoem-
briofetal y las potenciales estrategias terapéuticas para
el manejo de una recurrencia.
7. Salud sexual y reproductiva en las
personas con TB
A menudo, la salud sexual y reproductiva de las per-
sonas con TB no recibe la atención clínica necesaria
por parte de los profesionales de la salud mental. Sin
embargo, distintos estudios poblacionales y de casos
y controles han mostrado que los individuos diag-
nosticados con TB tienen mayor prevalencia de: a)
VIH (Bauer-Staeb et al., 2017; Meadey Sikkema, 2007;
Senn y Carey, 2008); b) infecciones de transmisión se-
xual (ITS) (Chen et al., 2018; Meade y Sikkema, 2007);
c) ITS a repetición (Marengo et al., 2015a); d) ENP
o embarazos interrumpidos voluntariamente (Maren-
go et al., 2015b); y e) conductas sexuales compulsivas
(Varo et al., 2019).
Por esta razón, la evaluación interepisódica o en
períodos de eutimia sobre el cuidado de la salud se-
xual debe ser parte de la evaluación integral de una
persona con TB. Así, basándose en las necesidades de
cada paciente, puede ofrecerse asesoramiento sobre
prevención de ITS y ENP, derivación a profesionales
idóneos para el cuidado de la salud sexual y reproduc-
tiva y facilitar el acceso a métodos anticonceptivos e-
caces, seguros y aceptables.
La evidencia actual, que es limitada, encontró que
los anticonceptivos orales, los dispositivos intrauteri-
nos que liberan levonorgestrel y la anticoncepción de
depósito no se asociaron con un peor curso clínico de
los TB comparado con mujeres que usaban anticon-
cepción no hormonal (Pagano et al., 2016). A su vez,
es necesario considerar siempre la posible interacción
entre la anticoncepción hormonal y el tratamiento
psicofarmacológico. Por un lado, los fármacos con
inducción enzimática (tales como carbamazepina,
modanilo y armodanilo) pueden reducir la ecacia
de los anticonceptivos hormonales, por lo que puede
ser conveniente la evaluación especializada en plani-
cación familiar para considerar el manejo de estas
situaciones (Li et al., 2021; Robertson et al., 2000). Por
otra parte, se ha observado que los anticonceptivos
hormonales pueden reducir los niveles plasmáticos
de lamotrigina (King et al., 2020; Öhman et al., 2008).
Aunque existe una marcada variabilidad interindivi-
dual, puede ser necesario el ajuste de las dosis de este
estabilizador del ánimo cuando se inicia o discontinúa
la anticoncepción hormonal (Besag et al., 2021).
A pesar de ser un tema poco considerado en las in-
vestigaciones, los cambios en las prácticas y comporta-
mientos sexuales, las disfunciones sexuales y la dismi-
nución en la satisfacción sexual son frecuentes en las
personas con TB. Tanto la enfermedad (Dargél et al.,
2022; Sørensen et al., 2017), las comorbilidades médi-
cas (Malhi y Bell, 2022) como algunos esquemas far-
macológicos para tratarla (Gara-Blanco et al., 2020;
Montejo et al., 2018) pueden alterar los comportamien-
tos, el funcionamiento y la experiencia sexual de los
pacientes. Fomentar una discusión abierta y respetuosa
sobre estos temas a lo largo del tratamiento permitirá
evaluar estrategias terapéuticas que prevengan o reduz-
can el riesgo de transmisión de ITS, de ENP y la posibi-
lidad de mejorar la salud sexual de las personas con TB.
III. TB en la etapa infantojuvenil
1. Presentación clínica especíca del TB
en la etapa infantojuvenil
1.1. Generalidades
El TB en la población infantojuvenil (TBI) se presenta
típicamente con cambios anímicos recurrentes que im-
pactan de una manera maniesta en la conducta de los
pacientes y generan, en consecuencia, un signicativo
deterioro en su funcionalidad académica y familiar.
El TB pediátrico afecta el desarrollo normal y el
funcionamiento psicosocial, y aumenta el riesgo de
problemas conductuales, académicos, sociales y lega-
les, así como de psicosis, de abuso de sustancias y de
suicidio (Goldstein et al., 2017). Estos cambios aními-
cos, en más o en menos (es decir, manía, hipomanía o
depresión), suelen ser excesivos y no corresponden a
la etapa evolutiva propia de la edad del niño.
Si bien el DSM-5 establece que los criterios diag-
nósticos son prácticamente idénticos que en adultos,
los grupos de investigación dedicados a la bipolaridad
infantil coinciden en concluir que los períodos de osci-
lación anímica dieren en duración respecto de los de
la adultez. Asimismo, la prevalencia del TBI es similar
a la de los adultos (esto es, 1 % para el TB y 4 % para el
espectro bipolar) (Rizvi et al., 2014). A este respecto, un
metaanálisis sobre estudios epidemiológicos a lo largo
del mundo ha demostrado que, desde 1985 a 2007, la
prevalencia de esta patología es del 1.8 % (n = 16.222,
entre individuos de 7 a 21 años) (Van Meter et al., 2011).
Como se mencionó, el DSM-5 y el ICD-11 (Inter-
national Classication of Diseases 11th Revision) re-
comiendan la utilización de las mismas deniciones de
estados de ánimo y síntomas tanto para el diagnóstico
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
en la población pediátrica como en la de adultos. Sin
embargo, la mayoría de los síntomas del TBI están re-
lacionados fundamentalmente con la desregulación del
estado de ánimo, de la conducta y un incremento de los
niveles de energía (Kowatch et al., 2002). En efecto, la
presentación clínica del TBI no suele ser tan clara y en
un gran porcentaje de casos, previamente a arribar al
diagnóstico certero de esta patología, los pacientes son
diagnosticados con trastorno por décit de atención
(27.2 %), trastorno depresivo (46.5 %) o trastorno de
conducta disruptiva (36.7 %) (Olfsson et al., 2009). La-
mentablemente, esto se traduce en una postergación en
el tiempo para iniciar el abordaje especíco.
Sin lugar a dudas, el Course and Outcome of Bipolar
Youth (COBY) –que abarcó a 364 pacientes–, es uno de
los estudios prospectivos de referencia que evidenció
gran parte de las características de la bipolaridad infan-
tojuvenil. Según este documento, los primeros episo-
dios en pacientes mayores de 12 años fueron general-
mente depresivos, mientras que aquellos menores de 12
años tenían más probabilidades de presentar síntomas
subsindrómicos maníacos/hipomaníacos como cuadro
de inicio (Birmaher et al., 2009).
En los últimos años ha habido un aumento sus-
tancial del diagnóstico de los trastornos del ánimo en
espacios clínicos. No obstante, respecto de su epide-
miología, la prevalencia se mantiene estable. Esto se
vincula parcialmente con las características –a veces
poco claras– de presentación de los cuadros conduc-
tuales infantojuveniles y con la consecuente confusión
al momento de diagnosticar.
1.2. Clasicación de los TB en la infancia y en
la adolescencia
Del mismo modo que en los adultos, la clasicación de
los TB se divide en: a) TB I; b) TB II; c) ciclotimia; d)
TB y trastornos relacionados inducidos por sustancias
o medicamentos; y e) desorden bipolar no especicado.
Por último, en niños y adolescentes, el DSM-5 descri-
be el desorden disruptivo del humor (disruptive mood
dysregulation disorder o DMDD) dentro del capítulo de
trastornos depresivos, cuadro que había sido denido
previamente por Ellen Liebenut como desregulación
severa del humor (severe mental disorder o SMD).
Un metaanálisis de 20 estudios que incluyó 2.226
jóvenes ha demostrado que los síntomas más frecuen-
tes en la manía pediátrica fueron: a) aumento de ener-
gía (79 %); b) irritabilidad (77 %); c) labilidad emocio-
nal (76 %); d) distracción (74 %); e) actividad dirigida
a un objetivo (72 %); f) estado de ánimo eufórico (64
%); g) taquilalia (63 %); h) hiperactividad (62 %); i)
pensamientos acelerados (61 %); j) juicio alterado (61
%); k) grandiosidad (57 %); l) risa inapropiada (57 %);
m) disminución de la necesidad de dormir (56 %); y
n) fuga de ideas (54 %). Además, se concluyó que las
tasas de síntomas fueron heterogéneas entre las distin-
tas muestras (Van Meter et al., 2016).
1.3. Curso del TB en niños y adolescentes
Las condiciones del espectro bipolar en los niños ge-
neran un alto nivel de deterioro funcional y presentan
un elevado riesgo de conversión a TB I y TB II en la
evolución. Estudios a largo plazo, tales como el COBY
y el relacionado con el artículo que alude al Prepuber-
tal and Early Adolescent Bipolar disorder Phenotype
(PEA-BP) (Geller et al., 2008; Birmaher et al., 2009),
plantean que el diagnóstico de TB se mantiene estable
entre los 4 y los 8 años, y que las formas clínicas son
muy semejantes a las de los adultos. En comparación
con estos últimos, los jóvenes con TB tienen más sín-
tomas mixtos, más cambios en la polaridad del estado
de ánimo en breves períodos de tiempo (es decir, ci-
claciones ultradianas), son frecuentemente más sinto-
máticos y parecen tener un peor pronóstico.
El curso, las características clínicas y las comorbili-
dades del TB en niños y adolescentes son, en muchos
aspectos, similares a los de los adultos.
La prevalencia de intentos de suicidio en la pobla-
ción bipolar de inicio infantil es aproximadamente del
20 %. Durante el tiempo que se siguió a los partici-
pantes del estudio COBY se constató que aproxima-
damente el 50 % de los pacientes había tenido pensa-
mientos suicidas o conductas relacionadas. Asimismo,
quienes habían cometido intentos de suicidio tenían
más probabilidades de historia de consumo comórbi-
do de sustancias, trastorno de pánico, conducta auto-
lesiva no suicida, antecedentes familiares de intento
de suicidio, historial de hospitalización e historial de
abuso físico y/o sexual (Goldstein et al., 2005).
El grupo de pacientes que inicialmente presen
un curso compatible con TB I resultó permanecer
bajo ese fenotipo clínico; sin embargo, un 25 % de los
individuos que primeramente se comportaron como
TB II viró a TB I con la evolución hacia la adultez. El
38 % de los jóvenes con TB no especicado progresó a
un diagnóstico de TB I o TB II (Axelson, 2011).
En la población infantojuvenil, el ciclado rápido se
dene como cuatro o más episodios distintos de ma-
nía, hipomaa o depresión mayor durante un perío-
do de 12 meses, con cada episodio delimitado por una
remisión parcial o total durante al menos dos meses,
o por un cambio en la polaridad. Tal como plantean
Brimaher y Axelson, los ciclos rápidos son comunes
en los jóvenes con TB (Birmaher y Axelson, 2022).
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
Un estudio longitudinal prospectivo que incluyó a
jóvenes con TB encontró cambios frecuentes en la po-
laridad del estado de ánimo y determinó que, contra-
riamente a los adultos, estos pacientes habían pasado
la mayor parte del tiempo del período de seguimiento
en ciclos rápidos (Birmaher, 2009).
1.4. Comorbilidades más frecuentes
El TB de inicio infantil suele presentar altos porcentajes
de comorbilidad. En tal sentido, es posible plantear una
única comorbilidad o bien múltiples cuadros comór-
bidos (Birmaher, 2020). De hecho, la alta presencia de
cuadros comórbidos en la infancia es justamente una
de las causas que genera confusión y bajas tasas de diag-
nóstico en períodos tempranos de la enfermedad.
1.4.1. Trastorno de ansiedad
La tasa de prevalencia general de trastornos de ansie-
dad comórbidos en la infancia oscila entre el 40 y el
66 % en muestras clínicas. En efecto, la ansiedad suele
anteceder al inicio del cuadro bipolar.
Los estudios de TB de inicio en la infancia infor-
maron una mayor comorbilidad de trastorno de an-
siedad generalizada (43 %) y de trastorno de ansiedad
de separación (46 %), mientras que los estudios de ini-
cio en la adolescencia informaron un mayor trastorno
de pánico (20 %) y de ansiedad social (28 %) (Brima-
her, 2020; Yapıcı-Eser et al., 2020).
1.4.2. Trastorno por décit de atención e hiperacti-
vidad (TDAH)
El 50 % de los pacientes con TBI cursan con TDAH
en forma comórbida, y es habitual que estos reciban
el diagnóstico de TDAH antes que el de TB. Más aún,
la sintomatología comórbida del TDAH antecede a la
expresión del TBI.
1.4.3. Trastorno oposicionista desaante
El trastorno oposicionista desaante (TOD) es una
comorbilidad frecuente que, de hecho, suele motivar
la primera consulta familiar al profesional de la salud.
En este sentido, el 40 % de los pacientes bipolares pre-
sentarán un TOD.
1.4.4. Trastorno de conducta
El trastorno de conducta se presenta con una preva-
lencia del 30 % en pacientes con TBI.
1.4.5. Abuso de sustancias
El abuso de sustancias suele ser una de las problemá-
ticas comórbidas más frecuentes del TB en adolescen-
tes: en mayores de 13 años, su prevalencia oscila entre
el 20 y el 30 %, siendo muchas veces la puerta de en-
trada al diagnóstico de TB.
Tabla 4. Comorbilidades más frecuentes en la población
infantojuvenil diagnosticada con TB
Patología
comórbida
Porcentaje de
comorbilidad
con TBI
Otras
características
Trastorno de
ansiedad 40-66 % Suelen presentarse
antes del inicio del TB
TDAH 50 %
Los síntomas de
TDAH preceden a los
de TB
TOD 40 %
Suelen ser los sínto-
mas que motivan a los
padres a la consulta
Trastorno de
conducta 30 %
Abuso de
sustancias 20-30 %
2. Abordajes terapéuticos
2.1. Generalidades del tratamiento
El abordaje de los niños y los adolescentes con TB suele
ser uno de los grandes desafíos para los profesionales de
la salud que se especializan en patologías infantojuveni-
les. El diagnóstico requiere no solo de tiempo sino tam-
bién de intervenciones interdisciplinarias. En general,
la historia natural de estos niños comienza con severos
trastornos de conducta, alta interferencia en el funcio-
namiento escolar y dicultades en el control del com-
portamiento por parte de los padres, lo que motiva la
búsqueda de tratamientos con baja posibilidad de éxito
o mejorías pasajeras que, en poco tiempo, fracasan.
El inicio del abordaje comienza en el mismo mo-
mento que se comunica el diagnóstico, a través de un
enfoque contenedor y fundamentado en la empatía y
la psicoeducación.
La psicoeducación familiar ha demostrado ser una
estrategia de alto nivel de efectividad en el TBI, inclu-
so en los cuadros que presentan comorbilidades. En
relación a estos tratamientos, existen diferentes mode-
los propuestos con una ecacia demostrada cuando se
asocia a otras intervenciones terapéuticas.
Se ha conrmado que la psicoterapia psicoeduca-
tiva multifamiliar (MF-PEP, por sus siglas en inglés),
mejora los síntomas del estado de ánimo de los niños,
aumenta el conocimiento de los padres sobre los sín-
tomas de los trastornos del estado de ánimo, mejora
las interacciones familiares y optimiza el uso de los
servicios de salud.
Según algunos autores (Fristad y Roley-Robers,
2019), la terapia cognitivo-conductual (TCC) con el
paciente mostró una ecacia moderada. Lo propio
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
se puede armar de la terapia dialéctico-conductual
(TDC) (Fristad y Pherson, 2014).
Las intervenciones psicosociales que involucran
a las familias, la psicoeducación y las habilidades de
manejo del afecto para el niño pueden ofrecer un be-
necio adicional a la farmacoterapia.
2.2. Tratamiento farmacológico
En primer lugar, es importante destacar que la canti-
dad de estudios vinculados con el tratamiento farma-
cológico infantojuvenil es muy inferior respecto del
volumen de investigaciones sobre el abordaje farma-
coterapéutico de adultos bipolares. Por ello, la mayo-
ría de los patrones de tratamiento infantojuveniles se
homologan con los de los adultos.
En el abordaje infantojuvenil, se debe considerar la
existencia de dos posibilidades: a) el tratamiento agudo;
y b) el tratamiento de mantenimiento o a largo plazo.
En muchas situaciones, el inicio del tratamiento
especíco llega luego de varios tratamientos inespe-
cícos con antipsicóticos o anticonvulsivantes para
controlar síntomas de agresividad o de conducta dis-
ruptiva. En efecto, el cuadro agudo suele ser el mo-
mento de incorporación del paciente infantojuvenil al
tratamiento especíco.
Las fases del tratamiento deben seguir algunas pre-
misas:
Si el niño se encuentra en peligro o con conduc-
tas incontrolables, deberá ser hospitalizado. De lo
contrario, el esquema seleccionado debe comenzar
de forma ambulatoria.
Primeramente se debe contemplar el tratamiento
inicial en monoterapia, estableciendo un tiempo
prudencial para aumentar la dosis o sumar un se-
gundo fármaco. No obstante, y debido principal-
mente a la existencia de cuadros comórbidos, lo
más habitual es la combinación de fármacos para
lograr el control de los síntomas.
Es fundamental fortalecer la adherencia farmaco-
terapéutica en niños y adolescentes ya que la tasa
de abandono suele ser alta.
1. Manejo de la manía aguda
El grupo de fármacos de elección para el tratamiento
de la manía aguda en pacientes infantojuveniles son los
antipsicóticos atípicos (APAT), tales como aripiprazol,
olanzapina, quetiapina, risperidona y ziprasidona. Estos
principios activos han demostrado una alta efectividad
y una buena tolerancia en muchos estudios, inclusive
en aquellos que incluyen esquemas de diseño aleatori-
zados y doble ciego (Goldstein et al., 2017).
El estudio TEAM (Treatment of Early Age Mania)
ha demostrado que la risperidona es superior al litio
y al divalproato (68 %, 35 % y 24 %, respectivamente)
en el manejo de la maa aguda (Walkup et al., 2015).
En función de algunos estudios aleatorizados se
puede esperar una reducción de los síntomas iniciales
de manía aguda en más del 50 % de los pacientes y una
remisión que oscila entre el 25 y el 70 % (Axelson, 2021).
2. Manejo de la manía resistente
Si no hubiera respuesta luego de dos o tres interven-
ciones con diferentes antipsicóticos, se sugiere la uti-
lización de litio. Este principio activo ha demostrado
efectividad en un estudio doble ciego contra placebo y
una importante superioridad en el control de los sín-
tomas de la manía aguda (Findling et al., 2015).
Por otro lado, si la respuesta a los antipsicóticos ha
sido parcial, se sumará el litio al esquema establecido.
Finalmente, en aquellos que han demostrado baja o
nula respuesta a los APAT, Axelson sugiere disminuir
su dosis en el término de una o dos semanas y super-
poner el litio mientras se suspende el antipsicótico.
Los ensayos colaborativos de litio (Collaborative
Lithium Trials o CoLT), un proyecto patrocinado por
el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo
Humano (NICHD, por sus siglas en inglés), se dise-
ñaron para examinar las estrategias de dosicación, la
farmacocinética y la seguridad, así como la ecacia a
corto y largo plazo del litio en jóvenes cuya edad osci-
laba entre 7 y 17 años (Findling et al., 2008). El grupo
de investigadores del CoLT informó que en un ensayo
a corto plazo de 8 semanas, el litio fue más efectivo que
el placebo para reducir los síntomas maníacos en pa-
cientes infantojuveniles con TBI que experimentaron
episodios mixtos o maníacos (Findling et al., 2008).
El litio está aprobado por la FDA para niños a par-
tir de los 12 años. La dosis inicial debe ser de 30 mg/
kg/día, dividido en dos o tres tomas diarias. Otra op-
ción sería: a) comenzar con 300 mg, dos veces al día,
en niños de menos de 30 kg; o b) comenzar con 300
mg, tres veces al día, en niños de más de 30 kg en si-
tuaciones de urgencia. Si la situación no es urgente,
se sugiere iniciar con 150 mg por la noche y luego in-
crementar la dosis entre 150-300 mg, según tolerancia
y situación clínica (Axelson, 2021; Geller et al., 1998;
Kowatch et al., 2000).
Las concentraciones séricas de litio se cuantican
después de la primera semana de tratamiento y las
dosis se deberían aumentar a 300 mg/día, cada cua-
tro a siete días, según la respuesta, la tolerabilidad y
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
la litemia del paciente. A este último respecto, la con-
centración sérica objetivo debería oscilar entre 0.6-1.4
mEq/L (es decir, entre 0.6-1.4 mmol/L).
3. Pacientes con manía refractarios
Se dene de este modo a los pacientes que no respon-
dieron a la monoterapia con antipsicóticos ni a la mo-
noterapia con litio. En estas situaciones particulares, es
necesario combinar el litio con un APAT y, en general,
se buscará aquel antipsicótico que mejor respuesta dio
en el primer intento. En aquellos pacientes que han re-
cibido combinación de litio con un antipsicótico con
respuesta insuciente, este Consenso recomienda la
sustitución del APAT, bajando paulatinamente la dosis
de uno y subiendo la del nuevo.
En el estudio TEAM (Walkup et al., 2015) se de-
mostró que la combinación de risperidona con litio
fue más beneciosa que la de risperidona con dival-
proato o litio más divalproato.
Otras combinaciones que han demostrado ser exito-
sas (Axelson, 2021) son: a) antipsicótico más antiepilép-
tico (divalproato o lamotrigina); y b) litio más antiepi-
léptico (divalproato, lamotrigina o carbamazepina).
Cabe destacar que quetiapina ha demostrado ser
un fármaco efectivo y aprobado por la FDA para el
tratamiento de la manía bipolar pediátrica en niños
de 10-18 años, en una dosis de 400-800 mg (Srinivas
et al., 2020; Pathak et al., 2013). Por último, en una
muestra de adolescentes, se evaluó también la com-
binación de litio-quetiapina y litio-risperidona, y la
información obtenida sugiere que ambos esquemas
fueron igualmente efectivos para reducir los síntomas
maníacos y los episodios mixtos en niños y adolescen-
tes (Habibi et al., 2017).
4. Manía mixta
La manía mixta suele ser la presentación más frecuente
en niños y, ante esta situación clínica, la FDA ha apro-
bado en 2018 la utilización de litio y los APAT como ris-
peridona, olanzapina, quetiapina, aripiprazol y asenapi-
na para el tratamiento de estados maníacos y/o mixtos
en adolescentes con TB (Findling y Chang, 2018).
5. Cicladores rápidos
A aquellos pacientes que presenten ciclación rápida –
lo cual constituye una situación bastante frecuente en
niños– se les debe prescribir, en primer lugar, APAT
(tales como risperidona u olanzapina), que han de-
mostrado efectividad en estos casos (National Colla-
boration Centre for Mental Health, 2014).
6. Manejo de la depresión bipolar aguda
Si bien la FDA y otras guías reconocidas sugieren como
tratamiento de primera línea la combinación de uoxe-
tina con olanzapina, el grupo de expertos de la Interna-
tional Society for Bipolar Disorders (ISBD) en niños y
adolescentes propone, como segunda opción, la utili-
zación de lurasidona. En efecto, este fármaco está dis-
ponible en nuestro país, a diferencia de la combinación
uoxetina-olanzapina (Goldstein et al., 2017).
En cambio, Axelson y colaboradores concluyen
que lurasidona está en la primera línea de tratamien-
to de la depresión bipolar aguda. La monoterapia con
este principio activo se inicia con una dosis de 20 mg/
día, administrada por la noche junto con la comida,
durante una semana. Según su ecacia y tolerabilidad,
lurasidona se titula –por ejemplo, 20 mg/día cada se-
mana– hasta que el paciente responde o alcanza la do-
sis máxima de 80 mg/día (Axelson, 2021).
Si la respuesta a lurasidona no fuera satisfactoria,
se recomienda la administración simultánea de un
APAT (por ejemplo, aripiprazol, olanzapina, quetiapi-
na o risperidona) con un IRSS (es decir, escitalopram,
uoxetina o sertralina). Por otro lado, Axelson sugiere
que, ante una respuesta parcial a lurasidona, es posible
potenciar su efecto con un IRSS.
Si bien en algún momento se pensó que la quetia-
pina en monoterapia podría ser una opción para tratar
la depresión bipolar, varios estudios han demostrado
que este fármaco no resultó ser superior al placebo en
la población adolescente (Maneeton et al., 2017; Srini-
vas et al., 2020).
Finalmente, este Consenso establece que nunca de-
berá utilizarse un IRSS en monoterapia en el abordaje
de la depresión bipolar. Sin embargo, su uso combinado
con un estabilizador del humor sí está recomendado.
2.2.7. Fase de mantenimiento
Existen pocos estudios del tratamiento de manteni-
miento en pacientes bipolares, de modo que, para la
población infantojuvenil, la mayoría de las interven-
ciones se extrapolan de los estudios de adultos. Por lo
tanto, es difícil proponer un fármaco de elección para
el largo plazo. La lógica plantea que si un paciente se
estabilizó con un tipo de fármaco en particular, este es
el que debería sostenerse a largo plazo y en la menor
dosis posible.
Una interesante revisión sobre el tema llevada a
cabo en 2019 por Caitlin y colaboradores –que inclu-
yó 1.773 sujetos, la mayoría con diagnóstico de TBI
I (94,4 %), con una edad promedio de 12.4 años, en
su mayoría de sexo masculino (61,9 %) y comórbidos
101
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
con TDAH (71,6 %)– concluye que si bien los datos y
la heterogeneidad de los estudios dicultan una com-
paración robusta y estadísticamente signicativa, es
notable que la combinación de fármacos (tales como
litio o anticonvulsivante más APAT) resultó más e-
ciente que los tratamientos basados en monoterapia
en el período de mantenimiento (combinación de fár-
macos 82.9 % versus anticonvulsivante en monotera-
pia 54.5 % o litio en monoterapia 52.6 % o APAT en
monoterapia 56.2 %).
Por último, resulta importante destacar que si bien
el litio ha sido históricamente poco utilizado y aún
genera cierto temor por parte de los especialistas que
tratan patologías infantojuveniles, la evidencia de-
muestra que este principio activo es efectivo y seguro
a largo plazo y que, además, cuenta con la aprobación
por parte de la FDA para utilizarlo a partir de los 12
años de edad (Findling et al., 2019).
IV. Manejo del TB en el adulto mayor
1. Generalidades
En la mayor parte de la literatura cientíca, se dene
a los adultos mayores con TB (AMTB) como aque-
llos en donde la patología está presente en personas
mayores de 60 años (Hirschfeld et al., 2003). Sin em-
bargo, la última task force de la International Society
for Bipolar Disorder (ISBD, por sus siglas en inglés)
recomienda que se dena los 50 años como la edad
de comienzo, con el objetivo particular de lograr una
mejor comprensión de esta población, sobre todo si se
tienen presentes los datos emergentes de los nuevos
estudios que aluden a ciertas comorbilidades médicas
(Sajatovic et al., 2015). En este sentido, la prevalencia
en la población general es del 1-2 % y representan cer-
ca del 25 % de las personas con TB. De ellas, el 70 %
son mujeres (Depp y Jeste, 2004; Sajatovic y Kessing,
2010; Yatham et al., 2018). Además, debido a un au-
mento en la expectativa de vida, se estima que, en el
2030, los AMTB constituirán el 50 % de los pacientes
diagnosticados con TB.
Si bien el DSM-5 y la ICD-11 plantean idénticos cri-
terios diagnósticos tanto para los adultos como para los
adultos mayores, los grupos de trabajo especializados
en AMTB coinciden en que estos últimos constituyen
una población heterogénea y que lo más atinado sería
clasicarlos en TB de comienzo temprano (TBCtemp,
antes de los 50 años) y TB de comienzo tardío (TBC-
tard, después de los 50 años) (Hirschfeld et al., 2003;
Yassa et al., 1988; Yatham et al., 2018). No obstante, la
ISBD recomienda que se dena los 40 años como la
edad de comienzo para las personas con TBCtard con
el n de poder analizar y comprender mejor las par-
ticularidades de esta población (Sajatovic et al., 2015).
Entre el 5-10 % de los AMTB tienen TBCtard (Hirsch-
feld et al., 2003; Yassa et al., 1988; Yatham et al., 2018).
Esta clasicación es sumamente valiosa debido a
que involucra no solo diferentes mecanismos pato-
génicos sino también un curso clínico distinto (Saja-
tovic et al., 2015). En efecto, en los adultos mayores
con TBCtard, el principal mecanismo patogénico está
vinculado con la enfermedad cerebrovascular (Subra-
maniam et al., 2007).
Comparados con los adultos, los AMTB tienen ma-
yores comorbilidades clínicas, mayores episodios de-
presivos, mayor disfunción cognitiva y menor núme-
ro de comorbilidades psiquiátricas (Oostervink et al.,
2009; Lala y Sajatovic, 2012; Yatham et al., 2018). De
hecho, los AMTB tienen, en promedio, entre tres y cua-
Tabla 5. Fármacos utilizados en el tratamiento del TBI
(Stepanova y Findling, 2017)
Fármaco Fase del TB Edad de
aprobación
Rango
de dosis
diaria
(mg/día)
Litio Manía/manía mixta 12-17 300-2400
Risperidona Manía/manía mixta 10-17 0.25-2.5
Olanzapina Manía/manía mixta 13-17 2.5-20
Aripiprazol Manía/manía mixta 10-17 2-30
Quetiapina Manía/manía mixta 10-17 50-600
Tabla 6. Ecacia y seguridad del tratamiento de los TBI
Manía
aguda
Los APAT tales como aripiprazol, asenapina,
olanzapina, quetiapina, risperidona y ziprasidona
resultaron superiores al placebo.
Depresión
bipolar
Lurasidona y olanzapina + uoxetina resultaron
superiores al placebo.
Quetiapina no fue superior al placebo.
La terapia cognitivo-conductual (TCC), la terapia
dialéctico-comportamental (TDC) y la terapia
familiar focalizada redujeron la depresión bipolar
en jóvenes.
102
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
tro comorbilidades médicas, y entre las más frecuentes
se encuentran la hipertensión arterial, la diabetes, la
enfermedad cardiovascular, el síndrome metabólico, la
artritis y las enfermedades endocrinológicas (Lala y Sa-
jatovic, 2012). También, más del 30 % de los pacientes
que pertenecen a esta población especial presentan un
décit signicativo en las funciones cognitivas, incluso
en períodos de eutimia (Tsai et al., 2009).
Todo esto contribuye a una disminución de la ex-
pectativa de vida de aproximadamente 10 años en los
AMTB comparado con los adultos mayores que no lo
padecen (Westman et al., 2013). Debido a esto, es fun-
damental que en la valoración de todo paciente AMTB
se deba incluir, además de la evaluación psiquiátrica
y obtener información conrmatoria de terceros, un
minucioso examen físico y neurológico, análisis bio-
químicos de sangre, cribaje cognitivo y neuroimáge-
nes del cerebro (Kilbourne et al., 2013).
2. Tratamiento
El tratamiento integral, coordinado e interdisciplina-
rio es especialmente importante en esta población.
Por un lado, no se debe desestimar nunca el impac-
to de los diferentes tratamientos sobre la salud de los
adultos mayores. Por el otro, es necesario siempre in-
tentar disminuir los factores de riesgo modicables,
estimulando las funciones cognitivas, el ejercicio físi-
co, una dieta saludable y la actividad social (Westman
et al., 2013; Kilbourne et al., 2013; Yatham et al., 2018).
2.1. Tratamiento farmacológico
2.1.1. Generalidades
Debido a la gran cantidad de comorbilidades médicas,
junto con los cambios farmacocinéticos y farmacodiná-
micos asociados al envejecimiento y a la alta prevalen-
cia de la polimedicación en esta población, es necesario
prestar particular atención y monitorear regularmente
tanto las interacciones como los efectos adversos de los
distintos tratamientos farmacoterapéuticos (Yatham
et al., 2018). Dicho de otro modo, en los AMTB, la to-
lerancia y el perl de efectos adversos serán variables
determinantes en la decisión de la implementación de
los tratamientos farmacológicos. Por ejemplo, se deben
desestimar los fármacos con efecto anticolinérgico que
empeoren las funciones cognitivas.
A este respecto, es importante subrayar que los
Beers criteria de la American Geriatric Society consti-
tuyen una referencia muy valiosa para la prescripción
adecuada de medicamentos en los adultos mayores
(By the 2019 American Geriatrics Society Beers Crite-
ria® Update Expert Panel, 2019).
La evidencia cientíca para el adecuado trata-
miento farmacológico en esta población es sorpren-
dentemente escasa: se cuenta con un único estudio
aleatorizado y controlado, denominado GERI-BD,
que compara el litio con divalproato de sodio para el
tratamiento de la manía (Young et al., 2017). Sin em-
bargo, también se cuenta con estudios abiertos, natu-
ralísticos y análisis post hoc de estudios aleatorizados
y controlados que demuestran que los medicamentos
ecaces para el TB en adultos también lo serían en
esta población (Yatham et al., 2018).
Algunas consideraciones especícas para ciertos
fármacos o grupos de fármacos se mencionan a con-
tinuación.
Antipsicóticos atípicos: su utilización en adultos
mayores es controversial por el aumento de la mor-
bimortalidad debido a eventos cardiovasculares o
cerebrovasculares en pacientes con demencia (Jes-
te et al., 2008). Además, los adultos mayores con
TB tienen más movimientos anormales como efec-
tos adversos de los antipsicóticos que las personas
más jóvenes, y esto suele manifestarse particular-
mente con temblor u otros síntomas extrapirami-
dales (Sajatovic et al., 2015).
Carbamazepina: no es un fármaco de primera elec-
ción para el TB en adultos mayores por su autoinduc-
ción metabólica e interacciones frecuentes. Además,
sus efectos adversos neurotóxicos (visión borrosa, di-
plopía, nistagmo y confusión), hematológicos (agra-
nulocitosis y anemia aplásica), del medio interno (hi-
ponatremia) y urinarios (retención urinaria) pueden
ocurrir con más frecuencia que con otros estabiliza-
dores del estado de ánimo (Grunze, 2006).
Divalproato de sodio: la buena tolerancia es uno
de los aspectos que justicaría la gran utilización
de este principio activo en la población de adultos
mayores. Los efectos adversos neurológicos (tem-
blores, alteraciones de la marcha y encefalopatía
por hiperamonemia), hematológicos (plaquetope-
nia) y del sistema digestivo (insuciencia hepática
y pancreatitis) deben ser monitoreados regular-
mente (Ljubic et al., 2021).
Lamotrigina: debido a su buena tolerabilidad y
perl de seguridad, este principio activo aparece
como una opción atractiva para el tratamiento de
los adultos mayores con TB (Bowden et al., 2004).
Litio: en adultos mayores, los valores de litemia re-
comendada como mantenimiento oscila entre 0,4
mEq/L y 0.6 mEq/L, y en episodios agudos entre
0,6 mEq/L y 0.8 mEq/L. Por razones de seguridad,
los valores de litemia recomendados para esta po-
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Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
blación son menores que en adultos. En los AMTB
puede haber un aumento de los efectos adversos
neurológicos y renales. También hay mayores uc-
tuaciones de los niveles de litemia debido a las dis-
tintas modicaciones asociadas al envejecimiento
de tipo farmacocinéticas y farmacodinámicas, así
como también las interacciones farmacológicas
tanto como medioambientales (por ejemplo, trans-
piración y termorregulación) (Ljubic et al., 2021).
La utilización del litio está vinculada con una dis-
minución de los trastornos cognitivos en AMTB
(Kessing et al., 2008).
2.2. Manía aguda
A partir del estudio GERI-BD, el litio y el divalproato
de sodio representan la primera elección de tratamien-
to para el episodio maníaco en el TB. Ambos principios
activos resultaron ecaces y bien tolerados. Luego de
nueve semanas de tratamiento, el litio tuvo una mayor
disminución en los síntomas maníacos que el dival-
proato de sodio (Young et al., 2017). La quetiapina pue-
de ser considerada como segunda línea de tratamiento
(Sajatovic et al., 2008). Por su parte, la asenapina, el ari-
piprazol, la risperidona y la carbamazepina constituyen
la tercera línea de tratamiento. Para episodios de ma-
nía resistentes, la clozapina y la TEC también deben ser
consideradas (Yatham et al., 2018).
Tabla 7. Niveles de evidencia para el tratamiento de
los adultos mayores con manía
Nivel 2 Divalproato de sodio
Litio
Nivel 3 Quetiapina
Nivel 4
Aripiprazol
Asenapina
Carbamazepina
Clozapina
Olanzapina
Risperidona
TEC
Tabla 9. Niveles de evidencia para el tratamiento de
los adultos mayores con depresión bipolar
Nivel 2 Lurasidona
Quetiapina
Nivel 4
Aripiprazol
Carbamazepina
Divalproato de sodio
Lamotrigina
Litio
TEC
Tabla 8. Niveles de recomendación para el tratamiento
de los adultos mayores con manía
Nivel 1 Divalproato de sodio
Litio
Nivel 2 Quetiapina
Nivel 3
Aripiprazol
Asenapina
Carbamazepina
Clozapina
Olanzapina
Risperidona
TEC
Tabla 10. Niveles de recomendación para el tratamien-
to de los adultos mayores con depresión bipolar
Nivel 1
Lamotrigina
Litio
Lurasidona
Quetiapina
Nivel 2
Aripiprazol
Carbamazepina
Divalproato de sodio
TEC
2.3. Depresión bipolar
Teniendo en cuenta los resultados positivos en aná-
lisis post hoc de estudios aleatorizados y controlados,
la primera opción de tratamiento en adultos mayores
para la depresión bipolar son lurasidona y quetiapina
(Sajatovic et al., 2016). Sin embargo, debido a las pre-
ocupaciones mencionadas en relación a la seguridad
de los antipsicóticos atípicos en esta población, tam-
bién se debería considerar como primera opción de
tratamiento a lamotrigina y el litio por su ecacia en
adultos, a pesar de contar con evidencia limitada es-
pecícamente en adultos mayores (Robillard y Conn,
2002; Sajatovic et al., 2011).
La segunda opción de tratamiento queda represen-
tada por divalproato de sodio, aripiprazol y carbamaze-
pina. La TEC podría constituir una opción fundamen-
tal para ser considerada en pacientes con depresión
bipolar resistentes al tratamiento, ideación suicida o
aquellos que no están ingiriendo adecuados niveles de
líquidos o alimentos (Yatham et al., 2018).
Por último, no hay ninguna evidencia especíca
que sustente la administración de antidepresivos en
esta población, razón por la que, en este Consenso, no
se realizará ninguna recomendación al respecto.
2.4. Mantenimiento
La primera opción de tratamiento recomendada para
el mantenimiento de los AMTB son el litio (en pa-
cientes con polaridad predominantemente maníaca)
104
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
Tabla 11. Niveles de evidencia para el tratamiento de
mantenimiento en los adultos mayores
Nivel 2 Lamotrigina
Litio
Nivel 3 Divalproato de sodio
Tabla 12. Niveles de recomendación para el tratamiento
de mantenimiento en los adultos mayores
Nivel 1 Lamotrigina
Litio
Nivel 2 Divalproato de sodio
y la lamotrigina (en pacientes con polaridad predo-
minantemente depresiva) (Sajatovic et al., 2005). El
divalproato de sodio representaría la segunda opción
de tratamiento (BALANCE investigators and collabo-
rators, 2010; Yatham et al., 2018).
3. Tratamientos psicosociales
La mayor parte de la información proveniente de la li-
teratura sobre intervenciones psicosociales en AMTB
se extrapola de estudios en edades mixtas o se basa
en estudios de adultos mayores con enfermedades
mentales graves en general. En un ensayo aleatorizado
de dos años que comparó la efectividad del programa
Helping Older People Experience Success (HOPES,
por sus siglas en inglés) con el tratamiento habitual en
adultos mayores con enfermedades mentales severas,
se pudo comprobar que el primero mejoró las habi-
lidades sociales, el funcionamiento comunitario y la
sensación de autoecacia (Mueser et al., 2010). Ade-
más, el programa HOPES combina la capacitación en
habilidades sociales y la intervención en la autogestión
de la salud (Bartels et al., 2014; Bartels y Pratt, 2009).
Otro foco de intervención psicosocial es la adhe-
rencia al tratamiento farmacológico. A este respecto,
un pequeño estudio denominado MAST-BD demostró
mejorar la adherencia al tratamiento y algunos índices
de calidad de vida (Depp et al., 2007). Dado el décit
cognitivo que se observa en los AMTB, se necesitan es-
trategias especícas para mejorar el rendimiento inte-
lectual en esta población. Hasta el presente, no se cuen-
ta con evidencia para ningún tratamiento especíco en
el marco cognitivo (Sajatovic et al., 2015).
Conicto de intereses: los autores declaran haber
recibido honorarios como consultores, investigadores
o conferencistas con el siguiente detalle, Andrea Abadi
de Tecnofarma-Asofarma-Rao; Julián Bustin de Me-
galabs; Sebastián Camino no reere; Marcelo Cetko-
vich-Bakmas, de Abbott, Janssen-Cilag, Pzer, Rao,
Tecnofarma, Novo-Nordisk, Gador, Lundbeck y GSK;
Ricardo Corral Speaker o consultor de Lilly, Novartis,
GSK, Janssen, John Wyeth, Roche, Astrazeneca, Gador,
Indeco, Roche, Pzer, Casasco, Bristol Myers, Servier,
Bagó, Sanofy Aventis, Pharmastar, Chobet, Baliarda,
Lunbeck, Teva y Casasco; Alejo Corrales de Gador,
Janssen, Lundbeck, Teva, Bago, Rao, Glaxo Smith Kli-
ne, Baliarda y Casasco y honorarios académicos y de
investigación de la Universidad de Aharus, Dinamarca;
Gerardo Garcia Bonetto de Janssen, Lunbeck, Pzer,
Boehringer, Sunovion, Otsuka, Baliarda, Teva y Suno-
vion. Luis Herbst de Janssen, Astra, Rao y Gador; Elia-
na Marengo de Elea; Tomás Maresca de Lilly, Gador,
Abbott, Pzer, Casasco y Novo Nordisk; Carlos Morra
de Abbot, Janssen (Johnson & Johnson), Novartis, Lilly,
Bristol Myers Squibb, Astrazeneca, Pzer, GSK, Servier,
Lunbeck, Boeringer Ingelheim, John Wyeth, Roche, Ga-
dor, Casasco, Bagó, Chobet, Baliarda y Teva; Juan Pes-
sio no reere; Daniel Sotelo de Janssen, GSK y Baliarda;
Sergio Strejilevich de Baliardia, Elea, TEVA, GSK, Jans-
sen; Fernado Torrente no reere; Gustavo Vázquez de
AbbVie, Allergan, CANMAT, Elea/Phoenix, Eurofar-
ma, Gador, Janssen, Lundbeck, NeonMind Biosciences,
Tecnofarma, Rao, Otsuka, Psicofarma y Sunovion, y
subvenciones para investigación de CAN-BIND, CIHR,
PCH, KHSC y Queens University; Juan José Vilapriño
de Janssen, Lundbeck, Rao, Baliarda, Gador, Pzer,
Pharmadorf y Bago; Manuel Vilapriño de Janssen, Lun-
dbeck, Rao, Baliarda, Gador y Montpellier.
Agradecimientos: los autores agradecen especialmen-
te a la Mgtr. Amalia Beatriz Dellamea y al Dr. Diego
Canseco, por sus aportes como editores cientícos.
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C. F., Alexopoulos, G. S., & GERI-BD Study Group (2019). GERI-BD: A
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110
Tercer Consenso Argentino sobre el manejo de los Trastornos Bipolares. Tercera Parte
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2022). 34(161): 87-110.
volver al índice
Zarate, C. A. Jr., Brutsche, N. E., Ibrahim, L., Franco-Chaves, J., Diazgra-
nados, N., Cravchik, A., Selter, J., Marquardt, C. A., Liberty, V., Lucken-
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bipolar depression: a randomized controlled add-on trial. Biol Psychiatry,
71(11):939-46. https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2011.12.010..
Zarate, C. A. Jr., Payne, J. L., Singh, J., Quiroz, J. A., Luckenbaugh, D. A.,
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lar II depression: a placebo-controlled proof of concept study. Biol Psychia-
try, 56(1):54-60. https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2004.03.013..
Zengin, G., Topak, O. Z., Atesci, O., & Culha Atesci, F. (2022). e Ecacy
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111
EL RESCATE Y LA MEMORIA
Norberto Aldo Conti
La Psicopatología General de Karl Jaspers
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 111-114. https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.489
https://doi.org/10.53680/vertex.v34i161.489
Biografía
Karl Jaspers nació el 23 de febrero de 1883 en Oldenburgo, ciudad del es-
tado de Baja Sajonia, en el noroeste de Alemania, fue el hijo mayor de tres
hermanos en una familia sencilla de campesinos, pastores y comerciantes
en la cual su padre había llegado a ser abogado.
En 1901 inició estudios de Derecho en Friburgo por deseo de sus pa-
dres, que abandonó para comenzar en 1902 Medicina en Berlín, conti-
nuar en Göttingen y nalmente recibirse en Heidelberg en 1908.
Desde entonces y hasta 1915 fue asistente de Franz Nissl en la Clínica
Psiquiátrica de Heidelberg. Desde 1913 fue el encargado de la enseñanza
de Psicología en la Facultad de Letras y en esa misma universidad, en
1921, obtiene por concurso la cátedra de Filosofía abandonando deniti-
vamente la práctica psiquiátrica, sabemos que este corto recorrido por la
profesión médica se debió no solo a su amor por la losofía sino también
a una patología bronquial con insuciencia cardíaca, presente desde la
niñez, que lo adecuaba más a la vida académica que a las exigencias de la
labor psiquiátrica.
Enseñó Filosofía en Heidelberg hasta 1937, año en que fue expulsado
por el nacionalsocialismo debido a que estaba casado, desde 1910, con
Gertrudis Meyer, una mujer judía; esta experiencia límite en su vida y
la de su familia lo llevó a teorizar, años después, acerca de la legitimidad
del suicidio como decisión auténtica y libre en el marco del totalitarismo;
opción que pensó en llevar adelante ante la posibilidad de ser separado de
su esposa por las políticas nazis, en el mismo sentido rechazó la autoriza-
ción para emigrar a Suiza que se le otorgó en 1942 pues no podía hacerlo
junto con su esposa quien debía permanecer en Alemania. En el período
anterior a la guerra fue amigo de Martín Heidegger de quien se distanció
por su adherencia al nazismo.
Al nalizar la guerra, en 1945, se le restituyó su cátedra en Heidelberg
y allí intentó reconstruir la universidad desde el punto de vista ético y
político pero lo desanimó el encontrar que la mayoría de los profesores
habían respondido al nazismo. Por este motivo en 1948 se mudó a Basilea
para enseñar también allí Filosofía y en 1967 adoptó la ciudadanía suiza
por estar en desacuerdo con las políticas alemanas de postguerra, perma-
neciendo en esa ciudad hasta su muerte, el 26 de febrero de 1969.
El legado de su pensamiento excede largamente el campo psiquiátrico,
de hecho Jaspers es más conocido en la cultura occidental contemporá-
nea como lósofo que como psiquiatra y en los últimos años de su vida
abogó por la paz y el abandono de la desenfrenada carrera armamentista
de los años de la Guerra Fría.
Karl Jaspers
112
El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 111-114.
El tiempo histórico que le tocó vivir marcó su pensa-
miento con la reexión existencial como eje de toda su
losofía. Su obra incluye más de treinta libros, cientos
de artículos cientícos y treinta mil hojas manuscritas.
La Psicopatología General
Esta obra publicada en 1913, a la edad de treinta años,
es el legado de su pensamiento psiquiátrico maduro
ya que, como dijimos, inmediatamente después de su
publicación abandona la práctica psiquiátrica. Se trata
de un trabajo monumental que supera, en las últimas
ediciones, las novecientas páginas.
La preocupación central de Jaspers al encarar esta
obra fue adentrarse en el ser del hombre psíquicamen-
te enfermo, sus preguntas son: ¿Qué es el sufrimiento
mental? ¿Cómo me aproximo al hombre que sufre?
¿Cuál es el estado del conocimiento para dar respues-
tas a ese sufrimiento?, podríamos decir que esta pro-
blemática la desarrolla en dos horizontes, el primero,
existencial: es el encuentro con el ser sufriente en el
cual la Psicopatología General impacta modicando
la dimensión psicoterapéutica y el segundo, epistemo-
lógico: es la pregunta por el alcance y fundamento de
las diferentes disciplinas que aportan las interpreta-
ciones teóricas del padecimiento mental, aquí la Psi-
copatología General impacta modicando el conjunto
del campo de la psicopatología, tal como se había de-
sarrollado hasta ese momento.
Esta idea de fundamentar epistemológicamente los
alcances de la psiquiatría como práctica médica apa-
rece expresada en el prólogo de esta obra, como idea
central, a lo largo de más de treinta años:
“En lugar de exponer dogmáticamente los resultados
obtenidos, quisiera introducir predominantemente en
los problemas, las cuestiones que se plantean y los méto-
dos; en lugar de un sistema con base en una teoría, qui-
siera dar un ordenamiento fundado en el conocimiento
metodológico.
1ra. Edición, Abril de 1913
“Las confusas generalidades que arrastramos son
numerosas. He intentado aclararlas en lo posible. Pero
las intensiones profundas que se expresan a menudo en
ellas, no deben ser simplemente relegadas y dejadas de
lado cuando no se llega a su pleno esclarecimiento.
2da. Edición, Septiembre de 1919
“Hay que aprender, en el diluvio de las razones psico-
patológicas, lo que se sabe y lo que no se sabe, cómo y en
qué sentido y en qué límites se sabe algo, con qué medios
es adquirido y cimentado ese saber. Porque la ciencia no
es un frasco liso de exactitudes equivalentes e iguales, sino
un ordenamiento estructurado de especies muy distintas
de validez, de importancia y de esencialidad.
3ra. Edición, Noviembre de 1922
“Lo que se presenta en primera línea a los psiquia-
tras … sobre las almas humanas enfermas, tuvo que ser
meditado en sus fundamentos y reunido en una estruc-
tura ajustada a la realidad; el medio de unicación fue
la ilustración metodológica.
4ta. Edición, Julio de 1942
El contexto de producción
A principios del siglo XX la tarea cientíca se hallaba en
fuerte desarrollo, desde al menos cincuenta años atrás,
bajo el modelo del positivismo y era justamente Alema-
nia en donde las disciplinas médico cientícas experi-
mentales obtenían los mayores éxitos pero, la excesiva
conanza en el modelo positivista, el convencimiento
Psicopatología General, 1ra. Ed. Español, 1951
113
El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 111-114.
de que era la única vía legítima para producir conoci-
mientos cientícos extendió su aplicación de la natu-
raleza a lo social negando la abilidad de tradiciones
interpretativas de largo arraigo cultural en occidente.
Entonces las ciencias del hombre o ciencias del
espíritu, como eran llamadas en la época, quedaban
subsumidas al método analítico de las ciencias natu-
rales produciéndose una verdadera paradoja consti-
tutiva de disciplinas como la historia, la sociología o
la psicología que para alcanzar legitimidad cientíca
debían abandonar su esencia en aras de la unidad del
método de las ciencias como lo había conceptualizado
Augusto Comte a mediados del siglo XIX.
Contra esta hegemonía del positivismo se pronun-
ciaron algunos pensadores desde comienzos del siglo
XX; nos interesa destacar a dos de ellos por la inuencia
que tendrán sobre el pensamiento del joven Jaspers.
Por un lado, Edmund Husserl, quien, al preten-
der fundar a la losofía como ciencia estricta, abre el
camino para el surgimiento de la fenomenología con
todos los alcances que esta disciplina tendrá a lo largo
del siglo. La propuesta central de Husserl desde los co-
mienzos de la fenomenología será: “volver a las cosas
mismas, o sea, volver al mundo tal cual se nos presen-
ta antes de las complejas abstracciones que efectúa la
ciencia, el mundo tal cual se da en nuestras vidas y que
no se encuentra tamizado por el paradigma gnoseoló-
gico de las relaciones sujeto-objeto que nos aleja de las
cosas mismas o del mundo de la vida.
Por otro lado, Willhem Dilthey, quien dene a la
hermenéutica, tal como la estableció Schleimacher
en el siglo anterior, como disciplina cientíca legíti-
ma para el estudio de las ciencias del espíritu. La gran
novedad que introduce entonces Dilthey es decir que
si el método analítico es el indicado para un conoci-
miento legítimo de las ciencias de la naturaleza, que
buscan relaciones causales y construyen conocimien-
to explicativo, las ciencias del espíritu tienen también
un método especíco y diferente que es interpretativo,
que busca relaciones de sentido y que genera un cono-
cimiento comprensivo, quedando claramente deter-
minada la pertinencia de la explicación causal para las
ciencias de la naturaleza y la comprensión de sentido
para las ciencias del espíritu o ciencias sociales, recu-
perando estas una legitimidad cientíca que no afecte
su esencia o especicidad epistemológica.
Propósitos y contenidos
Si volvemos ahora a la Psicopatología General vere-
mos que Jaspers parte del punto al que había llegado
el conocimiento psiquiátrico de su época y valora la
tradición francogermana que constituyó la clínica du-
rante el siglo XIX, de ella nos dice:
“ Se le ha de reconocer a los franceses el primerísimo
descubrimiento de los métodos modernos, pero su falta
de autocrítica … ha dejado inconclusas sus obras cien-
tícas. Los alemanes agotaron sus ideas, evitando los
accesorios fantásticos, realizando un trabajo original
por su esmero en la creación de conceptos, la indaga-
ción minuciosa y paciente, el impulso ideológico y los
resultados coherentes.
Pero, por otro lado, entiende que el fenómeno del
sufrimiento psíquico humano va mucho más allá del
estudio de la dimensión analítica causal, que la esen-
cia del hombre rebasa su naturaleza, y que eso que
queda por fuera, eso que se escotomiza en la mirada
cientíco natural puede ser recuperado y explorado
en la dimensión fenomenológica. Dene entonces los
alcances del método fenomenológico en psiquiatría
de la siguiente manera:
"Tiene la misión de representar intuitivamente los
estados psíquicos que experimentan los enfermos; según
sus condiciones de anidad, se limitan, se distinguen y se
aplican términos precisos. Con esta nalidad se describen
las manifestaciones externas del estado anímico, se estu-
dian sus condiciones, se comparan entre ellas mediante
autodescripciones y condencias de los enfermos"
"Lo que se necesita es una tranquila inmersión en los
hechos de la vida psíquica sin adoptar ninguna actitud
especíca hacia ellos."
Con este método solo aquello que aparece en la
conciencia del paciente debe ser representado y anali-
zado en sus relaciones de sentido, hay que informarse
de todo fenómeno psíquico, de toda vivencia en la ex-
ploración del enfermo, dejando de lado, a la manera
de la epojé husserliana, las tesis del mundo que aquí
están representadas por las teorías, interpretaciones y
construcciones psicológicas. En este sentido arma:
"Las observaciones psiquiátricas que se aparten con
sus propias elaboraciones sobre lo que el enfermo está
sufriendo nunca las sustituirá."
Jaspers centrará entonces el objeto de la Psicopa-
tología en el acontecer psíquico conciente, en las vi-
vencias tal cual se encadenan en la vida psíquica de
los individuos, pero sin perder de vista que el hombre
también es soma y naturaleza y que por lo tanto una
Psicopatología General deberá integrar la dimensión
explicativa causal con la dimensión comprensiva sig-
nicante. Explicar y comprender en psicopatología no
será contradictorio sino complementario. Esto queda
evidenciado en el ordenamiento de la obra tal cual el
autor la presenta en la introducción:
114
El rescate y la memoria
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 111-114.
1. Los hechos típicos particulares empíricos de la
vida psíquica.
2. Las relaciones comprensibles de la vida psíquica
3. Las relaciones causales de la vida psíquica.
4. La totalidad de la vida psíquica: la síntesis clínica
nosológica, diagnóstica y biográca.
5. La vida psíquica anormal en la sociología y en la
historia.
6. El todo del ser humano: reexión losóca, nos
abre a la actitud losóca básica en la que realiza-
mos todo saber y conocer del hombre.
En este esquema de la obra vemos que Jaspers abarca-
rá prácticamente todo el campo del conocer del psi-
quiatra, comenzando por los fenómenos mentales, sus
descripciones, lo que denomina el método fenomeno-
lógico. Proseguirá con las relaciones comprensibles, lo
que signica una elaboración de lo mental desde un
sujeto que intenta obtener una signicación del otro, en
un plano que va más allá que los meros procesos bio-
lógicos. Luego proseguirá con lo causal, lo explicativo,
abordando el terreno de aquello que puede ser medible
a través de la ciencia experimental. Luego buscará una
síntesis de lo anteriormente expuesto agregando el con-
texto histórico y social, para nalizar con el todo del ser
humano, donde se obtendrá la verdadera comprensión
del conjunto de la vida psíquica tomando al hombre
como una totalidad indivisible, donde adquiere su ver-
dadera primacía, como un ser en el mundo, abierto a la
existencia y en uso de su libertad.
En este sentido es también elocuente lo que arma
respecto al lugar de la biografía en psicopatología:
“Toda vida psíquica es un todo como forma temporal.
Captar a un hombre es cosa que exige la contemplación
de su vida desde el nacimiento hasta la muerte. Mien-
tras los médicos somáticos como tales solo tienen que ver
con una enfermedad pasajera o crónica, los psiquiatras
en cambio, se han ocupado siempre de toda la vida pa-
sada de sus enfermos con todos sus nexos de naturaleza
personal y social. Toda historia clínica correcta conduce
a la biografía. La enfermedad psíquica arraiga en el todo
de la vida y, para su captación, no se puede aislar de él.
Han pasado ciento diez años desde la publica-
ción de esta obra y ella ha marcado a buena parte de
la producción psiquiátrica del siglo XX, en especial a
la surgida en la rica tradición cultural centroeuropea
en donde pudo constituirse y sostenerse una cultura
psicopatológica en el sentido que le asignaba Jaspers
cuando escribió este libro:
Mi libro quisiera ayudar al lector a adquirir una
cultura psicopatológica. Es ciertamente más simple
aprender un esquema y estar a la altura de todo apa-
rentemente con un par de consignas. La cultura nace
del conocer los límites en el saber ordenado y en la ca-
pacidad mental intuitiva, que puede moverse en todas
direcciones. Para la cultura psiquiátrica hace falta la
propia experiencia con el dominio de la intuición alerta
en todo instante...
Esta concepción de la cultura psicopatológica
como formación intelectual y ética propia del ser psi-
quiatra ha ido desapareciendo en nuestro horizonte
profesional desde hace por lo menos unos cuarenta
años, sirva entonces este breve recuerdo de esta más
que centenaria obra para abrir alguna reexión sobre
lo mucho que hemos perdido con esa desaparición y
lo mucho que podríamos ganar, en el sentido de bue-
na práctica, si recuperamos ese legado.
115
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 115-116
LECTURAS
Juan Carlos Stagnaro
Psicofarmacología práctica
Gabriela Jufe
Polemos, 2023
PSICOFARMACOLOGÍA
Gabriela Jufe
Gabriela Jufe
Tercera Edición
Práctica
PSICOFARMACOLOGÍA PRÁCTICA
Esta tercera edición de Psicofarmacología Práctica ha sido
revisada exhaustivamente y presenta importantes diferencias con
la anterior: en los capítulos ya existentes en las ediciones previas se
han incluido los fármacos disponibles de reciente aparición, se des-
criben los que aún no están disponibles en la Argentina y se men-
cionan nuevas vías de investigación y algunos fármacos en desa-
rrollo. Entre sus principales novedades aparece un nuevo capítulo
sobre los fármacos utilizados para el tratamiento de las demencias.
Aunque manteniendo la estructura general de la obra, se han reor-
ganizado algunas clasificaciones y se han revisado y actualizado
los mecanismos de acción de los fármacos ya existentes, los efec-
tos adversos que puedan generar, explicando cómo evitarlos,
detectarlos y corregirlos. Asimismo, se actualizaron las interaccio-
nes y los estudios de control para el uso más seguro de los medica-
mentos, las dosis y modos de utilización (para la población adulta
en general, para los niños, los ancianos y en situaciones especiales
como el embarazo), las estrategias de combinación y potenciación,
las nuevas indicaciones para cada grupo de fármacos y los alcan-
ces de cada uno de ellos para cada indicación. El conjunto de la
obra, que desde su primera edición ha constituido un texto de refe-
rencia para orientar la terapéutica psicofarmacológica, aparece así
actualizado y provisto de nuevas indicaciones y referencias de uso
indispensable para los psiquiatras y de informaciones útiles para
todos los miembros de los equipos de Salud Mental.
La autora, Médica Especialista en Psiquiatría, se
graduó con Diploma de Honor en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires; realizó
posteriormente su Residencia de Psicopatología y
Salud Mental en el Hospital General de Agudos
Parmenio Piñerode la Ciudad de Buenos Aires, en
el cual se desempeñó luego como Jefa e Instructora
de Residentes. También ha desarrollado una intensa
labor, que se prolonga en el presente, como docente
y supervisora de tratamientos psicofarmacológicos
en las Residencias de Psiquiatría de los hospitales
de la Ciudad de Buenos Aires. Actualmente, es Jefa
de la Unidad de Internación de Mujeres del Hospital
de Emergencias Psiquiátricas “T. de Alvear” y Coor-
dinadora de Programa de la Residencia de Psiquia-
tría de dicha institución. Además es Directora del
curso Psicofarmacología Clínica centralizado para
las Residencias de Psiquiatría de los hospitales
dependientes del GCABA. En el ámbito universitario,
la Dra. Jufe es Docente de la Primera Cátedra de
Farmacología de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires. Autora de numerosos
artículos científicos y capítulos de libros de la espe-
cialidad, ha editado también, junto con la Dra.
Wikinski, el libro El tratamiento farmacológico en
Psiquiatría e integra el Comité Editorial de Vertex,
Revista Argentina de Psiquiatría.
Foto: Michel Lichtenstein
C
M
Y
CM
MY
CY
CMY
K
Psicofarmacología Práctica tapa.pdf 1 26/03/12 14:18
La autora, Médica Especialista en Psiquiatría, se
graduó con Diploma de Honor en la Facultad de
Medicina de la Universidad de Buenos Aires; reali-
zó posteriormente su Residencia de Psicopatología
y Salud Mental en el Hospital General de Agudos
“Parmenio Piñero” de la Ciudad de Buenos Aires,
en el cual se desempeñó luego como Jefa e Instruc-
tora de Residentes. También ha desarrollado una
intensa labor, que se prolonga en el presente, como
docente y supervisora de tratamientos psicofarma-
cológicos en las Residencias de Psiquiatría de los
hospitales de la Ciudad de Buenos Aires. Fue Mé-
dica de Planta, Jefa de Unidad Internación Muje-
res, de la División Internación, Subdirectora Médi-
ca y nalmente Directora Médica del Hospital de
Emergencias Psiquiátricas “T. de Alvear”. Desde el
año 2019 es Directora del Curso Superior de Psi-
cofarmacología Clínica del Instituto Superior de
Formación de Posgrado de APSA (Asociación de
Psiquiatras Argentinos). Además es Directora del
curso Psicofarmacología Clínica centralizado para
las Residencias de Psiquiatría de los hospitales de-
pendientes del GCABA. En el ámbito universitario,
la Dra. Jufe fue Docente de la Primera Cátedra de
Farmacología de la Facultad de Medicina de la
Universidad de Buenos Aires. Autora de numero-
sos artículos cientícos y capítulos de libros de la
especialidad, ha editado también, junto con la Dra.
Wikinski, el libro El tratamiento farmacológico en
Psiquiatría e integra el Consejo de Redacción de
Vertex, Revista Argentina de Psiquiatría.
Esta quinta edición de Psicofarmacología Práctica ha sido revisada exhausti-
vamente y presenta importantes diferencias con la anterior. En los capítulos
ya existentes en la edición previa se han incluido los fármacos disponibles de
reciente aparición, las nuevas formas farmacéuticas, se describen los psicofár-
macos que aún no están disponibles en Argentina y se mencionan nuevas vías
de investigación y algunos medicamentos en desarrollo.
Aunque manteniendo la estructura general de la obra, se han reorganiza-
do algunas clasicaciones y se han revisado y actualizado los mecanismos de
acción de los fármacos ya existentes, los efectos adversos que puedan generar,
explicando cómo evitarlos, detectarlos y corregirlos. Asimismo, se actualiza-
ron las interacciones y los estudios de control para el uso más seguro de los
medicamentos, las dosis y modos de utilización (para la población adulta en
general, para los niños, los ancianos, y en situaciones clínicas especiales), las
estrategias de combinación y potenciación, las nuevas indicaciones para cada
grupo de fármacos y los alcances de cada uno de ellos para cada indicación,
siguiendo el DSM-5. En cada capítulo se han incorporado las modernas posi-
bilidades de nomenclatura y se han seguido las reglas actualizadas para guiar
el uso de cada psicofármaco en situaciones especiales como el embarazo y la
lactancia. El conjunto de la obra, que desde su primera edición ha constituido
un texto de referencia para orientar la terapéutica psicofarmacológica, aparece
así actualizado y provisto de nuevas indicaciones y referencias de uso indis-
pensable para los psiquiatras y de informaciones útiles para todos los miem-
bros de los equipos de Salud Mental y los médicos de otras especialidades.
Gabriela Jufe
PSICOFARMACOLOGÍA
Práctica
Quinta Edición
PSICOFARMACOLOGÍA
Práctica
Gabriela Jufe
PSICOFARMACOLOGÍA PRÁCTICA
© Mateo Kesselman
Colaboradores
Irene María Elenitza
Sergio Aníbal Halsband
Federico Rebok
Silvina Mazaira
Julián Bustin
Tapa Psicofarmacologia-2023.indd 1 25/3/23 16:40
La prescripción psicofarmacológica se ha tornado,
con el correr de los años, más compleja y más di-
versicada. Efectivamente, a los años fundacionales
de mediados del siglo pasado, surgidos a partir de la
aparición de la primera generación de psicofármacos,
les sucedió, a nales del mismo, una segunda etapa de
invenciones. Posteriormente, en esta última década,
la investigación en el tema pareció volverse menos
productiva; no obstante, en ese lapso siguieron apa-
reciendo nuevas moléculas, y, simultáneamente, los
años de experiencia clínica con ingente cantidad de
pacientes permitieron una acumulación de datos que
matizaron la valoración de los resultados obtenidos
y abrieron un horizonte de nuevas indicaciones para
algunos fármacos y la combinación de otros entre sí.
Por esa causa, en la actualidad la prescripción necesita
de conocimientos profundos respecto de los meca-
nismos de acción de las drogas a n de elegir las más
convenientes para cada paciente y evaluar las posibles
indicaciones y contraindicaciones, en el marco de fre-
cuentes interacciones con fármacos necesarios para
tratar otras enfermedades concomitantes que se ad-
ministren a una misma persona. Por otro lado, otros
principios farmacológicos, con acción en el sistema
nervioso central, que se emplean en la especialidad,
requieren ser también incluidos en el estudio de la
terapéutica psiquiátrica.
La cantidad de la información en el tema del que trata
Psicofarmacología práctica de Gabriela Jufe es inmensa
y muchos de los artículos publicados en las revistas
especializadas solo repiten los mismos conceptos,
redundan en temas similares o presentan resulta-
dos contradictorios y, por ende, hallar en esa masa
de información datos precisos y útiles, constituye
una tarea muy grande y difícil. Se requiere paciencia,
lecturas muy amplias y sistemáticas y, sobre todo, un
espíritu crítico aguzado para separar la novedad de lo
ya conocido, lo importante de lo accesorio; esta nue-
va edición cumple, como ocurrió en las anteriores,
con esas exigencias.
La formación de los psiquiatras requiere una delicada
planicación para dotarla de una curricula equilibrada
que responda a las necesidades de la práctica profe-
sional en diferentes contextos clínicos. Uno de los
insumos indispensables en ese empeño es contar con
la apoyatura bibliográca necesaria para esa tarea.
La complejidad y los cambios de perspectiva del área,
los nuevos aportes respecto de los procesos intrínse-
cos al funcionamiento neural que nos proporcionan
los desarrollos en las neurociencias contemporáneas
indujeron a introducir propuestas de una nueva no-
menclatura psicofarmacológica.
En consecuencia, tanto por cubrir con creces las ne-
cesidades de la formación psiquiátrica actual en el
tema, como por incluir las novedades mencionadas,
esta obra, que ha probado ser, a lo largo del tiempo,
una herramienta indispensable para una prescripción
medicamentosa fundamentada y prudente, incorpo-
rando al arte terapéutico, la dosis necesaria de cono-
cimientos cientícos y éticos necesarios, era espera-
da y necesaria.
Entre las cualidades y antecedentes que posee la
autora se destacan su seriedad cientíca, su dedica-
ción al trabajo hospitalario, que llevó a merecer altas
responsabilidades institucionales en el Hospital de
Emergencias Psiquiátricas “Torcuato de Alvear” de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su profusa labor
docente con los psiquiatras en formación, el éxito de
su Curso Superior de Psicofarmacología clínica que
viene dictando en el Instituto Superior de Postgrado
de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA),
que convoca alumnos argentinos y de otros países
de la región, y su continua actualización en psicofar-
macología, sumada a una rica experiencia clínica en
el ámbito hospitalario y en la consulta privada, que
alimentan una reexión y una valoración muy pon-
derada en la utilización del recurso farmacológico,
en articulación con las demás maniobras, psicotera-
116
Lecturas
Vertex Rev Arg Psiquiatr. (2023). 34(161): 115-116.
volver al índice
péuticas y socioterapéuticas que requiere la práctica
psiquiátrica. Las sucesivas ediciones de este libro y la
aceptación que ha obtenido son prueba fehaciente de
estas armaciones.
Una vez más, como en la anterior edición, Gabriela Jufe
estuvo acompañada para la realización de este libro
por brillantes colegas como Julián Bustin, Irene Elenit-
za, Sergio Halsband, Silvina Mazaira y Federico Rebok.
El éxito que desde las anteriores ediciones ha teni-
do Psicofarmacología Práctica, obteniendo el reconoci-
miento del mundo psiquiátrico argentino, y también
del ámbito latinoamericano de la especialidad, lo ha
convertido en un texto de referencia y, en nuestro
conocimiento, el único de su jerarquía en la bibliogra-
fía original de la región.
Por ello, su lectura continuará nutriendo la formación
de los nuevos colegas, actualizando la información de
los que ya tienen una experiencia en la psiquiatría y
ofreciendo una fuente de consulta indispensable para
los médicos de otras especialidades necesitados de
encontrar información en temas psicofarmacológicos.